Capítulo 33. Mi atlantis
DESMOND
Oigo los gritos de Binu y como es que llama su nombre que se combina con la masacre del fondo y con la risa de Triddor.
¿Dónde me encuentro yo? ¿Dónde se encuentra él?
No noto la diferencia. Es como si fuéramos uno mismo, el reflejo del otro que se niega a dejarse ir, que se aferra con todas sus fuerzas. El cuerpo de mi amigo cae al suelo en un ruido sordo. La sangre brota de su pecho y de su boca, sus manos no sueltan la flecha, se aferra a ella como yo a él. Corro con la desesperación más grande que jamás he sentido, siento como me quema por dentro, como desgarra hasta dejarme sin aliento.
—¡Medras! —Me dejo caer a su lado, su sangre me ensucia por todas partes, me da pánico de solo verla, de sentirla, de lo pegajosa que es y de lo roja que se ve
—Yo... —Medras cierra por un momento los ojos, cuando los abre intenta quitarse la flecha con un grito de dolor, yo lo detengo al instante sujetando sus manos y llevándolas a sus costados—. Yo los vi... a ti y a Binu en problemas. Tenía que venir... yo tenía que llegar a ustedes.
—Desmond —Eric aparece de entre las sombras y resbala hasta llegar a nosotros, Binu a duras penas llega corriendo aún con quemaduras graves—. No puede ser...
Eric alza un hechizo sobre nosotros, una especie de burbuja protectora, el ruido de afuera se esfuma dejándonos en un silencio muchísimo más desolador.
—Todo estará bien —Le digo a Medras presionando donde la sangre sigue saliendo—. Te quitaremos la flecha y todo estará bien.
—No creo que se la puedas quitar —Eric traga saliva sin dejar de ver la flecha que sigue palpitando como si tuviera vida propia—. Ese tipo de flechas se incrustan a tu espalda una vez que te atraviesan.
Mis manos tiemblan de solo pensar ver la espalda de mi amigo, Binu es la que se acerca a ver, sus garras desaparecen dejando uñas pequeñas y rosas, con cuidado levanta a Medras que se queja aún más. Y en efecto, y por más que quiera negarme a creerlo, la flecha está incrustada, como broche a su espalda, la oscuridad penetra su cuerpo poco a poco y eso solo significa una cosa.
—Todo fue mi culpa —Admito derrotado—. ¡Fue la culpa de ese maldito hechizo de protección!
Estoy a punto de agarrar mi espada y aventarla muy lejos, cuando las manos de Medras toman las mías, me sorprende la fuerza que usa, sus dedos callosos a causa de tantos años de entrenamiento aún se sienten duros, listos para dar un buen golpe.
—No seas idiota —Medras me ve, como jamás hubiera imaginado que me vería, como si yo fuera su legítimo rey, como si fuera algún tesoro bien guardado—. Llegue al lugar indicado. Llegue a tu lado.
Binu le quita un mechón de cabello morado de la frente, si mi mente no me engaña puedo notar que va perdiendo su color.
—¿Qué parte de ser el guardia oficial del príncipe no has entendido? —Medras no me deja contestar—. Con protección o no... esa flecha me hubiera dado a mí de todas formas.
—¡Era yo el que se estaba arriesgando, no tú! —Las lágrimas empiezan a brotar de mis ojos, resbalan lenta y pesadamente por mis mejillas, detrás oigo como Eric sorbe por la nariz y Binu frente a mí desvía la mirada con los ojos llorosos—. ¡Debía ser yo! No tú... tú no. Ni siquiera puedo hacer nada, no puedo quitártela... yo no sé...
—Nuestro destino se escribe el día en que nacemos —Medras tose un poco más de sangre, que me salpican las manos—. Mi destino era estar aquí. No tú, tu no mi príncipe.
Siento que me voy a desmayar, por un instante mi campo de visión se hace borroso, mis lágrimas caen en mis rodillas y lo único que me mantienen despierto son los celestes ojos de Medras.
—Sabía que vendría —Volteo a ver a Eric que señala algo afuera de la burbuja, justo en las puntas de las montañas, aparece una sombra humana, el ambiente se vuelve más frío y mi hechizo me advierte de quien se trata—. Agroz llego.
No le tomo importancia, no cuando la vida de mi amigo está en juego, no cuando la magia oscura está a centímetros de arrebatarme las esperanzas. Medras se queja de nuevo, sus venas ya no se ven en tonos verdosos ni azuladas, ahora cada vez se ven más oscuras, como si la flecha lo estuviese envenenando.
