Capítulo 38

Dos meses habían tenido que trascurrir para que Ariana pudiese sacar a su pequeño de esa incubadora, y así llevarlo a casa.

Ella siempre recordaría aquel día como el más feliz de su vida.

Aquella mañana muytemprano, mientras ella se encontraba observando los progresos de su bebé desdeel cristal, como cada instante de aquellos sesenta días, la doctora Banks se había acercado a ella con una gigantesca sonrisa para darle la maravillosa noticia... Nicholas había terminado de desarrollar por completo el tamaño de sus pulmoncitos, había nivelizado el ritmo cardiaco de su tierno corazón, había conseguido mantener la temperatura corporal adecuada, y había aumentado su peso significativamente, así que ahora sin dudatenía el aspecto de un niño normal, de un recién nacido sano y fuerte.

Ariana fue la mamá más feliz y orgullosa cuando lo tuvo en sus brazos, cuando pudo por fin vestirlo con ese trajecito que había comprado para él con tanta ilusión para el día en que saliera del hospital.

Al sostenerlo lo abrazó con gran fuerza acurrucándolo contra su pecho, y llenándolo de todo el amor posible e imposible que únicamente una madre podría ser capaz de dar.

Inmediatamente Liam que se había encargado de todo el papeleo hospitalario, apareció para poder marcharse de ahí.

Él sonrió en cuanto los vio, y avanzó hacia ellos.

–¿Lista?– le preguntó a su hermana.

Ariana llevaba a su bebé envuelto en una sabanita celeste, y lo apoyaba contra su pecho como intentando protegerlo de todo lo que ocurriese a su alrededor. Asintió, y le devolvió la sonrisa, feliz de saber que al fin se marcharían.

Liam la rodeó con un brazo, y de inmediato la condujo hasta la zona norte del hospital para poder salir por la puerta trasera.

La entrada se encontraba todavía repleta de cámaras y reporteros desesperados por ser testigos del momento en el que la famosa diva del pop saliera del lugar con su hijo en los brazos.

James, desde luego estaba esperándola para escoltarla junto a un montón de guardias que el mismo hospital les había puesto a su servicio.

Kylie abrió la puerta de la camioneta, y enseguida la ayudaron a entrar.

Una vez que la castaña junto al bebé estuvieron dentro y muy protegidos, los demás se movilizaron para poder marcharse.

Al segundo James se colocó tras el volante, mientras su esposa ocupaba el asiento del copiloto.

–Los seguiré en mi auto– informó Liam, y tras un asentimiento de cabeza, se ocupó de ello.

En el momento en que los vehículos dieron marcha, la avalancha de reporteros apareció.

Habían descubierto que la cantante se encontraba ahí, así que prontamente habían corrido para poder alcanzarla.

Por fortuna, no había manera de que lo hicieran.

Bastó que James acelerara un poco para poder huir de ellos y dejarlos atrás en el estacionamiento del reconocido hospital.

–Eso estuvo cerca– bromeó el pelinegro aminorando la velocidad, pues no olvidaba el hecho de que llevaba a un recién nacido dentro del vehículo.

–Esos tipos están locos por obtener la nota principal del nacimiento de este pequeñín–

Ariana no dejó de mirar a al niño de sus entrañas. El bebé iba perfectamente recostado y dormidito sobre el asiento especial para coche.

–Scooter se encargará de las declaraciones– comentó distraídamente. –Y yo más tarde mandaré un comunicado por Twitter–

–¿Publicarás alguna fotografía de él?– le preguntó Kylie curiosa.

La castaña negó de inmediato.

–No, no. Al menos no por ahora. No estoy lista para compartirlo con el mundo todavía–

Kylie y James sonrieron al ver a la emocionada madre, y después voltearon su vista al frente.

En cambio Ariana no la despegó. Aquella sensación ya familiar, de no querer mirar otra cosa que no fuese él, estaba dominándola.

Nicholas era perfecto. Su piel era la cosa más suave, sus facciones tiernas y delicadas. Pequeñito, y tan rubio como su padre. Unos ojitos claros que seguramente con el tiempo serían de ese gris coqueto y encantador, aquel mismo que la había enamorado desde el principio.

En definitiva se parecía mucho a Emmet, y sabía muy en el fondo que iba a ser tan guapo y tan alto como él, y valiente también.

Ella lo amaba. Daría su vida en ese instante por él.

Lo había amado desde que supo que existía en su interior. Había pasado aquellos meses de embarazo soñando despierta, imaginando cómo sería cuando lo conociera, y lo que sentiría al tenerlo en sus brazos, poder abrazarlo... Pero sin duda todo había sido como una pesadilla.

Todavía recordaba la sangre y se estremecía. Recordaba al bebé dentro de aquella caja de cristal, y los ojos se le llenaban de lágrimas.

En un futuro recordaría el nacimiento de su pequeño como el día más feliz de su vida, pero también como el peor.

