Capítulo 30. Baile inmarcesible

CONAN

Despierta.

Una vocecita hace que mis ojos poco a poco se abran. Mis manos rápidamente viajan a mi corazón, donde mi magia, cansada, herida y rota, se resguarda. Mi respiración empieza a agitarse y me levanto sentándome con dificultad en la cama, empezando a recordar todo: La batalla en el templo, Solmi, Félix...

Mi vista se nubla, los latidos de mi corazón son cada vez más rápidos a pesar de que mi magia intenta calmarlo; mis manos sujetan mi cabeza y los mechones más largos de mi cabello me cubren los ojos. Un dolor me recorre todo el cuerpo haciendo que la parte de mi alma recuperada se asuste y quiera esconderse de este sentimiento, de este dolor inhumano. Puedo sentirlo hasta en mis huesos, como los recorre haciendo que quieran estallar, mi pobre magia está descontrolada. Está rota.

—No... —no reconozco mi propia voz—. No...

Escucho que la puerta se abre y unos pasos acercándose.

—Conan —la voz de Desmond logra tranquilizarme un poco. Él me toma de mis manos, bajándolas de mi cabeza a mis piernas—. Respira lentamente —me toma con delicadeza la barbilla haciendo que nuestros ojos queden a la misma altura—. Eso, una vez más.

—Desmond —su nombre en mis labios suena distante—. ¿Cuánto...

—Un día y medio —me responde—. Has dormido por un día y medio. Una vez que todo acabo regresamos a Umbria —observo la habitación lentamente dándome cuanta que es la de Desmond—. Amber te golpeó en la cabeza, suponemos que eso afecto, pero también el que hayas recuperado tu alma y...

Desmond junta sus labios, su mandíbula se tensa y hace un esfuerzo para no desviar la mirada, pero sé a lo que se refiere porque aún puedo sentirlo. Hay una especie de grieta en alguna parte dentro de mí y mi magia huye de ella, como si no quisiera afretarla ni curarla.

Félix. —Hablo por Desmond en un susurro—. Su cuerpo...

—No... —su voz se corta—. No pudimos recuperarlo... no pudimos recuperar nada.

Un sollozo sale desde el fondo de mi nueva alma y me aferro a Desmond para no salir corriendo e ir al templo Ardor a buscar a mi amigo, tratar de encontrar aunque sea su esencia... su voz, su magia.

—No lo retengas —Volteo a verlo y él entrelaza sus manos con las mías—. No lo hagas, sé lo que te digo. Si mantienes ese dolor aquí —su vista se posa en mi corazón—. Te consumirá. Yo casi dejo que lo haga, estuve a punto de rendirme y dejar que me enredara en olvido. Así que solo sácalo.

Mi magia sube hasta mis manos, donde se desborda. Una luz roja las ilumina como llamas, Desmond no me suelta, sigue sujetándolas con fuerza a pesar de que mi magia está quemándonos.

—Duele —le digo y una lágrima cae rodando por mi mejilla—. Él era la otra mitad de mi magia. Félix jamás dejó de creer en mí, jamás dudo... siempre, siempre iba un paso detrás y yo —cierro mis ojos y más lágrimas caen—. No pude salvarlo. Fue con todos ustedes a rescatarme a pesar de que él ya era libre de ese lugar. Fue por mí, porqué yo lo salvé y aun así... —su cabeza cayendo al suelo se reproduce en mi mente—. ¿Por qué no pude salvarlo por segunda vez? Él merecía más... mucho más.

La puerta se abre por segunda vez, Amber y Vicky se asoman. Desmond aleja con cuidado sus manos de mí y noto pequeñas quemaduras en sus palmas.

—¡Conan! —Amber chilla corriendo hacia mí. Lleva puesta un camisón de dormir y su cabello es un desastre. Se abalanza enredándome el cuello con sus brazos y enterrando su cabeza en mi cuello—. Perdóname...

Desmond se levanta y camina a la puerta junto a Vicky, dándose una media sonrisa saliendo de la habitación.

