Capítulo 45
Aquella noche el espectáculo de Ariana Grande estaría llevándose a cabo en un conocido teatro de Los Ángeles.
La fecha había estado pactada desde meses antes, y no hubiese existido manera de cancelarla.
Emmet se encontraba bastante nervioso, y la única manera que había conseguido de lidiar con aquello, era acabando de poco en poco con una de las botellas de whisky que le habían proporcionado los de producción ante su propi petición.
Después de lo ocurrido noches atrás en su casa, y de la nueva amenaza que Cobra representaba para sus vidas, estaba aterrado, y ese mismo terror podía incluso llegar a paralizarlo, así que el alcohol era quien se había ocupado de relajarlo.
James apareció a los pocos instantes.
–¿En dónde está Ariana? ¿Por qué la dejaste sola?– fue lo primero que le preguntó.
–Tranquilo, Emmet– de inmediato le quitó la botella y el vaso de las manos. –Está con Kylie en su camerino terminando de vestirse Hay un montón de policías escoltando su puerta, y hemos aumentado seguridad afuera del recinto. Nada malo le pasará–
Aun así aquello no hizo que Emmet se sintiera más tranquilo.
–Tengo un mal presentimiento, James– y odiaba pensar en ello, pero sus presentimientos siempre terminaban en catástrofes. –Ariana no debió haber aceptado hacer este concierto. Scooter debió...–
–¿Pero qué piensas que sucederá? No hay manera de que Cobra consiga llegar hasta Ariana. Están los policías, estoy yo, y desde luego estás tú. La protegeremos en todo momento–
–¿Y si viene entre el público? Así como consiguió escabullirse al funeral de Aretha Franklin también conseguirá estar aquí. Sé que estará aquí, mierda, y me siento tan frustrado de no conocer su maldita identidad, su maldita cara–
–Quizá eso termine siendo algo bueno– le dijo James entonces con toda seriedad.
El rubio lo miró.
–¿A qué te refieres?–
–A que esta puede ser nuestra noche, Emmet. ¿Por qué seguir esperando? Actuemos ahora, vayamos de cacería, ¿comprendes? Atrapemos a este cabrón hoy mismo–
Emmet asintió en verdadero acuerdo.
Odiaba la idea de utilizar a Ariana de carnada, pero James tenía razón. Era eso o seguir sin nada. Ya habían esperado demasiado, y por el infierno que no iba a seguir haciéndolo.
–Iré por Liam, está en la zona VIP. Tú llama a Gosling, los necesitaremos en el equipo–
–Bien– el pelinegro sacó su celular y comenzó a llamar.
Emmet exhaló y sintió la violencia recorrer todo su interior.
–Hoy te mueres, bastardo– aseguró.
Iban por él, y esta vez iba en serio.
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El Staples Center tuvo lleno total aquella noche.
Ariana Grande ofreció su espectacular show tomándose alrededor de dos horas y media para presentar su amplio repertorio de canciones.
Durante aquellos momentos, la famosa diva del pop se encargó de deleitar a todos los presentes con su perfecta ejecución vocal.
Desde abajo del escenario, Emmet la miró.
Era fantástica, amaba cantar y darlo todo para sus fans, interpretaba mejor que nadie, y realmente se olvidaba de todo lo demás, se adentraba en aquel mundo donde sólo existían ella y la música, y el resultado era glorioso.
Él deseó con toda su alma, que Ariana siempre pudiese hacer aquello, compartir con el mundo entero el gran regalo que le había sido concedido, su magnífica voz.
Pero para eso debían encontrar a Cobra ya mismo.
Él, James, Liam y Ryan se encontraban en distintos puntos entre el público, intentando encontrar algo, cualquier cosa que pudiese decirles quién era aquel malnacido, sin embargo hasta el momento no habían encontrado nada extraño.
No parecía haber ahí más que jóvenes disfrutando del concierto de su más grande ídola.
Eso comenzó a frustrarlo.
Continuó analizando todo con ojos sigilosos y calculadores, cuando de pronto su celular comenzó a sonar.
Era James.
De inmediato respondió.
–¡¿Has encontrado algo?!– le preguntó muy tenso, mientras intentaba oír la respuesta a pesar del ruido a su alrededor.
