Capítulo 48

–¡Ya le dije que soy inocente!– exclamó Emmet irritado.

Se encontraba sentado en la mesa de sospechosos, dentro de aquella gris y diminuta habitación, en compañía de los dos agentes de la policía.

Le habían esposado las manos, y lo mantenían bajo amenaza.

–Señor Garrett, creo que todo lo apunta como culpable. Lo mejor será que confiese de una buena vez, no nos haga perder más tiempo–

–¡Pero soy inocente!– Emmet volvió a repetir. No sabía de qué otro modo debía decirlo.

El agente lo miró con ojos entornados. Evidentemente no creía ni una sola de sus palabras, y estaba dispuesto a refundirlo en la cárcel.

–¿Y si es inocente por qué los amenazó?–

–Porque creía que ellos estaban acosando a mi mujer– respondió el rubio sin más. Llevaba todas las de perder, pues su amenaza había sido sin fundamentos.

–¿Ah sí? Pues tengo entendido que el acosador de la cantante ya ha sido detenido, y claro está que no se trata de Pete Davidson ni Steven Davidson–

Sí, Emmet sabía bien aquello.

Exhaló irritado.

–Ya lo sé. Sé perfectamente que el único culpable de todo fue Nathan Sykes. Ya quedó todo comprobado–

–Bueno, y si ya tenemos al acosador, y se comprobó que los Davidson no tienen conexión alguna con el caso, ¿por qué los mató? ¿Acaso se enteró demasiado tarde de su inocencia?–

–Yo no los maté– repitió Emmet por décima vez durante aquella última hora.

–Señor Garrett, creo que debemos dejarnos de rodeos. Ellos  murieron exactamente como ayer mismo, usted dijo que los mataría–

Sí. Y eso era lo más extraño. Emmet no podía comprenderlo todavía. Algo ahí olía a podrido, y no eran los cuerpos de esos dos. ¿Pero qué?

–Pete y Steven fueron encontrados muertos, con las tripas de fuera y amarradas a sus cuellos. Evidentemente las utilizaron para asfixiarlos. Usted dijo que eso mismo haría con ellos, y no es inventó mío. Mary Davidson, la tía de esos chicos es testigo de eso. Ha sido ella quien lo ha acusado a usted directamente. La mujer está inconsolable. Eran su única familia–

–Sé qué fue lo que dije, y sé que esa mujer estaba ahí escuchándolo todo, pero voy a repetírselo, agente... Yo no fui–

La expresión de irritación del aquel hombre, le dio a Emmet que seguía sin creerle. ¿Pero cómo podía comprobarle que en verdad era inocente, si no tenía ninguna prueba a su favor? Su palabra no era suficiente, y eso quedaba claro.

Estaba frito.

¡Maldita fuera! ¡Y malditos fueran esos dos imbéciles!

–¿Qué estuvo haciendo toda la noche, señor Garrett?–

–Estuve en casa de los abuelos de mi mujer. Solemos quedarnos ahí cuando venimos de visita a Boca–

–¿Está seguro de que estuvo ahí?–

–¡Sí!–

–¿No salió... un par de horas?–

Emmet tragó saliva.

–Bueno... fui a dar una vuelta en moto–

–¿A qué hora? Porque según las autopsias, estos chicos murieron en punto de la medianoche.

Mierda...

A esa hora Emmet había estado fuera de casa.

Un escalofrío recorrió su espalda.

¿Cómo iba a demostrar su inocencia?

Ahora parecía imposible.

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En otra parte de la delegación, un agente diferente se encargaba de interrogar a Ariana, quien se encontraba furiosa por todo lo ocurrido.

–Emmet estuvo toda la noche conmigo, ¡ya se los dije!– estaba ya harta de repetir lo mismo, y que ese sujeto no le creyera. –Además él es incapaz de cometer un asesinato, mucho menos uno tan horrible como ese. ¡Le ordeno que lo liberen ahora mismo!–

–¿Tiene manera de comprobarlo, señorita Butera?–

–Señora– aclaró. –Tengo un hijo–

–Bien, disculpe, señora. ¿Pero tiene manera de comprobar que en verdad Emmet Garrett estuvo con usted durante la noche entera?–

–No tengo una prueba física que lo compruebe, pero tenga por seguro que ese hombre que tienen ahí detenido injustamente, pasa todas las noches en mi cama– Ariana jamás hubiese sido de esas mujeres que daban detalles de su vida íntima, y aún menos siendo una figura pública, pero tenía que hacer algo para sacar a Emmet de aquel embrollo.

