Pesadillas



~Capítulo 6~

— Necesito saber de tu libro — exigí a Alice antes de irme del club, ella miró a todos lados con miedo de que la escucharan.

— Es un alucinógeno, se está poniendo muy de moda por estos rumbos. Dicen que es lo mejor que hay y te transporta a mundos inimaginables, pero es más adictivo que otras drogas y eso lo hace más peligroso — jamás había consumido ningún tipo de droga, no obstante, estaba en un punto difícil de mi vida y por obvias razones ya no intentaría cortarme las venas como antes. Esa etapa de cobardía estaba en el pasado y no resurgí de aquel pozo profundo solo para intentar otra locura.

Miré mis muñecas al recordar aquello.

No vayas por ahí Isa, te lo suplico.

— ¿Lo has consumido? ¿Qué tan peligroso es? — pregunté.

— Mira, sé que fui yo la que mencionó eso, pero no quisiera que lo probaras. Me da miedo — las palabras de Alice sonaron con súplica y vi en sus ojos el arrepentimiento por lo que hacía, era como si hubiese sido obligada a ofrecerme aquello, mas no tenía que preocuparse.

Solo quería algo para relajarme un poco.

¡Entonces podías ir y follar con Elliot o Caleb, incluso con Sombra! ¡O con quién mierda quisieras, Isabella! Pero no tenías que meterte nada de eso. El sexo también te relajaría y era adictivo, mas no te dañaría.

Ignoré esa vocecita chillante en mi cabeza, le había dado por ser cuerda en esos momentos y no lo necesitaba.

— Nunca lo he probado, pero alguien me dijo que, en alucinógenos y drogas, es lo mejor — respondió al fin mi pregunta.

— Quiero que me consigas un poco de eso — exigí.

— ¡Mierda chica! No lo hagas.

— ¡Me lo ofreces y ya después te echas atrás! — reclamé — No te preocupes por nada, Alice. Solo quiero una vez, intento soportar mi tiempo aquí; tú no tienes idea por lo que estoy pasando — terminé suplicando, ella me miró como tanto odiaba. Sin embargo, no dije nada.

— Veré qué puedo hacer, dame tu número de teléfono y te aviso cuando la obtenga y dónde te la daré — sonreí triunfante y le pasé mi número.

Necesitaba algo más fuerte y pronto lo obtendría.

No solo te graduaste como hija de puta, sino también como la más idiota.

Podías decir lo que quisieras y observar cómo disfrutaba.

____****____

«El lugar donde nos encontrábamos era lúgubre, tétrico, aterrador; era como si hubiésemos estado en una película de terror. Tess estaba amordazada y sus manos sujetas con unas esposas alrededor de los barrotes de la celda, Elsa estaba cerca de mí y solo una de sus manos era aprisionada contra las esposas y barrotes. Yo en cambio colgaba de mis manos, mi boca estaba amordazada y todo mi cuerpo dolía. El suelo del lugar estaba mojado y el hedor era intenso; las tres fuimos atrapadas y noqueadas, los chicos no pudieron defendernos al ser atacados por todos aquellos hombres. Recordaba a Dylan y me asustaba que su herida fuera grave.

Mi sorpresa fue enorme cuando Derek dijo que Dylan era mi hermano y entonces comprendí el cambio tan repentino que este último había tenido hacia mí.

Él lo supo antes que yo.

Charlotte era otro tema, uno muy triste; mi nana, la mujer que ocupó el lugar de mi madre desde que ella murió, me entregó a mis peores enemigos y todo por venganza. Me dolió imaginar que también traicionó a mamá y gracias a eso, mi heroína tuvo un aterrador final. Pensar en eso me hizo tomar fuerzas, debía salir de ese horrible lugar junto a las chicas, tenía cuentas que cobrar y seres amados que honrar.

— Vaya suerte la mía — se quejó Elsa y me sacó de mis pensamientos —, voy a salvar tu culo y terminamos aquí — no sé por qué eso me causó gracia. Quise reír, pero el intento dolió como el infierno — ¿Estás bien? — preguntó a Tess, ella asintió y me sentí un poco aliviada — ¿Y tú? — se dirigió a mí. No lo estaba, mis brazos dolían por estar en la misma posición y más al soportar todo mi peso. Alguien me había golpeado y no me quejaría frente a ella, así que asentí también.

