Capítulo 8. Hogar celestial

CONAN

Subimos por la gran vereda, con un cansancio enorme, mi magia trata de amortiguarla y también a la de Desmond que está junto a mí haciendo que avance más rápido. Nos invitaron a ver al reino Marisma desde aquí arriba, según dicen que es como ver a una pintura tan realista que muchos se han desmayado de lo maravilloso que se ve.

—¿Por qué no te convertiste en un dragón? —se queja Félix, que va casi arrastrándose por la arena, voltea a ver a Binu de mala gana—. Pudiste llevarnos volando hasta aquí y no estaríamos en estas condiciones.

Binu pasa junto a él empujándolo muy sonriente, ella no se ve nada cansada, Medras la sigue y los dos parecen una gota de agua, lo digo por como van vestidos casi iguales y porque al parecer Medras está tan fresco como una lechuga. Los dos nos voltean a ver con arrogancia y se ríen echándose a correr, al parecer ya se llevan mejor, aunque aun noto como Medras trata de huir de Binu.

—Tómenme de las manos los dos  —Nos dice Desmond, Félix y yo nos miramos sin entender—. Necesito energía al doble.

Suelto su mano y él la busca en el aire como un gatito asustado.

—¿Ya se cansaron tan pronto? —Eric aparece detrás de nosotros, es quién nos está guiando junto con algunos guardias, lleva puestos sus característicos pendientes en sus orejas y se acomoda sus lentes riendo—. Pensé que esto seria pan comido para ustedes.

—¿Pan? —Desmond vuelve a tomar mi mano—. ¿Has traído un poco para comer?

—Por todos los cielos —Félix toca la frente de Desmond—. Sí que este viaje le ha afectado.

No me queda de otra que cargar en brazos a Desmond, nunca lo había hecho, así que me sonrojo a la vista de todos. El reino Marisma es celestial, un mundo tan distinto, con plantas, mármol y agua por todos lados, tiene sentido que el rey, la reina y la princesa Tetis sean de aquí, eso explicaría por qué son tan atractivos y con esa aura que te deja con ganas de mirarlos por la eternidad.

Desmond no pesa en absoluto, temí a que no pudiera cargarlo y quedar en vergüenza, pero para mi sorpresa, no soy tan débil, los brazos del príncipe se aferran a mi cuello, su cabeza está sobre mi clavícula y siento como su respiración golpea mi piel, me gusta verlo así de tranquilo, es muy lindo observarlo, mi magia parece curarlo del todo en segundos, vuelve a abrir sus ojos, aquellos por los cuales vivo, me mira con una sonrisa traviesa y me planta un beso en la mejilla.

Volteo a ver a todos lados, nadie nos vio, pero ya no me fio de eso porque sé que alguien pudo mirar y vernos, choco mi frente con la de él sonriendo de lado.

—Ya te curé, ya no necesitas que te siga cargando —Hago como que lo quiero bajar de mis brazos y él se aferra con fuerza

—Te lo prohíbo Conan Chalamet —me dice—. No te atrevas a soltarme.

¿Es una orden?

Me sonríe con arrogancia, como diciéndome que si él pudiera gobernar el mundo lo haría.

—¿Qué más seria? Es una or...

Lo suelto, se tapa la cabeza con sus brazos, pero no se hace daño, debajo de él hay cientos y cientos de tréboles enredados en miles de flores blancas muy acolchonadas o eso pienso. Le guiño un ojo a Desmond, su expresión es de no creer que lo he dejado caer, mi magia sabe que no se ha lastimado, así que paso de largo y me detengo ante tal vista.

—Eso no fue justo...

Desmond no termina quejarse en vez de eso, se levanta y se queda observando tan atónito como yo al reino Marisma. Desde aquí todo se ve tan pequeño, como si fuera a escala o como un mapa a pinceladas perfectas. Es una vista que no superaré, se quedara guardada en mis recuerdos más emotivos, es simplemente glorioso presenciar esto.

No sé de donde o como llego tan rápido, el chico de cabello azul que siempre anda detrás de la princesa se ha aparecido. Todos damos un salto del susto, incluso los guardias, el chico nos sonríe tratando de no reírse, su expresión cambia a una seria al percatarse que está frente a nosotros.

—Lamento tener que interrumpir —hace una reverencia a Desmond—. No me he presentado con ninguno de ustedes. Me pueden llamar Sharman, soy un hechicero de luz y también soy el guardia personal de la princesa Tetis, un placer.

Medras parece entusiasmarse al ver a otro guardia personal, eso explica el porqué Sharman siempre está con Tetis, lleva puesto unos pendientes rojos, por lo visto es algo muy común en los hechiceros de luz.

—¿Está todo bien? —Eric se acerca y una chispa brota entre ellos, como una electricidad, Eric al notar nuestra confusión por esa chipa nos explica—. Es algo que pasa cuando dos o más hechiceros de luz se acercan, es como un saludo.