—No supe lo que hacía cuando te golpee con esa roca —me dice alejándose un poco y sorbiendo por la nariz—. Solo me levanté y te vi...

Los recuerdos me invaden y mis ojos se humedecen. Volteo a ver mis dedos que la magia de Vicky rompieron, que ya han sanado. Aún me puedo escuchar gritar mientras seguía golpeando la gigantesca puerta de hierro y como es que Desmond se interpuso sin importar que lo golpeara con todas mis fuerzas.

—Yo soy el que debo pedirte perdón...

—¡No! —Amber me calla sentándose con las piernas cruzadas sin parar de llorar—. La muerte de Félix no fue tu culpa... así que por favor no te disculpes. Todos sabíamos los riesgos y aun así Félix fue a tu rescate porque era tu mejor amigo, porque él más que nadie sabía lo que habías arriesgado por dejarlo escapar y porque te quería muchísimo —Se limpia las lágrimas con su mano solo para seguir llorando con la voz temblorosa—. Lo peor de todo es que desearía poder ser él. Y sé que no tengo el derecho de decirlo, pero es lo que no me deja dormir desde que sucedió. Si pudiera hacerlo, cambiaria mi vida por la suya. Solamente para que este mundo pudiera ver, aunque sea una vez más su sonrisa y que escuchara esa voz testaruda hablando sin parar. Y sé que soy una idiota por solo pensarlo, porque sé que eso no puede pasar; supongo que vamos a cargar con este dolor toda la vida, ¿no? —Amber empieza a darse golpecitos en su corazón—. Quería más... quiero más. Él merecía más.

Me rompo en llanto al escuchar sus palabras, al saber que alguien más piense lo mismo.

—Ah, y por cierto —me toma de la mano y trata de sonreír sin éxito—. Feliz cumpleaños.

Amber y yo nos quedamos dormidos después de llorar por casi dos horas y una vez que despertamos hemos estado hablando mientras los rayos del sol del atardecer cubren nuestros rostros.

—¿Cómo te sientes respecto a... que ahora Agroz está muerto y todo lo que paso con esa chica, Solmi? —Amber deja caer su cabeza en mi hombro y estira sus pies

Jamás olvidaré el momento en que el hijo de Agroz convertido en drokar abrió su gran hocico, ni como Agroz se deleitó al verlo segundos antes de que Solmi se sacrificara, arrastrándose a la oscuridad junto con Agroz.

Ella me salvó, de una u otra manera; Solmi dio la vida por mí.

—No pensé que terminaría así —confieso y esa grieta dentro de mí se abre más—. No quería que nadie sufriera. Solmi quizás mintió demasiado, pero lo hizo para proteger a los rojos y a ella misma porque pensó que eso era lo mejor y confió en Agroz con esperanza en cada fibra de su ser, su sacrificio solo me hace querer ir tras Triddor y...

—Lo hizo una vez más —Amber ahoga un sollozo—. Triddor hizo que asesinaran a Félix y el mismo mato a Medras.

—No solo ha arrebatado magia... —empiezo a decir

—Nos ha arrebatado a nuestros amigos —termina ella como si nuestras mentes estuviesen conectadas—. Y debe pagar, por todo.

—¿Los rojos llegaron a salvo?

—Sí, aunque no muchos sobrevivieron.

Me volteo con el ceño fruncido y ella se encoge de hombros.

—Muchos de ellos pelearon junto a los guardias y los hechiceros.

—Pero muchos de ellos solo eran niños y adolescentes —trago saliva con fuerza empezando a marearme

—Y muchos eran ancianos también —Amber suspira acercando sus piernas y envolviéndolas con sus brazos—. Por lo que sé y pude oír desde mi habitación mientras lloraba, Dreyden intento hechizarlos para evitar que luchasen, pero todos ellos se arrodillaron pidiendo con valentía y coraje que los dejasen pelear.

