Capitulo XLIII: Promesas

A la mañana siguiente, Andreia los mandó a llamar con urgencia.

Cuando entraron al salón azul la encontraron con Xena y el maestro forjador del palacio. Su hermana contemplaba la Espada de Hielo restaurada, la cual sostenía en las manos. Rowan enarcó las cejas oscuras al verla, ya no era un trozo de herrumbre, óxido y cuero podrido.

—¡Increíble! —Se la quitó para detallarla.

La espada debía medir poco más de una vara desde la punta a la empuñadura y esta última casi dos palmas, lo necesario para maniobrarla con ambas manos. En ella ahora se apreciaba labrada la cabeza de un lobo en el pomo. El detalle era exquisito, tanto que parecía estar vivo y sus ojos, un par de gemas amarillas, brillaban con un resplandor dorado.

Rowan la blandió en el aire primero con una mano y luego con ambas. El equilibrio entre la empuñadura y la hoja era perfecto, se movía con agilidad entre sus dedos, liviana para maniobrarla, pero lo suficientemente pesada como para cortar el acero de una armadura.

—¡Es espléndida! —dijo emocionado.

Sobre la mesa había una bandeja de bronce con frutas, Rowan lanzó una manzana al aire y la rebanó a la mitad con la espada. Un corte perfecto.

El maestro forjador se acercó con ojos brillantes, sin duda, tan entusiasmado como él.

—¡Nunca había visto nada semejante! —dijo el hombre de piel curtida gracias al fuego de la forja—. ¡Alteza, Majestad, observad el filo a la luz!

Rowan acercó la espada a una de las lámparas de aceite. Ahí notó que el acero de la hoja no era uniforme, tenía vetas que brillaban a lo largo y solo el doble filo parecía estar hecho del mismo material: claro, puro, luminoso.

—¡Plata!

—¡Así es! —dijo el maestro forjador con la voz vibrante de la emoción—. Y mirad esto. Permitidme, Alteza.

El herrero tomó la espada y la aproximó más a la luz, todos los presentes se acercaron. Unos caracteres se hicieron evidentes en una caligrafía estilizada, pero ininteligible.

—¿Qué significa? —le preguntó Andreia a Xena.

La muchacha miró la espada antes de responder.

—Es lísico antiguo, el idioma que se hablaba en Olhoinnalia antes de que llegaran los humanos, solo los sorceres lo hablan en la actualidad y quizás las hadas.

—¿Es decir qué no puedes traducirlo? —preguntó Andreia.

La joven parpadeó un par de veces con la vista fija en la espada.

—No sé muchas palabras en lísico, pero esta inscripción todos los vermishei la conocemos. Blód hinna djärfu sigrar myrkryd: «La sangre de los valientes vence la oscuridad».

Daviano observó la espada en manos del herrero y deslizó el dedo por la hoja.

—¿Y eso que quiere decir? —preguntó—. ¿Es una profecía o alguna clase de hechizo?

—Do.mirh fue el valiente héroe que venció a los cambiaformas en los tiempos de la leyenda. La inscripción se refiere a él y a su sangre: la sangre de los valientes.

—Ya. —Daviano contemplaba la espada con ojos reverenciales—. Ustedes deben estar emparentados con Do.mirh, entonces. Por eso lograste sacar la espada, Andreia. La sangre de los valientes es la vuestra, la misma que la de Do.mirh

—¿Ahora sí crees que es La Espada de Hielo? —le preguntó Andreia a Rowan.

—Es una espada magnífica, de eso no cabe duda—. Rowan volvió a tomarla y a hacer movimientos con ella, luego se la devolvió a Andreia—. Pero nuestra prioridad es otra. Tenemos que prepararnos para enfrentar a Doromir, no a cambiaformas invisibles.

—Si la espada apareció es por qué ellos están por regresar, si es que ya no lo hicieron. —Los ojos oscuros de Xena lo miraron desafiantes.

—Pues hasta que no se crucen en mi camino, esos cambiaformas no son mi prioridad, señorita. Debo pelear una guerra y no es contra monstruos de leyenda.

