18. Valor
—Odio hacer esto.
—¿Por qué? Es divertido hacer compras —dice Kyle mirando los paquetes de fideos—. Tienes tanto para elegir y hay cosas que necesitas y no lo sabías.
Arqueo las cejas y me apoyo en el carro para mirarlo mientras elige fideos.
—Sí, creo que tu diabetes necesita todas estas gomitas y galletas y no lo sabíamos —comento y rueda los ojos—. Quizás tu doctor nos llame para decirnos que en cualquier momento morirás intoxicado por el azúcar.
—Es tierno que pienses que el doctor va a llamarte a ti también por una emergencia mía.
—¿Por qué no habría de hacerlo? Le diste mi número como treinta veces. —Ríe tomando dos paquetes de tallarines y agregándolo al carrito—. Lo recuerdo bien y seguro que Fred también.
—Dijiste que no te molestaba ser mi contacto de emergencia.
—Y sigo firme en esa posición —murmuro mirando una lata de tomates y tirándola al carro—. No tenías que acompañarme a comprar.
—Claro que sí. Tú comprarías solo comida basura.
—Al menos es comestible. Todo esto que compras para que cocine, tendrá un sabor horrible si es que tiene alguno.
—Yo puedo cocinar —dice y suspiro entregándole el mando del carrito para devolver unos cuantos dulces a las góndolas y reemplazarlo por frutas—. Tú no comes tan mal. Mantienes el balance, aunque no sé cómo con toda esa comida chatarra que compras.
—¡Oye! —Golpeo su brazo bueno y se queja—. Más respeto con mi comida, lleva unas semanas alimentándote.
—O llenándome de grasa.
—¿Estás de dieta de nuevo? —inquiero poniendo latas de legumbres. No la llevamos tan mal a la convivencia, pero la comida es un poco problemática porque soy un asco cocinando y a Kyle le gusta comer balanceado y saludable—. Estás muy quejoso últimamente, ¿te duele el brazo?
—Solo siento comezón. —Asiento volviendo a revisar las cosas que puso en el carrito. Frunzo el ceño al notar champiñones—. Son un buen condimento para las salsas.
—Si lo que quieres es matarme —murmuro devolviendo las latas a la góndola—. Soy alérgica a los champiñones.
—¿Por qué yo no sabía eso?
—Porque nunca me preguntaste y no es como que al ser mi novio debas saberlo todo sobre mí. —Asiente lentamente y tiro del carrito para ir al sector de limpieza. Lo bueno es que Kyle es ordenado y separó los comestibles para dejar espacio a las cosas de limpieza—. Sabes lo necesario, no te preocupes.
—¿Cuándo es tu cumpleaños? —Me detengo frente a los desinfectantes y lo miro. Parece curioso por mi respuesta—. Has evitado bastante ese tema.
Respiro hondo y vuelvo a observar los productos antes de agarrar un par y ponerlos en el carrito. Tacho esos puntos de la lista que Kyle hizo antes de venir.
—Fue el día en que Ari quiso dejar a Ashton —comento antes de tirar del carrito con él para ir al sector de jabones—. Por eso Ari hizo la fiesta. La pintura de las paredes era una excusa para mí, a ella le encanta organizar fiestas para todo, pero sabe que no quiero una fiesta. Así que, al menos me obliga a ir a una fiesta y no pasar el día sola.
—Ahora me siento un poco mal por no saber que era tu cumpleaños.
—No lo hagas. Odio mi cumpleaños —murmuro leyendo las características de los productos. Kyle se acerca a mí, pero no digo nada. No lo va a dejar estar. Él va a seguir preguntando, lo sé.
—¿Por qué?
Suspiro. Era obvio. Nunca puede manejar su curiosidad. Volteo a verlo y me cruzo de brazos.
—En mi cumpleaños número once volvió mi padre. Ebrio, drogado y violento. Golpeó a mamá delante de mis amigas y luego me golpeó a mí —digo mirando sus ojos con fijeza. Su ceño está un poco fruncido y detesto que me mire con lástima—. No lo sientas. Logré golpearlo para que deje a mamá que estaba desmayada en el suelo y las chicas llamaron a la policía. —Vuelvo la mirada a los jabones no encontrando el que siempre compro—. El resto de mi cumpleaños lo pasamos en el hospital esperando que curen las heridas de mamá y algunas mías. Las chicas me acompañaron toda esa noche y el padre de Ari ayudó a mamá en el juicio contra mi padre por violencia de género e intento de homicidio.
