Capítulo 15. Ensueño cristalino


CONAN

Cuando sentí que la daga atravesó piel y huesos, sentí la mayor satisfacción de mi vida. La sangre empezó a escurrir por mi mano y Agroz apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando presione con más fuerza. Debí saber, que herirlo de este modo, frente a cientos de sus mejores hechiceros oscuros, no sería la mejor opción, menos con Triddor a lado. Agroz Baraz poso su mano en mi hombro, como si estuviese sosteniéndose del dolor, pero en vez de que su rostro reflejara agonía una sonrisa malvada, surco su rostro, alzo la mano y en cuanto dio un chasquido, la daga en su costado desapareció. 

—Pongamos a prueba al próximo heredero —Agroz alzo la voz dándose la vuelta e ignorándome por completo. Su sangre aún escurría de mis manos mientras sus hechiceros rugieron en un grito de victoria—. Veamos si el pequeño Desmond Andillac puede soportar una herida al corazón.

En estos momentos lo único que quiero es golpear mi cabeza con algo, o esconderme hasta desaparecer, pero supongo que con el hecho de que Triddor me esté arrastrando por el pasillo a no sé donde es el mejor castigo por ahora. Aún no comprendo como es que Félix también puede aguantar ser jalado como si fuera una criatura peligrosa, si no fuera por el accidente de hace horas, él ya estaría listo para una revolución donde él sería el líder. Volteo a verlo y su expresión no me dice nada, pero mi magia puede sentir su preocupación. Los dos sabemos que en estos momentos Desmond debe de estar sufriendo... y otra vez yo fui el culpable. 

—¿Por qué esas caras? —Triddor nos sonríe—. Ya deberían de haber sabido, en especial tu Conan, que matar a Agroz de esa manera es inútil. Muchos lo han intentado... inclusive la madre de Desmond. 

—¿La reina Cera? 

Agroz voltea a ver a Félix con un brillo en sus ojos.

—Sí. Nunca he sabido bien la historia, tampoco me interesa, pero creo que fueron amantes o algo así. En fin, atravesar la piel de Agroz y hacer que sangre no tiene ningún beneficio bueno... hoy sí lo tuvo —Triddor me voltea a ver dándome un empujón con su pie—. Le diste una buena excusa para lastimar a Desmond.

Trato de moverme, pero las cadenas en mis manos me lo impiden.

—No te preocupes querido —Me dan ganas de vomitar al escuchar a Triddor llamarme así—. Estoy seguro de que esta será la última vez que Agroz se fije siquiera en Desmond. Su objetivo es otra persona.

—Luca jamás se dejará vencer.

Triddor se carcajea de mi respuesta haciendo que las paredes vibren.

—Me encanta tu optimismo por esos dos hermanos. Les tienes demasiada fe.

Llegamos al final del pasillo donde una gran puerta roja nos espera, esta se abre al mismo tiempo que Triddor mueve su cabeza. Dentro Solmi y su abuela están en un rincón, delante Agroz les habla con dureza. Al sentir nuestra presencia se voltea observándome solo a mí, le hace señas a Triddor para que me suelte, caigo de rodillas en el suelo rasposo. Solo puedo ver como Félix es vuelto a ser arrastrado por Triddor quien me enseña sus colmillos.

Se supone que esta noche era mía.

Agroz camina rodeándome, me siento como un bicho, al que pronto aplastara. Sus marcas oscuras salen de sus brazos, se acercan a mi rostro tocándome las mejillas.

—Era una noche de celebración. Ahora no es más que otro día arruinado gracias a ti Conan.

Sus marcas bajan fugazmente a mi cuello, no tengo tiempo de detenerlas, mi magia se pone en alerta e intenta hacer que la magia oscura no me dañe. Oigo como Félix empieza a forcejear, como Solmi y la abuela Feli ahogan un grito. Las marcas me levantan del suelo, con una fuerza inhumana aprietan mi cuello, siento como poco a poco el aire se va de mis pulmones.