Sin duda cada cumpleaños de Nicholas tendría un significado diferente al de cualquier otro niño.

Él le había enseñado a Ariana que la vida era un milagro.

>Te amo, te amo, te amoooo< quizá nunca dejaría de repetírselo.

Veinte minutos transcurrieron para que pudiesen llegar a la Finca Grande, en donde todos esperaban la llegada de Nicholas con una gigantesca pancarta en donde le daban la bienvenida a la familia.

Con su hijo en brazos, la castaña sonrió de oreja a oreja al ver la sorpresa que le habían preparado.

–Al fin llegas, mia bellísima– exclamó Frank sintiéndose más que contento. Se acercó a su nieta y entonces inclinó la cabeza para depositar un beso en la cabecita del más nuevo integrante. –¡Mio bambino!–

–Pero qué cosa más hermosa tienes aquí– secundó Marjorie igual de emocionada.

Prontamente todos los presentes la rodearon para recibirla, y después de hacerlo la condujeron hasta el sofá de la sala.

Ahí Ariana tomó asiento, y todos los demás hicieron lo mismo. Ninguno quería estar lejos del bebé.

–¡Qué hermoso que es!– de nuevo Nonna expresó su emoción.

–Es muy apuesto como su tío el más simpático– Ansel estaba muy contento con su nuevo sobrino.

–Ari, felicidades, está divino– le dijo Bridgit encantada.

–Es un niño muy guapo, ¿cierto, Nick?– bromeó Kylie con él.

Ariana simplemente sonrió, y miró de nuevo a su bebé. El corazón le revoloteó de amor una vez más.

Liam prontamente se sentó a un lado, sobre el respaldo del sillón.

–Ese niño no es consciente de lo mucho que lo amamos, y cuánto estuvimos esperando que llegara este momento– dijo entonces con toda sinceridad.

–Pero algún día lo sabrá– le contestó Ariana conmovida. –Algún día sabrá lo especial que es–

El mayor de los Butera asintió mirando a su hermana.

–Claro que sí, Ari– afirmó y sus ojos transmitieron ternura. –Cielo santo, no puedo creer que seas madre– entonces se inclinó a ella para poder abrazarla.

Para celebrar todo aquello, la familia se reunió en el gran comedor de la casa para comer el banquete que la abuela había mandado preparar.

Ariana se había dado cuenta entonces de que en efecto a partir de ese momento se había convertido en una madre. Lo supo cuando se sentó a la mesa, y una de las empleadas le ofreció cuidar a su hijo mientras durara la comida, pero ella le agradeció negando y optando mejor por utilizar la carriola que le habían obsequiado, así podría tenerlo a su lado, y podría mirarlo.

Se sentía incapaz de separarse de él, y segura estaba de que cuando tuviese que volver al trabajo lo llevaría consigo.

La comida transcurrió normalmente como en cualquier otra comida familiar, sin embargo en determinado instante la cantante fue resintiendo la falta que estaba haciéndole el hombre de su vida en momentos tan felices como ese.

Emmet seguía en prisión, y no había día en que ella no sufriera por ese hecho, en que no le afectara al grado de llorar por la impotencia y la tristeza.

Los ojos marrones de Ariana se cristalizaron entonces con un montón de lágrimas, que estuvo poco dispuesta a derramar frente a todos.

Lo último que deseaba era hacerlos sentir mal por su propia desdicha. Enseguida eliminó cualquier rastro de llanto, y tomó a su bebé de la carriola donde había estado recostadito.

–Creo que subiré ya mismo a mi habitación– informó. –Gracias por todo, por esto, y por siempre apoyarme. Son los mejores– les sonrió.

Al verla ponerse en pie todos los demás también lo hicieron.

–Ve a descansar, mi cielo, seguro lo necesitas– le dijo Marjorie de inmediato.

–Gracias, Nonna. Creo que esté niño también lo necesita. Será feliz cuando lo acueste en la bonita cuna que el tío Liam le obsequió–

Liam se acercó a su sobrino sonriendo feliz.

–Y eso no es nada. Después le regalaré su primer balón de football–

–¿Ah sí?– Ariana rió. –¿Y qué pasará si prefiere el soccer o el basquetbol?–

El castaño negó.

–Eso no sucederá. Le gustará el football, ya lo verás–

Los demás también rieron.

Ariana sintió entonces mucha ilusión por el precioso niño en el que su bebé se convertiría. Casi podía imaginarlo.

Les regaló una última sonrisa antes de subir.

Sin embargo en su habitación, aquella sonrisa se fue borrando de poco en poco.

No colocó al niño sobre la cuna que había sido instalada junto a su cama, sino que lo mantuvo en brazos mientras ella misma se recostaba entre sus almohadas quedando sentada contra su respaldo.

Necesitaba tenerlo cerca porque en medio de aquellos momentos él era su único consuelo.

Ariana lo miró observando cómo despertaba de poco en poco.

La mueca en su expresión le informó que estaba a punto de empezar a llorar.