—Eso es…
—Una mierda. Lo sé —murmuro encontrando el dichoso jabón—. La cicatriz en mi brazo es de ese día. Me clavó un cuchillo.
—¿Tu cicatriz…?
—No me molesta. Me recuerda que fui valiente cuando mamá me necesitó. Suena tonto, pero me da valor. —Me envuelve en sus brazos y atrae hacia su pecho—. No tienes que abrazarme cada vez que te cuento un recuerdo de mierda.
—Es una elección, no una obligación —responde y sonrío antes de corresponder brevemente—. ¿Qué quieres comer hoy? Yo cocino.
—No estoy segura de dejarte cocinar —murmuro tomando el mando del carrito y leyendo las cosas de la lista—. Aún estás un poco adolorido.
—No es cierto. Ya no siento dolor —asegura y me acerco para tocar el moretón en su pómulo—. ¡Ay! —Río y lo empujo antes de tomar los paquetes—. No hagas eso, luego va a quedarme un moretón con la forma de tu dedo.
—Tienes piel de bebé —afirmo acariciando su barbilla con una sonrisa—. Un bebé de casi treinta años y con barba.
—La mejor haciendo cumplidos.
—Vamos a las góndolas de postres —pido tirando de su brazo bueno y mirando lo que falta de la lista—. ¿Qué son todos estos nombres extraños que están luego de los fideos? —Le enseño la lista cuando se acerca y sonríe.
—Condimentos, especias y semillas.
—¿Para qué necesitas tantos condimentos? —inquiero buscando los helados—. Una pizca de sal, otra de pimienta, un poco de orégano y… ¡Voila!
Kyle ríe pidiendo que tome un pote de helado de cereza.
—Se dice “Vualá” y sazonar con esos condimentos es lo básico, luego necesitas los que escribí en esa lista para llevarlo a otro nivel y que los sabores exploten en tu boca.
—Dejé de escucharte luego de que dijiste “Voila”.
—Vualá.
—Como sea. —Observo la hora, aún es temprano. Miro los postres, quiero algo más que helado—. Quiero flan de chocolate, búscame.
—Nuestra próxima cita será con una institutriz que te ayude a pedir las cosas con más dulzura.
Sonrío y le doy una nalgada haciendo que salte en el lugar. Me mira negando con su cabeza, pero también sonríe.
—Ve por mi flan, bombón.
—Solo porque yo también quiero.
Muevo mi mano para quitarle importancia mientras observo unos postres que parecen fáciles de preparar. Me fijo en las instrucciones y me congelo cuando siento una mano en mi trasero y percibo a un hombre en mi lado derecho.
—No sabes todo lo que te haría, mi amor —masculla cerca de mi oído antes de darme una nalgada y retirarse.
Respiro hondo intentando alejar esa sensación de asco de mi cuerpo y controlarme. No ha sido nada, Drew. Estás bien. Solo ha sido un pervertido que te ha tocado el culo. No estás mal.
—Traje dos que…
¡A la mierda! Tiro el paquete del postre en el carro y me encamino hacia el hombre que está a unos metros de mí. Escucho a Kyle preguntar qué sucede.
—¡Hey! ¡Tú! —llamo con una voz dulce. El hombre se da la vuelta con una media sonrisa y ahora puedo detallar su rostro mejor; ojos oscuros y redondos, nariz aguileña torcida, labios finos, cejas pobladas, cabello castaño y de la altura de Kyle. Debe medir unos dos metros el tipo y parece tener más de cuarenta. Me detengo frente a él con una sonrisa que me devuelve—. Se olvidó algo —aseguro.
Ni siquiera le doy tiempo a poner una asquerosa expresión de confusión, mi puño golpea su nariz con fuerza y soy capaz de sentir cómo se rompe su tabique. No me detengo, Mi otro puño golpea sus genitales.
—¡Maldita zorra!
