Capítulo 34. Carcel bestial

CONAN

Mis ojos se abren pesadamente intentando encontrar algo en la oscuridad que me rodea. No puedo moverme, ni siquiera puedo hablar. Estoy atado por todos lados, siento cadenas fuertes alrededor de mi cintura, de mis piernas, de mis manos y de todo mi cuerpo. Mi magia me dice que algo no está bien, y no con respecto a mí o a mi situación...

Medras.

Recuerdo haberlo visto, Desmond lo llevaba cargando por todos lados, intentando alcanzarme para poder salvar su vida.

Medras ha muerto y yo no pude hacer nada, no pude ser de ayuda. La batalla fue una masacre total tanto de nuestra parte como de los oscuros. No sabía si concentrarme en seguir con vida, protegiéndome de cualquier ataque de los oscuros o ayudar y salvar a los hechiceros de luz que intentaron con todas sus fuerzas protegernos de la vil oscuridad.

Doy un grito como puedo intentando sacarme de todos los agarres, sin embargo, son demasiado fuertes y yo demasiado débil.

—No lo sigas intentando —La voz de Félix me asusta, no puedo ver de dónde proviene—. Hace rato estabas gritando como loco y diciendo palabrotas. Triddor tuvo que venir, te golpeó tan fuerte la cabeza que veo que no te acuerdas de nada y además te hechizo para que no puedas hablar.

Nuestra magia se busca la una a la otra, es como si entre la oscuridad dos hilos rojos se encontrarán. Ahora sé que Félix está frente a mí y por como suena debe de estar en mi misma situación.

—Me alegra que hayas sigo tan valiente como para arriesgarte a insultar a Triddor hasta el día de su muerte —Félix resopla un poco harto—. Llevamos aquí días... Quizás más, no lo sé con certeza, este lugar me está volviendo loco.

Un fuerte ruido nos sobresalta a los dos y nuestra magia sabe lo que se avecina. Una magia oscura entra por un haz de luz.

—Holi a todos —Odio su voz, odio todo lo que tenga que ver con este maldito payaso mágico. Triddor camina hasta nosotros, la luz de la entrada entra iluminando el pequeño círculo en dónde nos encontramos—. Buenos días.

—Métete los buenos días por el cu...

—No puede ser Félix —Triddor se ríe interrumpiéndolo y negando con la cabeza—. No conocía que fueras así... Cállate si no quieres que te hechice al igual que Conan.

—Pues entonces no actúes como un puto niño de tres años, no después de lo que has hecho —Félix le escupe las palabras

Triddor chasquea los dedos y mi boca se abre por si sola, trago un poco de saliva y me humedezco los labios.

—¿Fuiste tú no es así? —Mi pregunta hace que Triddor se voltee a verme—. Tú mataste a Medras.

¡Claro que fui yo! ¿Quién más se atrevería a atravesarle el pecho al guardia personal del príncipe?

Me dan ganas de vomitar, de solo escuchar eso y ver cómo Triddor se retuerce de la risa. Cómo si haber matado a alguien fuera un logro, un maldito trofeo para presumir.

—Ese niñito se lo merecía —Triddor encoge los hombros y truena la lengua—. No era más que un estorbo.

—¡Ese niñito tenía muchas más fuerza y agallas que tú! —Le grito con todas mis fuerzas, las cadenas a mi alrededor suenan como campanas a punto de romperse—. Medras era el guardia más valiente de todo el reino Umbria. Mucho más valiente que alguien como tú, que no tuvo de otra que robar magia de gente inocente, porque oh el niñito se sentía inútil... Tan inútil que deseaba el poder de la magia.

Triddor se ha puesto rojo de la furia, su aspecto no ayuda en nada, está más que claro que me aterra. Triddor es como una pesadilla, no sabes cuándo puede aparecer, pero cuando lo hace te golpea sin piedad hasta que te rindas a su sueño, hasta que al único que obedezcas sea a él. Aún no me explico cómo es que me da más miedo que el mismísimo Agroz Baraz.

