Capítulo 4

Tell me something, I need to know. Then take my breath and never let it go... If you just let me invade your space, I'll take the pleasure, take away the pain...

Ariana apareció en el fondo del peculiar escenario caminando con lentitud mientras su boca entonaba de manera maravillosa las estrofas de su conocida canción.

♪ And if in the moment I bite my lip, baby in that moment you'll know this is something bigger than us and beyond bliss. Give me a reason to believe it... 'Cause if you want to keep me...

El Earls Court Exhibition Center se llenó de aplausos y gritos aquella noche.

Con una sonrisa coqueta, movimientos lentos y seductores y una voz impresionante, la joven cantante hechizó a todo el público del Victoria Secret Fashion Show.

Las personas gritaban y se emocionaban al verla.

Pero ahí, muy cerca de ella, se encontraba alguien que la miraba diferente, alguien que no podía apartarle los ojos ni un solo instante.

El guardaespaldas permanecía en la zona bajo el escenario, pendiente de que nada ahí pudiese amenazar su seguridad, sin embargo era él mismo quien se sentía amenazado.

Emmet se encontraba inmerso en un estado de conmoción del que buscaba desesperadamente la salida.

No pudo encontrarla, y en esos momentos ya ni siquiera le importó disimular.

Ariana se veía preciosa aquella noche, y aunque lo hubiesen matado, él no habría podido evitar recorrerla de arriba abajo.

La delicada figura íntegramente en ese diminuto conjunto hecho exclusivamente con brillantina, botas por encima de las rodillas, la faldita corta adhiriéndose a las caderas, el top que mostraba su vientre bronceado, y resaltaba las curvas superiores de sus pechos llenos...

–C'mon, Victoria Secret, let's put your hands together!– exclamó la cantante preparándose para cambiar el ritmo y bailar.

¡Joder!

Emmet rogó piedad al cielo porque cada vez que esa pequeña castaña bailaba, él se convertía en un animal babeante y hambriento.

♪ She might've let you hold her hand in school, but I'mma show you how to graduate. No, I don't need to hear you talk the talk, just come and show me what your momma gave, oh yeah...

El público enloqueció al escuchar la favorita de todo el mundo.

Las modelos comenzaron aparecer para iniciar el desfile. Ariana les dio la bienvenida colocándose justo a un costado y guiñándoles un ojo.

♪ See anybody could be good to you, you need a bad girl to blow your mind... Bang bang into the room...

Emmet apenas y podía creerse que tenía frente a él a las más hermosas ángeles de la más prestigiosa marca de lencería, y aun así la única que conseguía quitarle el aliento y desbocarle el pecho fuera aquella engreída mujercita de metro cincuenta y tres de altura.

Increíble, pero así era, y en esos momentos Emmet fue bien consciente de una sola cosa.

La deseaba.

La deseaba malditamente demasiado. La deseaba hasta arder por ella.

Se sentía perdido, y no sabía cómo iba a lidiar con eso ahora que había dejado de negárselo.

Exhaló, y con sus penetrantes ojos grises la miró fijamente.

Ella cantaba y bailaba, se adueñaba del escenario de una manera que parecía irreal hipnotizándolos a todos y provocando admiraciones por doquier.

La vio reír y disfrutar de su momento. La vio mover esas esbeltas caderas de la manera en que sólo ella sabía hacerlo.

Entonces los ojos marrones se posaron en los suyos.

Ariana hizo contacto visual con él al tiempo que seguía bailando, sin embargo luego de unos cuantos segundos apartó la mirada con dolorosa consciencia. Siempre tan cautelosa, siempre observándolo cuidadosamente, casi suspicaz, pero endureciéndole la polla como ninguna otra.

Emmet se sintió de pronto muy frustrado.

Arriba, Ariana comenzó a cantar Break Free seguido de Problem.

La cantante terminó la última estrofa de su última canción, miró a la cámara central que la transmitía en vivo hacia todas las televisiones de los cinco continentes, y sonrió.

Para finalizar, Emmet fue consciente de una cosa más... Esa ingrata lo tenía bien cogido de las pelotas.

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Utilizando mayormente  la corpulencia de su cuerpo, Emmet evitó que los reporteros llegaran hasta Ariana.

Después de su espectáculo ella pasó a backstage, saludó y abrazó a cada una de las modelos, felicitándolas por su trabajo y despidiéndose al instante.

Con rapidez llegó hasta Scooter Braun, y entonces las cámaras y los micrófonos los asediaron.

Caminaron por el inmenso pasillo mientras Emmet se encargaba de que el montón de periodistas no se acercaran más de la cuenta e invadieran el espacio personal de la cantante estrella.

Ariana permaneció inexpresiva, con su mirada al frente y sin detenerse a hablar con ellos ni un instante.

Continuaron caminando, y finalmente llegaron a uno de los salones principales del lugar, ahí Emmet observó cómo Ariana corría a saludar a un montón de personas que al parecer también eran celebridades como ella.

La vio saludar con entusiasmo a un simpático gordito pelirrojo, y después los dos posaron sonrientes para una fotografía.

