Capítulo 12
Ariana estaba cumpliendo veintitrés años, y se encontraba en Las Vegas. Parecía una perfecta combinación, y ella estaba decidida a aprovecharla al máximo.
Aquella tarde se habían llevado a cabo una entrega de premios importante. Billboard Awards. Durante la ceremonia, Ariana se había sentado a observar contenta, mientras aplaudía a sus demás colegas que estaban siendo galardonados en dicho evento. En alguna de aquellas entregas, sorpresivamente ganó una de las categorías con My Everything. Un tanto sorprendida de que todavía tomasen en cuenta aquel proyecto pasado, recibió el premio y se dijo a sí misma que aquel sería el cierre definitivo para esa era.
Una hora más tarde se había llegado la hora de su participación, se había presentado en el escenario presentado una vez más Dangerous Woman, y un remix de un par de canciones de su álbum pasado, prometiendo lo que sería el siguiente.
Luego de aquello, había sido invitada al after de dichos premios, sin embargo ella había declinado la idea.
Nathan le había asegurado que estaría ahí para celebrar su cumpleaños juntos, sin embargo hacía apenas unos cuantos minutos había recibido un mensaje de su parte.
Ariana, acaba de sucederme un imprevisto, pero estaré ahí antes de la medianoche, y la pasaremos en grande, te lo prometo. Te amo, hermosa.
Aquel mensaje había ocasionado que la cantante se molestara en gran manera, y se sintiera muy frustrada.
Ahí, en la suite de su hotel, sintiéndose sola y triste, se había dicho de inmediato que no permitiría que nada de aquello le arruinara su noche.
Saldría y se divertiría, eso era seguro. Y por divertirse, quería decir embriagarse. Necesitaba en serio perderse aunque fuese por una noche. Olvidarse de todo lo acontecido en su vida, olvidarse de Jackie Radinsky, de Robert Butera, de Nathan Sykes, y principalmente de Emmet Wyatt.
Se miró entonces al espejo, todavía llevaba el vestuario que había utilizado para los premios. Un conjunto negro que consistía en una faldita demasiado corta, que presumía abiertamente sus largas y bien formadas piernas.
Para su cena con Nathan, Ariana había tenido preparado un vestido menos revelador, pero de inmediato desechó la idea de usarlo.
Saldría tal y como estaba, además le gustaba más. La hacía sentirse sexy, y esa cualidad sería siempre parte de su atuendo.
Colocó solamente un poco más de lápiz labial en sus labios, tomó su bolso, y sin más salió de la habitación.
Se llevó una gran sorpresa cuando encontró a su guardaespaldas justo en su puerta.
Emmet la miró entonces desde su gran altura.
–¿Pensaba salir sin mí, señorita Grande?–
Ariana lo miró molesta por haber sido descubierta.
–Bueno, sí, pienso que hoy por ser mi cumpleaños podrías obsequiarme eso... Una noche libre de ti–
La sorna con la que la cantante soltó aquello ocasionó una enorme sonrisa irónica en el rostro de Emmet.
Ninguno de los dos había mencionado nada con respecto al beso que se habían dado el día anterior. Ella, principalmente, había estado fingiendo que no había ocurrido, y aquello estaba siendo la causa de esa brecha que se había formado entre los dos, y que cada vez se hacía más profunda.
–Eso sería un buen obsequio, lamentablemente mi trabajo con respecto a su seguridad no es negociable– al menos ya no, se dijo recordando aquel episodio del póker.
Ariana exhaló intentando no enfadarse, a pesar de lo fácil que era hacerlo con aquel hombre.
–A ver, Emmet. Explícame una cosa... ¿Por qué sigues tan pesado si de todos modos el acosador ya fue encarcelado?–
–Esa pregunta tiene una muy buena respuesta... Porque son órdenes de su padre–
–Pues estoy harta de las órdenes de mi padre. ¿Y también sabes qué más? Estoy harta de que vayas todo el tiempo tras de mí–
–¿Ah sí? ¿Y qué pasó con eso de que no quería que me despidieran? ¿Lo recuerda?–
Sí, Ariana lo recordaba, y enfureció por ello.
–Eso fue antes de que atraparan al sujeto que me acosaba. Ahora estoy a salvo, no hay nada que esté amenazándome, y tú puedes entrar a tu suite y ponerte la pijama–
–Yo duermo desnudo– fue la rápida respuesta de Emmet.
Las mejillas de Ariana se tiñeron de rojo ante aquel comentario. Se negó a imaginarlo, se negó rotundamente pero su mente la traicionó, ocasionando que el color se pusiera incluso más intenso.
¡Maldita sea! ¡Maldito Emmet! ¿Por qué tenía que ser así?
La ponía nerviosa, la distraía, la hacía enrojecer.
–Perfecto, guardaespaldas pero ese es un dato que no me interesa–
–¿Está segura?– inquirió el rubio mientras arqueaba sus viriles y pobladas cejas.
Ariana tragó.
>No pienses en el beso, no pienses en su cuerpo desnudo. ¡No pienses en nada, y mándalo al infierno!<
–Muy segura–
Emmet no le creyó ni por un instante. Ella se sentía atraída por él, le había quedado muy claro aquella mañana cuando se devoraron las bocas en la cocina de la residencia Butera.
–De acuerdo, diga lo que quiera, pero no bajará sin mí. No creo que haga falta que le recuerde que usted sigue siendo Ariana Grande. Famosísima cantante con montones y montones de admiradores en todas partes, y que así como ese chico, puede surgir cualquier otro loco que se obsesione con usted hasta querer hacerle daño. Uno nunca sabe–
Las palabras de Emmet ocasionaron que Ariana sufriera de un estremecimiento.
–No te necesito esta noche, Wyatt– aclaró la cantante de inmediato.
Pero el contexto era otro. Lo sabía él, y lo sabía ella.
La tensión sexual en el ambiente no apareció, porque ya se encontraba ahí, sino que incrementó haciendo que ambos se pusieran tensos.
–Yo creo que sí me necesita, señorita. Necesita a un hombre, para que... la cuide, claro–
Ariana sufrió un vuelco en el pecho.
–Ya tengo a Nathan, cuando llegue entonces no te necesitaré–
–Ajá– asintió Emmet en tono de burla. –¿Pero dónde está él en estos momentos?–
–Él... él llegará en cualquier momento, así que no hace falta que me acompañes–
–La acompañaré hasta que el señor Sykes llegue, y es mi última palabra–
Ariana se sintió realmente frustrada, pero prefirió no seguir discutiendo con él, y terminar confesándole que en realidad no sabía a qué hora llegaría Nathan, o sí realmente lo haría.
Bajaron juntos por el ascensor en silencio, y cuando llegaron al vestíbulo, él preguntó.
–¿A dónde desea que la lleve?–
La castaña negó.
–Nos quedaremos en el hotel porque no quiero a ningún reportero siguiéndome. Aquí hay un bar en el que seguro me divertiré, quiero decir en el que estaré tranquila esperando a Nathan–
Emmet rodó los ojos pero no replicó y se limitó únicamente a seguirla.
Antes de que entraran al lugar, Ariana se giró para mirarlo fijamente.
–Tú te quedas aquí– le aclaró. –Basta con que permanezcas en la entrada, allá dentro no me sucederá nada malo–
Muy a su pesar, Emmet estuvo dispuesto a obedecerla.
La vio entonces entrar, y caminar directo hacia la barra como toda una diva inalcanzable.
La vio compartir unas cuantas palabras con el barman, y entregarle un billete. Después de aquello le fue servida su primera bebida.
Ariana tomó el pequeño vaso de vidrio, y se lo bebió de un solo trago como si fuese una experta bebiendo. Sin embargo Emmet sabía que no era así, sino todo lo contrario, y la prueba fue cuando la terca y obstinada cantante comenzó a toser casi ahogándose justo antes de hacer una mueca de desagrado.
El guardaespaldas rió discretamente, sin embargo aquello no le resultó tan divertido cuando vio que se bebía un segundo vaso y un tercero, de lo que parecía ser... ¿qué? ¿tequila?
Se preguntó entonces qué mierda era lo que pretendía. ¿Embriagarse mientras esperaba la llegada de su noviecito?
Eso no tenía sentido, entonces decidió acercarse, sin embargo justo cuando lo hacía, vio cómo uno de los hombres del lugar, se acercaba hasta ella con toda la intención de ligarla, mirándola con ojos ávidos y apariencia de querer follar aquella noche, y mejor aún si era con una mujer tan hermosa.
–¿Por qué estás tan solita, lindura?–
Emmet arqueó la ceja. ¿En serio? ¿Pretendía seducirla con aquella frase de machito cachondo? Estaba seguro de que Ariana lo mandaría al carajo.
Sin embargo la cantante no lo hizo al instante, sino que se giró para mirarlo.
–Bueno... Esta noche tengo ganas de estar sola–
Pero el sujeto que era persistente, no tomó aquello como una invitación a marcharse, sino que se sentó junto a ella en el asiento contiguo, mientras su sonrisa se hacía más grande.
–Uy, pero eso fue antes de que me conocieras–
Era un imbécil. Emmet no pudo creerse que aquel payaso creyera que en serio tenía oportunidad.
Los ojos de Ariana ni siquiera parpadearon.
–A decir verdad, todavía no te conozco–
–Eso hay que cambiarlo. Me llamo Tony, ¿y tú?–
Por lo visto no la conocía ni tenía idea de lo famosa que era, eso era divertido, pero aun así ella tuvo pocas ganas de mentir.
–Ariana–
–Es un nombre hermosísimo, justo igual que tú, primor... Siento que ya estoy enamorado de ti–
Emmet esperó que en ese momento Ariana hiciera algo para alejarlo, se sorprendió al escuchar lo que ella respondió.