Nos quedamos en silencio un buen rato, contemplando la puesta de sol. El dolor el mi pecho no cesa, y temo que aquella grieta jamás se cierre. Me levanto de la cama con dificultad, todo mi cuerpo está débil, mis piernas tiemblan cada que doy un paso, Amber trata de sostenerme con sus manos, pero yo la alejo con amabilidad.

—Puedes descansar un poco más —me dice tratando de sonreír como si ella no sintiera el mismo dolor, porque a pesar de que mi magia está fuera de control, puedo sentir que Amber está tan rota como yo

—No me quedaré aquí encerrado llorando la muerte de mi amigo —mi magia empieza a relucir en la punta de mis dedos—. Él no hubiese querido verme así... a ninguno de los dos. Félix hubiera querido venganza, tanto como tú y yo la queremos, porque sabemos bien que si alguno de nosotros hubiese muerto —tomo las manos de Amber una vez que mi magia se esfuma—. Félix hubiera partido en dos la tierra hasta dar con Triddor, hubiese reunido un ejército capaz de hacer temblar a los dioses inefables. No podemos darle menos de lo que él nos hubiese dado, así que por eso juntos —aprieto sus manos y sus ojos reflejan esperanza voraz—. Saldremos de aquí con la frente en alto por él y por todo lo que nos han arrebatado.

—Estoy muy orgullosa de ti —Amber deja que un que otra lágrima le resbale por sus mejillas—. Siempre sabes qué decir... y soy demasiado afortunada de poder decir que mi mejor amigo es nada más que Conan Chalamet.

Los dos sonreímos verdaderamente con un chispazo de gloria. La acerco a mí abrazándola y dándole un beso en la frente.

—Supongo que cumplir diecinueve y tener mi alma de vuelta es un gran primer comienzo, ¿no? —Amber asiente separándose de mí—. Así que salgamos, quiero ir a ver a mi querido suegrito.


...


El castillo está igual a como lo recordaba, a pesar de que muchas partes estén en remodelación por los constantes ataques de los oscuros. Los pocos sirvientes que nos encontramos por los pasillos y los guardias que rotan por el lugar se nos quedan viendo sorprendidos. Amber se ha peinado en una coleta improvisada y se ha puesto un vestido, va con la mirada enfrente irradiando seguridad. Mi magia puede sentir que su dolor se ha reducido, pero que a pesar de eso, justo detrás de su corazón hay una grieta como la mía.

—¡Conan, Amber! —juntos giramos hacia nuestro costado para encontrarnos a un Víctor demasiado feliz, en cuanto se acerca lo suficiente nos abraza hasta casi exprimirnos—. Pensé que estarían...

—Suéltalos para que puedan contestar —Claus aparece como siempre a su lado

Víctor nos suelta pidiéndonos disculpas y mi magia me indica que debo girar hacia atrás, así que eso hago solamente para encontrarme a Desmond junto con Amelia. Ella, al verme, se le iluminan los ojos haciéndolos ver aún más azules. Me acerco a ellos mientras Amber se queda con Víctor y Claus.

—Su majestad —hago una reverencia dirigiéndome a Amelia—. Es...

Su mano, más fuerte de lo que jamás imagine, me jala del brazo en un parpadeo, sus brazos se enredan en mi espalda.

—Olvídate de los títulos —me dice sonriendo y soltándome—. Extrañe demasiado ver tu cabello rojo yendo y viniendo por este castillo.

Lo que me dice me sorprende robándome una sonrisa sincera.

—Lamento... —su voz se corta y traga saliva, parpadeando más rápido, negándose a llorar—. Estamos programando un funeral, para todos los caídos y para Félix... se hará mañana por la tarde.

—Gracias —volteo a ver a Desmond y él sonríe cálidamente—. Estaré ahí.

—Me retiro —voltea a ver hacia una ventana secándose con rapidez una lágrima—. Iré a ver como están Kilian y sus hermanos. Si necesitas cualquier cosa —se dirige a mí—. No dudes en pedírmela, ¡ah!, y feliz cumpleaños.

