20. Charla nocturna
—Drew…
Suspiro negándome a despertar. Estoy muy cómoda en la cama abrazando la almohada, además de que estoy segura de que es muy temprano. Ni siquiera siento la luz del sol en mi rostro y Kyle tiene cortinas muy claras en su ventana.
—Drew…
Gimo abrazando la almohada y pasando mi nariz por ella, tiene el aroma de Kyle. Escucho un gemido, pero lo ignoro intentando recuperar mi sueño.
—Drew…
—Kyle —respondo en un balbuceo bajo.
—Drew, necesito…
Me quejo por todo el ruido que está haciendo. ¡Qué molesto es! Yo no lo despierto de madrugada para tener sexo. Nos dormimos tarde por tener sexo y ahora no quiere dejarme dormir. ¿Cómo es que ya recuperó toda su energía? La pequeña Drew aún necesita un descanso.
—Podemos tener sexo en unas horas. Déjame dormir —pido acomodándome mejor.
—Me dejas sin aire.
Sonrío. Siempre tiene esos comentarios llenos de azúcar para decirme.
—También te quito el aliento, lo sé. Ya me sé de memoria todos esos clichés que me dices.
—No —murmura con voz estrangulada—. Realmente me dejas sin aire —dice con dificultad y frunzo el ceño—. Me abrazas muy fuerte.
Abro los ojos al entender sus palabras y parece que sí me sujetaba con fuerza a su torso. Aflojo el agarre rápidamente y me incorporo intentando comprender cómo llegamos a esa situación.
—Lo siento —susurro pasando una mano por mi rostro y veo que respira un poco agitado. Paso mi mano por su piel desnuda y al llegar a su costado percibo unas marcas—. Mierda, Kyle. Lo siento.
—Olvídalo, creo que solo estabas teniendo un mal sueño —musita incorporándose también y puedo ver las marcas rojas de mis uñas en su costado—. ¿Qué soñabas?
Intento recordar qué era, pero no tengo idea. Busco en el cajón de la mesita el ungüento que solemos utilizar cuando por accidente le dejo rasguños en la espalda y tomo un poco en mis dedos antes de pasarle.
—No lo recuerdo —murmuro masajeando la zona—. Debiste despertarme antes de que te lastimara.
—Lo intenté, pero creo que en un momento estabas llorando y no supe qué hacer —dice y me detengo para mirarlo. ¿Yo llorando? Eso es tan raro de ver—. No decías nada, solo llorabas, así que no sé qué soñabas como para llorar así.
—Quizás soñaba que uno de los matones que perseguían a Thomas quería matarme otra vez —comento guardando el ungüento y suspiro intentando calmarme—. Creo que todo el asunto del robo a Ari y Ash me tienen un poco tensa y me trae malos recuerdos.
Me atrae a su pecho y me dejo abrazar, pero no correspondo. Besa mi sien y lo escucho tararear alguna canción. Sonrío identificando una melodía de Metallica. Acaricio sus manos mirando hacia la pared e intentando ordenar mis pensamientos. Su boca está pegada a mi oreja, así que puedo escucharlo tararear perfectamente.
—Nada más importa —susurro recostando mi cabeza en su hombro derecho.
—Podría ser nuestra canción.
—¡Qué cursi eres! —Me burlo esbozando una pequeña sonrisa. No lo veo, pero estoy segura de que pone los ojos en blanco—. Puede que sea mi favorita.
—Tal vez también sea la mía —murmura y sonrío—. De todas formas, tú comenzaste a tararearla.
—Y esta vez creíste que sería genial tararear conmigo.
—No iba a dejarte sola, Conejita —declara y cierro mis ojos. Kyle siempre me hace sentir bien, tiene ese sentimiento que logra mantenerme en un estado de paz total—. ¿Tienes miedo? —pregunta en un susurro.
—Estoy contigo —respondo totalmente convencida—. Es imposible estar asustada cuando estoy contigo.
—¿A qué le temes cuando te encuentras sola?
Me tomo unos segundos para pensar en su pregunta mientras acaricio la piel desnuda de sus brazos y siento el calor de su cuerpo en mi espalda. No podría estar asustada si estoy con él. Kyle siempre me cuida y está para mí; él no me abandona, no me ignora y siempre demuestra cuánto le importo. La sensación de tranquilidad le gana a cualquier sentimiento negativo.
Con Thomas no era así. Nuestra relación era más sexo que otra cosa, casi no había sentimientos de su parte. Me abandonó a mi suerte muchas veces, dejándome en manos de asesinos o tipos mafiosos, dejándome en rutas en medio de la noche sin dinero como para tomar un taxi o abandonándome en el hospital cuando iba a curar las heridas que provocaron sus malas decisiones. Siempre me encontraba a la expectativa por si debía viajar o correr para que no me atraparan.
