Capítulo 17



—¡Policías! —Nolan exclamó, casi tirando la puerta abajo—. ¡Vienen desde la ruta principal!

—Mierda —masculló Marshall, luego movió la cabeza hacia Patrick—. ¿Vendrán por los papeles de posesión?

Patrick gruñó bajo, todo su pecho tembló por la furia que le invadía desde adentro. Sospechaba que las cosas no podían ser tan calmas por demasiado tiempo, cuatro días sin problemas era un nuevo récord, pero este en particular, olía como un problema grande.

—Alerta a las patrullas —le ordenó a Nolan—. Que Byron se encargue de las Cazadoras, Ava de las Matriarcas y Alice de los demás leones. Preparen todo por un posible código de evacuación.

—Espera un momento —Marshall interrumpió, sus ojos avellanas eran duros—. ¿Dices que debemos prepararnos para ceder? ¡Las tierras son nuestras!

—¡Y ellos son la ley! —Patrick gruñó—. Por más que nos disguste, la ley humana siempre será más poderosa que la nuestra. Ahora, no digo que no haré todo lo que pueda por defender lo que es nuestro, pero como bien sabes, hay que tener un plan B, y en este caso es la evacuación. —Patrick movió su mirada del frustrado león al tigre todavía en la puerta de su oficina—. Quiero que me acompañes, envía un mensaje a Alexander para que se ocupe de alertar a las patrullas en tu lugar.

Nolan resopló.

—Al cocinerito no le agradará la idea.

—Tendrá que hacer lo que le ordene o le pondré en la guardería.

Una mirada llena de malicia atravesó los ojos oscuros del tigre, sabía que Alex no se llevaba bien con los cachorros... Por extraño que sonara eso.

—Ya regreso.

Nolan los dejó solos, Marshall cerró la computadora portátil. Antes de que el tigre los interrumpiera estaban analizando los antecedentes del cirujano que recomendó Tanya.

—Seguiremos con esto después.

—Honestamente, no me agrada la idea de tener un jaguar, son un manojo de problemas.

—Gold Pride acepta toda clase de felinos.

—Y una loba —remarcó con ironía—. A veces no entiendo que clase de coalición somos.

Marshall se pasó los dedos por la barba y bufó molesto.

—Hablaremos después.

Con una inclinación hacia el león, Patrick salió al pasillo, los ánimos revueltos hicieron a su animal arañar las paredes de su mente, al bajar se encontró con Nolan, bastó una mirada para hacerle saber que las instrucciones habían sido acatadas. Patrick le hizo un gesto y ambos salieron, al llegar al camino principal, Jimmy, Zev y Tanner se les unieron como refuerzo.

—¿Qué crees que quieran? —Tanner preguntó.

—¿Es un desalojo? —Siguió Zev.

—No lo sé —respondió, ocultando la marejada de inseguridad que le movió por dentro—. Pero tenemos los papeles en regla.

Y no le quitarían lo suyo tan fácilmente.

Al llegar al camino principal que conectaba con la ruta, notaron el vehículo policial, no era uno de patrulla, más bien, era uno informal. Ese detalle no bastaba para hacerle saber si venían con una orden de desalojo o con cualquier otro asunto. Al acercarse, dos hombres humanos y un cambiante bajaron del vehículo. Se detuvieron, frente a frente, con el sonido del viento en el aire.

—Oficial Daniels —se presentó el que bajó del asiento del conductor—. Ellos son el agente de campo Dwight y el detective Halford, miembro de la subdivisión cambiante.

Detective... Eso no sonaba bien.

—Usted debe ser el Alfa de este clan —terminó el oficial.

—Coalición —Patrick corrigió, mirando a los ojos oscuros del hombre—. Y sí, yo lidero Gold Pride, ¿qué se supone que hacen aquí?

El detective avanzó al frente e hizo retroceder al oficial, era más bajo y compacto, de cabello corto y negro, ojos oscuros, mirada peligrosa. Jaguar.

—Estamos investigando el asesinato de una mujer cambiante —dijo en tono plano.

—Ah, la joven de la escuela secundaria.

Había salido en las portadas de todas las redes sociales, era un hecho aberrante rodeado de misterio y miedo, la joven quien también era compañera de curso de Ian, había muerto desangrada por un ataque sorpresivo en la madrugada del viernes.

—Así es. El clan Night Shadows ha dejado el caso en mis manos.

Patrick cerró las manos en puños. Ese era el desconocido clan del sur, el que Marshall estaba investigando...

—¿Y piensas que alguno de nuestros leones lo hizo? —Nolan le robó la pregunta.

—No puede hacer acusaciones sin pruebas —dijo Tanner.

—Lo sé.

El jaguar pasó su analítica mirada por cada uno hasta detenerse en Patrick.

