Una nueva vida
~Capítulo 1~
Iba rumbo a mi nueva casa después de un duro entrenamiento con el maestro Baek Cho, mientras el chófer se encargaba de conducir la camioneta todo terreno en color negro, que había adquirido para facilitar mis misiones; viendo el camino me perdía en mis pensamientos intentado tomar un respiro, me sumergía en mis añoranzas, en lo que deseaba con todo mi corazón y sin embargo, sabía que no podía tener más.
Viendo las nubes correr en el cielo azul, suspiré presionando entre mi mano aquel raro y único relicario que me acompañaba siempre alrededor de mi cuello; jamás me lo quitaba desde aquel día que llegó a mis manos y aquella rosa negra junto a la nota escrita con el puño de mi amado demonio, la guardaba siempre en un lugar especial y único.
Pasaron tres años exactos desde su muerte y cada día lo extrañaba más.
Jamás me acostumbré a su partida, nunca superé el hecho de que ya no estaba más conmigo y de ningún modo lo superaría. Me aferraba con fuerzas a lo único que me quedó de él y eso se convirtió en mi vida, en mi mayor tesoro y lo que me daba las fuerzas para seguir adelante.
Un regalo único de él.
Una parte de él.
«— Ningún mar en calma hizo experto a un marinero, Isabella» — dijo una vez el maestro Cho. Citó esas palabras en uno de esos momentos de depresión que me daban, al verme sin el hombre que tanto amaba.
Mi Elijah, jamás lo olvidaría y mi amor por él nunca moriría.
Su recuerdo hacía mis días más pasajeros y con mucha paciencia vivía esperando el momento en el que cobraría venganza por su muerte; Derek fue por mucho tiempo el primero en mi lista, pero en definitiva... Fantasma lo había desbancado no solo al arrebatarme a mi padre, sino también a mi demonio.
Diversos países y distintos continentes fueron mi hogar durante todos esos años, nunca me quedaba mucho tiempo en uno solo, lo hacía por seguridad y hasta ese momento me estaba funcionando. No regresé a Richmond, Virginia desde dos años y siete meses atrás en el que salí de allí junto al maestro; hablaba con Myles y Eleanor de vez en cuando, pero incluso ni ellos sabían mi verdadero paradero.
Siempre era mejor así.
En la actualidad me encontraba en Tokio de nuevo, La Orden a la que pertenecía había solicitado mi presencia debido a ciertos problemas y estaba ahí para solucionarlos. La oscuridad que una vez se instaló en mi corazón estaba logrando llegar a mi alma, pero tal cosa era algo que ya no me importaba — de cierta manera me sentía feliz así —, aunque eso significara perder a mis amigos.
Prefería no tenerlos, ni tener sentimientos que me volvieran vulnerable. Era mejor así para la seguridad de quienes me importaban.
La Orden del Silencio era mi nueva familia y una herencia de Leah White Miller — mi madre — que me tomó por sorpresa. Cuando el maestro Cho me informó de todo, fue impactante y sumirme en lo que se hacía en esa organización, fue como una salida de mi patético mundo. Mamá creó La Orden después de que papá le ayudase a salir de las garras del infeliz de Lucius Black y poco a poco fueron creciendo hasta formarse en una organización de justicieros casi igual a Grigori, con la diferencia de que en La Orden se asesinaba de manera silenciosa y se hacía solo con candidatos que se lo ganaban a pulso, aunque ambas organizaciones tenían algo en común: al igual que en Grigori, en La Orden la traición se pagaba con muerte.
Cambié el lema de mi antigua organización: «Justicia, razón y pasión... hacen a un Grigori de corazón» por el de La Orden: «Sigilo, justicia y piedad... hacen a un silencioso de verdad».
Cuando conocí ese lema, lo primero que hice fue preguntarle al maestro cuál era la razón de escogerlo y respondió con las frases: «Sin piedad la justicia se toma por crueldad. Y la piedad sin justicia, es debilidad», explicó que por esa razón en La Orden se balanceaban ambas cosas así como el bien y el mal en el yin yang, pero le añadían el sigilo ya que era su mejor forma de actuar.