—Vine lo más rápido que pude —Sharman continua—. Hoy por la noche abra un duelo.

—¿Un duelo? —Desmond pregunta—. ¿Quién contra quien?

Sharman parece algo nervioso.

—Su hermano su alteza.

Desmond trata de comprender mientras me voltea a verme como si supiera la respuesta.

—¿Quién se atrevió a proponerle a mi hermano un duelo? —más que enojado parece intrigado 

Sharman ladea la cabeza volteando a ver a Eric igual que Desmond a mí pidiéndole una respuesta de ayuda.

—Fue la princesa Tetis —Sharman da dos pasos hacia atrás—. Ella me dijo que el príncipe Luca fue quien lo propuso.

Desmond frunce el ceño y se rasca su nariz, al igual que yo.

—Bueno —Félix alza las manos estirándose— ¿Qué esperamos?

Lo volteamos a ver incrédulos y nos sonríe muy alegre.

Preparémonos para presenciar el duelo.

A falta de Amber Medras hace su trabajo dándole un sape en la cabeza.

...

Desde que el padre de Desmond llego no me ha dirigido la palabra y eso me tranquiliza y a la vez me pone nervioso, es raro de él no insultarme o decirme cosas hirientes, ni hablar de cuando me abofeteo. Sé que cuando me dirija la palabra será para algo mucho más intenso que eso. 

Abro el cajón de la mesa junto a la cama solo para ver si el sobre de la duquesa Ruby sigue ahí y lo está, desconozco porque me lo abra enviado ni lo que contenga. Una ansia en mí quiere abrir el sobre y leer la carta pero pienso que estaría traicionando a la duquesa si lo hago así que cierro el cajón, suspiro volviendo a acostarme en la cama, ruedo de lado para quedar sobre mi propio cuerpo, sostengo mi mentón con mis dos manos viendo como Desmond se arregla para el duelo.

—¿A quién quieres sorprender? —le pregunto y me rasco la nariz—. Te estás poniendo muy elegante nada más por un duelo.

Me mira desde el reflejo del espejo, se ve más alto y su camiseta blanca lo hace ver más musculoso, trago un poco de saliva y miro para otro lado.

—¿Estás celoso de lo atractivo que me veo? — Desmond se pasa su cabello para atrás riendo

En la vida estaría celoso de él, ni de su belleza, ni de lo bien que lucha con la espada.

Sé que eres atractivo, ¿por qué lo estaría?, además tengo la fortuna de decir que eres mi novio.

Se acerca a mí dejándose caer a mi lado y acariciándome la mejilla.

—Entonces hagámoslo —sus ojos brillan con intensidad—. Digámosle al mundo entero que estamos juntos, no tenemos por qué ocultarnos más.

—¿Qué hay de tu padre?

Él no importa —eso me hace sonreír—. Ya nada puede herirme, solo te tengo a ti y a Luca, lucharé por nosotros, así sea estar en desacuerdo con mi padre.

—Quiero decirte algo Desmond...

Parece estar confundido de mi cambio de actitud, me deja de acariciar mi mejilla y me mira más serio.

—No pude decírtelo en el barco y si no lo hago yo...

Hazlo —su voz suena ronca y eso me hace temerle—. No importa que sea, dímelo, lo soportaré.

No sé que piensa que le diré, no quiero que crea que es algo relacionado con nuestra relación, así que lo tomo de las manos mientras nos sentamos.

—Llegaron hace mucho, ya no recuerdo con exactitud cuando —Desmond se tranquiliza un poco, sigue atento a mí—. Escucho voces Desmond, voces mágicas de alguna parte de aquí, ellas... ellas me llaman y me dicen cosas, me advierten y me ruegan, me hacen acertijos y molestan mi mente cuando se les da la gana y yo ya no puedo seguir con eso... necesito que me ayudes.

Desmond trata de entender lo que le acabo de decir, se ve que no lo capto del todo, me maldigo a mi mismo por no saber explicar y sigo.

—Ya no puedo seguir solo en esto, no cuando las voces me dicen más y más cosas, te necesito a ti Desmond necesito que me ayudes a averiguar de donde provienen las voces y lo que sus acertijos significan.

Desmond se aleja haciendo que le suelte las manos, cierro mis ojos con fuerza pensando que lo he arruinado y que él no quiere ayudarme, cuando abro mis ojos lo veo darme la espalda y camina hasta una mesa, tomando algo de ahí, en una mano lleva una libreta y en la otra una pluma con su tintero, los deja sobre la cama, me sonríe de oreja a oreja sus ojos me ven como un tesoro, como si hubiera descubierto algo por lo que arriesgarse.

—Dime —su voz suena emocionada—. Dime cada uno de los acertijos que te han dicho. No te preocupes. Juntos lo solucionaremos.

—Maldita sea Desmond Andillac  —tomo su rostro entre mis manos—. Casi haces que me infarte.

Le doy un beso rápido y el sonrie como bobo.

