Capítulo 2

Poco después de su llegada, Xiao y Kara conocieron a Alatus. Desde el principio no simpatizaron con este, y era normal. Sus crianzas eran diferentes, y con el paso del tiempo aquella diferencia sería incluso más notable, puesto que aquellos mellizos no olvidarían las enseñanzas de su madre, y mucho menos llegarían a parecerse a su padre. 

Por su parte Kara resultó tener mucho talento con toda clase de armas, era ágil pero muy impulsiva a diferencia de su hermano Xiao, quien era tranquilo y callado, cosa que le traía problemas con Alatus, ya que este en cualquier ocasión que encontraba, lo humillaba mediante una paliza con el pretexto de entrenarlo. En más de una ocasión Kara intervino sin mucho éxito, ya que Alatus no estaba interesado en luchar contra ella a petición de su padre y porque consideraba a las mujeres como seres inferiores. 

- Maldición... de nuevo te ha vuelto dar una buena paliza. Te llevaré con el médico. - 

- No tienes que preocuparte tanto. Él tan solo ... - No continuaba, aquello no era justo y solo podía decir que su hermano era un bastardo al igual que su padre. Terminaba suspirando, y pensando en cuando sería el momento para ir a ver a su madre. Deseaba visitar su tumba al menos una vez, pero nunca se lo permitían. Jamás lo dejaban salir del lugar. 

Una vez en la enfermería, Xiao estaba tumbado mientras Kara se encontraba a su lado. Su padre hacía acto de presencia lo que ponía en guardia a esta. 

- Veo que sigues siendo igual de débil, vuestra madre nunca debió alejaros, ahora quizás seríais capaces de saber luchar a nivel de Alatus. - 

- No digas una palabra más de mi madre. Ella nos crió lo mejor que pudo y supo. - 

- Esa mujer tan solo terminó siendo un estorbo, fue una tonta que comió de mi mano, si hubiera seguido callada y obedecido, aún estaría viva. - Terminó por enfadar en exceso a Kara, quien comenzó a tomar rasgos de su animal. Sus ojos cambiaron de un color castaño cercano al tono de su madre, para terminar mostrando uno dorado y el otro color rojo del tono del vino tinto. Sus colmillos se hicieron más pronunciados y su cabello que era rojizo como al igual que el de su progenitora comenzó a mostrar betas blancas. Su padre en lugar de tensarse sonrió. - No es maravilloso, supongo que ahora si te llamará la atención. - 

- Vaya, así que era cierto. - Un joven aparecía a la espalda del otro. - Estoy complacido, es hermosa y sus ojos son únicos. Me gusta. - Kara se sorprendió, no esperaba escuchar eso de alguien que acababa de ver por primera vez en su vida. Mientras esta estaba en ese estado, aquella extraña persona se acercaba para poner su mano en la barbilla de la chica y hacer que lo mirara directamente a los ojos. - Hermoso. - Inmediatamente esta se separó y levantó de su asiento. 

- No se quién eres, pero si no quieres perder esa mano, más te vale no tocarme. - 

- Me gusta que tengas caracter querida, sino, sería muy aburrido. - Esta gruñía en respuesta. Mientras tanto éste volteó la mirada al joven que se encontraba descansando en la cama. No podía negar que se parecía a su padre, solo lo diferenciaba su expresión calmada y la diferencia de edad. Una copia más que idéntica.

Al notar que aquella persona observaba a su hermano, las pupilas de Kara tomaron la forma de las de un felino, lo que indicaba que estaba preparada para atacar. El otro lo tomó como advertencia y se marchó más que satisfecho. En cuanto a su padre se quedó para hablarle de la pronta unión con aquella persona. Esta no lo tomó demasiado bien, pero de nada serviría si tenía como rehén a la persona que más le importaba. Tendría que acceder incluso no le agradara y hacer lo que se le pedía. 

En cuanto su padre dejó la habitación, sus nervios cesaron, y tan solo quedó la impotencia del no poder hacer nada. Sería obligada a casarse y tener descendencia para complacer las ambiciones de las distintas personas, no solo eso, su hermano quedaría solo ante los ataques del bastardo de Alatus, y nadie haría nada. En ese momento no podía hacer más que llorar de forma sinlenciosa. 

Los días pasaban, y Kara estaba desanimada ante aquel futuro que le aguardaba. Xiao por su parte intentaba animarla como podía y aunque la ayudaba a esbozar alguna sonrisa, no era suficiente. Desde que llegaron a aquella casa, habían sido infelices, no tenían libertad y recibían maltrato constate. Aquello no era vida...

Llegó el día y Kara tuvo que abandonar la casa familiar para ser tomada como esposa, Xiao intentó detener aquello, pero su hermana lo detuvo, no quería torturarse al ver como destrozaban a su querido hermano. Al final tan solo se despidió con una sonrisa, una lágrima y un hasta pronto, ninguno imaginaba que esa última frase sería cierta. 

Tras meses de intentos, la joven no quedaba en cinta, cosa que llevó a los médicos a reconocerla en profundidad para terminar descubriendo la verdad tras todo aquello. Una maldición se cernía sobre la joven. Tras estudiarla con detenimiento, se llegó a la conclusión de que la misma jamás sería disuelta, ya que la única persona capaz de aquello ya estaba muerta. Cuando se enteraron, se formó un gran revuelo. Kara fue devuelta y su padre se maldijo por dejar que aquella mujer jugara con él. Al enterarse Alatus de esto, realmente no le importó, tan solo pensó en que tendría otro muñeco de prácticas, pero a diferencia de lo que pensaba, no sería así. 

- Siempre quisiste que me enfrentara a ti, pues ahora tienes oportunidad. - Tomaría a Kara como un monigote para destrozarla por completo, era divertido desde su punto de vista, pero no contaba con la presencia de alguien más. 

- Ahh... - Un grito ahogado soltaba la chica tras un golpe en el estómago, cosa que la hizo desplomarse en el suelo. Después de aquello no podía levantarse, en cuanto Alatus intentó volver a golpearla, un tigre de pelaje blanco apareció haciendo que este retrocediera. Su instinto asesino no era algo que el otro pudiera simplemente ignorar, era idéntico a su padre, solo que más pequeño. 

- Así que hasta tu forma total es igual a la de nuestro padre, ¡ Ja, ja, ja!. Eres igual que él, y no podrás escapar de la sangre por mucho que lo desees, después de todo eres su hijo... - En ese momento, más que un alago, era una frase de despecho. Tenía miedo a aquella persona frente a él aunque no lo dijera, y lo carcomería una gran envidia por eso mismo con el tiempo. 

A partir de ese momento, Xiao pasaría a tomar un entrenamiento distinto al igual que Kara, se volvería un asesino bajo las órdenes de su padre, cosa que no les agradaría, pero no tendría otra opción. 

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