Capítulo 3. Historias de almas condenadas


DESMOND

—Toma —Le digo a Dreyden lanzándole una manta del color de sus ojos—. Aquí fuera siempre hace demasiado frío. Si te resfrías por mi culpa, mi padre nunca me perdonaría.

Dreyden me devuelve la manta con una sonrisa, su cabello mojado brilla igual que una obsidiana recién pulida.

—No la necesito. He soportado fríos más horribles que este, mi madre de niño me enseño a cazar entre colinas de hielo, este clima no es nada comparado con eso.

Le sonrío de vuelta sentándome a unos metros de distancia de él. Cuando acabamos de jugar a congelados, por obvias razones que no pienso recordar tuvimos que ir directo a tomar un baño, después regresamos al jardín central en una parte techada donde un cálido fuego nos envuelve para mantenernos calientes. 

Luca cumplió, trajo su violín y está a punto de empezar a tocar alguna de las canciones que él ha compuesto, yo no tuve nada que ver con que quisiera tocarla frente a demás personas, incluso me sorprendió que invitara a Tetis y como es costumbre Sharman y Eric también vinieron, supongo que quiere pasar el tiempo que les queda, oí que Tetis tiene que regresar a su reino lo antes posible y eso significa que mi hermano y ella estarán demasiado tiempo separados. Amelia tuvo que irse a su reino junto con Kilian, me hubiese gustado que se quedaran, tengo demasiada curiosidad de conocer la historia del hijo de Agroz y como es que dio con el paradero de su padre.

Por obvias razones también tuve que invitar a Dreyden. Después de conocerlo un poco mis ganas de golpearlo han disminuido. Víctor y Claus también están aquí, el comandante les ha quitado algunas tareas de encima para poder pasar rato con nosotros... más en específico conmigo. No me quejo, me gusta su compañía. No pude encontrar por ningún lado a Vicky, algunas personas de la cocina me dijeron que fue a la biblioteca, pero una vez que llegue ella no estaba ahí, luego me dijeron que fue a descansar a su habitación, ya que aún su brazo no se ha curado del todo, no estaba tampoco en su habitación.

No podré dormir bien esta noche si no sé donde se encuentra.

—Pensé que Kilian se fue hace rato con Amelia —Víctor entrecierra los ojos viendo hacia el cielo

Mi corazón empieza a brincar como loco, me levanto enredándome con mis propias piernas y un sentimiento pequeño de emoción me envuelve por completo.

—No es Kilian...

Empieza diciendo Tetis alzando más su vista para ver aquel inmenso dragón que viene hacia nosotros.

Es Binu —Termino de decir mientras empiezo a caminar más deprisa, segundos después empiezo a trotar hasta donde ella va a descender—. Por fin... por fin regreso.

—¡Me da tanta emoción verla de nuevo! —Oigo que dice Claus

Por suerte, el jardín es demasiado grande como para que un dragón de su tamaño quepa. Binu toca el verde pasto haciendo que las hojas y los árboles de alrededor se muevan con el aire fresco que sus alas provocaron.

Sus ojos. Oh cuanto extrañaba verlos.

Naranjas. Unos ojos llenos de nubes resplandecientes y de valentía rebosante. Unos ojos que me miran con la misma esperanza que la primera vez.

—Volviste... —Me abalanzo a ella aún en su forma de dragón, no le doy tiempo para que se transforme, enredo mis brazos en su hocico y me recargo en el—. Volviste.

Binu se acerca más, dándome a entender que igual que yo, ella me ha extrañado.  Con ese gesto sutil basta para decirnos que juntos podemos vencer lo que sea. Binu y yo. Un principe y una drokar.

Me sobresalto al igual que ella al oír como es que Luca empieza a tocar. La melodía de su violín se ajusta perfecto al ambiente de esta noche, demasiado suave, pero con toques de nostalgia y sentimiento de lucha, es una melodía propia de él, su música siempre ha sido así. Demasiado sentimental, demasiado buena para ser real. Si no me equivoco esta canción la titulo Serendipia. Binu y yo nos acercamos silenciosamente, ella me hace señas de que me siente y así lo hago mientras ella hace lo mismo, quedo en medio de Binu, protegido por sus grandes colmillos y su cola dura como un roble.

