Capítulo 22. Príncipe de colmillos de obsidiana
DESMOND
Toso y escupo agua como nunca en mi vida. Mi pecho se siente caliente y áspero, como si un dragón puro estuviera aniquilándome. Mi padre está junto a mi arrodillado y dándome golpe tras golpe en mi espalda para que saque de mi cuerpo lo que sea que haya tragado.
—¿Qué pensabas al meterte al lago a estas horas? —Su voz suena preocupada—. Si no fuera por el comandante Khan que vio luces centelleantes saliendo del bosque, jamás habría venido... pensé que estaban atacando de nuevo. Y resulta que solo era mi hijo jugando a ser un pez.
Me arrastro por la tierra tosiendo por última vez y dejando caer mi cuerpo contra un tronco caído. A pocos metros de mí el lago se encuentra en una paz absoluta, la luna se refleja en el como su alma gemela. Miro al rededor en busca de las doncellas lunares y de la madre Selene sin éxito. ¿Habrán sentido la presencia de mi padre y por eso huyeron?
—No estaba solo —Sacudo mi cabello mojado viendo a mi padre—. Vine aquí con las doncellas lunares. Ellas me ayudan para viajar al pasado, a las memorias de quien desee.
Mi padre traga saliva poniéndose serio, su rostro bajo la luz de la luna se ve aún más viejo. Por su expresión, sé que sabe de lo que hablo.
—Sí, debí pensar eso en cuanto te vi ahí metido —Se gira para poder ver el lago—. Las doncellas lunares tienen métodos demasiado... bueno, métodos poco apropiados. Debería ordenar que tape este lago, ¿no? —Frunzo el ceño y me levanto intentado no resbalar—. Han pasado demasiadas cosas en el... no me gusta.
—En vez de eso deberías arreglar las cosas con Luca —Mi padre me voltea haber confundido y algo enojado, se levanta sacudiéndose su capa—. El ama este lugar... y también a ti a pesar de todo.
—Tu hermano —alza la voz mirando al suelo—. Siempre me ha mirado con miedo. Desde el día en que nació hasta la fecha. Supuse que su mirada me la daba porque en su interior, en los confines de su memoria, podía verme en aquel día en donde todo cambio. Cuando tu madre recibió el hechizo de Agroz... el hechizo que debía ser para mí. Ella... ella absorbió toda esa magia oscura, toda esa desdicha que termino en mi pequeño hijo. He pensado eso cada mañana al despertarme y cada que cierro los ojos por la noche.
—No deberías estarme diciendo esto a mí —un hilo de voz sale de mis labios—. Luca merece escucharlo. Merece unas disculpas, incluso más que eso.
—Tú siempre has sido así —espeta volteando a verme bruscamente—. Por eso desde que naciste decidí darte lo que fuera, si eso hacía que me olvidara de Luca.
Mi cuerpo entero no me responde, incluso cuando quiero parar de temblar, parece como si criaturas invisibles me estuvieran sujetando con sus largas garras hasta hacerme sangrar.
Ser el segundo hijo no significa ser la segunda opción.
—Basta —logro decir tratando de no abalanzarme a él—. No estoy de humor para escuchar esto... jamás lo estaré. No quiero volverte a oír decir esas cosas de mí ni de Luca. Los dos somos tus hijos y no me importa si me prefieres a más mi o a él... los dos somos tu sangre, deberías reflexionar eso y no soñar con mi grandeza.
Lo siento Dreyden... no puedo seguir tu plan. No puedo dejar que mi padre me utilice, no puedo dejarme amoldar como un títere.
—Aprovecho que no hay nadie para poder decirte la verdad de toda mi historia desde que conocí a Conan y del porqué actúo como lo he estado haciendo. —Mi padre asiente una sola vez con la boca abierta. Su pecho sube y baja por la adrenalina, furia y confusión que debieron provocarle mis palabras—. Dices que soy tu favorito, que soy el hijo de oro, que siempre habías querido, que harías lo que fuera por mí y que me amas a pesar de todo, pero hay algo, una cosa de mí de la que no estás orgulloso y eso... eso siempre te hace querer no ser mi padre.
