Te Perdí
Te perdí
Y ese dolor sigue atravesando mi alma como miles de espadas que no me matan, pero si me dañan profundamente. Una herida que aun no sana y que jamás lo hará, un trauma que sigue reproduciendose día y noche atormentando mis sueños. Apenas había pasado una semana desde que me había unido a stigma por voluntad propia y todo en mi había cambiado. Trataba de no utilizar ni poder demoníaco para que las hadas y los gigantes confiaran en mi, ni con eso había conseguido que me vieran más que como un rastrero demonio, pero confiaba en que la paz entre razas era posible. Ludociel no estuvo nada contento cuando elizabeth me trajo a luz de gracia, le grito muchas cosas sobre que todo era parte de un plan elaborado por los demonios para infiltrarme en su base, dijo cosas sobre que la estaba utilizando, pero ella sólo lo negó todo con una seguridad tan dura que mi corazón latió desbocado de la felicidad y algo más en mi había despertado.
Su confianza era mi sustento, había aprendido a cazar por necesidad y no sólo por el placer de ver la sangre. Recuerdo que la por primera vez que lo hice fue un ciervo que estaba tomando agua en el bosque del rey hada y tu estabas a mi lado mostrándome a aquella presa.
—Los humanos suelen cazar para comer—
—Yo se cazar nishishi—reí, en verdad tu pensabas que yo no sabia hacerlo ¿no? Nunca lo supe, no respondiste a mi provocación de burla, solo seguiste observando al animal pacífico a unos metros de nosotros con los ojos atentos en cualquier movimiento por si intentaba escapar. Vasilaste un poco entregándome un arco y una flecha de oro que no dude en tomar y rápidamente la coloque en su lugar apuntando al ciervo con habilidad, sabía usar arco y flecha gracias a los entrenamientos de chandler, sin embargo me habían dicho que lo que volvía a los demonios poderosos era su magia oscura y su habilidad para asesinar. La espada parecía la mejor opción.
—Tira la flech—susurraste contra mi oído causando un escalofrío en mi cuerpo. Tu aliento era cálido contra mi nuca, tanto que sentía que podía desfallecer, tus manos aferradas a mis bíceps y ese olor que desprendias. Ese olor a dulzura y amabilidad, ese olor a amor. El viento silvo cuando la flecha de oro le dio justo en el ojo al venado que cayó sobre el césped derramando su sangre roja y hasta ese momento pude tomar aire para calmar mis propios instintos.
No lo pienses, no lo pienses.
—¡Genial mel! —todo lo erótico que se había creado mientras estabas aferrada a mi cuerpo se alejo de ti por completo cuando fuiste corriendo hacia el ciervo muerto en el pasto. Te seguí de cerca con ese chaleco color verde que me había acostumbrado a vestir y luego retire la flecha del ojo del venado. Seguido a eso cerraste tus manos en posición de plegaria y cerraste tus ojos con concentración. ¿Acaso ibas a curarlo? No tenía sentido, me habían enseñado que un tiro directo al ojo era suficiente para asesinar a tu víctima. Aunque utilices toda tu energía ese ciervo no iba a revivir, estaba muerto ya. Contrario a lo que pensabas solo abriste esos labios tan apetitosos para decir unas frases que suelo repetir aún a escondidas—Agradezco a la luz divina por haber puesto a este ciervo en nuestro camino y poder alimentarnos. Gracias ciervo por darnos tu vida a cambio de seguir con la nuestra—era una plegaria, una donde le dabas el respeto al animal fallecido para no hacerlo ver solo como una cruel cacería. Sonreiste con esa energía tan brillante tras abrir los ojos nuevamente y me miraste fijamente. Estabas tan contenta, claro que lo estabas, peleábamos juntos en vez de separados, dormíamos juntos, abrazar tu cuerpo en las noches y verte a ti primero que a nada durante mis amaneceres era el mejor placer que la vida me había dado.