El agente pareció enrojecer.

–Sí, bueno, puede que eso sea cierto. Pero Garrett amenazó a estos dos chicos ayer por la tarde, y horas más tarde fueron encontrados muertos, literalmente como él dijo que los mataría–

Emmet era demasiado violento. ¡Maldición! Ariana sabía que algún día eso terminaría causándole problemas graves. Deseó tenerlo ahí para golpearlo por ser tan bocazas, agresivo y problemático.

Exhaló intentando no perder la paciencia.

–Como ya le dije, agente... Es imposible que haya sido Emmet el asesino de esos dos sujetos. Él estaba conmigo, haciendo... bueno lo que se supone que un hombre hace con su mujer cuando se quieren y se gustan– le dijo cortante. –¿Debo explicárselo mejor? ¿Quiere detalles?–

Nervioso, el hombre acomodó su corbata, y la miró. Comenzaba a sudar.

Entonces alguien llamó a la puerta.

Era otro oficial. Le dijo algo al oído y en voz baja, y después de aquello se marchó.

El agente volvió a ella, acercando su cara a la suya, probablemente más de lo permitido.

–Acaban de informarme que Garrett ha confesado que salió de la finca de sus abuelos a medianoche. Y también que tenía razones de sobra para matar a los Davidson– evidentemente estaba acusándola de haber mentido.

Pero Ariana no iba a dejarse intimidar. Sus ojos marrones mostraron todo su enfado.

–No importa qué cosas haya declarado Emmet, él no es un asesino. ¿Cuántas veces debo repetírselo?–

El agente estaba ahora también molesto.

Ariana comenzó a sentir que él estaba acosándola de manera distinta.

–Él salió a dar un paseo en motocicleta, y después se dirigió a un motel para tomar un baño. Después volvió a casa conmigo. Me propuso matrimonio en ese mismo momento– y para aclararlo le mostró el anillo. –¿Ahora, puede alejarse de mí, por favor? Me incomoda su cercanía–

El agente rió, y no estuvo dispuesto a alejarse. Después de todo la autoridad ahí era él.

Sin embargo para fortuna de Ariana en ese momento Liam entró a la oficina.

–Tenga mucho cuidado en cómo trata a mi hermana– advirtió.

–Yo sólo estaba interrogándola – respondió con una sonrisa.

Liam no le creyó.

–Ariana, ven conmigo. El abogado ha dicho que no pueden obligarte a estar aquí–

–Nadie ha dicho lo contrario, señor Butera– luego se giró con Ariana, parecía burlarse ahora de ella. –Señora, puede irse si lo desea–

La castaña ni siquiera le respondió.

Le dedicó una mirada de asco, y pasando a su lado, caminó hasta llegar a Liam.

Gracias al cielo su hermano la sacó de ahí.

Sin embargo en la sala principal de la delegación, Ariana no consiguió sentirse mejor.

Ellos todavía tenían ahí a Emmet, y no tenían manera de comprobar que él no había matado a esos dos sujetos.

Pensaba en eso con angustia cuando el abogado de Liam se acercó.

Había estado dentro intentando solucionar todo aquel asunto.

–Traigo noticias– les dijo.

–¿Soltarán a Emmet? ¿Pudiste comprobar que es inocente?–

El abogado exhaló.

–No, Ariana. Todavía no he podido comprobar la inocencia de Emmet, y probablemente tardaremos un buen tiempo en hacerlo. La buena noticia es por ahora no necesitamos comprobarlo, porque mientras no haya una prueba sólida con respecto a su culpabilidad, no pueden mantenerlo encerrado. Lo dejarán libre en unos momentos más–

Al escuchar la última declaración, Ariana pudo respirar con más calma.

Cerró los ojos aliviada.

–Oh, gracias al cielo– había estado a punto de soltarse a llorar. La preocupación había sido demasiada.

