CAPÍTULO 6

-¡Que no te tiemble la mano chico!- indicó Danny burlón mientras hacía entrega de una pistola a Andrew

- Espero no tener que usarla- murmuró para sí mismo.

El día había llegado y traía trabajo consigo, a Danny no le gustaba perder el tiempo, el trabajo se veía bastante simple y todos pensábamos que terminaríamos con esto de forma rápida y sin inconvenientes por lo que no hubo demasiadas instrucciones que escuchar antes de que se nos entregaran las armas. Disparar y tirar la evidencia era todo lo que debíamos hacer, mis manos ardían por hacer el trabajo lo antes posible, nadie decía nada cuando tipos como él morían por lo que no había mucho que temer así que las cosas pretendían salir bien.

- ¿Cómo lo encontraremos?- pregunto Andrew dudoso.

-Tendremos que esperar- respondí encogiéndome de hombros

La verdad no teníamos demasiada información como para saber en qué momento encontrarlo con la guardia baja, estaba claro que no podíamos ir a asechar al orfanato, por el momento sabíamos que debía circular por las calles cuando el sol estaba por ocultarse porque nuestra memoria nos indicaba que ese era el horario en que no se veía circulando en nuestro reclusorio. Aparte de eso yo sabía que frecuentaba el prostíbulo por lo que sería allí el punto en donde deberíamos aguardar hasta su aparición, sin contar que podíamos preguntar a mi madre o a sus colegas por las horas en que acostumbraba a ir a ese lugar.

Saber que tendría a mi madre tan cerca y recordar el escándalo que le había hecho el día anterior tenia mis pensamientos algo turbios, me sentía arrepentido, aunque no me gustara admitirlo sentía más rencor por ella del que creía y había evitado enfrentarla por querer evitar aquel obscuro sentimiento que había germinado y crecido a través de los años. Yo era demasiado orgulloso para ir hacia ella y pedirle perdón pero también era lo suficientemente consciente de que tal vez habría podido reaccionar de una forma distinta, aunque mi personalidad se destacara por ser más bien explosiva, sin embargo no descartaba la idea de ir a verla una vez más, luego de que todo pasara, y hablar con ella de la manera correcta...necesitaba el consuelo de hacer algo bien por primera vez en mi vida, como ella decía "nunca es demasiado tarde para enmendar un error".

Así fue como esperamos a que la tarde llegara y, cuando esta estuvo lo suficientemente avanzada, nos dirigimos en auto al prostíbulo en donde elegimos una distancia prudente para detenernos a esperar que nuestra víctima se decidiese a aparecer, si ese día no corríamos con suerte intentaríamos recaudar información de las mujeres del lugar pero por el momento solo esperaríamos a ver si la suerte nos sonreía. Ambos estábamos mentalizados para una espera larga y yo tenía la fija idea de que ese día no lograríamos nada pero Andrew, siempre positivo, tuvo el gusto de reírse en mi cara cuando una figura familiar se vio al interior de un pomposo armatoste que se estacionó frente a la enorme y vieja estructura donde las prostitutas residían.

Entró al lugar durante unos instantes para luego salir acompañado por una figura femenina que no nos molestamos en reconocer. Entonces me preparé para echar a andar el auto y seguir a Lebini a donde sea que la quisiera llevar pero, para nuestra sorpresa, ellos nunca se movieron.

Entraron directamente a la parte trasera del auto como si no importara que se encontrasen a la vista de todo el mundo, aunque por allí tampoco es como si hubiera habido demasiada concurrencia, la sangre me quemó por dentro ante aquel descarado actuar y manifesté la repulsión que me provocaba en forma de enfado e impaciencia.

‑¿A dónde vas?- preguntó Andrew cuando me bajé del vehiculo.

‑A terminar rápido con esto- respondí mientras lo veía bajar - si quieres puedes quedarte, esto no será difícil

-¿Estás seguro?- inquirió siguiéndome- está con alguien más ahí dentro Beck

-Es una prostituta- repliqué con displicencia- si la bala llegase a hacerle algo de todos modos a nadie le importaría, para la ley la gente como ella no existe.

-¿Y cuál es el plan?

