Capítulo XVI El pasado (IV Parte)

Dado que Rowan incendió el castillo de Greibs, el último bastión de Doromir antes de cruzar la frontera hacia Ulfrgarorg por el paso de Ulfrvert, el ejército de Eirian debía economizar provisiones. Podrían abastecerse con el doble de suministros; sin embargo, eso equivalía a más peso y más retraso y él quería cruzar el paso antes de la primera nevada.

La noche ya había caído y acababan de montar el campamento. Eirian, dentro de su tienda, releía una vez más los planos de la cordillera de Ulfrvert, estaba seguro de que Rowan los asaltaría en el Paso y quería estar preparado para cuando eso ocurriera.

—Mi señor —llamaron desde afuera de la tienda—, han enviado un mensaje.

—Entrad.

Un soldado corpulento se acercó con la vista baja y le dio una pequeña nota, de esas que entregaban los haukr. Eirian desenrolló el pergamino y leyó atento, se trataba de un mensaje de uno de los espías en las afueras de Dos Luna. Rowan y una pequeña escolta habían salido del castillo en veörmirs.

El emperador reflexionó sobre el significado de aquello. Que Rowan escogiera veörmirs solo podía deberse a que el príncipe necesitaba una montura que resistiera las bajas temperaturas invernales de un largo viaje.

—¿Qué planeas? —preguntó para sí acariciando su mentón cubierto de fina barba. —¿Comprarás mercenarios? ¿O buscas establecer una alianza?

Tomó pluma y tintero de la mesa y escribió una pequeña nota. Ordenaba que siguieran a Rowan y si la ocasión se presentaba, que lo apresaran y se lo trajeran con vida. Entregó el pergamino al soldado y cuando este se marchó, Eirian volvió a sumergirse en sus cavilaciones. Era inevitable regresar al pasado a aquellos días de su adolescencia en los que fue tan feliz.

Después de que Rowan y él le dijeron a Eirick sobre el plan de recuperar el invernadero, su hermano se tomó el proyecto muy en serio, tanto que le dedicaba gran parte del día abandonando algunas de sus funciones como príncipe heredero. Cardigan, de nuevo, no estaba en Noon, sino en alguno de sus viajes diplomáticos, así que no tenían que preocuparse por esconderse del rey.

A pesar de que la idea había sido de Rowan, él y Eirian eran los que menos participaban de la remodelación. Continuaban refugiándose allí por las noches, pero el día lo dedicaban a entrenar, a cabalgar o simplemente a vagar por el bosque cercano al castillo. Eran días luminosos, llenos de paz y diversión.

Casi siempre era a Rowan a quien se le ocurría algún plan para evadir las aburridas clases de esgrima, protocolo o historia. La mayoría de las veces Breogan los descubría, los reñía y los acusaba con Eirick, quien, en ausencia de Cardigan, era la máxima autoridad en el palacio. Eirick fruncía el ceño, les daba algún sermón y ellos juraban solemnemente no volver a incurrir en la falta y en adelante comportarse como lo que eran: príncipes. La promesa duraba lo que tardaba en consumirse en el fuego una brizna de paja y volvían a escaparse de clases.

No obstante, después de que Rowan cumplió los dieciocho años, las cosas entre ellos cambiaron un poco. Siguieron siendo confidentes y haciendo casi todo juntos, pero Eirian comenzó a notar una actitud extraña en su amigo. Rowan era mayor por unas lunaciones y tal vez fuera debido a la madurez, pero escaparse con Eirian y hacer travesuras dejó de ser su prioridad. Permanecía mucho tiempo en silencio, observando el atardecer y sumido en una extraña actitud contemplativa, nada propia de él, que siempre era tan entusiasta y alegre. De vez en cuando suspiraba y en algunas ocasiones rehuía la compañía de Eirian, buscando excusas para no estar a solas con él.

