Confesando verdades



~Capítulo 5~

Silencio reinó en la pequeña oficina por un buen rato. Elliot seguía sin poder creer todo lo que le decía, pero por suerte para mí, me escuchó. Cada palabra que salió de mi boca fue sincera y no me arrepentía de haberle dicho todo, él era el único en quien tenía una confianza profunda, el que a pesar de mis mierdas estuvo siempre para mí y no me importaba lo que Caleb pensara, confiaba en Elliot hasta con los ojos cerrados.

Sí y tenías que recordar que ese fue siempre tu mayor error.

Me importaba un carajo lo que tú dijeras.

La mitad de la botella de ron fue bebida por nosotros dos mientras charlábamos, su humor había mejorado y aunque no me dejó pedir disculpas, de igual manera lo hice.

No me disculpó, pero al menos ya no me trataba con la punta del zapato como al principio. Acordamos que viajaríamos a California en cuanto Myles mejorara y también viajaría conmigo a Italia cuando todo estuviese arreglado.

— ¿Por qué no avisaste de tu regreso? — se limitaba solo a preguntar y escuchar mis respuestas. Seguía siendo frío y sabía que me costaría mucho lograr que él volviese a ser el mismo, igual que con las chicas.

— Caleb lo quiso así, sospecha de un traidor — confesé.

— ¿Y tú confías en él?

— Igual que como confío en ti — aseguré —. Dijo que descubrirá a quien me traicionó y lo hará pagar.

— ¿Sospecha de alguien en especial?

— De todos.

— ¿Y tú? — me miró esperando una respuesta sincera.

— Desde que él lo mencionó lo he analizado, pero me es difícil creer que alguien de Grigori nos haya fallado así.

— Tu error siempre ha sido confiar demasiado en las personas que te rodean, Isa — dijo lo que Caleb recalcó antes, se puso de pie y rodeó el escritorio en el que estaba sentado y llegó cerca de donde yo estaba —. El mundo en que nos movemos está lleno de personas que traicionan con facilidad y muy pocos conocen el honor. Algunos fallan por venganza, otros por necesidad.

— Tú traicionaste a Elijah — le recordé y se tensó — ¿Por qué fue?

— No quiero hablar de eso — espetó, me puse de pie y lo encaré. Él podía ser un imbécil y yo muy fácil me podía poner a su nivel.

— ¡Vamos, Elliot! Casi sé todo, te acostaste con Amelia siendo ella la novia...mujer de Elijah, estabas conmigo entonces y no, no te estoy reclamando — aclaré cuando me miró indignado —, solo quiero entender por qué lo hiciste. Vosotros no teníais una mala relación y aun así te metiste con su mujer.

— Sí y después él encontró la oportunidad perfecta para meterse con mi chica — bufó y rio sin gracia — y lo peor de todo es que mi novia terminó enamorada de él como una idiota, aun sabiendo que solo la utilizó para vengarse de mí — eso me caló y sentí que me sonrojé por la vergüenza que sus palabras provocaron.

— Él te traicionó por venganza estoy segura de eso — inquirí ignorando su reclamo —. Ahora exijo saber por qué lo hiciste tú, ya que no solo le fallaste a él, sino que también a mí — aseveré y se giró. Llevó sus manos a la cabeza, lo noté frustrado, yo estaba bebida y más envalentonada de lo normal —. Si tuviste las bolas para hacer aquello, tenlas igual para hablarme con la verdad. En aquel momento no te lo exigí, Elliot... hoy sí.

— ¿Cómo de un tema nos pasamos a otro? — crucé mis brazos a la altura de mi pecho y lo miré seria e ignoré esa pregunta — ¡Mierda, Isa! ¡Lo hice por necesidad! ¿¡Contenta!?

— ¿Necesidad? — no estaba para nada contenta, mas eso no importaba. Deseaba explicaciones explícitas, no a medias.