–¿De verdad?– sonrió. –¿De verdad te has enamorado de mí?–
El ceño fruncido de Emmet reveló lo confundido que se encontraba.
–¿Pero qué coño...–
¿Ariana en serio estaba filtrando con él? ¿Con ese cretino con aires de conquistador?
–Podría jurártelo en este instante–
La sonrisa de Ariana apareció.
–Wow– la escuchó exclamar. –Es lindo saber que esta noche he hecho que un chico se enamore de mí. ¿Sabes? Hoy no tuve un buen día–
–¿Ah no? ¿Y eso por qué?– el sujeto se acercó a ella, poco interesado en lo que ella le diría, sino más bien poniendo toda su atención en sus pechos y en su par de piernas.
–Porque esta mañana fui al doctor, y me dijo que el motivo de las ronchas en mi cuerpo se debía al sífilis que me contagió mi ex novio, ¿puedes creerlo?–
¡¿Qué?!
Emmet no se pudo creer que ella hubiese inventado algo así. Sus ojos grises se abrieron como dos órbitas, y miraron la escena todavía incrédulo. Sin embargo cuando observó cómo el chico huía inventando una excusa estúpida sobre su tía abuela que vendría a visitarlo desde Australia, no pudo hacer otra cosa más que soltar una larga carcajada.
Fascinado, estuvo a punto de acercarse a ella, sin embargo antes de que pudiera hacerlo, otro sujeto se atravesó impidiéndole llegar.
–¿Qué tal, Ariana?– la saludó entonces aquel joven.
A Emmet le molestaron dos cosas. La primera, que no luciera como un fantoche al igual que aquel otro idiota que había salido corriendo momentos antes, y la segunda, que la conociera.
Ariana lo saludó con una sonrisa, y le tendió la mano cuando él se la pidió para besarle el dorso.
–Hola–
–He visto de lejos cómo aquel sujeto ha salido huyendo de ti. No escuché nada de su conversación, pero estoy seguro de que se asustó al ver que eres demasiado mujer para él–
–Oh, vaya, muchas gracias. Qué lindo eres– Ariana le tocó la mejilla como si fuese un niño pequeño, acto que confundió un poco al hombre, aunque no le restó ni un gramo a la atracción que sentía por ella.
–Por supuesto yo no saldré huyendo, aquí me tienes, dispuesto a cualquier cosa por ti. Cualquier cosa que necesites–
Era romántico, y tenía labia. Emmet lo reconoció, sin embargo se cruzó de brazos esperando a que ella respondiera.
Desde luego esperaba algo legendario.
Ariana tomó aire, y lo miró fijamente.
–¿Podrías decirme si me veo bonita esta noche?– se giró para que él la mirara bien.
Al igual que el hombre anterior, este sujeto la recorrió completa con la mirada. Divertida, Ariana lo vio sudar, y tensar su nuez de adán, sin embargo no rió porque debía seguir en su papel.
–Pe...pero si te ves guapísima. No deberías de preguntar, estás espectacular... Te comería a besos en este instante–
La risa aparentemente nerviosa de Ariana apareció, y fingió sonrojo.
–Muchas gracias, sucede que estoy muy nerviosa. Hoy cumplo dos meses con mi novia–
Entonces la sonrisa del chico desapareció, y en cambio la de Emmet apareció.
Ariana tenía las formas más creativas para decir que no.
–¿Tu...tu novia? ¿Novia has dicho?– cuestionó impactado.
Sutilmente, Ariana asintió.
–Es Ronda Rousey, ¿la conoces?– cuando lo vio asentir nervioso, la cantante se acercó a él en modo confidente. –Mantenemos una relación secreta, pero estamos muy enamoradas. Ella es tan... única– los ojos le brillaron. –Y también muy celosa. ¿Sabes que mandó al hospital a un sujeto que quiso propasarse conmigo?–
–Lo...lo imagino– ¡Y valla si no! La mujer era una de las más importantes peleadoras de la UFC, una enorme masa muscular de la que cualquier hombre temería. De pronto, como por arte de magia, Ariana dejó de parecerle hermosa. –Yo... yo, las felicito, supongo que... que hacen muy bonita pareja– poco a poco fue alejándose de ella, intentando esconder el temor que sentía. –Será... será mejor que yo me vaya y así puedas esperarla tranquila. Oh, y por favor no te preocupes, su secreto está a salvo conmigo. ¡Nos vemos luego! ¡Love is love!– todavía convertido en un saco de temblores, pero forzando una gran sonrisa, el pobre hombre salió corriendo de ahí.
Ariana lo vio y entonces no pudo contener más las carcajadas.
Emmet al fin pudo acercarse, y entonces al verlo, la expresión de la cantante cambió por completo.
La irritación apareció.
–¿Por qué no puedo deshacerme de ti?–
El guardaespaldas ignoró el tono de enojo, y se colocó de pie junto a ella, en donde habían estado sus dos amiguitos de minutos antes.
–No puede celebrar su cumpleaños sola. Es obvio que Sykes la ha dejado plantada, y además usted acaba de espantar al último sujeto que se le ha acercado. Creo que tendrá que conformarse conmigo–
–Vete al in...infierno–
Emmet rió.
Terca, independiente, divertida. Se irritaría todavía más si le dijera lo adorable que le parecía en ese momento.
–Puede mandarme a donde quiera, pero no me marcharé–
En ese momento, el barman extendió hacia Ariana un vaso más de licor.
Emmet lo miró con el ceño fruncido.
–La chica no beberá eso, así que quítalo de aquí. Ni siquiera te lo pidió–
–¡Claro que lo beberé! ¡Dám...elo, Emmet!– argumentó Ariana pero fue ignorada.
Un tanto intimidado por el tono autoritario del rubio, el barman intentó explicarse.
–Bueno... ella me dio cien dólares cuando entro, y me dijo que le sirviera tequilas hasta que se le acabara el dinero. Aún no ha consumido ni la mitad–
Emmet metió la mano en el bolsillo, y sacó su billetera. Luego le entregó un Benjamin Franklin, idéntico al que Ariana le había entregado antes.
–No le sirvas más–
El barman asintió gustoso.
–Por supuesto–
–Ahora desaparece– le ordenó Emmet, y el chico obedeció con rapidez.
Ariana lo miró entonces realmente furiosa.
–N...No me gusta ser tra...tratada como una niña, ¿sabes, Emmet?– saltó ella de inmediato, aunque la ebriedad comenzó a marearla.
Emmet gruñó al recordar cómo la había besado, cómo la había tocado.
–¿La he tratado como a una niña, señorita Grande?–
Entonces el rubor apareció.
Los ojos marrones reflejaron sorpresa, y después... algo extraño.
Intentó recuperarse con rapidez, y no dejar que él supiera lo mucho que la afectaba aquel recuerdo.
–Estás decidido a ponerme ner...nerviosa, ¿verdad?–
El guardaespaldas negó.
–No, pero sí estoy decidido a cuidarla. Para empezar usted está ya bastante borracha, y no pienso dejarla aquí a merced de cualquier abusador–
Ariana estuvo a punto de replicar, sin embargo antes de que pudiese hacerlo, una voz la interrumpió.
–¡Emmet, al fin te encuentro!– era James, y a Emmet le pareció extraño verlo ahí. Además venía acompañado de Kylie.
De inmediato se acercó a él, mientras la pelinegra se pasaba de largo para llegar hasta Ariana.
–¿Qué hacen aquí?– le preguntó en tono bajo.
–Kylie se me pegó como chicle cuando supo que venía a Las Vegas, y yo estoy aquí porque tengo en mis manos algo importante. Ve– prontamente le mostró una de las carpetas de Butera Corporation.
Al ver de qué se trataba, Emmet se giró para asegurarse de que Ariana no estuviese viendo, pero ella parecía muy entretenida riendo con Kylie.
Enseguida se alejaron unos cuantos pasos más.
–Es del año en que murió tu padre–
Sí, Emmet ya lo había notado.
1999.
–¿De dónde la sacaste?–
–De una vieja bodega que tienen en el sótano. El archivero decía algo así como Contratos Pasados. Entonces supongo que debe venir algo ahí sobre todo el asunto de negocios que tuvo con tu papá–
Sí, Emmet también lo creía, y así lo esperaba. Se había llevado una desilusión muy grande cuando lo único que había encontrado en la carpeta pasada había sido una fotografía de Robert y su padre dándose la mano mientras cerraban aquel maldito trato que lo había llevado a la muerte.
–Gracias, James. Espero encontrar algo útil aquí–
–También yo. Le he dado un vistazo, y viene mucha información. Algo tendrá que servir, o como mínimo darnos alguna pista sobre dónde más buscar–
–Sí. La examinaré con cuidado–
–Escóndela bien, y procura deshacerte de ella en cuanto termines. Quise traértela aquí mismo porque estoy seguro que de habérmela quedado hasta que regresaras, alguien la descubriría. Recuerda que duermo en la misma habitación que Van Damme–
–Hiciste bien– lo felicitó Emmet. –¿Le pediste que te cubriera?–
James asintió.
–Le pedí un par de días al viejo, le dije que debía realizar una visita a la Base Militar de Texas, y él en serio me creyó– rió entonces con ganas.
Emmet también lo hizo.
–Tenemos suerte de que no haya decidido investigar más a fondo sobre ti–
James asintió.
–Lo sé, de haberlo hecho habría descubierto que en realidad nunca fui a la militarizada porque me dio diarrea el primer día–
–Claro, y regresaste corriendo como bebé llorón a casa de tus padres– Emmet soltó una carcajada más.
Los ojos de James se entornaron entonces.
–¿Sabes? Ya no es tan gracioso–
Emmet asintió, y le palmeó el hombro.
–Sí que lo es– sonrió. –¿Ahora, puedes cuidar de Ariana para que yo pueda subir a guardar esta carpeta en mi maleta?–
–Claro, pero no tardes mucho–
–No lo haré. Sólo cuida que la princesita no beba más, ¿de acuerdo?–
James asintió.
