Capitulo XVIII: Moviendo los hilos

Rowan, los consejeros y Eirian discutieron el plan a seguir contra Andreia. Querían que, mientras Rowan avanzaba a Ulfrgarorg con el batallón Estandarte, los adeptos al imperio dominaran la situación en Dos Lunas. El consejero Erikson había propuesto asaltar por sorpresa a Andreia y sus seguidores, que Alestei y Nicolai los encerraran hasta el arribo de Rowan.

Pero Rowan no aceptaba ese plan, continuaba firme en su idea de que nadie hiciera nada en Ulfrgarorg hasta que el llegara. Fue tanta su insistencia que Eirian tuvo que ceder y mantener la promesa de que no lastimaría a ninguno de los rebeldes, a pesar de que ni él, ni el resto del consejo estaban del todo de acuerdo.

Acordaron que una vez estabilizada la situación en Dos Lunas, Andreia y el resto de los rebeldes serían trasladados a Doromir para ser juzgados por Eirian. 

La reunión con el consejo duró poco más de lo que tarda en consumirse un cuarto de vela de Ormondú y cuando terminó, el sol ya se había ocultado, el frío se colaba por el resquicio de las ventanas del salón y, a pesar de los braseros encendidos, el clima despiadado de Doromir helaba la estancia.

Eirian se quedó en el salón observando el mapa en silencio luego de que todos se marcharon. Las velas temblaron y la temperatura descendió un poco más.

—Te lo dije. —La voz cavernosa de su hermano le erizó el vello y lo hizo respingar. El emperador lo observó de soslayo. 

—También dijiste que perdería a Rowan y ya ves, me escogió a mí.

 —Está haciendo un gran sacrificio, le da la espalda a todo lo que es. ¿Has pensado que él puede estar esperando que tú hagas lo mismo y que por una vez lo escojas a él?

Eirian giró y encaró a la presencia semitransparente de su hermano. 

—¿Por una vez lo escoja a él? ¡Siempre lo escojo a él! Es lo más importante en mi vida, también yo he sacrificado grandes cosas, ¿sabes?

Los fantasmas no respiraban, sin embargo, los hombros de Eirick se movieron como si diera un gran suspiro.

—Lo que tú llamas sacrificio no fue más que el deseo egoísta de mantener a Rowan contigo. 

—¿Así lo crees? ¿Piensas que hacer lo que hice con nuestro padre no me dolió?

—En tu corazón estás seguro de que lo merecía, así que no fue ningún sacrificio. 

—Piensas que no tengo alma ni corazón. Me dolió y mucho, era nuestro padre a pesar de todo. —Eirian tomó un pequeño trozo de pergamino y empezó a escribir en el—. Siempre estás en mi contra, Eirick, y no entiendo por qué.

—No estoy en tu contra, quiero que seas feliz, pero metes tanto la pata...

—Basta. —Eirian colocó el punto final a la nota y la dejó junto al candelabro para que la tinta secara—. Rowan accedió a hacerse cargo de Andreia. Yo también cedí, no voy a matarla como se merece. Dime Eirick, ¿qué crees que hubiera pasado con Rowan si yo lo hubiese nombrado regente de Ulfrgarorg?

Los ojos vacíos de Eirick lo miraron en silencio. Se negaba a decir lo obvio.

—Sí que lo sabes, aunque no quieras decirlo. Andreia lo hubiera asesinado sin piedad. 

—Eso nunca lo sabremos. 

—Es evidente, mira lo que está haciendo. Rowan es misericordioso porque es su hermana y estoy seguro de que piensa que si la lastima traicionaría la memoria de su padre. Pero si fuera al revés, ella no dudaría en cortarle el cuello.

—¿Piensas matar a Andreia de todas formas? Si lo haces ve olvidándote de él, no va a perdonarte de nuevo. 

Sí, había pensado en dar la orden a los tíos de ella de que la mataran, pero tenía miedo de perder a Rowan definitivamente. Por otro lado, temía al corazón compasivo del príncipe, de que por conservar el lazo que lo unía a ella bajara la guardia y terminara muerto. 

—He ahí mi sacrificio, hermano. —Eirian comprobó que la tinta en el pergamino se hubiera secado, lo enrrolló y procedió a derretir el lacre con la vela—. La dejaré con vida a pesar de lo que creo, porque él me lo pide.

 —Sin embargo... —dijo Eirick con una una media sonrisa mirando como él hundía el anillo en el lacre sobre el pergamino—. No me mires como si fueras inocente. Contigo siempre hay un pero, un plan B y de alguna forma terminas haciendo lo que quieres.