No pude soportarlo mucho, te tomé suavemente del mentón atrayendote hacia mi persona y luego choque nuestros labios en un beso que empezó corto, uno solo, uno que me dejó con ansias de más y me obligó a atraer tu cara para poder saborear más tus mohines de fresa. Soltaste un quedo gemido por la presión en nuestras bocas que aumentó el ritmo de mis corazones e hizo que dejara caer mi peso sobre ti para poder derrumbarte. Te tenía justo donde quería, debajo de mi, con los labios en los míos y ese sonrojo tan delicioso por lo que mi propio cuerpo te estaba pidiendo.
Por favor, déjame hacerte mía, déjame ser tuyo...
Huye elizabeth Huye, golpeame y evita que te tome.
—Mel—gemiste contra mis labios. Mis besos empezaron a bajar poco a poco sintiendo cada parte de tu cara con las comisuras de mi boca, tu mejilla cálida, tu cuello de delicioso olor donde podía sentir tu ritmo acelerado si colocaba los labios justo en esa vena palpitante. Me detuve a jugar un poco en esa área escuchando tus suspiros por las la midas que daba hacia la zona sensible y estaba por bajar los tirantes de tu vestido cuando...
—Ese fue un excelente tiro—la voz pacífica del rey de las hadas llamó nuestra atención, rápidamente me empujaste por la vergüenza haciéndome caer contra el suelo con un puchero y te pusiste tan colorada que competía con la sangre fresca del ciervo. Haciendo retumbar a la tierra el enorme rey de los gigantes se hizo presente con una sonrisa en su rostro y nos miró a ambos con cierta ternura que no había visto en nadie más. Por suerte ellos no habían visto lo que estábamos haciendo, solo te vieron a ti avergonzada y a mi golpeado en el suelo. Levantaron una ceja por tal confusión que fue divertido de ver. Me levante de un movimiento con una sonrisa algo infantil y volví a tomar entre mis manos el arco y la flecha ensangrentada para verlos.
—Hola gloxinia, lamento haber casado en tu bosque—me disculpe algo avergonzado rascando mi mejilla derecha. Contrario a lo que esperaba aquella hada de enormes alas y cabello rojizo largo negó con una sonrisa divertida y se acercó hasta ambos.
—Los gigantes también cazan en el área, así que no importa si una persona más lo hace—Pronto su sonrisa se volvió una mueca sombría que me hizo bajar mi sonrisa y habló otra vez— la guerra mantiene los alimentos escasos y debemos de mantenernos fuertes para luchar—era cierto, todos necesitamos de la energía necesaria para lo que estábamos haciendo aquí. Luchar por un futuro seguro, luchar por una paz en la que confiaba ciegamente.
—Agradezco tu consideración—respondí con una leve sonrisa intentando que el ambiente no se pusiera tenso, luego cargue aquel ciervo con mucha facilidad poniéndolo sobre mi hombro y empecé a caminar hacia el sendero que nos hacia salir del bosque. Noté la mirada de drole curiosa hacia algo en mi por lo que voltee a verlo confundido. Rápidamente sus mejillas se pusieron un poco rojas y tosio incómodo volteando a ver al rey hada. Deduje que era por estar ante el demonio que había asesinado a muchas personas de diferentes razas, nadie confiaba en mi por esa razón, los reyes tampoco lo harían.
—¿No te hace perder el equilibrio? —
—¿Qué? —Pregunté, su pregunta no me la había esperado
—Ese ciervo es incluso más grande que tu y lo cargas como si nada—oh, era cuestión de estatura...
—Sabes, no se si es real lo que dices, pero si no lo es que malos chistes cuentas—me di media vuelta con elizabeth aun mirándome desde donde se encontraban los reyes. Gloxinia se soltó a reír con fuerza por aquel comentario que había hecho y tuvo que colocar sus rodilla sobre el pasto para poder reírse con tal libertad. Sonreí un poco cuando salí de aquel bosque sintiéndome verdaderamente aceptado desde que llegué a este lugar, no sabía que sería el inicio de una gran amistad que duraría tan poco tiempo.
La noche previa a tu pérdida fue una de las mejores de mi vida. Habíamos sido informados que un escuadrón demoníaco iba de camino hacia un pueblo humano así que nos habían mandado a eliminarlo para evitar la destrucción masiva. Me habían elegido especialmente a mi ya que uno de los 10 mandamientos se había visto liderando a las tropas y nadie era capaz de hacerle frente a uno de esos 10...solo su antiguo líder.
