Prólogo
Deuda de sangre
"Nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y después de la
cacería"
Otto Von Bismarck.
Geoff está muerto.
¡Mataron al jefe!
Yaser Malik.
Liam, tu padre está muerto.
Yaser está dispuesto a pagar.
¿Cómo pagas una muerte?
Con una vida.
-¡Payne! ¡Arriba! -el mencionado levantó sus párpados divisando al oficial en frente suyo. Malditas ratas que piensan que hacen bien, cuando lo único que hacen es capturar niñitos que no tiene idea de lo que es un verdadero crimen, recordó las palabras de su padre.
Soltó un bufido indiferente antes de volver a cerrar los ojos, concentrándose inevitablemente en los sonidos de su alrededor; viento azotando las sucias ventanas, el estruendoso ruido de choque en las llantas del autobús al pasar por los diversos cráteres que adornaban la calle, sollozos, golpes de metal contra metal, personas tratando de zafarse de sus esposas, halándolas y auto lastimándose a sí mismos. Además de un horrible bochorno y el espantoso olor que impregnaba sus fosas nasales.
-Por favor -susurró un niño de aproximadamente unos diecisiete años-. Soy inocente -lloró.
Liam rió y se volteó, mirando al niño con sorna y burla, era castaño de ojos negros con una cicatriz bastante indecorosa atravesando su labio inferior. Inspiró su aroma.
Beta.
-Niño, si llegaste hasta aquí, definitivamente no eres inocente.
Dicho esto, volvió a su posición inicial. Se cruzó de brazos y miró el paisaje detrás de las asquerosas vitrinas del autobús.
Nada. Eso se veía, solo un sencillo desierto, sin muchos detalles. Solamente arena y las ráfagas de viento mezclando restos de basura en ella.
El transporte viró, provocando que los oficiales que estaban de pie se tambalearán y por poco cayeran.
El conductor no tenía tacto, definitivamente había una alta posibilidad de morir primero en un accidente automovilístico que a manos de los policías o de los mismos presos.
Policías, que palabra tan asquerosa y llena de mentiras. Las mafias y los diversos cárteles por todo el mundo eran más honestos que ellos, Liam podía apostar toda su vida a ello.
Su cuerpo se tambaleó hacia delante cuando el bus se detuvo.
Jalones de cadenas comenzaron a sonar, acompañado con aullidos y gritos de las personas que estaban allí, eran alrededor de unas veinte solo en ese autobús.
Palabras obscenas y maldiciones.
Liam se abstuvo de eso, posiblemente si estuviera de humor estaría igual que ellos.
Pero no estaba de humor.
Definitivamente no lo estaba.
Los oficiales soltaron las cadenas que los mantenía sentados en los asientos del transporte, una vez quitados todos los presentes comenzaron a levantarse e incluso a golpear guardias. Lo único que obtuvieron de ello fue una descarga eléctrica sucumbiendo todo su cuerpo.
Liam respiró profundamente antes de levantarse, sus pies estaban amarrados con cadenas y barrotes, su cuerpo vestido de un horrible y cegador naranja. A excepción de sus manos que no estaban esposadas a diferencia de los demás.
Uno de ellos al parecer lo notó.
-¿Por qué él no va esposado? ¡Malditas cucarachas que se dejan gobernar por el dinero! -gritó un hombre de unos cuarenta años mirando fijamente a Liam, quien solo rió por lo bajo y siguió caminando por la longitud del bus hasta salir de el.
El sol azotó su rostro, el calor y el espeso aire que se respiraba.
Uno de los policías lo tomó del ante-brazo y lo apartó del resto de los criminales.
-Solo tienes dos días -murmuró una voz gruesa en su oído-. En esos días no hay registro de los prisioneros. Cuando tengas tu paga solo sal. Y recuerda, yo te metí, pero no te puedo sacar. Eso corre por tu cuenta, Payne.
Liam alzó la mirada, viendo la enorme prisión frente a él. Sonrió para si.
Giró su rostro hasta mirar al policía.
-No te preocupes por ello, solo asegúrate de que nadie sepa que estoy aquí.