Mi lugar en Grigori y en las empresas de papá estaba en manos de Elliot y Dylan, con quienes a pesar de haber perdido la comunicación, seguía manteniendo la confianza para que actuaran por mí y por lo que sabía, lo estaban haciendo muy bien. Aunque los Vigilantes se cruzaran en su camino de vez en cuando. De Tess, Jane y los demás chicos no sabía nada, pero por lo que una vez escuché, las primeras dos me odiaban por haberme desaparecido de sus vidas y mi hermano junto a Elliot se encargaba de calmarlas, manteniendo un poco de confianza en mí.
Mi hermano y única familia.
Casi no tuve tiempo para acercarme a él y aunque al principio nada fue bueno entre nosotros, con el tiempo logramos llevarnos de forma civilizada y sabía que si nada hubiese sido como fue, tal vez en esos momentos habríamos sido los mejores hermanos.
Pero él hubiese no existía.
Así era. Y la vida fue una mierda conmigo por eso tomé decisiones que me alejaron de todos.
Salí del coche y entré a casa, lo primero que hice fue llamar a Italia y comunicarme con Maokko Kishaba — una chica de La Orden y mi mejor amiga desde dos años atrás en que la conocí — la única a la cual le confiaba mi vida. Después de asegurarme de que todo estaba bien, fui a tomar una ducha para luego intentar dormir.
El día siguiente sería pesado y muy largo.
— Buenas noches, mi amor — susurré a la imagen de Elijah colocada en la mesita de noche a un lado de mi cama. No obtendría nunca una respuesta, sin embargo, en mi mente su voz me susurraba una que siempre añoraba: «Buenas noches, White».
Extrañaba como loca su voz.
Yo más.
____****____
Como lo predije antes, había tenido un día muy pesado. Sensei Yusei — el segundo al mando en La Orden — nos informó de ciertos percances en la ciudad, una nueva banda de criminales estaba ocasionando demasiados problemas y atemorizando a todos. Eso era algo que no lo podíamos permitir y por lo tanto íbamos a encargarnos de ellos.
Todo el plan estaba trazado y listo, la gente encargada de investigar nos informó antes que algunos integrantes de dicha banda estaban reunidos en un club nocturno y era allí a donde nos dirigíamos para arreglar eso de una vez por todas.
Me urgía hacerlo para así poder marcharme de nuevo a Italia.
— ¡Chica Americana! — me llamó el maestro Cho cuando ya me iba — Ten cuidado con lo que te enfrentes y no olvides ocultar tu identidad — asentí en respuesta y antes de salir del viejo almacén que usábamos para reunirnos, coloqué bien la capucha en mi cabeza y cubrí mi rostro dejando libre solo los ojos.
Nuestros uniformes eran en color rojo vino y parecíamos unos verdaderos ninjas.
Salí de ahí junto a Caleb, un chico inglés que desde que llegué a La Orden se convirtió en mi más fiel compañero de batalla. Tiempo después llegamos al lugar indicado junto a los demás integrantes de La Orden.
Los infiltrados en el club hicieron su trabajo y para cuando llegamos, aproximadamente quince tipos vestidos de negro en su totalidad... fueron acorralados en un callejón de atrás del club. Me tensé de inmediato cuando alcancé a ver la "V" en color rojo, grabada a un lado de la vestimenta de esos hombres; viejos recuerdos llegaron a mi mente, remembranzas muy malas que durante mucho tiempo traté de obviar.
— ¿Qué sucede, Isabella? — preguntó Caleb a mi lado, sacándome de mis pensamientos. Se lo agradecí en silencio.
— Necesito que te encargues de esta situación — pedí y asintió.
Nos acercamos juntos hasta esos imbéciles y con cada paso que daba mi corazón se aceleraba, sabía que algún día ese momento llegaría y quería estar preparada, pero estando ahí comprobé que no era así.
Dejándome llevar por la adrenalina del momento, saqué mi katana y las ganas de matar a esos idiotas cada vez eran más fuerte.
