Capítulo 39

–¡Joder! ¡Este bebé es una réplica exacta tuya!– exclamó Bryan bastante sorprendido mientras observaba la fotografía.

Mientras tomaba su desayuno, el rubio sonrió con orgullo, y no pudo evitar pensar en él. En su hijo. Aquel niño con el que soñaba a diario.

–Debes estar muy contento, Emmet– continuó diciendo su amigo y compañero de celda.

¿Contento?

–Contento es poco, Bryan. Mucho más que eso– respondió con una gigantesca sonrisa. –Ser padre es increíble–

–¿Qué se siente?–

Emmet negó y exhaló.

–Creo que no podré explicarlo. Es... es maravilloso. De ser un tipo que no tenía nada, de pronto me encontré teniéndolo todo. Teniendo el tesoro más grande que un hombre puede tener... Un hijo. Mi mujer y mi hijo– contestó. –Y no sé cómo describir ese sentimiento que me llena el pecho cada vez que pienso en ellos. Lo único que sé es que deseó con toda mi alma estar a su lado, protegerlos de todo, darles lo mejor de mí, ser un mejor hombre, mejor ser humano–

–Wow– Bryan alzó las cejas, sorprendido y conmovido por sus palabras. –Así como lo cuentas, debe ser lo mejor del mundo–

–Es lo mejor que me ha pasado en toda mi vida–

Y no mentía.

Desde el momento en que supo que su bebé estaba fuera de peligro y viviría, nada ni nadie había quitado la sonrisa en su rostro.

Era el hombre más feliz a pesar de las circunstancias, a pesar de seguir ahí encerrado. Tenía un hijo. Un hijo con Ariana, y a ella la amaba con todas sus fuerzas. Ese amor se había multiplicado.

Había mañanas en las que despertaba preguntándose si de verdad era había sucedido todo aquello. Si no había sido todo un sueño producto de los anhelos más profundos de su corazón.

Pero después se tranquilizaba a sí mismo diciéndose que todo era real. Qué él y Ariana habían unido sus cuerpos innumerables veces, y que una sola había bastado para crear a aquel pequeño hombrecito, que su simiente, procedente de un éxtasis inigualable había dado fruto dentro de ella, y el resultado se llamaba Nicholas Garrett.

Era todo un sueño, pero un sueño hecho realidad.

Emmet volvió a sonreír y continuó con su almuerzo mientras su amigo hacía lo mismo, sin embargo uno de los guardias los interrumpió.

–Garrett, tienes llamada– le informó.

El rubio asintió. Debía ser James.

De inmediato avanzó hasta la zona de teléfonos públicos en donde un guardia más le asintió dándole autorización para avanzar y tomar su llamada.

Durante el día las cosas eran distintas y debía acatar ciertas reglas.

–¿Aló? ¿James?– prontamente giró su espalda para tener un poco de privacidad dentro de la pequeña cabina.

–Emmet...–

El tono que su amigo usó le anticipó que no traía buenas noticias. Una sensación fea se apoderó de su interior.

–¿Qué ha ocurrido?– cuestionó tenso.

James exhaló tras la línea.

–Cobra ha ocurrido– respondió, y su respuesta ocasionó que los dedos del rubio apretaran tanto el teléfono en su mano que estuvo a punto de romperlo.

–Dime que Ariana y Nicholas están bien... ¡Dímelo, James!– exigió.

–Sí, sí, sí, tranquilo. Están bien. Están perfectamente resguardados en la hacienda, y en un par de horas el jet privado nos llevará a Los Ángeles–

–No sé si Ariana esté más segura en Boca o en Los Ángeles. Ese maldito hijo de puta es una amenaza en cualquier parte. ¿Envió otro mensaje?–

–Sí–

–¿Y qué decía?–

–Pues... Decía que deseaba ser el padrastro de Nicholas–

Ese bastardo se había atrevido a mencionar a su niño.

–Voy a matarlo, James– siseó con furia.

–Y yo te ayudaré, pero para eso debemos atraparlo primero–

Sí, y eso era el meollo de todo el asunto. Después de tanto tiempo no estaban ni siquiera cerca de descubrir su identidad. Eso lo frustraba hasta querer gritar y destrozarlo todo.