—¡¿Crees que por ser mujer debo soportar que asquerosos pervertidos como tú me acosen y me digan asquerosidades al oído?! —inquiero a gritos y veo a varias personas que se detienen a mirarnos—. ¡¿Crees que puedes ir por ahí soltando comentarios que nadie te pidió e incomodándonos como si no fuera la gran cosa?! ¡Como si ya no tuviéramos suficiente con su asqueroso sistema patriarcal y capitalista sobre nosotras! —El sujeto se queja y cubre sus partes mientras me sigue insultando—. ¡Controla tus asquerosas y rancias feromonas!
—¡Drew! —llama Kyle tirando de mi brazo y mirándome sin entender.
—¡Voy a demandarte, puta!
—¡Hazlo! ¡Veamos quién paga a quién! —digo yendo de nuevo a pegarle, pero Kyle me retiene con su brazo bueno—. Ambos sabemos quién le tocó el trasero a quién.
—¡¿Él hizo qué?! —exclama Kyle soltándome.
—Tengo una amiga abogada que va a estar encantada de meter a una rata como tú en prisión —aseguro antes de ver a Kyle precipitarse frente al sujeto y darle un puñetazo—. ¡Kyle!
—¡¿Cómo te atreves a tocar a mi novia?!
Separo a mi novio de esa basura y hago que se quede detrás de mí. Sé que Kyle podría molerlo a golpes sin problemas, pero él sigue recuperándose del accidente y lo que menos quiero es que se lastime aún más por alguien que no lo vale. Veo a dos guardias de seguridad acercarse con rapidez y su ceño fruncido.
—¿Qué está pasando aquí?
—No entiendo ni mierda cuál es su función aquí, pero quiero que atrapen a este maldito infeliz —ordeno señalando al sujeto— y que llamen a la policía porque me estaba robando la billetera y quiero denunciarlo por acoso callejero también.
—¿Podrían acompañarnos? —pide uno de ellos amablemente mientras sujetan al tipo que se queja mientras nos conducen hacia no sé dónde.
Kyle va a mi lado con su ceño bastante fruncido y tomo su mano antes de comenzar todo el maldito trámite para la denuncia.
Cierro la puerta del auto y respiro hondo mirando al frente. Kyle no dice nada, aún está serio. Ni siquiera coloco las llaves, solo miro al frente. Estamos fuera de la comisaría. Ya nos tomaron declaración y la denuncia fue hecha.
—Escucha, no espero que lo entiendas. A fin de cuentas, no eres mujer y jamás vas a sentirte vulnerable e incómodo por comentarios y toques inapropiados por parte de los hombres —aclaro sujetándome al volante—. Quizás no debí recurrir a la violencia, estuve mal, pero no iba a dejar que me hiciera sentir inferior solo porque es hombre y un asqueroso depravado. —Tamborileo los dedos sobre el volante y aún miro al frente—. No debe ser bonito tener una novia violenta y dispuesta a golpear a quienes lo merecen, pero así soy yo y debes aceptarlo o bien puedes retirarte.
—Debiste dejarme que le rompiera la cara.
—Sé que estás enojado y… —Me detengo al analizar sus palabras y volteo a verlo con el ceño fruncido—. ¿Qué?
—Que debí romperle la cara. No sé quién mierda se cree como para ir tocando mujeres a su antojo y decirles todas esas asquerosidades —asegura con la mandíbula tensa y su ceño fruncido—. Como si tú quisieras que eso te pasara al salir a la calle y lo hubieras provocado.
—No lo provoqué para que lo hiciera.
—Lo sé. Confío en ti —declara y veo que mueve su pierna con insistencia en su tic nervioso—. No puedo creer que esos policías no le tomaran importancia a tu denuncia. Imbéciles.
—El contexto social continúa teniendo bastante machismo.
—¿Por eso dijiste que intentó robarte la billetera? —inquiere girando a verme y asiento lentamente—. Bien, en nombre de todo mi género te pido disculpas por lo que pasaste en el supermercado y aquí —dice tomando mi mano y dejando un beso en mis nudillos—. Muchas veces me avergüenza pertenecer al mismo género que esos tipos. Tú y todas las mujeres del mundo deberían tener la misma libertad que los hombres para caminar sin sentirse acosadas, ni recibir comentarios obscenos, ni que las toquen. Deberían tener el mismo derecho a ser libres y ser escuchadas y tomadas en cuenta como cualquier hombre.
