53: No mueras...

"¡Taehyung está aquí!"

Desde que JiMin supo que Taehyung estaba cruzando el bosque con su enorme ejército detrás, no demoró en colocarse la espada y la armadura listo para la inminente batalla. Preparó su mente para ver la masacre que se avecina y cerró su corazón para dar las más frías órdenes de ser necesario... incluso se preparó para dar su vida por su pueblo y seres queridos de ser necesario.

Es lo que un líder haría... es lo que su padre haría.

― Aún tardarán una hora al menos hadta llegar aquí. ― Jungkook avisa. Lleva la armadura de los Park puesta, ahora es parte del reino del Sur, debe protegerlo y también a su prometido.

― Tenemos algo más de tiempo, pero sigue sin ser mucho. ― Hoseok comenta viendo fijamente hacia el bosque, buscando alguna señal de Taehyung a la lejanía.

Se enteraron de la llegada de los Kim al bosque por los dos soldados que mandaron a esconderse al bosque para alertar sobre su presencia de ser necesario. Uno de los soldados vio a Taehyung a lo lejos sobre su caballo negro marchando junto a su ejército, él no dudó en tomar su caballo y salir disparado junto a su compañero y alertar de la amenaza lo más pronto posible.

― Aún no podremos verlos, pero pronto saldrán por ese lado del bosque. ― Señala JiMin. Tiene la mirada fija al frente, alerta a cualquier movimiento extraño en el bosque.

NamJoon mira su perfil, su ceño fruncido y la mandíbula tensa. Coloca una mano en su hombro, aunque JiMin no le devuelve la mirada.

― Pronto los tendremos frente a frente, pero haremos lo mejor de nosotros, no se aflija. ― Se nota su preocupación en su voz. JiMin entonces lo mira un momento antes de volver su mirada al frente.

― Lo sé, tenemos un buen plan y el pueblo estará a salvo. ― Asegura, más no se oye tan confiado. NamJoon asiente y regresa su mano.

Se encuentran los cuatro sobre las puertas a la entrada del palacio, desde su posición JiMin puede ver todo lo perteneciente a su reino, todo hasta el borde del bosque e incluso más allá, viendo a los lejos el palacio en cenizas del Norte.

― Está tan vacío... ― Susurra para sí mismo viendo hacia el pueblo.

Hace unas semanas el panorama era tan diferente...

El sol brillaba sobre los tejados de las casas y los niños salían desde temprano a jugar. Hoy parece un pueblo fantasma, no hay niños y el sol se ha escondido tras las nubes, tan solo algunos rayos de luz tocan la tierra, pero no los suficientes para reconfortarlo.

JiMin sabe que esto no hubiera pasado si su padre hubiera seguido con vida. Y si la guerra hubiera sido inminente, está seguro que su padre saldría triunfando, era un gran rey y un buen líder. Él no es nada a comparación de su padre, o al menos eso es lo que cree.

No puede evitar pensar que fallará y dará órdenes equivocadas, que perderán la guerra y su reino caerá en manos del ambicioso de Kim.

― Mi padre no estaría orgulloso de mí... ― Vuelve a susurrar para sus propios oídos. Siente una mano en su brazo, no es capaz de despegar su mirada de las casas.

― JiMin, ¿Estás bien? ― Sus ojitos celestes y tiernos le regalan una mirada preocupada. JiMin niega.

― No, no lo estoy...

― ¿Qué ocurre? ― Se acerca más a él, aprovechando que tanto NamJoon como Hoseok están ocupados hablando entre sí sobre la situación.

― Mi padre haría mejor trabajo que yo, no puedo dejar de pensar que estamos condenados... ― Baja la mirada y toca la cicatriz que cruza la mitad de su rostro. ― Viví por años una guerra que no llegó a ningún lado... no quiero volver a vivirlo, pero parece que no tengo opción.

Baja la mirada, los escasos rayos de sol no llegan a su ejército plantado frente al pueblo, preparándose para la llegada del enemigo, buscando consuelo del frío viento que azota el reino abandonado por la gran estrella. Ese frío viento que deja de acariciar su cuerpo cuando Jungkook lo acerca más a él hasta fundirlo en un abrazo.