—Creo que temo a que esto se acabe —murmuro por lo bajo. No es necesario elevar el tono de voz, ambos nos escuchamos bien entre el silencio de la madrugada y los vivaces latidos de nuestros corazones—. A veces pienso que tú eres muy bueno para mí y la pasamos increíble juntos, pero siento que esa felicidad podría ser fugaz, que podría esfumarse en cualquier momento como siempre que comienzo a sentirme feliz. Se siente como si no mereciera ser feliz, como si todo estuviera preparado para que saboree el momento unos segundos y luego envenenarme. —Kyle no dice nada, pero sé que me escucha. Siempre me escucha—. Y cuando ocurrió lo del accidente, estaba totalmente nerviosa pensando en que ya había llegado la hora, que se había terminado mi momento feliz. —Suspiro cuando toma una de mis manos y entrelaza nuestros dedos—. Quizás estoy destinada a ser la tía solterona y divertida del grupo.
—No, ambos seremos la pareja de tíos divertidos en el grupo. No puedes dejarme fuera de ese destino —asegura en voz baja sobre mi oído y sonrío un poco—. Te haré brillar junto a mí, incendiaremos a todos entre nuestras llamas —promete dejando un beso en mi cuello—. Yo pienso que tú serás feliz, lo mereces y lo tendrás. Si te preocupa que me vaya de tu vida, puedo asegurarte que no me iré a menos que me lo pidas. Incluso si en una lejana posibilidad llegáramos a romper, me quedaría a tu lado como un amigo. Te lo he dicho antes, tú eres importante para mí, Conejita, y no dejarás de serlo solo porque crees que no mereces ser feliz.
Siento mucho más alivio al escuchar sus palabras. Siempre logra hacerme sentir mejor. La mayoría de las veces es un asco para las declaraciones, pero cuando estamos teniendo momentos de charlas profundas es como si todas las ideas se conectaran en su cabeza y luego dejara fluir todos sus pensamientos con las palabras correctas.
Elevo mi mano libre y acaricio su mejilla antes de girar el rostro y besar sus labios con lentitud y dulzura. No es un beso pasional como los que siempre compartimos cuando estamos calientes por el otro. Este beso está cargado de sentimientos, pero lo más importante es que ambos coincidimos en uno: permanecer.
Observo sus ojos marrones que se ven mucho más oscuros por la poca luz y acaricio el cabello largo de su coronilla y que cae un poco por su frente, dejo que mi mano se deslice por su rostro hasta llegar a su cuello y acariciarlo.
—¿Estás tratando de decir que quieres tener sexo conmigo? —inquiero mirando sus labios y luego vuelvo a ver sus ojos.
Me mira unos cuantos segundos en silencio y luego ríe de forma ronca y melodiosa. Kyle tiene una risa increíblemente bonita y se lleva bien con la mía que también es hermosa en un nivel un poco más agudo. Sí, somos una pareja increíble, ¿para qué negarlos con falsa modestia? Ambos somos ardientes, divertidos y nos acoplamos en todos los sentidos.
—Me encanta tu forma de decirme gracias —asegura dejando un pequeño beso en mis labios—. ¿Quieres hablar de futuro? Bien, entonces hablemos sobre ello —dice soltándome y sentándose más atrás para apoyarse en la cabecera, me pide que me acerque y sonrío cuando hace que me siente a horcajadas de él. Corre un mechón de mi cabello hacia atrás y luego toma mis manos—. Voy a contarte la visión de futuro que tengo hasta el momento.
—¿Va a ser una historia insoportable como la de esa vez que me contaste sobre tu colección de insectos?
Ríe de nuevo y empuja mi hombro hacia atrás.
—¡Qué irrespetuosa eres! Estoy compartiéndote preciados pedazos de mi vida y tú te burlas. —Sonrío antes de inclinarme y besar sus labios, sonríe cuando me alejo y juguetea con mis manos—. Bien, mi visión comienza en un futuro no muy lejano, que tendría lugar dentro de unos diez años…
—Esto será definitivamente aburrido.
—En ese futuro estoy teniendo éxito con la academia de modelos que abrimos con Dylan —comenta ignorándome y presto atención porque suena a algo como en lo que ha pensado mucho—. Tengo una casa increíble con una arquitectura bastante innovadora…
—¿Al estilo el teatro de ópera de Sidney?
—Sí, creo que sería algo así —murmura asintiendo y mirando nuestras manos entrelazadas—. No es una mansión, es una casa, un hogar —aclara con seriedad mirando mis ojos y asiento conteniendo una sonrisa—. Veo que los fines de semana son los días de limpieza y mi esposa se niega un poco, pero me ayuda.
—Oh, ¿tienes esposa en tu visión del futuro?
Frunce el ceño y quiero reír porque es divertido ver lo rápido que cambia su expresión cuando digo algo.