—¿Por qué? —Binu por fin habla, se limpia las lágrimas de su rostro sucio—. ¿Por qué ahora?
—Binu —Medras la voltea a ver—. Mírame —Ella no lo hace, no puede hacerlo—. Eren por favor mírame.
Eso basta para que Binu lo mire a los ojos, se quedan viendo por unos segundos, demasiado intensos, unos segundos demasiado privados, como si con ese tiempo ellos estuvieran diciéndose lo que el otro quiere escuchar.
—Prométeme una cosa ¿sí? —Medras vuelve a repetirle lo mismo al ver que ella no contesta
—Las promesas en situaciones así son crueles y...
—Quiero que seas muy feliz —Mis manos se hunden más en la sangre y en la tierra, con esas palabras Medras me ha quebrado por completo, él ya se está despidiendo de ella—. Y de verdad, muy muy feliz...
—Se supone que tú y yo... tú y yo... —Binu suelta algunas lágrimas—. No me importa que suceda. El tú y yo siempre existirá ¿Me oíste? seguira existiendo en esta vida y en las que siguen. No me importa volar miles de kilómetros... lo haré hasta volverte a encontrar. Lo haré hasta que me harte.
Medras ya no dice nada, sonríe un poco y lágrimas salen de sus ojos.
—Tú y yo. Los dos —Es lo único que le dice empezando a reírse despacio, su pecho sube y baja con más dificultad
El piso se mueve con fuerza, como si un gigante hubiese salido de la tierra. La burbuja de Eric se rompe dejando pasar a las sombras, él intenta detenerlas con más hechizos, replegando a unos cuantos oscuros y a sus demonios. Binu se acerca a Medras dándole un beso en la frente, después con todo el dolor del mundo corre a ayudar a Eric. El cielo ruge arriba de nosotros, pero no por truenos o rayos, sino por un dragón, y no cualquier dragón... el dragón de hielo ha escapado del castillo y está aquí, está ayudándonos. Y no viene solo, en su lomo, puedo alcanzar a ver a dos mujeres. Amber y Amelia están con él.
—Te voy a cargar —Tomo a Medras con cuidado—. Iremos por Conan... Félix y él nos ayudarán, ellos te curarán.
—Desmond —Medras repite mi nombre mientras yo sigo intentando levantarlo
—¡Déjame intentar salvarte! —Estallo por completo, cuando ya tengo a Medras en mis brazos, intento no tocar la flecha que sigue bien pegada a él—. No te voy a perder Medras. No a mi único mejor amigo, no a mi mejor guardia.
Con Medras en brazos corro por el terreno en busca de Conan, que no aparece por ningún lado, la batalla se ha ido más al sur, donde todos se han juntado. A lo lejos, la batalla puede confundirse con una fiesta, llena de luces y sombras. Binu sigue mis pasos librándome de todo aquel que quiera acercarse a mí, Eric me lanza otra burbuja de luz, que nos envuelve a Medras y a mí.
—Quédate conmigo, quédate un poco más —Le digo sin parar de correr, el cielo vuelve a rugir, estallando en chispas y fuego—. Solo debemos llegar con Conan...
Alcanzo a ver unos cabellos rojos, sean de Conan o Félix, no importa, solo debo llegar a ellos, también veo a mi padre que camina pesadamente con una cabeza de un oscuro en su mano y en la otra lleva su espada como signo de poder, nadie se le acerca, nadie quiere perder la cabeza. Los hechiceros de luz están por todas partes, un grupo en específico está ayudando a mi hermano y a Tetis a aniquilar a un batallón de oscuros, muchos de ellos no saben como actuar ante el poder de Luca, algunos salen corriendo del miedo.
—El sol —Medras susurra, bajo la vista a él, sus labios están poniéndose azules, su cabello ya casi no es morado y sus ojos se ven más grises que azules—. El sol está muy cerca, muy muy cerca.
Medras alza su mano sin éxito tratando de señalarme algo, al mirar arriba, veo a lo que se refiere. No es el sol lo que está a punto de estrellarse con nosotros, las llamas de los dragones de fuego nos apuntan directamente, siento como unas manos nos empujan derribándonos al suelo. Binu ruge tan fuerte que mis oídos arden del dolor, ella es la que recibe las llamas, y por ilógico que se vea, a ella no le pasa nada, en vez de eso muestra sus garras y con la poca fuerza que tiene vuelve a convertirse en un gran dragón volviendo a reinar los cielos.