Escuchó entonces el suspiro de su amigo.
–No me lo vas a creer, Emmet–
–¡¿Qué?! ¡¿Qué sucede?!–
–Pete Davidson estaba entre el público. Lo hemos traído al camerino para interrogarlo. Ven de inmediato–
La sangre corrió entonces por todas sus venas, y la adrenalina aumentó en niveles bastante peligrosos.
Colgó la llamada y corrió a encontrarse con aquel imbécil.
Se removió entre todas las personas intentando obtener el paso, pero eran demasiadas y le costó llegar hasta uno de los costados, pero finalmente lo hizo.
Gracias a su gafete de acceso total, no tuvo problema alguno con los policías que se encargaban de cuidar a su mujer.
Pasó en medio de ellos y se dirigió entonces a bastidores donde maquillistas, productores, y un montón de personas más se encontraban a espera de cualquier cambio de vestuario o de canción. También Scooter y Kylie se encontraban por ahí.
Emmet no se detuvo a nada, y pasó de largo hasta llegar al camerino.
Al parecer los chicos habían sido bastante discretos pues nadie parecía haber advertido algo extraño.
Cuando entró lo primero con lo que se encontró fue con los tres de pie, rodeando a un Pete Davidson atado a una silla con una soga.
Su reacción fue inevitable. Se lanzó contra él para golpearlo, sujetándolo de la camisa y alcanzando a propinarle un puñetazo en el rostro, antes de que James lo detuviera, y Ryan se interpusiera entre ambos.
–¡Emmet, tranquilízate!– le exigieron de inmediato.
–¡Joder, no actúes impulsivamente!–
–¡Viejo, cálmate!–
¿Que se calmara? ¿Que no actuara impulsivamente?
¿Cómo podían pedirle eso?
¡Quería matarlo! ¡Quería asesinarlo por haber estado siguiendo a Ariana! Por estar ahí, y por encabezar la lista de sospechosos en identidad de Cobra.
–¡Déjenme acabar con este hijo de puta!– gritó lleno de furia.
–¡Mierda! ¡Suéltame!– Pete comenzó a removerse intentando quitárselo de encima pero sin lograrlo. Estaba atado de manos y pies, y nada podía hacer.
–¡Emmet!– James fue quien lo hizo entrar en razón, sujetándolo del saco de su traje. –Debemos actuar con inteligencia, por favor–
–Bien, bien– concedió él, pero la furia seguía dominando todo su ser pero únicamente fue engaño de su parte. Volvió a tomarlo del cuello intentando ahorcarlo.
–¡Maldición, Emmet!–
Consiguieron separarlo, y lanzarlo hacia un lado.
Lo único que el rubio pudo hacer entonces fue darse la vuelta para no mirarlo porque de otro modo volvería a perder el control.
–¡¿Por qué me tienen aquí?!– comenzó a gritar entonces Pete. –¡¿Qué es lo que quieren, idiotas?! ¡Suéltenme! ¡Suéltenme y aléjenme de ese loco! ¡Están todos locos! ¡No tienen ningún derecho a tenerme así! ¡No lo tienen, ¿me escuchan?!– volvió a removerse pero sus intentos continuaron siendo en vano. No había manera de escapar de ahí.
–Cállate, imbécil o lo lamentarás– amenazó James, y entonces, un tanto más controlado, Emmet regresó a ellos.
Tomó Pete del cabello obligando a mirarlo, y entonces habló.
–¿Por qué sigues a Ariana? ¿Qué es lo que buscas, jodido cabrón? ¡Responde ahora mismo! ¡Responde!–
–¡Yo no la he estado siguiendo!– respondió entre quejidos de dolor, y su gran mentira ocasionó que Emmet tirara más y más fuerte. -¡Suéltenme! ¡Me cago en la puta!-
–¡Di la verdad!– exigió el rubio.
–Estás acorralado, Davidson– le dijo Ryan. –Tenemos evidencia, fotos, fechas, testigos que te han visto en los mismos lugares que Ariana, aún en diferentes puntos del país, e incluso merodeando cerca de su casa–
Lamentablemente no podían adjudicarle el asesinato del pobre Ben, pues esa misma noche Pete había estado en una fiesta en Las Vegas.