–De acuerdo–
Entonces Emmet se marchó.
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Cuando Ariana despertó, lo hizo únicamente porque los rayos del sol habían comenzado a molestarle.
Sus ojos se abrieron arrugándose en el proceso mientras se incorporaba poco a poco. Cuando finalmente lo hizo por completo, una fuerte punzada en su cabeza la hizo levantar ambas manos intentando detener el dolor.
–¿Qué pasó ayer?– se preguntó, y la no planeada referencia a aquella famosa película la hizo recordar que se había embriagado hasta perder la consciencia.
Sus sienes taladrándole de dolor, la boca seca, y el estómago revuelto le confirmaban aquel hecho, sin embargo no consiguió obtener ningún otro recuerdo de la noche pasada.
Mientras hacía intento de levantarse para llegar hasta el baño, Ariana hizo esfuerzos intentando recordarlo, pero sólo consiguió unos cuantos retazos, y un par de punzadas una más aguda que la otra.
Cuando estuvo completamente en pie, notó que la habitación en penumbra daba vueltas.
–Maldición– siseó molesta.
Después entró a la ducha, y se dedicó a asearse mientras continuaba con los intentos.
Lo último que podía recordar era a Emmet y ella discutiendo en el bar del hotel. Luego habían llegado Kylie y James. ¡Sí! Ellos habían estado ahí, podía recordarlos, pero después de que ellos llegaran todo se formaba borroso y distante.
Cerró los ojos, haciendo que los efectos de la resaca la golpearan sin piedad, pero no le importó aquel pequeño sacrificio si con ello obtenía un poco más de lo ocurrido esa noche.
Ariana obtuvo de pronto una imagen de las brillantes luces de Las Vegas pasando ante sus ojos mientras viajaban en taxi hacia algún lugar desconocido.
Iba sentada sobre el regazo de Emmet, reían sin parar, y ella llevaba una peluca y lentes de sol.
¡Cielo santo!
Eso podía recordarlo.
Iban todos borrachos, ella, Kylie, James, e incluso su guardaespaldas. Parecían entusiasmados de camino hacia algún lugar, pero era todo lo que acudía a la memoria de Ariana, a pesar de que tenía la sensación de que el destino había sido importante.
¿Pero a dónde se habían dirigido? ¿A algún casino? ¿A un show?
Lo ocurrido después del trayecto en taxi era un espacio en blanco.
Debía buscar a Emmet, a Kylie y a James, tal vez ellos podían recordar algo.
Eso haría pero antes debía terminar de vestirse.
Cuando estuvo ya vestida, con aquellos ajustados jeans, la blusita de tirantes y los tacones alto, comenzó a buscar su bolso, frustrada por el hecho de tampoco poder recordar en dónde lo había dejado.
Sin embargo en ese momento sucedió algo bastante peculiar...
El rayo de sol que se colaba por el resquicio de su ventana, hizo brillar algo inesperado.
Ariana miró su mano, y se dio cuenta de que no llevaba el enorme anillo de diamantes que Nathan le había dado como símbolo de su compromiso, sino que ahora llevaba una banda, una aparentemente de oro, que ella no había visto nunca.
Le pareció entonces bastante extraño, y aún peor no tener una explicación para eso.
Pero segundos después le dio un vuelco en el estómago, y se quedó congelada.
De repente la obviedad de la situación fue como una bofetada en la cara. Contuvo la respiración.
–¡No, no, no, no!– exclamó mientras negaba una y otra vez. –¡No!–
Olvidándose por completo de su bolso, Ariana salió corriendo de su suite intentando encontrar a sus compañeros de juerga.
Tocó con todas sus fuerzas la puerta dela habitación de Emmet, pero no obtuvo respuesta, y corrió prontamente al elevador.
Cuando llegó al vestíbulo del hotel, de pronto todo recuerdo apareció en su mente.
¡Todo!
Habían ido con James y Kylie a uno de los casinos más famosos de la ciudad, y se habían dirigido directamente a la capilla, en la que un imitador de Elvis Presley se encargaba de oficiar ceremonias de matrimonio.
Entonces ella había tenido una idea, una idea malísima... A la que Emmet no había puesto ninguna objeción.
¡Oh, maldita fuera! ¡No!
La cantante abrió los ojos horrorizada, y justo en ese momento él apareció.
–¿Señorita Grande?– la llamó desde un costado.
Ariana se giró temblorosamente para mirarlo.
–¿S...sí?–
–¿Qué es eso que lleva en el dedo?–
Entonces la cantante clavó la mirada en el dedo anular de su guardaespaldas.
Él también llevaba una banda idéntica a la suya, y al parecer no lo había notado.
Cerró los ojos, y no pudo contener el estremecimiento.
–Creo que es... un anillo de matrimonio–
¡Oh, Cielo santo!
Se había casado con Emmet Wyatt.
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–No– negó Emmet de inmediato una vez que hubiese escuchado todo lo que Ariana había tenido para contarle. Rechazando completamente todo lo ocurrido.
Ariana que en ese momento se sintió bastante ofendida por el hecho de ver a su guardaespaldas negando el matrimonio con ella, se puso en pie del sofá en el que había estado sentada, y lo miró acusadoramente.
–Bueno, yo tampoco me muero de felicidad por estar casada contigo, pero así es, Emmet. Nos hemos casado, y esta es la prueba– le mostró pronamente la mano en la que llevaba el anillo.
El guardaespaldas volvió a negar.
–No estoy refiriéndome a eso– replicó él de inmediato. –Si no que simplemente... me parece difícil de creer. Yo no lo recuerdo de ese modo–
–¿Ah sí? ¿Y qué es lo que usted recuerda?–
El problema era que Emmet no recordaba mucho.
Había bajado de su suite después de ir a guardar la carpeta, y se había encontrado con que James, no solamente no había cumplido con lo que le había pedido de no dejar que Ariana ingiriera más alcohol, sino que el muy imbécil había dejado que ella y Kylie lo emborracharan. Se había acercado entonces a ellos para detener la pequeña fiesta que mantenían, y entonces... todo estaba borroso. Lo único que sabía era que al final había cedido y él mismo había terminado tan ebrio como ellos.
–Mierda, no recuerdo nada– se estrujó entonces la cabeza con gran fuerza como si con aquello pudiese ser capaz de traer todos esos espacios en blanco que ahora lo torturaban.
–No podemos dejar que nada de esto se sepa– exclamó entonces Ariana pensando en sus propias preocupaciones.
La risa irónica de Emmet apareció entonces.
–Claro, no quiere que su noviecito se entere de que ya no podrá ser la señora Sykes, porque ahora es la señora Wyatt– le guiñó el ojo divertido.
Pero aquel chistecito no le pareció gracioso a Ariana en lo más mínimo.
–Cierra la boca, idiota, porque te exijo el divorcio en este instante–
Emmet volvió a reír.
–Sí, bueno, antes de hablar de divorcio tenemos que estar seguros de que en serio nos hemos casado. No sé por qué pero esto me huele muy extraño. ¿Además, dónde están Kylie y James?–
Era una buena pregunta.
–¿No los ha visto?–
El guardaespaldas negó.
–No. Tampoco atienden sus celulares–
–¿Entonces qué haremos?– preguntó Ariana de inmediato.
–Para saber la verdad de todo tendremos que volver a esa dichosa capilla–
–Me preguntó dónde habré dejado la peluca– se dijo la cantante a sí misma.
Emmet frunció el ceño.
–¿Cuál peluca?–
–Tengo el vago recuerdo de haber comprado una anoche para que nadie me reconociera en la calle– algo que le agradecía eternamente a su yo borracha.
–Rece porque no haya ahora fotografías de usted en plena juerga por todo internet–
Ariana negó.
–Hasta ahora no he recibido llamadas de Scooter ni de mi publirrelacionista, así que creo que no llamé la atención de nadie–
–Bueno, pero puede que en los próximos días aparezca por ahí la noticia de que usted y Ronda Rousey mantienen un romance lésbico. ¿Recuerda lo que le dijo al chico que sí la reconoció?–
Lo recordaba, pero Ariana sólo se hundió de hombros.
–Sí, pero ¿qué importancia puede tener si nada de aquello es cierto? Simplemente lo negaré, Ronda también lo negará, y luego quedará olvidado–
–¿Y lo de su enfermedad de transmisión sexual? El sujeto no la reconoció pero puede suceder que después lo haga–
De nuevo Ariana le restó importancia.
–Negaré cualquier cosa que se diga de mí en estos días, incluyendo eso de que me casé con mi guardaespaldas por culpa de una borrachera. Andando, Emmet, no quiero perder más tiempo. Compraré otra peluca en la tienda del hotel–
–Con lentes y una mascada bastará, ¿tiene en su suite?–
Ariana asintió.
–Iré corriendo, también necesito mi bolso–
–Bien, yo la esperaré en la entrada del hotel. Tendré el auto ya listo para que nadie nos vea salir–
Cuando se separaron lo hicieron a toda prisa. Necesitaban solucionar aquel lío.
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Cuidándose de no ser vista, Ariana caminó con todo cuidado hasta conseguir entrar al casino.
Emmet la miró y rodó los ojos.
–No sea exagerada. No hay ningún reportero por aquí–
La cantante alzó su mirada hacia las luminosas y llamativas calles y sólo observó a los autos pasar.
–Anoche mismo se llevaron a cabo unos premios muy importantes en esta ciudad, así que montones de famosos siguen aquí, y los reporteros lo saben. Podrían estar en cualquier lado–
–Bueno, eso debió haber pensado anoche antes de ponerse como una cuba–
Ariana lo miró enfurecida.