— Las zorras han despertado — dijo una voz grave que no reconocí, las tres nos tensamos —. Llama a los otros, la diversión va a comenzar — ordenó. Sentí cómo mi sangre comenzaba a congelarse al escuchar aquello.

Tres enormes hombres entraron a la celda, sus miradas me provocaron miedo y asco a la vez; ellos llevaban muy malas intenciones con nosotras, sus sonrisas lo confirmaron. Miré a Tess, la chica arrogante y valiente había desaparecido y en su lugar una pelirroja de ojos llorosos me miraba, quise tranquilizarla con mi mirada, mas era algo que no lograría porque yo estaba igual que ella. Elsa para mi sorpresa era la más tranquila, asustada era seguro, pero fue más fuerte que nosotras; miró a los hombres con burla y sonrió cínica. No fue lo más inteligente que pudo hacer, aunque admiraba que no estuviese cagándose del miedo al igual que Tess y yo.

— A ver zorritas ¿Con quién comenzáremos? — ironizó el tipo que parecía ser el jefe de grupo. Mis ojos se desorbitaron cuando vi que uno de los tíos que lo acompañaban se acercó a Tess y acarició su mejilla, ella se removió y gimió; sabía que si no hubiese tenido la mordaza habría soltado muchas maldiciones. Intentó alejarse del tipo, pero al estar esclavizada con sus manos hacia atrás, le era imposible hacerlo. Mi corazón se aceleró más en esos momentos, quise gritarle al malnacido que la soltase, sin embargo, no pude.

— Voy a disfrutar mucho cuando LuzBel te atrape — soltó Elsa con veneno —, ruega que te maten antes de que eso suceda — aconsejó. El otro tipo se acercó a ella y le hizo girar el rostro de una bofetada, cayó al suelo y maldijo por el dolor, me removí con impotencia y quise gritarles muchas cosas a esos imbéciles.

— ¡Dejadla! — ordenó Derek, apareciendo como un maldito espectro — Necesito que ambas estén conscientes para disfrutar del espectáculo — las tres lo miramos con odio. Mi miedo se convirtió en asco al tenerlo frente a mí. El imbécil era muy guapo, oscilaba la edad de Elijah y competía con su belleza; sus ojos azules, labios rojos, facciones duras, cabello rubio oscuro y cuerpo atlético daban fe de ello. Pero su actitud provocaba nauseas, era un hombre vil y despiadado; el claro ejemplo de la maldad con rostro angelical. Llegó a mí muy rápido y rio con suficiencia al verme —. Voy a disfrutar de ti, princesita de papi — susurró y todo mi cuerpo reaccionó con repugnancia a esas palabras, el terror comenzó a recorrerme —. Así el gran Enoc se arrepentirá por haberse metido con Lucius y tomar algo que no le pertenecía — una de sus manos comenzó a recorrer mi abdomen, gruñí al sentirlo aun así lo hiciera por encima de mi sucia camisa.

— ¡Suéltala, hijo de puta! — espetó Elsa, era la única que podía hablar — ¡Eres tan maricón que te vales de que ella no puede defenderse para poner tus asquerosas manos en su cuerpo! — Derek rio con burla al escucharla, su mano siguió descendiendo, me removí como una serpiente para que no me tocara, pero era inútil.

Temía lo peor.

— Es irónico que vayas a tener el mismo final de Leah — aseveró ignorando a Elsa, a pesar de la situación vi la sorpresa en ambas cuando Derek mencionó a mi madre y su final —. Y no te preocupes preciosa Elsa, tú también obtendrás lo tuyo; serás mi regalo para LuzBel — Elsa palideció al escucharlo.

De nuevo Derek centró toda su atención en mí y sus manos llegaron a mi entrepierna, hice todo para que no me tocase de aquella manera, pero fue inútil. Estaba amarrada de mis pies a los lados de unos barrotes y eso me dejaba expuesta, gemí con horror y escuché que Tess hacía lo mismo; Elsa gritaba para que no me tocara, mas era ignorada. Mi terror aumentó cuando vi a los otros tipos acercarse a ellas.

¡Dios mío! Eso no podía estar pasando.