Por supuesto que Eirian resintió el cambio, se preocupó. Temía que Rowan hubiera vuelto a odiarlo como cuando eran niños, que extrañara su reino y deseara regresar a él. Por eso, decidió abordar el tema una tarde de primavera, luego de terminar las clases de esgrima.

—Vamos con Eirick —propuso Rowan sonriente—, quizás necesita ayuda en el invernadero.

—En realidad quisiera que me acompañaras a recoger cerezas a la colina.

De soslayo, Eirian observó cómo el rostro de Rowan se tornó serio.

—¿Cerezas? Todavía no es temporada. Mejor vamos con Eirick.

—Entonces vayamos al lago a pescar.

—De acuerdo. —Rowan sonrió de nuevo, con su habitual alegría—. Busquemos a los muchachos.

—¿A mis primos? —Eirian frunció el ceño y observó atentamente la reacción de Rowan a sus palabras—. Esperaba que fuéramos tú y yo... solos.

Rowan palideció un poco o al menos eso le pareció a Eirian y de nuevo, su rostro lució contrariado.

—Solos no será igual de divertido, Cerecita. Con ellos tendremos a alguien de quien burlarnos cuando no pesquen nada.

Eirian se llenó de valor, tomó aire y lo soltó casi sin pensar.

—¿No quieres estar conmigo a solas? ¿Te hice algo? ¿Estás molesto conmigo?

Rowan frunció el ceño y lo miró extrañado.

—¡No, claro que no! ¿Por qué piensas eso, Cerecita?

—Últimamente, estás muy raro —le respondió Eirian—, siento que huyes de mí, es como si no quisieras estar conmigo.

—¿Cómo dices eso si siempre estamos juntos?

—¡Y rodeados de personas! Ya ni siquiera vamos al invernadero por las noches, siempre tienes sueño.

Eirian agachó el rostro, se sentía tonto por reclamarle a Rowan. No tenía derecho a exigirle nada, pero el pensamiento de que él quisiera marcharse volvió a asaltarlo y llenarlo de pavor.

—¿Quieres volver a Ulfrgarorg? —preguntó en un hilo de voz—. ¿Es por eso que estás evitándome?

Rowan se acercó y sujetó los costados de su cara con ambas manos, le subió el rostro y lo miró a los ojos.

—No estoy evitándote, tampoco estoy molesto y definitivamente no me has hecho nada. —Estaban muy cerca uno del otro. Rowan deslizó la mirada ambarina por todo su rostro y se detuvo un instante en su boca, algo en el pecho de Eirian se agitó. El príncipe lo soltó y apartó la mirada—. Vamos. Si Cerecita quiere recoger cerezas, buscaremos cerezas.

Ambos fueron a la colina de los cerezos, bromeando como siempre, pero Eirian continuaba con la sensación de que algo sucedía entre ellos. Tenía la impresión de que las cosas habían cambiado, aunque no sabía exactamente de qué forma. Unos días antes de su cumpleaños número dieciocho se dio cuenta de qué era lo que sucedía.

Eirick había insistido en la celebración, aunque Cardigan ni siquiera se encontraba en Noon para la fecha. Cumplir dieciocho años en Doromir era un evento importante en la vida de un joven, pues representaba el paso a la adultez y a partir de ese momento podía considerarse un verdadero hombre.

Quizás era la forma que tenía Eirick de demostrarle lo mucho que le importaba o de compensar la ausencia de Cardigan en la vida de Eirian y su desamor. Lo cierto fue que se esforzó en que ese cumpleaños estuviera al mismo nivel del suyo, que era el príncipe heredero, sin importar que su padre no estuviera presente, ni tampoco delegaciones diplomáticas de los reinos vecinos.

Todos los días entraban carrozas al palacio del Amanecer cargadas de suntuosas telas, barriles con los mejores licores de cereza, vino exquisito, las más frescas legumbres y los cerdos más gordos.

Sin embargo, Eirian cada vez se fastidiaba más. Breogan no dejaba de importunarlo para que escogiera la mantelería, o mostrándole hermosas joyas traídas del lejano reino de los sorceres, o haciendo que se probara una y otra vez el elegante traje para que los sastres reales hicieran los ajustes pertinentes.