–Te lo agradezco mucho, Smith– le dijo Liam colocando su mano en su hombro. Además de lo profesional, también eran amigos.

–Sin embargo debo ser honesto con ustedes. Como ya dije tardaremos en demostrar su inocencia. Emmet tiene todas las de perder. Todo lo acusa. Estos tipos tienen el móvil y también la declaración de una amenaza explícita. Sólo necesitarán una prueba más para acusarlo. Quizá si logran relacionarlo de alguna manera con la escena del crimen a la hora en que ocurrieron los asesinatos–

Ariana negó.

–Emmet no pudo haber estado cerca de ese lugar porque él no los mató–

El abogado asintió.

–Y por esa misma razón debemos ir a un paso adelante. Comprobar de alguna manera que Emmet estuvo en algún otro lugar–

–Él ha dicho que estuvo en la finca Grande hasta las diez de la noche–

Ariana hubiese querido que Emmet no hubiera soltado aquellas declaraciones. Hubiese bastado con decir que había estado toda la noche a su lado.

–Regresó a eso de las dos de la mañana. Pero antes estuvo en un motel. Podrían llamar para comprobar...–

–Ya lo hemos hecho– respondió Smith. –Su registro fue a las 12:55am. La gran incógnita aquí es en dónde estuvo de las diez de la noche hasta la hora registrada en el motel–

–Fue al edificio que solía compartir con su amigo James hasta hace un par de años. Ahí tomó su motocicleta–

–Eso debió tomarle unos veinte minutos a lo mucho– señaló el abogado.

–¡Él no es un asesino!– replicó entonces Ariana.

–No estoy diciendo que lo sea. Pero esto mismo ha hecho que la sospecha sobre él sea aún mayor–

Ariana hizo una mueca angustiosa, y de nuevo deseó llorar.

El sentimiento se multiplicó cuando vio que un policía aparecía junto a él.

De inmediato corrió a su lado.

–Tranquila, Ari– fue lo primero que él le dijo.

Esperaron ansiosos a que el policía quitara las esposas, y cuando lo hizo y le dio luz verde para que atravesara la pequeña compuerta, el rubio corrió a abrazarla.

La castaña se hundió en sus fuertes brazos, y se negó a soltarlo.

Emmet la rodeó protectoramente mientras depositaba un suave beso sobre su cabeza.

–Emmet...– ella empezó a llorar inevitablemente.

Él le habló entonces con toda ternura.

–No llores– le pidió. –Estoy bien. Voy a estar bien. Vamos a estar bien– le prometió. –Ahora dame un beso–

Ariana así lo hizo.

Se alzó en puntas y lo besó.

Luego de aquello, Emmet chocó nudillos con Liam, y alzó su mano para agradecerle al abogado.

–Le agradezco todo lo que ha hecho por mí, Smith–

–No me agradezca hasta que lo saque de esto, Garrett. Le aseguró que así será. Trabajaré duro con mi gente para lograr comprobar su inocencia–

Emmet asintió sonriendo tenuemente.

–Creo que deberían irse a casa– le dijo Liam.

–Sí. Por favor vámonos de aquí, Emmet– le rogó Ariana, todavía aferrada a su abrazo.

–Recuerden que no deben volver a Los Ángeles hasta que todo esto se esclarezca–

–De nuevo gracias, Smith–

–Los mantendré informados–

Luego de sonreírles, el abogado se marchó.

–Hay unos cuantos reporteros afuera de la delegación– les informó Liam. –Ariana, será mejor que no declares nada. Scooter dijo que él y tu publirrelacionista se encargarían de todo–

Enseguida los tres se dirigieron a la entrada del lugar para poder marcharse.

Como ya habían esperado, un montón de cámaras y micrófonos comenzaron a acosarla desde el momento en que puso un pie afuera.

–¡Ariana! ¡Ariana!–

–¡Ariana, ¿cómo te sientes después del asunto de la bomba en tu auto?!–

–¡Ariana, la noticia de tu ex novio encarcelado por acosarte, está dando la vuelta al mundo, ¿qué puedes decirnos al respecto?!–

–¡¿Piensas retirar la demanda contra Nathan Sykes?!–

–¡¿Lo perdonarás?!–

–¡¿Tiene algo que ver el asesinato del comediante Pete Davidson con todo esto?!–

La cantante no respondió a ni una sola de sus preguntas. Emmet y Liam procuraron en todo momento que los reporteros no se acercaran a ella más de lo debido.

