"pesadillas"

La albina estaba atrapada bajo el agarre de Edgar, luchando y pataleando desesperadamente para liberarse. Edgar la mantenía inmovilizada y ella no podía hacer nada al respecto.

Colette: ¡Suéltame, por favor...!..

Edgar: Ya te dije que no lo haré. Te daré una lección por burlarte de mí y quiero que te quede claro que eres mía.

Con esas palabras, Edgar se acercó a su cuello y lo olió, esbozando una sonrisa mientras dejaba un chupetón. Colette solo jadeaba, intentando liberarse. Sentía que esa no era la persona que conocía como Edgar...

De repente, todo se volvió negro. Colette despertó de golpe, con el corazón latiendo aceleradamente. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que todavía estaba en el almacén.

Edgar: ¿Colette? ¿Estás bien? - entró al almacén.

Colette: ¿Eh?...

Edgar: Ya descansaste lo suficiente. Es mejor que vuelvas a tu puesto.

Colette: Espera, Edgar. Parece que tuve una pesadilla... Pero se sentía tan real. Tú estabas conmigo, me estabas intimidando y me causaste mucho miedo. Fue tan extraño...

Edgar: ¿En serio? Vaya...

El azabache muy extrañado le miró. Mientras que Colette seguía dudosa con lo ocurrido ya que parecía real.

Colette: ya dime la verdad. ¿Por qué lo hiciste?...

Edgar: ¿Que?. No entiendo de qué hablas.

Colette: el sueño parecía real, eras tú pero no siendo tu...

Edgar: tsk... Solo ya fue una pesadilla. Levántate. Es tu turno, que quiero descansar.

La albina obedeció en silencio, aún aturdida por lo ocurrido. Dejó a su compañero en el almacén y se dirigió hacia la sala principal. Sin embargo, algo en su cuello ardía, lo que confirmaba la existencia del chupetón. Significaba que aquello no fue solo una pesadilla.

El día había transcurrido y los jóvenes no se habían dirigido la palabra más que lo necesario para el trabajo. Edgar seguía herido y resentido, mientras Colette continuaba pensando en esa pesadilla que parecía demasiado real.




10:30pm.

Al finalizar su jornada, cada uno tomó su propio camino y se dirigió a casa. Él no podía dejar de pensar en Colette y en aquella noche en la que se habían divertido tanto.

Scarf: Esto no puede quedar así, Edgar. Tenemos que hacer algo al respecto.

Edgar: Yo no quiero hacer nada. Lo único que quiero hacer cuando llegue a casa es ducharme y meterme en la cama.

Scarf: No puedes permitir que Colette se escape. Ella te pertenece.

Edgar: ¿Eh? Claro que no. No después de lo que presencié...

Después de llegar a casa, Edgar se duchó y se metió en su habitación, dejando su bufanda a un lado.

Scarf: No podemos permitir que esto quede así.

El azabache solo quería dormir, pero su bufanda seguía hablándole.

Scarf: Ella te pertenece, Edgar. ¿No lo entiendes?

Edgar: Cállate. Colette no es un objeto. Ella puede hacer lo que quiera, no me importa...

Scarf: Estás mintiendo. Sé que en tu interior todavía la amas, ¿no es verdad?

Edgar: Ugh, no lo sé. ¡No me molestes! -gritó enojado mientras se tapaba las orejas con las almohadas.-

Pero la bufanda seguía insistiendo en que Colette le pertenecía y que debía actuar rápidamente.

Scarf: Déjame contarte el plan que tengo en mente.

Edgar, indeciso y sin poder conciliar el sueño, decidió prestarle atención a su bufanda esta vez. De repente, la puerta de su casa sonó.

Edgar se preguntó quién diablos podía estar tocando a esas horas. A regañadientes, se levantó de la cama, tomó su bufanda y se la colocó alrededor del cuello. Se acercó a la puerta y, para su sorpresa, se encontró con Fang, su ex mejor amigo.

Edgar: ¿Qué haces aquí?

Fang: Vengo a hablar contigo. ¿Puedo pasar?

Edgar: Tsk, no tengo nada que hablar contigo.

El azabache intentó cerrar la puerta en su cara, pero Fang detuvo el movimiento al colocar su pie.

