XV: Sentimientos compasivos
Aioria no daba crédito a lo que escuchaba, pero por la reacciones ajenas se daba cuenta que sus sueños si eran reales. Pero el problema era que no lo recordaba para siquiera dar una explicación de lo sucedido. El también estaba confundido.
—Yo... Yo no recuerdo nada parecido a mis sueños, debe ser un error.— Aioria estaba seguro de que se trataba de un sueño por no poder recordarlo.
Milo ya no podía soportar que Aioria siguiera negando los hechos ante el, así que se acercó a este y lo tomo de los hombros de manera violenta, mirando con gran molestia a su pareja.
—No Aioria! Realmente lastimaste a Camus... Deja de negar lo que es obvio ahora solo dime ¿Porqué? ¿!Porque lo lastimaste!? Que te hizo Camus para que le hicieras tanto daño?—
—De haberlo hecho no lo recuerdo! Porfavor suéltame... Realmente no lo recuerdo.— Dijo Aioria con los ojos llorosos, era abrumante la situación en la que estaba que ni siquiera podía pensar con claridad. Empujó a su pareja y se alejo tan solo unos pasos.
Milo no dijo nada ante la negación de Aioria y solo dejo que se alejara, pues de tenerlo cerca se lanzaría sobre este para golpearlo, ante lo que se había enterado fue como si el cariño que tenía hacia Aioria desapareciera, quiso despejar su mente por lo que solo busco en todo el templo una salida, ya que todo el lugar estaba cubierto por una gran capa de hielo.
Mientras Aioria se sentó detrás de un pilar, pensó en lo que había hecho, tratando de recordar lo ocurrido. Miro un momento hacia donde estaba Aldebarán y noto el cariño con el que cuidaba de Camus, por lo que lo unico que se le vino a la mente, era que el francés era querido hasta por alguien que no lo había conocido bien en vida.
—Desde hace cuánto está aquí?— Preguntó Aioria, tratando de comprender un poco más el hecho de que Camus haya regresado.
—Hace unos días, pero por lo que me dijo es probable que estuviera aquí desde hace más tiempo...— Comento Aldebarán sin mirar a Aioria, el también estaba resentido luego de saber que el Leo habia tenido que ver en la muerte del menor.
—Lo siento... Por más que trato no recuerdo haberlo lastimado... Pero si debo disculparme con el, lo haré.— Dijo Aioria un poco nervioso, más que todo aquello lo hacía para que Milo no estuviera tan molesto con el y que de alguna manera salvará su relación.
—Realmente no lo hiciste por tu voluntad?— Poco a poco la molestia en Aldebarán se disminuyó, noto que Aioria estaba desorientado, y antes de que llegarán no había lastimado a Camus así que era extraño su comportamiento actual.
—Claro que no le haría daño, lo juro... Él fue muy amable en comprender mi relación con Milo y lo acepto, pude estar con Milo gracias a Camus.— Aioria fue sincero, la relación que tenía con Milo era complicada porque involucraba a los tres caballeros.— Aunque si admito que hubo momentos en los que sentí celos de Camus...
Aioria aún le quedaba mucho que decir al respecto pero fue interrumpido por Milo.
—Entonces fue por celos que le hiciste daño a Camus!?— Grito colérico el heleno, volviendo hacia Aioria para está vez si golpearlo.
—No! Milo porfavor... Creeme que no lastimaria a Camus!— Dijo el Leo cubriendo su rostro con sus brazos antes de recibir el golpe, Milo no se detuvo ya que buscaba desfogar su molestia y por el cansancio ni siquiera Aioria se defendió.
—Milo ya tranquilizate! No hagas algo de lo que te puedas arrepentir. Además al parecer es cierto... Aioria no lo recuerda y el único que tiene las respuestas es Camus.— Aldebarán dejo un momento de cuidar del francés y se acercó a detener al impulsivo escorpión tomándolo de uno de sus brazos.
Ante aquello Milo no tardó en mostrar su molestia y con fuerza se separó del agarre de Aldebarán.