—Iré por Conan —Nos grita a lo lejos Eric, que va a toda velocidad esquivando a los enemigos, lo veo alejarse entre la multitud
—¡Carajo! —Digo al notar más sangre sobre mí, me siento en el suelo atrayendo a Medras entre mis brazos, tomo su rostro con cuidado—. Vamos Medras, no cierres los ojos...
—Tengo sueño —Me dice sin dejar de verme—. Todo este tiempo, nunca le temí a nada en mi vida... ahora todo parase insignificante y eso me aterra. Solo quiero dormir.
—Falta mucho para eso, muchísimo.
—Hice bien mi deber ¿no es así su alteza? yo protegí a mi rey...
—No soy tu rey... yo no...
—Te digo así por qué eso es lo que eres —Medras se aferra al cuello de mi armadura—. Es lo que tu interior emana de ti. El poder de un verdadero rey... está aquí —Su mano sube hasta mi corazón—. Solo tiene que despertar.
Medras cierra los ojos por unos segundos que parecen eternos.
—Sigo aquí su alteza —Su voz me regresa a la realidad—. Pero ya no puedo más.
Me levanto dando un grito de dolor, mis piernas están a punto de doblarse por el esfuerzo, pero sigo intentando hasta que logro estar de pie. La piel de Medras pierde color, no puedo verlo más, porque ya no es él, no veo su esencia. Aquel niño que me dio la mano cuando más lo necesitaba, aquel chico que me defendió a toda costa a lo largo de mi vida ya no está, no lo puedo encontrar. ¿Dónde quedo Medras Diggory?
Eric no aparece por ningún lado, los oscuros a mi alrededor mi ignoran por completo, dejándome pasar con mi amigo, algunos se burlan, otros me lanzan cosas que rebotan hacia otras partes, incluso me dicen cosas que no creo poder borrar de mi mente jamás.
—Ya has perdido suficiente —La gran voz de Agroz suena por todo el terreno, incluso los árboles se mueven al unísono con él, Agroz llega hasta mi padre que los separa una línea fina de guardias a la espera por atacar—. Este reino no es importante para ti, no deberías estar interfiriendo, no cuando sabes el precio que debes pagar por ello.
—No dejaré que toques siquiera el muro de ese castillo —Mi padre le contesta alzando su espada llena de sangre oscura—. ¿Cuántas veces más debo repetirte que no perteneces aquí? eres una plaga.
—Me detuviste una vez, solo una vez y con eso me basta —Agroz se abalanza contra mi padre y los pierdo de vista cuando los oscuros y los guardias empiezan a luchar alrededor de ellos
Vislumbro a mi derecha a los hechiceros de luz, Conan y Félix están ahí, grito con todas mis fuerzas el nombre de Conan, pero no me escucha, está demasiado lejos, así que hecho a correr aunque mi cuerpo no pueda más. Algo se enreda en mis pies, como una víbora, se trepa por mi tobillo y jala con fuerza. El cuerpo de Medras cae de mis brazos y yo acabo de cabeza.
—Principito, principito —Triddor me sonríe con malicia—. ¿A dónde con tanta prisa? Aún tenemos cosas de que hablar, lo demás puede esperar —Triddor voltea a ver hacia el suelo, mira el cuerpo de Medras que está a punto de morir si no hago algo—. Que lastima, me caía bien, pero solo era un cazador de brujas.
—¡Era mi guardia personal y mi mejor amigo imbécil! —Le grito intentando zafarme de sus marcas oscuras, mi espada está en el suelo justo a lado de Medras—. ¿Lo planeaste todo no es así?
Triddor me sonríe, sus dientes blancos destellan a la luz de la luna.
—¿Estás acusándome de haber planeado que alguno de tus amiguitos inútiles estuviera en una posición vulnerable como para que tú te arriesgaras a proteger su vida, aun sabiendo qué tenías a tu guardia detrás de ti en todo momento? —Triddor me mueve de un lado a otro mareándome—. Pues si, si lo dices de ese modo, puede que lo haya planeado.
Triddor intenta volver a sonreír, poco a poco su sonrisa se convierte en una mueca de dolor y furia, una gran hacha le ha dado justo en el cráneo. Sus marcas oscuras desaparecen dejándome caer al suelo.
—¡Con mis amigos nadie se mete! —Vicky aparece llena de tierra y sangre—. Y menos el perro faldero de Agroz Baraz.