–Te recuerdo que tú terminaste tan borracho como yo, y peor aún porque tú no puedes recordar nada–
Ella tenía razón, y eso lo hizo enfadarse.
–Bueno, pero yo no tengo una imagen que cuidar, y sobre todo no tengo a una prometida creyendo que seré incapaz de casarme con alguien más–
Golpe bajo.
Las mejillas de Ariana ardieron, y él pudo notarlo aún bajo los gigantescos lentes oscuros.
Sin responderle nada más, la cantante dio media vuelta y se adentró en el lugar.
Se disponía a preguntar dónde podría encontrar la famosa capilla, cuando a unos cuantos metros encontró un llamativo y colorido letrero que mostraba una flecha hacia su dirección.
Ariana corrió de inmediato, pero se llevó una desilusión muy grande al encontrarlo cerrado.
Emmet exhaló frustrado a su espalda, pero enseguida se movilizó.
Se acercó entonces a uno de los empleados que se dedicaba a trapeaba el suelo, y quien se molestó un poco al ver cómo el guardaespaldas lo ensuciaba todo de nuevo con sus zapatos.
–¿A qué hora abre este lugar?–
–Hasta las siete de la noche–
–¿Dónde puedo encontrar a Elvis?–
–Esa es información confidencial. Así que si usted y su novia pretenden casarse aquí, tendrán que irse y volver después– les respondió un tanto enfadado.
Ariana negó, pues tenía el estreno de su álbum justamente aquella noche, y necesitaba estar en Los Ángeles más tardar al mediodía.
Emmet, que se sentía con pocos ánimos de ser amable, tomó al chico por la camisa arrastrándolo hasta él con violencia, y provocando que el agua enjabonada fuera derramada.
–En primera, amiguito, ya estoy casado– le mostró la mano. –Y en segunda, me importa una mierda si es información confidencial. Me lo dirás ahora mismo, y no estoy jugando–
Aterrorizado, el chico tembló de pies a cabeza, y cuando Emmet lo soltó fue incapaz de sostenerse en pie.
–Habitación 14, piso 2– respondió, y luego de aquello salió corriendo.
–Eso fue innecesario– le dijo Ariana cuando se acercó.
Emmet se hundió de hombros.
–Sí, bueno, al menos ese chico aprendió una lección–
–¿Cuál lección?–
–A no meterse con un guardaespaldas cabreado–
Sin más, Emmet tomó camino hacia las habitaciones, y Ariana lo siguió.
Llegaron justamente al segundo piso, y buscaron la habitación 14.
Luego de varios intentos tocando a la puerta, el condenado imitador continuaba sin abrir.
–Quizá ese chico nos mintió–
–Estuvo a punto de hacerse en los pantalones, ¿realmente cree que se hubiese atrevido a mentir?–
Ariana no encontró replica ante eso.
Continuaron tocando, hasta que Emmet comenzó a hartarse, y sus golpeteos se hicieron más pesados.
–Tal vez no está–
Emmet negó.
–Aquí está. ¿Ve eso de allá?– señaló la chaqueta roja brillosa que seguro era parte de su atuendo. –Debió habérsele caído anoche cuando volvía–
Por fortuna, a los pocos instantes Presley les abrió, vestía calzoncillos largos, una camisa de resaque, y no llevaba el peinado que lo caracterizaba.
Parecía adormilado y de mal humor. Su trabajo nocturno lo dejaba tan exhausto que durante todo el día se dedicaba únicamente a dormir.
–¿Pero qué mierda quieren? ¿Cuál es su maldito problema? ¡No realizo bodas a esta hora!–
Emmet negó, y de inmediato entró a la habitación haciendo que él tuviese que empujarse hacia atrás.
Cuando Ariana también entró, cerró la puerta.
–El problema, Elvis, es precisamente ese... Nos casaste anoche–
El rostro del hombre se contrajo en una mueca de confusión. Los miró intentando recordarlos. A los pocos segundos lo consiguió.
–Oh, claro, ya los recuerdos. Usted me pareció muy conocida de alguna parte– le dijo entonces a Ariana. –¿Por qué no se quita eso de la cara para que me deje verla y saber así de dónde la conozco?– se acercó a ella, pero entonces Emmet se interpuso.
–Ella no va a quitarse nada. No la conoces, y punto–
Elvis miró al rubio grandote, y prudentemente dio un par de pasos hacia atrás, alejándose.
–De acuerdo, viejo. No tienes por qué ponerte así– alzó las manos en señal de paz.
–Me pongo así porque ella es ahora mi esposa, y mientras todo esto se soluciona, la considero de mi propiedad. Yo siempre cuido muy bien las cosas que me pertenecen–
Ariana miró a su guardaespaldas sintiéndose tremendamente ofendida.
–¡¿Disculpa?!– exclamó furiosa.
Emmet la ignoró, pero Elvis frunció el ceño.
–¿Su esposa, dice? Creo que está cometiendo un error, amigo–
Ariana y Emmet lo miraron fijamente.
–¿Un error?–
–¡Hable!–
–Sí– asintió el hombre. –Usted no traía consigo su identificación, y por eso no pude casarlos– dijo refiriéndose a Ariana.
Sonaba lógico, pero no todo terminaba de cuadrar.
–¿Y qué me dice de esto?– volvió a mostrarle los anillos.
–Oh, bueno, sus amigos... Ahora no recuerdo sus nombres–
–¿Kylie y James?– completó Ariana desesperada por escucharlo todo.
–Sí, eso, Kylie y James. Ellos dos sí se casaron. Dijeron que subirían a tener su noche de bodas en una de las habitaciones del hotel, y les pidieron a ustedes que les cuidaran las argollas para no ensuciarlas. ¿De verdad no recuerdan eso?–
Ariana y Emmet se quedaron paralizados al saber que no se habían casado, lo contrario de Kylie y James.
–Par de imbéciles– siseó Emmet.
Después de aquello se disculparon con Elvis por haber interrumpido su sueño, y le agradecieron por haber sido de gran ayuda.
Enseguida bajaron.
Se miraron fijamente a la cara, pero ninguno de los dos se atrevió a hablar de sus reacciones ante el hecho de que no estaban casados como habían pensado en un inicio.
–Tenemos que encontrarlos– le dijo Ariana seriamente.
El guardaespaldas asintió.
–Ese tipo dijo que subieron a una de las habitaciones de este lugar. Debo averiguar a cual–
Sin embargo antes de que Emmet pudiese acercarse a recepción, su celular comenzó a sonar.
Era James así que de inmediato respondió.
–¿Dónde mierda te has metido?– fue lo primero que le dijo.
Tras la línea, James parecía demasiado alterado.
–Emmet, tienes que venir a ayudarme. He despertado sin saber dónde carajos estoy, y me he encontrado con que Kylie quiere matarme. ¡Ni siquiera sé qué le hice!–
Emmet cerró los ojos irritado.
–Estás en el Caesars Palace–
–¿De verdad? ¿Y cómo llegué aquí?–
–Eso te lo contaré después, ahora sal de la habitación y fíjate bien en el número que tiene la puerta–
–De acuerdo– James obedeció, y segundos después le respondió. –Dice D115-F5–
–No te muevas de ahí, voy para allá–
–Por favor, no tardes mucho, Emmet– le rogó. –Kylie ha tomado una lámpara, se volvió loca... ¡No, Kylie!– después de aquello colgaron.
–Están en la habitación 115 del quinto piso, andando–
Ariana asintió y prontamente corrieron para arribar al lugar.
Cuando lo hicieron, pudieron escuchar los gritos incluso a muchos metros de la puerta.
No hizo falta que tocaran, pues Emmet la abrió sin más.
Lo que encontraron fue bastante gracioso e inusual.
James se encontraba desnudo, tapándose la parte delantera con uno de los cojines, mientras Kylie, vestida con un albornoz de hotel, le arrojaba todos los artículos que encontraba a su paso.
–¡Kylie, detente!– le pedía James entre gritos.
–¡Te mataré, cabrón!– era la respuesta de la muy enfurecida pelinegra.
Ariana abrió los ojos sorprendida.
Emmet exhaló.
–¡Alto!– les gritó autoritariamente, consiguiendo su cometido.
Kylie y James lo miraron.
–¡Emmet, que bueno que llegaste– exclamó James con una sonrisa aliviada. Corrió hacia él intentando abrazarlo, pero Emmet pronto se hizo hacia un lado.
–Eh, mantén tu distancia, jugador– ordenó el rubio, y pronto se adentró. –Quiero que me expliquen qué demonios está ocurriendo aquí–
De nuevo James y Kylie comenzaron a gritonear haciendo que sus palabras se hicieran inentendibles.
Emmet se llevó una mano a la cara, intentando tener paciencia.
–¡Joder!– les gritó. –En orden. Kylie, tú primero–
La pelinegra le sonrió entonces a su supuesto marido, con expresión triunfante.
–¡Sucede que este imbécil me ha emborrachado para follarme!– acusó. –Y sólo por eso es hombre muerto... ¡Lo mataré!– estuvo a punto de lanzársele encima de nuevo, pero Emmet consiguió atraparla para impedírselo.
–Sin golpes, sin violencia– le advirtió cuando volvió a colocarla en el suelo.
La furia de Kylie no disminuyó.
Emmet se giró hacia su amigo.
–James, ¿qué tienes que decir sobre eso?–
–¡Que ella fue la que me emborrachó a mí! ¡Yo ni siquiera recuerdo un carajo de anoche!–
El rubio los miró a ambos como si fuesen niños pequeños peleando por algo estúpido.
–Bien, yo les diré lo que ha ocurrido– anunció. –Los dos se embriagaron, y terminaron teniendo sexo, nadie violó a nadie, ¿queda claro?–
–Oh, y no te olvides mencionarles que además de todo ahora son marido y mujer– añadió Ariana un tanto divertida.
James y Kylie la miraron horrorizado.