—Por lo menos yo fui inteligente —Triddor se acerca a mí a pasos lentos—. Y créanme que Medras no será al único amigo de ustedes que asesine, Oh no, iré por más y cuando se den cuenta... Ya no les quedará nadie.

Su amenaza hace que la magia de Félix y la mía tiemble y se esconda.

—¿Dónde está Agroz? Quiero que venga y...

—No eres nadie para ordenarme que hacer. Agroz vendrá cuando él quiera, por ahora yo soy el encargado de que su estancia en el Templo Ardor sea magnífica y alucinante.

—Creo que no lo oíste bien —Félix mueve sus cadenas—. Te dijo que quiere hablar con Agroz, así que tu trabajo como su asistente es traerlo aquí y...

Triddor de un momento a otro se acerca como un rato a Félix, tan veloz que no tuve tiempo de parpadear. De un movimiento igual de rápido, Triddor abofetea a Félix, su mejilla se pone tan roja que me preocupa que se quede así para siempre, el anillo característico de Agroz, con el que me hizo mi cicatriz, sale a relucir y rasga la parte de abajo del ojo de Félix el cual grita del dolor.

—¿Por qué todos ustedes son tan habladores? —Triddor se aleja como si nada de Félix dando saltitos—. Nadie sabe respetar a los mayores, piensan que el mundo es suyo y creen que pueden cambiarlo ¿Qué no lo han comprendido aún? Ya no hay nada que salvar. Absolutamente nada. Y por favor Félix no me mires así —Triddor muestra sus dientes afilados—. Ese golpecito no es nada comparado con lo que le hice a esa bruja... ¿Cuál era su nombre? —Se queda pensando, tronando dedo por dedo hasta que sus ojos brillan con alegría—. ¡Vicky! Sí, ese es su nombre. Tu amiguita resultó ser más resistente al dolor que tú, incluso cuando rompí su brazo no grito y me siguió atacando.

—¿Cómo pudiste...

—Vamos Conan tú tampoco eres así de valiente, y lo sabes. Vicky fue intrépida, casi dio la vida por Desmond al igual que Medras, y aun así perdió. Así que no me digas que fui un malnacido y un hijo de puta, no lo hagas porque al final del día Vicky sigue viva, tuve piedad con ella.

—¿Así es como tú ves la piedad? —Félix gruñe con rabia—. No sabes ni siquiera lo que es, no conoces el amor, ni la verdadera valentía, no te importa nada más que tú mismo.

—Es cierto —Triddor admite como si nada—. Haría lo que fuera por seguir vivo y por seguir atormentando a todo el mundo, tanto que si pudiera todos acabarían bajo mis pies como simples mortales.

Ahora lo comprendo todo, la mirada de Triddor hace que lo entienda y no me gusta para nada.

Todo este tiempo el verdadero villano ha sido él.

—¡Pero vamos, olvidemos eso un rato! —Triddor da una vuelta chasqueando los dedos, su ropa cambia drásticamente, ahora va vestido de pies a cabeza de un amarillo chillante, y un sombrero de copa adorna su cabeza—. Les dije que les daría la bienvenida, así que ya no me retrasen más.

Las luces nos iluminan con fuerza, ya no provienen de la entrada, esta se cierra con fuerza y ahora las luces están sobre nosotros, la magia de luz de Triddor hace lo suyo con un espectáculo improvisado.

—¡Ustedes son mis nuevos ejemplares! —Triddor sube a una cuerda que cae del techo y se balancea en ella, todo esto parece un espectáculo de circo, recuerdo haber ido alguna vez con mis padres, no sé si sigan existiendo—. Mi colección ha crecido gracias a ustedes. No saben lo feliz que soy.

Félix y yo nos volteamos a ver si entender, con nervios y dudas, su mejilla se ha curado al igual que su ojo y aun así puedo sentir su furia creciendo a cada segundo.

Al voltear al suelo no puedo creerlo... Literalmente estamos en un escenario de circo, abajo de mí hay arena, de un amarillo pálido y a nuestro alrededor hay una estructura roja que nos encierra como animales, los colores rojos, naranjas, azules y amarillos característicos de un circo me marean.