Triddor se arrastra intentando salir del camino de Vicky, con una mano busca el mazo del hacha, cuando la encuentra, la sostiene fuerte y se la arranca, el sonido es espantoso, la sangre empieza a salir a borbotones.
—¡Otra bruja más a la que le quitaré su magia! —Triddor ríe levantándose lentamente—. ¡Otra niña estúpida que no sabe que en vez de enfrentarme debe huir!
—Ven por mi perrito —Vicky me da una mirada, una que dice que huya, que tome a Medras y que me aleje de aquí—. Anda, quiero que me persigas ¿o acaso ni siquiera sabes hacer eso?
Triddor parece olvidarse completamente de mí y sale a por Vicky, ella le lanza un hechizo que Triddor evita, lo atraviesa con facilidad, ellos dos se involucran en una pelea sin escapatoria. No puedo elegir que camino tomar, no puedo dejar a Medras morir de esta forma y tampoco puedo dejar a mi mejor amiga sufrir bajo la magia de Triddor... no puedo elegir.
—¡Desmond! —La voz de Conan llega a mí como una ráfaga de aire, al voltear tardo en saber donde está. Conan sigue estando muy lejos ¿cómo es que su voz se escuchó tan fuerte? me está viendo, él sabe donde estoy, viene corriendo hacia mí
Me agacho para tomar de nuevo a Medras, estoy a punto de levantarlo cuando sus manos me detienen.
—No lo hagas —Me dice con dolor—. No me levantes... no...
—Debemos llegar a Conan —Me hinco a su lado, él asiente intentando comprender
—Duele demasiado, arde y quema y duele y... no me muevas. Te lo suplico Desmond, te lo suplico como tu guardia y como tu mejor amigo... por favor.
—Si no te llevo con Conan tú vas a... —No puedo ni siquiera pronunciar la palabra
—Entonces deja que suceda —Medras poco a poco va cerrando los ojos, hace un esfuerzo para mantenerlos abiertos—. No podemos ser eternos para siempre...
—No puedes pedirme algo así... No lo permitiré. No puedes dejarme —Siento mis ojos llorosos—. Aún debes quedarte a mi lado ¿Entiendes? ¿Medras?
Sus ojos ya no se abren, su pecho ya no sube ni baja, y por fin su cabello morado se torna en un gris seco. Las marcas oscuras se ven aún más fuertes, como si sintieran que por fin este cuerpo les pertenece. Con todas las fuerzas del mundo tomo le flecha de su pecho y la arranco. Es como si la flecha fuera simple polvo, se desvanece en el aire, sin el menor remordimiento por lo que hizo.
—Vamos —Le digo moviendo su cuerpo—. Abre una vez más los ojos ¿Sí? Vamos ¡Ábrelos!
Las lágrimas me nublan la vista, solo oigo caos a mi alrededor de la misma manera en como mi cuerpo y mente se encuentra ahora mismo.
Medras ha muerto. Mi mejor amigo se ha ido.
No sé cómo logro tomarlo entre mis brazos temblorosos y llenos de sangre, pero lo levanto una vez más y empiezo a caminar sin un camino fijo, Arriba los dragones pelean en una batalla sin fin, Binu está siendo ayudada por el dragón de hielo, Amber y Amelia aún van sobre él.
Agroz surca los cielos, sus marcas oscuras lo sostienen allá arriba, no va solo, Agroz tiene a mi padre entre sus manos, lo está ahorcando, tanto que desde aquí arriba puedo ver lo rojo que se está poniendo. La mirada de Agroz es aterradora, le satisface estar aquí imponiendo miedo, le encanta tener a su presa entre sus garras. Luca grita el nombre de Agroz y les hace señas a los hechiceros de luz, ellos con su magia hacen un camino de burbujas que va directo a Agroz. Luca sube por el camino rápidamente tras de él, va Tetis y Sharman que van despegándole el camino de los oscuros que tratan de atacarlo, cuando mi hermano llega a la última burbuja da un salto inhumano desplegando sus marcas oscuras dejando a mi padre aún más rojo de la sorpresa, quizás a estas alturas ya debería estar muerto, pero sigue viendo atento a Luca, a su hijo primogénito ser todo lo que él odia, la especie de ser humano que más le ha arrebatado, lo ve como una decepción, como algo vil y asqueroso.
