EPÍLOGO
― ¿Cómo está él?
Jungkook da la vuelta, NamJoon se acerca a paso apresurado y seguro hasta quedar a su lado.
― Está siendo revisado, pronto saldrá la curandera a darme noticias. ― NamJoon asiente, más aliviado. Puede que no sea cercano a JiMin, pero odiaría que algo le pasara. Jungkook endereza su postura, y cambia de tema. ― ¿Cómo está todo afuera? ¿Ya diste el comunicado?
Namjoon asiente confiado. ― Fue difícil, pero se están retirando sus soldados. No tienen nada por lo que pelear, su rey ya está muerto.
― Perfecto, ¿Y el incendio? Me imagino que ya está todo controlado.
Sonríe al recordar la gran labor de los pueblerinos, quienes estuvieron dispuestos a arriesgarse para ayudar a su príncipe, quien se ganó el corazón de cada uno en la aldea con sus buenas acciones y cálida sonrisa.
Sujeta su propia muñeca detrás de su espalda con una postura recta y una ligera sonrisa. ― Así es, y el olor a humo se lo lleva el viento, pronto estará completamente despejado. ― Frunce ligeramente el ceño. ― Aunque una parte de la estructura se caerá, inevitablemente, pero no tendremos pérdidas.
Jungkook agradece, NamJoon se aleja luego de recibir otras indicaciones. Jungkook coloca una mano en su pecho y suspira, como si un peso cayera de sus hombros. Ahora podía enfocarse en su esposo.
Solo rogaba por el bienestar de su amado. No quería que siga sufriendo, no era justo para él. Ya ha sufrido demasiado, merece descansar, luego de que todo este problema acabe lo obligará a descansar lo necesario.
Es sacado de sus pensamientos cuando la puerta frente suyo es abierta, revelando a la curandera. Se acerca a ella y genera una mueca en su rostro al instante, cuando ve lo afligida que se ve la anciana.
― ¿Qué pasó? ¿Él está bien?
― Lo estará. ― Asegura con una mano en su bastón y una mirada apenada hacia el príncipe. ― Por ahora necesita muchos cuidados. Sé que es mucho pedir, príncipe, pero en su actual condición necesita quedarse en cama.
Jungkook la mira sin entender. ― ¿Qué es lo que pasó? ― Incluso teme haberlo preguntado cuando la mujer baja la mirada y suspira con pesar.
― Entra. ― Le indica, dándose la vuelta para que la siguiera al interior.
Le da un vistazo a la habitación detrás suyo, encontrando una escena preocupante. JiMin ve un punto en la habitación con el rostro afligido, puede ver que sus ojos están llenos de lágrimas que pronto caerán y sus manos aprietan las sábanas que lo cubren.
Se percata que ya no lleva la armadura, esta la encuentra tirada en una esquina de la habitación sobre una sábana con sangre. Pasa saliva. Mira a JiMin, solo lleva una camisa blanca puesta, y la sábana blanca cubre sus piernas.
― Acércate a él.
Le indica la mujer. Jungkook preocupado camina hasta su prometido, de sienta en la cama a su lado y toma su mano fría. JiMin no se atreve a verlo a los ojos. Jungkook pide explicaciones a la mujer.
― JiMin tuvo una pelea con Hana, hubieron golpes... ― Suspira viendo a Jungkook a los ojos. ― JiMin perdió al hijo que esperaban, puedo deducir que es por culpa de un mal golpe.
A Jungkook se le seca la garganta e inmediatamente dirige su mirada a JiMin, viendo una lágrima que cae por su mejilla al volver a escuchar sobre su perdida.
Para JiMin es una lágrima de desilusión, de dolor por el malestar en todo su cuerpo, y por el mar de sensaciones que ese día ha sido para él. Necesita llorar con todas sus fuerzas, necesita derrumbarse en los brazos de su prometido aunque sea un momento. Es mucho para él en ese momento.