Él parpadea varias veces, pasa sus dedos por sus labios y da un paso hacia atrás, casi diciéndome que tengo la razón y que sabe de lo que hablo.
—No sabes las noches que pase llorando y los días en que rezaba por ser otra persona, vivir en otro universo o ser alguien normal. Medras y Vicky eran los únicos que iban a mi habitación a tranquilizarme porque no quería preocupar a mama o a Luca y mucho menos a ti. No hace mucho descubrí que en los demás continentes, los que conforman la triple O, ahí... amar a otro hombre no es pecado.
Se me corta la voz, mi garganta se siente seca, mi pelo húmedo se pega a mi frente y la luna apunta directo a mi corazón, como si quisiera darle fuerzas a mi corazón para seguir adelante.
—Desmond...
—Amo a Conan papá.
No puedo recordar si alguna vez lo llame así, quizás nunca lo he hecho y eso, esa simple palabra basta para que los ojos de mi padre se pongan cristalinos.
—Creo... No. Sé que lo ame desde que lo vi salvándome la vida. Y lo sigo amando a pesar de todo, a pesar de que me ha mentido y hecho cosas por mí que él creía que me protegerían, a pesar de que esa voz fastidiosa me diga que lo odio y que es un monstruo, lo amo sin importar que ahora esté lejos de mí y sé que lo amaré incluso si llega el fin del mundo. Y tú odias que lo ame.
—Lo odio porque es una posible amenaza para ti y para este reino, ¿no lo has comprendido? —Mi padre traga saliva—. No puedes salvarlo, así como no puedes amarlo.
La luz de la luna enciende mi corazón y las llamas saltan en picada quemando todo a su paso, cierro mis puños y entierro mis uñas con tanta fuerza que la sangre caliente resbala hasta caer en la tierra.
Nunca me aceptará. No importa si considera que soy su trofeo. Mi padre siempre odiará esta parte de mí.
—Desearía que mi madre estuviera aquí —logro decir relajando mis manos e intentando que mi corazón no quiera salirse de mi cuerpo—. Por lo menos ella lo entendería.
Empiezo a caminar, pasando a su lado y chocando con él, hombro a hombro, sangre con sangre. No me detiene. Sus pasos detrás de los míos me ponen aún más tenso.
—Es probable que en dos días... o quizás mañana o en unas horas —Miro de reojo hacia atrás—. Vaya a rescatar a Conan de una vez por todas. Y ojalá cuando lo haga te traiga la cabeza de Agroz para que así, solo así dejes de creer que dependes de un hechizo para apreciar a tu hijo.
Ninguno de los dos dice nada más. Seguimos el camino de regreso al castillo entre la luz y la oscuridad.
...
Al llegar a la entrada más cercana, que no había sido destrozada por los oscuros, demasiadas personas estaban viendo hacia el cielo, como si buscarán alguna respuesta divina. Todos mis amigos estaban también, juntos y sumidos, en algo que yo no podía ver, incluso las tres doncellas lunares estaban ahí. No había rastro de la madre Selene. El comandante Khan, en medio de todos al notar nuestra presencia, camina a nuestra dirección a paso rápido sin dejar de ver el cielo.
—¿Por qué están todos aquí afuera? —Mi padre pregunta demasiado confuso
—¿No lo vio su majestad? —El comandante señala el cielo—. Hubo una explosión que iluminó el cielo como si viejos dioses volvieran de su viaje.
—¿Saben lo que pudo haber sido?
—Aún no. —me responde—. Mis guardias y yo no pudimos contener a la gente, todos querían salir a ver lo que sucedía... Fue algo... Tan mágico.
El comandante se queda con las palabras en la boca, como si aún estuviera hechizado por aquella explosión. Mi padre, ya irritado por nuestra discusión de hace rato, le hace un ademán con la mano al comandante para que siga hablando.
