Capítulo 29. Alteza Bermellon
DESMOND
—Padre por fin llegas —Mi padre está frente a mí, se ve demasiado cansado, su mirada asesina me ve de arriba a abajo, analizándome con cuidado—. Te tardaste demasiado.
—No me hables de eso, Desmond —No saluda a Luca que está junto a mí, parece ignorarlo por completo—. No saben la vergüenza que pase con el rey Millar ¡destruyeron todos sus barcos!, no nos dejaron ninguno y además de eso se llevaron a un montón de sus hechiceros de luz ¡Ah y también secuestraron a su hija! es increíble —Mi padre se deja caer en su trono, un trono grande, hecho de la mejor madera y adornado por todos lados con obsidiana, su oscuridad nos ilumina como un viejo amigo—. No tuvieron cuidado ¡han hecho trizas todo mi esfuerzo! Propiciaron la muerte de los padres de Amelia.
—No tuvimos nada que ver con eso —Mi voz resuena en todo el lugar, demasiado molesta como para ocultarlo, Luca trata de tomarme del hombro, yo avanzo hasta las escaleras que llevan al trono—. Fue una tragedia, un asesinato vil y cruel, pero los oscuros ya lo tenían planeado. Contigo o sin ti en este reino no hubiese cambiado nada. Agroz quiere las cabezas de todas las familias reales —O corazones... trago un poco de saliva poniéndome tenso—. La primera fue la familia Albilon ¿cuál seguirá después padre? sé que sabes la repuesta ¡Y no secuestramos a Tetis!
—Sabes muy bien lo que tenía que hacer —Mi padre rueda los ojos como si no lo comprendiera—. Una vida por miles... ahora eso ya no importa, ya no servirá —Mira de reojo a Luca que sigue sin hablar—. Debí asesinar con mis propias manos a ese rojo. Conan debió sacrificarse, nada de esto hubiera pasado si...
—No has cambiado en nada —Luca da unos pasos poniéndose a mi lado—. Sigues siendo un rey egoísta ¿no te preocupa la muerte de los padres de Amelia? ¿No te preocupas por ella?
—¿Por qué debería preocuparme una niñita que llevara a la ruina a su reino en semanas?
—¡Claro! —Luca alza las manos y señala a mi padre—. Como te iba a preocupar eso si ni siquiera te preocupas por tu propio reino ni por tus hijos. Pensé que eras diferente padre, pensé que seguías teniendo valor.
No puedo decir en qué momento mi padre se levantó del trono y camino con grandes pasos hacia mi hermano, tampoco cuando su mano acabo golpeando su mejilla. Luca da un paso hacia atrás sosteniéndose la mejilla que se ha puesto roja, la mano de mi padre la lleva tatuada como un recordatorio, como una amenaza.
—No puedo creer que me hables así. Apenas llevas segundos en este mundo después de estar durmiendo y holgazaneando en tu propia mente y vienes a mí y lo primero que me dices es eso, ¡soy tu padre y tu rey!, aún están bajo mis órdenes. No piensen que los dejaré salirse con la suya, ya no, si es necesario los encerraré a todos —Mi padre no deja de ver intensamente a Luca—. Sé lo de tu conexión con Conan... y eso no significa que no pueda sacrificar a mi propia dinastía por el bien de estos reinos.
Con eso último siento como me quedo sin aire, como dejo de parpadear y como la sangre deja de fluir en mi cuerpo, mis rodillas casi seden, casi caigo de rodillas, a suplicarle a mi padre, a rogarle que no vuelva a pensar eso. Luca, al contrario, no se mueve, alza más su barbilla en señal de lucha, veo las marcas oscuras asomándose en sus brazos, como gotas de agua fluyen poco a poco apoderándose de su cuerpo. Tomo su brazo derecho, él me mira y yo le hago señas hacia la salida.
—Si crees que puedes sacrificarlo —Mi padre regresa a su trono—. Estás muy equivocado. Luca puede destruirte de un chasquido si quisiera, considero firmemente en que mi hermano tiene mucha más inteligencia, fuerza y amor que dar por este reino que tú y si debiera sacrificar a alguien, no dudaría en elegir en mi propio padre. Mi madre quizás te amaba, pero sabía el hombre que eras, por eso buscaba en Agroz algo más... algo que no podía encontrar en ti.