-Cuando el esté arriba abriremos la puerta y le llenamos de plomo el cráneo.

No recibas respuestas de parte y yo tampoco volví a hablar, cada vez estábamos más cerca y el ruido nos podría delatar si no éramos precavidos, podía verse como rebotaba la parte trasera del auto de forma lenta mientras que nosotros lo rodeábamos hasta quedar cada uno frente a una puerta y desde allí echamos un ligero vistazo al interior. La tarde se encontraba demasiado entrada como para que nuestra presencia en ese lugar hiciera sombra por lo que no pudieron prepararse para lo que estaba por venir.

La calma antes de la tormenta le llaman a ese preciso instante en que todo se encuentra silencioso y las cosas parecen ir en cámara lenta, dando la impresión de que todo puede salir bien si se controlan bien los movimientos, para mí esa situación se presentaba de un modo demasiado onírico y las cosas estuvieron muy de nuestro lado como para no sospechar de alguna posible falla en nuestro plan. Pero a esas alturas yo me había decidido por ignorar esos detalles y creer en que todo podría resultar como debería ser, como yo creía que debería ser, me arriesgué a ignorar lo que me advertían los instintos y las experiencias pasadas porque necesitaba sentir que por fin algo lograría salirme bien...

Tenia frente a mí la espalda de Lebini, engrosada y deforme por los músculos en ella, era el escenario perfecto y sin esperar señales ni seguridad abrí la puerta como un rayo, con la vista enceguecida de ira y euforia por hacer por fin lo que había soñado tantas veces, de un momento a otro dos balas se dispararon antes de que mi mente pudiera procesar el ruido de las balas y el de la voz de Andrew gritándome, como un ruego desesperado, que esperara.

De de pronto todo recobró su velocidad y mis ojos se nublaron nuevamente pero esta vez por las lágrimas que me provocaba ver aquella cabellera roja frente a mí, atravesada por dos balas que habían caído en plena nuca de aquella mujer, del otro lado del auto Andrew me miraba con ojos enormes e impactados ante lo que acababa de atestiguar. El grito había sido inútil y mis impulsos lograron condenarme una vez más...la vida no dejaba de ser una cruel ironía para mí.

Lebini estaba encima, eso sí era verdad, pero en un solo segundo las posiciones habían cambiado y mi madre había decidido tomar el control para hacer un acto tan heroico como estúpido al mismo tiempo. Justo en el momento en que enterraba un cuchillo carnicero en la yugular de aquel hombre ella era atravesada por dos balas que habían caído en un objetivo equivocado, sellando su rostro en una expresión de incredulidad mientras que sus ojos habían petrificado su último destello en un silencioso grito de victoria que ella no alcanzó a disfrutar.

Mi arma resbaló de mi mano y el mundo me pareció un plano sin forma que amenazaba con deshacerse a cada instante, Andrew desapareció al igual que Lebini y para mí solo se encontraba presente el inerte cuerpo de mi madre. Las lágrimas caían por mi rostro y mis brazos temblaban, al igual que mis piernas, había perdido por completo el control de mi cuerpo y la razón había decidido abandonarme sin que en mí hubiera más que un cúmulo de reflejos inconscientes.

Sin saber lo que hacía tomé el cuerpo de mi madre entre mis brazos, como cuando se cargaban a las princesas, y con el caminé por la acera hasta que mis rodillas tocaron el suelo y solo se arrastraban hasta que, incluso así, se me hizo imposible continuar ¿A dónde quería ir? No lo sabía exactamente, solo sabía que algo en mí deseaba poder llevarse a mi madre lejos de allí, al pasado si era posible, buscaba encontrar cualquier lugar donde me pudieran decir que aquello no era real y que ella despertaría en cualquier momento de aquel sueño inducido por la muerte...la muerte que era tan irremediable para los seres humanos y la cual jamás debió llegarle de ese modo a mi madre...mi madre que era demasiado buena para estar entre nosotros...mi madre a quien le debía tanto y no le había agradecido nada...