Quiero ir con él, estar junto a mi hermano y darle todo mi apoyo, decirle que es muchísimo más fuerte de lo que cree y que no es ningún error ni un monstruo. Luca es nuestra salvación.
Luca lanza sus marcas oscuras a Agroz tan fuertes que hace temblar incluso a las montañas, Agroz suelta a mi padre que caen por el camino de burbujas hasta el suelo donde rueda intentando respirar. Una nueva horda de oscuros y gente de ojos morados sale de entre las montañas. Mi hermano y Agroz empiezan a pelear hiriéndose por todos lados.
—No te dejaré —Susurro sin ver el rostro de Medras, sigo corriendo por todo el terreno, el cuerpo frío de mi amigo me hace querer vomitar, quiero detenerme y gritar, llorar y destrozar todo—. Seguiremos hasta el fin ¿sí? tienes que volver y decirme lo olvidadizo que soy, lo glotón que llego a ser y tienes que volver y seguir protegiéndome ¿me oyes? volveras y todo estará bien.
Agroz toma con sus marcas oscuras a Luca por la cintura, atrayéndolo a él y a sus sombras. Las manos de Luca se tornan de un negro tan intenso que se fusiona con todo lo demás, sin pensarlo, entierra sus manos en el rostro de Agroz. El grito que da es una muestra de lo débil que es. Los dos caen por los aires, enredándose y golpeándose el uno con el otro. Luca cae en un arbol cercano, los hechiceros de luz ya van por el Agroz, sin embargo, cae directo en toda la masacre.
—Ni siquiera pudimos celebrar tu cumpleaños —Le digo a Medras y más lágrimas corren por mis mejillas—. Era en unos dias... ¿En cinco? ¿En nueve? ¡Carajo no me acuerdo!
Mi voz se quiebra, al igual que todo a mi alrededor. Los dragones de fuego rugen dando su último aliento, los veo caer del cielo al mismo tiempo directo en el camino que me separa de Conan y los demás. Aferro con más fuerzas a Medras, un miedo profundo me traspasa el alma. Binu vuela junto al otro dragón, se acerca a el para que las chicas se suban a Binu con cuidado, en cuanto lo hacen el dragón de hielo baja del cielo en picada con un solo objetivo.
Agroz Baraz.
El dragón da una vuelta y una luz verde lo hace transformar de nuevo en aquel chico de cabellos blancos y ojos rojos. Agroz solo tiene ojos para él. En cuanto el chico baja al suelo, una marca oscura sale de su brazo atrayendo a un oscuro para quitarle su capa, en cuanto se la pone, levanta tan alto al chico que lo termina aventando hasta el otro lado de las montañas. La batalla parece detenerse, como si aquel chico fuera un enigma que resolver y Agroz lo sabe porque tampoco hace nada.
—Qué día más interesante para reencontrarnos —El chico le dice a Agroz sonriéndole—. ¿No es así padre?
Casi dejo caer a Medras de mis brazos, todo el mundo da un grito ahogado y los susurros llenan el lugar. No puede ser... ese chico ¿cómo no me di cuenta antes? es la viva imagen de Agroz, incluso sus voces suenan iguales.
—¡Tomen a los rojos! —Grita Agroz haciendo que el suelo retumbe, sus oscuros y los de ojos morados se repliegan en busca de Conan y Félix que están protegidos por los hechiceros de luz—. ¡Maten a cualquiera que se les interponga!
Su hijo vuelve a convertirse en dragón, sus alas blancas agitan las hojas como si fuera una tormenta y toma a su padre entre sus garras, incluso atraviesa su pierna, Agroz lo ataca enredándolo con sus sombras, los demonios bailan alrededor del chico que lucha contra su padre al mismo tiempo que lo avienta hasta que se estampa entre las montañas con un ruido de muerte.
—¡Conan! —Grito demasiado alterado como para prestarle atención a lo demás—. ¿Dónde estás? ¡Conan!
Rodeo a los dragones de fuego, que poco a poco se van transformando en dos pequeños niños... esto es increíble ¿cómo Agroz permitió que dos niños lucharan en esta batalla? no pueden tener más de diez años y por lo que noto, deben de ser gemelos, son exactamente iguales. Alguien me toma el hombro y por un momento, pienso que se trata de Conan; sin embargo, los ojos cansados de Vicky bajan hasta chocarse con el cuerpo de Medras.
—Rápido, Conan y Félix están siendo atacados... se los van a llevar, tenemos que llegar y hacer que Medras...