—No es tu culpa lo que ha pasado —aseguro y me aproximo para besar sus labios—, pero gracias por disculparte. —Nos ponemos el cinturón y arranco el auto para volver a casa de una vez. Siento su sonrisa y se me contagia—. Ok, ya dime lo que quieras decir.
—¿Qué le robaste, Conejita? —pregunta en tono neutral.
—No puedo creer que le preguntes eso a tu novia —digo fingiendo indignación y niega con su cabeza, pero sonríe—. ¿Cómo puedes avergonzarme de esta forma?
—Tú no tienes vergüenza, le preguntaste a los policías si podían alquilarnos un calabozo para tener sexo un fin de semana. —Río recordando los rostros de los oficiales—. Dime qué le robaste.
—La billetera porque merezco una indemnización de su parte por el mal momento —afirmo con una sonrisa y lo veo asentir, pero también oculta una sonrisa—. ¡Oh Dios! ¡Tú también le robaste! —Me detengo en un semáforo y lo miro; tiene una gran sonrisa en su rostro que me hace querer besarlo—. ¿Qué fue?
—El celular.
Grito de la emoción y me lanzo a besar sus labios con pasión.
—¡Ese es mi chico!
Enjuago la espuma de mi cabello y creo escuchar algo. Frunzo el ceño intentando identificar el sonido. Vuelve a repetirse el grito y apago la música para escuchar de nuevo. Kyle está gritando otra vez.
—¡Drew! ¡Drew! ¡Ven! ¡Ven!
Salgo de la ducha rápidamente y me envuelvo en una toalla antes de salir del baño corriendo. Kyle no deja de gritar. ¿Qué mierda pasa? ¿Se habrá caído? ¿Se habrá roto otro hueso? ¿Se habrá quemado muy feo?
—¡Drew! ¡Rápido! ¡Ven!
En el pasillo corro un par de pasos antes de caer al suelo. Debí suponer que esto pasaría al estar chorreando agua. Mi rodilla duele y me levanto escuchando que una vez más me llama y lo veo en la cocina.
—Aquí estoy, ¿qué sucede? —inquiero ignorando el dolor en mi rodilla.
Detallo la figura de Kyle con atención. Ningún rapón, ningún corte, ninguna quemadura, ningún brazo dislocado. Un momento. ¿Por qué está subido en la barra y tiene una espátula en una mano y un matamoscas en la otra?
—¿Kyle?
Me acerco hasta estar a su lado y su expresión de terror me preocupa. Se baja de la barra y se esconde detrás de mí sujetándome de los hombros. Lo miro sin comprender. Este hombre es tan raro a veces. Me hace dar un empujón al frente y vuelvo la vista para ver a qué se supone que me enfrento. Relajo los hombros al encontrarme con una tarántula en el suelo.
—Creí que era algo grave, Kyle. Me caí en el pasillo por venir a ver —reclamo y siento que se sujeta bastante fuerte de mis hombros.
¿Desde cuándo soy el escudo de mi novio?
—¡Es grave! ¡Mírala! ¡Es horrible! ¡Es gigante! ¡Va a morderme! ¡Seguro es venenosa!
—¡No me grites en el oído!
—¡Va a matarme! ¡Siento que me está dando un infarto!
—¡No va a matarte! —exclamo intentando soltarme de su agarre, pero no cede—. Mides casi dos metros y le temes a un inofensivo animal que medirá unos diez centímetros.
—¡Se está acercando! —grita sujetándome y haciendo que camine hacia atrás mientras la araña solo da dos pasos y se queda quieta—. ¡Me está mirando! ¡Oh Dios! ¡Es horrible! ¡Es gigante!
Pongo los ojos en blanco cuando escucho un gemido de su parte.
—¿Estás llorando? —Volteo a verlo y, efectivamente, se encuentra derramando un par de lágrimas—. Realmente te da miedo, ¿verdad? —inquiero con voz suave para tratar de tranquilizarlo y asiente. Acaricio su mejilla y suspiro—. ¿Quieres ir más lejos mientras me hago cargo de ella?