Fang: Por favor, Edgar. No podré estar tranquilo si no hablamos.

Edgar dudó por un momento. A pesar de todo, parecía que quería saber con claridad esa inesperada confesión de su ex mejor amigo, que le parecía una completa ridiculez.

Edgar: Está bien, entra de una vez.

El joven karateca sonrió ante la aceptación y pasó al interior. Edgar se cruzó de brazos, esperando a que Fang dijera algo.

Fang: En primer lugar, quiero disculparme por la patada que te di...

Edgar: Supongo que ya no importa...

Entonces, un incómodo silencio se apoderó del ambiente.

Fang: Edgar, yo... sobre mi confesión, es verdad...

El azabache abrió bien los ojos y entrecerró los suyos, analizando a Fang.

Edgar: ¿Acaso eres gay?

Fang: ¿Eh? No, no lo soy. Quiero decir... -se rasca nerviosamente la nuca-. Pero también me gustan las mujeres. Podría decirse que soy bisexual...

Edgar: Tsk, nunca me lo imaginé de ti... Mi mejor amigo... No entiendo cómo de repente empecé a gustarte...

Fang: Bueno... es que realmente no sé qué decirte exactamente, pero me gustas por tu personalidad tan relajada y atrevida. Supongo que es solo un gusto muy extraño y me siento avergonzado.

El azabache se sentía cada vez más incómodo. No podía mirar a los ojos a su ex mejor amigo, así que se dejó caer en el sofá sumido en sus pensamientos. Fang se acercó y se sentó a su lado.

Fang: Sé que estás desconcertado, incluso en shock por lo que te dije. Lo entiendo. Pero ya no puedo ocultar este sentimiento que me consume cada día más...

El joven karateca posó su mano en el hombro de Edgar, intentando acariciarlo, pero el azabache no se lo permitió.

Edgar: Todo esto es difícil de procesar. Estoy pasando por muchas cosas, lo de Colette y ahora tu estúpida confesión.

Fang: Lo bueno de todo esto es que te hice abrir los ojos respecto a Colette. Ella no te quiere de verdad, no como yo lo haría por ti...

Edgar: Ugh, no digas tonterías. -Se aleja un poco más-. Lo único que quiero es tomar veneno para olvidar toda esta mierda.

Fang: Sé que estás pasando por un momento difícil, pero eso no significa que debas rendirte en la vida. Edgar, siempre he estado aquí para ti y siempre lo estaré...

El ambiente se volvió silencioso, pero no incómodo. Edgar miró a Fang a los ojos, y Fang también lo miró a él, recordando los momentos que habían compartido como mejores amigos. Separarse de Edgar no sería fácil para él. Entonces, Fang se acercó lentamente al rostro de Edgar, buscando sus labios. El azabache permaneció inmóvil, su cuerpo no se movía.

Edgar, paralizado, permitió que Fang llegara a sus labios en un leve roce. Luego, comenzaron a unir sus labios en un beso casto.

La bufanda, al presenciar esa escena desagradable, reaccionó rápidamente y empujó a Fang, haciéndolo caer del sofá.

Edgar: ¿Qué...? -Sacudió la cabeza de un lado a otro, confundido y aturdido.-

El azabache no podía creer lo bajo que había caído y cómo había sucedido todo aquello.

Fang: Vaya... -Se incorporó con una sonrisa- No era necesario recurrir a la violencia, aunque valió la pena sentir tus labios.

Edgar se levantó rápidamente, cubriéndose la boca y limpiándose los labios con el antebrazo.

Edgar: Yo no te empujé. Fue...

Entonces se quedó callado. Sabía perfectamente que Scarf había sido el responsable.

Fang: Oh, vamos, no me digas que tu bufanda actúa por sí sola. Aunque tiene sentido, es una bufanda mágica.

Edgar: Tsk, mejor vete...

Fang: ¿En serio? Pero al menos dime si te gustó el beso... Digo, fue corto pero increíble. -Se sonroja ligeramente-

Edgar: No me gustó para nada. Quiero que te vayas ahora mismo.

Fang: Entonces, ¿por qué te dejaste besar? -Se acerca más a su amigo- Solo quiero una respuesta para estar tranquilo...

