Capítulo 3
– ¡Abuela! ¡Abuela! –
16 de los 25 niños y niñas corrían a rodear a doña Teresa, la madre de Dalia, que ya cansada pensaba «No otra vez» Quería a esos niños pero como siempre decía estando fuera de la presencia de su hija:
– Amo a esos niños, es muy lindo lo que mi florecita hace pero... - Y siempre hacía una pausa, dónde pedía perdón a Dios por si decir lo que seguía estaba mal - ¡Tener cientos de niños que me llamen abuela y que ninguno sea de mi sangre no me gusta nada! -
Se sentía horrible, una mala mujer, madre, "abuela" y persona. Pero, ¡No podía evitarlo! Quería nietos, ¡nietos suyos! No niños que sus padres o nuevos adoptantes se llevarían de su lado cuando desearan dejándole una gran nostalgia, dolor, falta y vacío en el corazón... Y eso decía repetitiva y dramáticamente la incomprendida mujer de 48 años.
Don Ricardo solo guardaba silencio, mientras su mujer repetía nuevamente su confesión sobre los nietos que no aceptaba del todo como suyos.
- ¡Es mi única hija, Ricardo! ¡No quiero que termine sola y con hijos aleatorios! -
En realidad era la única hija de ambos, pero su preocupación no era compartida y poco comprendida por si marido... Que no lo aceptaría para no hacer sentir peor a su amada esposa. Solo daba unas palmaditas en su mano y le dedicaba una mirada serena, como un «Todo estará bien» que ella entendía a la perfección.
- Gracias, querido - Decía con una sonrisa, tomando con cariño la mano del hombre -
Cuando una pareja es tan feliz y perfecta, logrando vivir toda una vida unidos e armonía, es obvio que desearan que su hija tenga la misma suerte. Doña Teresa no era mala, apoyaba a su hija, le había permitido tomar sus propias decisiones precaviendo que estos no fueran a llevarla por mal camino, ahora su hija era una joven adulta, madura e independiente, una buena mujer. Y estaban orgullosos de ella, pero llevar adelante un orfanatorio era cosa dura, difícil y muy cara con pocos beneficios económicos.
Dalia había trabajado duro desde que tuvo edad para hacerlo, a pesar de no necesitar dinero, tenía incluso tres trabajos por día. Al principio limpiaba casas, hacía mandados y atendía almacenes.
Luego termino la preparatoria y comenzó la universidad, busco trabajo como portera u conserje escolar, el trabajo no abundaba pero no era una preocupación, terminó los cuatro años de maestría a tiempo y trabajo en ello dos años, luego de eso había ahorrado lo suficiente para comprar una casa grande. Afortunadamente consiguió una bastante económica, aquella con la que desde niña había soñado viéndola abandonada y convertida en terribles ruinas con sus ventanas tapadas por completo y sus altos muros siendo cubiertos por las enredaderas.
Dalia logró comprar la casa de sus sueños, el edificio abandonado era de un buen anciano viudo que, a pesar de haber sido muy feliz junto a su esposa, no había tenido hijos. Solo un sobrino lo había cuidado hasta el día de su muerte y luego, tras conseguir un empleo prometedor en algún lugar de Italia, y casarse allí, se había instalado en el país abandonado el natal. El joven en cuestión, del que contamos la historia porque a Dalia le parecía conmovedora e importante, había vendido la casa de sus difuntos padres (en la que residía) pero no pudo hacer lo mismo con la de su querido Tío, hasta que 10 años después apareció su compradora de ojos claros: Dalia Warrior de Dubois.
La cuál le pareció la indicada, de entre los pocos que habían intentado comprarla. “Es una buena causa la suya” le dijo el hombre antes de aceptar vendérsela.
Y así era, pues su corazón era el de una madre, y todos lo notarían...
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No me puede emocionar más una historia que está... :')
800 seguidores desde ayer!!! Ahaaa
Y hoy ya 801 😎✨
Jsjs muchas gracias a todos, de verdad, les agradezco mucho por todo el apoyo ✨❤️
Espero que les guste el cap!
Hasta la próxima! Que tengan buena vida! Bye!
Jue, 20 Jun. 2024
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