Rowan se dio la vuelta para salir, pero Andreia lo detuvo.

—Ten. —Le entregó la espada—. Úsala en la batalla.

—Andreia, por favor, ya tengo a Osadía. Perdiste a Susurros, úsala tú.

Ella sonrió y señaló otra espada envainada en la mesa.

—El maestro forjador ya hizo una especialmente para mí con acero bramasquino. Además, ni siquiera estaré en el campo, sé que no lo permitirás. Por favor, llévatela. Hazlo por mí.

Aunque realmente fuera una espada encantada con la sangre valiente de Do.mirh, había sido forjada para matar cambiaformas, no un ejército de hombres comunes. Rowan miró la súplica en los ojos dorados de su hermana y no pudo arrebatarle la esperanza. Tomó la espada.

—Haría cualquier cosa por ti. —La estrechó en sus brazos con fuerza y besó su coronilla; aspiró profundo, llenándose de su olor a bosques y humo—. Prométeme que mañana te protegerás, te quedarás en la retaguardia, ¿de acuerdo?

—Está bien, lo prometo.

—Bien. —Rowan se separó de ella y le sonrió—. Iré a prepararlo todo, debemos partir cuánto antes.

El joven salió del salón azul junto con Daviano, debían encontrarse con el alto mando de su ejército y dar la orden de marchar al Valle del Colmillo, pero antes de salir al patio de armas, Rowan lo tomó del brazo y lo detuvo en medio del pasillo.

—También quiero pedirte algo.

—Claro, lo que sea.

—Quiero que te quedes mañana en la retaguardia con Andreia.

—¡¿Qué?! ¡No! —Daviano se soltó de su agarre—. ¡Estaré a tu lado!

—Daviano, por favor...

—¿No confías en mí? ¡Seguro piensas que seré el primero en morir!

—No es que no confíe en ti, pero nunca has estado en una guerra. Si algo te sucede, yo no me lo podré perdonar.

—¿Y yo si podré perdonarme si algo te sucede a ti? ¡No! ¡Estaré a tu lado!

—¡Por favor, Daviano! —Rowan tomó sus manos en una súplica—. Sospecho que Andreia no me obedecerá, no se quedará en la retaguardia. ¡Tienes que cuidarla cuando no esté!

El dreki lo miró con los ojos en rendijas y volvió a soltarse.

—¿Cuándo no estés? ¡Sigues con esa estúpida idea de que morirás, ¿no es cierto?!

—Es una guerra, las personas mueren en ellas.

Daviano apartó la mirada y estuvo en silencio un instante, cuando lo miró de nuevo, lo hizo con una expresión decidida.

—Pues bien, me quedaré y cuidaré de Andreia con una condición. Prométeme que no vas a morirte mañana, que volverás. —Daviano tensó la mandíbula y lo sujetó con fuerza de los costados de su rostro—. Si no regresas, Rowan Belford, iré por ti. ¡Voy a ir al maldito Desierto de Hielo a buscarte y te traeré de regreso! ¡Así que procura no morirte!

Rowan parpadeó.

—Te lo prometo, trataré de no morirme. —Una diminuta sonrisa se dibujó en sus labios.

—¡¿Tratarás?! ¡Ja! ¡Eso no es suficiente! ¡No te vas a morir, maldito príncipe arrogante y engreído!

—No me voy a morir, regresaré contigo, lo prometo.

Daviano lo besó con fuerza, poniendo en la unión de sus labios toda la convicción de ese juramento, uno que Rowan realmente deseaba cumplir.

****Jelou, mis amores.

Las medidas una vara son aproximadamente 90 cm y una palma aproximadamente 15 cm.

El idioma lísico Es el idioma que se hablaba antiguamente en Olhoinnalia, el que hablan actualmente es la lengua común del Norte, la misma que hablaban los humanos cuando llegaron al continente. El lísico o llamado también el idioma de la magia, solo lo hablan los sorceres y tal vez las hadas (Mas adelante veremos hadas).

Ahora sí, nos vemos el próximo viernes en la batalla. ¿Gana Rowan o Eirian?

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