—Sabes que te ayudaría en lo que sea, debiste de decirme lo da las voces antes, no puedo pensar el dolor que fue para ti ocultarlo todo este tiempo, ¿y bien cuál fue el último acertijo que te dijeron?

Parece muy emocionado, así que le cuento las palabras confusas que las voces me dijeron y él las anota una por una. Al acabar dejamos la libreta sobre la cama y salimos corriendo de nuestra habitación porque se nos ha hecho tarde para el duelo, doy una última mirada a la hoja, la letra del príncipe es elegante y fina, un escalofrío me da al pensar que es lo que ese acertijo significa.

...

Lo mejor que pudo haberme pasado esta noche fue decirle lo de las voces a Desmond. Claro que no es lo que de verdad es sumamente importante, pero fue un gran paso para mí, con su ayuda podre descubrir más cosas que yo solo no podría, quizás debamos contarles a los demás.

Estamos sentados bajo un gran árbol de hojas azuladas, no sé que clase de árbol sea, pero es realmente imponente, Desmond posa su cabeza sobre mí, hombro mientras esperamos a que lleguen Luca y Tetis no los hemos visto en casi todo el día, es obvio que algo paso entre ellos como para querer hacer un duelo, sé que Tetis es muy misteriosa nunca imagine que se atrevería a tanto.

Binu está recostada sobre las piernas de Desmond escribiendo sus cartas, quien sabe como le hace, ya que no hay mucha luz, me pregunto si aquellos ojos suyos le dejaran ver en la oscuridad.

—Si no es malo preguntar, ¿a quién le escribes?

Binu tarda en responder, deja de escribir y se levanta.

A mis padres.

Desmond me mira preocupado y algo en él me dice que no debí preguntar eso.

—Pienso mandar estas cartas cuando Victor y Claus vayan a los reinos lejanos, quizás puedan encontrarlos.

Medras que está a mi lado ladea la cabeza.

—¿Por qué no se las llevas tu misma?

—No es así de fácil Medras... _Binu dobla su carta y la guarda bajo una roca—. Cuando un Drokar pierde su orgullo, cuando se niega a pelear, es cuando pierde el derecho de regresar a casa  —se acomoda su boina amarilla y se acurruca con Desmond—. Yo no pelee como debí cuando Triddor me capturo ni cuando me hacía beber esa poción, jamás intente golpearlo o lanzarle fuego, soy una decepción para los Drokars.

—Eres mucho más valiente que todos nosotros aquí —Félix se deja caer de cabeza desde una rama del árbol y nos sonríe, me marea verlo y mejor sigo viendo a Binu que está a punto de llorar—. Y aunque parezca que todo tu mundo se vino abajo, recuerda que nos tienes a nosotros, somos tus amigos Eren, desde ahora somos tu nueva familia.

Félix se deja caer del árbol y corre a abrazar a Binu, la cual llora entre sus brazos, Desmond también se acerca y yo hago lo mismo, entre todos vemos a Medras que nos ve sin saber que hacer, su cabello está atado en una coleta y sus ojos azulados nos ven con inquietud.

—Vamos Medras  —Desmond le hace señas de que se acerque —. Ven aquí.

Medras se acerca con cuidado y entre todos abrazamos a Binu. Ella sonríe entre sus sollozos. A veces se me olvida que aquel dragón enorme es solo una chica que extraña su hogar y lo que alguna vez fue, la entiendo porque en algún punto alguna vez fui como ella, pero hay cosas mejores por venir, cuidaremos de ella como ella ha cuidado de nosotros y juntos lograremos que todo mejore.

—Gracias, chicos —nos dice riendo, Medras limpia una lágrima que va por su mejilla—. No sé que haría sin ustedes.

Desmond le revuelve su cabello, y nos sentamos de nuevo ahora con un mejor ambiente, uno de una amistad tan pura y verdadera que cualquiera podría notarla.

—No me lo creo —Félix se tapa la boca y nos señala hacia el extremo del jardín

Ahí entre las sombras salen los dos guerreros y lo digo porque realmente así se ven, no llevan armaduras o no de esas ostentosas y grandotas, solamente llevan una especie de tela de oro o de algún metal que los protege de los golpes. Tetis lleva su cabello sujeto en una trenza muy bien hecha, sus labios son de un rojo intenso y su mirada es asesina, todo lo contrario a Luca, él va muy tranquilo con su espada en mano jugando con ella, parece un niño yendo a comprar dulces y es ahí cuando me percato de quien realmente quiso hacer este duelo.

No fue Luca, no tendría porque. Fue Tetis la que lo planeo todo.

ES QUE JURO QUE ESCRIBIR CAPITULOS DE ESTA TRILOGIA ME PONE MUUUY FELIZ, AMO A MIS PERSONAJES. Este capítulo igual es de mis favoritos. Muchas gracias por sus votos los aprecio mucho.

Ala. 👑

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top