Dos tardes antes de la fiesta, todos en el palacio se hallaban con los nervios de punta. Los sirvientes iban de un lado al otro preparando el salón y la decoración. Extrañamente, Breogan no le había dado la lata en toda la mañana, así que Eirian y Rowan leían en la biblioteca, hasta que la tranquilidad se esfumó.

A través del gran ventanal que se abría al corredor que bordeaba el jardín interior, Eirian vislumbró a Breogan seguido por un séquito de sirvientes, cada uno cargando en sus brazos prendas de vestir, zapatos y joyas. El joven cumpleañero hizo un mohín de disgusto. Estaba pasando un rato agradable con Rowan y no le apetecía demorar lo que tarda en consumirse una vela de Ormondú probándose ropa, escogiendo sortijas o decidiendo si usar el medallón de oro con la cabeza del lobo o el de plata con las rosas.

—¡Breogan! —exclamó en voz muy baja, señalando el pasillo. Rowan levantó la cabeza del libro que leía y miró hacia afuera—. Tenemos que salir de aquí antes de que me encuentre.

Rowan sonrió divertido, abandonó el libro y se levantó de inmediato. Eirian lo tomó de la mano y escaparon juntos de la habitación. Breogan debía estar por doblar el recodo y encontrarse con ellos, que huían por el pasillo en sentido contrario. Así que sin perder tiempo, Eirian jaló de la mano a Rowan y salieron al jardín interior por las puertas de madera, abiertas de par en par.

Se escondieron detrás de la pared entre la puerta y el ventanal, con Rowan de espaldas y Eirian pegado frente a él, tratando de que ninguno de los dos fueran visibles ni a través del ventanal o la puerta.

Rowan empezó a reír, Eirian lo miró con el ceño fruncido y le tapó la boca con la mano.

—Shh —lo calló en voz baja.

Los ojos de Rowan se habían estrechado debido a la risa contenida. Eirian se asomó a la ventana con cuidado y vio como Breogan entraba a la biblioteca con los sirvientes. Al parecer, aún no notaba el escape de los príncipes. Rowan se había quedado en silencio, así que Eirian dejo de cubrir su boca.

—No se ha dado cuenta —susurró y miró a Rowan que se encontraba entre el y la pared.

Los ojos ámbar del príncipe brillaban fijos en él. Tenía los labios entreabiertos y las mejillas encendidas como si le costara respirar luego de haber corrido por la colina. Sin que Eirian lo esperara, Rowan lo besó.

Los labios de él se movieron suavemente sobre los suyos, como el breve aleteo de una mariposa, aun así, Eirian estaba estupefacto, su cerebro no acababa de procesar lo que ocurría, hasta que el beso terminó. Rowan se separó y al abrir los ojos fue como si recién se diera cuenta de lo que había hecho. Su cara se tornó rojísima, como una de las cerezas que Eirian amaba.

—Yo, yo...—Rowan tragó. La mirada, errática, no permanecía sobre sus ojos—. Lo siento. No sé qué me pasó... No sucederá de nuevo.

Rowan trató de moverse y escapar del cuerpo de Eirian que lo aprisionaba contra la pared, mientras este continuaba viéndolo sin parpadear. Rowan acababa de besarlo, los labios de él se posaron sobre los suyos, sintió su aliento mezclarse con el propio, su aroma y el calor de su cuerpo continuaban envolviéndolo. En un instante todo en su mente se aclaró, cada engranaje se movió y todas las piezas calzaron en su sitio: Rowan era lo que siempre había necesitado, lo único que quería. Su complemento. Cuando el príncipe trató de apartarlo nuevamente, Eirian lo empujó del hombro y lo volvió a su sitio, entonces fue él quien lo besó.