Le agradezco justo cuando se da la vuelta y se aleja caminando con pasos firmes y apresurados.

—No sabía cuando saldrías de... —Desmond traga saliva—. Eres alguien de admirar Conan, yo estuve demasiado tiempo en la cama antes de poder salir...

Mi magia se derrumba con sus palabras.

—Hubiese querido estar contigo —le digo acercando mi mano a la suya—. Cada quien tiene maneras distintas de atravesar el dolor y eso no significa que una sea mejor que la otra. Al final del día somos humanos; podemos derrumbarnos y reconstruirnos sin sentir vergüenza.

Desmond se acerca a mí dándome un beso muy cerca de los labios.

—Cuando no haya público —me susurra y su aliento choca contra mi cuello volteando a ver a Amber que sigue con Victor y Claus—. No me contendré.


...


—¿Estás seguro de que quieres entrar? —Desmond me pregunta una vez que llegamos a la torre de su padre—. Puedes ignorarlo hasta que sane.

—Quiero enfrentarlo ahora —le digo muy decidido parándome frente a su puerta y sin esperar su respuesta toco dos veces la puerta—. Debo hacerlo.

Una débil voz contesta desde dentro y Desmond da un paso cuando lo detengo.

—Debo hacerlo yo solo.

Él asiente una sola vez alejándose. Tomo con fuerza el pomo de la puerta y la abro de un tirón, en cuanto la cierro mi magia detecta un dolor ensordecedor. El rey me está mirando de pies a cabeza, su rostro está vendado solo dejando a la vista sus ojos y su boca y su pie está igual, rodeado de vendas blancas, un olor a lavanda impregna el lugar.

—Tu cabello ha crecido —es lo primero que me dice—. Y ya no tienes esa cicatriz en tu rostro.

—Supongo que pasar demasiado tiempo siendo esclavo en el templo Ardor y que Agroz por fin este muerto pueda significar eso.

—Sigues siendo un respondón sin límites —se ríe tratando de sentarse, yo me quedo frente a su cama observando en lo que se ha convertido el rey más formidable de este continente—. Trate de advertirte muchas veces... te dije que seguir en este juego, solo haría que sufrieras mucho más de lo que te hubieses costado si te sacrificabas como esa niñita lo hizo. El comandante Khan ya me contó todo, y los rumores son fáciles de escucharse por las paredes.

—Esa niñita —la furia se acumula en mis palabras—. Se llamaba Solmi y es la responsable de que uno de los hechiceros más temidos se convirtiera solo en cenizas. Debería estar agradecido.

—Al igual que tú... —el rey sonríe con dolor—. Yo mandé a todo mi batallón por ti, con armaduras sumamente costosas e impenetrables y a pesar de las bajas que hubo, son suficientes para celebrar en sus nombres junto con el de tu amigo.

—Lo hizo solo por Desmond —me acerco rodeado la cama—. Lo sabe muy bien, no me tiene que mentir. Sé que lo hizo para que su próximo heredero confiara más en usted... y poder manipularlo en el mejor momento. Porque sabe bien que Luca ya no está de su lado.

Me acerco hasta poder rozar su mano con la mía, mi magia se resiste en no quemarlo.

—No crea que hago esto porque estoy agradecido por lo que hizo —tomo su mano entre las mías, el rey me atraviesa con una mirada de triunfo—. Es gracioso, ¿sabe? —me rio echando mi cabeza hacia atrás mientras mi magia se extiende por la mano del rey, empezando a curarlo—. Que los dos tengamos algo en común...

Una vez que mi magia termina de sanarlo lo suelto con asco caminando de regreso a la salida.

Ambos haríamos lo que fuera por Desmond —le doy una última mirada antes de abrir la puerta y salir de esa habitación del infierno.

—Estaba a punto de entrar —me dice Desmond con la mirada seria—. Pensé que mi padre te estaba reteniendo.

—Para nada —me encojo de hombros—. Podrá salir de su habitación ahora que lo cure —Desmond abre sus ojos de la sorpresa—. Y a todo esto, ¿Dónde está Luca? ¿Se encuentra bien?

