III: Sentimientos familiares

El resto de la tarde Camus se presto un libro de Aldebarán y se pasó el día recostado en el sillón leyendo aquel libro, incluso Aldebarán fue por las compras para el templo de Acuario y hasta ese rato, pensó que se había ido el galo, pero seguía en el mismo lugar en el que le había dejado. Concentrado en su libro y quieto sin moverse siquiera un centímetro, la única parte de su cuerpo que se movía era sus dedos, para mover las páginas.

—Esto es para ti.— Dijo Alde para llamar la atención del menor, lo cual sirvió pues Camus dejo su libro y miro las bolsas que había traído el mayor.

—Gracias.— El menor dejo el libro y paso a sentarse como es debido en el sillón, mirando un poco de lo había comprado el mayor.

—Camus, creo que tu sabes mis problemas, pero yo no sé los tuyos, ¿Porque derrapente eres tan cercano a mi?—Preguntó el mayor dejando las compras en el suelo y espero la respuesta ajena, el caballero dejo su libro de lado y pensó como debía responder aquella pregunta.

—Bueno, no tengo problemas y si paso el tiempo aquí, es porque es incómodo estar solo.—

—Y que hay de Milo? Normalmente estás con el.— Puede que Aldebarán no haya sido cercano a Camus, pero lo conocía bastante bien como para saber que Milo y el era bastante cercanos, e incluso llevaban una relación de años.

—El... Está ocupado con Aioria, desde hace tiempo por más que me acerco a el, me ignora. No me soprenderia que al final ambos se quedarán juntos.— Dijo con la cabeza agachada, hablar de aquel tema le dolía y presenciar como cada día Milo era más cercano a Aioria era una tortura.

Aldebarán se de quedó en silencio, justo eso había pasado antes de enterarse de que Mü le había sido infiel, mucho antes de eso, Shaka y su ex pareja se volvieron cercanos, las salidas que eran una vez por mes se volvieron una vez por semana y luego casi cada día, tanto que ya no lo podía ver a pesar de estar casi cerca. Y al parecer Camus ahora experimentaba esa situación.

—Y tu piensas dejar que la relación que formaste con Milo se rompa!? Camus, estás a tiempo de salvar ese amor. Que haces aquí? Ve con Milo y habla con el.— Fué inevitable no alterarse, más que todo sentir una molestia al saber que Milo estaba por herir los sentimientos de alguien tan lindo como Camus.

—Ya lo intente Aldebarán, pero no me escucha, también trate de hablar con Aioria, pero da el mismo resultado. Me di cuánta que tú eres el único que puede escucharme, y por eso ahora es agradable compartir el tiempo contigo, aunque no se por cuánto tiempo sea así.—

Aldebarán suspiro algo resignando, pues nuevamente el galo hablo de una manera que no le comprendía del todo, pensó que aquello lo decía porque realmente Aioria y Milo planeaban estar juntos e ignorar a Camus era la mejor solución, aunque eso último no estaba confirmado del todo. No quiso que su compañero se sintiera aún peor, así que desvío el tema por otro que le llamaba la atención.

—Bueno... Por cierto, como te hiciste esas heridas? Me sorprende que aún no cicatricen.— Comentó tomando la mano del menor y ver mejor las heridas que tenía ahí y en el resto del brazo, cuello y rostro.

—Simplemente desperte y ya las tenía, aunque no debes preocuparte, no me duelen.—

La respuesta ajena no le convenció del todo al mayor y dejo la mano del galo, sin duda era un misterio, desde sus palabras hasta el estado de su cuerpo. Pero empezó a creer que la compañía del galo le vendría bien, ahora que el también estaba solo.

De hecho en todo el día que habían pasado, Camus había resultado ser una buena compañía y hasta era agradable, ahora recién se arrepentía de no haberlo conocido mejor, pues tenía un encanto único para hablarle.

Las horas entre ellos transcurrieron en palabras, hasta que se hizo de noche y fue cuando Aldebarán que era momento que el menor se fuera, pues está vez no podía ceder a qué se quedará en su templo.

—Camus, creo que ya es muy tarde, no deberías volver a tu templo?—

—Y si mejor me quedo en un templo? Está vez yo duermo en el sofá.— Los ojos de Camus se iluminaron por un momento al decir aquello y esa sola mirada casi hacía que Aldebarán cediera, pero se puso firme.