Somos la función estelar.

—¡Bienvenidos, bienvenidos! —Triddor alza las manos muy emocionado—. Han llegado a mi mina de oro... A mi mina de Rubíes. Y como verán a los nuevos los tratamos de manera cordial y amistosa —Félix y yo luchamos inútilmente con nuestras cadenas—. Y como ya han podido ver y sentir, tampoco es fácil salir de aquí.

Las luces cambian a colores más llamativos, dejándonos de iluminarnos y pasando al público que antes no podía ver se alzan como nubes grises y descoloridas.

Son ellos.

Por fin los tengo de frente.

Los hechiceros rojos aparecen frente a mí en las peores condiciones posibles. Si no fuera por el color de su cabello creería que son cualquier otra persona, su cabello parece deslavado tanto que ha perdido su brillo.

Estamos aquí, estamos aquí.

Las voces en mi cabeza me gritan, se siente raro escucharlas de nuevo a pesar de que los tengo enfrente nos miran fijamente como muertos en vida.

Estamos aquí, estamos aquí.

Cierro mis ojos con fuerza tratando de que las voces ya no suenen tan fuerte.

No estás solo, ya no. Venceremos al sombrerero, lo haremos pagar.

Los rojos miran al mismo tiempo a Triddor que sigue sonriendo maniáticamente.

—Nos divertiremos mucho —Triddor baja de la cuerda dando una pirueta. Por los dioses que engreído e hijo de puta es—. Admito que ustedes fueron los rojos más fáciles que he capturado, gracias por ello, intentaré no tratarlos tan mal, intentaré que su vida no corra peligro... Intentaré que tú Conan —Me mira guiñándome un ojo—. Sigas siendo el rojo más importante de la historia.

Con terror me doy cuenta de que todo esté tiempo Triddor ha sido la cabeza de todo. No fue Agroz quien capturó a los rojos en la batalla de la traición hace años, no, él estaba enfocado en alzarse como un nuevo rey, en hacer un nuevo reino y también enfocado en su amada, la madre de Desmond.

Triddor fue quien hizo todo esto, el quién capturó a rojo por rojo, el que los llevo a rastras hasta este sitio demasiado irreal e incómodo hasta llevarlos al límite. Es más que posible que los usará, que les quitará su magia, esta dejarlos vacíos y es por eso que es así de fuerte, por ello no cualquiera puede herirlo.

Ya no veo más a Triddor como el segundo, como el asistente o como el perro de Agroz. Lo veo como un rival, una competencia, alguien que está dispuesto a arrebatarle el poder a quien sea. Puede que sea más peligroso que Agroz, puede que el verdadero líder de aquí sea él.

—¡Que comience el espectáculo!

Triddor grita y de un chasquido hace que todos los rojos a nuestro alrededor empiecen a aplaudir de modo eufórico.

Espero que esto no dure mucho. No cuando afuera sigue habiendo un mundo que espera por mí, Desmond me espera y sé que en algún punto si Félix y yo no podemos escapar, Desmond junto con Luca y los demás vendrán por nosotros.

Vendrán y nos rescatarán.

Cierro mis ojos con dolor al ver cómo Triddor ha golpeado a Félix en la espalda con un látigo de luz, los rojos murmullan y bajan la cabeza para no ver, la sangre brota de la espalda de mi amigo, mi magia quiere ir y ayudar a la suya.

Odio este lugar.

Odio ser el estelar de este circo de la muerte.


¡Solo 1 capítulo más para que este segundo libro de fin! Estoy demasiado emocionada por lo que se viene, es otro sueño cumplido y no paro de sonreír como boba. Conan y Félix ahora están en las manos de Triddor junto con los demás rojos ¿quién creen que los rescatarn? Todo se va a venir abajo, se los aseguro, nuevas amenazas llegan, un príncipe lleno de poder llegar al reino Umbria ¿listos para conocerlo?

Ala. 👑

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