A los pocos segundos consiguieron llegar al auto.

El rubio abrió la puerta de inmediato para que ella fuese la primera en entrar.

–Iré a la oficina a solucionar unos pendientes, pero esta tarde los veré en la finca–

Emmet asintió y después se despidieron.

–Cuida a mi hermana–

–Sabes que siempre hago eso–

Al instante él entró al auto, y arrancó.

De camino a la finca, Ariana permaneció en silencio.

–Lamento todo esto– le dijo él de pronto mientras conducía. –Por culpa de este embrollo la prensa estará sobre ti durante un buen tiempo–

–No es culpa tuya, Emmet. Tampoco mía–

–El culpable es Sykes– declaró él con gran furia. Sus dedos apretaron con fuerza el volante del vehículo.

Ariana no tenía deseos de hablar de Nathan.

–Yo sé que tu no mataste a Pete y a su primo. Sé que no matarías ni a una mosca– ella se lo dijo con ternura.

Emmet no pudo evitar sonreír. Ariana lo conocía mejor que nadie.

–No niego que quería matarlos cuando pensé que ellos estaban detrás de todo el asunto de Cobra, pero no fui yo, Ari. Yo no los maté, y aún menos cuando me enteré de que el verdadero culpable era Nathan–

–Y vamos a demostrar que tú no lo hiciste–

Él condujo con una mano, y utilizó la otra para tomar la de ella.

La alzó para besar su dorso.

–Gracias por creer en mí–

–Emmet... ¿Puedo hacerte una pregunta?– declaró entonces Ariana, un tanto nerviosa.

–Por supuesto, nena–

La castaña exhaló.

–Bueno, ya he dicho que creo ciegamente en tu inocencia. Es sólo que... todavía no me has dicho dónde estuviste antes de ir a ese motel, y de volver a la finca conmigo–

Emmet mantuvo su mirada fija en el camino. Se mantuvo en silencio unos cuantos segundos, y luego exhaló.

Inmediatamente detuvo el auto.

–Fue a la tumba de papá– confesó.

–¿A media noche?–

Él asintió.

–No quise decírtelo en un principio porque...–

–¿Por qué Emmet?–

–Porque sabía que preguntarías el motivo–

Ariana arqueó una ceja.

–¿Y vas a decírmelo?–

Iba a decírselo porque mentirle u ocultarle las cosas ya no era opción. En el pasado lo había hecho, pero ahora le resultaba inconcebible.

–Ari... yo fui a pedirle perdón–

–¿Perdón?– de primera cuenta la castaña no comprendió.

–Sí... bueno... Quizá no vayas a comprenderlo, y no pido que lo hagas, pero yo necesitaba hacerlo. Necesitaba hablar con él, decírselo con mis propios labios. Tú... tú sabes por qué llegué a tu vida. No me gusta tener que recordarlo, pero nos guste o no, así fue. Yo le prometí a mi padre que vengaría su muerte, que haría pagar al culpable de todas sus desgracias...–

–O sea mi papá– completó Ariana con pesar.

Emmet asintió.

–El objetivo siempre fue ese, nena. Destruirlo, ¿pero qué sucedió? Me destruí a mí mismo. Morí en el intento. Te conocí y me derrumbaste. Mi corazón anhelaba venganza, pero después solamente te anheló a ti... Me hiciste caer rendido–

Entonces Ariana lo comprendió todo.

–Hice que renunciaras a eso que le habías prometido a tu padre, ¿no?– ella no lo decía con enfado, sino con amor, con admiración y con orgullo.

Emmet suspiró y asintió.