Era poco probable que él fuese Cobra, pero aun así no podían descartarlo.
–¡Yo no la he estado siguiendo! ¡Ustedes perdieron la cabeza! ¡Déjenme ir! ¡Déjenme ir, bastardos!–
–¡Confiesa!– la orden de Emmet fue feroz. Lo tomó del cuello de nueva cuenta, y esta vez ni Ryan ni James ni Liam hicieron algo por detenerlo. –¡Confiesa, infeliz! ¡¿Qué es lo que quieres?! ¡¿Qué mierda quieres de mi mujer?! ¡¿Por qué la acosas?!–
No fue hasta que Pete comenzó a ponerse morado, que Emmet decidió soltarlo.
Comenzó a toser fuertemente intentando recuperarse, casi se atragantó con su propia saliva.
Sabía que no iba a salir de ahí si no hablaba, así que decidió hacerlo.
Cuando se recuperó un poco consiguió articular palabra.
–Bi...bien– tosió. –Bien les diré todo– volvió a toser. No había estabilizado el ritmo de su respiración todavía.
–Hazlo, Davidson. No tenemos toda la noche, y estás comenzando a exasperarme– amenazó Emmet con toda intención de volver a golpearlo.
–Yo... yo he querido hablar con ella–
–¿Para qué?– el rubio no se contuvo y volvió a tirar de él.
–¡Para que aparezca en SNL! ¡Sólo para eso! ¡Lo juro!–
Inmediatamente el rubio lo soltó. Él y sus dos amigos se miraron con confusión.
La respuesta estaba tan fuera de contexto que los tomó desprevenidos.
–¿Espera que te crea eso? ¡Di la verdad!– estuvo a punto de volver a golpearlo, pero antes de que hiciera eso, Pete comenzó a gritar.
–¡Es la verdad! ¡Pueden llamar a mi productor para que se los confirme! ¡Él mismo me pidió que consiguiera que Ariana Grande estuviese en el programa! ¡Por eso estoy aquí metido en esta mierda!–
Emmet no le creía, no le daba la gana creerle. Era una explicación muy estúpida, y seguro estaba de que los verdaderos propósitos de ese bastardo eran bastante depravados, sin embargo Ryan realizó un voto de fe en él, y tomó su celular.
–La contraseña– le exigió.
A regañadientes, Pete se la dio.
–¿Cómo se llama tu productor?–
–Greg Falcon–
–Greg Falcon– repitió Ryan y de inmediato comenzó a buscar el nombre. Cuando lo encontró le marcó sin dudarlo, y después se encargó de activar el altavoz acercándolo al comediante para que pudiese hablar.
–¿Pete? ¿Qué demonios quieres, Pete? ¿Ya viste la hora que es?–
–Eh... ¿qué tal, jefe? ¿Cómo va su noche? ¿Lo desperté?– rió nervioso.
El productor gruñó con enfado.
–Así es, acabas de despertarme, zopenco. Más vale que tengas buenas noticias. ¿Conseguiste hablar con Ariana Grande? ¿Vendrá al programa? Su asistencia aumentaría por mucho nuestros números–
–Eh... de eso quería hablarle, jefe. Todavía no consigo verla, pero no me lo va a creer. Estoy en su concierto aquí en Los Ángeles, y he hecho buenas migas con cuatro de sus amigos. Creo que quieren saludarlo...– su humor era bastante peculiar.
Ryan terminó de inmediato la llamada.
–Creo que este idiota decía la verdad– comentó arrojándole el celular entre las piernas.
Aquello no tranquilizó a Emmet, sino que lo alteró aún más.
El hijo de perra había dicho la verdad.
¡Maldita sea!
–¿Qué hacemos ahora, Emmet?– le preguntó James esperando recibir instrucciones.
¿Ahora que seguía?
El rubio negó.
–¿Sabes qué?– le dijo. –¡Yo no te creo nada!– y entonces se lanzó hacia él, ahorcándolo con las dos manos.
Mientras intentaban quitárselo de encima, la puerta fue abierta sin que ellos pudiesen advertirlo.