Nunca había besado a nadie, jamás se había enamorado, ni siquiera sentía atracción por alguien, pero en ese justo momento en que sus labios se unían a los de Rowan sentía que toda la vida lo había amado, que siempre esperó sin saber ese momento glorioso que llegaba igual a mil tambores de guerra.

Rowan tampoco tenía experiencia o al menos no le había confesado que la tuviera. El beso que compartían era un juguetear de labios y succiones delicadas, más sentimiento que otra cosa. Eirian, se separó y miró a Rowan con una sonrisa nerviosa.

—Quiero que suceda muchas veces más.

Por un instante, Rowan no contestó nada, sus ojos rasgados lo miraban muy abiertos, sorprendidos. Luego se relajó y también sonrió.

—¡Alteza! —Breogan lo llamaba desde el interior del castillo—. ¡Su Alteza Eirian!

—Si no hacemos algo no sucederá de nuevo, Cerecita —dijo Rowan sonriendo de medio lado y apartándose—. Breogan va a matarnos si no te pruebas tus trajes y tus joyas.

Eirian sonrió sintiendo una enorme calidez en su pecho, volvió a besarlo rápidamente a modo de despedida antes de entrar al corredor.

A partir de aquel primer beso, las cosas entre ellos volvieron a cambiar. Rowan ya no lo evitaba, por el contrario, buscaba momentos para quedarse a solas con él y cuando nadie los miraba se dedicaban a besarse. Después del anochecer, el lugar favorito para esconderse seguía siendo el invernadero, pues a esa hora, Eirick ya no se encontraba allí, ni ningún jardinero. Ir a sus habitaciones no era opción, pues tanto Eirick como Breogan tenían la mala costumbre de entrar a los aposentos de ambos sin llamar antes.

Rowan tiraba suavemente de la mano de Eirian conteniendo la risa, habían dejado atrás a sus primos, impacientes por abrazarse y besarse. Atravesaron el umbral de hierro y cristal, apartaron con las manos las florecillas amarillas colgantes que Eirick había sembrado y el fragante refugio de pétalos y hojas los recibió. Sin esperar mucho, Rowan tomó en sus brazos a Eirian y empezó a besarlo.

Se besaban de pie y sin darse cuenta, daban pequeños pasos hasta que Eirian tropezó con la mesa y se cayó al suelo. Rio brevemente, fue a levantarse, pero Rowan no lo dejó, se arrodilló entre sus piernas y volvió a besarlo mientras lo acostaba de espaldas en el suelo de tierra negra. El petricor inundaba sus fosas nasales, al igual que el dulce aroma de las rosas que estaban por todas partes. Las manos de Rowan le acariciaban los brazos y el pecho por encima de la ropa a medida que el beso se volvía más intenso.

Rowan abandonó su boca y se dedicó a lamerle y mordisquearle el cuello haciéndolo temblar. Eirian tenía todos los vellos del cuerpo erizados, dentro de su pecho sentía un torbellino y un calor ardiente que lo recorría de pies a cabeza, concentrándose en su vientre. Echó la cabeza hacia atrás y Rowan, sobre él, volvió a morderle la manzana de Adán. Aparte de sus dientes, Eirian sintió otra cosa: Rowan tenía una erección, esa dureza se restregaba contra su entrepierna, despertándolo también a él. Gruñó debido al delicioso cosquilleo que el roce desencadenaba. Rowan se separó un poco y lo miró, sin decir una palabra, le acarició el miembro por encima del pantalón. Eirian se mordió el labio conteniendo el gemido y cerró los ojos. La caricia se incrementaba, también la sensación placentera.

—¿Te gusta? —le preguntó Rowan en un susurro ronco al oído.

—Sí. —Apenas un hilo de voz entre suspiros— y no creo poder seguir soportándolo.

—Sería muy malo que mancharas tu ropa.

