XVII: Sentimientos eternos
En el templo de Aries, Mü recogía sus últimas cosas antes de irse, era difícil para el empacar sin que algunas lágrimas cayeran por su rostro. Esto último debido a que deseaba hablar una última vez con su novio, pero por como lo había visto era seguro que no hablaría con el.
Así que resignado tomo sus últimas cosas, pero antes de irse Milo apareció frente a el, inmediatamente lo miro con molestia ya que era responsable de que Shaka se enterara de la verdad.
—Que es lo que quieres Milo?—
—Despedirme... Pasará un largo tiempo para volvernos a ver, asi que solo pasaba a saludarte una última vez.— Milo sonrió ampliamente pero era más una sonrisa forzada, pues ver a Mü solo le causaba rabia.
Mientras Mü no confío para nada en esas palabras, así que solo paso a un lado de Milo dispuesto a irse hasta que el caballero lo tomo del brazo y lo empujó contra un pilar.
—Sueltame!—
—Porque mejor no experimentas un poco del dolor que padeció Camus? Tus disculpas no son suficientes para compensar el daño que le hiciste!— Luego de su falsa amabilidad Milo por fin mostró la rabia que llevaba contenida y desató toda su molestia atacando al caballero de Aries, esto dado que no dejaría que se fuera tan fácilmente.
El ataque fue algo imprevisto para Mü, por lo que casi no tuvo tiempo de defenderse. Heridas ocasionadas por la aguja del escorpión dorado dejo a Mü en un mal estado, apenas si pudo volver a ponerse de pie y ante ello por fin Milo había quedado satisfecho, pues por fin había desfogado toda su molestia.
—Nos vemos mi querido Mü! A ver si para la próxima logro matarte como lo mereces.— Dijo entre risas el caballero de escorpio, saliendo del templo ajeno. Mientras Mü tomo las pocas fuerzas que le quedaban para usar su teletransportación e irse de una vez.
Finalmente Milo sintió una pequeña tranquilidad, Mü obtuvo lo que merecía y a él solo le quedaba arreglar las cosas con Aioria. Así que fue a buscarlo a su templo y justo en la sala, estaba el guardián de Leo sin camisa tratando de curar la heridas que tenía. Ante ello Milo de acercó a este y le quitó el algodón que tenía en mano.
—Oye!—
—Tranquilo, solo quiero ayudarte.— Milo no sabía cómo disculparse correctamente con su pareja, por lo que solo en silencio le pasó aquel algodón por sus heridas con total cuidado.
—Vete al diablo Milo, ahora sí eres bueno conmigo?— Dijo con molestia el león, arrebatándole aquel algodón de las manos.
—Lo siento Aioria... Con todo lo que habíamos averiguado realmente no sabía cómo sentirme. Fue un dolor grande saber todo lo que había pasado Camus antes de morir...— En las palabras de Milo se notaron la pena que sentía al recordar lo que hizo, pero ni ante eso Aioria se inmuto.— Se que estás molesto, pero entiende porque me puse así... Lo negaste todo y aún seguías diciendo que eran sueños.
—Maldita sea! Y si son sueños! Milo entiende de una vez, yo no recuerdo nada, pero si lo sueño y es causa de eso que no pude dormir por mucho tiempo...— Aioria elevó su voz, fue inevitable no gritar cuando Milo seguía de terco con el asunto.
—Y de que tratan esos sueños?— Pregunto Milo, talvez era momento de entender a Aioria.
—Todos son los mismos... Sueño que Camus y yo estábamos en su templo, de hecho soy yo quien lo espera ahí y cuando llega solo ignora mi presencia, por lo que me acerco a él, pero de forma violenta, cruzamos algunas palabras, en los sueños el me golpeó primero y creo que fue ahí que inicio una pelea entre nosotros, se que estaba herido, después de eso el solo busco irse y ahí es cuando lo apuñaló con una daga... y creo que es ahí que finalmente lo dejo tranquilo...— Aioria detallo su sueño, más para que ya no hubiera algún problema entre el y Milo.