Mi hermano en toda la canción nunca dejo de ver a Tetis. La princesa tampoco lo dejo de ver a él, incluso pude notar como los ojos de Tetis brillaban, como si millones de estrellas vivieran en ellos, como si mi hermano fuera la luna que siempre ha estado buscando, como si con él sus estrellas se sintieran cómodas y en paz, protegidas y adoradas.

Eso son. Luna y estrella. Polvo estelar infinito.

—Tienes un talento increíble —Dreyden empieza a aplaudir levantándose en señal de respeto, los demás hacemos lo mismo—. La manera en la que tocas, la manera en la que te fundes en tu melodía es fantástico... realmente maravilloso. Debería tener tu talento, yo apenas si puedo tocar el piano sin desafinar.

Luca se sonroja al ver que todos estamos aplaudiéndole y aún más por el cumplido del príncipe. Luca deja su violín y Tetis le extiende su mano, él la acepta y se sienta junto a ella sin dejar de tomar su mano.

—Quiero saberlo todo —Me dirijo a Claus y Víctor que se acercan más a la fogata—. Cuéntenos sus historias en los reinos lejanos —También volteo a ver a Dreyden—. Igual quiero oír tu historia, tu vida parece estar llena de secretos y misterios.

Sé que en todos los días que pase encerrado en mi alcoba, Víctor y Claus se pusieron al corriente con los demás. Yo en estos momentos estoy en blanco como un nuevo lienzo a la espera de ser pintado. Me he perdido de tanto... que me siento idiota al saber que soy el último en saberlo todo.

Dreyden duda un momento en si debería acercarse a Binu y a mí, solo por un segundo veo que duda sobre su decisión, después oigo como susurra algo y de un solo movimiento está justo donde la gran cola de Binu termina.

—Hola —La saluda—. Sé que ya no perteneces más al imperio Drokar de los reinos lejanos, pero he ido demasiadas veces allá... es magnífico —Dreyden simula con sus manos lo que creo que son montañas—. ¡La montaña Miniboca siguen viéndose increíble al anochecer! —Binu parece reaccionar bien a sus palabras, ella se acerca un poco y lo envuelve amistosamente con su cola—. Una vez fui ahí de noche junto con mi tío Fergus y cuando nos dimos cuenta ¡la montaña casi nos comía de un bocado abismal! —Binu parece reír, saca pequeños hilos de humo de su nariz, sus ojos naranjas brillan de felicidad—. Esa montaña no tiene nada de mini boca. Casi me da un infarto al ver que realmente se movia.

Si, en efecto, el príncipe Dreyden sabe como ganarse a la gente, Binu realmente parece estarse riendo de su historia, incluso mueve su cola felizmente. Dreyden nota que lo observo y se limita a sostenerme la mirada, yo desvío la mía porque realmente sus ojos son una tormenta a punto de estallar.

—Nos deben una explicación —Eric habla desde el otro lado señalando a Víctor y Claus—. No he podido dormir bien desde ese día.

—Creemos que tiene que ver con usted su alteza —Sharman se dirige a Dreyden  

—El calamar... —Eric continua y todos le prestamos atención

—Se llama Kraken —Tetis lo corrige—. Cuando mi barco zarpo del reino Marisma para poder llegar hasta aquí... algo nos siguió... o nos encontró. Era una bestia, algo que en estos reinos no es muy común de ver. 

—Casi nos mata —Se queja Eric negando con la cabeza

—Luca nos salvó a todos —Sharman mira a mi hermano que parece estar sumido en los recuerdos de ese día-. ¿Verdad su alteza?

