Hay susurros.

Han habido susurros por estos últimos tres años.

Han hablado en voz baja sobre la guerra, la supuesta muerte de Park JiMin y su padre.

Susurros maliciosos, porque los soldados y el pueblo trataban de adivinar lo que pasaba.

Tres años pasaron donde los rumores de muerte, pérdida y desilusión llenaron al pueblo de la dinastía Park.

Tres años han pasado, sí y al fin los rumores y susurros dejarían de sonar porque los que partieron a la guerra ahora están de regreso.

―¡Han vuelto!

―¡Viva, viva!

Los soldados volvían a casa con sus mujeres e hijos. Aquellos campesinos que quisieron ir a pelear también volvieron. Todos los que sobrevivieron volvían a sus hogares.

Los que no pudieron volver, sus familias y amigos los lloraban. Habían dado su vida por protegerlos, solo se dejan llorar.

―Después de tanto...―Las lágrimas se forman en sus ojos tan peculiares.

Al fin en casa.

Cabellos negros y ondulados, ojos rojos y labios de cereza. JiMin ha vuelto a su hogar, con su pueblo, con su familia y especialmente, con su amado.

Amanece apenas y todo es tan claro para ver. Las nubes, el suelo, sus manos con pequeñas heridas. Porque sí, él ha vuelto con heridas de guerra, tanto en su cuerpo como en su corazón y mente.

La herida que más destacaba y estaba a simple vista era la que atravesaba su ojo izquierdo. Se lo hicieron hace un año, en una batalla allá en China. Recuerda que su padre se asustó mucho cuando vió la sangre y la herida en su rostro.

―Padre...―Suspiró El aliento cálido salió de su boca en una pequeña nube, hacía mucho frío esa mañana.

Está frente aquella casa que lo vio crecer, formarse, irse a la guerra y ahora finalmente volver.

Volver porque nunca tuvo la intención de romper su promesa. Él le prometió a Jungkook que volvería y se casarían, que vivirían una buena vida, y ahí estaba, avanzando hacia las personas que lo esperaban como bienvenida y grandes sonrisas.

Ha vuelto por Jungkook y el amor que tanto lo mantuvo con vida en las frías noches. Que lo mantuvo cuerdo cuando veía tanta muerte a su alrededor y la sangre en sus manos. Aquel amor que lo hizo esquivar cada ataque y lograr sobrevivir. Ese amor puro, suyo y de Jungkook.

―Hijo mío.

Como nunca, los brazos de la mujer que lo trajo al mundo se abrieron para abrazarlo. Corresponde con una sonrisa.

―Al menos puedo abrazarte a ti.

Su padre había muerto.

La muerte de Park HaeMin aún no se hacía pública al pueblo, solo ellos lo sabían. Solo la dinastía Park lloraba por ahora, pero luego las lágrimas de todo el pueblo llegarían.

Por ahora su madre tiene el poder, hasta que se case con su amado Jungkook como prometieron. Cuando eso pase JiMin liderará junto a Jungkook ambas dinastías.

―También lo extraño.―Su sonrisa tembló.

Se alejan luego de unos momentos.

Le echa un vistazo a su alrededor. Están los soldados, trabajadores de su gran casa y unos pocos familiares pertenecientes a la dinastía Park. La mayoría de sus parientes ya ancianos.

―Estás más alto, y mira esta cicatriz en tu ojo...―JiMin se sorprende al ver la preocupación en su madre.

―No es nada, aún tengo visión en ese ojo, deja la preocupación.

Ella asiente y suspira.―Tres años pasaron tan tortuosamente lentos.―Confesó.―Pero ya estás aquí, y tu futuro será próspero.

―Es lo que más deseo. Casarme y poder liderar a mi pueblo.

Una ligera sonrisa aparece en el rostro de la mujer de iris rojos.―Déjame presentarte a tu hermano, hijo.

Sus ojos se abren en sorpresa, ¿Un hermano? ¿Tenía un hermano?

La mujer hace una señal hacia una de sus sirvientas y ella trae en brazos a un niño lindo. De ojos grandes, cabellos rubios como su padre y sonrisa tierna. Pronto está frente suyo y no puede evitar soltar las lágrimas que desde que llegó tenía acumuladas.

―Su nombre es KyuMin, cumplirá tres años. No sabía que esperaba un niño cuando tu padre partió.―Dijo ella mientras JiMin juega con las pequeñas manos de su hermano.

Es tan parecido a mi padre, piensa JiMin cuando el niño le rehala una sonrisa tímida.

―Hola.

El menor solo suelta una risita que contagia a JiMin.

Es su copia idéntica, piensa otra vez limpiando sus lágrimas.

Su padre que siempre fue tan bueno con él, lo protegía de todo y nunca lo juzgaba. Su madre no hacía eso, el papel protector lo tenía su padre y cuánto hubiera deseado que siguiera vivo para que vea su casamiento con Jungkook... Pero no se podrá.

Una enfermedad respiratoria se lo arrebató, y era culpa de aquellos malditos que los tuvieron presos.

Ellos fueron prisioneros, pero la información es confidencial.

―Eso es todo.―Dice y la mujer con el niño en brazos vuelve a su antiguo lugar.

JiMin agita su mano despidiéndose del niño quien le regresa la acción. Sonríe sintiendo el amor en su pecho.

Amor. Su amor.

Entonces deja a sus ojos pasear por el lugar mientras trataba de divisar alguna cabellera marrón, ojos celestes y sonrisa tierna.

La mujer lo puede notar así que sonríe levemente.

―Deja de buscarlos con la mirada, los Jeon llegarán por la noche.―Dice sacando a JiMin de su búsqueda.

―¿Por la noche, madre?

―Sí, porque habrá una cena en tu honor, hijo mío.

―Mío, de los soldados y campesinos que volvieron también. Todos contribuimos.―Dijo tomando las manos de su madre con cuidado.―Es una gran bienvenida, no creo merecerla... Papá la merecía.

Ella acaricia su mejilla, algo que nunca suele hacer. Toma por sorpresa a JiMin y le sonríe.

―Te lo mereces.

Él asiente mientras sus ojos rojos se conectan y por un mínimo momento siente el cariño de su madre, lo que me da dicha y felicidad.

―Es todo, aquí hace mucho frío, pasemos.―Ordenó dándose media vuelta para entrar seguida de JiMin y la criada con el niño.

En la noche vería a los Jeon, más específicamente, a su amado y muere por verlo, abrazarlo, besarlo.

Quiere sentir su amor de cerca otra vez, porque JiMin había vuelto por Jungkook.

Aunque Jungkook no haya esperado por JiMin.

Ya estamos en el presente de la historia ♡

1. JiMin tiene una cicatriz como la de Yoongi en Daechwita pero un poco más pequeña jeje

2. Se viene drama.

See you later ♡