Emmet se quedó en la entrada, siempre recordando que su deber como guardaespaldas era mantenerse al margen especialmente en eventos de aquel tipo, pero siempre alerta a cualquier cosa que pudiese ocurrir.

Mientras charlaba con Ed Sheeran, un buen amigo de la industria, Ariana miró de reojo a su guardaespaldas.

Todavía no se acostumbraba a tenerlo, y aunque en esos momentos se encontrara distante, ella podía sentir su presencia muy cerca.

Decidió ignorar la sensación, y continuó su plática con el cantante. Le dijo una broma, y él rió. Ariana también lo hizo, pues le agradaba mucho, pero entonces al girar su mirada, se dio cuenta de que su novio recién llegaba.

Nathan estaba ahí.

Él sonrió en cuanto la vio, y con los brazos extendidos avanzó hacia ella para abrazarla y darle un beso en los labios.

Emmet que lo había observado desde que entró, se puso por completo en alerta, y prontamente avanzó hacia ellos.

–Apártese– le exigió con voz dura.

Con el ceño fruncido y gran enfado, Nathan miró al que a su parecer era un intruso.

–¿Y tú quién demonios eres?–

Ariana que tardó en reaccionar debido a la sorpresa por la reacción de Emmet, negó al instante intentando no enfurecer.

–Wyatt, qué demonios... ¿Qué no ves que es mi novio?–

¡Joder!

El novio.

Emmet lo había olvidado por completo. Un tanto sorprendido lo miró.

–Así es, idiota, Ariana es mi novia, ¿por qué te metes en dónde no te llaman?– el chico sonreía con su arrogancia intacta.

–Nathan, por favor, no hagas esto aquí– le pidió Ariana con preocupación.

–¿Quién eres?– le preguntó. –¿Un fan? ¿Te gusta mi novia?–

Emmet intuía que el único motivo por el que ese mequetrefe se atrevía a confrontarlo era porque sabía que en ese lugar tenía el poder.

Sonrisa perfecta, facciones blandas, y un ego del tamaño del universo. Rápidamente se formó una opinión de su persona. Engreído, débil y vanidoso. ¿Qué mierda había visto ella en él?

No conseguía explicárselo.

Abrió la boca para informarle quién era pero Ariana se le adelantó.

–Es mi guardaespaldas, ya lo sabías, te conté que mi padre me obligó a traerlo conmigo–

Nathan asintió, pero no dejó de mirarlo con desafío.

Emmet también lo miraba.

Parecía como si de pronto un duelo silencioso se hubiese formado entre ambos.

–Bien, Ari, pues dile a tu empleado que tiene que aprender cuál es su lugar–

–Sé muy bien cuál es mi lugar– le respondió Emmet, y de pronto lo asaltaron las ganas de golpear a ese idiota.  Para su suerte y la de todos consiguió contenerse.

–Nathan, para ya. Su deber es cuidarme por eso reaccionó así, porque no te conocía–

–Pues ahora ya me conoce, y mientras yo esté cerca de Ariana, seré yo quien cuide de ella, ¿queda claro? Mientras tanto puedes perderte un rato. Cómprate una golosina o algo– sacó un dólar y se lo extendió, evidentemente con toda la intención de humillarlo.

Con ojos entornados Emmet observó el billete, y antes de que cediera a sus instintos y le partiera la cara a ese junior de pacotilla, dio media vuelta y volvió a la entrada.

Nathan lo observó con expresión ofendida al tiempo que guardaba el dólar de donde lo había sacado.

–Qué malos modales que tiene tu gorilita, ¿eh?–

¿Gorilita?

Acaso Nathan no había visto el tamaño de aquel sujeto. Ariana deseó preguntárselo pero no lo hizo.

–Eso fue grosero de tu parte, Nathan. Lo del dólar fue innecesario– le dijo cortante.

Su novio rodó los ojos.

–Oh, vamos, fue una broma inocente. Sabes que me gusta bromear, pero olvidémonos de él. Es irrelevante. Mejor marchémonos ya mismo–

En eso Ariana estuvo de acuerdo. Quería marcharse cuanto antes.

Luego de cambiarse el vestuario que había utilizado, la cantante, el prometido y el guardaespaldas salieron por el área trasera del lugar, libre de reporteros.

La camioneta que les había sido proporcionada se encontraba ya a la espera de ellos.

Emmet se encargó de abrir la puerta para que entraran, y después de conducir.

Mientras lo hacía evitó por todos los medios mirar por el espejo retrovisor, sin embargo lo que no consiguió fue ignorar la charla que mantenían.

Nathan hablaba sin parar de la fiesta a la que se dirigían, organizada por la marca de lencería, pero Ariana parecía al fin cansada de todo aquel ajetreo, o eso fue lo que Emmet captó cuando miró de reojo para dar una vuelta.

–No puedo creer que siendo una superestrella nunca hayas asistido al after de este desfile. Se pone a reventar y el ambiente está de lujo, te lo juro–

–Nathan, yo... yo no quiero ir a esa fiesta– argumentó Ariana. Se había pasado el camino entero pensando en cómo se lo diría hasta que decidió que simplemente lo haría.