Me sentí como un niño de nuevo, como cuando jugaba y me sangraban las rodillas, la abrazaba y lloraba pidiendo perdón como si en realidad me estuviera escuchando y no me cansaba de repetirlo una y mil veces, necesitaba que supiera cuánto lo lamentaba, pero nada en ella estaba allí porque ni siquiera ese cuerpo parecía ser el suyo, claro que no lo era, el de ella siempre había sido cálido y manifestaba la vida que corría por su interior a cada instante por cada uno de sus poros , en cambio este cuerpo se encontraba rígido como una figura fabricada del más gélido metal.

Me dolía verla, sentirla y sobre todo me dolía llorar pero no podía detenerme y tampoco quería alejarme de ella. De haber sido por mí no me habría movido de aquel lugar pero no me encontraba solo y el ruido de los disparos no habían pasado desapercibido por las compañeras de mi madre, quienes sabían lo que ella planeaba hacer, por ello debí despertar de mi letargo y ser consciente de que lo que me estaba pasando, de lo que yo mismo había hecho, era algo real.

-Beck...- sentí una mano sobre mi hombro- debemos irnos

Yo miré hacia atrás, donde el dueño de la mano se encontraba, los ojos de Andrew me observaron con profunda lástima y luego me soltó para que pudiera ponerme de pie, con mi madre aún entre mis brazos, al girarme pude notar a varias mujeres de edades distintas hablando entre ellas pero fue Mona a quien pude reconocer y la cual se encontraba más apartada del montón. Al verme caminó hacia nosotros y yo no hice más que aferrarme con fuerza a mi madre, quería arrebatarla de mis brazos eso estaba claro , me encontraba a la defensiva pero yo a ella no lograba causarle más que melancolía.

-Puedes dejarla con nosotras Beck- habló con paciencia- aquí nadie dirá nada y nos encargaremos de que tenga un bonito funeral ¿te parece?

-¿Qué...que harán?- pregunté casi sin voz, hablar también me dolía- yo...yo no quiero que pase frío...y...y si la dejo...yo...

-Tranquilo, ella estará bien. Yo me ocuparé de ella, la dejaré con sus cosas y estará bien ¿de acuerdo?- su voz se tornó suplicante- por una vez confía en mí ¿esta bien? Ella lo habría hecho.

Observé a la mujer frente a mí y luego observé a mi amigo quien se mantenía silencioso y expectante, entonces miré a mi madre por última vez y cerré sus ojos mientras me despedía y manchaba su rostro con mis lágrimas, besé su frente y luego de un abrazo la entregué casi sin fuerzas. Limpié mi rostro con el dorso de mi mano mientras le daba la espalda a las mujeres que me observaban con expresión de pregunta, reproche, enfado y pena sin comprender qué era lo que estaba ocurriendo realmente.

Esa noche el insomnio volvió a atacarme de forma inclemente y la hoja de la navaja me había estado llamando con más fuerza que nunca, rogándome que la enterrase hasta que mi cuerpo no lo resistiera, me estaba volviendo paranoico y a cada minuto que pasaba un poco de mi cordura se perdía más en el abismo que yo mismo había creado frente a mí. Algo me hacía necesitar estar solo pero mis vestigios de cordura no dejaban de decirme que aquello solo empeoraría lo que ya estaba mal en mi interior, mis demonios se habían liberado y mi destrucción se estaba llevando a cabo con éxito para ellos.

Sin embargo aún había alguien que podía hacerme olvidar todo, aunque fuera por un instante, en esos momentos necesitaba de ella más que cualquier otra cosa en el mundo y no era que lo supiese sino que, más bien, podía sentirlo.

No me preocupé en anunciarme ni de pensar en las posibles complicaciones que podría tener al llegar donde Luna pero, sinceramente, tampoco era como si estuviese pensando demasiado en lo que estaba haciendo. Mi razonamiento se encontraba completamente anestesiado y no parecía tener intenciones de despertar pronto, por lo que no creía poder contar con él en los futuros más próximos, aunque tampoco era algo que me interesara demasiado, así que intentar usar la lógica era algo que había descartado hacía ya bastante rato atrás.

No me di cuenta cuando ya me encontraba a las afueras de la casa de Luna, eran como la 1:30 de la mañana y las luces se encontraban totalmente apagadas en su interior. Estacioné afuera el auto y no me molesté en ocultarme de las incandescentes luces de la calle al momento de caminar hacia el enrejado que separaba la casa de Luna con la calle.