De ella entró Ariana, quien había terminado su concierto hacía unos minutos. Todavía con el vestuario de su presentación, y una bebida con hielos en las manos. Kylie entró tras ella, y ambas se quedaron petrificadas al ver la escena que se llevaba a cabo frente a sus ojos.
Por fortuna la castaña reaccionó con rapidez e inmediatamente se ocupó de cerrar la puerta para que nadie allá afuera fuese a darse cuenta de lo que ocurría.
–¡Emmet!– le gritó con desespero. –¡Cielo santo, Emmet, detente!– de inmediato fue a él, e intentó hacerlo entrar en razón.
El rubio soltó un gruñido, y prontamente se apartó, girándose y cubriéndose el rostro con ambas manos, porque no se sentía capaz de dominarse en esos momentos.
Sin embargo Ariana completamente molesta avanzó hacia él, y tomándolo del brazo lo obligó a mirarla.
–¿Qué significa esto, Liam?– le preguntó a su hermano que estaba a su lado.
El castaño se hundió de hombros. No sería él quien le explicara. Le aventó la paleta a su cuñado.
Toda la atención quedó fija entonces en su compañero de vida, el padre de su hijo.
–Te exijo ahora mismo una explicación, Emmet Garrett–
Emmet que todavía no había conseguido calmarse, miró a su pequeña mujer, y supo que estaría en problemas si no hablaba.
–A...Ariana–
La castaña negó.
–Nada de Ariana– le advirtió. –Tienes que decirme ahora mismo por qué demonios tienes a este sujeto golpeado y atado de manos y pies, aquí en mi camerino, en pleno concierto, precisamente cuando hay un montón de personas allá afuera– estaba realmente cabreada.
–Escucha, Ariana, yo te lo voy a explicar todo–
–Pues empieza ahora mismo–
–Este imbécil es Pete Davidson– lo presentó.
El chico no hizo otra cosa más que sonreírle inclinándose de hombros, y agitando una de sus manos, a pesar de que la tenía atada a la silla.
Ariana entendió todavía menos.
–¿Por qué lo tienes así?–
–Porque ha estado siguiéndonos desde hace dos meses. Específicamente te ha estado siguiendo a ti–
–¡Hey, al menos deja que me defienda, amigo!– saltó a replicar de inmediato.
–Cierra la boca, yo no soy tu amigo, pedazo de...–
–¿Ha... ha estado siguiéndome?– la voz de Ariana los interrumpió.
Miró entonces al sujeto en discordia, y el estómago le dio un vuelco. Se quedó paralizada y el temor casi la hizo colapsar.
–Sí, mira, déjame explicarte– Pete habló, pero Emmet se interpuso entre ambos, yendo hacia su mujer, y tomándola en sus brazos para abrazarla.
–¿Mató a Ben?– preguntó en un susurro que sólo él y ella pudieron escuchar.
–Al parecer no. No fue él–
–¿Entonces...? ¿Qué está ocurriendo, Emmet? ¿Es... es Cobra? ¿Por qué me ha estado siguiendo?–
–Shhh, no. No estamos seguros de que lo sea. Hasta ahora nada lo inculpa de eso, salvo de seguirte–
Entonces Ariana perdió la paciencia. Se sintió harta de todo, harta de vivir bajo amenaza, harta de sentir miedo y no poder estar tranquila.
Se soltó de los brazos del rubio, y antes de que él pudiese hacer algo por detenerla, caminó hasta Pete Davidson y lo enfrentó.
Al mirarlo fijamente se dio cuenta de que lo conocía de alguna parte. Lo reconoció como el chico que la había interceptado en el funeral de Aretha Franklin un mes atrás.
–¿Qué es lo que quieres?– le preguntó directamente. No iba a dejar que el temor la siguiera controlando.
–Primero que nada...– Pete tomó aliento. –...Hola– le sonrió. Su sonrisa era demasiado burlona, claramente deseaba confundirla. –Vaya, eres más bonita de cerca que en fotos–
James, Ryan y Liam que ya sabían cuál sería la reacción de Emmet, se colocaron frente a él, sosteniéndolo de brazos y hombros, evitando así que el rubio se le acercara e interviniera.
–No estoy para jueguitos, y será mejor que hables–
Pete lanzó un silbido de sorpresa.