—Más que bien. Pudo derrotar a esos oscuros gigantes y junto a su equipo —Desmond sonríe al decir eso—. Lograron derrumbar una gran parte del templo. Además de que con la magia que le robo a Agroz ahora se ve más... mágico, no lo sé, es extraño describirlo. No tardará en llegar, fue por el rey de Marisma, para que junto con Amelia tengan una reunión.

Nos dirigimos de nuevo a su habitación mientras nos contamos todo lo que nos sucedió en este tiempo separados. Una vez que juntos atravesamos su puerta, una explosión de luces y pequeños fuegos artificiales me dejan sin saber a donde ver.

¡Feliz cumpleaños! —dicen muchas voces al mismo tiempo

Todo el mundo está aquí dentro, incluido un lobo demasiado gigante que en cuanto ve a Desmond se abalanza sobre el muy contento. Me sorprendo al ver que Luca está en un rincón junto con Tetis.

—¿Pensaste que no haríamos nada para celebrar, aunque sea por un rato? —Vicky toma con cuidado de la mesa un pastel decorado con glaseado rosa y cerezas encima... oh, cuanto extrañe las cerezas.

—La duquesa Rubi te mando esto —Amber me entrega una gran caja blanca con una nota—. Es mejor que te vayas a cambiar, es un traje bastante hermoso para no usarlo hoy.

Abro solo un poco la caja y en efecto, dentro hay un traje en tonos negros y rojos decorado con encajes dorados. Dejo a todos hablando mientras voy al baño y me cambio, no sin antes leer la carta de la duquesa.

Me visto rápidamente deleitándome con el traje hecho a mi medida, Al salir, todos me están esperando para que apague las velas de mi pastel, una tradición antigua, de hecho se dice según la leyenda, cuando un niño nace, una nueva estrella aparece en el cielo, centelleando con la promesa de una vida llena de posibilidades. Estas estrellas, a su vez, otorgan su luz a las velas de cumpleaños. Cada año, en el día especial de alguien, las velas se encienden con el resplandor de su estrella correspondiente, creando un vórtice mágico de energía.

Hoy la estrella que ilumina mi vela Rigel, la estrella azulada.

Me acerco al pastel con nervios y una emoción que es capaz de cerrar unos pocos centímetros aquella grieta dentro de mí. Un aire gélido entra por la ventana haciendo que unas cuantas hojas vuelen hasta quedar sobre la cama.

Cierro los ojos y pido mi deseo apagando las velas.

—¿Qué pediste? —me pregunta Víctor

—Eso no se pregunta —Vicky golpea su brazo—. Es privado. Solo Conan y su estrella lo pueden saber para qué se cumpla.

Vicky deja mi pastel sobre la mesa, estoy a punto de probar un poco con mi dedo cuando Luca se acerca acompañado de su equipo, como Desmond los llamo y tenía mucha razón, Luca ahora se ve más... poderoso. Con su único ojo rojo a la vista y sus marcas oscuras recorriendo su cuerpo como tatuajes.

—Compuse una pieza para ustedes —señala su violonchelo junto a la cama—. Lo hice desde que desperté, pero a decir verdad me daba demasiada vergüenza enseñárselas.

—¿Cómo estás con respecto a lo que sucedió?

—Eso debería preguntarte yo —Luca se ríe un poco poniéndose serio—. Espero y me perdones por no poder recuperar el cuerpo de Félix... acabar con esos gigantes nos costó que una gran parte del templo se derrumbara y aunque Tetis intento buscarlo junto con Sharman y Eric —su equipo detrás baja la mirada decepcionados de sí mismos—. No había nada. Solo desapareció.

—Quiero pensar que los dioses inefables fueron los que se lo llevaron —Luca suaviza su mirada ante mis palabras—. Todos hicimos lo que pudimos.

—Tu amiga fue valiente al sacrificarse —me dice Tetis—. Fue de mucha ayuda para acabar de una vez con Agroz.