—¿No la mencioné? —inquiere y niego con mi cabeza. Relaja su ceño y sonríe de lado—. Bueno, es una fotógrafa pelirroja totalmente ardiente con ojos verdes y una gran altura. Es una mujer ruda, sexy y maravillosa. No sabe hacerme cumplidos y me protege de las arañas y serpientes.
Me toma un poco por sorpresa que me vea tanto en su futuro. Llevamos unos meses y realmente lo quiero, pero él está hablando sobre algo que piensa será dentro de unos diez años, me quiere con él compartiendo ese futuro del que habla.
—¿Soy tu esposa en tu visión del futuro?
—Claro que sí, Conejita. —Juega con mis manos, pero sus ojos me observan con fijeza—. Tú te lo mereces más que cualquier otra.
Frunzo el ceño sin comprender del todo. Jamás hice algo tan relevante como para que me considerara como la “indicada”.
—Exactamente, ¿por qué?
Sonríe y besa mis labios cortamente.
—Tú mereces estar en todo lo que me resta de vida por el simple hecho de confiar plenamente en mí —asegura con una sonrisa y ladeo mi cabeza pidiendo que explique—. Tú crees en que yo soy modelo, en que soy un buen hombre, en que soy ardiente, en que soy dulce contigo.
—Es lo que te hace ser tú, ¿no?
—Exacto. Tú crees en mí, en lo que fui, en lo que soy y en lo que seré —explica con una gran sonrisa—. Tú crees en lo que me gusta, crees en lo que me hace feliz y no te importa el hecho de que sea difícil conseguir trabajo en mi oficio, crees que yo debo continuar porque tengo talento y amo hacer esto. Tú quieres que yo triunfe en lo que amo, no quieres que esté en un trabajo soso y aburrido de oficina solo porque va a darme más dinero. Tú quieres que sueñe en grande y que trabaje para llegar a esas metas.
—Bueno, lo importante es que ames lo que haces —murmuro algo cohibida por su apasionado discurso.
Ríe y me abraza para luego besar mis labios otra vez. Correspondo sin problemas, me gusta besar a Kyle, mucho más cuando se encuentra tan feliz y me comparte un poco de su alegría.
—¿Lo ves? Tú definitivamente eres mi esposa en mi visión de futuro porque te encanta cómo soy y no pretendes cambiar nada de mí, me aceptas tal cual soy y te importa una mierda que no siga todos los estereotipos de hombres sexis.
—No he dicho que quiera casarme contigo —aclaro con rapidez y rueda los ojos sin dejar de sonreír.
—¿A quién le importa? Tienes diez años para considerarlo —murmura con tono alegre. Si soñé algo horrible que me hizo llorar, definitivamente lo he olvidado. Es imposible permanecer triste por mucho tiempo cuando se está con Kyle—. Te seguiré contando mi versión del futuro porque antes me interrumpiste.
—Adelante.
—Bueno, tenemos tres niños y dos perros…
—¿Tres niños?
—Sí, porque van los mellizos y luego el no-mellizo —aclara con total seguridad para luego jugar con mi cabello. Aparto sus manos y lo miro con seriedad esperando que me diga que es una broma.
—¿Quieres mellizos?
—Sí, son un dos por uno y seguro tengamos porque están en mis genes —comenta con tranquilidad—. Los niños tienen una casa del árbol para las veces en que quieren escaparse de nosotros, compartir secretos o besarse con sus novios o novias.
—Sí… como que eso hubiera pasado hace veinte años atrás. Si tenemos hijos o hijas, van a tener el cerebro lavado por la tecnología y van a ser totalmente dependientes de sus computadoras y celulares.
Ladea su cabeza y frunce un poco el ceño, pero no mucho. Con mi mano acaricio los rasguños que le hice mientras dormía.
—Tendríamos que darles una infancia más del tipo nuestra, así que no les daremos tecnología hasta los doce.
—Mejor sigue contando lo que ves en nuestro futuro —pido intentando cambiar de tema y sonríe tocando mi cuello con suavidad.
—Veo a una gran fotógrafa reconocida en muchas partes del mundo compartiendo cama y hogar conmigo, quizás algún peinado diferente —murmura alejando el cabello de mi cuello—, pero el mismo color ardiente. Mi esposa tiene tanto dinero como yo y adora hacer viajes, tanto juntos, en familia, como ella sola. También veo que canta para mí y yo le enseño a tocar la guitarra.
—¿Sabes tocar la guitarra? —inquiero con interés.
—Sí, Conejita. No solo cantaba para la banda. —Cierto que con los chicos tenía una banda—. Las enseñanzas musicales siempre quedan grabadas en tu mente cuando tienes un buen maestro. Y se las pasaré a nuestros hijos y a ti.