—Estoy entrevistando a todas las personas con las que se relacionó en sus últimas setenta y dos horas de vida, y su hijo figura en esa lista.

Patrick contuvo al león furioso, si tan solo Ian le hablara ahora podría entender mejor el panorama, pero desde que llegó golpeado se había convertido en una bóveda cerrada, se estaba aislando y por alguna razón el vinculo de sangre que lo unía como parte de la coalición, temblaba constantemente.

—Mi hijo no ha hecho nada.

—Eso no puedo confirmarlo.

Un gruñido subió hasta su garganta.

—Solo serán unas preguntas. Comprenda. —El jaguar dio un paso, lo miró fijo, ahí estaba esa fuerza en sus ojos, lo que le impedía que el dominio de Patrick hiciera su efecto—. Hay una familia que llora a una hija y hermana, un clan que pide justicia. Usted, como padre y alfa, debería saber lo que se siente.

Realmente no lo sabía, sus cachorros estaban vivos y lo único que lloraba en silencio era la pérdida de su amada esposa. ¿Era cruel por no empatizar con aquellos desconocidos? Pensó, pero negarse le traería problemas con la policía, y una marca más en su expediente alejaría sus planes de extender su control sobre Willow County, no podía permitir eso.

Mirando al serio rostro del detective jaguar, terminó por aceptar las cosas. De todos modos, Ian estaba tan inestable estos últimos días que dudaba si sería buena fuente de información, dudaba si su cachorro le podría siquiera responder a él. Gala insistía en que no debía presionar, sino darle espacio, pero a Patrick le urgía saber qué le estaba pasando.

—Lo escoltaremos hasta la casa, pero sus dos acompañantes se quedarán aquí.

—Usted no tiene jurisdicción sobre...

—Oye —el detective Halford detuvo la protesta del agente Dwight—. Estamos en su territorio.

Patrick estaba a cargo en tanto esos tres tuvieran sus pies sobre sus tierras.

—Zev, Tanner, quédense como compañía.

—Sí, Alfa.

Con un gesto hacia el jaguar, le indicó que le siguiera, Nolan y Jimmy les acompañaron de regreso. Patrick intentó sacarle más información sobre el caso, pero Halford se escudó bajo el secreto de clan, solo los familiares y compañeros de clan Night Shadows tenían acceso a toda la información que el detective pudiera encontrar. Olía a problemas.

Ya en la gran casa, las leonas se reunieron en la entrada apenas notaron la presencia de un extraño, incluso la loba Lyra estaba junto a ellas, sin embargo, no vio a Tanya por ninguna parte.

—¿Qué es esto Alfa? —Preguntó Meybel, la jefa de matriarcas—. Primero un desterrado Fire Heart, luego una loba errante, ¿y ahora un oficial de policía?

Patrick gruñó bajo ante la impertinencia, Meybel era fuerte y con gran carácter, lo necesitaba para mantener a las matriarcas en sincronía y orden, pero a veces su reticencia hacia los extraños le llevaba a ser demasiado protectora y desconfiada. No le juzgaba, por supuesto, Meybel había confiado en extraños una vez y terminó en manos de los Cazadores.

—Detective Halford —habló el jaguar robándole la palabra—. John Halford.

Meybel dirigió sus ojos ámbar al detective y gruñó bajo, el hombre no reaccionó, pero continuó observando a la leona con cierto interés. Patrick carraspeó para retornar la conversación al asunto en cuestión.

—Por si alguna de ustedes aún no está informada, hace tres noches hubo un asesinato en Willow County, la víctima era una joven que asistía al mismo nivel y grupo que Ian. El detective Halford viene a entrevistarlo.

—Ian no ha hecho nada —replicó una de las matriarcas del grupo.

—Él es un buen chico, nunca le haría nada a ninguna mujer —continuó otra.

—Es cierto, han de querer plantarle pruebas  —agregó otra casi en medio de un gruñido.

—¡Suficiente! —Meybel se impuso, y luego se dirigió a Patrick, con toda la fuerza de su leona cruzaron miradas—. ¿Estás de acuerdo con que investiguen a tu hijo?

Patrick se encogió de hombros.

—No, pero tampoco hay opciones. El detective Halford trabaja para la división de policía cambiante, debo suponer que conoce todas nuestras leyes y derechos.

El jaguar le miró de soslayo.

—Por supuesto que si.

Sonó ofendido, pero Patrick debía dudar en todo momento, la corrupción vivía en el corazón de cualquiera sin importar la raza o el pelaje.

—Matriarcas —elevó un poco la voz en el llamado—. Despejen el área y regresen a sus labores.