― Tu padre estaría muy orgulloso de ti, no dudes de ello. Eres un gran líder y serás un gran rey, no te preocupes más por eso.

Acaricia su espalda y coloca su mentón sobre su hombro para mantenerlo cerca.

― Tu cicatriz no es un recuerdo de la guerra, es un recuerdo de que lograste sobrevivir a pesar de todo lo que Kim te hizo pasar... ― Besa su mejilla. ― Yo también tengo miedo, no eres el único, todos tenemos miedo, pero lo mejor es aceptarlo y tratar de sobrellevarlo.

JiMin se aferra a su espada y aspira su aroma, se siente seguro entre sus brazos y sus palabras son una caricia suave a su corazón, y ayuda a esclarecer su mente de los malos pensamientos.

― Gracias... Te amo... ― Susurra con su mejilla contra la fría armadura de su pecho.

― Yo más. ― Acaricia su mejilla, acariciando una pequeña parte de la cicatriz.

Se separan, y NamJoon se acerca a ellos luego de haberles dado su espacio para hablar.

― Está todo listo. ― Avisa.

― ¿Los soldados ya están en posición? ― Jungkook pregunta, NamJoon asiente. ― Bien.

― ¿Y las personas del pueblo? ¿Ya están listas para partir? ― JiMin pregunta con más seguridad en su voz. Jungkook sonríe.

― Lo están, príncipe.

JiMin dirige su rojiza mirada al hombre que se acerca a ellos. ― ¿Estás listo, Hoseok? Deben partir antes de que los Kim lleguen.

― Estoy listo, llegarán sanos y salvos a las montañas, yo me aseguraré de ello. ― Jungkook le da palmadas en el hombro junto a una sonrisa.

El plan iba a ser complicado de ejecutar y JiMin tenía sus dudas, pero quiere mantener a su pueblo a salvo y lejos de la guerra, lo mejor es que estén lejos de la batalla y la masacre.

Todos con excepción de los voluntarios para el ejército serán trasladados a las montañas, saldrán en un gran grupo siendo resguardados por varios soldados y Hoseok al mando. Mientras JiMin, Jungkook y NamJoon se encargarán de mantener todo en orden en el palacio.

El plan será ejecutado, el pueblo ya se está alistando en el gran salón para partir lo antes posible.

¡Los veo! ¡Aquí vienen!

¿Qué?

JiMin siente su corazón acelerarse, mira desconcertado a Jungkook y luego al vigilante designado corriendo hacia ellos con la respiración agitada y el miedo en sus ojos.

¡Por el frente!

― ¿Qué...?

No puede ser. No tan pronto.

¡En posiciones!

NamJoon frunce el ceño, los soldados corren a sus posiciones ante el grito de Jungkook. ― Es demasiado pronto, ¿Cómo llegaron tan rápido?

JiMin mira a lo lejos sombras acercarse, frunce el ceño y sus ojos parecen brillar de ira, mira a NamJoon y señala las siluetas a lo lejos.

― Ya no importa eso, debemos defender. ― Da una vuelta. ― ¡Arqueros en posición! ― Alza la voz lo suficiente para que los arqueros colocados al rededor de toda la muralla tomen sus flechas listos para disparar cuando les den la orden.

JiMin respira agitado, y con la mirada fija al frente, sin la intención de perder de vista al ejército detrás de quien aparece sobre Taehyung su caballo negro.

― Son muchos...

― Ya no tenemos tiempo para sacar a las personas de aquí, Kim se dará cuenta.

JiMin asiente. ― Lo sé, ahora hay un cambio de planes. No podemos llevarlos a las montañas, lo único que nos queda es protegerlos aquí dentro, y que se resguarden en el gran salón junto a los heridos. Debemos defender la entrada a toda costa. ― Mira al Jeon mayor. ― Da la orden.

― Si, príncipe.

Guarda su espada y da media vuelta para bajar las escaleras y correr hacia el interior del castillo.