— He oído que siempre el mejor sexo te lo da la mujer de tu peor enemigo — susurró en mi oído. Lágrimas salieron de mis ojos al sentir sus manos tocándome de aquella forma tan indebida, tan aborrecible —. Tú me darás el más grandioso sexo que pueda existir — alejé como pude mi rostro cuando sentí cómo besó mi mejilla. Con su mano tomó mi barbilla con fuerza y me hizo verlo a los ojos —. Porque eres la hija y mujer de dos de nuestros peores enemigos.

Lo peor estaba por venir...»

Abrí mis ojos y me senté en un nanosegundo sobre la cama. Estaba sudando, mi corazón acelerado al igual que mi respiración y las lágrimas que salían de mis ojos se mezclaban con mi transpiración. Una vez más las pesadillas de mis recuerdos pasados no me dejaban dormir; los peores días de mi vida se reproducían impidiendo que por las noches tuviese paz y durmiera como se debía.

El maldito estrés estaba haciendo estragos en mí.

Salí de la cama y me fui al baño, al verme en el espejo de este mi rostro me asustó, no porque estaba adormilada sino más bien por la palidez que tenía y las sombras que se estaban formando bajo mis ojos. Me metí a la ducha y tomé un baño, creía que eso me ayudaría, pero no fue así; me vestí con ropa negra, cepillé mis dientes y mi cabello lo recogí en un moño desordenado. Me cercioré de que Caleb estuviese dormido y tras eso salí de manera sigilosa, me escabullí de los hombres que se encargaban de la guardia y me fui del hotel.

Pronto buscaría un lugar en donde vivir el tiempo que estuviese en la ciudad.

A penas eran las tres de la mañana.

La hora del diablo mi querida idiota.

Reí ante eso, solo eran tontas suposiciones. Respiré profundo y coloqué en mi cabeza la capucha de mi chaqueta y comencé a caminar sin rumbo, estaba harta de permanecer rodeada de gente, necesitaba espacio, ordenar mis pensamientos y olvidar algunas cosas de mi pasado. En el camino aproveché para llamar a Maokko, en Italia era de día así que no me preocupaba por despertarla; hablamos durante un rato y me informó todo acerca de su misión, esta iba marchando bien y los clones se encontraban en perfectas condiciones.

Terminé mi llamada un rato después y seguí mi camino sin rumbo.

Pasé por un pequeño parque y me alerté cuando vi ciertas sombras moverse rápido, decidí tomar otro camino, aunque el mal presentimiento se había hecho presente. Después de todo, no fue buena idea el salir.

¡Ah! No me digas.

Ignoré eso y busqué la navaja que se hallaba en el bolsillo interior de mi chaqueta, apresuré mi paso y me metí entre unos pequeños edificios. Decidí correr cuando entré al callejón y justo cuando iba a doblar en una esquina... algo duro me impactó y caí al suelo.

— ¡Mierda! — me quejé y me puse de pie de inmediato, la navaja ya estaba en mi mano y erguí mi cuerpo en posición de combate.

— ¿¡Isabella!? — la voz robotizada de Sombra me hizo retroceder. Estaba todo oscuro, a lo lejos había unas farolas que se encargaban de dar luz a las calles y hasta donde nos encontrábamos, solo el reflejo llegaba — ¿Qué haces aquí? — preguntó sorprendido.

— ¿Me estabas siguiendo? — mi voz salió un poco nerviosa, dio un paso frente a mí.

— No, no lo hacía — respondió seguro, no le creí —, pero... ¿Sabes, Bella? — siguió y noté algo que había pasado por alto. Sombra usaba una chaqueta con capucha, la poca luz no me dejaba ver si usaba máscara y eso llamó mi atención —, deberíamos dejar de encontrarnos de esta manera — sugirió y bufé —. He llegado a pensar que tú y yo somos como una catástrofe a punto de suceder — me reí de ello.

Eso fue lindo.

Eso había sido tonto, simples palabras sacadas de la web.

— Tú y yo no somos nada y mejor dime algo: si no me seguías entonces ¿Qué haces aquí? — el sonido de personas corriendo cerca se escuchó, de nuevo mis alertas se activaron. Sabía que había alguien siguiéndome.

