FINAL | Parte 1: Guerra.

JiMin corre para adentrarse al palacio, seguido de Jungkook y Hoseok. Sus corazones golpean con fuerza dentro de sus pechos, especialmente JiMin, porque siente que todo se le cae encima. Hay fuego, Taehyung está huyendo, Hana ya lo hizo, y siente que pronto podría trner un colapso por el estrés y el dolor en todo su cuerpo.

No sabía cómo podía mantener una mirada en determinada en sus ojos rojizos, sabiendo que por dentro era un inmenso caos de desesperación. Lo único que podía delatar su estado interno era el temblor en sus manos y piernas.

― ¡Taehyung está escapando detrás del castillo! ― Exclama ni bien se topa con un par de guardias, que ayudaban a los pueblerinos a alejarse del fuego que se extendía rápidamente. ― ¡Traiganlo ahora, nosotros nos ocuparemos aquí dentro!

Los soldados no dijeron nada, dejaron lo que hacían para correr hacia fuera del palacio, tomar sus caballos y dirigirse por la misma dirección por la que Taehyung escapó, siguiendo las órdenes del príncipe.

JiMin por su lado decidió armarse de valor y quiso correr en dirección contraria por la que los pueblerinos huían. Necesitaba llegar al salón lo más pronto posible y ayudar a su gente a salir, a todos.

― ¡JiMin, espera! ― Jungkook alza la voz para ser escuchado por sobre los gritos y quejas desesperadas del conjunto de pueblerinos que salen despavoridos del palacio, pasando por su lado.

Él desesperado lo tomó del brazo, deteniendo sus pasos abruptamente. El mayor lo mira decidido. ― ¡Debemos ayudarlos antes de que el fuego lo consuma todo!

Empieza a toser por el olor, con una mueca en el rostro. ― ¡Necesitamos más manos!

JiMin le da una rápida mirada a los pueblerinos y algunos pocos soldados que resguardaban el salón. Todos ellos salían despavoridos con niños, bebés e incluso enfermos en brazos, como podían. Tratando de huir por el miedo al incendio y morir quemados y sofocados. Los gritos y el sonido de sus zapatos golpetear el suelo era alarmante.

Asiente con la cabeza, viendo a su prometido. ― ¡Lo sé, pero no hay tiempo! ¡Necesitamos sacar a las personas antes de que el fuego lo consuma todo!

Lo suelta, tiene razón, deben apresurarse. Detener el fuego es imposible a estas alturas, el tiempo corre contra suya. ― ¡Bien, vamos!

JiMin, Jungkook y Hoseok se adentraron por aquel pasillo, corriendo. Había salvación, podían ver su alrededor a pesar del humo y este aún no era pesado como para arrebatarles el aire. Pero de todas formas se cubrieron boca y nariz por el olor a quemado que se hacía cada vez más y más intenso conforme avanzaban.

Pronto se encontraron rodeados de gran calor, estaban en la sección del fuego que se expandía rápidamente por la madera con la que construyeron el palacio del Sur.

― ¡Por acá!

Doblaron la esquina, alejándose del terrible calor. Ahora estaban a tan solo metros de llegar al salón principal, pero a lo lejos vieron una sombra con capa megra entre el humo, con un pequeño bulto entre sus manos. JiMin rápidamente dedujo que era Hana, a pesar de los metros de distancia.

― ¡Es Hana!

― ¡Cerró las puertas!

Hoseok exclama, apuntando como las grandes puertas del salón estaban estancadas con un trozo de madera, y desde su lugar podía escuchar los llamados de auxilio y golpes y llantos que pedían ser sacados de ahí. Una auténtica escena de horror. Jungkook sintió sus ojos llenarse de lágrimas al recordar la tragedia de hace apenas unos días en su palacio. Era doloroso y lo estaba volviendo a ver frente a sus ojos.

La desesperación ante la muerte.

― ¡Hana está huyendo, iré tras ella, ustedes abran las puertas y ayudenlos a salir!

No esperó una respuesta y aceleró el paso para correr tras la mujer. Estaban cerca del área de intenso calor y paredes de fuego, JiMin se cubría la nariz con el antebrazo, tosiendo entre la carrera. Pero escuchó algo que lo dejó helado.