Al segundo Nicholas soltó un gran y potente berrido.

Por unos instantes, la castaña se quedó perpleja sin saber qué hacer para poder calmarlo, sin embargo su instinto de madre se lo recordó de inmediato.

Su pequeño tenía hambre.

Ella lo había alimentado en anteriores veces en el hospital, pero siempre con ayuda de las enfermeras. Aquella sería la primera vez que lo haría por sí misma.

Consiguió hacerlo, y se murió de amor por él.

Recordó a Emmet una vez más, y su corazón se quebró de dolor.

Su amado rubio tendría que estar ahí, con ellos, compartiendo aquel momento. Esa etapa como nuevos padres.

De nuevo contuvo las lágrimas. Era necesario que se mostrara fuerte frente a su hijo.

Entonces esa fue la nueva promesa que le hizo...

Ariana no se dejaría derrumbar. Tomaría fortaleza de donde pudiera, y sería así la mejor mamá que él pudiese tener. Iba a protegerlo de todo, y aunque no podría reemplazar la ausencia de su padre, haría lo que fuese necesario, y le daría todo el amor existente e inexistente, lo amaría por ella y por Emmet, mientras él volvía.
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Nicholas estaba ya en casa.

James acababa de informárselo, y nada podía hacerlo más feliz en esos instantes.

El bebé estaba completamente bien, sin ninguna secuela que pudiese afectar su desarrollo como un niño normal.

Emmet la había pasado realmente mal ahí encerrado en prisión imaginando a Ariana en el hospital, viviendo aquellas tristes y desoladoras tardes pegada al cristal de cuidados intensivos, negándose a marcharse, no hasta que su bebé estuviese bien, y ella pudiese llevarlo consigo.

Gracias al cielo aquel día se había llegado.

Su retoño estaba fuera de peligro. La había librado. Había ganado la batalla. Era un campeón.

Sintiéndose tranquilo y agradecido, Emmet se recostó sobre su cama, y mientras permanecía tumbado en medio de la oscuridad, colocó las manos detrás de su nunca y pensó en todo lo acontecido.

Era padre. Tenía un hijo.

Antes de todo aquello, él jamás imaginó que algo así pudiese sucederle a él.

Nicholas era una realidad. Un pequeño y hermoso bebé que necesitaría que lo protegiera, que lo educara, que le enseñara lo que estaba bien y lo que estaba mal, que lo ayudara a convertirse en un buen hombre.

Aquella ansia que sentía por estar junto a él y asumir su paternidad lo sorprendía día con día.

Jamás había pensado demasiado en el hecho de convertirse en papá, oh pero ahora lo era, y no podía esperar para salir de ahí y empezar a vivir esa nueva vida.

>Pronto, hijo mío... Pronto estaré contigo...<

Se lo había prometido, y Emmet jamás le fallaría.

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Ariana se sentía agotada. A sus casi veinticuatro años jamás se había sentido tan cansada como en esos momentos.

Y la causa de su agotamiento se encontraba sobre la cama removiendo sus piernitas y sus piecitos, mirándola con aquellos preciosísimos ojitos grises que la cautivaban cada mañana.

Mientras lo miraba, la castaña se daba cuenta de lo mucho que había crecido en aquellas últimas semanas desde que lo trajera a casa, y eso la llenó de mucha alegría y tranquilidad.

El cansancio era lo de menos, cuando su pequeño estaba sano y fuerte como cualquier otro bebé de esa edad.

La vida de Ariana no había vuelto a ser la misma desde la llegada de aquel hijo.

Su vida glamurosa de diva del pop ahora parecía tremendamente lejana, y aún más cuando todo lo que la rodeaba eran pañales.

Dormía alrededor de dos o tres horas diarias, y las ojeras bajo sus ojos lo demostraban. Los senos le habían crecido y en ocasiones parecían a punto de reventar de leche, le dolían, y los sentía pesados.

Ser madre era un trabajo duro, pero aun así ella se sentía feliz, plena, y había rechazado con renuencia la posibilidad de contratar a una niñera, al menos no de momento. Deseaba ser ella misma quien cuidase de su hijo.

En aquellos momentos no extrañaba los escenarios ni cantar, y parecía gracioso el solo pensar que había sido perfectamente capaz de montar centenas de shows, uno tras otro, y a tan solo cuatro semanas de tener al niño a su completo cuidado, estuviese rendida.

Riendo, Ariana tomó la manita de Nicholas para juguetear con ella.

–Has hecho que mami gaste todas sus energías– le dijo en tono fingido. –Pero no me importa, ¿sabes? Por ti aumentaré todas mis fuerzas– después de aquello le sonrió.

El bebé no dejó de mirarla, y al sentirse tan amado y protegido le devolvió la sonrisa. Una sonrisa mágica y angelical. La sonrisa de un pequeño bebé que sabe que tiene por madre a una mujer maravillosa y fuerte.

–Oh, eres tan hermoso–

La cantante no había parado de decírselo.