— Bien, preciosa. Es hora de irnos — advirtió y tomó mi mano sin pedir permiso, comenzó a correr y me llevó con él. No supe por qué lo seguí, pero si había alguien detrás de mí no me quedaría a esperarlos. Corrimos un largo tiempo hasta que mis pulmones me suplicaron por aire, me solté de su agarre y detuve mis pasos — ¡Vamos, nena! No me digas que ya no puedes más — lo miré y casi lo asesino con mi mirada, estábamos en una zona con más luz y vi que sí llevaba su máscara.

— No me llames nena — jadeé —. Y sí puedo, pero oye... necesito aire — bufé.

— Prometo que luego te doy boca a boca — dijo juguetón, no me reí —, además... esos idiotas pronto nos alcanzaran, sé de un lugar donde podemos escondernos.

— ¿Por qué me ayudas?

— Porque puedo y quiero hacerlo. Anda, mueve tu hermoso culo — me tensé al escucharlo, lo vi correr y lo seguí. Lo hice como si fuese una polilla siguiendo la luz aun sabiendo que ese sería su final.

Al menos tenías lograr que te diese un buen final.

Vaya que eras perra.

Soy tu conciencia, no lo olvides.

Corrimos a través de unos edificios y subimos muchos... corrección, infinidad de escalones y en definitiva odié eso; estaba en forma, los entrenamientos me mantenían así, pero eso no quitaba mi odio a correr y subir escaleras por un largo tiempo.

Subimos hasta el techo de un oscuro edificio — irónico que era negro — Sombra al fin se detuvo y nunca estuve tan agradecida con alguien como en esos momentos.

— Estaremos bien aquí por un rato mientras esos imbéciles se cansan — informó y asentí — ¿Quieres agua?

— ¿Tienes aquí? — pregunté extrañada.

— Digamos que este es mi escondite secreto — respondió y lo vi irse cerca de un contenedor. Ahí había un bolso, sacó dos botellas de agua, llegó a mí, me tendió una y la tomé. La abrí de inmediato y la acerqué a mi boca, la olí sin que él lo notara y después di un pequeño sorbo; era solo agua y al comprobarlo casi la bebí completa, atragantándome por momentos.

— ¿Cómo supieron dónde encontrarme? — interrogué.

— No lo sabían — lo miré sin comprender —. No te seguían a ti, Bella.

— ¿No? — dije sorprendida.

— Me seguían a mí — confesó —. Y para tu mala o buena suerte, te cruzaste en mi camino.

— No comprendo. Son Vigilantes, por qué te seguirían — iba a responder, pero su móvil sonó. Bufó cuando lo tomó y vio de quién se trataba, se alejó un poco y respondió.

No pude evitar verlo, a pesar de la poca luz, su silueta se marcaba muy bien; la chaqueta negra y su pantalón de mezclilla del mismo color me permitían evaluarlo. Era muy bien proporcionado y tenía el cuerpo casi perfecto; su espalda y hombros eran anchos, de su cintura para abajo era delgado, pero se notaba que en todo su cuerpo había músculos muy bien trabajados. Me preguntaba cuántas horas pasaba en el gimnasio o entrenando, debían ser unas dos o cuatro diarias. Otra pregunta llegó a mi cabeza ¿Tendría tatuajes? Negué con rapidez a eso, sabía hacia dónde estaban yendo mis pensamientos y no era bueno en esos momentos.

— ¡Ya basta, Lía! No volveré, entiéndelo — espetó, se escuchaba muy enfadado y era una chica con la que hablaba — Oye, prometo estar allí muy temprano, pero déjame en paz ahora ¿Sí? — su tono de voz cambió un poco, se escuchaba un tanto dulce. Rodé mis ojos a eso, el maldito aparato que le cambiaba la voz dejaba escuchar también los cambios de humor.

Eso era patético.

Cortó la llamada y se giró, de nuevo llegó hacia a mí.

— Entonces tienes una novia loca que te manda a seguir — me burlé y reí de él —. Por eso huías.

— Ella no es mi novia — se defendió — y me seguían porque...— se detuvo y me miró, su forma de verme me estremecía. Sus ojos tan negros como la noche lograban hacerme sentir muchas cosas, mismas que no me gustaban.

— ¿Por qué?