Era el llanto de un niño, y es voz que lo llamaba, era la voz de su pequeño hermano. Todo tenía sentido, el bulto entre los brazos de Hana era su hermano, que seguro tomó del salón y luego encerró a las personas ahí.

Al deducirlo, repentinamente un gran sentimiento de ira floreció como fuego desde su pecho, nubló su mente un momento y aceleró los pasos. Estaba furioso, sus ojos rojizos brillaban más que el fuego mismo, que en ese momento abarcaba las paredes del palacio.

Corrió con todas sus fuerzas, el dolor y todo lo que atormentaba su mente pasó a segundo plano, mantener a su hermanito a salvo se convirtió en su prioridad. Después de todo, es su único pariente con vida, y debe cuidarlo más que al oro mismo. Sacó fuerzas de lo más recondito de su corazón y corrió tan rápido que logró estirar sus manos para capturar entre ellas la capa negra de Hana, logrando detener abruptamente su huída.

Rlla cayó al suelo y se quejó en voz alta por esto, dirigió sus ojos grises y filosos hacia los suyos rojizos. JiMin sin pensarlo mucho se avalanzó sobre ella cuando puro percibir el brillo de su daga, que trataba de sacar debajo de su capa. La detuvo a tiempo, no iba a darle la oportunidad de usarla.

― Ni te atrevas. ― Gruñó, su voz denotaba advertencia en su totalidad.

― ¡Aléjate!

Hana frunce el ceño y forcejean hasta que JiMin logra quitarle la daga y arrojarla lejos. Tiene un corte en la palma de su mano pero poco lo importa, de hecho, ni siente la sangre fluir de la herida. Lo único que le importa es en tomar a su hermanito de los brazos de aquella malvada mujer, a todo lugar.

El niño lloraba, la mujer lo tenía sujetado con fuerza. JiMin se vió obligado a tomar de los cabellos a la lujer con fuerza, tanta que ella logró aflojar su agarre y JiMin logró tomar al niño con su mano libre y dejarlo a un lado de la pelea. No pensaba soltarña aún, así que la colocó de pie por los cabellos y luego la arrojó débilmente contra la pared, luego cayendo él al piso por la inestabilidad en su cuerpo maltratado tanto por fuera como por dentro.

Jadeaba por el sobresfuerzo.

Hana pareció desmayarse por el golpe, y él aprovechó para gatesr hasta su hermano y tomarlo en brazos, acurrucarlo contra su pecho y llorar.

― Está bien, t-todo está bien... ― Acariciaba sus cabellos rubios.

Sus latidos no se calmaban, pareciera que se iba a salir de su pecho o explotar dentro del mismo. Su cuerpo estaba soportando muy bien la situación, gracias a la adrenalina.

― ¡JiMin!

De pronto cae en la realidad, saliendo de sus pensamientos y melancolía. Jungkook se acerca corriendo hasta ellos, se agacha a su lado y los revisa rápidamente. Hoseok parece llegar tras suyo, ambos cubriendo sus bocas y parte del rostro con una tela.

― ¿Qué está pasando? ― A lo lejos escuchaba pasos rápidos cerca suyo. Los pueblerinos debían estar huyendo, no desmbulando por ahí.

― Son la gente del pueblo que quedó en el salón, no piensan irse, están tratando de apagar el fuego, ¡Y parece que lo están logrando! ― Explica Hoseok acercándose más a ellos.

JiMin sonríe ante escuchar eso, le indica a Jungkook que lo ayude a colocarse de pie con el niño en brazos, pues sus piernas estaban débiles y toda la adrenalina que cruzaba su cuerpo hace segundos, ahora parecía esfumarse poco a poco. Hoseok le da una mirada a la mujer inconsciente a su lado.

― ¿Qué haremos con ella?

― Hay que traerla con nosotros, no dejaré que vuelva a escapar. Debe pagar todo lo que ha ocasionado.