Mi padre pierde color, se pone pálido con mis palabras, abre la boca para decir algo, sin embargo, lo interrumpo dándole una de mis mejores sonrisas.
—No te olvides de ir a la coronación de Amelia —Le hago una mini reverencia—. Así que no llegues tarde.
Jalo a Luca para que juntos salgamos de este maldito lugar, hay algo en esta sala que no me gusta, cada que entro me pone la piel de gallina, quizás sea porque me veo a mí mismo reflejado en el trono, tomando asiento y dejándome llevar por su tortura. Jamás le había dicho algo así a mi padre, fue demasiado, me desconocí por un momento, me dejé llevar por lo que creía correcto... aún lo creo, aún creo que la más sabia decisión es luchar con valentía, con la cabeza y con el corazón y no solo con espadas y flechas.
...
La catedral se sume en silencio cuando todos entramos en ella. Ha venido muchísima gente importante, tanta que me da miedo de que pase algún disturbio. Duques y duquesas, condes y condesas e incluso vizcondes y vizcondesas han venido de sus lujosos hogares para contemplar la coronación de Amelia. Todos ellos prefieren no meterse en líos que incluyan a los oscuros o a la magia, prefieren estar seguros en sus casas rodeados de sus riquezas, pero incluso ellos saben que su presencia aquí es relevante, es una muestra de apoyo y lealtad hacia el reino Grana.
—La gente afuera está demasiado emocionada —Me dice Medras junto a mí, su traje de gala lo hace ver como todo un duque, los gritos del pueblo hacen que mis oídos duelan—. Están emocionados y afligidos, supongo que esto debe de ser difícil como emocionante... su nueva reina no tarda en llegar.
No le contesto, me sumo en mis pensamientos, todas las personas se mueven en sus asientos demasiado ansiosas e incómodas. Amelia nos invitó a todos a venir, sin importar su estatus o clase, todos nuestros amigos están aquí, prácticamente en los asientos de primera fila para ver su coronación. Me encuentro en medio de mis mejores amigos, Medras y Vicky me rodean como un escudo, me siento demasiado bien, con ellos a mi lado todo parece ser más fácil. Mi hermano se encuentra en los asientos atrás nuestro, al parecer es imposible despegarlo de Tetis, Sharman y Eric, me da gusto verlo con ellos, parece ser que le tienen demasiado aprecio a mi hermano y que no dudarían en usar su magia contra la gente que trate de herirlo. Frente a mí está Conan sentado con los que por lo visto son sus mejores amigos, Félix y Amber nunca lo han dejado de apoyar, parece ser que arriesgarían lo que fuera por él, lo defenderían hasta el fin de sus vidas y sé con certeza que jamás lo dejaran solo.
—Siento la tardanza —Binu aparece junto a Medras, peinada con trenzas y un montón de broches de mariposa haciendo ver su cabello azul agua como un estanque luminoso, tiene puesto un vestido color lila que hace resaltar sus ojos naranjas, se ve preciosa—. Este maldito... —Se tapa la boca al notar que ha maldecido en un lugar sagrado—. Este vestido no me favorecía en nada, tuve que hacerle algunos cambios —Nos enseña sus manos y en vez de sus uñas normales, unas pequeñas y filosas garras nos señalan
—¿Desde cuándo puedes hacer eso? —Medras le pregunta lo más bajo que puede, las garras de Binu han llamado demasiado la atención
—Desde que nací... algo así —Ella se encoge de hombros tapando sus manos—. Nunca las uso. Me refiero a que si lo hago me taro mucho en volver a la normalidad, nunca aprendí a aparecerles y desaparecerlas a mi antojo, pero esta vez era importante. Espero no arañar a nadie en lo que desaparecen.
—Se te ven geniales —Vicky le da una sonrisa desde el otro lado—. Incluso brillan en tonos verdosos, son increíbles.