— No importa por qué, hoy agradezco haber decidido venir acá — musitó acercándose a mí.

— Detente, Sombra. No tengo un arma de fuego, pero sí una navaja que te hará un bonito y profundo corte — advertí y se la mostré, el maldito solo rio y se acercó más a mí.

— Sigue siendo un arma, Bella — señaló y lo ignoré — además, tienes una cuenta pendiente conmigo. Aún no olvido lo que me hiciste y mucho menos la promesa que te hice — coloqué la navaja en su garganta, un suéter con cuello alto le cubría, pero sabía que mi hoja afilada lo atravesaría sin problema. Él no se inmutó en ningún momento, en cambio yo sentí que temblé con su cercanía; Sombra emanaba una calidez que yo añoraba, aunque no le dejaría saber. Olía delicioso, su aroma me embriagaba, una corriente eléctrica atravesó mi cuerpo entero y dudé en hacer lo que tenía pensado; estar cerca de él era muy peligroso para mí, di un paso atrás y quise alejarme. No me lo permitió. Tomó la muñeca de la mano en la que sostenía el arma blanca y me pegó a su pecho —. Yo cumplo mis promesas — susurró y a pesar de que su mano estaba enguantada, su contacto me quemaba.

— Así que me trajiste hasta aquí para hacerme pagar — murmuré bajo —, piensas matarme.

— Sí, deseo matarte — odiaba escuchar la forma en la que me hablaba y cómo yo reaccionaba a ello; no me hizo sentir miedo y eso no estaba bien. Bajó su mano junto con la mía, mas no me soltó —, pero te aseguro que de la manera en la que deseo hacerlo, te gustará y desearás que te reviva y vuelva a matarte una y otra y otra vez — cada maldito vello de mi cuerpo se erizó al escuchar aquello, era una reacción inevitable por más dura que quisiera ser o por más autocontrol que implementaba cuando estaba cerca de mí —. Mis demonios desean que los calmes — agregó y cerré fuerte mis ojos.

Necesitaba controlarme, la bruma estaba llegando a mi cabeza y si lo lograba, iba a cometer una locura.

— Soy mucho ángel para tus demonios tan comunes y aburridos — dije recuperando un poco de compostura y hablando con cinismo.

— No has probado mis demonios, te aseguro que no son ni comunes ni aburridos. Al contrario, descubrirás cómo con ellos te haré conocer el cielo y el infierno; pero después de eso, te aseguro que preferirás mi infierno — se mofó, escucharlo me asustó.

Él decía muchas cosas que ya había oído antes.

— Te pareces mucho a Elijah, incluso hablas como él — solté y se alejó de mí como si le hubiese dado una buena descarga de electricidad, me miró asustado, pero pronto su mirada se volvió indignada.

— Siempre estuve por encima de ese imbécil — escupió con displicencia, en ese momento mi cordura se convirtió en ira.

— No oses compararte con quién jamás podrás superar solté con desdén y lo miré con superioridad.

— Ya lo superé — se mofó —. Mis demonios están logrando quemarte, Bella — alardeó acercándose a mí — solo es cuestión de que tú lo aceptes.

— Te equivocas, Sombra — le aclaré —. Porque cuando el diablo te ha llevado a su infierno, ya no cualquier demonio común y aburrido logra quemarte — aseguré. Vi la molestia en sus ojos al escucharme, mas no me importó.

La hora de irme se había llegado, me di la vuelta y comencé a caminar dejándolo ahí.

Me apresuré a bajar los escalones y justo cuando llegué al oscuro descanso de ellos, sentí cómo él llegó a mí y me hizo girar en mi propio eje. Jadeé cuando mi espalda chocó con la pared; mi boca se abrió en busca del aire que mis pulmones perdieron por el impacto, pero no lo logré.

La boca de Sombra había encontrado la mía.

¡Oh, santos piercings!

_______________________________________

Hasta aquí la muestra.

Pueden seguir leyendo el libro en amazon Kindle o Booknet.

 Propiedad de Jassy.

Obra registrada bajo derechos de autor.

Instagram: wattpad_jm

Twitter: @JassyBook

Grupo de Facebook: Jassy's Books

Facebook: Jasmin Martinez y Jassy's Books (página) 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top