–Pronto saldré de aquí, y lo primero que haré será ir por ese cabrón. Por favor mientras tanto refuerza la seguridad de Ariana, y ahora también la de mi hijo. James, no te separes de ellos bajo ninguna circunstancia, y por favor dile a Scooter que me llame. Sé que si regresa a Los Ángeles es porque piensa retomar su trabajo, y necesito asegurarme de que estará protegida en todo momento y todo lugar–

–Cuenta con eso– respondió James seriamente.

–Y por favor pídele a Ryan que reanude la investigación sobre Nathan Sykes. Quiero que siga todos sus pasos–

–De acuerdo, Emmet, ¿pero sabes? Yo comienzo a dudar de que Cobra realmente sea ese imbécil. Es demasiado cobarde–

–Te equivocas, James. Eso es precisamente lo que me hace sospechar de él. Es tan cobarde que debe esconderse tras una falsa identidad, pero lo atraparé, te juro que lo atraparé y lo acabaré. Deseará no haber nacido–

Probablemente Emmet Garrett jamás había hablado más en serio.

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Luego de cerrar la puerta, James exhaló.

–Ah, al fin– expresó cansado.

–Es lindo volver– secundó Kylie.

La castaña permaneció en silencio y lo observó todo.

Su departamento ahí en Los Ángeles se encontraba tal y como lo había dejado cuando se marchó meses atrás. Sin embargo ella misma había cambiado.

Sin duda no se trataba de la misma Ariana.

Esta Ariana se sentía diferente. Se sentía más mujer. Había crecido, y madurado. Se había hecho más fuerte. Y además ahora era mamá.

Sonrió y su corazón se llenó cuando vio a su pequeño que dormía en el portabebés que James sostenía. De inmediato fue hacia él para tomarlo en brazos.

–Viene agotado– comentó Kylie mirando a su sobrino con ternura.

–Creo que los viajes le sientan muy bien, porque duerme de maravilla– dijo James mirándolo de la misma manera. Los dos lo querían muchísimo.

–Sí, creo que subiré a mi habitación para poder descansar yo también. Estoy agotada–

–¿Quieres que instale la cuna de Nicholas ya mismo?– le preguntó el pelinegro.

Ariana negó mientras colocaba a su bebé sobre su hombro.

–No, no. Descuida, James. Puedes hacerlo mañana. Todos necesitamos dormir un poco–

Eso no se lo replicó el guardaespaldas.

–De acuerdo, Ari. Sólo bajaré el equipaje de la camioneta–

–Descansa, amiga–

Ella les sonrió.

–Ustedes también, chicos– se despidió de ellos, y prontamente subió escaleras con su bebé en los brazos.

Al entrar a su habitación, se dispuso a recostar al pequeño sobre la cama.

En el instante en el que lo hacía, los diminutos ojitos grises fueron abriéndose de poco en poco. Ella se maravilló del verlo despertarse aunque eso sólo significaba que mientras él estuviese despierto, ella no podría dormir, pero no le importó.

Amaba pasar sus noches enteras con él sin importarle el cansancio.

Mientras lo miraba, la sonrisa de Ariana se hizo más grande.

Había ocasiones en las que se llenaba de terror por no tener a Emmet a su lado para afrontar la tarea de ser padres. Ocasiones en las que se torturaba mientras aquella pregunta revoloteaba sin parar por su mente haciéndola angustiarse hasta lo inimaginable... <¿Y si no puedo? ¿Y si no puedo hacer esto sola?>

Sin embargo bastaba que volviese a mirarlo para sentir cómo sus fuerzas eran renovadas.

Él era su más grande motivación. Él le daba fe y esperanza.

Desde luego que podía. Podía con eso y con más. Por su hijo podía con todo y contra todo.

Ella que en el pasado no había dedicado ni dos segundos a la posibilidad de ser madre, se encontraba ahora ahí, muriéndose de amor por ese pequeño rubiecito vestido de Stitch.

A Ariana se le llenaba el pecho y se embargaba de ilusiones.

Tener a ese niño era sin duda lo mejor que le había pasado en toda su vida.

Un hijo varón era lo que tanto había estado necesitando, sin tener idea de que lo necesitaba. Había llegado en el momento perfecto, cuando más sola se sentía.