—Si no fueras de utilidad, te arrancaría la cabeza en este instante y se la daría a comer a esos dos dragones gemelos. Pero entiendo porque lo hiciste —Se acerca a mí, tocándome mi cicatriz del rostro—. Tu preocupación por el nuevo heredero de Umbria es demasiada, el amor puede ponernos salvajes, lo sé muy bien. 

Tan rápido como el viento, Agroz pasa su uña filosa sobre mi herida haciendo que se vuelva a abrir y que grite internamente, no puedo hablar, sus marcas siguen apretando, mi campo de visión está a punto de colapsar.

—No tenía planeado volver a usar la bola de cristal para esto.

Agroz camina hasta la otra esquina de la habitación, aquí dentro es un lugar destinado a conjuros de media noche, los cuales son los peores de todos, los brujos y brujas más antiguos utilizaban los conjuros de media noche incluso para matar a sus peores enemigos. Sus marcas me elevan un poco más en el aire para después aventarme cerca de aquella esquina donde está una gran mesa redonda cubierta por una manta. Triddor suelta a Felix quien corre hacia mí, mi magia empieza a curarme junto con la de él.

—Vamos anciana —Triddor toma el brazo de la abuela empujándola hacia la mesa—. Haga lo suyo y muéstrele al gran emperador lo que desea.

Solmi camina quedándose detrás de Triddor mientras su abuela toma la manta, sus manos tiemblan en cuanto la quita y una brillosa y majestuosa bola de cristal aparece frente a todos.

—No sé si funcione tengo demasi...

—Funcionará —Agroz la interrumpe—. Busque al príncipe Desmond, enséñele a Conan las consecuencias de su acto de valentía.

La abuela pone su mano derecha en su corazón susurrando algo, rezándole a los dioses inefables que tengan misericordia de nosotros. Ella con cuidado se acerca a la bola de cristal poniendo sus dos manos alrededor de ella, cierra sus ojos empezando a susurrar cosas que no puedo comprender. Después de algunos minutos, dentro de la bola, un humo gris se esparce empezando a girar y alargarse, después explota como fuegos artificiales, dándonos por fin una imagen sólida.

—Vamos —Agroz jala de mí llevándome lo más cerca para que pueda ver a detalle lo que ocurre—. Observa como sufre.

—Todo va a estar bien —Un chico de ojos grises aparece en la bola de cristal—. Por los dioses inefables ¿A dónde fueron todos?

Se me va el aire otra vez como si las marcas de Agroz aún estuvieses apretando con fuerza. Aquel chico lleva en brazos a Desmond, que va con los ojos cerrados y demasiado pálido como para pensar que solo está soñando. Me acerco aún más a la mesa sosteniéndome de ella. Aquel chico va sin camiseta, su espalda es un desastre, jamás había visto cicatrices así. Está caminando lo más rápido que puede, al girar por un pasillo choca con alguien, un guardia, quien al ver al príncipe herido abre los ojos asustado.

—¿Dónde está el rey? —Pregunta aquel chico

—Está en una junta y...

—¿Dónde queda la enfermería?

—En el primer piso, tienes que bajar las escaleras cerca de la bodega de...

—Busca al rey y dile que su hijo está herido.

El guardia no se mueve, está demasiado paralizado viendo como gotitas de sangre escurren de la mano de Desmond.

—Te dije que vayas a buscar al rey —Algo en la voz del chico cambia, como si una energía poderosa emanara de él—. No me importa a quién encuentres en el camino, ve hasta tu rey y dile alto y fuerte que su hijo fue herido.

—Saco los ojos de su padre —Agroz habla a mi lado, un brillo especial aparece en sus ojos—. Pero tiene la determinación de su madre.

Aquel chico debe de ser el hijo de Aryan, el príncipe Dreyden. Que por lo visto heredo la magia de persuasión, una de las más poderosas de todas.

Dreyden baja a toda rapidez junto con el guardia, quien se detiene en el segundo piso yéndose por otro pasillo en busca del rey. 

—¡Dreyden! —La voz de Víctor suena por detrás, el príncipe se da la vuelta, algo eufórico, manchándose de más sangre—. ¿Qué demonios?

—¿Dónde están los demás?

