Capítulo 1. Rojo como la sangre
DESMOND
El sonido de las campanadas del palacio resuenan en cada rincón, eso significa que ha comenzado un día lleno de fiesta, todos en el castillo van de un lado a otro, acomodando mesas, decoraciones y comida, en mi camino paso justo delante de una mesa de deliciosos bocadillos, me detengo para poder comer una que otra galleta, nadie puede decirme nada aunque quisiera, soy el príncipe, futuro rey, no tengo que temerle a nada en el castillo...
—¡Su alteza!— conocía perfecto esa voz y era mejor correr, pero Vicky ya estaba delante de mí —. No debería comerse las galletas especiales para los caballos.— su expresión de seriedad me convence tanto que de inmediato busco un balde para escupir las galletas —. Basta, basta, era una broma, son galletas de vainilla con arándanos.— ella se empieza a reír mientras se seca una lágrima inexistente de su ojo
—Dios santo Vicky casi me matas del susto, por poco escupía todo aquí, pero ya te he dicho que no me llames su alteza, sabes que puedes llamarme Desmond.— tomo otra galleta de la mesa y sin temor a que sea para los caballos me la como
Ella me mira vacilante, sus ojos azules se conectan con los míos, desvío la mirada, nos conocemos desde niños, ella nació en el castillo en el mismo año que yo, su madre era una cocinera aquí, la conozco de toda la vida, pero a veces una tensión rara se siente cuando estoy con ella.
—Está bien su al... Desmond, date prisa y deja de comer galletas.— me da una palmadita en mi mano al ver que ya estaba agarrando más galletas —. Llegarás tarde al combate.
La fiesta es para celebrar el día del cumpleaños de mi madre, todos los años lo hacemos, todos celebran a la gran reina, la aman y la extrañan tanto como yo. La tradición la puso mi padre, hay bailes, ferias y toda clase de eventos.
El evento más esperado del día son los de combate, dónde chico contra chico peleaban hasta que uno golpea tanto al otro como para ya no moverse, no es de mis actos favoritos, pero tengo que estar presente viendo.
—Escuche que hoy dos chicos de las grandes casas pelearan.— unas mujeres de la alta sociedad hablan detrás de mí, me acomodo en mi asiento, mi padre, el Rey está a mi derecha, sentado con la mirada fija en la arena, sumido en sus pensamientos —. El chico de la casa Banan no durara mucho, es muy débil, sin problema el chico de la casa Puke ganara.
Hoy toda la arena está llena, cuando por fin los chicos entran la gente grita de la emoción, van vestidos de los colores de sus casas, amarillo para Banan y café para Puke, los minutos pasan y de un momento a otro los chicos están golpeándose el uno con el otro, solo tienen sus puños para defenderse, sin espadas ni arcos ni ninguna arma, ellos son su propia salvación.
Algún día estaré ahí, en esa arena, con los pies descalzos, tocando la arena caliente, con los puños rojos de sangre frente a frente, con mi contrincante y aunque ya tengo la mayoría de edad para pelear, mi padre no me deja y no es porque soy un chico débil es porque me contempla como alguien poderoso y sabe que ganaría, triunfaría, sin embargo, mi padre no quiere mostrarme al reino, no aún, es muy pronto.
Todos en la arena dan un grito, el chico de la casa Banan tiene al otro debajo golpeándolo, lo tiene por fin, es ya ganador, ha ganado, pero se distrae con los gritos de las personas y el chico que tiene debajo lo lanza de una manera tan fuerte que termina chocando con el muro, lo toma de la cara y le da una buena patada en el abdomen y después un puñetazo en la mandíbula, el chico termina destrozado después de algunos minutos, bajo la mirada.
Los espectadores gritan de la emoción al ver por fin a un ganador que se levanta victorioso, el chico de la casa Puke tiene la nariz rota y le sangra, pero para él es como tenerlo todo, el premio son unas monedas de oro y una gran capa adornada con piedras preciosas y lujosas más aparte ser miembro del escuadrón de los guardias del castillo, yo soy el que siempre les pone la capa lujosa. Bajo con cuidado desde mi lugar con la capa entre mis manos sonriendo a todos, ahora la atención está sobre mí, me aman y yo amo que lo hagan.
Un ruido extraño y fuerte viene de la entrada de la arena, volteo a observar que es, un silencio inunda todo segundos antes de que la puerta se rompa dejando ver a una gran vaca corriendo como loca por todos lados, la capa se me cae de mis manos, todos gritan, la vaca da brincos y brincos.
—¡Luu basta!— un chico con el cabello rojo como la sangre atraviesa la puerta, va con la ropa más vieja que he visto en mi vida, corre tras la vaca, pero está no paraba de brincar —. Luu tranquila, por favor nena solo tranquilízate.
Por estar contemplando a aquel chico jamás me percaté de que esa vaca llamada Luu me tenía como objetivo, sus ojos y los míos se juntaron y de un segundo a otro ella se estampa conmigo haciendo que salga volando, no muy lejos, jamás pensé que las vacas tuvieran tanta fuerza, mi cuerpo choca contra la arena caliente y puedo sentir como la sangre sale de mi cabeza, mi brazo se raspó...me duele mucho.
Todos en la arena hacen silencio y mi padre grita algo que no pude entender, sin embargo, antes de que mi padre o los guardias lleguen a mí, aquel chico de cabello rojo corre a mi dirección, su cara es de terror, parece tan preocupado, tan asustado.
Me toma de la cabeza y del brazo dejándose caer junto a mí, sus manos son tibias como el sol, de cerca lo puedo ver mejor, su cara está algo sucia, sus mejillas se tornan rojas, lo que hace que se combine con su cabello, siento alivio, un alivio que se va extendiendo en todo mi cuerpo, no quiero que se detenga, fuera lo que fuera que me esté haciendo me hace sentir mejor, el dolor no sigue, me está curando, sus manos mágicas me están curando.
Sabía lo que eso significa, pero aun así, deseaba que jamás se fuera de mi lado.
Aquí mi primer capítulo de esta novela que será una trilogía, estoy muy emocionada, tengo mucha fe en esto, este es mi regreso a la escritura de fantasía, trataré de hacerlo lo mejor posible, gracias a todos los que me apoyan y leen mis historias.
Ala.👑
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