Te odié, sabes.

Te odié tanto, hasta el punto en que pensé que así sería mejor, si te odiaba talvez conseguiría olvidar mis sentimientos por ti, dejaría de sentirme tan estúpidamente triste.

Recuerdo el sentimiento de nostalgia, aquella tarde frente al mar, me encontraba fuera de la ciudad como de costumbre en las vacaciones familiares de verano. Ese día, frente al sol de la tarde, decidí olvidarte definitivamente, porque en ti veía el dolor de mi corazón, ya olvidar el sentimiento no servía.

Todo de ti me hacía débil, ya no podía seguir con eso. Esos tres meses fuera me ayudaron a pensar y reflexionar.

¿Sabes de qué me di cuenta?

Qué no sería fácil pero si lo quería lo lograría. Lograría dejar todo ese sentimiento de amor hacia ti atrás.

Qué estúpida fui.

¿Cómo pude pensar, o más bien creer que en verdad lo lograría?

Aquella tarde que volví a mi casa, te vi. Ahí estabas, sentado frente a mi casa.

Sentí tantas emociones juntas, y todo el odio que decía sentir por ti, se esfumó. Con tan solo una mirada, sentía como mi corazón se apretaba fuertemente en mi pecho, no sabía si moverme y acercarme a ti. Pero vi tus ojos y cualquier atisbo de inseguridad de fue, te veía tan demacrado, tenías los ojos rojos y la mirada tan triste.

Ella también te había roto el corazón, así como tú lo habías hecho conmigo. Y volviste a mí.

Y por primera vez en mucho tiempo me sentí feliz.

—Perdóname Cori —lágrimas corrían por su barbilla hasta caer en mis rodillas—, perdóname por favor. Te necesito.

—Está bien, te perdono —pronuncié, mi voz apenas era audible, estaba llorando al igual que él—. Pero, no lo vuelvas a hacer ¿sí? Ya, ya deja de llorar, cariño.

Att: Un corazón roto.