XVII.
Ambos cuerpos se movían por el salón con agilidad, girando en cada paso, Damian llevando más que nada el baile. Algo que sorprendió a Anya, al no esperar que alguien como él estuviera interesado en el baile o actividades sociales. No dudaba de sus capacidades, algo que estaba demostrando que era demasiado bueno.
Su mano en su cintura y otra tomando su mano, guiándola, sin mirar alrededor y solo observando, evaluando su rostro, con aquella expresión imperturbable.
Anya sostenía sus manos con guantes, aquellos que casi nunca se quitaba, solo las veces que habían estado a solas en sus habitaciones. Aquella idea despertó un latido doloroso en su pecho, sabía que no era un lugar para pensar en eso. Decidió centrar su atención en algo más para distraerse, por lo que entre vueltas y vueltas contempló a la gente que estaba al borde del área de baile. Podía sentir la mirada de la mayoría en ellos, siguiendo cada uno de sus pasos y pudo escucharlo, las voces.
"¿Es ella?" "No es para nada como había imaginado" "¿De qué sucio lugar ha salido?" "No puedo tomarla en serio, no es nada agraciada" "¿Sabes algo de ella, de donde ha salido?" "Me encanta su vestido y no esta tan mal"
Tragó saliva, sintiendo una presión en su pecho que le dificultaba el respirar, no sabía si lo estaba imaginando o de verdad esas voces se escuchaban de fondo. La seguridad que había alimentado al inicio comenzó a menguar, a sentirse insegura y deseaba encontrarse con Becky, escuchar sus palabras. Damian no estaba enterado de las clases de modales que había tomado para asistir a esa fiesta o la inseguridad que su pasado ocasionaba en ella.
-Anya -La mano masculina se presionó en su cintura para llamar su atención, lográndolo. -No mires a nadie más, solo mírame a mí.
Anya se confundió con ese comentario tan posesivo de su parte, hasta que la idea de pensar que tal vez él se había dado cuenta del efecto de las palabras alrededor le estaban afectado y quería hacer algo al respecto. Si ese era el caso, estaba siendo demasiado considerado para ayudarla. Por lo que decidió hacerle caso y se centró únicamente en Damian Desmond.
En el aroma del rey de Priwidor, sus ojos dorados atrapándola, su cabello oscuro peinado de forma tradicional que le daba una apariencia relajada pero elegante, su piel clara, su traje elegante hecho a la medida. La manera en que él la miraba y en sus labios dedicándole una ligera sonrisa de reconforte.
La música disminuyó hasta hacerse un susurro en el salón, brindando un descanso a las parejas en la pista, que se dispersaron a recuperar el aliento con alguna bebida o encontrándose para hablar con viejos conocidos.
Su mano rodeaba aún su cintura con fuerza, su aliento acariciando un costado de su rostro y su cabello rozando su piel. Su corazón latía fuertemente ante la cercanía masculina y Anya se sintió algo avergonzada al ver las miradas de todos en ellos al quedarse de pie en la pista. Ella tomó algo de distancia, encontrándose con los ojos ámbar completamente fijos en ella.
-Damian, deberíamos movernos.
-No puedo negarme a la cercanía de tu cuerpo.
Anya se sonrojó cuando esas palabras desataron interpretaciones en su cabeza, eso era demasiado para decirlo en público.
-Necesito algo para tomar -Agregó con ella en un intento de librarse de los brazos masculinos.
Anya no era una persona tímida ni mucho menos cobarde, en muchas ocasiones no era consciente de situaciones vergonzosas. Como cuando en alguna ocasión le preguntaba a Yor sobre temas el contacto físico o porque ellos nunca se besaban en su presencia. Eran bastante reservados con ella y por eso mismo se había burlado de que se veían tan correctos y habían procreado a un bebe enfrente suyo.
En alguna ocasión, antes de que supieran que Yor estaba embarazada, la mujer se había emborrachado y confesó que había intimado con Loid en la fiesta del pueblo, cuando ella los estaba buscando y ambos la habían escuchado e ignorado. Anya se enojó por su descaro de ignorarla, pero los encontró tiempo después. Y una vez que supo eso, lo soltó en una cena juntos. Loid casi se cae de la silla por atragantarse con su comida y no pudo verla a la cara el resto de la noche. Yor no dejó de disculparse con ella y con Loid por abrir la boca.