Su hijo tenía ese plateado en la mirada, y el cabello color rubio, sin duda idéntico al hombre que le había dado la vida. Un Emmet en miniatura.

Ariana se encontraba tomándolo en brazos cuando Marjorie entró a la habitación sonriendo al verlos.

–¿Lista?– le preguntó, y después avanzó hasta su bisnieto. –¡Pero qué guapo estás hoy!–

La respuesta de Nicholas fue otra dulce sonrisa. Era un niño muy risueño.

–Estamos listos, Nonna–

–Entonces andando. James nos espera en el auto–

Asintiendo, la castaña sostuvo con cuidado a su hijo, tomó su bolso, mientras su abuela tomaba la pañalera, y prontamente ambas se dispusieron a salir de la habitación.

Aquel día le tocaba a Nicholas su revisión médica mensual, así que tomaron camino hasta el hospital.

En el consultorio todo marchó perfectamente.

La doctora Banks se alegró profundamente al verlos, y enseguida tomó al bebé recostándolo sobre la barra acolchonada para comenzar su evaluación.

–¡Sí que has crecido, Nicholas!– le dijo contenta. –Esa es buena señal–

Inmediatamente desvistió a la criatura hasta dejarlo únicamente en pañal, y colocó el estetoscopio en su pechito para escuchar los latidos de su corazoncito. Luego de aquello, lo pasó a la camilla en donde se ocupó de conectarlo a unos cuantos monitores. Con ayuda de una enfermera lo midió y calculó su peso. También se ocupó de ponerle sus vacunas.

Ariana se sintió orgullosa cuando vio que Nicholas no lloró ni siquiera un poco, cuando en cambio ella se había pasado los últimos minutos intentando limpiar sus lágrimas.

Cuando finalizó, la doctora volvió a vestirlo, y después lo entregó a su hormonal madre.

La castaña tomó al pequeño y lo acurrucó contra su cuello.

–Eres un niño muy valiente, mi amor– le susurró con ternura.

La doctora Banks confirmó aquello.

–Sí que lo es– le sonrió. –Por favor tomen asiento frente a mi escritorio–

Ariana así lo hizo, y Nonna también. Ambas esperaron a que la doctora también lo hiciera.

–Por favor, doctora, dígame que mi hijo está bien–

–Está perfecto, Ariana– aseguró ella. –Es y será un niño muy sano. Su ritmo cardiaco es el adecuado, y su respiración también lo es. Está en el peso ideal, y a pesar de que fue un bebé prematuro, es más alto que el promedio–

La cantante no pudo evitar pensar en los genes Garrett. Emmet era un gigante de metro noventa, y desde luego que su hijo estaba destinado a también serlo.

Era fascinante.

Ariana salió sintiéndose tranquila y muy feliz, acompañada de su abuela.

James las siguió en todo momento.

Salieron por la puerta trasera, pues la entrada se encontró de pronto repleta de reporteros que se habían enterado de su visita, y aún estaban desesperados por conseguir la primera fotografía del primogénito de la famosa Ariana Grande.

–¿Pero es que esos sujetos nunca van a dejarte en paz?–preguntó James en cuanto estuvo frente al volante y arrancó.

La castaña que se ocupaba de abrochar las cintas del asiento para coche, rió un poco.

–Probablemente se calmen cuando les muestre la carita preciosa de mi niño, pero lo dudo, ellos siempre encontrarán algún motivo para acosar a las celebridades–

–Es increíble que este jovencito, siendo tan pequeño tenga a todos los medios de comunicación, locos por querer conocerlo–

–Y no sólo ellos, también mis fans desean hacerlo. Un día de estos se los mostraré, sólo porque siempre me han apoyado–

–Vaya...– exhaló James mientras conducía. –Eres afortunado, Nick, ni siquiera tienes un año de edad, y ya tienes muy enamoradas a un montón de niñitas, bien hecho, tigre– guiñó un ojo por el espejo retrovisor.

Ariana no pudo evitar reír. Y Nonna también lo hizo. James era muy genuino.

–Tu tío Jimmy te dará consejos para que termines de conquistarlas a todas–

–Ya, claro, sobre mi cadáver– aseguró la celosa madre.

–Creo que tus novias tendrán a una suegra muy difícil– bromeó de nueva cuenta.

–Cuando seas padre me comprenderás–

–Claro que no. Así como aconsejaré a tu hijo, también lo haría con el mío–

–¿Y seguirías diciendo lo mismo si tuvieses una hija?–

Aquel cambio de perspectiva dejó a James bastante pensativo.

Luego de pensárselo un par de segundos respondió.

–De acuerdo, entendí tu punto– accedió.

Ariana sonrió satisfecha, luego frunció el ceño.

–¿No crees que ya es tiempo de que Kylie y tú vayan pensando en tener un bebé?–

La expresión en el rostro del pelinegro le dejó bien en claro que la respuesta sería negativa.