Espero una respuesta agresiva o mínimo que Milo lo gritara, pero en vez de eso solo escucho como tomo aire y lo miro con cierta tristeza.
—Supongo que no recuerdas lo que le dijiste?—
—No Milo... Entre esos sueños solo recuerdo pocas palabras, en su mayoría maldiciones y algo respecto a ti.—
—Entiendo, pero sabes más o menos en que momento sucedió todo?— Por fin aquello pregunta si le hizo pensar a Aioria, y luego recordó que hubo un momento de la rebelión en que estuvo bajo el control de Saga. En ese momento el no era el mismo y hubo problemas al respecto, incluso había matado a alguien para recién liberarse del Satán imperial.
—Milo... Dijiste que Camus fue herido antes de enfrentarse a su alumno?— Ante la pregunta Milo asintió.— Para ese entonces la herida debió ser reciente... Creo que si lo lastime, pero es porque estaba bajo el control de Saga.
La respuesta ajena hizo que la sangre se le bajara a Milo, aquello si tenía más sentido, pues Aioria todo el tiempo dijo que jamás lastimaria a Camus y eso resultó cierto, solo que Milo se dió cuenta tarde.
—Lo siento... Porfavor perdóname.— Susurro Milo, había olvidado por completo ese evento.
—Bueno al menos ahora estarás tranquilo, pero eso no significa que yo te perdone, me demostraste que soy poco importante para ti... Creo que sí tendrías que sacrificar a alguien, sería a mi con tal de tener a Camus devuelta...— Está vez Aioria estaba dolido, y eso vio reflejado en su rostro, ante ello Milo lo abrazo por atrás.
Talvez las acciones eran más necesarias que las palabras, pero ni aún así Aioria cedió, sería alguien tonto si volvería a aceptar tan fácilmente a alguien como Milo.
—No es como piensas Aioria... Te juro que si algo te pasará hubiera hecho lo mismo. Eres la persona más importante para mí.— Susurro el heleno cerca del oído ajeno, pero ni aún así obtuvo una buena respuesta.
—Dejame tranquilo... Lo he pensado mucho y lo mejor será terminar.— Está vez el caballero se volteo para ver a su novio y tomar una decisión final.— No puedo estar con alguien que realmente no me ama...
—Yo si te amo y hasta por eso te escogí sobre Camus sin importarme sus sentimientos.— La sinceridad de Milo llamo la atención de Aioria por instantes.— Te he amado más de lo que piensas y puede que por la situación en la que nos enamoramos pienses que fuiste mi segunda opción cuando no fue así... Siempre ocupaste un lugar importante en mi corazón y prometo demostrartelo de ahora en adelante. Ya no tengo sentimientos de arrepentimiento por no haber hecho nada por Camus, así que dame la oportunidad de amarte como lo mereces.
—Maldito....— Las palabras ajenas terminaron por cautivar a Aioria, sin duda Milo sabía cómo llegar a su corazón y hacer que todo el mal rato que había pasado se borrara.— No creas que te aceptaré, así que tendrás que esforzaste más de lo que imaginas.
—Entonces por tu amor daré más del cien por ciento...— Milo estaba animado por la respuesta ajena y ahora que todo estaba tranquilo se aseguraria de enamorar a Aioria cada día un poco más.
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3 años después...
Las guerras habían cesado, Athena y sus caballeros cumplieron con su propósito de crear un mundo de paz lejos de la ambición de los dioses, la última batalla contra Hades fue la más difícil, nuevamente Camus había regresado pero está vez ni Aldebarán ni el tuvieron la oportunidad de verse.
Camus había llegado tarde, y lo peor le tocó gracias a que por la misión que tenía no pudo quedarse a llorar por el santo dorado de Tauro.
A pesar de ese lamentable suceso, todos los caballeros tuvieron una nueva oportunidad de vivir, cada uno de ellos recibió la gracia divina por haber dado su vida por una causa justa. Y tuvieron la oportunidad de vivir, solo que está vez esa vida era solo suya.