–Vaya, eres mi héroe– le dijo a Emmet con sorna, y comenzó a reír. –Verás, es cierto, he estado siguiéndote, aunque yo no lo llamaría así, más bien he estado procurando estar en los mismos lugares que tú–
–¿Por qué?– lo cuestionó Ariana.
–Porque quiero hablar contigo, ¿por qué más?– respondió él con toda obviedad. –Quiero hacerte una invitación para que aparezcas en mi show–
–¿En tu show?– la cantante no comprendió el nuevo giro de la situación.
Pete exhaló como cansado.
–¿Quieren decirle?–
Liam tomó entonces la palabra dispuesto a explicarle a su hermana.
–Ari...– la llamó. –Este... sujeto es actor–
–Comediante– irrumpió Pete sintiéndose ofendido.
Rodando los ojos, James lo ignoró y continuó su explicación.
–Pertenece a este programa que sale los sábados, Saturday Night–
Ariana frunció el ceño.
–Es cierto– continuó Pete. –La verdad es que aparezco ocasionalmente, pero el productor me ascenderá a estelar si consigo que vayas–
Entonces la castaña exhaló.
–Por todos los cielos, Emmet, ¡desata a este hombre!– le exigió.
A Emmet no le quedó más opción que hacer lo que su mujer le pedía. De inmediato le hizo una seña a sus amigos para que lo desataran.
Ryan y James se apresuraron a obedecer.
Lo primero que Pete hizo cuando estuvo libre fue ponerse en pie.
–Santa mierda, no siento el culo– exclamó mientras sobaba los rozones de la cuerda en sus muñecas. –Bien, chicos– se dirigió a todos. –La pasé muy bien con ustedes– evidentemente su humor era bastante negro. –Pero debo marcharme, sé que lo lamentan–
–Lárgate antes de que me arrepienta– lo amenazó Emmet con enojo.
–Sí, bueno, pero antes dejaré esto por aquí– sacó de su billetera una tarjeta. –Este es mi número, Ariana, ya sabes, por si decides darnos el honor– estaba a punto de entregársela, pero antes de que lograra su cometido, Emmet se interpuso entre ambos.
–Sobre mi cadáver. Lárgate, cabrón, y no vuelvas a acercártele nunca más porque lo lamentarás–
Pete se enderezó y alzó sus manos en señal de paz.
–De acuerdo, de acuerdo, tranquilo, capitán, yo sólo la dejaré por aquí– colocó entonces la tarjeta sobre el tocador, y sin más desapareció de ahí.
El camerino se quedó en absoluto silencio.
–Bueno, Kylie y yo los esperaremos afuera–
–Por favor asegúrate que ese hijo de puta salga de aquí—
James asintió, y prontamente él y su esposa salieron de ahí. También Liam.
Ryan sonrió en línea recta.
–Eh... yo voy a ver si ya puso la marrana–
Cuando Ariana y Emmet se quedaron solos, ella lo miró con expresión de angustia.
–Emmet, creo que estás perdiendo la cabeza con todo este asunto de Cobra. Necesitas dejar de actuar sin pensar–
Pero él negó.
–No lo entiendes, Ariana–
–Claro que lo entiendo. Cielos, ¿cómo crees que me siento yo? He tenido que vivir con esto por más de dos años. No estoy segura en la calle, en mis conciertos, ni siquiera en mi propia casa. Y encima de todo un hombre inocente ya murió por culpa de todo esto, pero aún así no podemos permitirnos perder la cabeza y empezar a hacer locuras–
–¿Te parece que esto fue una locura?– le preguntó Emmet entonces, molesto.
–¿Traer aquí a la fuerza a ese chico que sólo quería hablar conmigo, atarlo a la silla, golpearlo y amenazarlo? ¡Claro que sí!–
El rubio cerró los ojos con irritación, y le dio la espalda. Luego de soltar un largo suspiro volvió hacia ella.
–No he perdido la cabeza– le dijo. –Ese imbécil...–
–Dijiste que no fue él quien mató a Ben–
–Esa noche estuvo en una fiesta en Las Vegas, Ryan ser cercioró de eso–
–¿Lo ves? Resultó ser inofensivo. Quien entró a nuestra casa y asesinó a Ben fue Cobra. Es a Cobra a quien queremos atrapar, no a un pobre comediante de televisión–
–Ariana, sé que esto suena muy loco, pero Pete Davidson es peligroso, no importa que no sea el asesino de Ben, o que esté lejos de ser Cobra, pero es peligroso–
–¿Cómo puedes saberlo?– lo cuestionó la castaña.