–Por eso decidiste adelantarte, mi amor...– sonrió nostálgica.

Ariana lo amaba con todas sus fuerzas, y estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por él. Le daría todo el amor, toda la paciencia, toda la comprensión y el apoyo que una madre debiera de darle a su hijo. Lo haría un hombre de bien.

Sí. Ella ahora tenía en sus manos la posibilidad de mejorar al mundo.

Nicholas aprendería de ella cómo amar a las mujeres, y cómo ser amado por ellas. Cómo respetarlas, cómo protegerlas.

Todas esas mujeres del futuro tendrían en Nicholas a un caballero, y Ariana iba a encargare de eso.

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Aquella mañana, Ariana se despertó muy temprano.

Su bebé solía ser muy madrugador, y aunque ella no lo había sido con anterioridad, ya estaba más que acostumbrada.

Se encontró con Bette preparando el desayuno, quien se puso muy contenta al verla, y aún más de ver al encantador y risueño bebé.

Nicholas le sonrió de inmediato.

–¡Por el cielo bendito, pero si es hermoso!– exclamó emocionada, y de inmediato dejó el cuchillo con el que picaba la fruta. Limpió las manos en su delantal, y después avanzó hacia ella. –¿Puedo cargarlo?–

–Claro, Bette, tómalo–

La empleada tomó al pequeño en sus brazos y lo alzó jugueteando con él.

–¡Qué guapo que eres!– le dijo haciéndolo sonreír aún más. –Oh, y te pareces mucho a tu papi–

–¿Verdad que sí?– cuestionó Ariana orgullosa.

–Son idénticos– respondió sorprendida, y prontamente lo regresó a los brazos de su madre. –El señor Emmet debe estar loco de contento–

La castaña sonrió.

–Está feliz–

–Ya lo imagino. Seguro será un gran padre–

Ariana pensaba exactamente lo mismo. Ya ansiaba que llegara ese momento en el que Emmet pudiese estar ahí junto a ella, junto a Nicholas.

Sería perfecto. Aquel sería el día más feliz de toda su existencia.

–Buenos días– saludaron Kylie y James en cuanto entraron a la cocina.

Ariana que ya había tomado asiento sobre uno de los bancos frente a la isla de mármol, los saludó moviendo las manitas del bebé, simulando que era él quien los saludaba.

–Buenos días–

–Buenos días, señor y señora Franco, ya les sirvo el desayuno–

–Gracias, Bette– agradeció Kylie y enseguida se acercó a su sobrino para juguetear con él.

Enseguida los tres comenzaron con su almuerzo.

Ariana ya se había hecho toda una experta en sostener a su bebé con un brazo, y comer utilizando el otro.

–¿Tienes planes para hoy, Ari?– le preguntó James mientras devoraba sus panqueques.

La castaña bebió de su jugo de naranja, y negó.

–La verdad es que no. Supuestamente hoy tendría junta con mi disquera, pero Scooter llamó para decirme que se removió para mañana–

–Bien, entonces traeré el portabebés de Nicholas para que tú puedas estar libre–

–¿Libre para qué?– preguntó Ariana sin comprender.

–Esta mañana tú y Kylie aprenderán un poco de defensa personal. Yo les enseñaré–

Aquello sorprendió mucho a la castaña. Alzó las cejas.

–¿De verdad?–

–Emmet me pidió que te enseñara a defenderte, y eso es lo que haré. Estoy comprometido a no separarme de ti ni un instante mientras ese loco siga por ahí libre, pero uno nunca sabe. Es mejor estar preparados–

–Me parece muy buena idea, Ari. Así podrás ser perfectamente capaz de patearle el trasero a ese degenerado de Cobra–

A Ariana le agradó aquello.

–De acuerdo, pero tendrás que ser paciente, James. No creo que sea muy buena en esto de las artes marciales–

Kylie rió en una expresión que la secundó.

–Lo mismo digo–

Sin embargo una hora más tarde, mientras los tres se encontraban sobre una colchoneta especial para yoga, mientras Nicholas observaba tranquilito todo lo que ocurría a su alrededor.

Ariana y Kylie se encargaron de hacer papilla a James.