Rogue porque no fuera zeldris quien iba directo a la batalla ya que no tenía la fuerza aún como para poder enfrentarlo sabiendo que debía de dañarlo. No me sentía capaz de ver ese odio en sus ojos, de saber que él estaba dispuesto a matarme y que yo aun no estaba tan fortalecido como para dejarlo fuera de combate.
—¿Qué pasa? —salí de mis pensamientos cuando me abrazaste por la espalda aun algo adormilada y me hiciste suspirar. Te había dejado en la cama dormida, ¿por qué tuviste que despertar justo ahora? Me voltee un poco para poder verte de reojo y notar como esos bellos ojos azules que amaba ver se abrían y cerraban de un momento a otro con el tirante de tu camisón algo bajado. Estaba a nada de revelarse cierta parte de tu anatomía. Me voltee de inmediato aunque esa parte pervertida en mi me pedía que la descubriera para poder verla. Suspiré acariciando tu brazo cálido mirando hacia la nada con el cabello sacudiendo mi cabello. Rou y los demás humanos se habían unido a stigma el día de hoy, al parecer ellos no iban a ir a nuestra pequeña misión y drole y gloxinia iban a hacer un entrenamiento con miembros de su clan antes de irse con nosotros. Me sentía listo físicamente, pero emocionalmente estaba destruido—Vuelve conmigo—susurraste contra mi oído causando un escalofrío.
Me di media vuelta para tomar tu cintura firme mirándote fijamente aún no muy convencido de esa apariencia inocente de la que me querías convencer y finalmente recargue mi cabeza en tus pechos y te abracé. Era lo único que necesitaba, sentía una vibra muy extraña en este bosque justo ahora, ludociel planeaba eliminar a todos los demonios y eso me había afectado, yo era un demonio y mi lucha era para liberarnos a todos (incluyendo a mi raza) de una guerra que no tenía sentido. Eliminarnos no iba a ser suficiente para acabar con la maldad, incluso después habría guerras que iban a asesinar a otra raza, luego otra y así hasta que solo quedara una...o ninguna.
—Tranquilo—murmuraste contra mi cabello besando mi cabeza con ese amor que me habías enseñado y pasando tus manos cálidas por mi espalda. Ese abrazo tan dulce cambió de rumbo cuando te separaste ligeramente del contacto y tus dedos tantearon los botones de mi prenda.
—¿Ellie? —no hablaste, solo sonreíste con timidez y picardia encendiendo mis mejillas con un intenso color rojo. Ya era oficial, querías lo mismo que yo quería y eso empezaba a emocionarme. Me besaste lento empezando con una danza como la de las hadas cuando se encontraban felices y retiraste la primera parte de mi ropa dejando mi pecho libre. Tus manos lo recorrieron como a un bosque recién descubierto y los jadeos no tardaron en salir de mi boca.
Fue la mejor noche de mi vida entera, quite tu camisón viendo como tus senos rebotaron por la brusquedad con la que los libere, me lleve tu delicioso pezon a la boca para degustarlo y ver esas mejillas rosas por las sensaciones que yo mismo causaba. Los apreté y saboree, mordí ligeramente para causarte placer y no dolor, sin duda tus pechos eran el lugar que más me gustaban de tu cuerpo. Acaricie con las manos tus piernas largas besando tus muslos con la adoración que tu merecías y hundí mis manos en tu intimidad ya mojada por haber pasado con mis labios todo tu cuerpo.
—Ahhh meliodas—tus gemidos eran la música más hermosa de toda la existencia misma, una melodia dulce que embriagaba mis sentidos, pero a la vez tan sensual que me ponía duro por completo. Antes consideraba a la guerra y la matanza como algo excitante y placentero, descubrí el verdadero placer cuando besaste mi pecho con cariño y yo deje que me tocaras. Había tenido sexo con varios demonios considerándolo algo sin importancia, eso cambió cuando lamiste mi miembro erecto y supe lo que era verdaderamente hacer el amor. Cuando llegó el momento finalmente me miraste intensamente a los ojos y tuve que detener mis movimientos para admirar tus ojos azules, tus orbes se llenaron de lágrimas cristalinas que empezaron a bajar sin control alguno por tus mejillas y me apresure a retirarlas besando tu cara y limpiando esas gotas saladas con la lengua.
