epilogue


epilogo

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2004


ALEXANDRA BARNES ALZO LA MIRADA  de sus papeles en cuanto escucho el sonido que provocaba la campana, lo que significaba que alguien había entrado a la tienda y sonrió ampliamente al ver a su hija mayor acompañada de su esposo Harry Potter y su hijo James Sirius Potter, el cual estaba recién nacido.

—Disculpa por llegar antes, mamá...—se disculpo ahora Alycia Potter saludando a su madre con un beso en la mejilla—Pero James quería verte y no paraba de llorar.

Aquellas palabras provocaron que Alexandra sonriera ampliamente y tomará a su pequeño nieto quién se encontraba en los brazos de su nuero, al tenerlo entre sus brazos dejo un tierno beso en su cabello azabache que había heredado de sus ambos padres y comenzó a tararear una canción.

El matrimonio Potter se quedo durante unos minutos más en el lugar hasta que llegaron Nymphadora Tonks, Theodore Nott, Rabastan Lestrange quién se había librado de sus cargos, Crystal Sallow acompañada de Blaise Zabini y Edward Sallow quién cargaba a su ahijado de seis años recién cumplidos entre sus brazos.

Todos los presentes se dirigieron hacia la parte trasera de la tienda en donde se encontraba un pequeño comedor, la metamorfomaga de ahora treinta y dos años fue quién se ofreció a servir la comida, aunque Alexandra se puso inmediatamente de pie mientras le decía que tomará asiento y no se preocupará, que ella se encargaría de eso.

—¿Cómo esta yendo la tienda, mamá?—le pregunto Crystal a la mujer Barnes mientras que está colocaba un platillo de pollo a plancha con vegetales frente a ella.

—Pues..., todavía no me envían las perlas que necesito para hacer los aretes que pidió Arthur Weasley para Molly—confeso Alexandra a la vez de que terminaba de servirles la comida a todos y tomaba asiento junto a su novia—Pero fuera de eso todo esta yendo bien.

Después de que la guerra mágica finalizará Alexandra permaneció un año más en el ministerio de magia ya que la necesitaban en cada uno de los juicios de los mortífagos que habían sobrevivido, tenían que determinar los cargos de cada uno de ellos.

Solo hubieron dos mortífagos que se libraron de ir a azkaban; Rabastan Lestrange y Draco Malfoy, y ambos quedaron libres gracias a Alexandra.

La mujer Barnes de ahora treinta y siete años sabía que Draco Malfoy tuvo que haber sido alguien muy especial e importante en la vida de su hermano para que lo mandará a el a darle aquella nota y collar por si algo le pasaba, es por eso que hizo lo que a Leonardo le hubiera gustado que hiciera; protegerlo. 

En cuanto terminaron los setenta y nueve juicios que se llevaron a cabo Alexandra dejo definitivamente el ministerio de magia luego de haber recibido la Orden de Merlín primera clase y de que ahora tener su propio cromo en las ranas de chocolates.

A pesar de que Kingsley Shacklebolt, el nuevo ministro de magia, le ofreció el ascender y ser la nueva jefa de departamento de aurores, Alexandra decidió negarse y abandonar su trabajo en el ministerio, era momento de perseguir su sueño que ha tenido desde que era tan solo una niña.

Y ahora después cuatro años y medio de haber tomado aquella decisión, Alexandra tenía su propia tiendita de manualidades ubicada en el callejón diagon, al principio fue demasiado complicado el comenzar las ventas ya que a nadie le llamaban la atención los collares, pulseras y aretes echas de piedras o plumas de fantasía, preferían irse a la joyería y comprar unos de oro, cobre, plata o incluso diamantes. 

Pero después de varios meses sin rendirse los clientes comenzaron a llegar y a diario tenían pedidos, una de sus clientas más recientes y que incluso tenía cupones de descuento era Luna Scamander, de soltera Lovegood. 

Y por si aquello no fuera poco, la mujer Barnes y Nymphadora Tonks habían rentado juntas un nuevo y hermoso departamento en la calle Cornelia, ambas decidieron no tener o adoptar hijos, ya que no necesitaban a nadie más en sus vidas para reforzar el amor que se tenían desde el primer beso que se dieron.

Alexandra Barnes estaba más feliz que nunca y sabía que sus siete ángeles estarían muy orgullosa de ella desde donde quieran que estén. 











FIN











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