Me trepé por la reja sin dificultad y luego escalé la enredadera que había a las afueras de su ventana para luego golpear el cristal con la esperanza de encontrarla despierta a esas horas , me sentía un completo autómata y ni siquiera había pensado todavía lo que le diría cuando me preguntara las razones de mi visita sin anunciar a sus aposentos. Sin embargo, nada de eso importó cuando la ventana se abrió por fin y la esbelta figura de Luna apareció entre las cortinas como un elegante fantasma propio de un castillo de fantasías.

Efectivamente yo era un autómata, y lo había estado siendo toda la tarde, pero algo en mí logró revivir al momento de estar frente a ella mientras que la luminiscencia lunar del cielo nos cubría con un delgado velo blanquecino.

-¿Me dejarías entrar?- pregunté con un susurro al que ella asintió con una sonrisa

Entré con cuidado y casi sin hacer ruido, ella dejó la ventana abierta, sin pensarlo observé la sombra que se reflejaba en el espejo de la puerta y, por algún motivo, esta vez no sentí deseos de apartar la mirada ante la obscura figura que frente a mí se mostraba. Parecía la suerte de un monstruo hecho de penumbras y deformidades al que no lograba asustar pero sí inspiraba una sensación desagradable que a nadie le gustaría tener que soportar por demasiado tiempo, quizás no apartaba la vista porque aquel espejo al fin lograba reflejar como realmente me sentía, así debía de estar quedando mi alma al interior de aquella carcasa corpórea y colorida con la que debía de cargar aún cuando detestase su imagen más que a mi propia vida.

-No me dijiste que vendrías- susurró Luna acercándose a mí.

-Quería sorprenderte- mentí volteando hacia ella y enmarcando la fragilidad de sus expresiones entre mis manos.

-Es lindo que hagas eso- sonrió acunando su rostro en el hueco de mis palmas.

Entonces me acerqué a ella para besarla y deshacerme de lo que aquejaba mis pensamientos, un arco iris iluminó el interior de mis párpados y por unos instantes logré olvidarme de absolutamente todo. Por unos segundos pude recuperar la paz que hacía un tiempo había perdido y logré sentirme menos monstruo de lo que era al mismo tiempo que podía percibir cómo mis demonios internos caían derrotados en mi interior para sumirse en un corto pero profundo sueño del que solo despertarían cuando la soledad volviera a encontrarme.

Cuando nos separamos los ojos de Luna me dijeron que ella había comprendido que algo malo había pasado pero de sus labios no salió ni una sola palabra, aquel silencio era maravillosamente reconfortante y como agradecimiento le sonreí. Luego nos sentamos en el piso del cuarto y apoyamos nuestras espaldas en la pared, mirando hacia la ventana y las cortinas que ondeaban en ella, el aroma a nubes que impregnaba el cuarto se mezclaba con el frescor del aroma a noche que se colaba del exterior y la combinación de aquello me llevó por mis recuerdos hasta ese momento en que todo parecía haberse vuelto más un sueño que una pesadilla.

Sin saber cómo, ni en qué momento ocurrió, Luna se apoyó en mí mientras que yo aprovechaba de abrazarla y apoyar mi barbilla en la coronilla de su cabeza , ambos mirábamos el cuadro que la ventana y sus cortinas le daban a la noche estrellada que parecía aligerar los problemas con su sola presencia en el cielo, casi podía escucharse el acompasado latir de nuestros corazones entre aquel silencio que nos regalaba la ilusión de ser los únicos sobre la tierra y en poco tiempo sentí como ella se durmió.

Mis brazos se encontraban alrededor de su cintura casi derritiéndola por el calor que estos transmitían mientras que, a través de la tela, su piel casi echaba humo ante la presencia de algo cálido contra el hielo del que ella se encontraba formada. Odiaba pensar que Luna tuviera que pasar frío pero recordé que en el espacio las temperaturas eran demasiado bajas como para evitarlo y me causó algo de gracia que incluso en eso se parecieran tanto la una a la otra, volví a sonreír pero esta vez para mí mismo y luego de eso yo también me dormí.