Anya era una descarada gran parte de las ocasiones...hasta que ella se volviera el objeto de atención. La atención en ella no era algo que pudiera enfrentar adecuadamente. Considerando que eso siempre involucraba malas caras o malos tratos, se sentía vulnerable y por eso terminaba bajando la cabeza, para huir de todo eso. Y en ese momento ella no podía bajar la mirada, aún podía escuchar las voces de Becky y Jeeves mencionando que debía mantener la cabeza en alto.
Damian la guio fuera de la pista y un mesero pasó ofreciendo copas de vino. Él tomo ambas y se la ofreció, ella simplemente la tomó, dando un trago y luego otro. Le quemó un poco la garganta pero era muy bueno.
Él se acercó, colocando su mano en la cintura, gesto que avergonzó a Anya. La idea de Damián siendo más afectivo o acercándose a ella sin restricciones alteraba su corazón y le daba algo de tranquilidad. Ante el hecho de que sabía que todos lo estaban viendo, entre ellas sabía podían existir aquellas mujeres de las que Becky le alertó. Si Damián era así de cercano con ella marcaría una diferencia ¿No?
Eso es lo que Anya quería creer.
-Es algo difícil ¿Sabes?
-¿Qué cosa?
-Eres demasiado bella para no atraer la atención de todos los hombres presentes. - Él se acercó, susurrando en su oreja. -Es difícil tratar de contenerme para actuar de forma insensata ante su falta de respeto. Estaba tan cerca que podía sentir su aliento en su frente y su mano en su cintura. - Pero el que estés a mi lado deja en claro que me perteneces.
Anya contempló los ojos ámbar, derretidos y como la envolvían en una calidez asfixiante. Su corazón latiendo estridentemente, solo él era capaz de causar aquella reacción. Todo en él la hacía sentir tan vulnerable y su propio cuerpo cedía ante todo lo que el representaba.
-Damian...
-¡Alteza Desmond!
La conexión magnética que atraía sus cuerpos se rompió abruptamente al escuchar aquella tercera voz. Damian desvió la mirada de su acompañante con desgane.
- Conde O'Brien
-Es una agradable sorpresa encontrarlo en un evento social considerando que no suele frecuentarlo. -El hombre con un gran porte y cabellera castaña observó a la fémina. -Y con una compañera tan bella, aunque no tengo el honor de conocerla.
Anya contempló la mirada fija del recién llegado, recordando las clases con Jeeves sobre cómo comportarse. Se inclinó ligeramente.
-Anya Clanblosson, un gusto.
-¿Familia Clanblosson? No me suena aquel apellido, tal vez...
-¿Qué es lo que quieres? -Damian habló llamando la atención del conde, desviando la atención de Anya.
No estaba nada feliz de haber sido interrumpido y más los comentarios innecesarios del hombre hacia Anya. Consideró el hecho de hacer aquello que le comentó, acabar con cada uno de esos hombres...
-Solo quería saludarlo y saber de sus negocios en la zona costera. -Mencionó el conde al notar la actitud a la defensiva del rey.
Damian respiró profundamente, pero decidió seguir la plática hacia ese tema. Sus éxitos en sus conquistas no era un tema que le disgustara, considerando que no le gustaba hablar de casi nada ni socializar. Pero había ido ahí para hablar, utilizando el método de Anya.
La vidente observó aquel intercambio de palabras sin entender del todo las palabras complicadas que Damian utilizaba. Por lo que dio un paso hacia atrás con la intención de dar un poco de privacidad entre ellos o que hablaran de los temas que les apetecía sin interrumpir. La fémina se llevó la bebida a sus labios, observando su alrededor, algo en lo que no se había fijado con anterioridad por los nervios que representaba el lugar.
El salón era redondo con paredes blancos, arcos uno junto al otro con adornos en dorado, podía adivinar que era oro. Cortinas elegantes rojas caían ligeramente de los arcos dando un poco de privacidad, un gran candelabro caía del techo de bóveda, todo parecía tan elegante y luminoso, esto último haciendo algo de contraste con el castillo de Priwidor.
Se llevó la copa a los labios, escuchando la voz de Damian de fondo, cuando un cuerpo impactó con el suyo y la copa en sus manos se tambaleó, salpicando en su mano. Los ojos esmeralda se levantaron en búsqueda del culpable, contemplando a una mujer rubia con expresión confundida. A su lado había dos mujeres más, una de cabello oscuro y otra de color rojizo, quienes parecían indiferentes a esa situación.