Mientras una de ellas se ocupaba de obstaculizarle el paso, la otra lo tomó de un brazo para hacerlo caer de espaldas, utilizando una llave que él mismo les había enseñado minutos antes.

–¡Caramba!– exclamó el pelinegro sintiéndose de pronto incapaz de ponerse en pie. –Han hecho que la espalda me tronara– permaneció derrumbado sobre el colchón unos cuantos momentos más.

Riendo, Ariana y Kylie chocaron las cinco.

–Nunca subestimes a una mujer– le dijo la pelinegra con autosuficiencia.

–El peor error que un hombre puede cometer– secundó la castaña.

Enseguida ambas lo ayudaron levantarse jalándolo de un brazo cada uno.

–Están locas– exclamó resintiendo las dolencias.

–Oh, amor. No te enojes. Deberías estar contento de que ahora gracias a ti, somos dos mujeres capaces de defenderse en la calle– enseguida Kylie se alzó en puntas para depositar un beso en su mejilla.

–Sí, claro, genial– musitó él todavía dolorido.

Ariana no pudo sino soltar una carcajada.

Estaba muy agradecida de tener a esas dos personas en su vida. Habían sido los mejores amigos de Emmet, y simple desconocidos para ella, pero ahora los quería como si fueran sus hermanos.

Ellos eran de gran ayuda en cada aspecto de su vida, y los adoraba por ello.

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Regresar al trabajo fue un tanto extraño para Ariana. Después de tantos meses de ausencia en los que se había dedicado únicamente a ser madre, se había sentido demasiado distante de todo aquel mundo que representaba su carrera artística.

Casi había olvidado que ella era Ariana Grande, la famosa y talentosa diva del pop.

Al principio, y debido a su embarazo, habían tenido que retrasar todo lo relacionado con su gira mundial, sin embargo en esos momentos, al no tener aparentemente nada que se lo impidiera, sus productores musicales querían iniciarla cuanto antes.

Ella estuvo de acuerdo. Sería su gran regreso.

Cerraría con aquel tour su era Dangerous Woman, y así podría iniciar con una nueva para la que ya tenía un montón de material, todo inspirado en cierto rubio de ojos plateados. Estaba muy tentada a llamar ese álbum To Emmet Garrett.

Sin duda la tenía loca.

Todavía pensaba en eso, mientras todos a su alrededor hablaban sobre fechas, teloneros y producción musical, y un montón de detalles más.

Para cuando Ariana volvió de su trance, la junta había terminado, y ella se sorprendió de habérsela perdido, y todo por estar pensando en aquellas canciones que había escrito especialmente para Emmet.

–Ari, debemos estar preparados– le dijo Scooter emocionado en cuanto todas las demás personas salieron de la sala. –Estos tipos quieren lanzarte a lo grande. ¿Escuchaste todo lo que dijeron?–

Ariana sonrió con inocencia.

–La verdad es que no. Pero confío en ti. Sé que tú te encargarás de todo y lo harás genial–

–Con el Honeymoon Tour visitaste sólo cuarenta y cinco países. Ahora han autorizado setenta. ¿Te das cuenta, Ariana? ¡Setenta! Sin duda has crecido muchísimo. Estoy orgulloso de ti–

De igual manera la cantante se entusiasmó con aquel dato.

–¿Hablas en serio, Scoot?– tuvo que preguntarle para poder creerlo.

–¡Sí, Ari! ¿Pues en dónde estuviste todo este tiempo?–

La emoción la embargó, y entonces lo abrazó contenta.

–¡Eso es increíble!– exclamó ella.

–Sí, sí qué lo es. La romperás, estoy seguro de eso–

Ariana estaba feliz con todo aquello. Cantar era una de las cosas que más amaba, sin embargo aún más que aquello, su hijo estaba por encima de todas las cosas.

–Scooter, por favor no vayas a pedirme que me separe de Nicholas porque no lo haré. Él irá conmigo–

El representante sonrió.

–No iba a pedírtelo, tranquila. Yo me encargaré de todo para que pueda viajar contigo. Tramitaremos su pasaporte ya mismo–

La sonrisa de la castaña se hizo incluso más grande. Aquello era maravilloso para ella. Poder vivir dos de las facetas más importantes de su vida, el ser mamá y el de ser cantante.