Nathan dio un respingo.

–¿Qué? ¿Pero por qué?–

Ariana simplemente se hundió de hombros.

–Porque no tengo ganas. Estoy cansada, y además...– buscó rápidamente una excusa viable. –Hemos pasado muchos días separados. Quiero estar contigo, no con un montón de personas a las que en su mayoría ni siquiera conocemos. Podemos ir a cenar o al cine–

Nathan estaba enfadado, Ariana podía darse cuenta. Sabía que él había estado emocionado con esa fiesta toda la semana, pero sencillamente ella no deseaba asistir, y no deseaba si quiera hacer el esfuerzo.

–No puedo creer que no quieras ir. ¡Si tú fuiste quien cantó durante el show!– él sí que deseaba asistir, no quería perdérsela por nada del mundo. ¿Quién en su sano juicio lo haría? Alcohol y angelitas sexys de Victoria Secret.

–Canté porque es mi trabajo, pero eso no significa que me tenga que ver obligada a asistir a cada una de las fiestas. Ya te dije que estoy cansada, y además mañana regreso temprano a Los Ángeles, y no me gustaría ir con ojeras. Recuerda que por la noche tengo el lanzamiento de la línea de cosméticos. Necesito dormir bien–

–Sí, claro–

Nathan rodó los ojos irritado como si su excusa careciera de importancia.

Aquella era una de las cosas que Ariana más odiaba de él, sin embargo nunca mencionaba nada al respecto. Pero en ese instante se hartó.

–¿Sabes qué? Puedes ir a esa dichosa fiesta si tanto quieres. Yo me iré directo al hotel–

Cuando vio que en serio Ariana se había molestado, la actitud de Nathan cambió por completo.

Su expresión también.

–Ari, Ari, amorcito, no tienes que ponerte así, por favor. Está bien– alzó las manos en señal de tregua. –Tú ganas. Cenaremos algo rico en el hotel, y después subiremos a nuestras suites para descansar. ¿Te parece?–

Satisfecha de haberlo convencido, Ariana asintió.

–Gracias, Nat– entonces ella le dio un beso.

Desde el espejo, y mientras conducía a moderada velocidad por las calles londinenses, Emmet fue testigo de aquella demostración de cariño, y le pareció la cosa más estúpida.

¿Lo había besado como recompensa por ser un grandísimo cretino?

La cantante tenía gustos raros, de eso estaba seguro.

Luego de unos instantes llegaron al hotel donde tenían hechas las reservaciones. No subieron a las habitaciones, sino que se pasaron derecho al lujoso restaurante.

Emmet se quedó en la barra mientras la feliz parejita tomaba asiento en una de las mesas.

–¿Le sirvo algo fuerte para beber, señor?– le preguntó el barman con su impecable acento inglés.

De una, el guardaespaldas negó.

–No bebo alcohol cuando estoy trabajando. Dame una Coca Cola

–A la orden– el jovencito prontamente se dedicó a preparar el pedido, y mientras era atendido, la mirada plateada de Emmet se clavó justo en la cantante y su novio... Prometido, tuvo que recordarse.

Era un baboso, se dijo mientras lo miraba.

¿Por qué Ariana estaba con él? Volvió a preguntarse, y lo más impresionante. ¿Por qué estaba a punto de casarse con él?

Esa mañana al llegar a la ciudad, antes del desfile, Ariana había sido entrevistada en una importante cadena de radio por un montón de locutores imbéciles que se habían dedicado a lanzarle comentarios machistas. Muy inteligentemente, y con mucha clase, ella les había pateado el trasero a todos con sus legendarias respuestas.

Evidentemente la cantante era toda una feminazi, por eso él no entendía cómo era posible que estuviera de novia con ese muñequito de cabeza hueca.

Emmet admitía que al inicio había pensado eso mismo de ella, pero ahora se daba cuenta de que no era así.

Ariana era inteligente, no como las mujeres del montón.

Además era diferente de cualquier otra celebridad.

Sabía lo que era y lo que valía, por supuesto. Era consciente de su poder y dominio como superestrella y lo demostraba cuando se exponía al público, pero cuando estaba con sus fans... Ahí era cuando todo cambiaba. Cuando se transformaba en una amiga más. Emmet lo había visto.

Ariana era la más dulce y amorosa con todas esas personas que se desvivían por un poco de su atención. Los atendía a todos, uno por uno, dándoles un trato especial, diciéndoles que los amaba, tomándose fotografías, firmando autógrafos, abrazándolos y dejándose abrazar por ellos.

No era una snob como lo era Robert Butera.

Era obstinada, sí, también terca, una buena dosis de eso, y su carácter era fuerte, pero Emmet se había dado cuenta de cómo trataba a todo su personal, justo como en ese instante mientras el mesero del restaurante le servía su cena. Ariana no lo ignoraba como hacía Nathan Sykes, que se creía que por haber nacido en cuna de oro tenía el derecho a ser tratado como un rey. Ella le sonreía y le daba las gracias en un suave murmullo.