-¡Lo lamento!
Damian volteó para ver el incidente, acercándose un paso hacia Anya, quien simplemente negó con la cabeza.
-No te preocupes, estoy bien. -Intentó restarle importancia al asunto.
-No, casi he arruinado tu vestido, permíteme ayudarte a limpiarte.
-No creo...
-Querida, todas las mujeres con tiara hemos pasado por algo similar, a fin de cuentas ya eres una de nosotras, así que permítenos ayudarte -La de cabello oscuro habló con expresión seria, pero de alguna manera Anya lo tomó como algo serio.
Anya lo consideró unos momentos, hasta que finalmente asintió, mirando un segundo a Damian antes de alejarse con aquella mujer rubia y la otras dos mujeres.
-Estaba distraída en otras cosas, lo siento, mi nombre es Lady Camille Klaein. - La rubia miró hacia atrás. -Y ellas son Sharon y Marie.
-Un placer Lady Klaein. -Agregó mientras caminaban hacia el baño y la sala de descanso del castillo.
Anya en el trayecto intento de recordar de donde había visto a esa mujer antes ¿acaso cuando estaba bailando? Tendría que ser en ese momento, porque ella no había ido a ningún otro evento social.
Una vez que atravesaron uno de los arcos de la sala del baile, anduvieron por un pasillo con los mismos detalles en las paredes, pero más pequeño. Ingresaron al baño, una habitación amplia con una especie de chorro fijo saliendo de la llave, lo cual les permitió ayudarle a lavar adecuadamente su mano y una pequeña mancha en la falda de su vestido. Anya se aseguró de hacer lo más posible porque sabía el gran trabajo que le había costado a Becky elaborarlo. Y hablando de ella, no la había visto en la velada. Aunque tampoco a Ewen, quien sabía que era su cita, tal vez se habían desviado del camino.
Contempló su imagen en el espejo, realmente parecía toda una dama, que no parecería una plebeya que salió de un pueblo insignificante. Los vestidos y accesorios lo hacían todo.
-La famosa cazadora.
-Anya Clanblosson
Anya fue atraída a la realidad, confundiéndose al escuchar a las mujeres detrás de ella hablando sin sentido, sin dirigirle una de esas frases para ella. Más que nada parecían dispuestas a hablar entre ellas.
-¿Disculpa? - Había jurado que escuchó su nombre, aunque jamás se lo mencionó a alguna.
-Todos los presentes hemos oído hablar de ti-Camille sonrió con aire indiferente, a su lado, mirándola a través del espejo. -La mujer que ha atrapado al rey Desmond.
Anya giró para ver a las mujeres, que momentos antes le habían sonreído con cordialidad, en ese momento tenían un gesto de superioridad y arrogancia. Sus expresiones crueles, con los ojos centellando en emociones negativas. La saliva se atoró en su garganta al entender sus palabras y que seguramente ellas habían tenido algún contacto con Damian en el pasado. Sus expresiones detonaban la ira contenida que intentaban reprimir en elegancia.
- No creo que ese sea el caso, por lo que si me permiten. -Anya salió del baño con prisa.
No podía enfrentarse a algo así, no en esa situación cuando estaba sola en medio de esas tres mujeres. De camino al gran salón fue interceptada, se sorprendía de la rapidez de las mujeres para colocarla contra la pared, en un gesto de intimidación.
-Aun sin formar parte de una familia importante, el privilegio de la educación de las recientes generaciones o algún atractivo destacable, deja en evidencia que no ha sido obstáculo para que de alguna manera estar con alguien tan distinguido como el rey Desmond. -Camille la observó enfrente suyo, elevando la barbilla.
Claro que estaban intentando demostrar su superioridad.
-Quizá los gusto del rey Desmond han cambiado, por lo que se ha visto interesado en experimentar cosas más mundanas.
Anya se había mantenido en silencio, evaluando la situación. Estaba en una clara desventaja ante esas mujeres arrogantes y con una seguridad que destilaba de cada uno de sus poros, al menos lo suficiente para hacerle frente. Estaba intentado ignorar cada uno de sus palabras, como Becky le había advertido si se encontraba con alguna, pero eso fue suficiente.