—No Camus, si te quedas a dormir hoy más, muchos pensaran lo peor, y no quiero problemas con Mü ni Milo.— Pensando en que rumores se podrían difundir por la nueva cercanía que tenían, pensó que era mejor evitarlo.

—Te recuerdo que Mü te engaño y lo más probable es que Milo también lo este haciendo.— Aunque lo último sonaba grave, Camus lo decía como si fuera lo más normal del mundo, preocupando un poco más a aldebaran.

—Que acaso discutieron? O porque haces como si no te importara.— La duda empezó a crecer en Aldebarán, pues a diferencia de el, Camus tomaba la situación con más calma y se preguntaba cómo hacia para que no le doliera ver a la persona que amaba en brazos de alguien más.

—Es solo que pienso que Milo tiene derecho a estar con alguien más sino me ama... Duele pero se que le haré daño si le obligó a quedarse conmigo.— Un pequeño sonrojo decoro las pálidas mejillas del galo y a su vez sus ojos se cristalizaron.

Fue ahí que Aldebarán recién comprendió que a Camus si le dolía la situación que pasaba, pero el tenía control sobre sus emociones para no expresarlas con molestia o rabia, como el lo sentía. Está vez Aldebarán se compadeció del menor y lo abrazo con fuerza, a lo que algunas lágrimas escaparon del rostro de Camus y oculto su rostro en el pecho ajeno.

—No se que decirte Camus, soy la persona menos correcta para aconsejarte, pero... Si vas a terminar las cosas con Milo, hazlo antes de que uno de los cometa el error de involucrarse con alguien más.— Alde se separó para escuchar la respuesta del menor, pero fue sorprendido cuando sintió los labios ajenos sobre el suyo, sus ojos se abrieron par a par, su impresión fue tanta que dió paso a qué Camus se subiera sobre el y aquel beso inocente fuera con más deseó.

—Ya es tarde... Creo que me enamoré de ti.— Murmuró Camus por breves segundos antes de volver a unir sus labios con los del mayor, solo está vez con mayor intensidad.

El mayor aún no sabía cómo reaccionar y a su mente vino el recuerdo de Mü y algo en su corazón le hizo sentir culpable, como si él fuera el que estaría traicionando al menor. Tomo fuerza y empujó al galo al suelo y se alejo unos pasos, cubriendo sus labios con su brazo, no creía lo que acababa de ocurrir y talvez su error por darle esa confianza al francés, quien permaneció algo sorprendido.

—Camus! Que diablos te ocurre... Esto no es correcto! Jamás voy hacer lo mismo que Mü me hizo y menos contigo... Porfavor vete de mi templo.—

El menor había despertado de su trance y solo se levantó del sueño limpiando un poco de su ropa, suponía que había tomado por sorpresa al caballero de Tauro, así que no se molestó por esa reacción.

—Lo siento, pero antes que nada quiero decirte que lo que siento por ti, es desde hace mucho tiempo! Es solo que recién ahora pudimos convivir un poco más y me sentí muy emocionado. además no hicimos nada malo! Mü te engaño como Milo me engaña con Aioria!— El francés no pudo evitar revelar la verdad confirmando todo lo que había dicho, lo que pensó que solo eran suposiciones pero resultaba que era la verdad y al darse cuenta de lo que dijo se tapo la boca con ambas manos y miro con cierto miedo al mayor.

Aldebarán pensó que Camus solo estaba aprovechando esa situación para usarlo como parte de su despecho, lo cuál le molestó y tomo al menor del brazo para jalarlo a las afueras del templo y lo arrojo al suelo.

—Ya aprendí la lección Camus, ser bueno con cualquiera solo sirve para que la gente te humille, y tu no eres diferente a los demás!—

—Alde porfavor! Se que no era el momento correcto, porfavor escuchame...— Camus quería disculparse pero Aldebarán ya no podía con la molestia por lo que solo le ignoro y se metió en su templo ignorando cualquier palabra del menor.

Camus al ver aquello se sintió realmente mal ante esa actitud y al no poder disculparse salió corriendo fuera del templo ajeno con lágrimas en su ojos.

Mientras Aldebarán se encerró en su habitación, estaba molesto porque había confiado en el menor y ahora resultaba que solo quería usarlo. Se arrepintió por haberle dado esa confianza y aunque tratara de dormir no le pasó su cólera.

Continuara...

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