Emmet bebió un trago de su Coca Cola fría, y después dio un suspiro largo.

Había leído infinidad de cosas acerca de ella. Tabloides en los que la catalogaban como una diva caprichosa, una niña rica que encima de todo cantaba.

Los medios de comunicación creían que la tenían calada pero no era así. Todo lo que se decía de ella no eran más que una sarta de mentiras.

Con todo Emmet podía asegurar en ese instante que él la conocía mejor que todos los demás.

Llevaba con ella dos días, y ya había aprendido a conocerla bastante bien.

No había podido evitarlo. Era observador, siempre lo había sido.

Gracias a esa habilidad ahora sabía bien que Ariana Grande, la famosísima cantante, era fanática de la novela Days Of Our Lives pues solía verla durante los vuelos, a veces se olvidaba de comer, caminaba de puntitas cuando no usaba tacones, amaba los perros, y se pasaba el tiempo entero tarareando canciones que posiblemente sólo ella conocía.

Todavía pensaba en ello cuando de pronto su celular comenzó a sonar.

Era James.

De inmediato respondió.

–¿Qué pasa, James?– preguntó.

–Estoy ansioso de me cuentes cómo es ser el guardaespaldas de una celebridad, porque ser el guardaespaldas de un empresario viejo y aburrido es una mierda–

–Te recuerdo que no estás ahí para divertirte sino para intentar averiguar algo útil. No sabes lo que daría por estar en tu lugar–

–Lo sé– secundó su amigo. –Pero dudo mucho que la estés pasando tan mal en Los Ángeles–

–No estoy en Los Ángeles– aclaró de inmediato. –Estoy en Londres porque la estrellita tuvo una presentación aquí–

–¿Londres? ¡Asombroso! Estás dándote una vida de rey–

El comentario de su amigo lo hizo enfadarse.

–¿Tengo que repetirte que lo único que me interesa es hacer justicia por la muerte de mi padre?– habló con dureza. –Además, ¿cuál vida de rey? Aquí el único que tiene esos privilegios es el señorito Nathan–

–¿Na... qué?–

–Nathan– repitión

–¿Quién es ese?– preguntó James aún sin comprender.

–Su novio– respondió Emmet mientras fijaba su mirada gris en la feliz parejita que se encontraba a la distancia.

–¿El novio de quién?–

Emmet rodó los ojos exasperado.

–De Ariana, zoquete. ¿De quién más?–

Su amigo era siempre así de despistado, y Emmet se dijo que después de tanto tiempo debía estar ya acostumbrado.

–De acuerdo, ¿pero por qué sospecho que no te cae nada bien ese Nathan?–

Emmet volvió a fijar su mirada en el sujeto en discordia.

Sonreía como imbécil y besaba a Ariana en cada oportunidad.

–Es un junior imbécil. Sabes que no soporto a esos presumidos–

–Qué horror. Te compadezco, amigo–

Emmet estaba a punto de continuar con la charla, cuando vio que Nathan y Ariana se ponían en pie para marcharse. Prontamente él los imitó.

–Debo dejarte, James. Hablamos luego. No te olvides de estar muy atento a todo dentro de esa empresa, y especialmente con Butera– colgó la llamada, y luego de pagar por su bebida avanzó directo hacia dónde su custodiada se encontraba.

–¿Subirá ya a su suite, o saldrá a alguna parte?– le preguntó con tono seco.

Ariana negó.

–Muero de sueño–

Nathan rodó los ojos como cada vez esa noche que había escuchado al guardaespaldas hablar, sin embargo enseguida él tomó la palabra.

–Amor, yo todavía no tengo sueño, y es muy temprano aun. ¿Te molestaría si voy a esa fiesta?–

Ariana no solía ser de esas novias que prohibían cosas a su novio.

Negó.

–Por supuesto que no, Nathan, pero no te desveles tanto. Recuerda que el avión privado saldrá a las ocho, y no quiero retrasarme. Es muy importante para mí el lanzamiento de mi línea de cosméticos–

Nathan le sonrió con esa detestable sonrisa fanfarrona que Emmet empezaba a odiar. Le acarició la mejilla.

–Estaré a tiempo, hermosa. Lo juro–

Ariana le creyó.

–Bien, entonces nos vemos mañana–

Nathan negó.

–Te acompaño a tu suite. No hace falta que nos acompañes, gorilita– tomó la mano de su novia y la condujo al ascensor no sin antes palmearle el hombro a Emmet como si se tratase de un niño pequeño.

La escena fue ridícula pues Nathan era al menos veinte centímetros más bajo que él, e incluso tuvo que alzarse en puntas para poder alcanzarlo.

Emmet miró con desagrado su contacto. Decidió que no subiría inmediatamente pues no deseaba verlos besándose de despedida.

Luego de unos minutos subió por las escaleras en lugar de usar el elevador.

Cuando llegó observó a Nathan que salía de la suite de Ariana, la número 46.

Al pasar juntos por el pasillo ambos se ignoraron, sin embargo en determinado momento Nathan se giró para mirarlo. Frunció el ceño cuando vio que el guardaespaldas se detenía frente a la suite 47.