En este sitio ya todas las personas saben que Luca tiene magia. Claus y Víctor se enteraron por el comandante, ya que ellos son dos de sus guardias más confiables y por ende para que Dreyden supiera toda la historia para poder ayudarnos, mi padre se lo contó todo. Ya no es un secreto.

Y aun así casi nadie lo menciona, es como si decir oscuro fuera una palabra prohibida.

—Ese pequeño —Dreyden habla rascándose su cuello—. Debió de seguirnos dese el océano místico hasta acá.

—¿Hablas del Kraken? —Luca le pregunta

Es su mascota.

Todos miramos con la boca abierta a Víctor, él se encoge de hombros asintiendo con la cabeza y después todos miramos a Dreyden.

Es mi pequeño monstruo —Dreyden suspira con una sonrisa de oreja a oreja—. Se llama Kazz. Mi madre me lo regalo cuando cumplí ocho años, pensé como ustedes que era solo un pulpo o calamar normal, pero fue creciendo y creciendo hasta llegar al pequeño monstruo que es. Debió atacarlos porque se espantó, debió perder el rumbo y se separó de nuestro barco dando con el de ustedes y pues... los ataco. 

—Cuéntales como tu mamá un día fue enemiga de los Kraken —Claus le dice demasiado entusiasmado

—Ah si, mi madre antes odiaba a los kraken. Un día hechizo a uno y le rebano un ojo... luego lo termino matando, cortándolo pedazo por pedazo —Todos los presenten tragamos saliva de solo imaginarnos esa escena, la madre de Dreyden parece ser que no le teme a nada—. Encontró a Kazz en las orillas del río caracol, cerca de nuestro castillo, se le hizo demasiado raro ver a un kraken en el río y además estaba solo... se apiadó de el y lo llevo consigo. Así termino conmigo... espero que no esté en el mar todavía, si es lo suficientemente listo como creo ya debería de estar de regreso a los reinos lejanos. Me perdono con ustedes —Dreyden cierra los ojos—. Siento si mi pequeño les dio una mala noche.

—Fue entretenido —Oigo que mi hermano susurra 

—¡Ya se nos hace tarde! —Tetis se levanta junto con Luca—. Vamos, hay que llegar lo más rápido que podamos.

Sharman y Eric no hacen preguntas y también se levantan.

—Ustedes dos también vienen —Tetis señala a Víctor y Claus—. Dense prisa.

—¿A dónde se supone que vamos? —Claus pregunta sin entender

La princesa no le responde, se limita a jalar del brazo a Victor para que se levante más rápido y empuja a todos los chicos para la salida del jardín. Todo pasa tan rápido que no me doy cuenta de que los únicos que no los seguimos somos Dreyden y yo, incluso Binu se ha quedado sorprendida.

—Oigan —Les grito intentando levantarme—. ¿A donde van?

Pero ellos ya están demasiado lejos. Los veo salir del jardín demasiado rápido, Tetis los sigue arrastrando en contra de su voluntad.

Comprendo todo cuando escucho una risita leve junto a mí.

Me han dejado a solas con Dreyden.

No los culpo, ellos ya tuvieron demasiados días como para volverse a conocer, contarse sus aventuras y sus días malos... sin embargo, yo no estuve ahí con ellos. Y en cierta forma ya no los conozco, no como los conocía hace algunos meses y tampoco ellos ya no me conocen. Soy una persona totalmente diferente y eso me aterra.

Me aterra extrañarme y me aterra no poder olvidar nunca la sensación de llevar el cuerpo de Medras cargando por todo el terreno de la batalla, el como los sonidos de espadas y sangre brotando nos enredaba y nos consumía. Me da pánico pensar que Triddor o Agroz vuelvan a arrebatarme a alguien preciado. No lo soportaría, no otra vez.

—Lo han hecho a propósito —La voz de Dreyden me regresa a la realidad—. Esto debe ser incómodo para ti, así que iré a mí habita...

Quédate —Le digo acariciando a Binu—. Quédate y cuéntame más sobre tu reino.