JiMin ve a Kim sobre su caballo a lo lejos, empieza a temblar cuando escucha esa maldita melodía en su cabeza, ese silbido tan particular que odia con todo su ser. Taehyung logra intimidarlo incluso estando a kilómetros de distancia.

― JiMin...

Jungkook siente que su prometido toma su muñeca, como si buscara algo a lo que aferrarse. Guarda su espada y toma con firmeza sus manos entre las suyas, obligándolo a girar hacia él y quedar mirándose directamente.

― Sé que podemos con esto, que tú puedes con esto y más, ¿Escuchaste?

JiMin asiente levemente, sus manos ya no tiemblan tanto, las palabras de su prometido logran apaciguar el miedo creciente en su interior, una vez más. Jeon libera una de sus manos y acaricia su mejilla, dejando un beso en su frente y al separarse le regala una pequeña sonrisa.

― Sé que puedes. ― Lo dice con mucha seguridad más sus ojos lagrimean.

Jungkook también tiene miedo, no quiere perder a JiMin, no quiere que muera más gente como su pueblo, y tiene miedo de la guerra. Entrenó toda su adolescencia para entrar en combate, pero nunca se enfrentó a un ejército entero, ni mucho menos participó en una guerra como JiMin.

JiMin vuelve a aferrarse a su pecho, aspirando una vez más su aroma. No quiere pensar que este es su fin, no quiere pensar que quizás jamás vuelva a observar con paz los ojos celestes de Jungkook, no quiere pensar que estos serán su últimos momentos juntos.

Quema de tan solo pensarlo.

Se alejan con amargura, ambos con la cabeza hecha un lío. Todo está pasando tan rápido que temen que todo se acabe de la misma manera.

― Príncipe. ― NamJoon se acerca a ellos interrumpiendo su momento, pero esto hace reaccionar a JiMin. No puede perderse en esos sentimientos en medio de una confrontación tan grande.

― ¿Qué ocurre?

― Parece que el ejército enemigo se está alistando para empezar la batalla. ¿Ya tiene un plan en mente?

JiMin asiente con la cabeza ahora despejada de toda duda, él es el líder y él debe tomar las decisiones que lleven a su pueblo al triunfo. ― Sí, te necesito allá abajo para liderarlos. En cuánto los arqueros, que disparen hacia el ejército de Kim, nuestros soldados deben avanzar, no podemos dejar que se acerquen demasiado al palacio o nos tendrán acorralados.

El hombre asiente. ― Entendido. ― Pasa su mirada a Jungkook. ― Jungkook, cuídate y cuídalo mucho. ― Le extiende la mano y Jungkook la toma en un firme pero corto apretón de manos, cuando termina le da una última mirada al príncipe antes de bajar de la muralla para montar su caballo y alejarse.

Hoseok se acerca a ellos en cuanto NamJoon se aleja. ― Nosotros también debemos bajar a ayudarlos junto a NamJoon.

― Lo haremos, bajaremos a pelear con los soldados cuando los arqueros disparen.

La batalla decisiva estaba justo frente a sus ojos.

Las patas del gran animal se alzan y caen golpeando con fuerza el pasto, el hombre en su lomo alza su espada apuntando al sol escondido entre las nubes, y con la otra mano toma con firmeza la correa del caballo.

Corre de un extremo a otro para gritar palabras de aliento hacia su enorme ejército. Gritos que JiMin puede escuchar desde su posición, con la mandíbula apretada. Sabe que podrá manejarlo aunque el miedo no se vaya por completo de su sistema. Intentará salvar más vidas de las que morirán hoy. Sabe que no hay más salida que pelear, aunque queme su garganta no puede evitar la guerra que ahora encara frente a frente.

Trató de evitarlo, trató de ayudar a su madre, perdió a su padre, su prometido vio morir a los suyos, todo se derrumbó a su alrededor. Ellos lo intentaron tanto, trataron y trataron... pero aún así era muy tarde. Taehyung y Hana ganaron, pero al menos tiene una última oportunidad, esta batalla será la única y la decisiva.

― ¡El enemigo está avanzando! ― Jungkook avisa.