–¿Tú habitación está junto a la de mi mujer?–

Mi mujer.

Evidentemente las inseguridades del muñeco Ken salían a relucir. Tanto que ahora sentía la necesidad de recalcar que Ariana le pertenecía.

Emmet terminó de abrir la puerta de su habitación, y no respondió dado que la respuesta fue obvia.

–También me encuentro junto a la suya– sonrió mientras señalaba la 48. No entendía por qué pero le había agradado mucho cuando se enteró de que los noviecitos no compartirían habitación esa noche, y mejor aún, que él se encontraba justo en medio de ambos.

La expresión en el rostro del niño rico fue de irritación.

–Bueno, pero eso es porque soy un novio muy considerado. No solemos compartir habitación cuando ella está trabajando y termina agotada–

Emmet se hundió de hombros con indiferencia.

–No le estoy pidiendo explicaciones, señor Sykes– dijo sin más.

Nathan lo miró con ojos entornados.

–No te pongas muy cómodo en tu suite– le advirtió. –Ariana podría necesitar algo. Quiero que estés siempre pendiente de ella, ¿queda claro? No querrás tener problemas conmigo–

A Emmet no le impresionó su patética amenaza. Quizás hubiese resultado si Nathan fuera tan alto como él, cosa que desde luego no era así.

–No me diga cómo debo hacer mi trabajo. Mi jefe es Robert Butera. Sólo recibo órdenes suyas– escupió las palabras.

Nathan asintió lentamente como observándolo.

–¿Sabes una cosa, Wyatt? Me agradas. Tal vez te invite a mi fiesta de compromiso. Para la boda tendrás que hacer más méritos– le guiñó un ojo y enseguida se marchó.

Emmet lo observó marcharse, y se alegró de ello. Un segundo más e iba a terminar golpeándolo por ser tan fantoche.

Deseó entonces poder tener mucha paciencia en las próximas ocasiones, pues tenía por seguro que aquella no sería la última vez que tendría que soportarlo. Después de todo, ese payaso era el prometido de Ariana Grande.

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El Beverly Hilton de Los Ángeles se encontraba aquella noche listo para recibir a los más exclusivos invitados para el lanzamiento tan esperado de cosméticos bajo la afamada marca MAC.

Ariana se encontraba ya de camino, perfectamente vestida con un atuendo jovial y sexy como todo lo que ella usaba.

La mezclilla le sentaba bien, había observado Emmet desde el momento en que la vio bajar, y junto a aquellas largas y exquisitas botas que parecían ser parte de su vestir diario.

Llevaba el cabello recogido en una lisa cola de caballo, y su perfume parecía encandilarlo ahí dentro de la camioneta mientras conducía y la transportaba hasta el prestigioso evento.

Por el espejo retrovisor, Emmet pudo observar que parecía un tanto molesta, lo cual no entendía de comprender pues la había escuchado hablar toda aquel día sin parar acerca de la dichosa fiesta.

Se dio cuenta entonces de que marcaba con insistencia para realizar una llamada, y al parecer no obtenía respuesta.

Completamente enojada, Ariana desistió de seguir intentando y sin más arrojó su celular al asiento, y se dejó hundir frustrada.

–¿Entonces no era cierto que quería que su hija fuera empresaria?– exclamó llena de ironía.

Emmet comprendió que hablaba de Butera. Frunció el ceño, volvió su mirada al frente pero no quitó su atención de ella.

–Disculpe, ¿dijo algo?– la había escuchado perfectamente pero fingió lo contrario.

Ariana exhaló y negó.

–Nada, tan solo... desperfectos familiares. Ya conoces la historia, ¿no? La hija rebelde y el padre que se avergüenza de ella–

El guardaespaldas asintió y sopesó la situación.

–¿De verdad cree que su papá se avergüenza de usted?–

Ariana asintió sin pensarlo.

–Es así desde que supo que tenía preferencia por la música y el mundo artístico, en lugar de los números y los negocios–

–Bueno...– Emmet comenzó. –Yo no creo que sienta vergüenza. Usted es motivo de orgullo para cualquier padre–

La cantante bufó.

–Ya, claro– exclamó.

–Por supuesto que sí– insistió él. –¿Qué acaso no se ha dado cuenta de lo mucho que ha logrado? Usted ha roto records históricos con su música, las entradas de sus conciertos se agotan en minutos, tiene millones y millones de seguidores en todo el mundo, eso es de admirarse–

Ariana se quedó en silencio y lo miró fijamente por el espejo.

–Veo que ha investigado mucho sobre mí–

El rubio se hundió de hombros.

–Tengo que saberlo todo de usted, señorita. Es mi trabajo, y yo me lo tomo muy en serio–

Ella decidió no cuestionarle más.

–No sé por qué, Emmet...– lo llamó por su nombre por primera vez causando algo extraño en el ambiente. –... pero me agrada saber que utilizaste algunas horas de tu tiempo para ver en internet cosas sobre mí–

Una noche de aquellas, y ese atractivo y varonil hombre despierto hasta muy tarde, recostado en su cama, mirando fotografías de ella. La idea era... excitante, y la confesión aumentó la sensación entre ambos.