–¿Qué dices?–
–¿Qué ha dicho? Bromea, ¿cierto, Emmet?– rió James más que nervioso.
Pero ni Emmet ni Ariana lo negaron.
–No bromea, James. Felicidades, ahora eres un hombre casado– le entregó entonces su alianza, mientras Ariana hacía lo mismo entregándole la suya a Kylie.
–Anoche se casaron en la capilla de este lugar, y si no nos creen pueden ir a la habitación 14 de Elvis, él se los confirmará– secundó entonces la cantante.
James y Kylie volvieron a discutir una vez más, yéndose de nuevo por los gritos, pero esta vez más enfurecidos que nunca, acusándose mutuamente y culpándose de aquella desgracia, según sus propias palaras.
Ariana se acercó de pronto discretamente hasta Emmet.
–¿Cuánto tiempo más vamos a estar aquí observando esta pelea conyugal?– le preguntó un poco preocupada. –Necesito estar en L.Á. antes de la una para el lanzamiento de mi álbum, ¿lo recuerdas? Es hoy–
¡Cierto!
Por poco Emmet lo había olvidado. Enseguida negó.
–Larguémonos ya, dejemos que el señor y la señora Franco resuelvan sus problemas–
Ante todo aquello Ariana no pudo hacer otra cosa más que reír mientras ella y su guardaespaldas salían de su habitación.
Ya había pasado por bastante aquellas primeras horas del día, a pesar de que todavía era plena mañana.
Se preguntó entonces a sí misma qué le depararía el destino para el resto del día.
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Debía sentirse nerviosa. Ariana lo sabía. Debía estar emocionada y expectante pero la realidad era que no había conseguido sentir ni una sola de esas emociones.
Su vestido era el perfecto, su maquillaje también, y por supuesto su peinado.
Aquella tarde la joven diva del pop lucía hermosa. En menos de una hora estaría llevándose a cabo el lanzamiento de su nuevo álbum discográfico, ese en el que había trabajado tanto y al que le había puesto tanto empeño.
Dangerous Woman.
Aquel proyecto significaba muchísimo para ella. Marcaría un antes y un después en su carrera, sería el final de la antigua Ariana, y el comienzo de una nueva.
Su disquera entera, sus productores musicales, todo su equipo de trabajo, y también Scooter, se encontraban contentos y no habían dejado de demostrárselo con obsequios, arreglos florales, llamadas y mensajes.
Ariana sabía que debía sentirse igual que ellos, pero no era así.
Hacía unos momentos que había abordado la limusina que la transportaría al evento en compañía de Nathan.
Su prometido era todo lo que podía esperarse de él. Aquella tarde parecía pulcro y atractivo. Impecable. Su rostro atractivo se encontraba bien afeitado, el cabello peinado hacia atrás y reluciente. Ropa de diseñador, desde luego.
Parecía el novio ideal, pero en esos instantes Ariana no podía dejar de pensar en otro hombre.
En Emmet.
Su nombre apareció abarcando todo espacio de su mente.
Ariana no podía creerse lo mucho que lo extrañaba.
Desde que ese guardaespaldas llegara a su vida, no se había separado de él, no había conocido lo que era tenerlo lejos, y en esos instantes estaba resintiendo su ausencia casi como si doliera.
Esa mañana Nathan le había dicho a Emmet, de manera muy déspota, tenía que recordar, que durante todo ese día no lo necesitarían, así que podía perderse un rato.
Ariana se había molestado mucho pues su prometido ni siquiera lo había consultado con ella, pero se había abstenido de replicar algo recordándose a sí misma que no debía importarle, que Nathan era el hombre de su vida, y Emmet no era... nadie.
Sin embargo antes de que se marchara, Ariana se había acercado discretamente a él para entregarle algo.
–¿Qué es esto?– le había preguntado Emmet con el ceño fruncido.
Entonces Ariana había susurrado.
–Si no puedes ir como mi guardaespaldas, puedes hacerlo como mi invitado... Si tú quieres, claro–
Le había entregado un pase para la fiesta. Él lo había tomado y después la había examinado con aquellos ojos grises que brillaban con un propósito que ella no entendía, pero que su cuerpo parecía conocer a la perfección. Había murmurado un agradecimiento a secas, después se había marchado.
Entonces Ariana se preguntó si iría, y el corazón le brincó con un atisbo de emoción que no pudo contener cuando pensó en esa posibilidad.
–¿Estás nerviosa, amor?– le preguntó Nathan devolviéndola a la realidad.
Ariana exhaló.
–Un poco– respondió pero no era verdad.
Su prometido se acercó a ella tomando sus manos, y utilizando la otra para acariciar su mentón.
–¿Ya te dije que te ves guapísima esta noche?–
–Sí, ya lo dijiste. Muchas gracias– sonrió aunque pareció forzada.
–Lamento mucho no haber estado contigo anoche en tu cumpleaños–
–También ya lo dijiste, Nathan– le recordó Ariana. –Y yo te respondí que no importaba. Comprendo que a veces tienes muchas responsabilidades en el trabajo–
Pero Nathan negó.
–Sé que me has perdonado porque eres muy buena, pero eso no significa que no me sienta mal con respecto a eso. Seguro te aburriste muchísimo sin mí, encima tampoco fuiste a esa fiesta de los premios–
Ariana recordó entonces la gran aventura que había emprendido con Emmet, James y Kylie, los cuatro demasiado borrachos.
Se puso tensa pero logró fingir.
–S...sí– volvió a mentir. –Me aburrí muchísimo, Nathan. Me fui a la cama muy temprano, y no desperté hasta en la mañana–
Nathan realizó un gesto de ternura, y apretó su mejilla justo antes de besarla en los labios.
Enseguida la limusina de detuvo, y por la ventana ambos pudieron ver a la inmensa multitud de reporteros que se encontraban esperando sólo por ella.
Ariana los saludó mostrándoles su radiante sonrisa mientras bajaba del vehículo.
Nathan le ofreció enseguida el brazo, y se dedicó a hacer exactamente lo mismo que ella, saludando y agradeciendo por su asistencia.
Las cámaras y los micrófonos de E! fueron los primeras en detener a Ariana.
–¡Ariana! ¡Debes estar emocionadísima! ¡Por favor cuéntanos qué sientes al estar a minutos de lanzar tu tercer álbum en estudio!–
–Pues, estoy muy emocionada, estoy viviendo un sueño–
–¡Vaya que sí! ¡Y dinos, ¿tiene algunas similitudes con Yours Truly o My Everything?!–
Ariana negó, pero aprovechó para mirar a sus alrededores sólo para ver si Emmet se aparecía por alguna parte.
–No, no. Esto es algo completamente diferente. Se sorprenderán muchísimo–
–¡¿Tienes la autoría de todas las canciones?!–
–Yo sólo ayudé a coescribir algunas, no quiero quedarme con el mérito de eso–
–¡Estupendo! ¡Aún así la voz cantante es tuya!–
–Gracias, muchas gracias–
–¡Disfruta tu fiesta, y te deseamos todo el éxito!–
–Gracias–
Ariana mandó un beso a la cámara, y luego Nathan la tomó del brazo arrastrándola discretamente hasta la entrada.
Pero mientras caminaba directo a aquel gran acontecimiento, lo único que la cantante hizo fue voltear hacia atrás intentando mirar por si...
>Olvídalo, Ariana< se dijo a sí mismo. >No pienses en él, no tienes nada que hacer pensando en él. Sólo es un empleado. Disfruta tu noche. Esta es tu noche<
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La carretera se abría, y las curvas se amoldaban justo a su paso mientras Emmet conducía su Harley por todo el asfalto tan veloz como si volara en dos ruedas.
Avanzando kilómetros y más kilómetros, sin poder explicar la sensación, únicamente vivirla.
Sólo dos elementos... Motocicleta y motociclista.
La brisa del viento golpeando su cara, sintiéndose que tenía el poder sobre toda velocidad, que podía sentirse libre.
El riesgo y la adrenalina siempre habían sido parte de su ser, de sus venas, de su existencia.
Eran como vitamina, cuan alimento.
Desde pequeño había necesitado acción. Emmet Garrett jamás sabría lo que era vivir sin ella.
Después de un largo y extenso viaje por las afueras de la ciudad, el rubio finalmente detuvo su camino deteniendo la moto al instante cuando estuvo de frente al gigantesco y característico letrero de Hollywood.
Emmet no podía engañarse y decirse a sí mismo que esa tarde había salido únicamente para volver a sentir aquellas sensaciones extremas por mero gusto o incluso nostalgia.
La realidad era otra.
Había salido porque había necesitado desesperadamente un escape.
Algo que lo hiciera dejar de pensar en Ariana aunque fuese por lo que restaba de la noche, sin embargo nada había funcionado porque la había llevado en la cabeza a cada instante.
>Ariana...<
Emmet exhaló mientras se quitaba el casco y lo colocaba en la parte frontal.
Estaba tan acostumbrado a su presencia, a tenerla cerca, a respirar el femenino aroma de sus cabellos, que en esos instantes él comenzó a sentir un vacío en el pecho, imposible de llenar.
La reacción lo hizo sentirse peor, si todavía era posible.
No quería sentir que la extrañaba ni que le hacía falta, pero era ya tarde para eso.
Sin poder evitarlo, Emmet atrajo los recuerdos de esa misma mañana, cuando habían pensado que él y Ariana se habían casado.
Maldita sea.
Aquella sola idea ocasionó que el vacío de su pecho se transformara en una sensación diferente.
Aquella pequeña belleza castaña convertida en su mujer.
Emmet se dio cuenta de que sin pretenderlo había estado conteniendo el aliento.
Se negó a pensar en ello. Se negó a pensar en cómo sería... Cómo sería tener el derecho de tocarla y de besarla.