— Nos han informado que habéis llegado aquí para atemorizar a la ciudad — habló Caleb con su voz dura y fría — y eso es algo que no podemos permitir.
— Nuestras órdenes han sido ganar esta ciudad — habló el más valiente del grupo.
— ¡Lo único que ganarás será la sangre de tus compañeros! — la advertencia de mi colega era muy verdadera, si no se iban correría sangre y yo derramaría mucha de ella.
El momento al fin había llegado, Isa.
Sí, creía que ya era hora de cobrar un poco de todo lo que me debían.
— ¿¡Qué te hace pensar que será fácil derramar nuestra sangre!? — empuñé con más fuerzas la katana, mi corazón comenzó a latir desbocado al escuchar de nuevo esa voz robotizada; de entre las sombras y abriéndose camino a través los demás tipos, salió él. Esa vez lucía un traje igual al nuestro, pero en color negro y como siempre, una máscara cubría su rostro y dejaba ver solo sus ojos; sus músculos estaban más marcados y por eso su cuerpo se veía más fornido. Se le notaba más imponente y su mirada era más fría.
En otros tiempos me hubiese dado terror verlo porque de verdad lucía muy malo, un tío duro en todo el sentido de la palabra. Sombra había cambiado demasiado y estaba consciente de que yo también lo hice mucho, pero él...
¿Él, qué?
Él seguía pareciéndose demasiado a Elijah y mi corazón dolió al comprobarlo.
Sombra era mi enemigo a muerte y odiaba que me recordara tanto al hombre que amé, que aún amaba y que la organización a la que él pertenecía asesinó.
— ¿Lo comprobamos? — retó Caleb sin inmutarse y esa era una señal para nosotros — Iros de aquí por las buenas o morid.
— Veamos quién muere entonces — por supuesto que ese idiota tampoco se inmutaría.
Me obligué a salir de mi idiotez cuando la pelea comenzó y sin esperar más me fui por varios de los imbéciles presentes; tal vez esa no era una venganza, pero por lo menos comenzaría a disfrutar de matar a varios de ellos. Nosotros éramos menos y por lo tanto nos tocaba luchar contra dos o tres al mismo tiempo, no obstante, ese no era ningún problema.
Estábamos entrenados para matar y preparados para batallas como esas.
Clavé mi katana en el pecho de uno de esos estúpidos y su sangre salpicó mi ropa, cayó inerte al suelo y sin perder tiempo me fui por otro; Caleb luchaba con dos más y varios de mis compañeros también lo hacían. Logré ver cuando uno de los tipos se acercaba a mí y traté de alejarme, no por miedo... sino porque no quería estar cerca de él. Aunque mi huida fue truncada por su sable, se colocó a un lado de mí y detuvo mi paso cuando sentí el filo del arma en mi cuello.
— ¿Por qué huyes? — preguntó muy cerca de mí y mi cuerpo fue recorrido por un escalofrío.
No quise responderle, en cambio, me alejé de él en un rápido movimiento y tomé posición de ataque. No le veía, pero podía asegurar que estaba sonriendo. No esperé mucho tiempo y lo ataqué sin remordimiento alguno; en dos ocasiones evité que lo mataran, mas en aquel momento estaba dispuesta a hacerlo yo misma.
Él te protegió, recuérdalo.
Sí maldita consciencia, lo hizo.
Y por eso no permití que lo mataran antes, pero no me protegió de lo peor, no estuvo allí para mí aquella noche y él era parte de esa puta organización, tenía que morir. Lo ataqué con más fuerzas y logré derribarlo; deseaba hundir mi katana en su pecho y se percató de eso. Con agilidad bloqueó mi ataque y me hizo dar contra la pared de uno de los edificios, puso su antebrazo en mi cuello y me dejó inmóvil. Nuestras respiraciones eran agitadas, ambos jadeábamos por el cansancio y su cercanía no ayudaba en nada, su parecido con Elijah me aturdía demasiado, aunque me obligué a verlo diferente.