— Isabella, no sé si tú desconfías de mí en estos momentos, aunque jamás te he traicionado solo por dañarte — aclaró, llegó hasta mí y acunó mi rostro entre sus manos. De nuevo la tensión recorrió mi cuerpo —. En aquel momento me acosté con Amelia porque debía hacerlo y lo hablé con LuzBel — lo enfrenté con la mirada cuando me dijo eso, porque sentía que la suya no concordaba con la sinceridad que sus palabras me querían transmitir. No obstante, trató de seguir firme —; al final él supo mis motivos y después de conocerte... creo que lo comprendió — esa confesión me tomó por sorpresa, Elijah no era tan comunicativo conmigo y sabía que se llevó muchos secretos con él. Esa charla con Elliot fue uno de ellos —. Ambos hicimos una promesa a tu padre — recordó. Llevé mis manos a sus muñecas y las presioné, cerré mis ojos con impotencia al no estar preparada para hablar de aquello — y si hubiese llegado más tarde al apartamento aquel día, no habría podido cumplir la mía. Cuando te fuiste me quedé con menos posibilidades de cumplirla, pero... Isa — susurró y acarició mis mejillas con sus pulgares —. Mírame — pidió y lo hice —. Así yo sea el mayor de los hijos de puta, mientras viva cumpliré lo prometido y te protegeré siempre. LuzBel muri...

— No lo digas — supliqué, él comprendió y no me miró con lástima.

— Que no lo diga no cambiará el resultado — me recordó y callé incapaz de alegar — Está bien... — cedió al leer el dolor en mis ojos y suspiró con fuerzas — LuzBel cumplió su promesa para que yo pudiese cumplir la mía — declaró y una lágrima salió de mis ojos —. Mi traición fue perdonada por él después de que comprendió que, por ti uno es capaz de hacer muchas locuras — acercó su rostro al mío y su cálido aliento me azotó, tuve una idea de lo que iba a hacer y aun así no me aparté. No quería hacerlo —. Tenerte así solo me confirma que sigues siendo mi debilidad, nena — mi corazón se aceleró al escuchar aquello. ¡Nena! Él siempre me llamó de esa manera —, pero también mi fuerza — besó la comisura de mis labios y derramé más lágrimas.

Era una maldita perra por desear lo que Elliot hacía solo porque me imaginaba a Elijah haciéndolo y no era justo, no para el chico frente a mí. Pero no lo detuve y sentí cómo acercó su boca a la mía y...

— ¿¡Elliot!? — la voz de una chica nos interrumpió. Elliot se alejó de mí, no asustado sino más bien frustrado.

— Alice — bufó, limpié mis lágrimas y me giré hacia la puerta. Una chica muy bonita nos observaba, era rubia, delgada y un poco más baja que yo; se veía pálida y enojada, no entendía por qué — Creí que no vendrías hoy.

— ¡Ja! ¡Ya lo veo! — se quejó ella.

— ¿Perdón? — espetó él.

¡Guau! ¿Qué había sido eso?

— Olvídalo, no me hagas caso — respondió Alice queriendo disimular su enfado. Al final, le agradecía que hubiese interrumpido algo que nunca debió suceder — Necesitaba hablar contigo, pero creo que estás ocupado — me miró con displicencia, eso me causó gracia y no pude disimular mi sonrisa, aunque eso a la chica no le agradó.

— ¡Hola, Alice! Soy Isabella — la saludé con un gesto de mano, la chica palideció de nuevo y ya no me miraba igual —. Al juzgar por tu reacción, creo que has escuchado de mí — intuí.

— Más de lo que quisiera — pronunció y su desagrado se hizo notorio en su voz.

— Alice trabaja en el club — habló Elliot y creo que hasta él se extrañó por la reacción de la chica — y su novio también — recalcó —. Es el Dj, aunque solo viene una noche a la semana, ella en cambio trabaja aquí casi todas las noches a excepción de los jueves — comprendí la razón de que Elliot se sorprendiera al verla, era su noche de descanso y a pesar de eso estaba en el club.

— ¡Bien! Entonces chicos, os dejo para que habléis — avisé a ambos.

— Dame un segundo, así te llevo al hotel — pidió Elliot y negué.

— No te preocupes, Caleb espera abajo por mí. Mañana te lo presento — me acerqué un poco a él para despedirme —. Gracias por escucharme y no olvides todo lo que dije — lo abracé y después susurré —; he confiado en ti, sé que no me fallarás y también sé que no me equivoco al hacerlo — besé su mejilla —. Aunque ahora seas un imbécil — agregué y sonrió, no fue una gran sonrisa, pero fue sincera —. Alice, fue un gusto conocerte — expresé al pasar cerca de ella, todavía no le agradaba y no podía disimularlo — así no puedas decir lo mismo de mí — señalé y sonreí, vi que mordió su labio para no hacerlo también. Se veía que era difícil y a pesar de que yo no le agradara, ella a mí, sí.