–Gracias, Scoot–

–Cielo santo, Nicholas tiene mucha suerte. Es hijo de la mismísima Ariana Grande, y encima de todo está a punto de conocer el mundo entero, y ni siquiera tiene un año de edad–

Ariana rió encantada.

Imaginaba aquellos momentos de concierto junto a su bebé, y se llenaba de gran ilusión.

>Sólo me haces falta tú, Emmet...< lo llamó con el alma.

Después exhaló.

–Bien, andando– Scooter se puso en pie. –Debemos estar en el estudio fotográfico antes de las tres. Recuerda que hoy tienes la sesión para Reebok–

La castaña asintió. Casi lo había olvidado. Ariana estaba por convertirse en embajadora de aquella marca de calzado deportivo.

Ariana y Scooter salieron de la sala para encontrarse con Kylie y James que cuidaban del bebé.

Nicholas se encontraba bastante animado con sus dos tíos, pero en cuanto vio a su mamá, se volvió loco de alegría.

Desde su portabebés comenzó a patalear contento, y a soltar sus mejores sonrisas.

Al verlo, la castaña se derritió de amor, y de inmediato lo sacó de ahí para cargarlo.

–Yo también estoy feliz de verte, mi amor– le dijo con demasiada ternura, luego lo abrazó contra su pecho.

Desde que saliera del hospital, muy pocas veces se habían separado, sin embargo a Ariana la llenó del orgullo el hecho de saber que su hijo era un buen niño que permitía que mami cumpliera con sus deberes laborales.

Prontamente James y Scooter se movilizaron para sacar a Ariana de ahí, protegiéndola de todos los reporteros que la esperaban afuera.

Desde que llegara a Los Ángeles los medios de comunicación estaban vueltos locos, pues habían transcurrido casi cuatro meses, y aún no habían conseguido descubrir el rostro del famoso bebé.

Los guardias de seguridad de la disquera se dispusieron enseguida a escoltarla. Luego de soltar instrucciones, Ariana asintió, y cubrió a su hijo con una sábana consiguiendo que no pudiesen mirarle más que las regordetas piernitas.

Al salir del lugar, tanto James como su representante se ocuparon de rodearla brindándole a ella y al niño la perfecta protección, mientras Kylie los seguía por detrás, y los guardias formaban una valla evitando que el gentío de paparazis se acercara.

Sin mirarlos ni decirles una sola palabra, Ariana consiguió entrar a la camioneta, seguida de su amiga y asistente.

Scooter cerró la puerta, y después de aquello ocupó el asiento copiloto.

James se colocó tras el volante, y al instante arrancó.

Ariana exhaló debido al ajetreo. Enseguida se ocupó de asegurar a Nicholas en su asiento para coche.

El pequeño seguía sonriendo, y la miraba con curiosidad y atención.

Ella le sonrió.

–Esto no es nada, mi cielo– le dijo entre suaves risas. –Deberás acostumbrarte a ser el hijo de una cantante. Te prometo que no será tan malo– le guiñó el ojo, provocando que el rubiecito volviese a saltar contento.

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Eran las nueve de la noche, cuando Ariana salió del estudio fotográfico.

Había estado metida ahí cerca de cinco horas hasta que finalmente todas las fotos para su photoshoot habían quedado completas y perfectas.

Debía admitir que venía cansada, e imaginaba que su hijo también lo estaba.

Nicholas parecía un tanto irritado. Se removía constantemente en su asiento, pero esta vez no de alegría, sino de frustración o incluso incomodidad.

Un tanto confundida, la castaña no comprendió por qué su pequeño se encontraba de aquella manera, cuando había sido todo sonrisas durante todo el tiempo que duró la sesión.

–Quizás le moleste el asiento, y quiera que lo sostengas en brazos– le dijo James.

–Si es eso, deberás dejar que llore hasta que lleguemos a casa. Primero está su seguridad– respondió Kylie.

Ariana estuvo de acuerdo, pero no pudo evitar preocuparse por él.

Por fortuna a los pocos minutos el bebé se rindió y permaneció muy quieto. Sin embargo no quitó su expresión de molestia.

James condujo entonces hasta el edificio.