Emmet la ignoró por completo y continuó la charla como si esos segundos no hubiesen ocurrido.

–Hace un momento también leí que su presentación en el desfile tuvo muy buenas críticas. La felicito–

Ariana suspiró y comenzó a relajarse. Luego decidió hacerle una pregunta.

–Emmet... ¿Tu papá se sentía orgulloso de ti?–

El cuestionamiento causó en Emmet una conmoción interna. Su corazón dio un vuelco y por unos instantes se sintió perdido.

Abrió la boca para responder.

–Yo...–

Sin embargo enseguida fue interrumpido por Ariana que se había incorporado del asiento y miraba por la ventana con expresión preocupada.

Era la entrada del hotel que se encontraba infestada de reporteros.

–¡Ay no!– exclamó. –Les dije claramente a los de seguridad que no quería paparazis en mi evento. ¡Maldición!–

–No se preocupe– intervino Emmet de inmediato. –Para eso estoy yo aquí– sin más, el guardaespaldas aparcó el vehículo y bajó de él. Lanzó las llaves al aire para que el ballet parking las atrapara, y luego corrió a abrirle la puerta a la estrella de la noche. –¿Lista?–

Ariana asintió, y le entregó su bolso para que lo sostuviera mientras ella terminaba de bajar.

Así Emmet la condujo hasta la entrada abriéndose paso entre la multitud de reporteros hambrientos por una fotografía suya.

Él la protegió en todo instante evitando que fuese a tener contacto con esas personas y fuese a salir herida debido a la gran multitud que se había formado. Sin pensar en lo que hacía, le apoyó la palma en la parte baja de su espalda, y cuando se dio cuenta de lo que había hecho, se negó a reconocer lo agradable que estaba siendo tocarla aunque fuese por encima de la ropa, y abarcarla con una sola de sus manos.

Por fortuna ella pareció no prestarle importancia al hecho. Lo único que le importaba era atravesar ese camino y entrar pronto al lugar.

Cuando lo hicieron al fin pudieron respirar.

Ariana le sonrió cuando estuvieron en el vestíbulo principal. Ni él ni ella entendieron el porqué de aquella bonita sonrisa, pero sin decir nada más, continuaron su camino hasta la sala del evento.

Emmet la observó cuando entraron, y pudo notar lo feliz que se puso.

La vio alejarse prontamente de él seguramente para encontrarse con sus amistades, y no pudo evitar la sensación de vacío que abarcó su pecho.

¿Qué mierda significaba eso?

Prefirió no buscar respuestas.

Por otro lado, Ariana fue rodeada de inmediato por sus invitados que la recibieron con mucho entusiasmo.

Emmet permaneció de pie muy cerca de la entrada, y desde ahí la siguió a la distancia sin perderla de vista.

Negando rechazó una bebida cuando esta le fue ofrecida, luego exhaló y continuó mirando a la cantante.

Pudo notar lo contenta que estaba, y sin poder evitar que sus pensamientos lo traicionaran una vez más, admitió que se veía incluso más hermosa cuando sonreía.

La sonrisa le daba un brillo especial, esos increíbles ojitos se hacían rasgaditos, y se le formaban unos adorables hoyuelos en las mejillas.

Preciosa.

Todavía pensaba en ello cuando un sonido, además de la música de fondo, empezó a sonar interrumpiendo sus pensamientos.

Era el celular de Ariana.

Casi se había olvidado de que todavía llevaba consigo su bolso. Por fortuna lo encontró al instante sin necesidad de indagar en el interior.

Era un mensaje de texto proveniente de un número desconocido.

Emmet frunció el ceño, y aquello le olió bastante mal.

Normalmente no hubiese sido un entrometido, pero tuvo un mal presentimiento así que decidió abrir el mensaje y leerlo él mismo.

Disfruta tu fiesta. Recuerda que siempre te observo.

Cobra.

Cobra...– sopesó Emmet con sus labios, y de inmediato la tensión lo abarcó.

Alzó su mirada y visualizó a Ariana y después a todas las personas a su alrededor, poniéndose en el máximo estado de alerta y grabándose todas las caras que miraba.

De inmediato se llevó la mano a la espalda para asegurarse de que la pistola continuaba en su sitio habitual, dispuesto a volarle los sesos a cualquiera que tratara de hacerle daño a Ariana.

Todo parecía normal, no parecía haber ninguna amenaza, sin embargo Emmet no pensaba bajar la guarda.

El acosador de Ariana parecía estar bastante cerca, pero él... Él no iba a permitirle que se acercara.

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La siguiente hora transcurrió para Ariana llena de felicitaciones y elogios mientras disfrutaba de la fiesta y de la música en compañía de todos sus importantes invitados.

–Les agradezco mucho– respondió la cantante entre sonrisas. –La verdad es que siempre quise tener mi propio perfume, y mi propio maquillaje–

–Eso es asombroso, Ariana, ahora sólo faltará tu propia línea de ropa–

La idea le fascinó.

–Espérenla para el año que viene– les guiñó un ojo confidencialmente.