Rowan le bajó el pantalón, la erección húmeda quedó en libertad. En todos los días que llevaban besándose a escondidas, ese era el primero en que llegaban tan lejos. Eirian sentía que solo besos y caricias no serían suficientes. Se sentó en el suelo y empezó a desvestir también a Rowan. No era la primera vez que lo veía desnudo, pero sí de esa forma, ya no como su amigo, sino como su amante, con la piel enrojecida, sudorosa y palpitante debido al deseo. Pasó la punta de los dedos por su pecho en una caricia lenta y sintió los músculos firmes cubiertos de piel caliente y suave; deslizó los labios y luego la lengua, degustando su sabor por primera vez. Antes fue él quien gemía trastornado por las caricias, en ese momento era Rowan quien lo hacía y Eirian no sabía qué le gustaba más, si acariciar o ser acariciado. Oír la voz ronca de Rowan, suspirando y gimiendo, era como un afrodisíaco. Volvieron a abrazarse y enredarse en un beso apasionado.

—Eirian —susurró Rowan en su oído, erizándole los vellos del cuello—, lleguemos hasta el final.

Eirian lo miró nervioso, pero lleno de deseo. Asintió consciente de que solo de esa manera calmaría las ansias que sentía. Rowan, se remojó los labios en silencio y lo tendió hacia atrás, dejándolo de espaldas sobre su chaqueta, la cual había extendido en el suelo.

—Relájate —le dijo al oído antes de comenzar a regar de besos su cuerpo desde el cuello y hasta el vientre.

Las corrientes de placer lo recorrían, en torno a donde Rowan lo tocaba, bien fuera con los dedos, los labios o la lengua, y se extendían arremolinándose en su vientre. De pronto respingó al sentir la intrusión de un dedo humedecido, el cual se colaba en su interior.

—¿Rowan, que estás haciendo?—jadeó—. Me duele

—Shh.

Una lamida a su miembro erecto, seguida de otras, lo hizo temblar y disipó el dolor. Por eso casi no se dio cuenta cuando Rowan introdujo un segundo dedo y finalmente un tercero.

—Relájate —volvió a pedirle antes de besarlo profundamente en los labios.

El corazón de Eirian latía desbocado, todo su cuerpo hervía como una caldera a punto de ebullición. Rowan se posicionó entre sus piernas y poco a poco se deslizó en su interior. Tener su pene dentro no se comparaba en nada a sus dedos, aquel era mucho más grande, duro y caliente. Cerró los ojos e inhaló profundo, poco a poco Rowan comenzó a moverse.

Al principio lo hizo muy lento, Rowan lo observaba buscando en su expresión rastros de incomodidad. Cada vez que Eirian se quejaba, Rowan se detenía y lo besaba a fondo, hasta que finalmente ya no hubo dolor, sino solo placer.

Gemidos, suspiros, brisa fría cargada del olor de la tierra mojada y las rosas. Sobre ellos el cielo oscuro se extendía colmado de estrellas, no existía nada más que ese invernadero y su amor floreciente. Nada se interpondría, nada nunca los separaría, eran uno para el otro, habían nacido para estar juntos.

Los jadeos se incrementaron, al igual que las embestidas, Eirian enterró las uñas en la piel de la espalda de Rowan, enlazó las piernas en su cintura, alentándolo a que lo penetrara más rápido y profundo. Un instante después ambos se derramaron. Rowan se dejó caer sobre su pecho y Eirian le acarició los mechones negros húmedos de sudor.

La respiración agitada de ambos, al igual que sus corazones, fueron enlenteciéndose progresivamente. Eirian preguntó, todavía con la voz entrecortada.

—¿Ya lo habías hecho antes?

—Nunca.

—¿Cómo es que sabías exactamente qué hacer? —preguntó, pues en todo momento fue Rowan quien llevó las riendas del encuentro.

Rowan se incorporó un poco para verlo a la cara. Se rio en voz baja antes de contestar.

—Llevo algún tiempo fantaseando con este momento —le confesó con voz risueña—, desde antes que nos besáramos por primera vez.

Eirian se sorprendió.

—Querías hacerme esto desde hace... —frunció el ceño en medio de una sonrisa— ¿Desde hace cuánto tiempo, exactamente?