—Kilian está afuera con Amelia y... no hay tiempo para esto, vamos —Víctor señala las escaleras empezando a bajar por ellas—. Date prisa. Una herida como esa... dime que fue un accidente y no algo fuera de nuestras manos.

Agroz se pone algo incómodo al escuchar el nombre de su hijo, incluso se cruza de brazos frunciendo el ceño y acercándose para no perder de vista nada.

—Estábamos bien —Dreyden acerca más a Desmond a sí mismo, como si lo estuviese protegiendo de algo invisible—. Y de la nada apareció una daga en su pecho, unos centímetros más, y le habría dado en el corazón.

—¿Y como es posible?

Los dos llegan al primer piso, los sirvientes y guardias ahí se quedan congelados al ver como Dreyden y Víctor corren para poder llegar a la enfermería. Yo debería estar ahí arreglándolo todo, curando a Desmond y pidiéndole disculpas por todo el daño que le he causado.

—Iré por los demás —Víctor se detiene en las escaleras que dan a la enfermería—. Están en la cocina esperando a que Vicky les prepare algo, quizás ella pueda ayudar en algo. ¿El rey ya lo sabe?

Dreyden solo asiente con la cabeza antes de bajar con lentitud para no lastimar más a Desmond quien ya está moviéndose un poco. Una vez en la enfermería, todos ahí dentro se levantan asustados al ver a Dreyden manchado de sangre cargando a su próximo rey con una herida de muerte. Una enfermera le pide a Dreyden que ponga a Desmond en una cama, con mucho cuidado.

—Ya lo puedes soltar —La enfermera pone sus manos sobre las de Dreyden quien sigue sosteniendo con su camiseta la herida de Desmond—. Tengo que revisar si...

—Es demasiado profunda... yo... 

—Debes soltarlo, solo así puedo curarlo.

Dreyden ve a Demond quien vuelve a moverse con dolor. Lentamente quita las manos del pecho herido que aún sangra sin piedad. La enfermera llama a unas cuantas más, todas se mueven con rapidez yendo y viniendo con cosas para poder curar y salvar a su príncipe. Dreyden se sienta en una silla a unas cuentas camas de distancia.

—¡¿Dónde está?! 

La voz profunda del rey suena por las escaleras haciendo que Dreyden se levante y camine hacia alla.

—¡¿Dónde está mi hijo?!

En cuanto el rey llega y ve a Dreyden cubierto de sangre, lo toma del pecho empujándolo hacia una pared.

—¿Qué carajos fue lo que le hiciste?

Dreyden hecha un vistazo a Desmond y luego tranquilamente voltea a ver al rey, incluso aunque este viendo todo a través de la bola de cristal puedo percibir que no le tiene miedo al rey, Dreyden está tenso, sí, pero no hay ningún rastro que me indique que el rey lo intimida. Al contrario, por la manera en que lo mira, el rey es quien se siente intimidado por el príncipe de los reinos lejanos.

—Fue Agroz.

Con solo escuchar ese nombre, el rey suelta a Dreyden pasándose las manos por el cabello bastante furioso.

—La daga apareció como un fantasma, ni Desmond ni yo tuvimos tiempo de detectarla.

—¿Cómo sé que fue Agroz y no tú?

—Jamás le haría daño. No viaje semanas por el océano místico para venir y dañar a su hijo y si fuera así créame que he asesinado a mis enemigos en silencio y con mejores estrategias.

—No juegues conmigo, niño.

—Yo confío en Desmond, mucho más de lo que confío en usted —Dreyden señala a Desmond, las enfermeras escuchan la pelea mientras lo sanan—. Antes de desmayarse él... él dijo que la daga venía de parte de Agroz.

El rey mira severamente a Dreyden, poco a poco su mirada se relaja dando a entender que por el momento le ha creído, se acerca con pasos torpes a su hijo, las enfermeras no se detienen.

—No puede morir ¿me escucharon? de ustedes depende que su príncipe sobreviva, si algo sale mal sus cabezas s...

Un fuerte golpe, como si se tratase de una explosión, viene de afuera, todos en la enfermería y de este lado de la bola de cristal nos quedamos pasmados.

—¡Nos atacan!