Binu parece hacerse más pequeña, pasa un mechón atrás de su oreja y noto que se sonroja. Medras le da un pequeño empujón, no quiero entrometerme y ver su momento... pero soy yo, y soy demasiado chismoso si me lo propongo. Medras toma con delicadeza la mano de Binu y traza las líneas de su palma hasta llegar a sus garras, Binu ya no solo está sonrojada, parece estar a punto de estallar.
—Cada día me sorprendes más —Medras le dice, volteo hacia la entrada de la catedral para disimular que no los estoy escuchando ni viendo—. Eres un mar de secretos.
—¿No te dan miedo? —Binu suelta una risita—. Puedo atravesarte con ellas, puedo cortar ese lindo cabello tuyo...
—No podrías tocarlo, mi cabello es sagrado. Tampoco podría pelear contigo.
—¿Por qué perderías?
—No —Medras no puede aguantarse la risa—. Porque sé que jamás acabaríamos de luchar, somos demasiado tercos y competitivos, duraría de por vida, nos convertiríamos en polvo si lo hiciéramos.
—Hagámoslos entonces... una vida a tu lado no parece difícil, sé que puedo sobrevivir si estás a mi lado, no le temo a nada, no contigo.
Medras se queda callado, puedo sentir como se tensa junto a mí. Conan y Félix se voltean a verlo de un vistazo rápido, sé que sienten los nervios de Medras, todos los sentimientos que ahora está sintiendo, ellos lo sienten al triple. Conan desvía su mirada y busca la mía con desesperación, cuando la encuentra nos quedamos varios segundos viéndonos, es como si nuestras miradas hablaran por nosotros, es como si con solo mirarnos pudiéramos decirnos todo lo que no nos atrevemos. Conan viene vestido con un traje en varios tonos de azul, lleva una camiseta blanca con mangas holgadas, demasiado ajustada, desde aquí tengo un buen ángulo para ver su clavícula, va peinado con su cabello hacia atrás, un solo cabello cae en su frente dando donde comienza su cicatriz. Se ve demasiado atractivo.
—No te lo dije —La voz de Medras vuelve a sonar junto a mí—. Te ves demasiado preciosa.
Ahora es Binu la que no contesta, sin embargo, no puedo voltear a ver si es que se ha puesto más roja porque sigo con la mirada fija en la espalda de Conan, rezando para que él vuelva a voltear solo una vez más... Los gritos de afuera me sacan de mis pensamientos, retumban por toda la catedral y siento que sus vidrios se romperán en pedazos. Sé la razón de sus gritos, todos lo sabemos.
—Ni siquiera había notado al arzobispo —Vicky señala al arzobispo que espera solemnemente a la princesa, junto a él en una caja de cristal está un cetro decorado con joyas preciosas y un orbe del mismo modo—. La corona es preciosa, parece pesar igual que un costal de harina.
La corona es, como dice Vicky, demasiado pesada, con diamantes adornándola por todas partes, posa cuidadosamente en una almohadilla color durazno a un lado de la caja de cristal.
—Ahí viene —Vicky me toma del brazo apretándolo de la emoción—. No puedo creerlo...
Amelia aparece en el umbral de la entrada de la catedral como si fuera algún tipo de ser divino, su vestido en tonos blancos y rosas la hace ver como la mujer más bella de todos los reinos, entra caminando con lentitud, todos los presentes nos levantamos mientras la música comienza a sonar, una melodía tranquila, pero digna de una coronación. Amelia se ve muy tranquila, demasiado para lo que está a punto de suceder. Sus cabellos rubios caen en bucles sobre sus hombros, sus labios rojos hacen juego con la corona que le espera del otro lado.
—Tu padre no deja de verte con esa mirada asesina que tanto conocemos —Medras me susurra sin quitarle la vista a Amelia
—Lo sé, puedo sentirla sin siquiera verlo.
Del otro lado, solo a un par de metros, mi padre tiene los ojos puestos en mí, se encuentra reunido junto a la duquesa Ruby que se nota ya un poco más vieja, puedo ver desde acá algún par de canas asomándose en sus cabellos negros, también están los padres de Amber, que son la viva imagen de su hija, con esos ojos gatunos verdes, los padres de Víctor y Claus igual se encuentran presentes. Todas las casas del reino Umbria están aquí para apoyar al reino Grana, pero dudo que mi padre haya venido por voluntad propia, parece ser que solo vino a calentar su asiento.