–¿Bromeas? Eso no sucederápronto. Todavía no pienso compartir a Kylie con nadie–

–James, eres todo un caso– comentó Nonna riendo.

La cantante soltó una risilla y pensó exactamente lo mismo.

–¿Por cierto a qué hora regresará de Miami?–

–Dijo que se vería con Scarlet a la once de la mañana, y que después harían algunas compras. Ambas regresarán en tren. Supongo que llegarán alrededor de las tres o cuatro de la tarde–

Unos minutos más tarde llegaron a la hacienda.

Nonna bajó del auto y se introdujo a la casa de inmediato.

Ariana la seguía pero antes de entrar se detuvo para pedirle un favor muy especial al pelinegro que además de guardaespaldas también era su amigo.

–James...– lo llamó.

–¿Sí?–

–¿Podrías llevarme a ver a Emmet?–

Dando un respingo, James la miró dudativo.

–Ari, yo... yo no sé si sea buena idea. Sabes lo riesgoso que es para ti ir a ese lugar–

–Lo sé, lo sé, pero tengo la identificación falsa que Ryan me dio la última vez–

–El acceso no es problema, el riesgo está en si alguien te reconoce. Cada día eres más famosa, y justo en estos últimos meses tu rostro ha estado en todas partes por el asunto de tu hijo. Es demasiado arriesgado–

–¿Y qué es lo peor que podría pasar si me reconocen? La prensa se enteraría de todo, entonces tendría que salir a decir que el padre de mi hijo está encarcelado, ¿y eso qué? Yo lo defenderé siempre. Diré que está ahí por una injusticia, y que estoy luchando por conseguir su libertad. Puedo con eso. No me importa–

James negó.

–Pues a Emmet sí le importa. Él quiere protegerte de todo–

–Por favor, James– Ariana le rogó. Los ojos castaños implorantes.

El pelinegro exhaló.

–De acuerdo, pero usa lentes de sol y esa mascada en el cabello. Si alguien te reconoce, Emmet me matará–

De no haber tenido a Nicholas en los brazos, Ariana habría saltado de alegría.

–Gracias, gracias, gracias, James. Iré a decirle a Nonna o a mis hermanos que cuiden de mi bebé un rato. Espérame en la camioneta–

James sonrió. ¿Cómo negarle aquello cuando él podía ver en su mirada el amor, la tristeza y el anhelo?

>No tardes mucho, Emmet< le pidió mentalmente a su amigo. >Tu familia te espera<

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Cuando le dijeron a Emmet que tenía visita, y que se trataba de su noviecita, el pecho le dio un vuelco.

>Ariana...<

¡Joder!

Le había pedido que no se volviera a aparecer por ahí, se lo había hecho prometer.

Era peligroso para ella. Demasiado, y aún más ahora que vivía con los medios de comunicación encima de ella todo el tiempo.

Mataría a James, se dijo decidido. Ese idiota siempre se dejaba convencer. Demasiado blando.

Caminó a toda prisa ocasionando que el guardia que caminaba a su lado acelerara su ritmo.

Al llegar a la puerta colocó los brazos para que le quitaran las esposas.

James se encontraba de pie justo a un lado.

Lo fulminó con la mirada.

–Eh... Hola, Emmet– exclamó con una risilla nerviosa. –Yo... yo no pude convencerla de que no viniera. Ya sabes lo terca que es–

El rubio rodó los ojos.

–Suerte– el guardia le guiñó el ojo con una sonrisa lasciva mientras liberaba sus manos.

Emmet enfureció por aquella expresión. Se suponía que aquello era tomado como visita conyugal, y ese maldito pervertido disfrutaba imaginándose lo que haría en esa hora.

En la habitación había una cama, y tenía la suficiente intimidad para que una pareja copulara, sin embargo él era incapaz de tomar a Ariana en un lugar como aquel, en donde tantos y tantos reos habían follado con sus putas. Eso jamás.

Lo miró entonces con ganas de asesinarlo, pero se contuvo y en su lugar se dispuso a entrar.

La hermosa y pequeña castaña se encontraba de pie junto a la cama a la que se había referido momentos antes.

En cuanto lo vio corrió hacia él para poder abrazarlo.

Toda la furia de Emmet quedó olvidada en aquel momento. La tomó entre sus brazos, y la elevó del suelo, sintiéndose dominado por el deseo de no soltarla nunca.

Ariana se aferró a su fuerte cuello, y en su corazón sintió exactamente lo mismo.

Más tarde, cuando se despidieran, sería difícil tener que marcharse. Contuvo las lágrimas, y después lo miró fijamente.

Los dos unieron sus bocas en un beso que los dejó sin aliento. Se besaron con pasión, y un sinfín de ansias.

Las grandes manos del rubio la rodearon manteniéndola pegada a él, acariciando y disfrutando. Deseándola y añorándola. Amándola ante cada beso de sus labios.

–Oh, maldición, Ariana...– susurró su voz viril. –Te amo, muñeca. Te amo muchísimo. Te extrañaba horrores, pero no debiste haber venido–

La cantante negó, y lo abrazó con fuerza.