-¿Mundanas? -La realidad es que Anya era consciente que no provenía de una buena familia como seguramente cada una de ellas, sin embargo, su habilidad era lo suficiente para dejar en claro que no era para nada ordinaria.
-No te lo tomes personal querida, deberías sentirte halagada de tal privilegio considerando de la clase social de la cual vienes. -Los ojos de Camille brillaban, con una sonrisa al observarla sin pestañear. -Un honor momentáneo, antes de que él decida degustar algo mejor.
Esas palabras fueron como una bofetada verbal, que Anya recibió directamente. Acrecentando las inseguridades que había tenido esos últimos días, que la habían llevado a querer tomar clases para no demostrar debilidad. Un golpe directo que franqueó sus defensas y desató una desazón en la boca de su estómago. Pero era algo que no podía permitir que ellas notaran, no estaba dispuesta a demostrar que había sido afectada.
-¿Interés momentáneo? -Anya había bajado ligeramente el rostro, en un intento de reprimirse y respirar. Levantó la mirada, encontrándose con la de la mujer enfrente suyo y expandió una sonrisa cordial en sus labios. -Y sin embargo, mujeres tan distinguidas y con tanta clase se han sentido amenazadas por una presencia insignificante, me siento realmente halagada
Tales palabras irritaron a las tres mujeres, que la observaron con odio, al darse cuenta que eso había sido un golpe más fuerte hacia ellas.
-¿Sabes realmente a donde perteneces, Plebeya?
Becky se lo había advertido, no había tenido el suficiente cuidado, aunque realmente ella no sabía que era lo que iba a encontrarse en el baile. Había esperado miradas crueles o palabras juzgándola, como había pasado cuando bailaban, pero un ataque o enfrentamiento directo es algo que no había visto venir.
-¿Crees que puedes irte después de insultarnos?
-Yo no he hecho tal cosa.
-Tú...
-Una reunión de damas distinguidas- Todas las mujeres giraron al observar a un hombre adelantarse hacia su posición. Su cabello era negro, con algunas ondulaciones que le brindaba amabilidad y elegancia a su rostro. Ojos castaños normales y una sonrisa demasiado afable. -¿Puedo unirme?
Camille le dedicó una última mirada de advertencia a Anya contra la pared, antes de alejarse con el restos de las mujeres. Anya se quedó de pie, recuperando el aliento y dejando que su corazón se calmara por tal enfrentamiento.
-¿He hecho algo malo? Pensé que disfrutarían un poco de compañía.
Anya observó al recién llegado, sin reconocerlo de la gente que había saludado junto con Damian. Pero realmente no importaba, él la había salvado a pesar de que no estuviera enterado de un enfrentamiento intenso.
-No, no ha hecho nada malo, es justo lo contrario.
Él al observó un momento, antes de sonreír más ampliamente y dirigirle una mirada significativa antes de guiñar su ojo. ¿Acaso él había visto lo que realmente sucedía y había interrumpido para ayudarla?
-Disculpa. -Él se acercó, ofreciéndole el brazo-Mi lady, soy Arnold Crowley y es un placer el conocer a tan hermosa dama.
Anya lo observó detenidamente. Era demasiado joven para formar parte de alguno de los oficios de los ancianos que estaban ahí. No recordaba verlo esa noche, lo hubiera hecho en condiciones normales, era bastante atractivo.
-Anya Clanblosson
Él la guio hacia el salón, con pasos seguros y movimientos elegantes.
-Ha sido una gran fortuna el encontrarnos esta noche, Lady Clanblosson y espero que no sea la última vez. -Él se inclinó, tomando la mano de Anya y se la llevó a los labios, sin dejar de mirarla.
Ese gesto la tomó por sorpresa al grado de avergonzarla, además que Anya no entendió sus palabras. La música rodeándolos con delicadeza y él soltó su mano, con una sonrisa torcida en sus labios y dio un paso hacia atrás.
-Anya
La fémina giró el rostro al escuchar que alguien la llamaba, encontrándose con Damian aproximándose con una expresión severa en el rostro. Cuando volvió para ver al hombre que la había ayudado, no pudo verlo por ningún lado. ¿Lo había alucinado? No aún podía sentir la calidez de sus labios en su mano. Fue cuando comprendió que esa expresión de Damian se debía quizá a que había visto lo que pasó.
-Yo no quería...-Empezó a decir en un intento de buscar su inocencia.