—Desmond —Vicky me entierra más sus uñas, entro en razón momentos después—. No podemos hacer nada ¡Mira como están masacrando a los hechiceros de luz que tratan de proteger a Conan y Félix! si entramos en esa zona solo saldremos de ahí muertos.
—No lo entiendes ¡¿acaso no te importa Medras?! Aún tiene una oportunidad, solo debemos llegar...
—Medras me importa tanto como a ti. ¡lo amo! y lo amaré siempre. Pero ya murió Desmond y no podemos arriesgarnos a lo mismo.
Mis facciones se hacen duras, aprieto mi mandíbula demasiado fuerte que incluso truena, acerco más el cuerpo de Medras a mí y me doy la vuelta alejándome de Vicky yendo a la dirección donde Conan aún está. Mi amiga grita mi nombre repetidas veces, yo la ignoro y sigo mi camino. Triddor aparece de la nada entre los hechiceros de luz, alzando su mano finamente y de un chasquido hace que todos los hechiceros se detengan, como si el tiempo para ellos se hubiese detenido, Triddor ríe empezando a aventar a los hechiceros que impiden su camino a los demás oscuros pasan entre los de luz asesinando a uno que otro, mi estómago se revuelve de solo presenciarlo. Félix se pone frente a Conan en modo protector, no lleva ninguna arma y Conan ya no tiene flechas.
—¡Conan! —Grito desgarrando mi garganta, él me escucha y su mirada se detiene primero en mis ojos y después bajan a Medras, Félix hace lo mismo, se ponen pálidos y sus cabellos destellan en un rojo tan ardiente que tengo miedo de que se quemen ellos mismos—. Vamos, ya casi, Medras, ya casi...
Triddor toma con sus marcas oscuras a los dos, los oscuros se abalanzan a ellos envolviéndolos de pies a cabeza, Conan y Félix gritan y pelean sin éxito, incluso Conan grita mi nombre tan desgarradoramente como yo hace rato.
—Que divertido fue todo esto —Me lanza Triddor viéndome fijamente, pasa su lengua por sus labios—. Volvamos a jugar así ¿vale? repitamos lo de esta noche su alteza, me entusiasma mucho ver quien será el siguiente —Triddor se mofa en mi cara guiñándome un ojo
Solo me queda ver como de un nuevo truena sus dedos en un chasquido, desapareciendo junto con sus oscuros llevándose también a Conan y Félix, quedando únicamente los hechiceros de luz que vuelven en sí sin saber qué demonios acaba de pasar. Todo se ha perdido, todo ha quedado reducido a cenizas.
Conan se ha ido.
Medras se ha ido.
¿Me iré yo también?
Mis rodillas ceden a lo cansado que me siento, mi corazón palpita tan lento que hace que mi vista se vuelva borrosa y que mi cabeza no piense en otra cosa que no sea dormir. Sí, solo eso necesito, dormir e irme de aquí. Tengo que llegar a casa... a un hogar donde Conan y Medras aún estén a mi lado. Mi cuerpo cae junto con el de Medras en el duro suelo y todo a mi alrededor se torna de negro y por un instante puedo alcanzar a ver el hilo del amanecer salpicando a las montañas gritándome que aún quedan esperanzas, que aún debo levantarme y seguir luchando.
Yo elijo dormir.
Dormir, dormir, dormir.
Solo eso y nada más.
Basta no puedo con esto ¡es que de solo imaginarme al pobre de Desmond corriendo por todos lados con el cuerpo de Medras me desgarra el corazón! para Desmond eso será un trauma, algo que no podrá olvidar nunca... pero nunca se dio por vencido, el solo quería a su amigo de regreso, solo eso. Cuando reescriba la historia para mejorarla, Medras tendrá muchísima más participación en todo, como debió de ser desde un principio, así que su muerte dolerá más... es un personaje muy querido para mí, no puedo dejarlo ir, aún no. Incluso le puse ese apellido DIGGORY por Reid Diggory del libro asesino de brujas porque amo a su personaje con mi alma entera y será así hasta el fin de mis días, ¿notaron la referencia que hice a este libro?
Conan ya no estará al lado de Desmond y eso traerá consecuencia para ambos, Agroz lo tiene en sus garras, pero su hijo llego para ponerlo en su lugar ¡ya necesito que lo conozcan más! es todo un amor de persona, no como su padre hijo de... ¡Bueno! ire a llorar un rato hecha bolita... nos vemos.
Ala. 👑
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