Jungkook y Hoseok están de acuerdo. Todos vuelven por sus pasos, hasta que llegan a la puerta del salón y el corredor principal en la entrada del Palacio. Hay mujeres y hombres, algunos heridos, trayendo y llevando cubetas de agua, todos trabajando en conjunto para apagar el fuego del Palacio, que por milagro no se había extendido por todo este, solamente por una parte. Había salvación.

Además, era lo único que les podía quedar, el pueblo a estas alturas seguramente estaba destruído. El Palacio podría ser un refugio para ellos en lo que reconstruían su Palacio, claro, si es que ganaban la guerra.

JiMin camina como puede siendo sostenido por Jungkook, quien tampoco tiene un muy buen estado físico. Hoseok traía consigo a Hana en el hombro, en mejor estado que los presentes. Rápidamente escuchan pasos acercarse corriendo hacia ellos. Por la entrada principal al Palacio se dejan ver tres soldados, con los que JiMin había hablado momentos antes. Se acercan a él.

― Príncipe, logramos capturar a Kim. ― Hace una rápida reverencia al llegar frente suyo. ― Está débil por sus heridas y cayó inconsciente.

JiMin asiente adolorido, pero más aliviado de saber que Taehyung no logró escapar. ― Bien hecho. ― Los felicita. ― Llevenlo a los calabozos y contenganlo hasta que lleguemos ahí.

Los hombres se retiraban pero Jungkook detiene a uno tomando su brazo. ― ¿Cómo está todo afuera? ― Al ver que tiene su atención lo suelta y el hombre habla.

― Príncipe Jeon, nuestros soldados han logrado recuperarse, estamos parejos en la lucha.

― Bien. ― Al escuchar esto, al igual que JiMin, se siente más aliviado. ― Ahora, ahora avisa al comandante Kim que logramos capturar al líder de los Kim. Esta guerra debe terminar.

El guerrero asiente y con una rápida reverencia se aleja para correr hasta salir del Palacio y montarse en su caballo a seguir las órdenes del que será su próximo rey.

― Bien, esperemos a NamJoon para ponerle fin a esta guerra. ― Exclama Jungkook por sobre el ruido de las pisadas apresuradas. ― Mientras Hoseok, también deberías llevar a Hana a los calabozos y vernos todos ahí. ― A lo que Hoseok asiente y emprende marcha hasta el lugar señalado, con Hana inconsciente sobre su hombro.

JiMin asiente, viendo a Hoseok irse. ― ¡Jungkook, mientras tanto debemos ayudarlos! ― Exclama JiMin girando su adolorido cuerpo hacia las personas que corrían de aquí para allá buscando y trayendo agua para calmar el fuego que trataba de hacer cenizas el Palacio. ― ¡Mientras más manos ayuden, más rápido terminaremos!

Jungkook está por negarse viendo su estado, pero de repente, JiMin se ve muy débil y siente un dolor punzante en su abdomen, tanto que casi suelta al niño de sus brazos, pero fue atrapado por Jungkook y colocado en el suelo. El niño veía con miedo a su hermano, luciendo muy débil.

¡Hermano! ― Chilló con más lágrimas en sus ojos.

¡JiMin!

Cayó en brazos de su prometido, sus párpados se cerraron y sus sentidos se desconectaron. Simplemente, su cuerpo ya no aguantaba más, era el cansancio, eran los golpes y el malestar general, tanto emocional como físico, que no le permitían seguir fingiendo que estaba bien.

¡Llamen a la curandera!

Le exclamó a algunos pueblerinos que se acercaron a la escena muy preocupados por su príncipe. Era una situación muy caótica. El fuego, el agua, el príncipe y la guerra, tanto dentro como fuera del Palacio, todo era una auténtica locura.

La próxima parte será el final de la historia, luego de tanta espera por fin tendrá un desenlace esta historia, que ya viene siendo hora jajaja Los he tenido esperando por actualizaciones, una disculpa por eso, realmente ya no tenía muchas ganas de escribir esta historia.

Como sea, ya necesita un final y el siguiente lo será.

Ha sido un capítulo corto, pero bueno, ¡Nos vemos luego! Disfruten lo que va de la semana.

- Mgg.

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