Dreyden se vuelve a acomodar y se recarga en el frío pasto con sus dos manos, voltea a ver el cielo lleno de nubes grises y estrellas diminutas.

—En esta parte del mundo, en este continente pequeño —Empiezo a decirle—. Todos creíamos que los cuentos de hadas solo eran eso... cuentos y nada más. Suponíamos que los dragones, las sirenas, las hadas y toda criatura mágica eran solo eso. Mitos, leyendas, rumores. A pesar de que estábamos rodeados por magia, tanto de hechiceros como de brujas, no nos creíamos que las criaturas fueran reales. Éramos un poco ignorantes y aún opino que lo somos.

—Solo querían protegerse —Dreyden no deja de ver el cielo, la luna se asoma como un faro de fe—. Antes, hace años, incluso antes de que mis padres nacieran. Mi reino y todo el continente, Ossedell estuvo hundido en el pánico. Cazaban a todo ser mágico, incluido a hechiceros y brujas. Los cazaban hasta matarlos, uno por uno... fueron épocas muy oscuras. Por eso ustedes decidieron dejar sus castillos en los reinos lejanos y viajar hasta acá, no querían ser partícipe de esa masacre, no querían ser unos asesinos.

—Tú... ¿Alguna vez le has temido a tu magia?

—A mi magia no —Dreyden deja de ver el cielo y voltea a verme—. Le temo sobre todo a las personas Desmond.

Un escalofrío me recorre todo el cuerpo, Binu se da cuenta por qué se acurruca más junto a mí.

—La magia fue creada para bendecirnos, para crear algo más allá de solo tener dones. La magia se nos fue otorgada para proteger, para sanar y para vencer. El odio de la gente hizo que muchos de nosotros usáramos la magia para el mal... ha habido y siguen habiendo personas que aún no lo comprenden y eso les da miedo. Les da pánico vernos a los ojos, vernos emplear nuestra magia y ver como de alguna forma somos más fuertes que ellos. La fuerza está sobrevalorada, ¿sabes? tener magia no significa que eres fuerte, así como verte débil no significa que ya no seas fuerte ni tampoco significa que eres insignificante.

¿Por qué aquello lo siento tan personal? Trago saliva y me trueno los dedos de mis manos.

—Solo nosotros mismos podemos decidir que tan fuertes somos sin importar cuantas veces hayamos caído. Somos nuestros propios dueños. Con magia o sin magia debemos luchar para que este mundo sea más justo, más honesto y más libre.

—No puedo creerlo... —Le digo sin dejar de observarlo, sus gruesas cejas se arquean y sus labios se entreabren un poco—. No suenas como el principito mimado y egocéntrico que imagine que eras.

Dreyden lanza una carcajada cruzándose de brazos.

—A veces si puedo llegar a ser un príncipe mimado y demasiado egocéntrico —Suelta un suspiro dejándose caer sobre el regazo de Binu—. Todos esos rumores sobre mí... ¡Por los dioses cuanto los odio! no todos son ciertos. A veces los exageran de más haciendo que la imagen que tengan de mí sea la equivocada. ¿Cómo pensaste que sería? ¿Un príncipe cruel? ¿Alguien a quien deberias temerle?

Mucho peor —Le admito volviendo a tronar mis manos—. El día que llegaste... No me encontraba del todo bien y bueno, me sorprendió que fueras directo a mí. Ignoraste a todos por mí.

—A tu padre no le gusto eso —Dreyden juega con un pendiente en forma de corazón violeta en su oreja derecha, no me había percatado de ello—. Recuerdo su cara al verme justo después de haber besado tu mano... siento si eso igual fue incómodo. Todo el rato Victor y Claus me contaron acerca de ti, ellos eran los únicos con los que hablaba, los demás guardias de tu reino me veían con miedo y con algo de asco.

—Debieron escuchar esos rumores exagerados —Le digo recargándome en Binu, ella parece estarce quedando dormida

—Tal vez, aunque creo que sienten que soy un reflejo de mi padre ¿Nunca has oído hablar de él?