Alza la mirada, encontrándose con la mirada comprensiva que su prometido, y se lanza a sus brazos cortando la poca distancia entre ellos. Solloza contra la armadura que cubre su pecho, está fría y hasta manchada de sangre ajena, pero no le importa, solo quiere quedarse así un momento.
Solo un momento.
― Les daré privacidad. ― Avisa la anciana, ambos asienten agradeciendo por sus cuidados y dedicación. La mujer se retira con ayuda de su bastón para darles la privacidad que necesitan en esos momentos.
Minutos después se separan un poco. ― Estoy aquí, tranquilo, aquí estoy. ― Jungkook besa su frente con cariño y acaricia sus suaves mejillas empapadas de lágrimas.
Sus irises rojizas transmiten tanto dolor, tanta pena, tanta incertidumbre y sabe que no es sólo por su perdida, es por la guerra, es por la preocupación, es por todo. Ha sido demasiado para soportar y aún así se esforzaron hasta quebrarse, lucharon y sus vidas corrieron peligro en más de una ocasión.
― Sabía que corría riesgo, y aún así me precipité. ― Sabía a qué se refería. ― Pero no quiero hablar de esto, por favor. ― Pide tristemente.
JiMin había dado todo de sí, sabía que al hacerlo podría tener una pérdida y aún así no se rindió, porque su responsabilidad era su pueblo, aunque perdiera lo que tanta ilusión le daba. Jungkook puede entenderlo, y por ello se queda en silencio a su lado, viéndolo a los ojos para transmitirle paz, porque en sus ojos solo puede ver dolor, y eso le parte el corazón.
Puede sentir el dolor de su amado como si fuera el propio.
― ¿Cómo está todo? ― Pregunta bajito luego de minutos sumergidos en el silencio, su voz aún entrecortada por el nudo en su garganta.
Jungkook acaricia sus cabellos negros con cuidado y cariño. ― El incendio está controlado, y los soldados retirándose. ― Explica besando su mejilla, interrumpiendo el recorrido de sus lágrimas sobre la piel.
Se quedan en silencio una vez más, Jungkook lo abraza unos largos momentos más hasta que JiMin deja de llorar y se separa lo suficiente para verlo con claridad. Ya no hay más lágrimas, pero aún puede ver la tristeza creciente dentro suyo. Sabe que ese sentimiento no se irá con facilidad.
― Quisiera ver a como están todos. ― Confiesa.
― Lo sé, pero ahora debes descansar. ― Explica al ver que quería levantarse de la cama.
JiMin se rinde bajando los hombros y asiente. ― Está bien. ― Dice volviendo a los brazos de su prometido. Realmente necesita el afecto de Jungkook más que nunca. Ha sido todo muy agotador, solo quiere descansar a su lado.
Hicieron todo para evitar esta guerra y aún así terminaron perdiendo valiosas personas en sus vidas, al igual que un pueblo entero que era inocente y murieron entre cenizas de un fuego provocado por maldad y venganza.
En unos pocos días todo se perdió, todo lo que conocieron terminó, y tienen un gran peso en sus hombros de ahora en adelante. Quisieron evitarlo, quisieron ayudar y a pesar de no haberlo logrado, pudieron recuperarse de la crisis y la muerte.
JiMin se aferra a su prometido, quiere disfrutar estos momentos de paz a su lado, porque sabe perfectamente que cuando salgan de la habitación tendrán que volver a lidiar con las heridas de su pueblo masacrado, producto del caos derrotado.
Jungkook lo sujeta contra su pecho y respira con tranquilidad, amando la compañía del hombre de su vida, porque también lo sabe, cuando den un pie fuera tendrán que enfrentarse a su nueva realidad y vida como reyes. En ellos estará toda la responsabilidad, a pesar de ser tan jóvenes.
― Tendremos que casarnos muy pronto. ― Dice JiMin contra su pecho, mientras el menor acaricia su espalda con cariño.
― Lo sé. ― Responde bajito. ― Y luego vendrá la coronación.
― Seremos reyes... ― No puede creerlo, sabe que algo así llegaría pero no tan pronto ni de esta forma. ― ¿Crees que seremos buenos? Hay mucho por hacer, no sé si podremos lograrlo, es...