Victor aparece por las escaleras seguido de Claus y de Vicky.

—Hay una docena de oscuros haya afuera. La reina Amelia apenas pudo entrar a salvo, los guardias de la entrada principal han muerto.

El rey y Dreyden caminan hacia las ventanas bajas de la enfermería donde apenas si se alcanza ver algo.

—¿Y el comandante Khan? —El rey ruge pasando a empujar a unas enfermeras que le estorbaban el camino—. Ese maldito de Agroz nos quiere debilitar antes de tiempo.

—El comandante ya está replegando a otro escuadrón en el sur del castillo, pronto irán a defender la entrada —Claus le dice desenvainando su espada

Oigo las risas llenas de maldad tanto de Agroz como de Triddor, al verlos sus sonrisas se ensanchan. Un rugido hace que vuelva a la bola de cristal, noto como toda la enfermería tiembla y como todos se sostienen de lo que sea para no caer.

—Kilian se ha convertido —Víctor les dice a todos y de reojo veo como Agroz deja de sonreír—. Al ver que casi uno de los oscuros hiere a la reina Amelia.

—Con eso será suficiente —El rey suspira aliviado—. Díganle al comandante que no mande al escuadrón y que...

—No puede confiar en que Kilian hará todo el trabajo.

El rey voltea a ver con hartazgo a Dreyden.

—Es un dragón escupe hielo, creo que...

—Eso no significa nada —Vicky lo interrumpe, traga saliva escondiendo sus manos en las bolsas de su vestido de seguro deben de estar temblando, jamás la había visto interrumpir a su rey—. No importa si Kilian es un maldito dragón mitad oscuro o que una vez lanzo a su propio padre hacia una montaña —Agroz frunce el ceño al oír eso—. No puede arriesgar su vida, no sabemos si vienen más oscuros, ni si atacaran con más fuerza. Los guardias del castillo tienen que salir y ayudar.

—En estos momentos Vicky tendría que ponerte un castigo, pero sé que Triddor ya hizo eso por mí —Hace un movimiento de barbilla hacia su brazo que aún está sanando y Triddor aplaude de felicidad—. Si tienes las agallas de decirme esto a la cara, no creo que tengas problemas en ir allá afuera con los demás.

El rey da unos pasos subiendo dos escalones, Víctor y Claus se ponen delante de Vicky.

—Salgan ahora y hagan que sus espadas se llenen de sangre oscura si no quieren que también los castigue.

Los tres le hacen una reverencia de mala gana, volviendo a subir las escaleras.

—Tú —El rey llama a Dreyden quien sigue viendo por la ventana que está junto a Desmond—. Ven conmigo.

Dreyden se pone serio, da dos pasos al frente cuando una mano lo detiene.

—¡No! —Desmond ha despertado, mi magia chisporrotea como loca—. Él se queda.

—Más les vale quedarse aquí abajo.

El rey se da la vuelta y sube las escaleras con prisa. Las enfermeras siguen en lo suyo mientras Desmond trata de no arrugar la cara del dolor.

—No puedo quedarme —Dreyden intenta zafarse del agarre—. Haya afuera hay gente inocente en peligro y yo debo ayudar.

—¿Y yo qué? —Desmond lo toma con más fuerza—. Te ordeno que te quedes.

—Tenemos la misma posición ahora, no puedes ordenarme nada, además soy mayor que tú, acabas de sufrir una herida que pudo haberte matado y no tienes fuerzas para moverte, no me pasara nada si...

Dreyden se detiene, las enfermeras igual y Desmond voltea a ver las ventanas. Siento un miedo paralizante que me come los huesos, ellos deben sentir lo mismo, incluso peor, deben sentir que una nube de caos y muerte los succiona. Sin poder hacer más, Dreyden cubre el rostro de Desmond con su cuerpo, mientras varios oscuros entran como bolas de cañón por las ventanas de la enfermería.


Regreseeee y les traigo este cap con mucho cariño. Gracias, gracias por seguir a lado de mis personajes, leyendo día con día cada que publico, los aprecio mucho por eso. El siguiente cap está intenso, así que prepárense.

Ala. 👑

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