No lo debo decir dos veces, retrocede rápidamente y se esconde en el pasillo. Un bostezo escapa de mis labios y doy un vistazo a la hora. Las once y cuarto. Tomo un vaso y un plato de la alacena y me inclino para capturarla. Logro atraparla en el vaso y luego paso el plato bajo ella para subir lentamente.
—Ya está, ¿ves? —aseguro a Kyle que se acerca lentamente a mí—. Es del vecino, siempre que se le escapa viene aquí. —Sus labios tiemblan y acaricio su mano para darle un poco de valor—. Iré a devolvérsela, ¿quieres venir?
Niega con su cabeza lentamente y suspiro antes de ir hacia la puerta con el animal atrapado. Abro la puerta y salgo al pasillo. Afortunadamente, es el departamento de al lado. Toco la puerta con violencia y escucho ruido de cosas cayéndose antes de que se abra. El vecino no está tan mal; es de cabello castaño y ojos azules, no es muy alto, ambos tenemos la misma altura. Tiene buenos músculos, pero no es alguien que llame mi atención como Kyle lo hace. El vecino es mujeriego y tiene cara de ser mentiroso.
—¡Drew! —saluda antes de darme un vistazo general y mi ceño se frunce aún más. Olvidé que estaba usando solo una toalla—. ¿A qué debo tan sensual visita?
—Cierra la boca, Harry —corto levantando el vaso y enseñándole la tarántula, que rápidamente toma en sus manos—. Esta cosa estaba de nuevo en mi departamento. Espero que sea la última vez porque el lunes llega mi pitón y no haré nada por salvar a tu tarántula si se cruza en su camino.
—¿Por qué tan tensa, Drew? —inquiere con voz seductora dando un paso al frente y entrecierro mis ojos a él—. Necesitas relajarte un poco.
—No vuelvo a repetirlo, Harry. Tu araña aparece en mi departamento y te rompo la cara luego prender fuego al animal —aseguro antes de volver a mi departamento, donde encuentro a Kyle apoyado en la pared junto a la puerta; suspiro antes de cerrarla y me acerco a él—. ¿Te sientes mejor? —murmuro tomando su rostro en mis manos y haciendo que me mire. Ya no está llorando, pero sus ojos se ven irritados—. No hay más arañas que puedan molestarte.
—Gracias.
—Las novias siempre deben proteger a sus novios. —Sonríe y me abraza. Deja un beso en mi frente. Parece que su momento de histeria ya pasó y ahora se encuentra mucho mejor—. No te preocupes, te defenderé de todas las arañas que se crucen en tu camino.
—¿De verdad has comprado una pitón?
Río y niego con mi cabeza.
—Es mentira, solo se lo digo para que se asuste y no deje escapar a su tarántula —susurro y luego acomodo su cabello desordenado—. ¿Le temes a las serpientes?
—Quizás.
Sonrío antes de besar sus labios y alejarme para caminar de vuelta al baño.
—No te preocupes, puedo enfrentarme hasta a leones por ti, bombón —declaro mirando hacia atrás y resbalo con el charco de agua del suelo, el mismo que me hizo caer antes—. ¡Maldita sea!
Me levanto lentamente intentando no volver a caer.
—¿Es mucho pedirte secar esto mientras termino de ducharme?
—Creo que sería lo mejor para no ser dos con un hueso roto.
—Intenta no gritar tan alto cuando veas una cucaracha —bromeo y lo escucho resoplar—. Esta vez voy a terminar mi baño antes de acudir al pedido de auxilio de la damisela en apuros.
—¿Tú no le tienes miedo a nada?
—A la maternidad —digo antes de volver al baño y poner música de nuevo.
Vuelvo a la ducha e intento relajarme de la tensión que logré acumular en menos de cinco minutos. Kyle está bien, yo estoy bien, ambos estamos bien.
**************
#NoAlAcosoCallejero
GRACIAS POR LOS 200 LEÍDOS❤
Espero les guste el cap, el próximl es #Kylan and voy a dejar eso de publicar los lunes bc soy mala ssiguiendo horarios.
Besos🖤🖤
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