― Daremos todo de nosotros. ― Lo interrumpe antes de que se sumerja en pensamientos negativos. ― Tú sobre todo serás el mejor rey que se haya visto en estas tierras, tienes el apoyo y cariño de tu pueblo, y la determinación para mantener la paz. Tu padre estaría orgulloso de ti, de eso no tengo duda.
JiMin le dedica una sonrisa y sus mejillas se calientan al igual que su pecho, sintiéndose amado. Se acurruca más entre los brazos de su prometido y futuro rey, sabiendo que a su lado podrían enfrentar todo lo que venga. Se siente completamente afortunado de tenerlo a su lado. Jungkook se siente de la misma manera, afortunado de seguir a su lado a pesar de sus errores.
Disfrutan una vez más del cómodo silencio, hasta que JiMin decide hablar. ― ¿Podemos tomar un poco de aire? ― Pregunta señalando al balcón, donde se puede presenciar el color naranja que adoptó el cielo, mientras los débiles rayos del sol tocaban los pies de la cama.
Jungkook asiente y se coloca de pie para ayudar a JiMin a hacer lo mismo, caminando con cuidado hasta dicho lugar. Ambos tienen el cuerpo adolorido, lleno de golpes y cortes vendados que están seguros dejarán cicatrices para recordar estos días angustiosos como una triste victoria que dejó un camino de muerte y dolor para dar paso a un nuevo comienzo.
JiMin coloca sus manos en la barandilla, cierra sus ojos un momento y respira el aire fresco del viento del atardecer. Jungkook se coloca a su lado y posa una de sus manos sobre la de JiMin, quien abre los ojos y gira para ver su rostro, entrelazando sus manos sobre la barandilla. Ambos se sonríen un poco, sus ojos se conectan por momentos eternos, sintiendo la paz. El agua y el fuego haciendo contacto en un perfecto equilibrio, tan perfecto que conviven juntos, porque son el peligro y la cura del otro en armonía.
No hacen falta las palabras, no cuando se toman de las manos con tanta paz y calma. El atardecer a lo lejos y por sobre el bosque que rodea el reino trasmite seguridad, el día tan tormentoso que vivieron está pasando, y ellos siguen presentes al lado del otro. Pudieron haber muerto y fracasado, pero contra todo pronostico ganaron la guerra que tenía como propósito separarlos.
Aquí están, los futuros reyes que levantarán de los escombros a su pueblo. Juntos, como una unión que nadie jamás pudo romper.
― Nuestro jardín...
Jungkook mira a JiMin quien se asoma por la barandilla, viendo hacia abajo. Hace lo mismo, dirigiendo su mirada hacia donde su prometido sonríe con tanta calidez. Bajo su balcón puede ver flores blancas, hermosas y resplandecientes por el atardecer que cubre el cielo entero.
JiMin continua. ― Parece que se extendieron desde mi jardín hasta acá. Impresionante. ― Suelta una risita.
Jungkook sonríe triste. ― Lástima que la única que me quedaba quedó cenizas por culpa del incendio... ― Recuerda aquella flor que mantenía escondida en su habitación. Con todo lo que pasó, apenas ahora puede recordarla. ― Deberíamos plantar más, por todo el reino... Tal vez podría ser el símbolo de nuestro reino. ― Sonríe más animado por su repentina idea, la verdad no suena nada mal.
JiMin suelta su mano para colocarla en su mejilla, se coloca más cerca. ― Me parece perfecto. ― Le da un pequeño pico en los labios.
Jungkook toma su cintura con cuidado y lo pega más cerca de su cuerpo, junta una vez más sus labios, esta vez para un beso más prolongado y dulce. Los rayos del atardecer delinean sus figuras, escondiéndose poco a poco hasta irse por completo.
La Luna toma su posición en el cielo, dando por terminado un día caótico y lleno de cambios. Para cuando el sol vuelva a salir, significará una nueva etapa en sus vidas. Serán los reyes que siempre estuvieron destinados a ser... Juntos.
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FIN
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