Capítulo 3
" Dicen que la manzana nunca cae lejos del árbol"... Una frase tan conocida y odiosa para algunos. Xiao no la soportaba. Tanto su hermano como su padre se referían a ella constantemente de alguna forma, pero él no sería como ellos, se juró a si mismo jamás caer.
Un par de años pasaron, los mellizos eran totalmente adultos, Kara pasaba la mayoría de su tiempo entrenando o entreteniendose con alguna lectura, mientras que Xiao era entrenado por su propio padre. A lo largo de ese tiempo, este demostró ser más hábil de lo que muchos pensaran, es más, si hubiera querido habría matado a quien se pusiera por delante, pero él no era así, no era un asesino.
- Si esa maldita mujer no hubiera lanzado esa maldición... - Palabras que salían de la boca de un ambicioso hombre, dolidas, resentidas, sin esperanza. - Ojalá me hubiera deshecho de ella mucho antes. -
- Mi señor incluso así, aún puede entrenar a algún joven para que sirva a sus planes. -
- Incluso aunque digas eso... - Seguía con sus rabietas, ya era tarde, pensaba pero una alegría paraa desgracia de algunos vendría tiempo después. Alatus saldría en una misión y tomaría bajo custodia a un joven de cabello rubio y ojos de color miel. Según Alatus parecía tan puro e inocente que deseaba mancillarlo y así lo hizo. Se lo llevó con él y lo mantuvo en su habitación durante semanas, este lloraba y pataleaba, pero de nada le servía, Alatus no paró de abusar de él.
Un día entre todo el revuelo mientras el joven tomaba alimento, algo extraño pasó. Comenzó a sentirse mal, con náuseas y algo de fiebre. En principio se pensó que se debía al maltrato por parte del joven Alatus, sin embargo, al examinarlo con más detenimiento observaron una anomalía y descubrieron que se encontraba embarazado de pocas semanas. Al saber de esto interrogaron al chico, al parecer jamás nadie lo había tocado hasta que esa persona lo hizo, por lo que al enterarse, el señor del lugar comenzó a reir y gritar insultando en el proceso a la que fue su esposa. Aquella venganza de la que hablaba no era más que un burdo intento contra él que privó de hijos a los otros dos, pero no a su primogénito, y ahora para poner la guinda sobre el pastel, Alatus tenía en sus manos a un doncel. No podía ser más dichoso.
Mientras la gestación de este estaba en curso, estaría en un cuarto separado de Alatus, ya que este no sorpotaba su presencia debido a los malestares. Si no le servía para entretenimiento no tenía valor a su parecer. Por su parte aquel joven se sentía destrozado, pasó de estar rodeado por pocas personas que lo querían a estar completamente solo y esperando el hijo de alguien que lo había violado, su historia no podía haber dado un peor giro argumental.
Pocos días después, pudo salir de la habitación sin que se dieran cuenta. Decidió que aunque no pudiera escapar, al menos no estaría por siempre encerrado, por lo que de algún modo terminó perdido en los pasillos, aunque para empezar tampoco sabía hacia donde iba.
Observó como desde las ventanas se veían los campos de entrenamiento, arco, espada... muchos soldados dirigidos por un alto cargo. Al ver todo rodeado de los anteriores, apoyó su espalda contra la pared y bajó lentamente hasta quedar sentado abrazando sus piernas contra su pecho, y dándose por vencido en cuanto a escapar.
- ¿ Te encuentras bien? - La voz de alguien más lo sorprendió. Miró de inmediato a la otra persona y por un segundo temió por lo que le ocurriría. Esa persona se parecía muchísimo a él. Temblaba y las lágrimas salían. - Eh... espera qué ocurre. -
- Xiao, espera... - Alguien más intervenía, era Kara que se percató de lo que aquel joven estaba pasando. - Debe haber conocido al bastardo de Alatus. - Suspiraba. - No te preocupes, él no es igual a esa persona. - Decía con una expresión gentil señalando a su hermano. - Ahora cálmate. - Decía esto último mientras posaba una mano sobre su cabeza, cosa que pareció funcionar.
Mientras el joven secaba sus lágrimas, miraba con más detenimiento a Xiao, ahora veía las diferencias, sobre todo en su personalidad. Mientras uno era prepotente, el otro parecía muy gentil. - Siento eso, estaba asustado. - Terminaba diciendo aquel joven.
- Dime, cual es tu nombre. - Preguntaba Kara a continuación.
- Aether. -
- Bien Aether, yo soy Kara, y este de aquí es mi hermano mellizo Xiao. La persona que pareces haber conocido es Alatus, que desgraciadamente es nuestro... hermano mayor.- decía suspirando y echando su vista hacia un lado en señal de disgusto. El joven Aether se extrañó al ver este comportamiento, ¿no se supone que los hermanos deben llevarse bien?, es lo que este pensaba. Con el tiempo comprendería que su caso no era aplicable a esto y que su situación lo justificaba.
- Joven, por fin lo encuentro... - El mayordomo a cargo de su cuidado aparecía. - No debe salir de la habitación sin permiso. - Aether tan solo miraba triste hacia el suelo. De nuevo tendría que volver a aquella habitación y estar solo. Era algo bastante triste.
- Yo... -
- Tan solo salio a tomar aire y se perdió, no creo que sea un problema. - decía Kara, - El culpable eres tú por dejarlo solo, en lugar de preocuparte de que salga, ¿ por qué no lo acompañas?. - Esto desconcertó al mayordomo, que terminó llevándose a Aether con él.
- Ese chico... - Xiao se quedaba mirándolo.
- Tampoco me da buena espina su aparición. Algo ha ocurrido, pero no sabremos nada por el momento. Intentaré averiguar todo lo que pueda, tú concéntrate en seguir de una pieza. - Decía Kara mientras sonreía para despedirse.
- Más que de una pieza, espero seguir cuerdo cuando todo esto termine. - se decía a si mismo mientras miraba hacia el techo. - Madre... -
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