Capítulo 33. Huida de fuegos artificiales

DESMOND

Mi padre intentó arrebatarme a las dos personas que más amo en este mundo.

Los intentó asesinar.

Por dentro mi cuerpo está destrozado, a pesar de que momentos antes Conan me curo con su magia. Su mano sigue agarrando la mía, Luca sale de entre el polvo y los libros viejos y en cuanto me ve una sonrisa se extiende por su rostro. Los tres estamos aquí, pero ¿por qué yo no me siento presente?, ¿cómo es posible que Luca me sonría así después de esto?

Voy a matarlo...

Tengo qué. No me importa si es mi pad...

—No pienses eso —Luca me dice tomándome del hombro

—¿Tú pudiste escu...

—Sí. Es algo que no había intentado con nadie más, solo con Tetis, con ella... fue demasiado fácil —Mi hermano niega con la cabeza como si aquellos recuerdos fueran demasiados valiosos como para traerlos en esta situación—. No se me hace demasiado justo, ¿sabes?, el meterme en las mentes de las demás personas, siento que invado su privacidad, pero sin querer tu pensamiento voló hacia mí.

Los quejidos de mi padre al fondo solo hacen que mi enojo incremente.

—Ponte bien esto —Luca, toma el casco de mi armadura y me lo pone con fuerza—. Ahora lo único que importa es salvar a nuestro reino, no debemos perder tiempo y energía pensando en aquello que no podemos reparar —le echa un vistazo a nuestro padre—. ¿Lo has entendido?

Conan a mi lado se pone su casco, sujeta con su mano izquierda el resto de su armadura, su mano derecha la extiende a Luca.

—Solo fue un raspón —le dice él encogiéndose de hombros

—Debemos ir sanos al campo de batalla —Conan pone su mano en la herida de Luca y en un parpadeo desaparece—. Ya está... ahora solo debemos...

Sobrevivir —contesta mi hermano como si le hubiese leído la mente

Maldigo por lo bajo, empezando a ponerme lo que queda de mi armadura mientras observo como el comandante Khan se acerca a mi padre con un grueso libro y antes de poder decir algo, el comandante lo golpea en la cabeza. Ninguno de los tres le toma importancia.

Por culpa de él, Conan y Luca ya no pudieron deshacer la conexión que une sus almas. La muerte está rozando sus pies ahora que Triddor está atacando el reino.

—Salgamos de aquí —El comandante Khan se sacude las manos acomodándose su espada—. Su padre no despertará en un buen rato y si tenemos suerte... ellos ya estarán aquí en unas horas.

—¿Ellos? —pregunta Conan—. ¿De quiénes habla?

—Triddor por ahora está en el pueblo —ignora las preguntas caminando a la salida, todos lo seguimos con paso apresurado, sin queja—. Trajo consigo a sus oscuros, no hemos podido calcular cuántos, pero bastantes como para destrozar todo el castillo —Los pasillos del castillo están vacíos, los guardias debieron llevar a todos a refugiarse—. Y por si fuera poco, hay como diez monstruos gigantes protegiendo a Triddor junto con algunos pequeños y escurridizos como el jabón.

Conan se pone tenso al escucharlo.

—Somos los únicos que quedan en el castillo —prosigue el comandante mientras bajamos corriendo por las escaleras—. Binu y Killian se llevaron a todos los sirvientes y algunas personas del pueblo hacia el reino Grana, donde Amelia les dará refugio, ya que al parecer Umbria es el objetivo de Triddor. Los pocos soldados de luz ya están allá junto con Tetis, Sharman y Eric —Las marcas de Luca se extienden por sus brazos, incluso las velas que iluminan el castillo bajan su brillo al sentir su presencia—. Mande a dos batallones con ellos, uno liderado por Víctor y otro por Claus. Dreyden está... él vendrá luego.

Salimos del castillo y la brisa del atardecer pasa por arriba de nosotros junto con algunas hojas marchitas. Tres soldados se acercan con otra armadura y armas.

—No la necesito —Luca rechaza la armadura que le ofrece uno de ellos

—¿Estás loco? —le digo tomando la armadura y poniéndose en las manos—. Debes de...

Hoy no moriré.

Mi hermano me quita la armadura y esta desaparece de sus manos en un chispazo de oscuridad.

—Eso no es excusa —mi voz se quiebra un poco, recordando como mi padre hizo que perdiera la consciencia solo para poder atacarlo a él y a Conan, no creo poder olvidar jamás sus ojos llenos codicia venenosa

—Tetis me está llamando... —mi hermano voltea bruscamente a dirección del pueblo—. Rápido, tomen mi mano.

Nadie protesta, todos a la vez tomamos el brazo de Luca y nos adentramos en el reino de las sombras.