-¡Paf-paf-paf...paf-paf...!

Alguien... la puerta no estaba siendo golpeada sino que, mejor dicho, estaba siendo azotada como si quisieran tirarla y esta crujía como si estuviera apunto de ceder. De a poco comencé a cobrar conciencia de quien era yo y donde me encontraba , al mismo tiempo que comenzaba a escuchar los amenazantes gritos que el hombre al otro lado de la puerta profería con lengua traposa. Sentí como el cuerpo de Luna se estremeció entre mis brazos, temblaba de miedo, podía sentir el deseo que le embargaba por poder correr y alejarse de ese lugar y comprendía la impotencia que le provocaba el no tener como hacerlo.

-Si Josef descubre que estas aquí nos matará a los dos- dijo con una voz ahogada en miedo mientras se acurrucaba en mí y los golpes parecían hacerse más fuertes.

-Yo no le tengo miedo Luna- dije con seguridad- si intenta tocarte lo mataré primero.

-Beck él es alguien peligroso, no sabes cómo se pone cuando está en ese estado- dijo al borde de las lágrimas- yo no quiero que te haga daño, mejor vete de aquí ahora que puedes.

-Ven conmigo- dije casi como un ruego más que como una idea.

-No puedo-respondió con voz temblorosa

-Bien- bufé- de todas formas tengo una idea- murmuré.

Con rapidez atravesé la ventana y descendí, veloz como una araña, cuando estuve nuevamente sobre tierra me dispuse a rodear la casa, buscando por los alrededores algún objeto contundente que poder utilizar, cuando llegué a la puerta agradecí que Josef siguiera siendo un idiota y que hubiera dejado la puerta por completo abierta, dejándome libertad de acceso al lugar, el único problema que me restaba era mi falta de armas pero supuse que él no debía encontrarse mucho mejor equipado que yo. El tiempo corría y podía sentir los gritos de protesta que salían de la garganta de Luna mientras forcejeaba en el segundo piso.

Pero entonces los refuerzos llegaron y mi tocayo emergió de debajo de las escaleras para correr como un rayo mientras los ladridos salían de su hocico como un grito de guerra, sabía que aquella distracción no lograría mucho pero de todas maneras me creía capas de lograr hacer algo con ello, inmediatamente me dirigí hacia la cocina y debí revisar un par de cajones antes de poder encontrar un cuchillo lo bastante grande como para cumplir el propósito que tenia en mente, irónicamente este se parecía mucho al que había utilizado mi madre aquella misma tarde. El chillido adolorido del perro se escuchó como una alarma poco antes de que pudiera tener en mis manos el cuchillo en mi mente se arremolinaban las consecuencias de mi tardanza pero no fue sangre ni golpes lo que me encontré sino una escena mucho peor que me hizo detener a la mitad de las escaleras sin que pudiera dominarme a mi mismo.

Luna estaba desnuda por completo y luchaba por correr de vuelta hacia su cuarto mientras que Josef la atrapaba entre sus regordetes brazos a medio cubrir por la camisa que llevaba arremangada. Estaba con los pantalones a la altura de los tobillos y la camisa estaba desabotonada, dejando al aire su prominente panza brillante de sudor, del otro lado del pasillo el perro lloraba hecho una bolita y la puerta que estaba justo frente a las escaleras se mantenía entre abierta pero sin que nadie saliese de ella.

Apreté con fuerza la empuñadura del cuchillo y subí los escalones que me faltaban mientras que Josef ignoraba mi presencia en ese lugar. Casi podía verme enterrar la hoja metálica hasta más no poder, una y otra y otra vez, hasta podía sentir el placer que aquella muerte me produciría al momento de ser por fin efectuada y con todo eso en la mente alcé el cuchillo a sus espaldas, enfocando todas mis fuerzas en aquel primer y certero movimiento.

Pero antes de poder lograrlo un chillido femenino se escuchó y alguien me sujetó con una fuerza que no era demasiada pero que, ciertamente, resultaba molesta entre los movimientos de aquella mujer con piel amarillenta. Tuve que retroceder mientras que Josef al fin se daba cuenta de la realidad y su distracción le costó la custodia de Luna quien logró escabullirse de él.

