1O: Llorar para desahogarse.
Luego de la discusión quedarse en territorio de los Jeon ya no era una opción para JiMin, por lo que se retiró por la mañana siguiente a su hogar, contrario a los dos días que supuestamente se quedaría con Jungkook.
―¿Porqué te vas?
―Necesito pensar.
Suspira y acaricia los cabellos negros de su pequeño hermano, quien descansa su cabecita en sus muslos. Ahora está en casa, apenas son las cuatro de la tarde pero ya está triste otra vez.
Pensar que la duda crece y crece dentro se su pecho con respecto al amor suyo con Jungkook, saber que tantas cosas cambiaron en su ausencia aquellos tres años, todo lo atormenta a tal punto que llora.
Llora sin más remedio.
Hay una voz en su interior que lo confunde, que le pide que preste especial atención a la forma en la que Hana y Jungkook se miran. Una voz que le dice: "Te están ocultando algo" y JiMin no lo quiere escuchar.
JiMin solo quiere llorar por la guerra de pensamientos y emociones dentro suyo.
Guerra...
La guerra fue dura, pero su corazón parece sufrir más por las acciones de Jungkook que por haber participado en una gran matanza contra los Kim.
Observa por su ventana hacia el cielo claro y cierra los ojos.
―¿Pensar sobre qué?
―Pensar en nosotros...
La guerra dentro de sus pensamientos es más difícil que la guerra donde participó con su espada.
En aquella guerra sufrió heridas físicas y mentales, él no es un guerrero ni un soldado, solo fue a dar la cara en las batallas para demostrar que el futuro gobernante de la dinastía Park es fuerte... Pero JiMin no es tan fuerte como para no sentir remordimiento cada que recuerda como atravesó el alma a muchos hombres con su espada de plata.
Tanto fue su remordimiento por las noches que solo pensar en volver a casa y ser estrechado entre los brazos de su amado, era su único consuelo. Aunque Jungkook no lo viera así, ni se ponga en sus zapatos.
No sabe todo lo que sufrió para poder sobrevivir. Perdió a su padre en el camino y a manos del enemigo... A manos de los Kim.
Recuerda las cuatro paredes que los tuvieron cautivos por tres meses, noventa días, miles de horas sin ver la Luna o el Sol. Meses comiendo migajas en una celda a merced de sus enemigos.
Fueron prisioneros de los Kim. Los rumores habían sido ciertos.
―Padre nos tienen capturados, ¿Que haremos? Padre dime, ¿Que haremos?
―Aquí estoy, tranquilo, no te dejaré. Guardaremos la calma.
JiMin aún tiene pesadillas con esa habitación.
En esos tres meses su padre enfermó y cuando fueron liberados y sus ojos vieron el sol brillante en el cielo, falleció en brazos de JiMin.
―¡Padre!
―Te amo hijo...
Sin duda odia seguir recordando esa celda.
Donde solo escuchaban el viento, las pisadas de sus secuestradores cuestodiando la entrada y ese odioso y característico silbido cada mañana. Esa tonada se impregnó en su memoria los tres meses que estuvieron cautivos por los Kim mientras su familia trataba de crear un acuerdo para liberarlos.
Sabía a quién le pertenecía ese silbido. Lo sabía perfectamente.
Kim TaeHyung.
Heredero de la dinastía Kim, su más grande enemigo y a quién más odia.
Lamentablemente no puede olvidarlo, ni olvidar lo que en esos tres meses pasó entre ellos.
Quisiera dejar de recordar...
Pero no puede. Su guerra interna quiere matarlo, y solo le queda resistir.
Su puerta es tocada y poco después su madre con sus mismos iris rojos cruza su puerta para dedicarle una sonrisa que él sabe es falsa.
―Madre...
Los primeros días que él había vuelto, su madre parecía alguien completamente diferente. Una persona más confiable, más cariñosa, más madre que antes.
Esa voz interna le dice: "Algo te están ocultando" y eso sí lo acepta.
―¿Que ocurre?―Dijo mirándola a los ojos mientras sus manos acarician el cabello de su hermanito.
―Tendremos una reunión con los Jeon mañana cuando salga el sol. Espero estés listo temprano para recibirlos.―Avisó.
JiMin parpadeó tres veces antes de hablar.―¿A que se debe?
―A tu matrimonio, hijo.
JiMin siente esa opresión en el pecho y solo baja la mirada.
Su madre se retira de la habitación y vuelve a reinar el silencio en sus cuatro paredes.
Ya no disfruta estar en su habitación como antes, pues ahora tiene miedo a quedarse encerrado ahí y no poder salir nunca más. Cuando estuvo prisionero temió nunca volver a ver la luz del Sol.
Una lágrima más cae...
Ahora vuelve a llorar en silencio para ahogar sus penas.
La guerra lo hirió. Pero saber que Jungkook no guardó ni cuidó ninguna de sus flores blancas que tanto simbolizan su amor, realmente lo destrozó.
¿Cuánto más tiene que soportar?
1. Disculpen, la mudanza me ha mantenido ocupada estos días pero ahora ya está todo arreglado y tengo tiempo para poder escribir.
2. Los que siguen mis otras historias ya no se preocupen, que esta semana actualizo todo ♡
3. ¿Que pasará en el siguiente capítulo? 👀
SEE YOU LATER! ♡
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