–Quería verte– respondió.

Emmet la miró a los ojos, y no pudo soportarlo más. Acercó su rostro al de ella, y volvió a besarla, comiéndosela a besos, devorándola apasionadamente. Sujetando la estrecha cintura, mientras ella se arqueaba contra él.

Finalmente volvió a abrazarla, intentando recuperar aliento, y dejando que Ariana recuperara también el suyo.

–Yo también quería verte. Todos los días y todas las noches, me muero por verte, pero es peligroso, preciosa, tienes que entenderlo–

–Me haces falta. Te necesito, y Nicholas te necesita también–

«Nicholas»

Su niño. Su pequeño guerrero.

A Emmet se le llenó el corazón al pensar en él.

–Lo sé, ya lo sé, pero te pedí que fueses paciente. Pronto estaré con ustedes, mi amor, te lo juré– y estaba ocupándose de que así fuera. Ya había pedido hablar con Butera. Estaba esperando a que Liam le confirmara para poder negociar con él, aunque aún no sabía qué era lo que pediría a cambio aquel viejo.

–Ahora te ves más hermosa que antes– le dijo, y ella simplemente lo miró dudativa. –Así es, Ariana, tu belleza ha aumentado significativamente, ¿y quieres saber por qué? Porque ahora eres madre, nena, ahora tienes ese brillo en la mirada, y esa magia que te ha otorgado el haber sido portadora de una vida en tu interior– la abrazó, y depositó otro beso en sus labios.

Los ojos de la cantante se cristalizaron por las lágrimas a punto de ser derramadas.

Él las limpió con las yemas de sus dedos.

–Tengo algo para ti– Ariana tomó su bolso y sacó el montón de fotografías que había tomado de Nicholas. –Ve lo hermoso que está–

Sí, Emmet lo veía.

Era un niño precioso, se veía fuerte, y eso lo enorgulleció.

–Se parece mucho a ti– al escucharla decir eso, el rubio alzó su mirada hacia ella. Luego le sonrió.

En efecto veía a su hijo, y se veía a sí mismo cuando era pequeño.

Eran idénticos, y eso le calentó el corazón con un montón de cálidos sentimientos.

Saber que había dejado su herencia en el pequeño lo llenó de una extraña satisfacción que después descifró como orgullo de padre.

–Entonces será todo un galán. Las niñas pelearán por él– bromeó y consiguió que Ariana riera y le golpeara el hombro.

–Esas niñas no se acercarán a mi bebé– aseguró.

Emmet soltó una carcajada.

–¿Piensas ser de esas madres celosas? Pobre Nicholas–

–De acuerdo, tendrá mi permiso para tener novia, pero hasta que cumpla los dieciocho, no antes. Mientras tanto será sólo mío–

Encantado con ella, Emmet la mantuvo abrazada. Los dos miraron las fotografías del bebé una vez más mientras ella le contaba todo sobre él. Hablándole de lo risueño que era, de lo mucho que comía y de lo poco que dormía. El rubio le contó entonces lo travieso que había sido de pequeño, señalando la posibilidad de que Nicholas fuese a ser igual de inquieto y revoltoso. Ariana estuvo muy dispuesta a aceptar el reto.

Los minutos transcurrieron, y sin darse cuenta la hora se cumplió.

Ariana tenía que marcharse, y se los hizo saber James.

–El guardia ha dicho que es hora de que nos marchemos, Ari–

El rubio y la castaña se miraron. Ninguno de los dos quería despedirse, pero era necesario.

–No quiero marcharme– dijo Ariana prontamente, y los ojos volvieron a inundársele en lágrimas.
Se abrazó a él aferrándolo.

–Tienes que hacerlo. Si no lo haces vendrá el guardia y lo último que quiero es que te preste más atención de la debida–

–Emmet...–

Él negó. Después acarició su rostro, colocando los mechones de cabello castaño tras sus orejas, admirando lo bonita que ella era.

–Debes irte, preciosa– se acercó a ella para plantar un beso en sus labios y otro más en la frente.

–Cada vez es más difícil tener que despedirme de ti– respondió Ariana con tristeza.

–Pero recuerda que esta vez hay alguien que te espera en casa–

Aquello era cierto. Nicholas esperaba por ella.

Ariana volvió a abrazarlo.

–Sé que pronto estaremos juntos, Emmet. Lo siento aquí– señaló su pecho justo a la altura de su corazón.

–Así será, muñeca, ten por seguro que así será–

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Cuarenta minutos.

Nicholas llevaba más de cuarenta minutos llorando y hasta el momento ni Liam ni Ansel habían conseguido calmarlo.

Habían creído que tenía hambre y le habían acercado el biberón para alimentarlo, sin embargo el bebé lo rechazó renuentemente dejando bien demostrado que no estaba hambriento.