Él no era Elijah.
— Sabes pelear muy bien — halagó y deseé escuchar su propia voz y no hacerlo a través de ese aparato en su cuello —. No comprendo por qué querías huir — intenté zafarme de nuevo, mas me fue imposible. Nada estaba saliendo bien y tenía que salir de ahí — ¿Eres muda? Porque sé que eres chica; incluso con este traje puedo ver tus curvas — me removí incómoda y como pude puse mi katana en su cuello —. Muda, excelente luchadora, con buenas curvas y lista — inquirió con diversión —. Quiero comprobar si también eres hermosa — concluyó y en un rápido movimiento arrancó mi máscara dejándome al descubierto.
¡Joder! Vi la sorpresa en sus ojos, la incredulidad y hasta alivio, algo que me desconcertó mucho. Me alejé de él de inmediato y me lo permitió al fin.
— ¡Isabella! — susurró con asombro y escuchar mi nombre con su voz de robot me paralizó por unos segundos.
— Diría que la misma, pero entonces estaría mintiendo — formulé queriendo escucharme fuerte; dejándome sorprender de nuevo por él, me tomó de la cintura y me arrastró a la oscuridad de los edificios — ¡Suéltame, imbécil! — mascullé, no le importó. Cuando llegamos a un lugar apartado de todos me soltó la cintura, aunque sus manos enguantadas se apoderaron de mi rostro.
— ¡Demonios! Te he buscado por mucho tiempo — esa declaración me dejó sin palabras, sus manos continuaron su recorrido por mi rostro y lo dejé hasta que descubrió mi cabeza —. Cortaste tu cabello — susurró con lástima y odié eso. Mi cabello todavía se mantenía corto, aunque ya llegaba un poco más abajo de mis hombros; quité sus manos de mí y me alejé de él.
— ¡No sé para qué demonios me buscabas, pero te recomiendo que te vayas de aquí y alejes a tu puta banda de mi vista! — exigí.
— Estás muy diferente — señaló ignorando mi advertencia —. Tu cuerpo ha cambiado, te ves más mujer... más hermosa — intentó acercarse de nuevo y lo detuve con una señal de mano —. Tu mirada es más fría y vi cómo disfrutaste de matar a mis hombres.
— Y cómo me sigas provocando, también disfrutaré de matarte a ti — señalé segura —. Vete, Sombra desaparece de mi vida porque te juro que si no lo haces, te mataré.
— No, no la harás — aseveró con ímpetu —. Y sí me alejaré de ti, por tu bien y el mío — lo miré por un segundo deseando que él fuera mi demonio, pero estando consciente que no lo era y jamás lo sería.
— Saca tu basura de aquí lo más pronto posible, ahórrame el trabajo de eliminarlos y olvida que me has visto — sentencié.
— No, Isabella. Jamás podré olvidarlo y aunque ahora seas diferente al ángel que conocí, agradezco el encontrarte con bien — sus palabras removieron algo en mí, que no me gustó para nada y traté de ignorarlo de inmediato antes de que aquello se volviese incómodo. Me di la vuelta para marcharme y en segundos sentí su pecho pegado a mi espalda —. Sé que la chica que conocí sigue estando ahí. Solo que ahora eres un ángel de día y un demonio de noche — susurró en mi oído, estremeciéndome en el acto y dejando que su olor penetrara mi mente a través de mi nariz —; me alegro de que todo haya valido la pena, Bella — su mano viajó a mi cintura y se quedó encima de mi vientre, sobre aquella cicatriz que ya era parte de mí y maldije por sentirme tan vulnerable —. Y a pesar de que ahora no lo entiendas, quiero que recuerdes que todo fue por ti — sus palabras hicieron mella en mi mente. Me di la vuelta para enfrentarlo y pedirle una explicación, pero él ya se había esfumado.
Maldije a la nada con frustración al ver que desapareció tan rápido como el viento, corrí con la esperanza de verlo en el callejón, pero ahí ya no había ni un Vigilante y los que sí estaban, yacían inertes sobre el suelo. Caleb me vio y se asustó, no comprendí por qué hasta que señaló mi máscara, la coloqué de inmediato y me acerqué a ellos.