–Jamás hubiese podido hacerte daño, y tampoco a las personas que amas, porque en el fondo yo sé que sigues amando a tu padre. Yo sabía que... que quizá estaba traicionando al mío, pero no podía hacer otra cosa. Te convertirse en lo más importante para mí, y me negué a dejarte ir. Te elegí por encima del hombre que me dio la vida, y... no puedo arrepentirme. Él está muerto, él... él decidió morir, pero aun así debía pedirle perdón y rogarle que me entendiera. Eres mi mujer, te amo con locura, y me diste un hijo. Yo le conté que planeaba pedirte matrimonio–

Los ojos de Ariana se llenaron de más y más amor por ese rubio que abría su corazón y se lo entregaba solo a ella.

–¿Y crees que lo haya entendido?– un par de lágrimas salieron del marrón de sus ojos.

Con sus yemas, Emmet las limpió, pero él mismo tenía su mirada cristalizada con lágrimas por derramar.

–Lo entendió. Estoy seguro de eso. Estoy seguro de que comprendió porqué me enamoré de ti, porque te amo como te amo. Porque eres maravillosa. Eres la mujer más estupenda del mundo entero, y jamás dejaré de dar gracias al cielo por haberte conocido–

Las manos de Ariana acariciaron entonces el rostro masculino. Después lo besó tiernamente.

–Yo tampoco he dejado de agradecer por eso. No importa cómo hayan sucedido las cosas. Estoy feliz de haberte conocido. Tú y nuestro Nicholas son lo mejor que me ha pasado en esta vida. El cielo me bendijo grandemente al ponerte en mi camino–

De nuevo compartieron otro apasionado beso, y cuando dejaron de besarse, mantuvieron sus frentes unidas una a la otra.

–Entonces fue en el cementerio donde te llenaste de lodo– dio ella de pronto.

Emmet asintió haciéndola sonreír.           

–Te amo, muñeca–

–Yo también te amo, mi amor–

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Emmet continuaba pensando en todo el asunto de los Davidson cuando llegaron de vuelta a la finca, sin embargo no se lo mencionó a Ariana, pues no quería preocuparla aún más.

Ella parecía convencida en que conseguirían demostrar su inocencia. Pero secretamente él no creía que fuese a ser así.

¿Quién iba a creerle que había estado en el cementerio a altas horas de la noche?

Sólo Ariana creería algo así, porque ella era la única que lo conocía realmente.

Exhaló, pero enseguida le sonrió cuando la ayudó a bajar del vehículo.

–Oh, al fin llegan– exclamó Marjorie quien salía de la casa a su encuentro. Llevaba a Nicholas en los brazos. –Emmet, gracias al cielo te dejaron libre–

–No se preocupe, Nonna. Todo estará bien– le dijo para despreocuparla.

¿Pero en serio sería así?

¿Quién demonios había matado a ese par de imbéciles?

Era imposible que Nathan lo hubiese hecho.

¡Joder!

Estaba empezando a sentirse verdaderamente nervioso.

–Tranquila, Nonna. Emmet es inocente, y quedará comprobado–

–Estoy segura de que será así. ¿Quién creería que serías capaz de matar a alguien, si eres como un gran osito de peluche?– Marjorie pellizcó su mejilla maternalmente.

Muy a su pesar Emmet rió.

Ariana tomó a su bebé en los brazos, y lo acunó contra su pecho, luego se lo pasó a su padre, quien le dio un sonoro beso en sus regordetas mejillas haciéndolo reír.

–Oh, pero vayamos dentro. Prepararé para ustedes una tarta de manzana, les caerá de perlas–

La abuela se adelantó a entrar a la casa.

Emmet y Ariana la siguieron deteniéndose en la sala.

La castaña pudo notar entonces que él continuaba tenso. Supo de inmediato la razón.

–No te preocupes más– le pidió tomándolo de las manos.

Él exhaló.

–Lo lamento, no puedo evitarlo. No deja de rondarme por la cabeza la duda de quién mató a los Davidson. Está claro que Nathan no lo hizo–

–Bueno, no te olvides de que esos sujetos andaban en malos pasos. Fumaban hierba y cometían actos ilegales. Pudo haberlos matado cualquiera de sus enemigos–

–Sí, Ariana, pero no olvidemos cómo los mataron. Precisamente de la forma en que yo los amenacé. ¿No te parece eso extraño?–

–Pudo haber sido una coincidencia– Ariana se hundió de hombros. –Tranquilo. Probaremos que estuviste en el cementerio, a muchas millas de distancia de lugar en el que mataron a esos dos hombres, y no habrá manera de inculparte–

Él exhaló.