—La luz viene directo hacia aquí.
Dice aquello como si fuera cualquier cosa, como si eso no significara algún posible peligro. Mi padre está por reventar de furia, pero no le da tiempo de quejarse ni de absolutamente nada cuando la multitud grita señalando algo más allá del gigantesco muro de piedra que protege al castillo. Mi alma entera es tragada por algo indescriptible, una ráfaga de viento envuelve a todo el reino, como si una antigua criatura o poder hubiese sido liberado. La luz de aquella explosión aparece en lo más alto del muro, flota con suavidad hasta entrar al terreno del castillo.
—¿Por qué nadie se mueve? —Mi padre alza la voz, pero nadie está prestándole atención—. Eso puede ser...
Más gritos inundan el lugar. Me quedo quito tratando de darle forma a la luz que poco a poco va estirándose y enrollándose por todos lados... hasta que toma forma.
—¿Eso es... —empiezo a preguntar.
—Es una persona —escucho que contesta Binu.
La luz se va debilitando entre más forma de persona adopta. Soy incapaz de reconocer en quién se está transformando, pero al parecer Amber no. Ella camina con paso lento hacia la luz, Víctor trata de detenerla, ella lo quita de su camino y sigue a paso ligero con una sonrisa a media dibujada en su rostro. Sus manos tiemblan, sus pies no son capaces de decidir si salir corriendo hacia la luz o esconderse de ella, sus ojos brillan de alegría y de anhelo al mismo tiempo que una lágrima resbala por su mejilla. La luz desaparece por completo en otra explosión de magia muy poderosa y lo primero que veo hace que mi corazón vuelva a la vida... una cabellera roja aparece ante todo el mundo.
La decepción y la felicidad se hacen presentes en mí en cuanto me doy cuenta de que por más que hubiese deseado que ese cabello de fuego fuera de Conan no puedo hacer más que sonreír al ver que Félix es quien ha vuelto. Casi no lo reconozco, sus músculos han desaparecido, y todo su cuerpo se ve maltratado y cansado, pero a pesar de eso, a pesar de lo que vivió en el templo Ardor su rostro se ilumina en cuanto ve a Amber frente a él. Aún hay una tenue luz a su alrededor, como si lo estuviese protegiendo, aguardando un poco más para asegurarse de que está a salvo. Amber no espera un segundo más, no se toma la molestia en asegurarse si de verdad es Félix el que está aquí, ella lo sabe y lo sabrá siempre. Se abalanza sobre él, enredando sus brazos a su cuello y atrayéndolo hacia ella.
—Aquí estoy... Llegue a casa —Félix susurra contra la frente de Amber, pero todos lo oímos gracias al silencio sepulcral que hemos hecho—. Conté todos los días... cada hora... cada maldito segundo en que estuve lejos de ti —Amber alza la mirada y él besa su frente con delicadeza—. Mi pequeña mariposa...
Amber no lo deja terminar, lo toma del cuello de su camisa y con rapidez, deseo y amor acerca sus labios a los de él.
—¿Cómo es posible que llegara aquí? —A mis espaldas, mi padre le pregunta al comandante—. ¿Y qué era esa luz que lo trajo?
El comandante no puede darle una respuesta rápida y creo que nadie podría, no hace mucho, magia como esa no existía en estos reinos o por lo menos no se hacía presente. La gente aún no tiene idea de como explicarse que esto es posible, yo aún dudo si esto es real o si sigo en aquella arena de combate, segundos antes de que Luu me golpeara y que conociera a Conan.
—Llévalo al calabozo —La orden de mi padre hace que me gire a verlo—. Arrástralo hasta allá abajo, tenemos que interrogarlo y...
—No.
Al parecer mi voz suena tan fuerte que la atención de todos, incluidos Amber y Félix, que están tomados de las manos, me vean solo a mí.