— ¿¡Estás bien, linda!? — llegó a mí con su voz preocupada y acarició mi rostro por encima de la máscara. Sí, Caleb decía sentir algo más que cariño fraternal por mí y a pesar de que le dejé las cosas muy claras, él no se rendía; el chico era rubio, de ojos azules, alto y musculoso; muy guapo y cualquiera babeaba por él.
Todas lo hacían menos Maokko con quien tuvo una relación antes y yo, y en mi interior intuía que me usaba para darle celos a ella.
Algo que jamás lograría con esa asiática loca.
Exacto.
— Lo estoy — respondí alejando su mano con sutileza.
Mentía, no estaba para nada bien, pero no se lo diría.
— Espero que esos idiotas ya no se vuelvan a cruzar en nuestro camino — masculló.
— También lo espero — la seguridad en mi voz fue sorprendente y de verdad lo esperaba.
(****)
— ¡Usted lo sabía! — reclamé hacia el maestro Cho al llegar al apartamento donde él me esperaba — ¡Por eso su advertencia! ¿Tan difícil le fue decirme a lo que me iba a enfrentar? — pregunté con reproche, él solo me observaba sentado en el sofá de la sala con sus manos sobre sus rodillas. Yo en cambio caminaba de un lado a otro.
— Si te lo decía ibas a huir — aseguró con su acento japonés bien marcado. Él no nació en Japón sino que en China, pero desde que era un niño emigró a aquella nación donde había vivido toda su vida — y ya era hora de que te enfrentaras a tus demonios. Si huyes nunca podrás seguir adelante con tu vida. Te has estancado y eso no te deja luchar ni estar con las personas que amas.
— ¡Estoy con las únicas personas que amo, con las únicas que me importan! — grité y sabía que estaba siendo una irrespetuosa con él, pero me sentía muy enfadada.
— ¿Qué sentiste cuando estuviste frente a esos Vigilantes? — detuve mi paso después de su pregunta y lo miré seria.
— Odio, ganas de matar de la forma más cruel, necesidad de venganza, de sentir la sangre de ellos en mis manos, ganas de...
— ¿Qué te detuvo de hacerlo? — me interrumpió con su pregunta — Desapareciste por un buen rato y solo mataste a dos de ellos. Si dices que sentiste todo eso ¿Por qué no lo hiciste?
Le di la espalda sin saber qué responderle. O más bien sí sabía por qué me detuve, aunque no estaba segura de decírselo a él.
Sombra.
Él fue la razón y todavía me sentía muy frustrada por no entender el porqué de sus palabras. Encima de todo el revoltijo de sentimientos que me atacaba en esos momentos, tenía que agregarle la preocupación de que ya sabía mi paradero y eso era algo que tenía que solucionar de inmediato.
— Tengo que regresar a Italia — anuncié —. No importa porqué me detuve, maestro solo importa que tengo que salir de Tokio lo más pronto posible — cansada y siendo descortés y muy maleducada con el hombre que me ayudó tanto, caminé hacia la salida de mi apartamento y abrí la puerta invitándolo a que se marchara. Estaba muy agotada y no necesitaba seguir recordando lo sucedido.
— No dejes que los fantasmas del pasado se apoderen de tu presente — formuló llegando a mi lado — porque te robarán la paz del futuro y no te dejarán ser feliz. Por favor hija mía, no te dejes consumir por la oscuridad — finalizó saliendo de mi apartamento.
Cerré viendo su espalda al caminar y lo miré con frialdad; él no tenía que preocuparse por eso. Hacía mucho tiempo que la oscuridad me había consumido y solo existían dos personas capaces de sacar un poco de luz de mi corazón oscuro.
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Aclaración importante: El libro tiene lenguaje español debido a que el primero también lo tiene y para seguir la secuencia y que se vea ordenado, se decidió también cambiar los diálogos de este a español y no dejarlo en latino como es mi idioma.
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