La furia apareció entonces cuando se recordó que eso sólo lo sabría Nathan Sykes.
De pronto el malhumor del guardaespaldas fue imposible de contener.
Pensar que en esos instantes, ella estaba con él, lo hizo rabiar de una manera que resultó vergonzosa para sí mismo, y después de todo se vio obligado a admitir que desde que la había besado con tanta pasión y ardor, sentía que se moría por dentro sólo de imaginar que otro hombre pudiese besarla de la misma manera.
Intentando controlar aquellas violentas reacciones, Emmet negó un par de veces. Se llevó ambas manos a la cabeza para estrujársela, y después las bajó a su pantalón.
Fue entonces cuando recordó el pase de entrada que Ariana le había dado.
Su expresión cambió, y prontamente lo sacó.
Era una pequeña invitación rosada con un código.
Emmet se había dicho que no iría. ¿Qué mierda iba a hacer él en aquel evento si no estaría fungiendo como guardaespaldas?
¡Y un carajo!
Sin embargo cuando menos lo pensó, el rubio ya se encontraba de camino al sitio.
Pensó que era una mala idea, y que probablemente se arrepentiría, pero nada de aquello lo hizo detenerse.
Iría a la fiesta de Ariana, y que lo jodiera.
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Ariana subió a la pequeña plataforma aquella noche, luego de que Scooter, Pharell su productor musical, y Adam Sandler el presidente de su disquera se encargaran de inaugurar el evento, profanando lo contentos y orgullosos que estaban de su cantante estrella.
Cantó desde luego Dangerous Woman, que no podía faltar pues además de ser el primer single de dicho álbum, también era la canción que llevaba su nombre, y por ello la más importante del disco. Presentó también Be Alright, Leave Me Lonely, y Touch It, terminando con una gran sonrisa, y pidiéndoles que escucharan el álbum completo para que pudiesen conocer las canciones restantes.
Después de aquello la fotografiaron dejando que todas esas cámaras capturaran la imagen justa que ella había estado deseando representar. Una mujer sensual y atrevida, voraz y ansiosa de comerse el mundo entero.
Demi Lovato, las chicas de Fifth Harmony, Ed Sheeran, Katy Perry, Bruno Mars, Shakira, Akon, Alicia Keys, Drake, Adam Levine y un montón de compañeros más de la industria comenzaron a hacer fila para felicitar a Ariana, y desearle todo el éxito del mundo.
Ariana les agradeció a todos por su apoyo y su asistencia.
Finalmente fue el turno de Bella, su mejor amiga, y no dudó en darle un enorme abrazo.
–¡Eres la mejor, Ariana! ¡Ese álbum ya está que arde!–
–Muchas gracias, Bel–
–Lo digo de verdad, amiga, las canciones son un bom, y tú simplemente...– estaba por seguir alagándola cuando a lo lejos vio algo que le interesó bastante. –¿Aquel es Zac Efron? ¡Maldita sea, ¿por qué no me dijiste que lo invitaste?!– entonces la pelirroja desapareció de ahí a toda prisa.
Ariana rió pero antes de quedarse sola, su hermano apareció.
La sonrisa de la cantante se agrandó y pronto abrazó a Ansel con gran fuerza, a pesar de que la última vez que lo había visto había sido un par de días atrás.
–Tengo que decirte que este álbum me encanta pero creo que ya te lo dije hace tres meses cuando nos citaste a Liam y a mí para mostrárnoslo– aquello era cierto, antes que nadie, sus hermanos eran los primeros a los que les mostraba sus obras.
La carcajada de Ariana se escuchó al instante.
–¿Dónde están Nonna y el abuelo?– ni siquiera se molestaría en preguntar por su padre porque bien sabía que jamás se aparecería en una fiesta como aquella.
El rostro de Ansel cambió.
–Ellos no pudieron venir. El abuelo volvió a sentirse un poco mal, ya sabes, esos malestares que de pronto le dan, y su doctor le recomendó que no sería bueno viajar. Nonna se quedó cuidándolo–
Ariana se sintió muy triste, no porque ellos no estuvieran ahí, sino por el hecho de pensar en su abuelo enfermo. Esa misma noche lo llamaría para darle ánimos.
–No me gusta que se enferme... Está ocurriendo muy seguido, ¿no lo crees?–
Ansel asintió porque él también había pensado en lo mismo.
–Bueno, pero se pondrá bien, ya lo verás, hermanita. El abuelo es tan fuerte como un roble. No hay nada que pueda vencerlo, recuerda que lleva sangre italiana en las venas–
–Cierto– aquello la hizo sonreír.
–Ahora tú debes disfrutar de tu fiesta, y del lanzamiento de Dangerous Woman, escuché a Scooter decir que está subiendo a los charts como pan caliente, y los streamings van en aumento. Como siempre serás un éxito– le aplaudió sintiéndose orgulloso de ella.
Ariana no pudo contenerse y lo abrazó de nueva cuenta.
–¿Liam está aquí?–
–Sí, llegamos juntos, y con la pesada de Dakota que no dejó de hablar de protones y moléculas durante todo el vuelo– realizó entonces una mueca de asco. –Oh, pero no preguntes por papá. Ya sabes que él no vino–
Ariana exhaló resignada.
–Lo sé. Detesta esto a lo que me dedicó. ¿Puedes creerlo? Odia lo que me hace feliz–
–Bueno, sino lo hiciera dejaría de ser Robert Butera, supongo– rió Ansel. –Ayer en la cena le comenté que volvería a la universidad, y se puso contento, hasta que supo que me matricularé en Cinematografía, ¿pero sabes qué? Seguí tu ejemplo, y lo mandé al infierno, es mi vida–
–Ese es mi hermano– ambos chocaron entonces los cinco sintiéndose demasiado entusiasmados. –Es genial que hayas tomado esa decisión, Ansel. Mientras sigas lo que dicte tu corazón, siempre serás feliz, y sabes que me tienes a mí para apoyarte– se tomaron de las manos, y se miraron con cariño.
En ese momento Liam apareció.
–¿Dónde está la hermana más bonita y talentosa del mundo?– el mayor de los Butera, que usualmente solía ser un chico discreto y demasiado serio, se convertía en el más amoroso cuando de su hermanita menor se trataba.
Al verlo, Ariana corrió y se colgó de él abrazándolo.
–¡Liam! Dime que lo hice sensacional– bromeó ella.
El castaño sonrió.
–Pero claro que lo hiciste sensacional, Ari. Eres la mejor. Te daría veinte Grammys en este instante–
Los tres hermanos continuaron riendo y bromeando entre ellos, hasta que una muy adormilada e irritada Dakota los interrumpió.
–¿Liam?– llamó a su novio en tono de fastidio. –¿Podemos irnos ya? Estoy empezando a engentarme, además estoy muy cansada–
Aquella intromisión ocasionó que las risas entre ellos cesaran.
Liam se giró para mirarlos con una mueca en su rostro.
–Bueno, supongo que debo marcharme–
Ariana y Ansel odiaban que aquella cerebrito fuera siempre una manipuladora pero se abstuvieron de decir algo.
–Claro, Li. Gracias por venir, y descansen. No necesitarán llave para entrar a mi nuevo penthouse. Los de seguridad los dejarán pasar–
Liam se despidió con un beso en la mejilla, y de nuevo la felicitó por sus grandes logros. Dakota se pasó de largo sin despedirse. A los pocos segundos se marcharon.
–Supongo que la nerd se sintió fuera de su elemento en esta fiesta. Al final resultó mejor que se marchara–
Pero Ariana negó.
–No, porque se llevó a Liam– exhaló frustrada.
–Por cierto, ¿en dónde está Nathan?–
La cantante enseguida lo señaló.
–Está por allá con sus amigos–
Desde luego Nathan había contado con su propia lista de invitados en dónde había incluido a los más famosos socialités de los Estados Unidos, todos jóvenes ricos y con vidas lujosas al igual que él.
Ariana lo miró y sintió muy pocas ganas de estar ahí con ellos, donde seguro las conversaciones eran vacías, y el ambiente perturbador.
Nunca le habían agradado esas amistades de Nathan, y a decir verdad ni siquiera era capaz de recordar sus nombres.
Tampoco le interesaba.
Se dio cuenta entonces de que Bella se encontraba ahí con ellos, y parecía haber hecho buenas migas. No había conseguido conquistar a Zac Efron, eso estaba claro.
En esos momentos Nathan fijó miradas con ella, y para la desgracia de Ariana, comenzó a acercarse únicamente con el propósito de integrarla en aquella poco atractiva charla.
–Ven aquí, amor, mis amigos quieren saludarte– entonces colocó su mano sobre su espalda baja y la obligó a caminar junto a él.
A pesar de que Ariana no deseaba hacerlo, no le quedó más remedio que hacer lo que él le pedía.
Sin embargo en cuanto llegó a aquel círculo, no pudo sentirse más fuera de lugar. Les sonrió hipócritamente, aun así.
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Como pez fuera del agua.
Eso fue lo primero que Emmet pensó en cuanto la vio.
Había entrado al lugar sin problema presentando la invitación. Los guardias y encargados del evento lo habían dejado entrar de inmediato, pues según lo que había escuchado, el pase que Ariana le había entregado había sido uno de los más exclusivos y de acceso preferencial.
Después de todo aquello uno de los sujetos lo había acompañado por todo el pasillo que lo llevaría directo a la fiesta.
Fue entonces cuando la encontró.
Sólo con mirar su rostro, Emmet supo lo que ella pensaba, lo que deseaba.
Ariana quería desaparecer e irse muy lejos. Quería todo menos estar ahí.
Él podía darse cuenta, había aprendido a conocerla, a conocer su lenguaje corporal, y en ese momento ese mismo revelaba su incomodidad.
Emmet analizó a los demás ahí en la mesa, y descubrió a Nathan Sykes riendo como imbécil con sus demás imbéciles amigos.