—De lo único que me arrepiento fue de no haber protegido a Camus! No me importa quien sea, tanto Mü y Aioria pagarán lo que hicieron.—
—Ya lo sé! Pero está no es la manera Milo, cuántas veces te lo tengo que decir!?— Aldebarán ya estaba estresado por lo que ocurría así que no tardó en empezar una pelea verbal entre Milo y él.
Ante eso Aioria les dió su espacio, no sin antes agradecerle a Alde por ayudarlo. Vio de cierta distancia la disputa que se daba y sintió tristeza de que eso se desarrollara por su causa. Aunque no tuvo tiempo de lamentarse, pues sintió como nuevamente el cosmos del francés detrás suyo, quien apenas se lograba levantar.
—Otra vez no...— Dijo con lastima el adolorido león antes de recibir el ataque ajeno, el estruendo del ataque también detuvo la discusión de Milo y Aldebarán, quienes miraron en dirección de Camus y se pusieron delante de este para evitar que siguiera lastimando a Aioria.
—Camus... Alde ya te lo dijo, no tienes que hacer esto, si Aioria te lastimo te juro que lo pagará, pero ya no sigas.— Suplico Milo, confiando en que sus palabras calmaran un poco al galo, pero tan solo verlo a los ojos noto que reprimia un gran resentimiento.
—No! Aioria merece el mismo final que me dió...—Grito entre lágrimas el francés, dispuesto a atacar al Leo, sin embargo las palabras del mismo caballero de Leo lo detuvieron.
—Camus por favor disculpame, no recuerdo lo que te hice, pero debió haber sido doloroso y difícil para ti... Lo siento mucho.— Aioria a pesar de no recordarlo estaba arrepentido, y lo demostró en aquellas palabras lo que sirvió para calmar la molestia que tenía Camus.— No puedo cambiar el pasado... Así que solo pido tu perdón.
—Tu mismo lo dijiste, no puedes cambiar el pasado... Yo deseo volver a la vida y poder disfrutar del amor de Aldebarán! No quiero irme solo así!— Todos notaron la impotencia de Camus en sus palabras, y a quien más le dolió fue a a Aldebarán. Se fue acercando al menor y le tomo de sus manos al saber de sus sentimientos.
—Camus a mi también me hubiera gustado vivir a tu lado, desearía que las cosas hubieran sido distintas... Amarte hubiera sido el mayor privilegio para mi. También disculpame por fallarte y no darme cuenta de tu amor.— Las palabras de Aldebarán expresaron su dolor y finalmente Camus se derrumbó en sus brazos ocultando su rostro en el pecho ajeno.
Al ver aquello tanto Milo como Aioria sé sintieron mal, principalmente el león, ya que le había quitado la oportunidad de vivir a Camus. Se sentía desconsolado al saber aquello, pero finalmente Milo se acercó a él y le tomo del hombro.
—Disculpa por no creerte Aioria...— Susurro Milo, aún estaba molesto pero no tanto para echarle toda la culpa a su pareja, ya que sabía que Mü tenía mucho que ver.— Ya hablaremos en otro momento, pero le prometí a Camus que se haría justicia, me duele pero tendrás que contarle todo esto a la señorita Athena.
Aioria solo miro a su pareja con aflicción y suspiro, ahora suponía que debía rendir cuentas a su diosa y por el bien de todos lo haría, ya que el mismo tenía sus propios principios y entre ellos la justicia era la que más resaltaba.
—Lo haré no te preocupes... Debo hacer lo correcto a pesar que no lo recuerde. Ya me disculpé solo queda afrontar las consecuencias.—
Las palabras de Aioria le sorprendieron a Milo, aquello le hizo recordar porque lo amaba, pues a pesar de su carácter impulsivo era una persona de buen corazón que hacía lo correcto.
Pronto las cosas mejoraron, ya que el hielo que cubria el templo se fue desvaneciendo, aunque no era por obra del propio Camus, sino que todos llegaron a sentir el cosmo cálido de su diosa.