Las siete leonas permanecieron en sus lugares, Patrick estrechó la mirada sobre Meybel, ella rodó los ojos y acomodó un mechón de cabello rubio y rizado detrás de la oreja.

—Ya lo oyeron, muevanse.

A fuerza de gruñidos y protestas por lo bajo, la sala común fue despejada.

—Nolan, ve a buscar a mi hijo.

El tigre respiró profundo, sus pupilas se dilataron y de inmediato fue tras el rastro de Ian.

—Jimmy, regresa a tus tareas.

—Pero... Él...

—Hazlo.

—Bien.

—Que Marshall me vea en mi oficina en cuanto se desocupe.

—Entendido.

Pocos minutos después, Nolan regresó con Ian, el joven parecía que iba a devorar lo primero que se encontrara en su camino.

—Cambia ese humor, cachorro, ya me tienes harto.

La mirada de Ian se hizo dura sobre él, de nuevo el vinculo de sangre que lo unía, tembló en su mente y Patrick no sabía qué rayos significaba eso.

—No soy un cachorro —Ian dijo entre dientes—. Ya no. —Su atención se desvió al jaguar detrás—. ¿Y ese quien es?

—Detective John Halford.

El jaguar extendió su mano, pero Ian no correspondió el gesto.

—¿Qué está haciendo aquí? —le preguntó a Patrick.

No había nervios en su voz, tampoco un tono defensivo.

—Estoy investigando el asesinato de Katya Dimmerg —respondió John.

Ahora, Ian le prestaba toda su atención. Pero sus puños cerrados... Eran un problema.

—Yo no le hice nada —afirmó, su voz oscura, dolida.

John Halford se cruzó de brazos, la camisa formal negra se ajustó a sus brazos.

—¿Por qué todos asumen eso? —Inquirió.

—Lógica —Ian esbozó una sonrisa afilada—. Cuando la policía viene por ti es porque hiciste algo malo, no preguntan, no cuestionan, te llevan porque eres el que más se parece, el que tienen de punto o el chivo expiatorio.

Patrick sintió un sabor amargo en la boca, Ian estaba recordando los momentos en que la policía humana irrumpía en su domicilio para llevárselo, todo en frente de él y su madre. Oh... Patrick tomó terribles decisiones, por años anduvo tras el camino fácil, la delincuencia le trajo dinero fácil, dinero que necesitaba para costear los papeles de nacionalidad y las necesidades de su familia, pero el mayor costo fue el pésimo ejemplo que le dejó a su hijo.

Ahora intentaba corregirse, pero no juzgaría a Ian si lo veía como un hipócrita poniéndose del lado de la ley cuando por años huyó de ella, burlándose.

—Solo te hará unas preguntas.

Ian cruzó una mirada dura.

—Nada de lo que haga nos devolverá a Katya.

Entonces, el vinculo tembló más fuerte, como una sacudida. Ian le estaba ocultando algo que lo ponía inestable.

—Necesitamos conversar un tiempo a solas —Sugirió el jaguar.

Patrick asintió, le ordenó a Nolan que hiciera correr la voz de dejar despejado el jardín.

«Algo extraño le sucede» se dijo al quedar solo, mirando como Ian caminaba a la par del detective «Debemos averiguar qué»

—Patrick —Marshall apareció del pasillo minutos después—. ¿Qué ocurre?

Patrick giró a medias. Marshall se detuvo a unos pasos, el león, un par de años más joven que él, era el encargado de las relaciones publicas y la recopilación de información.

—Solo un detective entrevistando a mi hijo.

Marshall miró más allá de Patrick, pero se movió para llamar su atención, sabía cuanto apreciaba a Ian, pero en este momento necesitaba que se pusiera a trabajar en algo importante.

—Quiero que investigues más a fondo al clan Night Shadows.

Marshall parecía sorprendido.

—¿Por qué?

—Pienso hacerle una visita a su Alfa un día de estos.

Tras decir eso, Marshall lo escrutó con sus ojos avellanas, tal vez quería anticiparse a su próximo movimiento, pero Patrick se movía por espontaneidad y ahora que ese clan se había aparecido en su camino valía la pena informarse y conocer un poco por si se tornaban agresivos.

—¿Qué hay del clan Fire Hearts? —Preguntó—. Pensé que ese tenía mayor urgencia.

Una idea cruzó de pronto, si Patrick iba a mantener sus tierras y su coalición con vida, debía aprender a tratar con los vecinos.

—El desterrado me será de utilidad.

Marshall se sorprendió.

—¿Joey?

—Exacto. Ve a verme cuando tengas lo que te he pedido.

—Entendido, oye Patrick —Marshall lo detuvo cuando pasó por su lado—. ¿Qué hay de ese tipo? ¿Lo tendremos hurgando en el territorio?