Vaya que eras loca y muy perra.

Lo sabía. Había tenido una buena maestra.

____****____

Los días pasaron y con ellos mi estrés aumentaba.

Cada día se hacía más difícil que el otro, ir al cuartel lo era más; las chicas estaban siendo muy duras y aunque trataba de ignorarlo, siempre me afectaba. Me había vuelto fría después de lo de Elijah, pero estar en el lugar donde todo sucedió me volvía vulnerable.

Con Caleb nos estábamos volviendo clientes frecuentes del Grig y Alice ya me toleraba un poco más, hasta creía que nos estábamos haciendo amigas. Ella me agradaba mucho y sospechaba que estaba enamorada en secreto de Elliot, pero se notaba que amaba a su novio y eso impedía cualquier relación entre ellos. Con él, no hablamos sobre lo que casi sucedía en aquella oficina y no se repitió más, aunque seguía existiendo tensión entre nosotros — demasiada para mi gusto — y debía admitir que a pesar de que entre ambos ya no había nada — ni siquiera amistad — me molestaba ver cuánto cambió.

Tess tenía mucha razón, Elliot se convirtió en una persona diferente, en un casanova empedernido y con mucha suerte para las mujeres; cada vez que estábamos en Grig se le veía con una tía diferente, la oficina de aquel club era su lugar favorito y cuando las chicas salían de allí, lo hacían con una enorme sonrisa en el rostro que me provocaban ganas de borrárselas de un fuerte puñetazo.

¿Celosa?

No, no eran celos. Solo... no soportaba ver en lo que se convirtió mi ángel.

¡Si, ajá! No tenías que engañarte, Isabella; a él le encantaba ser quien era. A ti en cambio, no y a lo mejor ese ángel solo estaba volviendo a ser quien fue, antes de tener una relación contigo.

Me negaba a aceptar eso porque él jamás fue así.

Elliot siempre fue el chico más dulce que conocí en mi vida, caballeroso y respetuoso, aunque en esos días era un idiota al que le encantaba follar cada noche de su vida, se dedicaba solo a eso y estaba descuidando lo importante, eso me molestaba y mucho. No tenía nada que ver con los celos ya que ni él ni ningún hombre me interesaban en el ámbito amoroso.

— Podrías dejar por esta noche a alguna de tus zorras e ir a hablar conmigo — pedí después de plantarme frente a él, la chica en su regazo me miró con odio. La observé de la misma manera.

— ¿Es en serio, Isa? — preguntó irónico — Tú no me darás lo que esta hermosura sí — la señaló y después acarició sus piernas, la chica sonrió feliz por su respuesta —, ir solo a hablar es aburrido — mi buen humor se fue a la mierda tras de escucharlo.

— Te doy cinco minutos, Elliot. Despacha a tu... amiga y ve a la oficina — exigí con dureza —. Un segundo más y vengo a traerte de las pelotas y créeme, no sentirás placer en ello — advertí y me di la vuelta sin esperar respuesta.

Podía parecer una novia celosa y no me importaba si era el caso, él y yo teníamos que hablar de cosas importantes, el baile era una de esas; faltaban dos días para que se realizara y no estábamos listos por completo. No quería ir, pero más que nunca debía hacerlo.

Pasé cerca de la barra y antes de irme a la oficina le pedí a Alice un vaso de whisky, no era fanática de la bebida, pero la situación actual de mi vida me estaba haciendo que le agarra el gusto y pronto necesitaría algo más fuerte.

— Luces muy mal, chica — señaló Alice después de beber mi trago casi de un sorbo.

— No conoces nada de mí — repuse y me observó en desacuerdo — no lo haces, Alice. Si acaso, conoces un poco — aclaré —, pero créeme... no la estoy llevando fácil. Volví solo porque mi familia me necesitaba, me necesita, aunque te juro que me arrepiento — me quejé por primera vez.

— Tú necesitas un poco de Harry Potter — sugirió y casi reí — y no hablo del libro sino de algo que te ayudaría a relajarte un poco — la miré interesada —. Es difícil conseguirla, pero si deseas lo puedo intentar — estuve a punto de responderle, sin embargo, Elliot nos interrumpió.

— ¿Qué puedes intentar? — le preguntó.