Taehyung lidera su ejercito quienes avanzan con firmeza, corriendo sobre la tierra como bestias con espadas, gritando de manera feroz para intimidarlos. JiMin ordena que todos se coloquen en posición. Es su ultima oportunidad, y no defraudará a sus padres estén donde estén. Por lo que su voz no tiembla cuando le da una orden clara a su general.

― Jungkook, da la orden a los arqueros de disparar.

El hombre asiente con firmeza. Sabe que es hora. ― ¡Arqueros...!

Ya no hay vuelta atrás...

¡Disparen!

Las flechas que apuntaban al cielo pronto lo estaban cruzando a una gran velocidad, por encima de su propio ejercito directamente hacia el ejercito de Kim. Las flechas pronto se convirtieron en una agresiva lluvia mortal, el enemigo trató de cubrirse con escudos pero las gotas atravesaron los cuerpos de sus enemigos, dejando a muchos fuera de combate, sangrando sobre la tierra.

― ¡Vamos! ― Tiene la intención de desenfundar su espada, pero una mano detiene su acción y pronto tiene dos pares de ojos mirándolo. ― ¿Qué ocurre? Jungkook, no podemos perder el tiempo aquí.

Él niega. ― No puedo dejar que bajes allá, debes quedarte aquí.

― ¿Qué dices...? Es mi pueblo, debo protegerlos.

― ¡Exacto! No es buena idea que bajes con nosotros, debes quedarte aquí a dar las indicaciones y proteger al pueblo dentro del palacio.

― Me estás pidiendo que me quede aquí y que tu vayas allá abajo solo, no lo puedo aceptar Jungkook.

Toma su rostro y junta las cejas. ― Solo escúchame, eres lo único que puede salvar a este reino, y si tú mueres Taehyung habrá ganado. No puedes morir, no quiero que mueras. ― Su desesperación tiene a la razón de su lado. JiMin no puede morir, o todo esto será en vano.

― Jungkook...

― Por favor. ― Suplica con la mirada fija en sus ojos, esperando una respuesta afirmativa, apelando a la razón en sus irises rojos llenos de determinación.

JiMin baja los hombros y retira su mano del mango de la espada, rindiéndose al aceptar que Jungkook tiene toda la razón, por más que no sea de su agrado. ― Está bien, me quedaré. ― Hoseok se acerca a ellos con espada en mano. ― Cuídalo mucho, por favor.

― Estaremos bien, de eso no te preocupes. ― Afirma antes de bajar de la muralla y subirse a su caballo a la espera de Jungkook.

― Solo... solo te pido que no mueras, es lo único que te pido. No estaré ahí contigo, pero por favor, vuelve a salvo. ― Acaricia su mejilla antes de que Jungkook se incline hacia él y una sus labios en un beso que sabe amargo cuando se separan.

― No moriré, pero tú debes cuidarte mucho, por ambos. ― Le da una mirada a su vientre y al subir la mirada deja un último beso en sus labios. ― Te amo.

― También yo.

Finalmente se separan, Jeon corre hasta bajar las escaleras y montarse en su caballo. JiMin lo ve desde su posición cabalgar al lado de Hoseok hasta llegar a la entrada del pueblo y perderse entre las casas, llevándose un pedacito de su corazón que espera lo cuide muy bien y vuelva a salvo, así como él cuidará el pedacito que Jungkook le dejó.

Cierra los ojos un momento y toma todo el aire necesario antes de expulsarlo por la boca. Ahora está solo, pero tiene mucho qué hacer, debe entrar al palacio a comprobar que todo esté en orden. Mientras baja por las escaleras, se percata que ya no hay nadie a su alrededor ya que los arqueros también se unieron al ejército. Sin embargo, sabe que aún hay soldados dentro del palacio pues así él lo ordenó. El palacio también necesita protección interna ante cualquier problema que puede surgir.

Cuando llega al pie de las escaleras, escucha unos pasos cerca suyo, por lo que se extraña, y cuando busca con la mirada al dueño de esas pisadas solo ve una sombra entrando por la puerta semi-abierta del palacio. Extrañado siente un mal presentimiento así que desenfunda su espada y entra detrás de la sombra que sabe no fue producto de su imaginación.

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