-¿Qué cosa? -Damian parecía confundido. -Has demorado bastante ¿sucedió algo?
Anya se sintió aliviada, sonrió y negó con la cabeza. Por alguna razón, tal vez la suerte, no había sido detectada.
-Todo esta bien, estaba buscándote.
Damian la observó detenidamente, evaluando a la fémina, parecía algo inquieta. Sabia que ella era bastante reservaba con lo que compartía o no con él. Sin embargo, si fuera algo grave confiaba plenamente en que se enteraría. En ocasiones era muy complicado entenderla, lo cual había llevado a tantas malinterpretaciones. Pero confiaba en ella más que en lo que lo hacía en si mismo, aunque jamás lo diría en voz alta.
Ambos avanzaron por el salón, dirigiéndose a la mesa de bocadillos a petición de Anya, esos lugares podrían ser demasiado elegantes, pero en cuestión de la comida eran tan deficientes. Por lo que comió lo más discreta, mientras Damian conversaba con otros hombres que se acercaban y la miraban con curiosidad.
Hasta que toda la atención de Damian se centró en el hombre que entró en el salón, con una dama en su lado. Había llegado el rey de Trawitish, la razón por la que Damian había decidido ir a petición de Anya para dialogar. Él se excusó del hombre con el que hablaba, del cual no recordaba ni su nombre y le dedicó una mirada a Anya. Ella le sonrió, presionando su brazo en un gesto de seguridad.
Sabía que él no creía en algo como la suerte, él prefería actuar hasta conseguir lo que quería. Pero la idea era encontrar una alianza pacífica.
Damian se movió por la gente en el salón, esquivando y pasando de largo cuando alguno de los otros hombres ahí intentó hablarle. No se molestó en disculparse y Anya rio ante ese hecho, de que en otra situación y sin portar un titulo de rey, Damian podría haber sido considerado como un idiota pretencioso. Pero entendía que era tan reservado y esquivo con la gente por sus opiniones radicales en cuando a la conquista.
Tomó una copa de vino de un mesero que pasó a su paso, tomó un trago mirando a su alrededor y vio la espalda de Damian perdiéndose en uno de los arcos del salón. Realmente esperaba que resultara bien, eso podría ser un antes y después en... todas las palabras y pensamientos se detuvieron en la cabeza de Anya. Su atención se centró únicamente en ver a Camille, aquella rubia que había visto en el baño, siguiendo a Damian, no sin antes dedicarle una mirada sugerente.
La vio hasta que su figura se perdió en la lejanía.
Anya bajó la cabeza en un intento de mantener la calma y detener cualquier pensamiento negativo. El que ella se fuera por ahí no significaba absolutamente nada, solo estaba buscando fastidiarla. Damian estaba con ella en ese momento, ella vivía con él y unos momentos atrás le había dicho lo hermosa que era, eso no tenía relevancia.
Si eso era así ¿Por qué todo su interior estaba inquieto e inseguro?
No era cualquier mujer a fin de cuentas, su nombre había sido pronunciado por Becky en algún momento, algo que Anya no recordó cuando las vio en el baño. Ella fue la primera mujer de la cual se rumoraba había tenido una relación sentimental con Damian y le había regalado joyería. Ella sabía que era lo que le gustaba, Camille era demasiado hermosa y fue la primera que llegó ante él. Dio un trago a su vino, debía tranquilizarse, deshacerse de cualquier pensamiento absurdo.
Su corazón se agitaba con inseguridad y tomaba pequeños sorbos a su copa de forma inquieta. Desearía que Becky estuviera ahí, se sentía tan sola y podía sentir las miradas de todas las mujeres encima suya, riéndose de ella. Le estaba costando respirar, por lo que decidió moverse, alejándose y buscando el balcón del palacio. Salió con la intención de tomar un poco de aire, de calmar los pensamientos irracionales que sabía que no tenían sentido. Ella sabía cuánto la quería Damian, se lo había dicho pero... ¿y si se lo había dicho a todas las mujeres con las que había estado antes de terminar con ellas? Se obligó a quedarse ahí, dejando su mente en blanco, enfocándose en el viento acariciando su rostro.