...


Todos menos Luca y Conan debemos estabilizarnos antes de dar un paso, el viaje fue aún más rápido de lo que imaginé y eso me ha dejado mareado.

—Triddor me advirtió de esto —dice Conan apretando su arco entre sus manos—. Dijo que pagaría con el dolor y la muerte, hiciera lo que hiciera.

En cuanto alzo la vista, el mundo parece rugir. Las llamas están arrasando con todo mientras guardias ladran órdenes corriendo de un lado a otro.

Mi pueblo.

Mi reino.

Se está convirtiendo en cenizas.

—Si queremos llegar a Triddor primero hay que acabar con los gigantes —Luca observa hasta el final del pueblo, donde parece que nuevas montañas han surgido, pero solo se tratan de esos gigantes llenos de oscuridad

—Eres el único que puede acercarse a él —le digo—. Debes guardar todo tu poder solo para su fin.

—Binu y Killian también pueden acercarse —Conan alza la voz entre el caos—. Su fuego, su magia de drokar podría ayudar... y también está Dreyden.

—Los guardias...

—Los batallones deben asegurarse de acabar con los oscuros y los de ojos morados —Luca no deja de ver a los gigantes, sus ojos rojos resplandecen con el fuego a nuestro alrededor—. Los hechiceros de luz y todos nosotros iremos contra Triddor.

El comandante asiente una vez antes de marcharse junto con sus guardias.

—Yo iré contigo —Conan le dice a Luca y mi mano rápidamente toma la suya, él me voltea a ver arqueando las cejas con un brillo de angustia en sus ojos—. Si algo malo le pasa yo estaré ahí para curarlo, ¿quién más que yo?

Nosotros —una voz áspera habla tras nosotros

—Tratamos de detenerlos —Vicky y Amber hablan al mismo tiempo con la voz entrecortada

Los hechiceros rojos nos sonríen con valentía. Una anciana se acerca arrastrando uno de sus pies, y por lo que sé, debe ser la abuela de Solmi. Conan se rasca la nariz poniéndose pálido.

—Ellas ya hicieron su esfuerzo —La abuela señala a las chicas que vienen con la respiración agitada y sudando—. Nadie nos hará cambiar de opinión por más que lo intenten.

Murmullos se escuchan entre las casas destruidas, entre ellas puedo observar a la gente del pueblo escondiéndose con sus familias, todos ellos con los ojos puestos en nosotros.

—No somos un tesoro al que tienen que cuidar —la abuela prosigue, y los demás rojos, jóvenes en su mayoría, dan un paso al frente, todos ellos vienen sin armadura y sin ninguna arma—. No vamos a esperar sentados... lo hemos hecho por años siendo los juguetes personales de Triddor. No vamos a dejar que nuestra magia sea manchada en chismes y leyendas inventadas, ya nadie nos apartara de luchar esta batalla como lo hizo Agroz hace años. Vamos a usar nuestra magia a como dé lugar para que todos ustedes puedan ver un atardecer más sin estar envueltos en llamas.

Poco a poco la gente sale de sus casas, las madres cargando a sus hijos más pequeños, los padres ayudando a sus hijos mayores, los ancianos se sacuden las cenizas de su ropa y caminan hasta quedar a un metro de los rojos.

—Están hechos de coraje y de guerras sin pelear —un hombre alza la voz—. Y nosotros fuimos crueles al juzgarlos sin saber que estaban en el mismísimo infierno en ese templo.

—Ayudaremos —una chica de mi edad se para junto al hombre—. Si ustedes dan la vida por el reino que desconfió de ustedes por años... —la chica toma del suelo una pala oxidada—. Ahora permítanos ser quienes cuiden su espalda.

Volteo a ver a Luca después a Conan y los tres sabemos que, no podemos hacer nada. Nada para detener a estas personas que quieren luchar no solo por su reino, también por su familia, por su propio destino. En medio de la oscuridad que se cierne sobre nosotros, comprendemos que la única opción que nos queda es enfrentar la oscuridad entre alianzas y hermandad.

—Entonces hay que darnos prisa —La abuela sonríe canalizando su magia en sus manos hasta que estas emiten una luz rojiza

Nos unimos en un pacto silencioso, dispuestos a defender lo que amamos.

—Protéjanse los unos a los otros —Luca nos dice esparciendo su oscuridad por el pueblo—. Mis sombras estarán ahí cuando las necesiten.

Mi hermano voltea a verme y luego a Conan, dándonos una sonrisa antes de desaparecer. Los rojos junto con las personas del pueblo se separan en pequeños grupos, Vicky y Amber ajustan sus armaduras.

—Supongo que tampoco podemos detenerlas —Conan les dice

Ellas se dan una mirada cómplice y niegan con la cabeza.