—¿Promete y jura gobernar todos los pueblos de este reino de acuerdo con sus respectivas leyes y costumbres? —La voz del arzobispo suena en toda la catedral, sus palabras no dejan de sonar en mi cabeza como eco, Amelia está parada frente a él con la mirada en alto—. ¿Promete poner fin a todas las pruebas que la magia oscura someta contra el reino Grana a pesar de su propia vida? —Con eso un escalofrío me recorre la columna, Amelia se pone pálida y traga un poco de saliva sin bajar la mirada
—Lo prometo solemnemente.
—¿Y procurar, en la extensión de su poder, que todos sus juicios estén presididos por la ley y la justicia para todos sus soberanos?
—Sí, lo prometo solemnemente.
Amelia ya no parece ser solo una chica de diecisiete años, ya no, no más, no desde el instante en que pronuncio la palabra prometo, algo digno de todos aquellos herederos al trono, algo que solo ellos pueden entender, porque lo llevaran consigo en resto de sus vidas. Amelia no ha sido la princesa más joven al heredar un reino, el padre de Tetis con solo doce años se convirtió en rey, todas las personas pensaban que no podría llevar a la cima al reino Marisma y, sin embargo, lo hizo y no solo eso, convirtió a su reino en el más poderoso de todos. No solo por ser joven significa que todo este perdido, aún hay tiempo, podemos lograr lo que generaciones futuras soñaban, podemos subir a la cima, y coronarnos sin ayuda de nadie.
—¿Mantendrá con todo su poder las leyes que alguna vez los antiguos reyes impusieron? ¿Mantendrá en el reino Grana la paz? ¿Guiará a toda persona hacia la luz y hacia los dioses divinos, mientras la sagrada corona pose en su coronilla como muestra de esperanza?
—Lo prometo. Todo lo que hasta aquí he prometido lo cumpliré y haré cumplir cada una de estas promesas por todos los dioses y por todos los que alguna vez llevaron esta corona, haré que mis palabras valgan y que mi cabeza y corazón guíen a todo mi reino a la gloria.
De un momento a otro, el arzobispo hizo que Amelia se arrodillara levemente y que agachara su cabeza, los dedos huesudos del arzobispo tomaron la corona con fuerza, demasiada para no dejarla caer y con precisión y cuidado pone la corona en la cabeza de Amelia, la corona brilla con intensidad en su nueva portadora, parece ser que todo este tiempo la estuvo esperando solo a ella y por si fuera poco Amelia se da la vuelta dándonos una sonrisa celestial, digna de la reina que es. El arzobispo le hace una pequeña reverencia en cuanto le entrega su cetro y u orbe.
—¡Aquí está la sabiduría, la fuerza y la esperanza de un reino! —El arzobispo alza la voz para que incluso la gente de afuera escuche—. ¡Larga vida a la reina Amelia Albilon!
Se dice, en varios documentos e historias, que cuando un príncipe o princesa es proclamado rey o reina y en cuanto el arzobispo acabe de decir larga vida... todos los presentes deben hacer una reverencia, si no lo hacen, es que no aceptan a su nuevo monarca, que están rechazándolo directamente sin emitir palabra alguna. Este no es el caso, nadie duda ni siquiera por un segundo, todos, aquí adentro en la catedral, como allá afuera, le hacemos una reverencia solemne. Aceptándola como la nueva soberana de este reino. Como la reina Amelia Albilon, la reina rosa.
Que lindoooo capituloooo aaaaaa, pronto aparecerá alguien a quien Amelia querrá proteger, alguien que le gustara como jamás le ha gustado alguien ¿quién sera? buenooo ya quiero que Conan y Desmond arreglen sus problemas porque son malentendidos, las mentiras que se ocultaron los llevaron a alejarse, todo puede pasar, recuerden que ellos se siguen gustando así que.... jhfkwejk gracias por sus votos, los demás capítulos que siguen son de pura acción y minis infartos, pónganse atentos.
Ala. 👑
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