Todos ahí parecían igual que él, forrados en dinero, pero patéticos y sin gracia.
La expresión aburrida de Ariana lo empujó a querer acercarse, pero enseguida se detuvo.
No podía hacerlo. Al menos no mientras estuviera cerca de él. Su prometido.
El guardaespaldas exhaló, y de pronto comenzó a sentir que él tampoco tenía nada que hacer ahí.
Emmet pensó de inmediato que probablemente el imbécil ahí era él mismo y no el mequetrefe de Sykes.
–Mierda...– siseó la maldición, y entonces dio media vuelta para marcharse, sin embargo al hacerlo chocó con uno de los invitados, que accidentalmente le derramó champagne encima, sin siquiera pedirle disculpas.
Celebridades, a final de cuentas.
El rubio rodó los ojos, irritado por tener que pasar al baño antes de irse.
Segundos después, a pocos metros de él, Ariana murmuró una disculpa con sus acompañantes, y argumentó que necesitaba ir al tocador.
Bella solía siempre ofrecerse a acompañarla, sin embargo en esos momentos parecía demasiado ocupada con sus nuevos amigos.
A Ariana no le importó. Lo único que deseaba era escapar de ahí.
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Emmet salió del baño de hombres minutos después, luego de que terminara de asearse. Por fortuna no había sido demasiado champagne, así que seguro pronto se secaría.
Caminaba distraído mientras se secaba las manos en los pantalones, cuando de pronto chocó con alguien más...
Sin embargo esta vez no se encontró con una estrellita estirada derramándole bebidas alcohólicas, sino con Ariana, que salía del tocador de mujer.
¡Oh, joder, Ariana!–
El vuelco en el pecho del guardaespaldas fue instantáneo.
Los ojos marrones de la cantante se iluminaron en cuanto lo miró.
–¿Emmet?– sonrió de manera tan hermosa que a Emmet le dolió profundamente el pecho.
–¿Cómo la está pasando, señorita?–
Pero Ariana no deseaba hablar de aquella fiesta.
–Creí que no vendrías–
Entonces él no supo qué responder. Se hundió de hombros, y la miró un tanto nervioso.
–Bueno, yo pensé lo mismo–
Ariana no pudo evitar detenerse a pensar en lo guapo que lucía aquella noche.
Sin traje, sin corbata, sin zapatos relucientes. Viril y excesivamente atractivo en pantalones de mezclilla, chaqueta de cuero, y botas.
Ese hombre exudaba testosterona vestido de cualquier manera, pero Ariana todavía no entendía por qué le encantaba tanto verlo en ropas informales, con ese aspecto de chico rudo que secretamente la excitaba.
–Te ves muy bien, Emmet– le dijo ella tímidamente.
Emmet alzó las cejas un tanto sorprendido, y sus ojos miraron su propio torso.
–¿Yo?– exclamó sin poder evitar una sonrisa, luego negó. –Por favor, véase usted... Se ve preciosa, pero supongo que ya se lo dijeron–
Era cierto. Se lo habían dicho decenas y decenas de personas esa noche, pero ninguna había conseguido afectarla de aquella manera.
El rubor apareció, y al verlo, Emmet sintió la feroz necesidad de tomarla entre sus brazos y besarla locamente.
Se contuvo.
–G...gracias– susurró ella, sin poder controlar el temblor de su voz.
–Sólo digo lo que veo... ¿Pero sabe qué más es lo que mis ojos ven?–
Ariana alzó la mirada y la clavó en él, esperando a que le respondiera.
–¿Qué cosa?–
–Que no está disfrutando de esta noche. Que el lanzamiento de su álbum ha perdido la emoción por alguna razón que no conozco. ¿Por qué, señorita?–
La cantante se quedó entonces sin respuesta alguna. No supo qué contestar.
Luego de unos segundos se hundió de hombros.
–A decir verdad... No era esto con lo que yo soñaba– miró a su alrededor. –Me refiero a las fiestas. Yo sólo quería cantar. Pero claro, las fiestas vienen incluidas y de vez en cuando debo sacrificarme– bromeó, y consiguió hacerlo reír.
Emmet exhaló y la miró fijamente.
–¿Entonces esta fiesta es un sacrificio?–
–En un principio no lo era– admitió Ariana. –Estaba muy emocionada, pero sólo era porque ya ansiaba que Dangerous Woman viera la luz. Pero ahora que ya lo ha hecho lo único que deseo es salir de aquí. Correr–
–¿Habla en serio?–
–¿Por qué lo pregunta?– inquirió Ariana.
Emmet sonrió.
–Porque yo puedo sacarla de aquí si lo desea–
Entonces los ojitos marrones se iluminaron incluso más, brillando como dos estrellas.
–¿Harías eso por mí?– preguntó ilusionada.
>Eso y más, nena<
–Por supuesto–
Sin embargo a los pocos instantes la emoción abandonó a Ariana, y su expresión se tornó dudativo.
–Yo... No sé si sea buena idea que me vaya, y deje la fiesta botada–
–¿Hay alguien que esté obligándola a quedarse?– cuestionó Emmet mirándola con el ceño fruncido.
–Pues no– contestó la castaña.
–Entonces no hay motivo para que se quede– respondió el guardaespaldas con simpleza. –La fiesta es suya. Usted manda, así que puede hacer lo que se le venga en gana. Esta tarde he estado en un lugar increíble, ¿quiere que la lleve?–
Él tenía razón.
Ariana volvió a sonreír de oreja a oreja.
–¡Sí!– saltó de alegría. –Sí quiero– contestó.
Emmet le ofreció entonces la mano, y ella la tomó gustosa.
La sensación fue cálida y tan agradable como nada para ambos. El contraste fue fascinante.
Sin embargo Ariana se detuvo en cuanto estuvieron cerca de la puerta de entrada.
–No puedo cruzar esa puerta– dijo de inmediato. –Hay reporteros, y no quiero que me vean salir–
El rubio concordaba en eso.
–Saldremos por las puertas traseras. Ahí nadie nos verá–
Ariana admiraba muchísimo la veloz manera de pensar que tenía su guardaespaldas, siempre encontrando soluciones. Le encantaba.
Consiguieron llegar entonces hasta las puertas de evacuación, escabulléndose sigilosamente, burlando la seguridad, y teniendo buen cuidado de que nadie los fuese a ver.
Luego de romper una de las cerraduras con la fuerza de una patada, Emmet consiguió sacar a Ariana a la zona trasera.
–¿Dónde está tu auto?– le preguntó ella entonces.
Emmet se llevó una mano a la nuca, y la rascó.
–Bueno, hay un pequeño inconveniente respecto a eso...–
Pero la castaña no comprendió.
–¿A qué te refieres?–
–Yo... yo llegué aquí en mi motocicleta. ¿Le molesta? ¿Cree que pueda subirse usando ese vestido que trae?–
Ariana bufó.
–No me molesta, Emmet, y claro que puedo subirme. Me emociona mucho la idea de subirme a una moto de verdad–
–¿Nunca lo ha hecho?–
–Nope. Está será mi primera vez–
Oh, pero Emmet deseaba ser su primera vez en otra circunstancia muy distinta.
Le sonrió.
–Entonces andando– pronto se acercaron a la gloriosa Harley, y Emmet le entregó el casco para su seguridad.
Ariana se lo colocó sin replicar acerca de despeinar su cabello como habría hecho cualquier otra mujer, y enseguida hizo intento de subirse.
Emmet la sostuvo con cuidado tomándola de la cintura para evitarle una caída debido a los tacones altos.
Después fue el turno del guardaespaldas, y al instante la encendió.
Instintivamente Ariana se abrazó al enorme y musculoso torso del hombre rubio que tenía frente a ella, y dejó que su cabeza descansara en sobre su espalda, encontrando calor y una comodidad difícil de explicar. La sensación fue suave y dura al mismo tiempo. Le gustó muchísimo, y cuando cerró los ojos deseó de pronto que aquel viaje nunca terminara.
Por su parte Emmet intentó concentrarse en conducir, por su maldita vida que lo intentó pero no lo logró del todo.
Tenerla detrás abrazándolo estaba haciéndolo sudar.
¡Mierda!
¿Se daría ella cuenta de que lo único que estaba logrando era excitarlo?
Emmet se dijo que debía mantener la calma y el control. De otro modo habría un accidente, y él nunca expondría la vida de Ariana de ninguna manera.
Por fortuna a los pocos minutos llegaron al vado donde aparecían las gigantescas letras que presumía Hollywood.
Detuvo la motocicleta, y pronto se dispuso a ayudarla a bajar.
Mientras lo hacía, Ariana miró con gran emoción y sorpresa todo aquel lugar.
–¡Wow!– exclamó. –¿Cómo descubriste este sitio?– le preguntó de inmediato.
–La verdad es que no tengo idea– respondió Emmet sinceramente. –Estaba conduciendo la moto por la carretera, cuando de pronto me detuvo justo aquí. La ciudad se ve increíble, ¿cierto?–
Ariana asintió.
En medio de la noche Los Ángeles parecía brillar mucho más, y desde aquella altura se miraba fantástico.
–La vista es hermosa– respondió emocionada.
Ella había dicho que la vista era hermosa, pero para Emmet era aún más bello lo que sus ojos miraban... Ella.
De pronto se quedó embobado, pero por fortuna reaccionó al instante.
Ariana sacó su celular y comenzó a tomar fotografías, por supuesto no las subiría a ninguna red social. Quería que ese fuese su secreto.
La idea de compartir un secreto con Emmet la emocionó internamente.
Por su parte el guardaespaldas tomó asiento en una de las inmensas rocas, y se dedicó a admirarla.
Luego de unos minutos, ella se giró y lo miró. Le sonrió sin poder evitarlo, y luego decidió acercarse para sentarse a su lado mientras se quitaba los tacones para descansar los pies un poco.