El oficial asintió sintiendo como su beta se estrujaba al oír la voz demandante y fría del alfa, los rumores eran ciertos, Liam tenía la clase de voz que tenía el poder de someter incluso a un mismo alfa. En definitivo, Geoff crió bien a su hijo.
Se incorporó de nuevo a los demás prisioneros, donde los escoltaron a su nuevo hogar.
El lugar era lúgubre y carente de vida, gris por todas partes y malos olores. Alfas asquerosos y malolientes por doquier. Uno que otro beta, y muy pocos omegas.
Rápidamente lo inspeccionaron y lo llevaron a su celda, la cual no compartía con nadie. No se atreverían a poner a nadie con Liam, era mejor un suicidio antes que eso.
El oficial que lo escoltó se retiró apenas Liam entró a su celda, no sin antes darle una manta, papel higiénico e indicarle que su pedido estaba escondido en el interior del colchón pobre de su cama.
Era de noche, así que no tuvo tiempo de inspeccionar el resto del lugar. Tan solo su pequeño cubículo.
No era mucho, sin embargo, no se quedaría así que no se preocupó por ello.
Tiró las mantas y el papel a un lado de la celda y tiró del colchón rompiéndolo con sus propias manos, así sacando un teléfono y un par de armas.
Tomó el celular desechable y marcó el único número que tenía registrado.
-Estás demente, no pensé que lo lograrías -escuchó una voz rasposa al otro lado de la línea.
Liam ignoró su comentario y fue al punto.
-¿Cómo mierda voy a reconocer al niño? Ni siquiera sé cómo es.
-Te dije que no hicieras caso y entraras a lo loco, lo único que dijo Malik es que lo reconocerás, además de que no es común que haya muchos omegas en las cárceles.
Liam bufó y se dejó caer deslizado por la pared de concreto.
-¿Tienes todo listo?
Harry rió.
-Por supuesto que sí, ¿con quién crees que hablas, Payne? ¿Con uno de los monos de circo con los que trabajas? No seas ridículo -del otro lado Harry se cruzó de brazos indignado, sosteniendo el celular apoyando su oreja en su hombro.
-Bien. Dos días no lo olvides, Styles. O haré que tus errores los pague ese bonito omega de ojos azules que te trae más idiota de lo normal -dicho esto, colgó.
Dejó el celular escondido en el mismo colchón y se acostó en su cama.
Frotó sus manos en su rostro y dejó que el sueño lo venciera.
⚮•⚮•⚮
Unos desesperados golpes interrumpieron su acto, gruñó fastidiado y le indicó a la omega debajo de él que lo esperara, la chica solo asintió asustada y se quedó inmóvil en la enorme cama.
Liam salió de la intimidad de la chica la cual inconsciente soltó un suspiro de alivio, el cual Liam ignoró. Después de todo, las omegas solo están para eso; pasar un agradable rato entre sus piernas.
Tomó unos bóxers negros y un pantalón chandal antes de encaminarse a la salida, en donde los golpes no persistían.
Tomó la manija y la viró, encontrándose con un Harry lleno de sangre seca por el rostro, frunció el ceño y dejó que su amigo hablará, cruzándose de brazos sin evitar enojarse un poco por el hecho de que interrumpió su velada.
-Liam, Geoff está muerto. Yaser Malik lo acaba de asesinar en una entrega, sus hombres están aquí.
Liam dejó de escuchar después de que mencionara al asesino de su padre, sus ojos inevitablemente cambiaron su tono; a un rojo escarlata que mataría de miedo a cualquiera, tomó una camisa y salió del cuarto ignorando los llamados de su amigo.
Al bajar de piso observó plenamente el desastre que lo inundaba, hombres peleando, gritos y auxilio, los omegas escondidos y los betas tratando de parar la catástrofe.
No espero más y sacó sus colmillos, gruñendo tan fuerte que todos pararon de hacer lo que estaban haciendo, su alfa externo desapareció a excepción de sus ojos, los cuales seguían siendo de un intenso rojo.
Caminó entre la multitud tratando de entender lo que sucedía con solo un nombre repitiéndose una y otra vez en su cerebro.
Yaser Malik.
Antes de que pudiera decir algo, dos de sus hombres trajeron a rastras un hombre, un alfa con las manos atadas y la cabeza tapada.
Liam los miró interrogante cuando le destaparon el rostro, sonrió.