Enseguida brindó con ellos, y continuó riendo divertida, cuando de pronto alguien tocó a su hombro.

Al girarse Ariana pudo encontrarse con el más fiestero de sus hermanos, que venía acompañado de Bella.

La expresión de la castaña cambió al instante, la sonrisa se hizo gigantesca y la emoción la embargó.

–¡Ansel!– de inmediato se abalanzó hacia él para abrazarlo con todas sus fuerzas. Lo adoraba, y ella a él.

Ansel había sido su compañero de travesuras desde pequeños. Era mayor por tres años, pero la mayoría del tiempo parecía ser el menor. Siempre se comportaba como un niño.

–¡Ariana banana!– la llamó por su apodo de la infancia.

–Ansel, qué bueno que viniste, no sabes lo feliz que estoy de verte–

El chico bufó.

–Jamás me perdería este evento, hermanita, lo sabes–

–Sí, lo sé– sonrió Ariana contenta. Sin embargo pronto su expresión cambió. –¿Papá y Liam no vinieron contigo?– preguntó.

Ansel exhaló.

–No, Ari– respondió un tanto serio.

La mirada de Ariana bajó al suelo inevitablemente.

–No me sorprende– dijo resignada.

Pero su hermano que se rehusaba a verla triste en su propia fiesta de inmediato se dijo que él se encargaría de cambiarle el estado de ánimo.

–Hey, pero no te pongas triste por ese par de aguafiestas. ¡Deberías estar contenta! Es bueno que nuestro hermanito y nuestro papá no hayan venido. Hubieran desencajado aquí, así como nosotros desencajamos cuando vamos a la empresa– bromeaba, y su bromita consiguió sacarle una sonrisa a Ariana.

–Tienes razón, son unos aburridos–

–Bueno, pero a nosotros sí nos gusta divertirnos, así que vamos a festejar– intervino Bella mientras entregaba copas para que bebieran con ella y bailaran.

Empezaban a entrar en ambiente cuando el guardaespaldas se acercó.

Ariana lo miró con el ceño fruncido, y entonces notó que llevaba su celular.

–La llama su prometido, señorita–

Ella recordó de golpe que le había dejado su bolso encargado desde la entrada. De inmediato atendió la llamada alejándose de su hermano, de Bella, del guardaespaldas y de los demás.

–¿Hola?, ¿Nathan?, ¿dónde estás?, ¿por qué no has llegado? Estoy a punto de subir–

Desde la otra línea, escuchó a su novio titubear.

–A...Ariana, amor... escucha... Me ha salido un compromiso esta misma tarde en Londres, por eso no pude volver a tiempo. No llegaré a tu fiesta, y lo lamento–

–¿Sigues en Londres?–

–Por favor perdóname– le rogó. –Tuve una reunión de urgencia con un proveedor de papá que reside aquí en esta ciudad. No pude decirle que no, ya sabes cómo es esto. Llegué corriendo al aeropuerto pero el próximo vuelo saldrá en un par de horas. Me siento muy mal por haberte fallado–

Ariana suspiró.

–Tranquilo, Nathan. No es el fin del mundo. Comprendo y no hace falta que te disculpes. Sé que querías estar aquí–

–Lo quería con todas mis fuerzas, lindura, pero no pudo ser–

–Ya no importa–

–Te lo recompensaré, ¿eh? Lo prometo. Diviértete y triunfa como siempre. Te quiero–

–Yo también, Nat–

–Te mando un beso–

Enseguida Ariana colgó la llamada y volvió con los demás.

–¿Qué sucede?– preguntó Bella de inmediato. –¿No vendrá?– indagó.

Ariana negó.

–Le salió un compromiso en Londres, y tuvo que quedarse–

Emmet rió por lo bajo con ironía.

Dada la excusa que había dado esa mañana por no haber llegado a dormir al hotel, resultaba obvio lo que había estado haciendo ese junior de pacotilla, aún más tomando en cuenta el hecho de que no había compartido habitación con su chica.

Sin embargo permaneció en silencio en todo momento.

Ariana no pudo decidir todavía si se sentía triste o no por la ausencia de Nathan en esa noche importante cuando de pronto Raven, su asistente, la llamó.

–Ariana, Scooter te llama– le informó. –Es hora de subir al escenario–

Había estado tan distraída que ni siquiera había notado que la host de su evento había comenzado con la presentación.

Hablaba de la extensa línea de cosméticos que en breve sería mostrado, de la buena calidad de sus productos y del arduo empeño y corazón que le había puesto Ariana al proyecto, informando también que gran parte de las ganancias serían donadas a una institución para personas sin hogar.

–¡Por favor denle un fuerte aplauso a la gran artista y ser humano, Ariana Grande!–

En medio de los aplausos y las ovaciones, Ariana subió corriendo a la tarima y tomó el micrófono.

En su lugar, Emmet la observó desenvolverse, sintiéndose un tanto sorprendido al enterarse de que Ariana hacía donaciones.

Saber que se interesaba por los que menos tenía fue una completa sorpresa para él.