–Gracias por traerme aquí... Es... muy bonito–
–Sí que lo es– asintió Emmet. –Y no tiene que agradecerme. Me siento feliz de saber que pude rescatarla de aquella fiesta en la que no quería estar–
–Te debo una–
Él negó.
–No, no me debe nada. A mí también me gusta estar aquí– miró a su alrededor.
Ariana aprovechó su distracción para mirar toda la belleza salvaje que él representaba. Ojos grises, nariz arrogante, facciones masculinas y marcadas, la sombra de la barba que de pronto despertó en la cantante el deseo de tocar toda su asperidad y acariciarlo.
–No sabía que te gustaban las motocicletas– dijo ella entonces intentando desviar de sus pensamientos todo aquello en lo que había estado pensando.
Emmet asintió.
–La mía está en Boca, la tengo desde que era joven, pero esta acabo de comprarla– señaló su nueva Harley. –La verdad es que me gustan muchísimo–
–Suena muy tierno y cursi– bromeó Ariana.
Emmet rió.
–¿Acaso usted nunca tuvo algo que quiso mucho?–
Ariana asintió.
–Una muñeca que me acompañó durante toda mi niñez, pero la perdí cuando me trasladé a L.Á. Lloré muchísimo, pero creo que ya lo he superado–
Aquel comentario hizo que Emmet sintiera mucha curiosidad sobre ese asunto del inicio de su carrera, y no dudó en preguntarle.
–¿Cómo fue que comenzó en esto de cantar y ser famosa?–
Ariana soltó un suspiró de nostalgia.
–Bueno, fue mi sueño desde que era niña. Amaba cantar en los recitales de la escuela, pero papá lo encontró siempre como una estupidez, y fue peor aun cuando le dije que quería ser cantante. Desde entonces empezó esta guerra entre él y yo que muy pocos entienden– rió con ironía. –Me dijo que me olvidara de eso, que no era una profesión de verdad, que estudiara leyes o negocios internacionales, ¿pero crees que iba obedecerlo?–
–Por supuesto que no– sonrió Emmet.
–Mamá fue la que siempre me apoyó en todo. No le importó la desaprobación de papá, y me ayudó a buscar la oportunidad de mi vida. Nos enteramos un día de que Nickelodeon se encontraba haciendo castings para un nuevo show, y juntas nos montamos en un avión de Boca Ratón rumbo a Los Ángeles. Llegamos, hice las pruebas, a los productores les encantó, y quedé. Victorious y mi personaje de Cat Valentine fueron mi salto a la fama– en aquel entonces había sido una tímida e ingenua quinceañera que recién alcanzaba el éxito, la fama y su propia fortuna. Y aquello había sido sólo el principio. –Cuando la serie terminó Republic Records me ofreció un contrato para grabar mi álbum debut, y bueno, después de todo ese camino, aquí estoy con mi tercer bebé– le sonrió.
Emmet alzó las cejas sorprendido. Ya había leído algo de ese peculiar personaje y desde luego había visto algunos capítulos. Ariana se veía lindísima con cabello rojo. Tierna y angelical.
–Su talento la tiene donde está ahora. Se lo merece–
–La verdad es que no la tuve fácil. Muchos han dicho que por venir de una familia adinerada todo me fue regalado, pero no es verdad. Todo me lo he ganado yo solita–
–Yo no creo eso. Basta con escucharla cantar para convencerse–
A Ariana le gustaba mucho saber que a Emmet le gustaba su voz.
–Ahora tú cuéntame algo de tu vida– le dijo entonces.
Al guardaespaldas le sorprendió un poco su petición.
–Bueno...– dudó un instante. –¿Qué quiere saber?–
–¿Naciste en Boca?–
–Así es–
–¿Tienes hermanos?–
–De sangre no, pero considero a James como mi hermano–
Emmet rezó internamente para que a ella no fuese a ocurrírsele preguntarle por sus padres. Por fortuna no fue así.
–¿Cuántos años tienes?–
–31– respondió.
Lo que quería decir que le llevaba ocho años. La diferencia de edades le agradó muchísimo a Ariana.
–¿Cuánto mides? Eres el tipo más alto que he visto en toda mi vida–
–Metro noventa. Creo que ya hizo muchas preguntas, es mi turno–
Ariana asintió.
A ambos les emocionó ese jueguito de preguntas y respuestas.
Emmet se pensó entonces cuál sería su pregunta ideal.
–¿Ha escrito alguna canción?–
–De pequeña solía escribir muchísimo. Recuerdo que la primera que escribí fue cuando tenía 6 años. Trataba de algo sobre las gominolas y los chocolates. Pero ahora ya no lo hago mucho. No tengo inspiración para eso así que me dedico sólo a cantar. Me toca... ¿Tienes novia?– sabía que no era así porque jamás lo había visto hablar o salir con alguien, pero aun así deseaba oírselo decir.
–No. Mi turno. ¿Cuál ha sido el peor escándalo que le ha inventado la prensa amarillista?–
–Bueno, además de que cada año se inventan que estoy embarazada, creo que lo peor que se han inventado de mí fue cuando me acusaron de tener anorexia. Por eso me enojaba muchísimo contigo cuando me regañabas por mis hábitos alimenticios. Es cierto, tenía pésimos hábitos, pero nunca he padecido de trastornos alimenticios–
Emmet exhaló.
–Lo lamento, yo sólo estaba preocupado por usted–
Sí, y a Ariana le había encantado su preocupación en el fondo.
–Sigo yo– exclamó y luego de pensárselo preguntó. –¿A qué te dedicabas antes de ser guardaespaldas?–
–Era entrenador en un doyang en Boca. Enseñaba Taekwondo a niños y jóvenes–
Ariana se mostró impresionada. A decir verdad le costaba imaginarlo en plan de maestro, enseñando y compartiendo toda su sabiduría sobre aquel arte marcial.
–¿Te gustan los niños?– le preguntó entonces.
Pero Emmet no respondió al instante, sino que contraatacó con un pregunta más.
–¿A usted?–
La cantante se hundió de hombros.
–Supongo que sí– contestó. –Hay muchos niños que me reconocen en las calles, y se acercan a tomarse alguna foto conmigo. Suelen ser muy lindos–
–A mí sí me gustan– fue la contestación del guardaespaldas. –Es divertido trabajar con ellos–
Ariana lo miró, y admiró el color de sus ojos. Eran unos ojos fascinantes, una intrigante mezcla de azul y gris. Dependiendo del humor, le cambiaban como los cristales de un caleidoscopio. En ese momento mientras permanecía relajado parecían más hermosos.
Entonces ella se dio cuenta de que esa noche se había enterado de muchas cosas sobre la vida de Emmet Wyatt de las que antes no había tenido ni idea.
En realidad no lo conocía todavía del todo, pero tenía esa sensación que le decía que lo conocía desde hacía mucho.
Y el rubio se sintió de la misma manera. Maravillado por tener frente a él a la Ariana que no actuaba para la cámara ni fingía.
La verdadera.
Los dos volvieron a sonreírse.
Después de aquello hablaron durante horas sobre música, comida, libros, viajes, películas, gimnasio, incluso de la serie Los tres chiflados, de por qué a los hombres les gustaba tanto y de por qué las mujeres la odiaban. De cosas importantes, de cosas intrascendentes. Conversaciones interminables. Risas.
–No es gracioso –siseó Emmet después de haberle contado la anécdota de cómo había sido botado por su primera novia. Sin embargo cuando se dio cuenta de que en efecto era gracioso, tuvo que contener una carcajada. –De acuerdo sí lo es–
Ariana dejó entonces de reír y lo miró encantada de que él también estuviese riendo. Podía ser muy rudo a veces, pero eso hacía que sus sonrisas y bromas resultaran más especiales.
Para Emmet la sonrisa que vio en ella fue tan hermosa y desinhibida que le llegó al corazón.
Después de esa noche ahí alejados de la ciudad, él se dijo que no volvería a mirarla igual nunca más.
Ahora podía verla con otros ojos. La había humanizado.
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Emmet la había mirado con esos ojos tan penetrantes que daban la impresión de poder ver más allá de su falsa sofisticación, que sabía lo que escondía bajo su apariencia elegante y de diva del pop, pensó la cantante durante la madrugada de aquella noche, cuando se había encontrado ya acostada en la comodidad de su nueva cama, en su nuevo, inmenso y lujoso departamento.
Él lo sabía. Ariana estaba segura de que Emmet sabía quién era ella. Sabía que no se parecía en nada a la mujer que retrataban los medios de comunicación.
La veía como reamente era; La veía a ella misma.
No podía entender todavía por qué, pero así era.
Se preguntaba entonces qué demonios era lo que la había empujado a abrirse con él, a confiarle sus intimidades, y a permitir que él le confiara las suyas.
Antes de esa noche, ella ni siquiera había sabido que aquello podía ser posible. Compartir con alguien, revelarle emociones, miedos.
Era extraño porque ni siquiera con Nathan había compartido momentos tan personales como los últimos que acababa de vivir junto a Emmet Wyatt.
Ariana se dijo entonces que debía concentrarse en algo más. Por ejemplo la apretada agenda de trabajo que tendría para el día siguiente. Promocionales, entrevistas, una sesión de fotos, y mil cosas más, así que debía dormir ya.
Sin embargo resultó misión imposible. A pesar de que puso todo su empeño intentando contra ovejas para conciliar el sueño, todo lo que pudo pensar fue en él de todos modos.
I'm so into you, I can barely breathe, and all I wanna do is to fall in deep. But close ain't close enough 'til we cross the line. So name a game to play, and I'll roll the dice, hey...
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COMENTEN MUCHO PLSSS EN COMPENSACIÓN POR EL CAP LARGO!
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