—Nadie le pondrá una sola mano encima —sueno demasiado autoritario. Algunos sirvientes empiezan a murmurar con miedo por lo que mi padre pueda hacerme, pero yo no desisto, me pongo más derecho, alzo un poco mi barbilla y con la justicia que aprendí de mi madre y de mi hermano vuelvo a enfrentarme a mi padre—. Félix acaba de regresar de días en que probablemente oraba por volver a ser libre y ahora lo es, está aquí, en nuestro reino... y como tu hijo y heredero no toleraré que le hagas daño o que lo interrogues a tu manera sádica. Y aquí frente a todos —Miro a nuestro alrededor, alzando las manos, señalando a cada uno—. Vuelvo a repetirte lo que hará que por las noches no puedas dormir en paz... Amo a Conan Chalamet, amo a mi hermano, amo a mis amigos y por desgracia padre, también te aprecio a ti, así que por ello quiero saber si harás todo lo posible para acabar con la amenaza que es Agroz y Triddor sin que mis amigos salgas lastimados por tus decisiones.
Mi padre se queda en blanco por un momento, la luz de la luna ilumina su cabello haciendo que se vea más claro, casi del mismo tono que el mío. Su sonrisa aparece como flechazo a mi cabeza. Los dos sabemos lo que quiere decir. Le sonrío de regreso y voltea a ver a Félix.
—Deberías darte un baño y comer hasta que te quedes dormido. El templo Ardor siempre hace eso —Se da media vuelta—. Te deja hueco.
Mi padre camina de regreso hacia el interior del castillo seguido por el comandante y uno que otro guardia. No le tomo importancia, tampoco pienso más en lo que hablamos hace unos minutos. Corro como si la vida me diera una segunda oportunidad hacia mi amigo.
Los demás se quedan pasmados, sin saber qué hacer. Algunas personas regresan al castillo en silencio, una que otra se queda para ver. Mi grupo de amigos camina con sonrisas anchas y lágrimas en los ojos para recibir a uno de los dos hechiceros rojos que nos fueron arrebatados.
—No me aprietes tan fuerte —A Félix se le va el aire cuando mis brazos lo envuelven—. Me romperás los pocos huesos que me quedan.
—No rechaces un abrazo de un príncipe —Me rio suavizando el abrazo—. Mucho menos uno viniendo de mí.
Al separarnos, Felix hace una mini reverencia con la cabeza.
—Oh, mi querido y magnífico príncipe —Trata de no reír—. Cuanto te extrañe.
Mi risa se ahoga en el momento en que todos los demás se abalanzan sobre nosotros, enredándonos en un abrazo grupal. El único que se queda afuera viéndonos como si fuéramos bichos raros y a la vez la obra de arte pintada con el mayor sentimiento jamás visto es Dreyden.
—¡Ey! —Da un grito Félix en medio de todos—. Alguien me acaba de quemar el trasero.
—Lo siento —Binu alza la voz a mi lado—. Cuando me emociono, mi fuego sale sin una dirección fija de mis manos.
—Cuanto desearía ser una drokar para intentarlo —Amber se da cuenta de que ha dicho eso en voz alta y su cara se pone roja—. Dejen de reírse... lo decia en broma... vamos, ¡es en serio!
Sin poder parar de reír, un viento levanta algunas hojas a nuestro alrededor, sigo su viaje hasta el norte donde el templo Ardor sigue en pie y donde Conan aún sigue esperándonos.
No te rindas Conan. Pienso sin quitar la vista de las montañas picudas que envuelven al templo. Pronto... muy pronto iré por ti. Mi querido hechicero, mi amante, mi amor.
Estoy demasiado agradecida con ustedes, que siguen aquí. Hoy, mientras editaba este capítulo, me di cuenta de cuanto amo hacer esto y que a pesar de todo siempre volveré. No importa si eso me toma un día o más... aquí me tendrán siempre y yo daré todo de mí para que mis historias los cautiven. Conan y Desmond también los extrañaban mucho.
Ala. 👑
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top