Intenté hacer que la mujer amarilla me soltara pero parecía estar muy convencida de que aquel hombre merecía el perdón, no cansaba de decirlo, sus gritos me desesperaban casi tanto como sus negros ojos de expresión triste y sin vida que me parecían familiares pero horribles al mismo tiempo. Había pensado en no matarla, suponía que no lo merecía a pesar de permitir tanta abominación dentro de su casa, pero ella complicaba mi ya limitada situación por lo que terminé haciendo uso de mi puño libre y la golpeé para que me soltase por fin, sin importarme que con ello tropezase con las escaleras que se encontraban junto a nosotros luego de que ella me hubiera hecho retroceder.

Medio recompuesto volví a mirar hacia el final del pasillo en donde Josef empujaba con fuerza la puerta que Luna no había alcanzado a cerrar con seguro mientras que esta intentaba resistir para que esta no se abriera, obviamente sin tener mucho éxito, la fuerza de él podía parecer descomunal junto a la desvalida Luna pero aquello tendría su final justo allí y sería yo quien se lo diera.

Corrí hacia él y enterré el cuchillo entre los pliegues de su cuello, haciendo que su cuerpo se congelara de repente, sacudí la empuñadura para que cayese al suelo pesadamente provocando un sonido seco en el enmudecido ambiente y cuando estuvo en el suelo cumplí mi fantasía de atravesarlo tantas veces como me fuera posible. Sin darme cuenta comencé a sonreír, aunque no era una de mis sonrisas habituales y pequeñas, mi rostro entero se encontraba iluminado de un diabólico éxtasis que hacía ver mi sonrisa como la de un maniático recién salido del manicomio, mis blancos dientes al fin estaban siendo exhibidos hacia el mundo luego de 12 años de reclusión.

No sé cuánto tiempo estuve así ni cuánto tiempo más habría durado pero sí sabía que aquello era algo que Luna no quería averiguar porque fue ella quien se acercó a mí para posar, con suma delicadeza, una mano sobre mi espalda para hacer que detuviera mi obsesiva acción. Quedé con el brazo elevado y mi expresión congelada, de a poco mi sonrisa se fue borrando y mi expresión volvió a ser lo que era mientras que mis ojos observaban el masacrado cuerpo a mis pies.

-Ya está muerto Beck...- dijo ella con un hilillo de voz.

Sin poder decir nada dejé que el cuchillo se resbalara de entre mis dedos y un golpe húmedo y blando se produjo ante su caída, entonces me erguí y observé mis manos, me encontraba bañado en sangre al igual que todo en mi alrededor. Intenté sacudirme pero aquel rojizo líquido no parecía querer ceder, era pegajoso y su viscosidad me molestaba, intenté un par de veces pero era inútil y como un buen tic nervioso pasé una mano por mi cabello, aun cuando fuera consciente de que eso solo lograría mancharme más de lo que ya estaba, luego observé a Luna quien ahora llevaba puesto un vestido que creía haberle visto antes alguna vez.

- Por accidente hice que tu madre cayera por las escaleras, tenemos que llamar una ambulancia rápido- dije con extraña normalidad.

-¿Estás loco?- exclamó ella- ¿no vez lo que acabas de hacer con Josef? Si llamamos una ambulancia vendrá también la policía y te arrestarán Beck.

Un ladrido se escuchó del otro lado del pasillo y unas uñas se escucharon rasguñar el piso flotante hasta detenerse en donde la sangre no alcanzaba a manchar, yo me giré hacia él mientras que Luna caminaba a su encuentro y se encuclillaba sobre el suelo para acariciar la peluda cabeza del perro.

-Si no hacemos algo ella morirá- volví a hablar sin comprender la tranquilidad que llevaba Luna ante todo lo que acababa de suceder.

-Para ella es mejor así Beck- respondió con un tinte de tristeza en su voz- pero tendrás que asegurarte de que realmente esta muerta antes de irnos.

-¿Significa que irás conmigo?- inquirí alzando una ceja y ella sonrió.

-Iremos contigo- dijo tomando a Beck entre sus brazos.

-¡Que cosas...!- murmuré mientras volvía a pasar una mano por mi cabello y sonreía levemente hacia ella.

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