–Porque es estúpido y mala persona. Eso lo hace peligroso. Y eso de que estuvo siguiéndote únicamente por asuntos de trabajo, yo no me lo creo. Mis entrañas me dicen que miente. Sus intenciones son otras, estoy seguro de eso–
–¿Se supone que eso debe hacer que me sienta mejor?–
Emmet negó.
–No, no, Ariana. Sólo quiero que entiendas el peligro que ese tipo representa. No lo quiero cerca de ti nunca más. Lo mataré si respira así de cerca de ti– le mostró la distancia con sus dedos.
Lo siguiente que la cantante hizo fue acercarse a él para abrazarlo.
Un abrazo que lo tomó por sorpresa, pues momentos antes ella había estado muy molesta con él.
–Estás loco, pero gracias, gracias por cuidarme como lo haces. Si no fuese por ti no habría manera alguna de que yo me sintiese segura–
Los fuertes brazos la rodearon con calidez.
–Ya te he dicho que vivo para protegerte. No tienes por qué tener miedo. Yo me encargaré–
–Eso es lo que más me da miedo... Que seas tú quien se encargue. Me da terror sólo de pensar en que algo malo llegue a ocurrirte, o incluso que Cobra pudiese hacerte daño–
Él negó de inmediato.
–Eso no va a pasar–
–Promete que no volverás a actuar por impulso– alzó la cabeza para mirarlo fijamente. Con sus manos sujetó las mejillas masculinas obligándolo a mirarla también. –Emmet, promete que serás cuidadoso. Promete que no te meterás en problemas–
El rubio soltó un suspiro. No podía prometer aquello porque sin duda de eso dependía el poder atrapar a Cobra de una vez por todas.
Tomó enseguida las dos manos de su mujer, y las llevó a su boca para depositar un beso en ellas.
–Prometo que no dejaré que nada malo me pase. Ya te lo dije, Ariana. Si algo malo me pasara, tú quedarías desprotegida, y eso no ocurrirá, ¿de acuerdo?–
–¿Tengo que recordarte que no eres mortal?– las lágrimas salieron de los ojos castaños. –¿Tengo que recordarte que eres un hombre de carne y hueso?–
–Tienes que confiar en mí, nena, eso es todo lo que te pido–
Ariana cerró los ojos, y sus lágrimas se desbordaron.
Sabía que no habría poder humano que pudiese hacer cambiar a ese hombre de opinión. Lo único que ella podía hacer era rogar al cielo para que ningún daño pudiese alcanzarlo.
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Aquella noche la llegada de Marjorie, Ansel y Liam, ayudó bastante a que la tensión de las últimas horas se disipara un poco.
Ariana que había estado, aún después de lo ocurrido al finalizar el concierto, demasiado consternada, decidió olvidarse de aquello por unos instantes, y disfrutar de la presencia de su familia.
El más feliz fue Nicholas, pues adoraba a su bisabuela y a sus dos tíos.
Emmet también agradeció la visita, pues él también había necesitado distraerse con algo seguro y neutral, como lo era la convivencia familiar.
Inmediatamente se encargó de subir las maletas de todos a las habitaciones. Cuando regresó, todos se encontraban charlando sobre los notorios progresos que estaba teniendo la Finca Grande, todo gracias al arduo trabajo que Ansel, con la ayuda de la abuela y de Bridgit, estaba realizando.
–Debo admitir que me has sorprendido, hermano– le dijo Ariana todavía maravillada. –Creo que has encontrado tu vocación–
Ansel pensaba lo mismo, y ni siquiera él podía creerlo.
Meses antes no hubiese creído que le apasionaría tanto su trabajo de ranchero, el llevar cuentas, aprender sobre animales y cultivo.
Tanto él como todas las personas a su alrededor, estaban muy sorprendidos, pero felices de verlo tan feliz y en su elemento.
Sin duda Ansel Butera comenzaba a comportarse como un adulto.