La joven Sahori se fue aproximando a los caballeros y ver qué había ocurrido y ayudarlos, pues luego de sentir el cosmos de uno de sus caballeros caídos ya era una señal para preocuparse. Al acercarse a sus caballeros noto que Camus estaba entre ellos, lo cual le sorprendió demasiado.
—Que sucedió?— Preguntó con gran preocupación la joven, sin saber que hacer ante lo que había ocurrido.
—Larga historia señorita Athena... Pero no sé preocupe, ya todo está en orden.— Dijo Milo con una ligera sonrisa, pues luego de todo lo sucedido ya habían averiguado lo importante.— Creo que no solo Shaka y Mü deberán dar unas disculpas públicas, sino también Aioria.
La joven diosa observo al caballero de Leo golpeado y herido, lo que le preocupo aún más. Pero este solo se arrodilló ante ella.
—Mi señora, como caballero de Leo estoy muy avergonzado por mis pecados del pasado. Soy culpable de la muerte de mi compañero Camus de Acuario, así que estoy dispuesto a asumir las consecuencias de mis actos.—
—Aioria...— La joven no podía creer lo que escuchaba, el poco tiempo que había conocido a Aioria no era de esas personas que actuaban por impulso, pero al parecer era verdad. La bella joven se fue acercando a dónde estaba Camus y Aldebarán le dió paso a su diosa.—Mi querido Camus, tanto dolor albergaba tu corazón para regresar aquí desde el más allá?
La joven miro con compasión a su caballero, y el francés solo agachó su cabeza, era la primera que la veía y el solo hecho de sentir ese cosmo cálido en su templo hizo que en su corazón albergará una gran tranquilidad.
—Si señorita...— Dijo el francés aún sin ver a su diosa. Pero en cuanto su diosa escucho la afirmación abrazo al caballero y le rodeo con su cosmos.— Se-señorita...
—Lamento no haberte ayudado antes mi querido Camus... No imagino todo lo que sufriste en vida y ahora, pero te prometo que cuando el mundo por fin tenga paz podrás regresar.— Susurro la diosa con cariño, logrando que Camus se sorprendiera por la promesa la joven, sonaba tan sincero que le dió la esperanza de poder feliz a lado de la persona que amaba.
—Gracias señorita...— Ante ello lo que Camus había buscado desde un principio por fin lo consiguió. Esperanza y Paz.
La armadura de Acuario regreso a su lugar y el cuerpo de Camus empezó a brillar, ante ello la diosa comprendió que era momento de que se fuera, así que se separó de el.
Los otros caballeros vieron con asombro lo que sucedia y Alde al pensar que se iría, corrió hacia el menor y lo rodeo con sus brazos y Camus hizo lo mismo. Realmente ahora sentía que desapareceria para siempre.
—Camus, aún no te lo dije... Pero me enamore de ti, estos días a tu lado fueron maravillosos, espero que cuando regreses me des la oportunidad de amarte como lo mereces.— Susurro entre lágrimas el caballero de Tauro, lo que hizo que el menor se sintiera conmovido y su emoción fue tanta que derramó algunas lágrimas.— Te amo...
—Yo también te amo... Y lo haré siempre, por favor espérame.— Esa fue la última petición del menor, antes de desaparecer y para finalizar esa despedida el menor unió sus labios con los de Aldebarán y está vez el beso de ambos fue correspondido con dulzura.
Finalmente la luz que emanaba del cuerpo del francés desapareció en una pequeña exposición que se transformó en pequeños copos de nieve que cayó por todo el templo, esa había sido su despedida, pero Alde no estaría del todo solo, pues cuando abrió su mano noto una pequeña perla blanca, era tan perfecta y brillante que tan solo verla le recordaba a Camus.
—Te prometo que si te esperaré...— Dijo para si mismo el caballero de Tauro, trato de mantener una sonrisa al ver qué Camus por fin descansaría en paz... Pero fue difícil mantenerla al saber que está si ya no lo vería. No tardó en aparecer su llanto y un grito de dolor resonó en el lugar.
Los demás presentes no se quedaron de brazos cruzados y se acercaron a Aldebarán y trataron de consolarlo. Su dolor lo sintieron todos.
Continuara...
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