—Espera —pido acomodándome mejor sobre él, comienzan a dormirse mis piernas—. Tú dijiste que nos ves teniendo una casa e hijos, me ves como una fotógrafa exitosa y a ti como un modelo muy bien pagado abriendo una academia de modelos con tu hermano, pero tú…
—¿Qué?
Niego con mi cabeza y frunzo el ceño. ¿Deja la banda de lado? Muchas veces ha mencionado el hecho de que él y los chicos saben cantar, me ha cantado un par de veces y ha dicho que tenían una banda hace años unas veces, lo recuerdo bien. ¿Por qué omitir de su visión a futuro algo que también le gusta? Tendría que ser una idiota como para no notar que le gusta cantar; siempre se encuentra escuchando música, tarareando o viendo cosas sobre músicos.
—Creo que estás omitiendo algo importante.
—¿Los autos? Bueno, no creí que fuera necesario mencionarlo.
—No, tarado. Me refiero a la música —respondo rodando los ojos—. Solo dices que vas a enseñar a tocar la guitarra.
—Y así va a ser.
—Pero, ¿no ves nada más?
—¿Es una pregunta con trampa? Porque en ese caso estoy desorientado.
Golpeo su hombro con enojo. Estoy segura de que sabe muy bien a lo que me refiero, pero intenta no hablar de ello. No me interesa si lo evita, sé que quiere hablarlo y se contiene.
—Tú música, idiota. ¿No ves tu música? ¿No ves la banda? ¿Siquiera te ves como solista? —inquiero con seriedad. Se nota que le encanta la música, por más que intente reprimirlo es algo de él, es una de las cosas que lo hace él y si necesita un pequeño empujón para sacar ese lado de él, no tengo problemas en darle una patada en el trasero para que se anime—. Tú amas la música, es una de las cosas que te hace ser tú; cantar todo el tiempo, tararear melodías y escribir estrofas a escondidas. ¿Cómo puedes ignorar algo que siempre te pide a gritos salir? Tu silencio es una melodía que suena tan fuerte en mi cabeza, que es imposible no tararearla —aseguro mientras sus ojos me miran con mucha intensidad. Parece sorprendido de mis palabras, pero no es más que la absoluta verdad y, si él no puede verlo, yo voy a abrirle los ojos sin problemas—. Haz de ese silencio tu mejor canción —pido.
Su respuesta es el silencio y mientras me mira a los ojos pienso que quizás mis palabras tienen algún efecto en él y está reconsiderando el hecho de arriesgarse un poco más por la música. Pienso que solo necesitaba palabras de apoyo para probar un poco más con la música, pero cuando se ríe, bufo porque sé que no me tomó en serio. Estalla en carcajadas y vuelvo a resoplar.
—Conejita, creo que debemos volver a dormir —sugiere y frunzo el ceño—. Estás diciendo tonterías por el sueño y…
—Tú eres una tontería —interrumpo sintiendo un poco de enojo con él—. Yo hablaba totalmente en serio con el hecho de que seas músico.
—Y yo decía en serio lo de volver a dormir porque el insomnio te está afectando. —Me cruzo de brazos al percibir su tono condescendiente—. De acuerdo, no quise hacerlo sonar así de mal, pero vamos a dormir.
—¿Por qué te aterra tanto el ser músico?
—No me aterra.
—¿Por qué te niegas a la música cuando es parte de ti? —inquiero y resopla poniendo los ojos en blanco—. ¿Por qué no confías en ti?
—No me niego a la música y claro que confío en mí —asegura mirando hacia el armario con el ceño fruncido—. La música se niega a mí y la gente no cree en mí. —declara tomándome por sorpresa y luego sus ojos me miran. Nunca vi a Kyle enojado, pero ahora mismo parece un poco molesto porque yo haya tocado este tema de conversación—. Si querías un novio músico, lamento desilusionarte porque soy modelo y no pienso cambiar eso —dice con voz seria y tomándome de la cintura para apartarme de encima suyo y ubicarme a su lado libre—. Ahora vamos a dormir que estoy muerto del sueño —pide mientras se cubre con la sábana y se acuesta de lado para dormir. Lo observo con el ceño fruncido y toma mi mano para acariciarla—. Drew, en serio…
Me acuesto a su lado y lo envuelvo en mis brazos como siempre que estoy teniendo un mal momento y él me consuela. Suspira sobre mi cuello y corresponde.
—Yo creo en ti —susurro en su oído.
—Lo sé, Drew —responde besando mi cuello—. ¿Podemos dormir? Son casi las cinco de la mañana.
—Pero esta vez abrázame tú —pido girando en sus brazos dispuesta a dormir.
Si es que llego a soñar algo feo otra vez, entonces rasguñaré una almohada y no a mi novio.
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You and I
We're like a diamonds in the sky
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