El azabache retrocedió ante la cercanía, y por alguna razón se sentía nervioso. Su rostro se calentó y sus mejillas se sonrojaron. ¿Qué estaba pasando en su cuerpo? ¿Por qué temblaba?.

Entonces, en un impulso repentino, Fang tomó el rostro de Edgar con ambas manos y lo besó. Sorprendido, el azabache abrió los ojos de par en par, incapaz de reaccionar. Fang movía sus labios desesperadamente, esperando que su amigo correspondiera, pero esta vez Edgar lo empujó.

Edgar: ¡¿Pero qué diablos te pasa?! -Se cubrió la boca y se limpió los labios-.

Fang: Lo siento... Me dejé llevar por mis impulsos...

El joven karateca se sintió avergonzado y admitió que había actuado mal.

Edgar: Vete ahora mismo. -Le dijo seriamente-.

Sin protestar, Fang se retiró, aunque en su interior se sentía algo satisfecho por haberlo besado, pero también anhelaba más. Edgar cerró la puerta de su casa y se dirigió a su habitación, aún aturdido por lo sucedido.

Scarf: ¿Qué demonios fue todo eso? - se pronunció.-

Edgar: No lo sé...

Se dejó caer en la cama, pensando en muchas cosas, en esas nuevas sensaciones que estaba experimentando y que le parecían extremadamente extrañas.

Scarf: ¿Cómo que no lo sabes?. Dejaste que ese idiota de tu amigo te besara. Es repugnante.

Edgar: Cállate, ¿sí? No me hables. Quiero dormir. Descansar. No me importa lo que me digas, no te escucharé.

Scarf: Será mejor que pongas en su lugar a ese tipo. Nuestros planes involucran a Colette y no permitiré que nadie los arruine.

Edgar: Sí, como tú digas... -Le respondió con desinterés mientras ansiaba dormir-

La bufanda se soltó del cuello de su dueño y le dio una fuerte bofetada para despertarlo.

Edgar: ¿Qué demonios, no entiendes que quiero dormir?

Scarf: Lo que no entiendes eres tú, mocoso.

Edgar: ¡Agh! Todo esto parece una maldita pesadilla. ¡Déjame en paz y déjame dormir! -Agarró su bufanda y la arrojó al suelo.-

Scarf: Parece que no me queda más opción que manipularte a mi antojo.

Con un movimiento rápido, Scarf volvió a la cama, dejando a su dueño desconcertado por sus palabras.

Edgar: ¿Qué estás insinuando?

Scarf: Eres patético. No puedes hacer las cosas bien. Así que a partir de ahora, tomaré el control de todo.

En ese momento, la bufanda se enrolló nuevamente alrededor del cuello de su dueño, emanando un aura morada oscura y maligna. Edgar luchaba entre quejidos y desesperación, intentando quitársela, pero de repente cayó en un trance, sus ojos cambiaron a un rojo carmesí. La bufanda había tomado el control total sobre su cuerpo.

Decidido a llevar a cabo su plan, Scarf se dirigió a la casa de Spike. Con una patada poderosa, destrozó la puerta de la vivienda. Mientras Spike dormía plácidamente en su habitación, Edgar, ahora bajo la influencia de Scarf, comenzó a registrar la casa en busca de un arma. Rápidamente encontró un afilado cuchillo en la cocina y se dirigió con determinación hacia la habitación de Spike.

Edgar: ahora si no tendrás escapatoria.

Sin darle tiempo a reaccionar, Edgar abrió la puerta de un fuerte golpe y se acercó rápidamente a Spike, quien aún estaba adormilado. Antes de que pudiera comprender lo que estaba sucediendo, Spike sintió un dolor punzante en el pecho. Edgar le había clavado el afilado cuchillo.

Entonces empezó apuñalar repetidas veces contra su pecho. Hasta que el cuerpo de Spike quedó sin vida. Solo se escuchaba la risa siniestra de Edgar resonar en la habitación.


♤♡♤.

Hola queridos lectores.

Ohh nunca pensé hacer una escena de EdgarxFang y eso que ni fan del ship soy jaja

Espero me haya quedado bien.

Bueno a ver qué ship ganará al final o quizás no gane ninguno.

Ahora me despido y gracias por ser tan paciente con la historia. Por sus votos y comentarios.



Bye. ❤️

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