Luego de aquello Ansel había tomado todos los peluches de la estantería para mostrárselos, y conseguir así entretenerlo un poco. Pero sus esfuerzos tampoco funcionaron.

–Quizás tiene frío– sugirió.

Inmediatamente Liam corrió a tomar una manta que al segundo utilizó para cubrirlo. El pequeño continuó llorando cada vez con mayor intensidad.

–¡Caramba, qué pulmones!–

–Iguales a los de su madre– secundó Liam. Seguro cuando fuese mayor tendría voz de tenor.

–O tal vez su pañal esté mojado– dijo Ansel en medio de los estruendosos sollozos de su sobrino.

–¡Sí, sí, sí!– respondió Liam. –¡Eso debe ser!– al revisarlo comprobaron que en efecto se trataba de aquello. –Pásame un pañal– le ordenó a su hermano.

El castaño obedeció prontamente.

–Toma– se lo entregó.

Liam se ocupó entonces de cambiarlo. Sin embargo al intentar hacerlo se encontró con un pequeño problema.

–¿El estampado debe ir hacia el frente o hacia atrás?– preguntó confundido.

–N...no lo sé– respondió Ansel inseguro.

Liam se encontró entonces en un gran aprieto.

–De acuerdo, lanza una moneda. Si cae águila será hacia el frente. Si cae sello será hacia atrás–

Ansel hizo lo que su hermano pedía.

Lanzó una moneda al aire, y al caer esta resultó en sello.

–Por detrás– dijo Liam sin más.

Cuando terminó de ponerle el pañal, se dio cuenta de que había algo extraño en él. Lo había colocado al revés. El estampado iba al frente.

–Mierda– siseó el mayor mientras intentaba corregirlo.

–Liam, recuerda lo que Ariana dijo sobre decir palabrotas enfrente de Nicholas–

–Cállate, Ansel– Liam se puso más nervioso cuando se dio cuenta de que incluso con el pañal seco, el bebé seguía llorando sin calmarse.

–¿Y si le mostramos una fotografía de Ariana? Seguro la extraña y por eso está así–

Liam tomó su celular y rebuscó una fotografía de su hermana. La puso enfrente del niño, pero él no siquiera la miró. Berreaba con mucha mayor intensidad.

Tal parecía que los intentos de sus tíos por calmarlo, únicamente habían conseguido ponerlo de peor humor.

–¿De dónde se apaga?– cuestionó Ansel mientras tomaba un par de peluches y los colocaba cada uno sobre sus oídos para no escuchar más los llantos.

Por unos instantes Liam miró a su sobrino. El pequeño se encontraba sobre la cuna llorando con desesperación, y evidentemente poco dispuesto a cooperar con ellos.

Pensó y pensó, y entonces una idea brilló en si cabeza.

–¡Lo tengo!– exclamó contento. –Ariana me dijo una vez que suele cantarle cuando llora, y así logra tranquilizarlo–

Lo siguiente que Liam hizo fue correr hacia su habitación. Era una fortuna que hubiese decidido dejar ahí su vieja guitarra.
Cuando regresó, lo hizo con ella en las manos.

–Esto ayudará–

–¿Crees que funcione?– cuestionó Ansel dudoso. –Tu voz no se parece en nada a la de Ari–

Liam se hundió de hombros.

–Haré el intento– tocó las primeras cuerdas para afinar, y enseguida comenzó a tocar Photograph de Ed Sheeran. La música suave y melodiosa.

Loving can hurt, loving can hurt sometimes... But it's the only thing that I know...

En aquel instante sorpresivamente el bebé detuvo su llanto y se quedó muy quieto decidiendo que el sonido le agradaba.

Cuando descubrió de dónde provenía aquella melodía, clavó sus bonitos y diminutos ojitos en el tío Liam con su guitarra.

♪We keep this love in a photograph. We made these memories for ourselves where our eyes are never closing. Hearts are never broken and time's forever frozen still

Liam sonrió al ver que Nicholas no lloraba más, y continuó cantando para él.

♪ So you can keep me inside the pocket of your ripped jeans, holding me closer 'til our eyes meet. You won't ever be alone, wait for me to come home

Liam terminó la canción y dejó la guitarra de lado satisfecho por haber conseguido que el bebé se calmara.

En ese momento entraron a la habitación Kylie y su hermana que habían estado observado desde la puerta.

Ella aplaudía mientras la otra chica observaba bastante sorprendida.

–Wow. Fascinante– exclamó Kylie todavía con las cejas alzadas.

Sin embargo Liam no la miraba a ella, sino a su acompañante. De pronto nada más llamó si atención más que aquella misteriosa chica.

–Scarlet, estos son Liam y Ansel, los hermanos de Ari. Y este de aquí es Nicholas, su hijo. Chicos, ella es mi hermana–

–Hola, es un gusto– saludó con encanto deteniéndose un poco con el bebé para hacerle unos cuantos mimos.

–¿Qué tal?– Ansel le sonrió amistosamente.