Deseaba estar tan tranquilo y confiado como ella, pero no podía alejar la sensación de peligro que lo perseguía. Algo no le olía muy bien. Era como si una mano fantasmal le apretara la garganta, y eso era algo que lo angustiaba terriblemente porque su instinto no lo había engañado nunca.

En ese momento su celular comenzó a sonar.

–Es James– le dijo a Ariana, y enseguida atendió. –¿James?–

–Emmet, ¿estás ocupado? Necesito que me hagas un favor del tamaño del mundo–

¿Ocupado? Evidentemente James no se había enterado de su detención. Muy temprano por la mañana había salido junto a Kylie rumbo a casa de sus padres.

–Bueno, James, no estoy precisamente ocupado. Acabo de salir de prisión. Estuve toda la mañana detenido–

–¿Qué? ¿De prisión? ¿Bromeas?–

–Pete Davidson y su primo fueron asesinados, y me han inculpado por eso–

La sorpresa fue doble para James.

–¡¿Pero qué carajo?! ¿Hablas en serio?–

–Lamentablemente sí. Pero dime, cuál es ese favor que necesitas–

–Eh... sí... bueno, escucha...Olvidé el obsequio de papá, y mamá me matará, pero creo que es más importante tu asunto. Dime, ¿estás bien? ¿Cómo pasó todo? ¿Te dejaron libre? ¿Por qué no me llamaste?–

–Todo está bien, tranquilo. Ahora estoy en la finca. Es largo de contar, pero hagamos esto. Llevaré el obsequio de tu padre hasta donde estás, y ahí te contaré todo–

–No sé, Emmet. Ahora no quiero molestarte. ¡Joder, hombre! ¡Te tuvieron encarcelado!–

El rubio negó.

–No digas tonterías. Tú has hecho mucho más por mí. Dime dónde tienes ese obsequio–

–De acuerdo, viejo. Está en el closet de mi habitación–

–Llamaré a Ryan para que se reúna con nosotros– aprovecharía y le hablaría de sus sospechas sobre el asunto de Nathan y los Davidson–

–Bien. Aquí los espero–

Sin más, Emmet colgó.

–Iré a casa de los Franco. James necesita que le haga un favor. ¿Estarás bien mientras tanto? Prometo no tardarme– le dijo a su amada.

Ariana sonrió y le asintió.

–Despreocúpate, amor. Estaré perfectamente–

–No salgas de casa. Yo... yo estaré más tranquilo–

–Emmet, tienes que recordar que ya no corremos ningún peligro. Cobra... bueno, Nathan está encarcelado. No nos hará más daño–

Emmet le sonrió y se acercó a ella para besar su frente.

No quería perderla de vista ni un solo instante hasta que todo aquello se resolviera, pero procuraría estar de vuelta cuanto antes.

–No tardaré, lo prometo–

–Ya deja de preocuparte– ella le sonrió.

El rubio bajó su cabeza para capturar sus labios en un beso más.

–Te amo– le dijo la voz viril.

–Nunca dejes de decirlo, porque me encanta escucharlo– bromeó Ariana antes de tomar su cabeza, alzarse en puntas y besarlo de nueva cuenta.

Emmet se despidió de su hijo, y lo entregó en brazos de la castaña. Enseguida salió de la casa, y abordó su auto.

Ariana escuchó cuando el motor fue encendido, y por la ventana lo vio marcharse.

Sonrió.

Lo amaba muchísimo. Era muy dulce que se preocupara tanto por ella, y que la protegiera cómo la protegía. Desde el primer día en que se habían conocido ese hombre no había hecho otra cosa más que intentar mantenerla a salvo.

Era maravilloso. Su héroe por siempre.

–¿Dónde está Emmet?– preguntó entonces Nonna que volvía de la cocina.

–Oh, fue a casa de los padres de James. Él necesitaba que le hiciera un favor–

–Oh, ya veo– asintió la anciana. –Quería que me llevara al súper. Se han terminado las manzanas–

Ariana se quedó entonces pensativa.