—¿Por qué lloras ellie? —fue lo único que se me ocurrió preguntar, acaricie tu cabello y cuerpo buscando calmarte y lo único que sucedió fue que tu llanto aumentó—¿Acaso te asusté? —tal vez me apresure cuando metí dos dedos en tu intimidad, pero te habías retorcido de placer y habías pedido por más caricias de ese estilo. Tal vez me apresure cuando te quite la ropa y en realidad solo querías jugar conmigo y no llegar a esto, pero sonreíste cuando estuviste desnuda ante mi por lo que no vi por lema. Tal vez me apresure al poner mi miembro entre tus piernas indicando que buscaba tomarte y marcarte como mía ante los ojos del mundo, pero no fue así, negaste rápidamente atrayendo mi rostro y besaste mis labios con tanto cariño que incluso yo sentí que iba a empezar a llorar.
—Te amo, te amo demasiado—susurraste en medio de la oscuridad—Solo es eso, te amo demasiado que siento que voy a morir. Mel, tengo un mal presentimiento, no quiero perderte, moriría si es que llegara a perderte—
Oh nena, si supieras que sería yo el que estaría dispuesto a morir si es que te pierdo.
Abrázame elizabeth por favor, hazme olvidar aquello que nos está persiguiendo.
—Shhh—te silencie con un beso en el que buscaba calmar a ese corazón que me lo dio todo—Jamás vas a perderme, incluso muerto seguiré siendo tuyo—
—Meliodas...¡Ahhh!—lo hice, nos unimos de manera intensa y apasionada sintiendo que el aire se iba con cada embestida que daba. Las lágrimas dejaron de ser de miedo para pasar a ser de placer, tus gritos no eran de odio sino por la exitacion que estaba causando y el choque de nuestros cuerpos era mi segunda música tercera música favorita. La primera era tu risa, la segunda tus gemidos y la tercera el sonido de nuestros cuerpos fundiendose en el amor —Oh cielo, ¡más! ¡Mel más! —
—¡Elizabeth! —fue una noche perfecta solo para nosotros dos. Nos besamos, rasguñamos, morimos y lamimos como si no hubiera un mañana. Saltas te sobre mi, te di de espaldas, acaricie tu cuerpo como la obra de arte y para cuando ambos nos vinimos de forma explosiva incluso creímos ver casi visiones de nuestro futuro. Besos, lágrimas, un hermoso reino humano y un chiquillo de cabellos plata largos corriendo por ahí. En su momento no supe lo que había sido eso e incluso siempre pensé que había sido mi imaginación hasta que se cumplió.
El día en el que te perdí sucedieron tantas cosas que no pude procesarlas de inmediato. Los diez mandamientos habían venido en vez de nosotros haber ido por ellos, fueron asesinados muchos demonios inocentes que no tenían nada que ver con la guerra y odie como nunca a esos malditos cuatro arcángeles. Incluso en esa oscuridad y en esa pena de sentir que falle en mi misión tú decidiste salvar a dos de los diez mandamientos y mi amor por ti aumentó aún más, dando tu fuerza solo para que dos demonios del infierno pudieran seguir respirando.
—Ellos no van a perdonarte, en algún momento del futuro vendrán a matarte—comentó gloxinia a mi lado mirando los cuerpos inertes de derieri y monspeet, ellos tenían un alma guerrera que estaba bajo los efectos de mi padre, pero tú, diosa, habías hecho que cambiará mi forma de verlos. No siempre debían de ser enemigos, iban a serlo si es que ellos deseaban serlo, pero si no iba a llamarlos compañeros nuevamente.
—Lo sé, pero estaré preparado para eso Nishishi—Tanto gloxinia como drole se fueron hacia luz de gracia por una emergencia en el portal que llevaba al reino celestial, me dejaron solo junto contigo cuidando que nadie se acercara a los demonios tendidos en el suelo. Recuerdo que te despertaste minutos después y lo primero que viste fue mi rostro sonriendo, sonreíste de vuelta y te ayude a ponerte de pie. Miraste a derieri y monspeet y sonreíste tan llena de alivio que me enamore aún más.