Patrick miró hacia el jardín, donde Ian y el detective hablaban cerca de la fuente de agua.

—Mi hijo no tuvo nada que ver con el asesinato de esa chica, no hay necesidad de que Halford regrese a Gold Pride.

—De acuerdo.

Despidiéndose de su informante, Patrick subió a la segunda planta, allí se detuvo frente a los ventanales corredizos que daban hacia el balcón delantero. Los nervios tenían a su león irritado, sentía el pelaje bajo la piel, tenso y dispuesto a salir con el menor cambio. Detrás, la puerta de la enfermería fue abierta y al girarse para saber qué ocurría, se encontró con Tanya.

—Justo estaba por salir a buscarte —ella dijo, sus mejillas tenían un ligero rubor al enfrentarle, sus rizos desatados alrededor de su rostro.

—¿Hay algún problema?

Ella asintió.

—Esto no puede seguir así.

—¿Qué?

Tanya miró a ambos lados del pasillo.

—Entra.

Intrigado, ingresó a la enfermería y allí se encontró con los quejidos alarmados de un cachorro de leopardo. Elijah, el hijo de Joey, estaba siendo sostenido por Lyra quien lloraba junto a él, la loba lo observó por unos breves segundos, bastaron para darse cuenta de su desesperación.

—Quiere transformarse —dijo con voz casi ahogada—. Pero no puede... Ayúdalo —Rogó.

—¿Donde está Joey? —Le preguntó a Tanya.

—En una patrulla —respondió Gala saliendo de la habitación contigua—. El niño no puede permanecer más tiempo transformado, está demasiado inestable.

Las palabras de Gala susurraban algo que no se atrevería a decir, Elijah estaba a punto de volverse salvaje.

—Forma un vínculo —Gala casi ordenó—. Puedes forzar su transformación y contenerlo al mismo tiempo.

—Hay que esperar a Joey, él es el padre —sugirió Tanya.

—¡No hay tiempo! —Lyra chilló—. Hazlo Patrick o lo perderemos.

El miedo corrió por su cuerpo como el incendio que devora los pastizales, y los quejidos del pequeño leopardo empeoraban la situación. Su león pedía callarlo de una vez, porque sentía dolor, pero no estaba seguro si un vínculo podía concretarse de esta forma.

—Joey te hará daño —Tanya murmuró, se veía igual de acorralada que él.

—No hará nada, y si lo intenta se las verá conmigo —Gala aseveró.

—¿Patrick?

Abstraído de la realidad, sus ojos fijos en el débil cachorro que lloraba pidiendo ayuda, Patrick fue trasladado al pasado, en el momento más agridulce de toda su vida, aquel instante donde pudo cargar a Naiara, inestable y al borde de morir por una transformación forzada, aquel doloroso adiós a su madre que, debilitada por el parto y afectada por su enfermedad al corazón, no pudo resistir más que once meses. Patrick había estado encerrado todo ese tiempo como prisionero del clan Moon Fighters, y cuando salió ya era demasiado tarde, Amaia se rindió y solo pudo salvar a su hija.

—¡Patrick!

El grito de Tanya lo trajo de regreso, Patrick respiró angustiado, Lyra dejó al cachorro en la camilla, había empezado a convulsionar.

—Mierda.

En su mente rogó que resistiera, daba igual si Joey enfurecía.

—Tanya, sostén al cachorro del cuello.

Diminutas garras arañaron piel humana. Patrick luchó por sostener una de sus patas y así poder rasgar la piel sin hacerle mucho daño, una vez que logró un corte poco profundo, se hirió la mano y juntó ambas heridas.

—Vamos, vamos, funciona...

Un impacto le golpeó el cerebro con violencia, y la fuerza de un nuevo vínculo le quitó el aire, el lazo que se formó se movía, vibrando con desesperación, era como si las mismas convulsiones se trasladarán ahí. Elijah estaba luchando contra su propio animal por transformarse.

—Su pulso está demasiado alto —Tanya dijo preocupada—. Tienes que contenerlo o el estrés lo matará.

—¡Eso intento! —Gruñó.

Su león daba vueltas, ansioso.

—Abrazalo —Lyra murmuró desde un rincón—. Abrazalo, e-e-es un n-niño, necesita s-saber que estará seguro.

—Sueltalo —ordenó.

Apenas Tanya lo dejó libre, Patrick tomó a Elijah en sus brazos y lo acercó a su pecho.

—Tranquilo —le susurró—. Tu Alfa te cuida.

Los espasmos no abandonaron al cachorro pero su pulso comenzó a mejorar, Patrick estaba frente a un dilema, si forzaba un cambio lo pondría de nuevo en estrés pero si no lo hacía, tal vez, no tendrían otra oportunidad...

—Perdóname.

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