Llegaron al departamento, y Ariana les dijo que subiría pues presentía que Nicholas se encontraba sentado, y seguro lo único que necesitaba era dormir.

James y Kylie se despidieron de ella informándole que cenarían y después verían una película por si necesitaba algo.

Ya en el segundo piso, Ariana recostó al bebé en su cuna, sin embargo en el momento en que lo hizo, el estruendoso berrido se escuchó por toda la habitación.

Nicholas había comenzado a llorar con todas las fuerzas que su pequeño ser le permitió.

Con sorpresa, su bella, joven y atónita madre lo observó.

–¿Mi amor, qué pasa?– le preguntó preocupada.

Jamás lo había visto llorar de aquella manera.

Su carita se encontraba enrojecida, lágrima tras lágrima brotaban de sus preciosos ojitos grises. Su boquita soltaba los sollozos cada vez más potentes.

Ariana volvió a tomarlo en brazos y comenzó a arrullarlo con brazos temblorosos, no sin antes ofrecerle uno de sus pechos para alimentarlo en caso de que estuviese hambriento.

No fue así. Nicholas no deseaba comer.

Algo más era lo que lo molestaba.

Al instante lo recostó de nuevo, y revisó su pañal. Estaba seco.

Con angustia Ariana se preguntó si tendría cólicos, así que de inmediato tomó el frasco de aceite para masajear su pequeño estomaguito.

Nada de aquello funcionó porque Nicholas siguió llorando desesperadamente.

♪ You don't need a lot of monet... baby, you don't have to play no games. All I need isa ll yur loving, to get the blood rushing through my veins...

Su canto ni sirvió de nada, a diferencia de otras ocasiones en las que había conseguido calmarlo utilizando su melodiosa voz.

Ariana comenzó a preocuparse verdaderamente.

Lo tomó en brazos de nueva cuenta, y salió de ahí para bajar escaleras.

Al verla, Kylie y James que se encontraban viendo la televisión en la sala, se pusieron en pie para acercarse a ella.

–Joder, ¿pero qué es lo que tiene Nick?– cuestionó James asustado.

Arrullando al bebé en inútiles intentos de calmarlo, Ariana exhaló irritada.

–Ojalá lo supiera, pero no lo sé. No tiene hambre, su pañal no está sucio, y no creo que algo le duela. ¿Qué hago?– preguntó llena de angustia.

Kylie se lo pensó durante unos instantes.

–Llevémoslo a dar una vuelta en la camioneta. Seguro eso lo calmará–

La castaña asintió, y enseguida se encaminaron hacia la puerta mientras James corría por las llaves del vehículo.

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Toda la noche...

James había conducido durante toda la noche dando vueltas sin ningún rumbo por toda la ciudad, intentando que el paseo en auto consiguiera su cometido que era hacer que Nicholas dejara de llorar y se durmiera.

Sin embargo luego de horas y horas, aquello no había sucedido sino hasta las seis en punto de la mañana.

Un James ojeroso y adormilado estacionó la camioneta en el parqueadero del edificio. A su lado, Kylie dormía rendida.

En los asientos traseros, Ariana hacía lo mismo, junto al pequeño rubiecito que por fin había detenido su llano para dormir plácidamente.

Al instante tanto Kylie como Ariana abrieron sus ojos despertando por completo.

–Gracias al cielo– exclamó la castaña al ver a su bebé al fin descansando.

–Muero por llegar a mi cama– dijo la pelinegra al salir de la camioneta.

Aliviada, Ariana sacó a su hijo, y evitó con suaves murmullos que despertara debido a los movimientos.

–Creo que hoy no haremos otra cosa que no sea dormir– comentó. –Llamaré a Scooter para cancelar el almuerzo con el presidente de mi disquera–

–¿Por qué se puso así?– preguntó James frunciendo el ceño.

Ariana no tuvo una respuesta para eso.

–No lo sé... Fue muy extraño. Jamás había llorado de ese modo–

–Pues como sea, al menos ya logramos que se durmiera– contestó Kylie contenta.

Los tres entraron al departamento dispuestos a encerrarse en sus respectivas habitaciones para dormir hasta reponer todo aquel sueño que los tenía de aquel modo.