Amiga.

Ni siquiera sé si lo era... hubiera querido tener más tiempo con Solmi para poder llamarla de ese modo.

—Por hoy intenta disfrutar lo que queda de tu cumpleaños —Luca me palmea la espalda—. Por la mañana tendremos una junta y podremos hablar de...

—Nuestras almas —le digo en susurro, Luca se queda quieto asimilando lo que le he dicho—. Ahora que ya no estoy anclado con Agroz y tú tienes tu poder completo, no creo que sea necesario seguir así.

El rostro de Luca se ilumina, su otro ojo se pone rojo y una sonrisa se extiende por su rostro.

—No es lo que iba a decir, pero me parece una estupenda idea —Tetis entrelaza su brazo con el de él—. Espero y la melodía les guste, nos vemos mañana.

—¿Y quién va a tocar el violonchelo?

—Eso déjamelo a mí —Vicky se arremanga las mangas de su vestido y con delicadeza apunta con su dedo hacia donde está el instrumento y este empieza a tocar solo

—Ya estamos listos —Amber lleva en sus manos deos rebanadas de pastel enormes

—¿En serio? —Vicky se cruza de brazos

—¿Qué no podíamos agarrar? —Víctor apenas si puede hablar con el tremendo cacho de pastel que está mordiendo

—Era para Conan y Desmond —Vicky niega con la cabeza—. Son todo un caso ustedes tres.

—¡Yo no tome pastel! —Claus alza sus manos poniendose a la defensiva

—No me importa, eres amigo de Víctor, así que lo que haga él también te afecta a ti —Vicky con su magia empuja a los tres a la salida.

—Eso no es justo —Claus rueda los ojos antes de que los cuatro salgan de la habitación.

—Te queda muy bien el traje —me dice Desmond caminando hasta mí y apenas soy consciente de que él también se ha cambiado por un traje azul que hace relucir sus ojos—. Pensé que celebrar tu cumpleaños en estas circunstancias sería demasiado... pero no podía solo dejarlo pasar, por eso hice que Vicky hornear un pastel e invite a tus amigos para que pudieras apagar tu vela. Te prometo que para el siguiente año...

—Dímelo —Desmond frunce el ceño sin entender—. No soporto no escucharlo de tus labios.

Desmond por fin entiende y se ruboriza de a poco. Extrañaba verlo así, el color rosado de sus mejillas se hace mucho más visible cuanto más me acerco.

Feliz cumpleaños Conan.

Desmond se aleja de mí, haciendo que mi magia se enoje. Toma el pastel de la mesa y una pequeña cuchara.

—Prueba un poco —me da la cuchara con un trozo de pastel y una cereza en la punta

—Sabe riquísimo —digo una vez que me lo acabo—. Vicky debería ser premiada, abrir su propia pastelería o no sé, pero esto... esto es arte.

La melodía de fondo que Luca compuso para nosotros no deja de sonar. Es suave, pero con tonos fuertes que te hacen querer dejarte llevar por ella como si las estrellas madres estuvieran aquí con nosotros empujándonos a liberarnos.

—Tú también deberías probar... —no puedo siquiera terminar cuando Desmond niega con la cabeza intentando dejar el pastel en la mesa—. Desmond... sé que tú puedes, déjame ayudarte.

Antes él amaba lo dulce, lo veía comiendo todo lo dulce de la cocina a todas horas ocultándose de Vicky para que no lo regañara, pero desde la muerte de Medras ya no fue lo mismo.

Desmond deja el pastel sobre la mesa y yo la cuchara, pasando mi dedo sobre el glaseado y de manera rápida antes de que se de cuenta, mi dedo acaricia sus labios, el glaseado se embarra en ellos.

—¿Qué...

No dejo que ni una palabra más salga de su boca. Mis labios se acercan a los suyos con una urgencia impulsada por una fuerza magnética irresistible. Sus ojos se amplían momentáneamente, pero enseguida se cierran lentamente mientras mi boca se fusiona con la suya en un beso apasionado y mágico.