Emmet le había pedido que no saliera pero todo era porque seguía nervioso con respecto a los asesinatos ocurridos. Cuando los días pasaran él conseguiría relajarse, y se daría cuenta de que sus preocupaciones no tenían razón de ser.

Sus vidas  tenían que volver ya a la normalidad, y mientras más pronto lo hiciera, mejor.

–Yo te llevaré– le dijo con una sonrisa.

–¿Qué? ¿Salir de aquí sin Emmet? Olvídalo, cielo. Tu seguridad es lo más importante–

–Nonna, ¿tengo que recordarte que el asunto de mi seguridad ya está solucionado? Cobra no existe más, y no volverá a amenazarme–

–Bueno, eso es cierto, cariño, pero aun así no termina de parecerme buena idea eso de que salgamos solas–

–Pienso que en algún momento debo retomar mi vida normal. Tengo derecho a volver a salir a las calles libremente, y quiero comenzar ahora–

–Estoy de acuerdo en eso, pero has escogido el peor momento, Ari. Justo ahora hay un montón de reporteros detrás de ti. No podrás estar tranquila en ningún sitio, al menos hasta que estas noticias sobre ti queden olvidadas–

Su abuela tenía razón.

–Bueno, ¿qué te parece si te llevo al súper, pero te espero en el auto? No me bajaré del vehículo así que no tendré que lidiar con paparazis molestos–

–No lo sé...–

–Oh, vamos, Nonna. No nos dejes a Nicholas y a mí sin tu deliciosa tarta de manzana estilo italiana–

Marjorie sonrió.

–De acuerdo–

Ariana se emocionó muchísimo.

Estar ahí encerrada era lo último que necesitaba. Salir por ahí aunque fuese sólo al estacionamiento del súper le vendría bien.

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Cuando Emmet llegó a casa de los Franco, James ya lo esperaba.

–Toma el obsequio de tu padre– de inmediato lo entregó la caja de regalo, y el pelinegro la tomó sintiéndose feliz.

–Cielos, gracias, Emmet. Eres el mejor amigo. Si a la hora de abrir los regalos, mi madre se hubiese dado cuenta de que yo había olvidado el mío, me habría matado–

–De nada–

–Bien, ahora sí debes contarme eso de que Davidson y su primo están muertos. ¿Quién los mató? ¿Nathan? ¿Y por qué te inculparon a ti? ¿Cómo conseguiste que te dejaran libre?–

Emmet exhaló.

–¿Ya está aquí Ryan?–

–Aún no– respondió James.

–No debe tardar. Me dijo que venía de camino. Mejor lo esperaremos para no tener que contar la historia dos veces–

–De acuerdo, ¿pero estás bien? ¿Ariana está bien?–

–Sí. Estamos bien. Es sólo que... hay algo que no me deja estar tranquilo, y tiene todo que ver con el asunto de que estos dos tipos estén muertos–

James y Emmet continuarían con su charla sin embargo en esos momentos Christine se acercó a ellos.

–Oh, me alegra mucho que estés aquí, Emmet– le dio un beso en la mejilla. –¿A qué hora llegaste? Ven aquí, Collin se pondrá feliz de verte. Llegas justo a tiempo para la comida–

–Te lo agradezco, Christine–

–Emmet, qué agradable sorpresa– le dijo Collin al verlo.

–Feliz cumpleaños– lo saludó y después compartieron un fraternal abrazo.

–¿Por qué no trajiste a Ariana?– le preguntó Kylie que había estado sentada en el sofá junto a su suegro, quien le mostraba los viejos álbumes familiares.

–Eh, bueno, en realidad no vine para quedarme. Sólo quería hablar de algo importante con James, y desearle un feliz cumpleaños a Collin– no quería comentar nada de lo sucedido en la mañana frente a los señores Franco.

–Oh, pero tienes que quedarte a comer con nosotros, y también a partir el pastel– le dijo Christine animada.

–Claro que sí. Emmet, sabes que eres parte de esta familia. Mientras tanto ven aquí conmigo y con Kylie. Le estoy mostrando las viejas fotografías. Verlas me trae grandes recuerdos–

El rubio se acercó justo cuando Collin mostraba una de James desnudo cuando tenía posiblemente dos o tres años.

Kylie comenzó a reír.