Aunque le hubiera gustado más atraparlo él mismo no se quejó.
Yaser estaba frente a él, de rodillas con la boca amordazada. Sus ojos rojos y colmillos fuera.
-Quítenle la mordaza -demandó, uno de los hombres llevó a cabo su pedido. Yaser guardó sus colmillos en son de paz, Liam bufó-. Quisiera por favor entender, interrumpiste mi jodida con una puta y mi casa está hecha un desastre, ¡alguien explíqueme que mierda está pasando! -gritó provocando que la mayoría de la sala bajará la mirada, sumisos ante su alfa. Porque ese era el legado Payne; los alfas de los alfas.
Payne; el legado que se encargó de fundir miedo en el mundo con solo escuchar su apellido.
-Fue una batalla limpia, tu padre lo sabía -habló Yaser-. Le gané justamente. Lo maté justamente.
Liam le proporcionó un golpe en la quijada.
-Mataste a mi padre -afirmó tratando de controlar su ira.
-Sí, lo hice. Y él estaba consciente en lo que se metía. Todo este escándalo no debería se estar pasando.
-Tiene razón -susurró una voz aguda a unos metros de donde él estaba, cerró los puños y se volteó encontrándose con un pequeño omega de cabello castaño.
Louis se encogió en su lugar al darse cuenta de lo que había provocado. Su omega gritaba ayuda en su interior ante la mirada fría y furiosa del alfa.
Liam suspiró y dio un paso encaminándose hacia el castaño. Antes de que pudiera acercarse más, Harry bajó las escaleras corriendo y casi tropezándose hasta quedar enfrente del pequeño omega. Protegiéndolo con su cuerpo de su amigo.
-Sé que estás enojado pero el omega tiene razón, y no lo vas a matar por tenerla.
Liam gruñó en lo alto provocando un leve escalofrío en su más viejo y confiable amigo, el cual no se inmutó y siguió protegiendo al más pequeño.
-De acuerdo con el código, Malik tiene que pagar la muerte de tu padre, la paga con sangre, pero no necesariamente la suya -explicó lentamente Harry.
Liam trató de procesar la información, ¡por supuesto que conocía el maldito código! Pero en ese preciso momento no le importaba mucho.
El pequeño omega de ojos azules se aferró a la pierna de Harry susurrando por lo bajo varios; lo siento.
El oji-verde se volteó y tomó a Louis del mentón limpiando sus lágrimas con el pulgar.
-Ve arriba -le ordenó, Louis asintió y corrió alejándose de allí.
-Es una deuda de sangre, su sangre -replicó Liam después de un rato señalando a Yaser.
-La sangre de mi legado, no precisamente la mía.
Liam apretó la mandíbula.
-Puedo pagar la deuda, ahora estás al mando, y el jefe no puede andar sin un sumiso, es la ley del código que por cierto tu familia se encargó de escribir. Puedo darte eso, a cambio de que una vez lo tengas en tus manos mi deuda ya este pagada, y los negocios continúen como están.
-Liam, piénsalo. Es un buen trato -apoyó Harry.
-Explícate mejor -ordenó a Yaser, quien tenía una sonrisa llena de malicia plasmada en su rostro.
-Tengo un hijo, de mi sangre, pero lamentablemente me salió para el lado equivocado, es perfecto para ser tu sumiso, es temeroso, y tiene buenos genes. Ahora mismo está siendo enviando a una prisión por su protección, donde no cualquiera se atreve a entrar, ahí recogerás tu pago, tienes mi palabra.
-¿Y si no lo acepto?
-Oh, por favor Liam, no me digas que estabas pensando encontrar a tu alma gemela -carcajeó escupiendo sangre en el proceso-. ¡Eso no existe! Es solo un cuento de hadas, el amor no existe, tu madre no era más que la sumisa de tu padre al igual que la mía. No por tener un sumiso significa que dejes de divertirte con omegas, no te preocupes por ello. Aún te falta mucho por aprender, la primera lección de manejar una de las mafias más grandes del mundo es; tener un omega para preñar y poder dejar tu legado. Es para lo único que sirven.
Liam lo meditó, tener a un Malik en su poder como su puta personal definitivamente no era un mal trato.
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