 —No esperaré por Rowan. Los mercenarios se harán cargo de Dos Lunas, cuando él llegue encontrará la situación bajo control. —Eirian llamó con la mano a uno de los sirvientes que esperaban en el rincón y le entregó la nota con indicaciones de que la enviaran a Ulfrgarorg—. No voy a arriesgar a Rowan. También notificaré a Enframia. En caso de que algo salga mal, les pediré apoyo. 

—Rowan te pidió que no invadieras Ulfrgarorg hasta su llegada y le diste tu palabra.

—Le di mi palabra de no matar a Andreia y eso haré. No quiero a Rowan en otra guerra, tengo un mal presentimiento con respecto a esta situación.

—¿A qué te refieres —Eirick frunció el ceño?

—Algo muy malo está por pasar. No sé explicarlo, pero temo por Rowan. Tú deberías ser capaz de mirar hacia el futuro y decirme los hechos por venir. Eso sería más útil que estar criticándome constantemente. 

—Estoy anclado a ti, no puedo hacer eso.

Eirian miró hacia el alto techo de piedra y madera y suspiró, su hermano era otra de sus dolorosas tragedias. Hubiera deseado decirle que se fuera y lo dejara, pero no sabía cómo hacer eso. También a él lo necesitaba a su lado. 

—Lo siento mucho, Eirick. 

—Ojalá pudiera volver a abrazarte. 

Abrió los ojos y se encontró el rostro dormido de Rowan frente a sí. Sería la última vez que amaneciera junto a él quien sabía en cuanto tiempo. Esa mañana partiría a Ulfrgarorg y pasarían algunas lunaciones antes de que volvieran a verse. Pensar en eso le trajo zozobra.

Tomó la punta de un mechón de cabello negro entre sus dedos y lo acarició. La noche anterior fue extraña, Rowan estuvo todo el tiempo melancólico e incluso en algún momento lloró en silencio mientras hacían el amor. No le preguntó por qué lo hacía, aunque sospechaba que la causa era la traición de su hermana. Rowan también debió llegar a la misma conclusión que él: Andreia era despiadada y si él hubiese sido el rey, ella ya lo hubiera asesinado. 

El príncipe abrió los ojos y lo observó en silencio un instante antes de sonreír.

—Despertar y encontrarme con esas grandes esferas celestes mirándome fijamente es un poco perturbador, Majestad.

Eirian acarició los mechones negros, repasó los labios con la punta de los dedos. Algo le dolía dentro del pecho.

—No vayas —pidió casi en un susurro—. Quédate en Doromir. Tengo un mal presentimiento.

Los dedos largos del príncipe le apartaron algunas hebras de la cara, luego le dedicó una sonrisa luminosa.

—¿Otra vez con eso? Nunca has sido supersticioso. Estoy seguro de que ni siquiera crees en el Dios del Cielo. Estaré bien, regresaré antes de que te des cuenta.

—Puedo enviar al general Gormsson con el batallón Estandarte.

Rowan apoyó el codo en la cama, quedó de costado y lo miró a los ojos.

—Sigues desconfiando de mí. —Rowan suspiró—. ¿Crees que voy a abandonarte o que me acostaré con otro mientras estamos separados?

Esa no era la causa, al menos no la principal. Un peso le apretaba la boca del estómago desde que recibió el maldito haukr con la noticia de la rebelión de Andreia. No dejaba de tener esa molesta sensación de que algo muy malo sucedería y de que ellos saldrían afectados. 

—No es eso, mi amor. —Le acarició la mejilla con el dorso de la mano. Los ojos de Rowan más que nunca parecían hechos de miel. A pesar de su reclamo, no estaba enojado, más bien continuaba melancólico—. Si algo malo te pasa, no podré soportarlo.

—No va a pasarme nada, Cerecita. —Él sonrió y le dio un beso corto en los labios—. El ejército de Ulfrgarorg es insignificante, verás que rápidamente controlaré la situación—. Entornó los ojos, su rostro se vistió de lujuria en un instante—. Ahora ven, quiero llevarme el mejor recuerdo de ti.

Rodaron en la cama uno encima del otro. Mientras se dedicaban a amarse, toda preocupación quedó en el olvido.

*** La Cerecita siempre haciendo planes a espaldas de Rowan.

Dígame algo con sinceridad, ¿les gusta la historia? ¿Quieren más política y batallas o más romance?

Besitos, nos leemos la próxima semana.

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