Niego con la cabeza y principe suspira de alivio.

—Qué bueno. Ustedes, los reinos del exilio...

—¿Así nos llaman? que nombre tan literal.

—Ustedes nos llaman reinos lejanos así que...

Él ríe un poco y yo lo sigo.

—Mi padre antes era un cazador... un asesino de seres mágicos —Paro de reír al escuchar eso, Dreyden se encoge de hombros volviendo a jugar con su pendiente—. Era demasiado insensato, egocéntrico y malhumorado. Demasiado cruel como para poder describirte todo lo que hizo. Las personas suponen que soy como él, en cierta forma nos parecemos demasiado.

Aquello me hace recordar a mi madre porque ella y yo somos el reflejo del otro. Mi corazón quiere partirse en dos a la vez que un aura cálida lo envuelve protegiéndolo de todo mal.

—Tu magia... quiero verla.

Dreyden me mira seriamente, sus ojos felinos me analizan como si fuera su próxima presa.

—Hice el mismo juramento de mi padre —Alza su mano y la pone en su corazón—. No usaré mi magia si es que no me encuentro en peligro.

—La utilizaste para ese juego.

—Solo es un juego, no nos pone en peligro.

Me le quedo viendo con ganas de decirle ¿de verdad? ¿Entonces por qué terminamos golpeándonos como animales sobre el lodo? pero mi limito a quedarme callado.

—Solo quiero verla de cerca.

—¿Estás consciente de que la usaré en ti? —Dreyden poco a poco se va acercando—. ¿Quieres eso?

No le contesto, no puedo admitirle que hace rato cuando nos hechizó en el juego fue como si mi cuerpo dependiera totalmente de su magia. Como una droga.

—Dime Desmond —Su voz, su maldita voz es demasiado adictiva, su magia es adictiva, mi hechizo de protección me dice que huya tan lejos como pueda—. Quiero saber ¿cuánto estás dispuesto a arriesgar?

Su magia impacta en mí haciendo que las palabras salgan de mi boca con absoluta verdad.

—Mi vida. Arriesgaría mi vida si es necesario.

¿Por qué? —Otra vez esa voz irritante y melodiosa me llama

—Porque no tengo nada más. Mi valor, mi fuerza, mi poder... nada de eso importa. Quiero protegerlos a todos, incluso a la última piedra de este reino. Quiero salvarlos a todos.

Siento que su hechizo se va de mí, brincando lejos y llevándose consigo mis secretos más oscuros.

—Eres digno —Dreyden se levanta sonriendo de lado—. Eres un buen príncipe Desmond, uno demasiado bueno. Quisiera tener por lo menos la mitad de tu compasión y sacrificio —Se toca con rapidez una de sus cicatrices del rostro—. Iré a dormir, este día estuvo realmente cansado. Nos vemos mañana en la reunión con tu padre.

El príncipe no me deja contestar ni me da tiempo preguntarle de qué reunión habla, simplemente se va como una sombra, sus pasos ni siquiera hacen ruido.

Es un príncipe con aura fantasmal.

Quería preguntarle acerca de su madre, tengo demasiadas preguntas. Mañana tendré que hacerlo, no pienso dejar que el tiempo pase, no cuando hay vidas que salvar y menos cuando la oscuridad está por doquier. El clima está más nublado que de costumbre, ya ni siquiera se escuchan pájaros cantar y muy pocas veces he visto alguna flor abrirse a la luz del sol.

Binu me hace a un lado, sus grandes alas se extienden haciendo que me aleje de ella. Tomo la manta gris y me quito mi propia capa justo en el momento en que una luz verdosa explota frente a mí. Dejo las cosas en el suelo y me doy la vuelta. Después de unos minutos puedo escuchar la voz de Binu llamándome.

Al darme vuelta ella está sentada en el suelo con la manta y mi capa puesta. Su cabello está hecho un desastre, su piel tiene algo de tierra y aún se notan sus largas garras de dragón que de poco van desapareciendo dejando solo unas uñas rosadas.