—Algunas... seis... lunaciones.

—¡¿Seis lunaciones?! ¡Por el Lobo del Norte, eres un pervertido! —exclamó. Rowan le golpeó el hombro y Eirian se echó a reír. Cuando se calmó, volvió a preguntar—: ¿Por eso me evitabas? —dijo y el príncipe asintió—. ¿Por qué no me lo dijiste?

Rowan volvió a recostarse de su pecho y a juguetear con las puntas de su pelo rojo.

—Creí que no sentías lo mismo. Pensé que me rechazarías, por eso... trataba de evitar la tentación de estar a solas contigo. —Rowan rio—, aunque no sirvió de mucho.

—Confieso que tú y yo no me pasó por la cabeza. —Eirian acarició la espalda sudorosa—, pero cuando me besaste la primera vez, fue como si... no sé, todo dentro de mí hubiese ocupado el lugar correcto. Esto se siente... Se siente que es así como debe ser.

Rowan no le contestó, continuó acariciándole el cabello.

—Pero todavía no me dices como es que sabías qué hacer.

—Tus primos.

Eirian se escandalizó,

—¡¿Lo hiciste con ellos?!

—¡¿Qué?! ¡Claro que no! Te dije que esta fue mi primera vez.

—¿Entonces? No comprendo.

—Ellos tenían un libro con dibujos.

—Y se los robaste —concluyó Eirian riendo.

—No va a hacerles falta. Tenían varios.

Eirian se levantó un poco y miró a Rowan.

—Me alegro de que lo hayas hecho, aprendiste bien.

Lo abrazó y lo besó profundamente, sintiendo surgir el deseo de repetir lo que acababan de hacer. Eirian se inclinó sobre Rowan hasta intercambiar posiciones y dejarlo debajo, la noche apenas comenzaba.

A aquella primera noche siguieron muchas otras. Estar juntos se convirtió en una adicción, la cual se volvió peligrosa en el momento en el que Cardigan regresó al palacio del Amanecer.

GLOSARIO

Lo que tarda en consumirse una vela de Ormondú: Medida de tiempo equivalente a 6 horas

Lo que tarda en consumirse una brizna de paja en el fuego: Medida de tiempo equivalente a 5 minutos.

Ulfrgarorg: Es un término proveniente del lísico antiguo cuya traducción sería Tumba de lobos. Reino del norte de Olhoinnalia, vasallo desde hace 11 años de Doromir Su herladica es la cabeza de un lobo plateado sobre fondo negro.

Ulfrvert: Término proveniente del lísico antiguo cuya traducción literal sería Camino de Lobos. La Cordillera de Ulfvert parte desde  el extremo mas al norte de olhoinnalia: la congelada Northsevia y desciende al sur, partiendo el continente en dos mitades, cerca del bosque de Skógarfors  cambia su nombre y pasa a llamarse Cordillera de Ausvenia, separando el reino de Augsvert del reino de Vergsvert. Se dice que en un tiempo antiguo, las montañas de Ulfrvert fueron territorio de lobos cambiaformas.

*** Hola preciosuras. Ya sabemos como fue la primera vez de nuestro par de tóxicos, ¿qué les pareció?

Ilustracion realizada por la IA de Bing de Rowan y Eirian segundos antes del segundo beso.

La canción de la cabecera en Sweet Child O' mine de Guns'N Roses. Para mí es Eirian cantando, pero tambien podría ser Rowan.

Por cierto que el capítulo va dedicado a Salve_Galaxar quien en el capitulo anterior me dejó 3 comentarios super extensos, casi que analizando a los personajes. En serio que lo amé. Ustedes no tienen idea de lo importante que es ese tipo de feedback, Me encanta saber como perciben a los personajes y qué esperan de la trama, pues es mi forma de saber si estoy haciéndolo correctamente o no.

Nos leemos el próximo viernes, gracias por leer y no se olviden de votar. 

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