—Quieran o no está también es nuestra guerra —Vicky le responde

—Después de todo lo que Triddor nos quitó, merecemos luchar por su destrucción —Amber observa su espada—. Nos volveremos a ver al amanecer, ¿verdad?

—Como siempre —Conan contesta sin vacilar

—Iremos al sur del pueblo, ahí solo están atacando los hombres de ojos morados —Vicky señala un punto del pueblo donde las llamas lo esconden—. No hay porque despedirnos...

Al mismo tiempo Conan y yo abrazamos a nuestras mejores amigas, ellas se aferran a nosotros con una necesidad desgarradora. Porque aunque traten de ocultar su miedo por perdernos; los cuatro, sabemos que en la guerra nada está escrito.

Se separan de nosotros secando unas cuantas lágrimas y poniéndose su casco, nos dan una última mirada llena de fe antes de darse la vuelta y correr entre una lluvia de ceniza.

—Esta vez —me acerco a Conan limpiando su mejilla de polvo —. Nada nos separará. No dejaré que eso pase.

—Pelar a tu lado será todo un honor, su alteza —Pasa su arco a su espalda, sonriéndome

—Déjame cuidarte por esta vez, ¿sí? —Cerca de nosotros se escucha una explosión

—¡Mira allá arriba! —Conan se distrae señalando el cielo donde dos rugidos igual de devastadores surcan los cielos

Binu y Killian aparecen cuando el atardecer está en su punto máximo. Ella echando sus llamas de fuego y él su característico hielo.

—No puedo creerlo —digo señalando a Killian—. ¿Esa es...

—Amelia y todo un batallón.

Sobre el lomo de Killian, Amelia está de pie, dándoles órdenes a sus soldados. Su cabello rubio se agita con el aire, los soldados se aferran fuertemente a Killian quien los ayuda a estabilizarse con su magia de drokar. Después Amelia le dice algo a Killian y él desciende hasta que sus garras apenas tocan los techos de las pocas casas que aún siguen en pie; los soldados del reino Grana ataviados de sus armaduras blancas saltan en un giro mortal, cayendo a la perfección y sin daño alguno al suelo.

Binu vuela con rapidez arrasando con algunos oscuros, sus garras les atraviesan el pecho mientras se acerca a nosotros, cuando sus alas tocan el suelo estas echan chispas.

—Debemos subir —Conan señala a Binu—. Desde las alturas atacaremos con más precisión.

Asiento volteando a ver a mi alrededor por si veo algún arco tirado o por lo menos algunas flechas, pero no las hay.

—Tome el mío su alteza —una vocecita sale de entre los escombros

Una niña se asoma desde un sótano de una casa destruida, su madre la ayuda a pasar el arco por la única ventana que da a la calle. Después, cientos de flechas salen de entre la oscuridad de las casas cercanas.

Debemos sacar a toda la gente que aún queda aquí. Trato de que mi mensaje llegue a mi hermano de alguna forma.

Diles que toquen mis sombras, ellas las llevarán a un lugar seguro. Me contesta en segundos

—Para salir de aquí —alzo la voz caminando hasta el centro de la calle—. Deben tocar las sombras —Las sombras de Luca aparecen esparciéndose por las casas, chispas de luz nadan entre ellas—. No teman, las sombras de mi hermano los protegerán.

Las personas no dudan en tocar las sombras, en sus ojos no se refleja miedo alguno, solamente devoción y agradecimiento, desapareciendo segundos después.

Cuelgo el arco que la niña me dio al hombro y corro junto a Conan hasta Binu, subimos con un poco de dificultad y una vez arriba, Binu se alza en vuelo. El aire me corta la cara, y el sonido de las llamas se oye cada vez más lejano. Por una parte, me alegro no oír gritos de personas inocentes siendo perseguidas por los oscuros, el comandante junto con los demás hicieron un gran trabajo en llevarse a cuantas personas pudieron.

Conan alista su arco, lo atraigo más hacia mí, jalándolo de la cintura. Acomodo con cuidado todas las flechas de las personas del pueblo con cuidado en el carcaj a su espalda.

—Tratemos de no fallar —le digo a Conan señalando a unos hombres de ojos morados que van tras unos guardias—. Acabemos con ellos primero.

Binu lanza su fuego entre los de ojos morados, dándoles a los guardias la oportunidad de contraatacar junto a nosotros. Dejo que Conan lance la primera flecha, la cual da justo en la pierna de uno de los morados.

—Quizá estoy un poco oxidado en esto —saco tres flechas y las pongo en su posición apuntando a tres morados que atraviesan el fuego de Binu abalanzándose a los guardias—. Pero sé que puedo hacerlo.