Para el día que revivieron, cada caballero desperto en su templo, sentirse con vida y volver a respirar fue una sensación única. Todos tardaron un poco en darse cuenta que era verdad que estaban con vida, pero quienes aprovecharon esos primeros minutos fueron Aldebarán y Camus.
El caballero de Acuario no tenía recuerdo alguno que había regresado como un espíritu, pero si tenía la sensación y el deseo de ver a Aldebarán.
Mientras Aldebarán sentía lo mismo, su corazón estaba acelerado y en cuanto estuvo bien subió hacia Acuario, está era la única oportunidad que tenía para estar con Camus, así que esa nueva vida se dedicaría a amarlo. Corrió tan rápido como pudo por los templos para recibirlo, no importa si se tropezaba, solo se enfoco en ir a Acuario a toda costa.
Ambos deseaban verse, pero Camus no estaba seguro de ir con Aldebarán menos tan pronto, acababan de despertar de un sueño eterno y además estaba seguro que su amado caballero estaría con Mü. El solo hecho de pensarlo, le dejo una mala sensación en su corazón, se levantó como pudo y se dirigió a la entrada de su templo, debía pensar en que hacer con su nueva vida o si solo dejar pasar la oportunidad.
Pronto el francés logro ver qué alguien se acercaba a su templo, por lo poco que pudo ver se parecia a Aldebarán, pero aquello le parecía imposible y pensó que solo era efecto de su reciente despertar, así que froto sus ojos con ambas manos y volvió a mirar, solo que está vez el caballero de Tauro estuvo más cerca y solo unos cuantos metros los separaban.
Camus no pudo creer a quien veía y realmente penso que seguía en medio de su sueño eterno. Aún viendolo con sus propios ojos no creía que Aldebarán estuviera tan cerca de el.
—Te prometí esperarte y eso hice... No hubo día que no pensara en ti desde tu partida, cumplí mi promesa Camus... Crees que ahora sí tenga la oportunidad de amarte?— Aldebarán tenía sus ojos cristalizados, más por la felicidad de volver a ver al su amor perdido. Le extendió su mano al menor, pero Camus al no recordar tal promesa se puso en duda.
—Caballero de Tauro... No entiendo a qué se refiere.— Camus había escuchado cada palabra con atención, pero se negaba a creerlo y recordar tal promesa era imposible.
A pesar de que Aldebarán noto la duda en el menor, se acercó al galo y en frente de el se quitó un collar que el mismo se hizo con la pequeña perla que Camus le había dejado antes de irse y dicho collar se lo puso alrededor del cuello del francés. Camus miro aquella perla y en el momento en que esté objeto brillo también lo hicieron los ojos del menor.
—Imagino que las almas no pueden albergar recuerdos, pero estaré aquí esperando que aceptes mi amor por ti... Está vez seré yo quien te enamore.—El caballero le sonrió dulcemente y no sabía en qué momento, pero algunas lágrimas descendieron por el rostro de Camus, sin duda no estaba en un sueño y sentia que los sentimientos de Aldebarán eran genuinos.
—Dices cosas raras... Te recuerdo que yo noy Mü.—
—Lo se, eres la persona que verdaderamente amo, mi querido Camus.— Aldebarán no espero a la respuesta ajena y simplemente envolvió entre sus brazos al caballero de acuario, quien aún no salía de la impresión pero aún así correspondío el abrazo, si era un sueño esperaba no despertar.
Finalmente aquella perla desapareció, entre un brillo de estrellas que se desvanecio en el cuerpo del menor.
—Gracias por esperarme Aldebarán...— Susurro el francés con gran felicidad. El tiempo en la inmensa oscuridad de la muerte por fin había llegado a su fin y ahora estaba con la persona que amaba. Y sabía que estaba en brazos de la persona que amo por mucho tiempo y aquello lo despejó de toda duda.
ೋ❀❀ೋ═══The End═══ೋ❀❀ೋ
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