—Que alivio, están bien—
—Todo gracias a ti—me abrazaste aun algo cansada reponiendo de poco a poco tus fuerzas y tomando asiento cerca de ellos dos. Suspiré un poco recostandome en tus piernas para cerrar mis ojos durante mis últimos momentos de paz—Elizabeth eres extraor...—
—¡Meliodas! —me empujaste rápidamente y tuve que abrir mis ojos para ver lo que sucedía. Ya no estábamos en el bosque cuidando que alguien se acercara a los mandamientos, estábamos en un lugar lejano donde los rayos partían a la tierra y te dejaba sordo durante segundos. Las personas que nos habían atacado estaban furiosas por nuestro comportamiento y deseo de querer estas guerras y por primera vez vi con verdadero enojo a aquel que me creó desde el barro y el miasma. El rey demonio y la deidad suprema estaban frente a nosotros sin decir palabra alguna, solo callados, quietos, esperando a que nosotros fuéramos los que hiciéramos algo estúpido y por lo visto no teníamos otra opción. Fui hacia ti con rapidez tomando mi espada con fuerza y te mire preocupado, contrario a lo que esperaba solo vi seguridad en tus ojos y una sonrisa arrogante—Sabíamos que esto iba a suceder—formaste una espada con tu luz celestial y la empuñaste como experta
—Elizabeth no, sigues exhausta por lo que paso no puedes—
—No me quedaré a ver como te matan, voy a ayudarte—me lanzaste una mirada rápida y durante unos segundos esos ojos fueron dulces y cálidos—Así a sido siempre mel—
—Ellie—sonreí tan lleno de confianza como podía tomando tu mano, dejé que el poder que despreciaba fuera mi soporte para intentarlo y tras apretar un poco tu agarre ambos fuimos a cumplir el destino que se nos había sido marcado en un principio. No tardamos en perecer ante el inmenso poder de nuestros progenitores, no estábamos listos, necesitamos más poder si es que queríamos vencerlos y morimos con dignidad aún con nuestras manos unidas. Siempre sería así, te lo prometo, nuestras manos estarían unidas hasta que dejáramos de respirar justo como lo que paso en esa ocasión.
Aun no se cuanto tiempo pasó, pero desperté y lo primero que vi fue un sol que me estaba quemando la piel y dándome picazón. Me levante aturdido notando como mis heridas habían sido curadas por completo, incluso los recuerdos de la pelea eran borrosos e intentaba forzarlos para recordar lo que había sucedido, no escuchaba nada que pudiera decirme como es que seguía con vida, para cuando los recuerdos terminaron yo estaba seguro de que mis corazones habían dejado de latir por completo. Mire a mi lado recordando la parte más fundamental de todo, tú, eras lo único importante, no saber cómo es que seguía respirando sino saber si es que tu seguías haciéndolo.
Me quedo en shock y el simple hecho de recordarlo hiere mi alma un poco más. Estabas muerta a mi lado con la sangre seca en tus heridas, los ojos sin el brillo que los caracterizaba y una mueca en los labios que debían de formar una sonrisa. No podía ser cierto, no podías dejarme, no podías abandonarme.
—Ellie...—susurre, tomé tu cuerpo entre mis brazos buscando algo que me hiciera saber que no te hubieras ido ya. Una señal, un latido, un parpadeo—Vamos...¡Vamos!—grite lleno de dolor con el nudo en mi garganta, el sol que antes me había picado se oculto detrás de la nube de tormenta que se coloco sobre nosotros y las primeras gotas de agua mojaron mi cuerpo semidesnudo—Por favor linda no te vayas, no te vayas, ¡que no te vayas...—las primeras lágrimas empezaron a caer y abrace tú cuerpo helado contra el mío empezando a arrullarlo buscando darle calor. Por favor, rogaba que esto fuera solo una fea pesadilla y despertará en tus brazos —No me dejes...¡No me abandones! —la lluvia se había vuelto helada y ruidoza, todo en mi temblaba por completo incluido mis sentidos donde solo podía pensar en lo idiota que había sido, había perdido lo único que evitaba que mi demonio saliera y aún así el demonio también se había enamorado de ti, lloraba en su tumba incapaz de soportar la ira por aquellos que te mataron y el dolor de tu partida—No me dejes, elizabeth...¡AHHHHHHHHHH!—mi grito de dolor se escucho por todos los rincones cercanos hiriendo corazones que no siquiera estaban pasando por la pena.