— Nada que te importe — bufé antes de que ella respondiera — y ya que tus bolas están a salvo por ahora, vamos a la oficina — el rostro de Alice era un poema al escucharme y ver la cara de Elliot, casi me reí de ello. Elliot le restó importancia y comenzó a ir hacia la oficina —. Hablamos después de tu libro — propuse a Alice para que él no preguntara más y caminé detrás del hermoso y muy idiota chico de ojos azules.

Al llegar a la oficina decidí omitir todo acerca de cómo estaba llevando su vida, no quería tocar ese punto todavía, las cosas estaban muy mal y debía tener más tacto con él.

Comenzamos a hablar acerca del baile, esa vez él y Caleb me acompañarían, aunque claro era que tendríamos infiltrados debido a la situación, pues no podíamos bajar la guardia; nuestras espaldas tenían que estar muy bien cuidadas y a los Vigilantes ya no se les haría tan fácil llegar a nosotros.

Habíamos acordado una reunión con el senador Daniel Gibson, se llevaría a cabo durante la recepción; las reglas eran las mismas y nuestros trajes estaban siendo preparados. No pude evitar pensar en aquella noche hacía poco más de tres años junto a Elijah, bailando una canción que jamás olvidaría; por instinto llevé mi mano al relicario, ahí guardaba la prueba de cuán importante fue ese momento. La foto que nos enfocaba a ambos me recordó que en ese instante solo éramos los dos, eso no lo sentí solo yo, no.

Al mirar esa foto me daba una esperanza de que él también lo sintió, así hubiese sido solo un poco.

También fue Sombra, recuerda el tremendo beso que ese enmascarado te dio y cómo le respondiste.

Esa noche solo fuimos Elijah y yo, punto final.

— Quisieras que fuese él ¿cierto? — señaló Elliot al ver mi mano sosteniendo el relicario. Lo miré fría, había preguntas que no me agradaba que hicieran.

— ¿Te respondo sincera o evito que discutas conmigo? — solté y dejé de acariciar el relicario.

El estrés estaba sacando lo peor de mí.

— Cuánto has cambiado, Isabella — repuso observándome de la misma forma que yo lo hacía —. Recuerdo cuando terminamos nuestra relación, mentiste diciendo que me amabas solo por el simple hecho de no hacerme sentir mal — escuchar eso me molestó en sobremanera, porque no mentí.

— No mentí, Elliot — aclaré y me acerqué un poco a él —. Te amaba, estaba confundida con respecto a Elijah, sí. Pero te amaba — rio sin gracia y se alejó de mí —. Y no te mentiré hoy: quisiera que fuese él quien estuviese a mi lado, así como aquella noche, aunque mira cómo es la vida... no estará.

— ¡Exacto! Y no lo hará nunca más — espetó y mis ojos se abrieron demás al escucharlo —. Sé que me críticas y me juzgas de hijo de puta y está bien. Lo soy, Isabella, pero... ¿Sabes qué? Tú también lo eres — mi boca se abrió y cerró al escucharlo —, te volviste fría, controladora, egoísta...

— Sabes mis razones — lo interrumpí.

— Esas razones no eran para que te convirtieras en lo que eres — increpó — ¿Recuerdas que antes a pesar de todo, no asesinabas? Y ahora lo haces sin ningún problema, cuando antes nos juzgaste por ello — suspiré al escucharlo —. Fuiste una hipócrita, te importó una mierda mi dolor. Ambos fuimos testigos de lo que sucedió, LuzBel fue... ¡Mierda! No sé ni lo que fue para ti o lo que fuisteis, pero también era mi primo, Isabella, mi sangre y no pude hacer nada para salvarlo. Me dolió y más me duele que te convirtieras en lo que eres a causa de eso.

— ¿En lo que soy? ¿Qué soy según tú?

— Una mujer frívola con un corazón oscuro — reí al escucharlo —. Y soy tan idiota porque a pesar de todo eso sigo teniendo fe.

— ¿De qué?

— De que dejes salir al ángel que llevas dentro, el que siempre fuiste.

— No la tengas, Elliot — aconsejé — porque ese ángel murió el día que hice mi juramento con Grigori y lo sepulté cuando sucedió lo de Elijah.

— ¡No seas tonta, Isabella! Sigue adelante — pidió lleno de frustración —. El hecho de que perdieras a LuzBel no significa que también pierdas tu vida ¡Entiéndelo!