Conan deja de respirar en el momento en que las tres flechas salen disparadas rozando su mejilla. Una sonrisa de satisfacción se extiende en mi rostro; tres cuerpos caen inertes antes de poder sacar sus armas. Binu ruge en señal de victoria.

—¿Qué otras habilidades tienes guardadas que no me has enseñado? —Conan gira hacia mí

—Te las enseñaría, pero no creo que este sea el lugar adecuado —me encojo de hombros sacando otras tres flechas, las orejas de Conan se ponen rojas—. Pero sí, te enseñaré como hacerlo... Medras fue un buen maestro, yo igual lo seré para ti.

—¿Juntos? —Conan saca una flecha

—Juntos.

Nuestras flechas vuelan junto con Binu, que da un giro vertical para que estas se claven con más precisión y profundidad. Puedo sentir la magia de Conan recorriendo cada centímetro de mi ser, lo que me da mucha más fuerza y coraje para saltar de Binu al alcanzar a ver que Amber tiene problemas.

Caigo rodando en el duro camino de piedras, pero nada de qué preocuparse, el fuego de Binu y las flechas de Conan dejan mi alrededor despegado. Amber está ejerciendo toda su fuerza para poder librarse de un grandulón de ojos morados que la tiene contra un árbol. Tiene el labio roto y su costado sangra.

—Eres demasiado feo —le dice ella acercándose más—. Que lastima.

Antes de que pueda sacar mi daga o alistar otra de mis flechas, una hacha sale disparada de entre los arbustos directo a la cabeza de ese tipo. Bajo la mirada hacia la mano de Amber la cual hace un movimiento hacia atrás y el hacha se incrusta más.

—Es muy buena —Vicky aparece jalando con ayuda de su magia a dos morados que deja en un charco de sangre—. Aprendió mucho más rápido que tú.

Amber empuja al grandulon, ya en el suelo ella le quita el hacha de la cabeza girando hacia nosotros con una enorme sonrisa.

Una fuerte explosión de magia oscura y de luz sale disparada para todos lados, el cielo se cubre de hielo y fuego. Killian ruge de dolor, pero entre tanto caos y cenizas no logro vislumbrar el porqué. Binu baja y la magia se dispersa, les hago señas a las chicas para que suban, voy detrás de ellas y sin perder tiempo, Binu vuelve a alzarse en vuelo subiendo y subiendo, para alejarse de aquella bruma y poder ver algo.

Todos nos quedamos petrificados al ver la escena bajo nosotros. Killian está cara a cara con Triddor, sus garras están tratando de romper sus sombras que se hacen cada vez más gruesas, su hielo sube en remolino helando nuestros huesos. Luca y Tetis están aferrándose con su magia al suelo para no salir volando, tratando de atacar a las sombras gigantes con sus poderes combinados.

—Mi magia detecta... —oigo la voz de Conan antes de que Binu se mueva hacia un lado bruscamente

Todos nos aferramos los unos a los otros, cerrando nuestros ojos de golpe, mientras Binu se alza en vuelo dando giro tras giro. En un punto logro abrir por unos segundo mis ojos solo para darme cuenta la razón del porqué Binu está huyendo.

Unos enormes dientes se cierran demasiado cerca de mi pierna, unos ojos rojos me miran con hambre. No tengo tiempo de pronunciar su nombre ni hacerlo entrar en razon...

Killian nos lanza su fuego.

Todos caemos de Binu.

El mundo parece detenerse por un instante, como si el tiempo se congelara en medio del caos. Intento mantener la calma mientras el pánico se apodera de mi mente. Mis manos buscan desesperadamente algo a lo que aferrarse, pero la velocidad y la oscuridad lo impiden.

En la confusión de la caída, veo cómo Binu y Killian continúan su lucha en el cielo, pero mi atención se desvía hacia mis amigos. Sus cuerpos van cayendo en espiral. Con impotencia, extiendo la mano hacia Conan, pero la velocidad y la gravedad hacen que sea imposible acercarme, sus ojos encuentran los míos; los ojos de Conan hablan de complicidad, de amor, y de aceptar lo inevitable. En este momento, la caída se convierte en una danza compartida entre nuestras almas destinadas a encontrarse una y otra vez, ya sea en el calor de las llamas o en el destello de las estrellas.

La agonía de la incertidumbre se mezcla con la ardiente sensación del descenso. Todo sucede en un parpadeo, y me veo atrapado entre garras y hielo, sin poder hacer más que observar como el mundo se desvanece en un abismo de neblina.



Lamento si es demasiado corto, y por haberme tardado mucho en publicarlo, tuve algunos problemas, pero ya estoy de vuelta. Extrañaba estar aqui...

Ala. 👑

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