La muerte, la sangre, el olor putrefacto de tu cuerpo en descomposición y ni un signo de tu vitalidad o de tu alma que antes deseaba devorar. No podía soportarlo, quería morir en ese mismo momento, clavar una espada en mis corazones y matarme para dejar de vivir esta pesadilla a la que le llamaba vida...encajar mi propia mano en mi garganta y arrancar el nudo que me causaba tu partida.
—Meliodas—recordé cuando me saludabas a la lejanía cuando me veías llegar—¡Meliodas! —recordé cuando te molestabas por todas las bromas que te hacía y que terminaban por casi perder mis partes íntimas o la cabeza—Mel...—recorde esa voz que usabas cuando deseabas un beso mio y tus ojos brillaban tan llenos de...vida—meliodas—recordé tus gemidos de la noche anterior cuando había pensado que todo estaría perfectamente bien, que esto sería eterno, que tendríamos un futuro juntos.
Por favor quedate a mi lado y no dejes que la oscuridad me consuma
Debiste haber huido elizabeth, te dije que huyeras, debiste huir de mi.
Me equivoque, tu muerte me hizo despertar de la ilusión a la que llamamos amor y solo me hizo ver las consecuencias de haberme enamorado del enemigo. Me sentía perdido, sin rumbo, mi mundo se había venido abajo de un momento a otro y mi llanto era tan fuerte y ruidoso que los truenos a mis espaldas.
Te perdí
Y me quedé abrazando tu cadáver durante horas hasta que supe que no podía seguir ahí, enterrandote en aquel lugar y colocando una lápida de madera que sería la primera de todas.
Te perdí
E intente matarme lanzando mi cuerpo muerto en vida por un barranco, pero tras pasar por el purgatorio volví a despertar. Clave espadas en mis corazones, pero tras unos días volví a despertar como si nada hubiera pasado. Me di cuenta que no podía morir y eso fue una tortura porque jamás podría encontrarme contigo en el paraíso.
Te perdí
Y me di cuenta de que dejé de envejecer, pasaron 16 años donde estuve rondando por el mundo devastado tras la guerra santa sin preocuparme por el hambre, el sueño o incluso la higiene. Estaba muerto en vida, no sabía que hacía hasta que mi capa se voló por un fuerte viento que la alejo de mi cuerpo, intente atraparla sin perderla de vista, estaba rasgada por todo el tiempo que la utilice cuando una mano la sostuvo desde la cima de una pequeña colina.
Mis ojos se abrieron con sorpresa al reconocer esa mirada, esa cara y ese cuerpo. Eras tú, sonreíste con ternura al mirarme y por primera vez en 16 años mi alma volvió a mi cuerpo, mis ojos brillaron y mis corazones latieron con tal emoción que creí que iba a empezar a llorar. Eras tu, lúcidas diferente y no tenías alas, pero algo dentro de mí me decía que en verdad eras tú.
Te conocí y el ciclo se repitió.
Te quise y supe como era tu forma de vivir en la tribu donde naciste.
Te Amé y te conté todo lo que vivimos esperando que lo recordarás todo.
Te perdí otra vez con la amenaza de que iba a volver a verte e inevitablemente volvería a verte morir justo frente a mis ojos.
*
Quiero disculparme si es que no les dio ese sentimiento que esperaba, a mi en lo personal me gusto y me dio el sentimiento la verdad QwQ💕
¿Qué les pareció? ¿Les gustó? Espero que si ¿Cuál fue su parte favorita? Lamento si el lemon no fue largo, la verdad es que no quería hacerlo largo ya que como pudieron notar la historia no era como tal de hechos, era narrar lo más importante de estos mismos y nada más ^^✨
Disculpen faltas de ortografía y sin más que decir nos veremos después ;3
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