Emmet se integró a la plática con una sonrisa, contento de que Ariana pudiese tener una distracción esa noche, algo que la hiciera olvidarse de lo sucedido en su camerino horas más temprano.
Comenzaba a sentirse un tanto relajado cuando alguien tocó el timbre de su casa.
Al ver que Bette no aparecía, porque seguro estaba muy ocupada preparando la cena, el rubio decidió abrir él mismo, disculpándose con todos.
Se sorprendió un poco cuando encontró a Ryan en el arco de su puerta, pues se habían despedido al salir del recinto.
Frunció el ceño.
–¿Gosling, sucedió algo?– le preguntó.
Él asintió.
–Me temo que sí. Traigo noticias, y no son buenas–
Emmet se tensó.
–¿De qué se trata?–
–Recibí un informe de mi contacto de la policía– comenzó a decirle. –Encontraron el cadáver de una chica. Fue violada y asesinada–
La noticia era terrible.
–Vaya, eso suena bastante feo–
–Lo es– asintió Ryan. –Y te parecerá aún más cuando te diga lo siguiente... Esta chica tenía el cabello castaño y ojos marrones, igual que Ariana, y además tenía la misma contextura física que ella. ¿Comprendes lo que estoy diciéndote, Emmet?–
El rubio se quedó helado, y sus ojos grises se horrorizaron.
Tragó saliva, y su cuerpo entero se tensó.
Miró a su amigo fijamente, y fue capaz de hablar.
–Hablo de que es bastante probable que el asesino de esta chica sea...–
–Cobra– completó Emmet. Su voz en un susurro apenas entendible.
Ryan asintió.
Entonces el rubio le arrebató los papeles que llevaba en las manos.
–Déjame leer eso–
Enseguida comenzó a revisarlas.
Bethany Adams había sido su nombre.
25 años. ¡Joder! La misma edad de Ariana.
Mientras seguía leyendo, a Emmet se le revolvía el estómago más y más.
La habían encontrado esa misma tarde en un terreno baldío, sin vida, con la ropa rasgada, moretones en el rostro y huellas de asfixia en su cuello.
Un nudo gigantesco se le atoró en el pecho sólo de pensar en que aquella chica hubiese sido Ariana.
–No...– siseó para sí mismo. Él no iba a permitir que su amada terminara de aquel modo. Jamás. Daría su vida por protegerla, por mantenerla segura.
Ese hijo de puta no se acercaría a ella.
En ese momento estaba más seguro. Más determinado.
–Con esta ya serían dos muertes a causa de su locura. Debemos detenerlo–
–Y eso haremos– asintió Emmet. –Gracias por la información, y gracias por todo tu apoyo–
Ryan negó.
–Somos amigos, Emmet, aunque de pronto te haga enojar– se hundió de hombros. –Estoy contigo en esto–
Ambos hombres chocaron sus puños en señal de hermandad. Después se despidieron.
Cuando Emmet volvió dentro la primer persona con que se topó fue con Ariana.
–¿Quién era?– le preguntó, pero al ver la expresión en su rostro lo miró confundida. –¿Qué te pasa?– se acercó a él para acariciar su rostro. –¿Está todo bien?–
No. Nada estaba bien.
Cobra era en ese momento más peligroso que nunca, y no estaban ni cerca de poder atraparlo. Eso lo hacía querer gritar de furia y desesperación.
Pero no quería asustarla. No quería darle otro motivo esa noche para que estuviera aterrorizada. Deseaba protegerla de cualquier cosa.
Consiguió sonreírle a pesar de todo, sólo para despreocuparla. Con su brazo la rodeó.
–Todo está bien, preciosa. No te preocupes– se inclinó para depositar un beso en su frente.
Ella también lo abrazó, y ese abrazo lo reconfortó bastante.
Emmet exhaló, y estaba a punto de decirle que volvieran con el resto cuando su celular comenzó a timbrar.
Era el doctor Hanks, y eso lo confundió un poco. De inmediato atendió.
–¿Hanks?–
Era extraño que llamara a esas horas. Sin embargo en cuanto escuchó su respuesta comprendió el motivo de aquella llamada.
Su madre había muerto.
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*últimos capítulos*
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