El sabor dulce del glaseado se mezcla con la calidez de sus labios, creando una sensación embriagadora que nos transporta a un mundo aparte. El tiempo parece detenerse, y solo existe la conexión intensa entre nuestros labios.

La habitación se llena de una energía eléctrica, como si el simple contacto de nuestros labios generara una corriente que nos envuelve. Las manos de Desmond encuentran mi cintura, mientras las mías se aferran suavemente a su camisa. La pasión crece con cada segundo, y nuestros corazones laten al unísono.

El aroma del pastel y el dulce sabor del glaseado se entrelazan con la fragancia única de nuestros cuerpos cercanos. Cada beso es un susurro en el silencio compartido, una expresión de deseos contenidos. En ese momento, somos solo dos almas que se entregan a la magia del amor, dejando que la intensidad del beso nos lleve a un lugar donde solo existimos él y yo, unidos en la complicidad de un instante eterno.

—Te dije que te ayudaría —le digo cuando nos separamos solo unos centímetros

—Si... —su pecho sube y baja sin control—. Creo que lo lograste —Sus manos suben hasta el collar en mi cuello—. No me digas que esto es...

—Ah, sí —sonrio tomando el collar—. Pensé que lo perdería, así que me lo quite y lo puse junto a la pieza original.

El anillo de obsidiana de su madre resplandece bajo la luz de la luna.

—Yo me quiero disculpar y antes de que digas algo —me toma el rostro con sus manos—. Sé que ya has recibido muchas disculpas el día de hoy, pero de verdad yo... no pude detenerme cuando bese a Dreyden hace unos días —Niega con la cabeza pesando en mejores palabras—. No es que no quisiera detenerme, es que literalmente no podía...

—Ya no pidas disculpas —sus ojos se entrecierran—. Solo muéstrame.

—¿Mostrarte?

—Muéstrame como lo besaste... pero ahora con la diferencia de que soy yo y que probablemente una vez que me beses tus deseos de parar sean inútiles.

Mi sugerencia llena el aire con una electricidad aún más intensa. Su mirada desafiante y juguetona revela una chispa de deseo que arde en sus ojos. Me acerco lentamente, dejando que la tensión entre nosotros alimente el ambiente.

Sus labios están a solo centímetros de los míos, y siento la anticipación palpitar en el aire. Con una sonrisa traviesa, paso mi mano por su mejilla, acariciando suavemente su piel.

—Mostrarte... —susurro, dejando que mi aliento roce sus labios—, es un arte que solo se comprende cuando se vive.

Desmond une sus labios con los míos en un beso lleno de pasión y ternura. La intensidad de este beso se convierte en una representación viva de la conexión única que compartimos. Exploro cada rincón de su boca con la misma devoción que antes, pero ahora con un matiz diferente, con la promesa de un deseo compartido que arde entre nosotros.

El tiempo parece detenerse de nuevo, y nuestros cuerpos se fusionan en un abrazo apasionado. Chocamos con el sillón cerca de la ventana y de un solo movimiento, Desmond está sobre mí.

Cuando finalmente nos separamos, una sonrisa cómplice se forma en mi rostro.

—¿Parar? —susurra con picardía—. Eso no parece ser una opción teniendo en cuenta de que en todo el tiempo que estuviste lejos de mí no podía sacarte de mi mente.

—Entonces cállate y bésame.

La habitación se llena de risas y complicidad mientras mi magia nos envuelve en una calidez inexplorada.

Nunca más me alejaré de ti —susurra Desmond, su voz resonando con sinceridad.

El pasado se desvanece, y en este momento, solo existe el presente y la certeza de que, juntos, hemos creado una historia que será recordada para siempre.


AMOOO A MIS NIÑOS AAAAAAAAA, ya por fin están juntos ehfskgbuwofhn no saben como me emocione al escribir esto. Tampoco puedo creer que falte muy poco para dar fin a este libro, dios, soy lágrimas.

Ala. 👑

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top