—Eren... —Pronuncio su nombre como si fuera algún tipo de mantra—. Gracias por volver.

Mi boca se cierra como si alguien hubiese puesto algún candado en ella, no puedo pensar en otra cosa que decirle sin que nos duela a los dos.

—Me gusta que me llames por mi nombre —Me dice viendo sus propias manos—. Suena lindo.

Sin decir otra cosa me acerco a ella y la atraigo hacia mí en un abrazo cálido. Binu no soporta ni un segundo más, sus lágrimas empiezan a mojar mi camiseta, sus sollozos me están martillando el corazón, dejándolo más hueco de lo que ya está.

—No podía verte... no podía verte y no recordarlo a él.

Sus palabras hacen que mi corazón se termine de romper y que caiga hecho trizas hasta el fondo de mi alma. Mi hechizo de protección nos envuelve a los dos en un escudo silencioso.

—Fui demasiado terca conmigo misma. No me digne a bajar porque no quería que nadie me viera... —Ella se aleja limpiándose sus lágrimas y con cuidado se baja un poco la capa enseñándome sus hombros y su clavícula. Tengo que soportar no dar un grito de terror—. Lo sé, sé que se ve fatal. Pero ya no duele.

Sus hombros son signos de una pelea cruelmente ganada. Hay heridas que no puedo ni describir, huellas hechas por enemigos que estaban dispuestos a arrebatarle la vida... Binu soporto todo este dolor sola. Sus heridas van más allá de solo simples rasguños, hay quemaduras y mordeduras por doquier.

Son trofeos —Binu toma mis manos al ver que sigo con la vista en sus lesiones—. Mírame Desmond, por favor —Hago lo que dice y sus ojos naranjas me sonríen, no con dolor, no hay ningún rastro de dolor en ellos—. Me gané cada una de estas cicatrices, cada una de las quemaduras... porque yo así lo quise. No me arrepiento de haber luchado en esa batalla. Sabía que si lo hacía tendría esto —Se señala sus hombros—. Y tenerlas... para mi imperio... para los drokars significa que ganamos en cuerpo y alma. Para el imperio drokar solo significan trofeos ganados con sangre y sudor. Estoy bien.

Él no estaría tan de acuerdo contigo.

Empiezo a reírme por lo bajo, una risa de dolor puro, las lágrimas se acumulan en mis ojos. Binu parece estar recordando lo mismo que yo haciendo que mis palabras duelan más. Medras siempre trataba de protegerla sin importar que alguna vez llego a temerle. Él sabía que ella era más poderosa, que podía convertirse en una bestia con alas y garras, pero a Medras eso jamás le importo... le tenía respeto, eso estaba más que claro, pero también quería protegerla por sobre todo, quería que ella fuera feliz y libre. Quería a Binu, la quería demasiado.

—Trato de no culparme a mí misma —Ella pasa sus manos por sus ojos haciendo que se ensucie más de tierra—. Trato de pensar que solo fue mala suerte y que nada de esto fue culpa mía. No lo logro. El sentimiento de culpa viene a mí y el recuerdo de sus ojos sonriéndome, de su voz llamando mi nombre y despidiéndose de mí me atacan como cuervos como si sus picos y sus garras tomaran todo de mí... llevándome a las tinieblas.

¿Es que acaso todos en este castillo nos sentimos culpables? Sé por qué ella supone que es su culpa. En la batalla Binu cayó del cielo totalmente indefensa... yo decidí ir a protegerla, yo y solo yo elegí dar mi vida entera por ella.

Y apareció Medras.

Todo se volvió un caos y una maldita pesadilla desde ese momento.

—Me he dicho eso mismo todos estos días —Le confieso pasando mis manos por mi cabello—. Culpa, culpa, culpa. Esa palabra me persigue aun estando despierto.

—¿También sientes que es tu culpa?