Sin embargo en ese momento, el teléfono comenzó a sonar.

Kylie se apresuró a atender la llamada antes de que el sonido despertara al bebé.

–¿Aló? ¿Liam?... Sí, bueno, no pasamos la noche en el departamento, y creo que ninguno llevaba su celular. Nicholas se puso un poco necio y... De acuerdo, ahora mismo te la comunico– retiró el teléfono de su oreja, y miró a su amiga. –Es Liam. Quiere hablar contigo–

Aquella llamada tan temprano confundió un poco a Ariana, y aquello le dijo que debía ser algo importante. De inmediato le entregó a su hijo a James para que lo sostuviera por ella, y se dispuso a responder.

–¿Liam? ¿Qué ocurre?–

–¿Ari? Kylie me dijo que Nicholas tuvo una noche mala. ¿Está todo bien?–

–Sí, sí, no te preocupes. Justo ahora está dormido, pero por favor dime qué es lo que pasa. ¿Le ocurrió algo a Emmet?– la angustia la llenó.

–No, no. No ha pasado nada con Emmet. Se trata de... del abuelo–

Al escuchar aquello, el corazón de la castaña brincó.

–¿El abuelo? ¿Q...qué le pasó al abuelo?–

–Anoche tuvo un paro respiratorio. Hemos estado en el hospital desde entonces–

–¿Qué? ¡¿Pero cómo?!–

–No puedo explicarte mucho por teléfono, pero justo ahora está muy débil. Lo han ingresado a terapia intensiva. El doctor dice que quizá no la libre...–

Ariana bajó el celular, y miró a sus amigos.

–Tengo que ir a Boca ya mismo– les dijo con voz entrecortada. –James, por favor, llama al piloto de mi jet privado. Necesitamos salir a Boca cuanto antes. Mi abuelo está muriéndose– entonces comenzó a llorar.

Impresionado por lo que había escuchado, el pelinegro asintió, le entregó el bebé a su esposa, y corrió en busca de su celular para hacerlo.

Mientras tanto Kylie abrazó a su amiga para reconfortarla.

Luego de la breve llamada, James volvió con ellas.

–Ya he hablado con Gibson. Salimos en dos horas–

–¿Qué? ¿Dos horas? ¡Eso es mucho!– Ariana sollozó aún más.

–Ari, no podemos irnos así de una. El avión debe pasar por un filtro, ya sabes, los chequeos, trámites y de más. Mientras tanto debes tranquilizarte. Vamos, sube y haz tu equipaje. Nena, deberías ayudarla–

Kylie asintió. Se encargó de cargar al bebé, ya que la castaña estaba demasiado nerviosa, y enseguida ambas subieron.

Una hora más tarde, Ariana tenía listas sus maletas, y se sentía más que desesperada por llegar a su ciudad.

Su abuelo Frank era una parte fundamental de ella, y ansiaba estar ya a su lado, en aquellos momentos tan difíciles y delicados.

La espera se le estaba haciendo eterna, y mientras intentaba controlarse, bebió tres tazas de café, paseándose por el apartamento, consciente de que la cafeína no había hecho sino ponerla más inquieta.

En ese instante, James recibió una llamada que de inmediato atendió.

Duró un par de segundos, y enseguida agradeció colgando.

–Era el piloto. El avión está listo para despegar– informó y prontamente se ocupó de tomar el equipaje para meterlo a la camioneta.

Ariana agradeció al cielo el hecho de que no hubiesen tardado las dos horas que habían solicitado en un principio.

Subió escaleras para ir por su pequeño.

Después de haber estado llorando la noche entera, Nicholas sonreía desde su cuna, lo que significaba que estaba teniendo una buena siesta.

A Ariana le dolió tener que despertarlo.

Exhaló, y lo cargó haciendo que entre sueños se sobresaltara.

El rubiecito frotó sus manitas, y gimoteó pero al instante volvió a quedarse dormido.

La castaña lo cubrió con una manta, y enseguida salió de la habitación con él.

El camino sería largo, pero Ariana usaría todo aquel tiempo para rezar por su abuelo.

>Cielo santo, no permitas que nada malo vaya a pasarle. No permitas que muera< suplicó.

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Maratón 1/3

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