–¡Cielo santo! ¡Qué cosita tan adorable!– exclamó llena de ternura.

James frunció el ceño.

–Bueno, Kylie, tú mejor que nadie sabe que crecí, ¡y crecí bastante!–

Su madre que había bebido un sorbo de gaseosa, la escupió al instante.

–¡Theo James Franco!– lo reprendió.

Kylie no pudo evitar soltar una carcajada. Collin también.

–Lo siento, mamá– se disculpó.

Emmet también rió. Estar en casa de los Franco con James siempre era divertido. Sin embargo en ese momento una fotografía más llamó su atención.

Collin notó que la observaba.

–Es mi Brigada de 1980– en aquellos años él había sido militar. –Esa fotografía fue tomada antes de que partiéramos hacia Vietnam. Fue la más dura de las guerras. Muchos de mis amigos y compañeros de los que ves ahí, ya no volvieron. Los que sí lo hicimos tuvimos suerte–

–Era usted muy apuesto, suegro. Se parecía mucho a James– dijo Kylie cuando lo identificó de entre todos ellos. Luego le sonrió a su esposo.

–Claro que lo era, hija, por eso mi Jimmy salió tan guapo– asintió Collin con orgullo.

–Eso no puedo negarlo– replicó Christine con una gran sonrisa.

Emmet concentró su mirada en las caras de todos ellos.

Todos parecían jóvenes y fuertes. Sus expresiones duras y decididas.

Collin les había hablado a él y a James muchas veces sobre aquella guerra. Sabía que había sido una experiencia terrible.

Pensaba en ellos cuando un rostro perteneciente a uno de los soldados ahí fotografiados, llamó su atención.

Frunció el ceño, y tomándola en sus manos la acercó para poder mirar mejor.

¿Sería posible aquella coincidencia?

Al girarla se dio cuenta de que ahí estaban escritos los nombres de todos ellos. Y al ver el nombre de ese hombre le confirmó que en efecto era él.

Eso lo sorprendió bastante, y a la vez le causó una extraña sensación en su interior.

Tenía unos instintos muy agudos para todo tipo de situaciones. Podía oler los problemas a cientos de kilómetros. Y por alguna razón aquello le traía un mal presentimiento. ¿Pero qué carajo significaba?

–Eh... Collin. ¿Qué hay de este soldado?– lo señaló mostrándoselo en la foto.

El señor Franco arqueó las cejas como si hablar de él no le trajera buenos recuerdos.

–¡Ese tipo estaba loco!–

–¿A qué te refieres con loco?– cuestionó Emmet, y de nuevo sintió aquella sensación. Esa que conocía tan bien. La misma que había sentido aquel día en que fueron a buscarlo a su escuela para informarle que su padre había muerto de un balazo en la cabeza.

–Lo recuerdo como un hombre muy extraño, y solitario. Jamás hablaba con nadie, y a veces nos daba miedo tenerlo cerca. Estaba obsesionado con el fuego, y en aquellos años, en medio de una selva vietnamita, un pelotón entero fue quemado. Sospechaban de él, pero nadie pudo comprobárselo nunca. Al final sólo lo declararon mentalmente inestable, lo expulsaron de la Brigada y lo obligaron a tomar terapia. Si me preguntan a mí, yo pienso que era culpable. Era realmente escalofriante. Aún puedo recordar ese tatuaje en su espalda...–

–¿Tatuaje?– Emmet deseó saberlo por algún motivo.

–Sí– asintió Collin. –Llevaba un tatuaje en su hombro. Era una serpiente, algo así como una cobra...–

¡Oh, joder!

A Emmet le empezaron a arder las entrañas.

La sensación enfermiza de nuevo lo golpeó.

Había llegado al meollo del asunto.

Tenía frente a sus narices la verdad de todo lo acontecido.

Al verdadero culpable de todo el daño ocasionado.

El verdadero Cobra.

Se sintió mareado, y deseó correr a vomitar.

¡Mierda!

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AHHH!

HAGAN SUS APUESTAS!

AHORA SÍ CONOCERÁN LA IDENTIDAD DE COBRA EN EL SIGUIENTE CAPÍTULO.

NO SE LO PIERDAN!

*últimos capítulos*

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