En cambio Liam fue incapaz de articular palabra alguna a pesar de que deseaba con todas sus fuerzas saludarla, presentarse.

–Cantas muy bien, Liam– le dijo con toda sinceridad.

El castaño abrió la boca para agradecerle, sin embargo no pudo hacerlo. ¿Qué demonios pasaba con él?

–¿Pero es que te ha comido la lengua el ratón, Liam?–

–G...g... gracias– consiguió decir el chico.

Scarlet sonrió.
Liam la miró fijamente por prolongados segundos.

A manera de broma, Ansel cerró su boca.

–Te entrarán mocas, amigo– rió.

Liam recuperó su consciencia. Carraspeó y se enderezó.

–Eh... eh... quiero decir... Gracias...–

–Scarlet– completó la chica.

–Gracias, Scarlet– volvió a repetir él.

Antes de que pudiesen decir algo más, Nicholas decidió que era un excelente momento para ponerse a llorar una vez más.

Por fortuna Kylie corrió a su auxilio. Tomó al bebé en brazos y lo arrulló.

–Déjamelo a mí– le dijo Scarlet mientras tomaba al pequeño y lo colocaba en sus hombros boca abajo. Comenzó entonces a palmear su espalda baja y a acariciar la zona con suaves movimientos.

Sorpresivamente Nicholas dejó de llorar e incluso hasta sonrió mientras se quedaba dormido.

–¿Cómo hiciste eso?– le preguntó Ansel impresionado.

–Práctica– respondió Scarlet simplemente. Entonces con cuidado devolvió al bebé a su cuna.

–¿Tienes hijos?– continuó curioseando el mediano de los hermanos.

Por alguna razón a Liam le interesó mucho la respuesta que ella daría.

–No– respondió Scarlet sonriendo. –Pero mi hermana y yo crecimos en un orfanato en donde nos ocupábamos de los más pequeños. Ahí aprendimos todo cuanto hay que saber sobre bebés–

–Así es– confirmó Kylie, y era por eso que le había dado lo mejores consejos a Ariana ahora que era mamá.

–Wow. Su historia es fascinante– comentó Ansel.

Liam también lo creía pero no mencionó nada al respecto.

En ese momento Ariana entró por la puerta deseando ver a su hijo. Cuando vio a Scarlet corrió a abrazarla.

–Qué alegría que ya estés aquí, Scarlet– le dijo contenta. –¿Ya has conocido a mis hermanos?–

Scarlet asintió.

–Claro. Son encantadores, oh y tu bebé es preciosismo. Muchas felicidades, Ariana–

La castaña le agradeció y no pudo negarlo.

Nicholas era increíblemente hermoso.

Después de aquello Liam y Ansel se marcharon a pesar de que el mayor deseaba quedarse muy en el fondo.

Ariana y las dos hermanas Jenner pasaron la noche entera charlando sobre lo último acontecido en las vidas de cada una.

Esta vez el pequeño rubiecito decidió ser buen niño y dormir por horas sin despertar.

Después de todo, mami se merecía un rato de descanso y relajación entre amigas.

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Aquella noche Ariana se encontraba haciendo maletas, pues en unos cuantos días más estaría marchándose hacia Los Ángeles. En poco tiempo estaría volviendo a las labores que conllevaba el hecho de ser una famosa cantante.

Momentos antes había estado charlando por teléfono con su representante con respecto a eso. Habían acordado fechas y reuniones. También la forma en la que manejarían el tema de su hijo con los medios de comunicación.

Ariana se dedicó a seleccionar las cosas que llevaría con ella, y las que dejaría.

Por fortuna Nicholas se encontraba dormidito. Sin embargo sabía que en cualquier instante despertaría demandando toda su atención.

Se dijo que debía ser rápida si quería dejarlo todo listo para antes del día siguiente.

Se encontraba absorta en sus propios pensamientos sobre su regreso a L. Á cuando de pronto una alerta de texto llamó si atención.

Inmediatamente avanzó hacia la mesilla de noche para tomar su celular.

Había imaginado que se trataba de alguno de sus hermanos o de Kylie, sin embargo el remitente la dejó estupefacta.

El número era desconocido.

Ariana leyó entonces el mensaje...

Me pregunto cómo me veré de padrastro del pequeño Nicholas...

Las manos temblorosas dejaron caer el celular al suelo, ocasionando que un ruido seco retumbara por toda la habitación.

El bebé despertó y comenzó a llorar con desespero.

Ariana quedó paralizada de miedo.

Cobra estaba de regreso. Y... ¡Cielo santo, estaba amenazándola con su hijo!

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Emmet está a pocos capítulos de volver! Lo prometo. Además Cobra🐍 ya reapareció, y esta vez con una amenaza muuucho mayor.

No se lo pierdan!

Deseo que pasen una Feliz Navidad en compañía de todos sus seres queridos. Yo estoy muuuuy feliz este día. 🎄♥️

Pdt: En año nuevo les tendré una sorpresa 💥

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