—No de esa manera. Es una culpa diferente, más dolorosa y difícil de comprender —Binu sorbe su nariz y yo me cruzo de brazos negando con la cabeza—. Conan... —Pronunciar su nombre me hace un nudo en la garganta—. Hizo que Agroz me pusiera un hechizo de protección. Hicieron un trato de sangre... —Intento no trabarme. Mi voz se hace cada vez más débil—. El hechizo funciona... sí que lo hace, pero no de una manera buena. Ya sabes como funciona, los viste ese día.

Sé que Binu pudo ver como es que la flecha oscura de Triddor cambio de dirección y de blanco. Ya no estaba yendo hacia mí, de un momento a otro, voló con todas sus fuerzas hacia Medras.

—Entonces tampoco fue tu culpa ni la de Conan.

Un pensamiento que no es mío, pero que viene dentro de mí hace que piense lo contrario.

Fue su culpa. Aquel pensamiento se repite una y otra vez.

Fue su culpa, fue su culpa, fue su culpa.

Conan es el culpable.

—Agroz es quien debe pagar por lo que causo. Él es el verdadero culpable —Binu se levanta y me ofrece una mano—. Debemos acabar con él, con Triddor y con su ejército de pulgas siniestras. Debemos de arrancarles la cabeza de un bocado. No solo por Medras... no solo por él y por su memoria. Debemos acabar con ellos por todo el dolor que nos han provocado y porque si no los detenemos nos arrebatarán más de lo que ya han hecho, empezando por los reinos. Los destruirán y luego nos asesinaran uno por uno. Un mundo lleno de oscuridad es lo que ellos desean, nosotros debemos de arrebatarles eso, debemos tomar su oscuridad y jugar con ella hasta atraparlos, hasta que estén bajo nuestra merced.

Tomo su mano, ella me ayuda a levantar mientras me sonríe con esperanza.

—Haremos que paguen —Es lo único que sale de mi boca

Fue su culpa. Todo fue culpa de Conan.

Aquellos pensamientos... aquella voz no para de sonar dentro de mí. ¿De dónde viene? ¿Por qué trata de confundirme?

Conan jamás te lo dijo. Él te ha mentido, ha guardado secreto tras secreto.

La voz dentro de mi cabeza es mía, sin duda alguna.

Él fue quien pidió ponerte ese hechizo sin tu consentimiento. Él tiene toda la culpa.

—¿Nos vamos? —Le pregunto a Bini tomándola de la mano poniéndome nervioso

Conan es el culpable de la muerte de Medras.

—¿Desmond? —Binu aprieta un poco mi mano al ver que me he perdido en la nada—. ¿Todo está bien?

—Hay que ir a que te revisen las heridas... —Intento pensar en otra cosa que no sea en Conan—. Las quemaduras se ven aún frescas. Tienen que curarte.

No dejo que conteste, entrelazo mis manos con los de ella y juntos empezamos a caminar directo a la enfermería.

Conan es el culpable de la muerte de Medras... no lo olvides.

Si aquel pensamiento viene de mí y si es mi propia voz la que lo está diciendo ¿por qué no creerle?

¡No! esa voz no es mía, ese pensamiento tampoco. Nada de eso es verdad.

El hechizo de protección no solo me está protegiendo... me está haciendo perder la cabeza. Si no me deshago de el es probable que dentro de un par de horas ya no solo crea que Agroz, Triddor y sus oscuros son mis enemigos y mis próximas presas por cazar.

También pensaré que Conan, mi querido rojo, es alguien a quien debería atravesar con mi espada.



Mi pequeño Desmond está siendo influenciado por su hechizo de protección. Recuerden que Agroz fue quien se lo puso... ya sabemos que el hechizo funciona por rebote y además ahora quiere plantarle malos pensamientos a Desmond. Pues hechizo de protección no es jajajajj

Pero era más que claro que algo así iba a pasar, no se debe confiar en los hechiceros oscuros y menos con un pacto de sangre como lo hizo con Conan.

Quiero saber que opinan del príncipe Dreyden.

Gracias por todooo.

Ala. 👑

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