La cantante dio las gracias a todas las personas por su asistencia, y prontamente los invitó a todos a pasar a conocer el resultado de todo su trabajo, dando la orden de que el área donde se encontraban todos los productos listos para su exposición.

Las personas pasaron a conocer y maravillarse con toda la línea, observando la calidad del producto, y elogiando a Ariana por tan exitoso proyecto.

Después de aquello la noche continuó transcurriendo.

Emmet continuaba al margen del evento, en una de las orillas del lugar, todavía un poco consternado por el mensaje que había recibido Ariana horas antes, pero sin dejar de observarla a ella y a toda persona a su alrededor que pudiese resultar sospechosa.

La fiesta se encontraba en su punto, y todas las personas ahí parecían estarla pasando en grande.

Ariana bailaba, movía esas bonitas y esbeltas caderas de un lado a otro, sonreía, disfrutaba y sentía la música en cada movimiento. Ansel y Bella bailaban junto a ella justo en medio de un montón de personas más.

Los tres parecían ser el alma de la fiesta, pero la atención de Emmet, y seguramente también la de muchos otros ahí en ese lugar, era únicamente Ariana.

Ariana que irradiaba luz propia.

Ariana que parecía arrasar como un torbellino.

Emmet podía olvidarse de todo lo demás, y perderse en ella.

Sin embargo en ese momento sucedió algo que lo hizo despertar.

Uno de los invitados en evidente estado de ebriedad le había soltado a Ariana un comentario bastante obsceno.

A pesar de la distancia Emmet había conseguido leerle los labios.

–¡Qué buena que estás, Ariana! Déjame hacerte gemir y sudar–

Sintiéndose plenamente ofendida, Ariana lo miró con la boca bien abierta.

Ansel se le fue encima de inmediato con un puñetazo.

–¡A mí hermana la respetas, patán!–

El borracho estuvo a punto de regresarle el golpe, pero Emmet que había reaccionado al segundo se encontraba ya ahí dispuesto a pelear.

Antes de que el impertinente hubiese alcanzado a Ansel, el guardaespaldas lo tomó por los hombros y lo lanzó lejos.

Ni siquiera hubo necesidad de golpearlo, pues gracias a su embriaguez, se encontraba ahora delirando en el suelo sintiéndose mareado y desorientado, pero aun así estuvo a punto de ir por él para darle su merecido.

Había insultado a Ariana, después de todo.

Sin embargo no pudo acercarse a él, pues la pequeña cantante se atravesó en su camino evitándole avanzar, colocándole ambas palmas en su pecho.

Emmet sintió un vuelco en el estómago cuando la miró y cuando miró sus delicadas manos tocándolo.

¡Joder!

Y Ariana también lo notó. De inmediato las retiró, pero tomó su mano para sacarlo de la pista, y llevarlo a un lugar apartados del resto.

–Te exijo que no armes un escándalo aquí– le habló con dureza.

Confundido, Emmet frunció el ceño.

–¿Qué?–

–Lo que oíste, guardaespaldas. Te prohíbo que conviertas mi fiesta en una pelea callejera–

Estaba cabreada, pero Emmet se sintió aún más furioso.

–¿Está reclamándome cuando lo único que hice fue defenderla?– no se lo pudo creer. –Y además en todo caso debería agradecerme por hacer el trabajo que le corresponde a su noviecito–

La ira abarcó entonces de lleno a Ariana, y se sintió aún más ofendida incluso que con el comentario del borracho.

Dio media vuelta, y de inmediato se alejó.

De un momento a otro, el sujeto ebrio había levantado del suelo, y se lanzó hacia Emmet intentando hacerle frente y obtener la revancha.

Algo patético pues apenas y podía mantenerse en pie.

Con un rápido e insignificante movimiento, Emmet consiguió quitárselo de encima, y hacer que cayera de nuevo, esta vez golpeándose la nariz y quejándose de dolor. El guardaespaldas exhaló de irritación, y enseguida se marchó, mientras se repetía a sí mismo que no había nada de extraño en querer proteger a Ariana.

Desde luego que no. No había nada extraño en no querer ningún mal cerca de ella.

Era su trabajo, joder. Para eso le pagaban.

Entonces por primera vez aceptó beber alcohol en horario laboral. Aceptó un vaso de tequila y se lo bebió de un trago.

Ansel y Bella lo observaron marcharse con expresiones completas de sorpresa.

El hermano de Ariana soltó una larga carcajada.

–Creo que ese grandote es exactamente lo que mi hermanita necesita– comentó con suspicacia.

Bella frunció el ceño y dio un respingo.

–¿De qué hablas?– preguntó curiosa.

Ansel se hundió de hombros.

–Bueno, ya sabes. Personalmente creo que Nathan tiene muy pocas posibilidades de tener un buen matrimonio con Ari. Ella necesita otra cosa, alguien que sepa controlar su temperamento o convertirse en su sumiso. Y ese Emmet... parece ser el indicado– sonrió, y luego brindó al aire. –Esto se pondrá interesante– murmuró divertido.

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¿Les está gustando? ¿Qué piensan de esta Ariana y de Emmet?

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