— ¡Ya para! — exigí — Y entiende tú que no perdí a Elijah, no te equivoques en eso — me miró sin entender —. Me lo arrebataron — aclaré.

De pronto vi que se giró y tomó uno de los vasos que estaban en la mesa donde se encontraba el licor y lo estrelló contra la pared haciéndolo pedazos. Su acto no me asustó, al contrario, estuve tentada a tomar el otro vaso y hacer lo mismo que él porque al igual que ese tonto... yo también me sentía frustrada y cansada de todo. La actitud que tenían conmigo me estaba orillando a ser alguien que luché por no ser y rogaba en mi interior por perdón ante todo lo que cruzaba por mi mente, me arrepentía de haber vuelto a un lugar que solo me llenaba de tristeza y encima de todo me juzgaban sin saber por todo lo que había pasado.

— Desearía haber sido yo el que se hizo pedazos aquel día — confesó mirándome con sus ojos oscurecidos, llenos de frustración e impotencia.

— El resultado habría sido el mismo — murmuré cansada, llegando a mi límite.

— ¡Claro que no! Lo tendrías a él, a tu amor y yo me habría evitado vivir en un infierno — sus palabras provocaron muchas cosas en mí. Elliot estaba muy equivocado al pensar de esa manera; a pesar de mi dolor por lo de Elijah, por ningún motivo hubiese deseado que fuera él en su lugar.

— Aparte de imbécil eres un idiota — bufé —. Por muy grande que sea mi amor hacia Elijah, jamás te habría preferido en su lugar ¡Entiéndelo! Yo te amé Elliot, todavía lo hago — confesé algo que guardé siempre en mi corazón y que esperaba que comprendiera. Lo mío con ese hombre acabó el día que me enamoré de su primo, aunque Elliot seguía siendo mi primer amor, uno muy dulce que me enseñó el lado bueno de aquel sentimiento y a pesar de que era de las que preferían el veneno en lugar de la cura como muchos creían, reconocía que aquel hombre frente a mí fue lo mejor que me sucedió antes de pisar Virginia por primera vez. Pero Elliot me miró sin creer lo que le decía y lo comprendía.

Él a mí, no.

— ¡Mentirosa! — exclamó con dolor, se acercó a mí y me tomó con fuerza del brazo — Fría, oscura, hipócrita y mentirosa. No me amas, ya no me engañas — susurró con ira, lo enfrenté segura de lo que decía.

— ¡No miento! Todavía lo hago, jamás dejé de amarte. Siempre lo hice a mi manera y grábatelo muy bien en esa tonta cabeza que tienes porque será la última vez que me escucharás decirlo — advertí —. Sólo comprende que hay muchos tipos de amor — tomé la mano con la que presionaba mi brazo porque me estaba lastimando y después seguí — y el que siento por LuzBel jamás será igualado — mencioné su apodo porque fue del demonio que me enamoré —. Así él no sintiera lo mismo por mí, a mí me alcanzó para sentir por los dos — su respiración se aceleró al escucharme.

Estaba enamorada, no idiota y sabía comprender muy bien todo; el día que pasó lo que pasó con Elijah, él me confesó que se había quemado con nuestro juego, se enamoró de mí, sí. Pero entre estar enamorado y amar a alguien, existía una enorme distancia y ese hombre fue claro al decir que no sabía lo que sentía, le faltó tiempo para descubrirlo. Nos arrebataron el momento para que mi demonio llegara a amarme como yo lo amaba y solo me tenía que conformar con saberlo enamorado, así siguiera deseando que hubiese llegado a sentir amor.

— A ti te amo y lo haré siempre, pero no será suficiente para calmar mi dolor. Es por eso por lo que soy quién soy, dices que tengo un corazón oscuro y no te equivocas; mi luz se fue con él y siento mucho si te lastimo con esto, mas es la verdad. — me soltó al escucharme, lo hizo como si sintiese asco de mí en esos momentos. Siempre amaría a Elliot, aunque no como hombre sino como más que un hermano — Antes de LuzBel fuiste tú, después de él... ni tú ni ninguno — vi que mis palabras lo rompieron, en mi interior algo se rompió también. Sin embargo, las cosas eran así y no cambiarían nunca.

Felicidades, Isabella White. Te graduaste con honores como la mejor de las hijas de puta.

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