Permaneció quieta ahí, durante tanto tiempo que comenzó a ver a las personas retirándose en la puerta de la entrada desde su posición. Tenía frio y su cabello lucia más despeinada, se estaba más tranquila, su mente estaba más clara. Por lo que decidió entrar, encontrando aun par de personas en la sala, recorrió el lugar con la mirada ¿acaso aún seguía en la negociación? Observó el lugar por donde se había ido y lo vio salir del arco, aunque su corazón se detuvo cuando contempló a Camille caminando a su lado y riendo, ella se estiró para susurrarle algo en la oreja y se alejó, con una sonrisa traviesa en los labios.
Anya sintió un nudo en su garganta y toda la calma que había logrado al frio se esfumó.
Antes de que él se acercara, ella salió del salón, bajando por las escaleras de la entrada y subió en la carroza en la que habían venido. Damian simplemente la siguió, totalmente confundido y una vez que él subió, la carroza avanzó.
Anya salió del carruaje una vez que alcanzaron el castillo de Priwidor, casi saltando de él. Algo que alertó a Damian por su comportamiento tan fuera de lugar, considerando que él siempre la ayudaba a bajar. Aún así, la siguió y antes de darse cuenta solo pudo ver la espalda de Anya entrando al castillo.
Damian se quedó de pie un momento, intentando considerar si acaso se había ofendido en dejarla tanto tiempo sola. Él había seguido sus palabras al intentar conseguir el trato por medio diplomático, algo que sorpresivamente había conseguido. Tendría poder en Trawitish, a cambio de unos negocios en los puertos que les daría un mejor acceso al envió de su mercancía. Quería compartir la noticia con Anya, pero en todo el camino ella se mantuvo lo más lejos de él, sin mirarlo.
¿Qué es lo que había pasado y él debería actuar al respecto?
Su falta de experiencia en esos temas le impedían pensar en que es lo más adecuado que debería hacer, además que la gente no se molestaba con él. O era mejor decir que no le importaba en lo absoluto que lo hicieran. Las aldeas que había conquistado a la fuerza, había visto el rostro enfurecido de sus habitantes y del líder, pero eso no podría darle más igual, hasta disfrutaba ver el dolor en su cara. De forma normal lo dejaría pasar, esperando a que aquel berrinche o lo que sea que sucediera se le pasara, eso es lo que su sentido común le decía que hiciera. Pero...Anya le importaba lo suficiente para detenerse a pensar si quizá debería actuar diferente ¿acaso se había enojado porque demoró en la negociación? ¿O simplemente tenía sueño?
No había otra manera de averiguarlo que preguntándole.
Por lo que entró al castillo, siendo recibido por Jeeves, que lo saludó con una simple inclinación. Damian simplemente asintió y subió rápidamente por las escaleras, doblando una y otra vez, hasta que alcanzó el cuarto que le pertenecía a la fémina. Levantó la mano para tocar, pero el hacerlo en su propio castillo siempre le parecía tan fuera del lugar, por lo que esa ocasión, ansioso por la situación, se aventuró a entrar.
La encontró sentada enfrente de su tocador, quitándose el peinado. Damian avanzó, mirándola por el espejo y observando como parecía ignorarlo. Por supuesto que lo había visto entrar. Damian se detuvo a observar el collar que Anya tenía, de una cadena delgada con una piedra preciosa en medio, con unos aretes a juego.
Se lo había entregado a Becky mientras ella se encargaba de vestirla, eso había sido más fácil que explicarle que era una reliquia que le había pertenecido a la familia su madre durante generaciones. Hubiera sido vergonzoso.
-Anya
Ella detuvo sus movimientos con su cabello, liberándolo.
-¿Sucedió algo en mi ausencia?
Pudo ver como presionaba sus labios, antes de dejar el peine en el tocador y levantarse. Lo ignoró pasando a su lado, dirigiéndose a su biombo, lo cual lo irritó. Porque sabía el poder que tenía sobre él y parecía utilizarlo a propósito. La tomó del brazo, tirando de ella para evitar que siguiera caminando y la obligó permanecer a su lado.
-No se que es lo que sucede pero si no me lo dices no lo entenderé.
-¿Por cuánto tiempo más seguirás fingiendo?
Damian no podía estar más confundido al escuchar esas palabras. Intentó mirarla a los ojos, pero ella solo miraba al suelo, realmente estaba enojada.
-¿Fingiendo? ¿De que estas hablando?
- ¿Seguirás de esta manera, como si nada sucedió?
Damian se quedó callado, rememorando la noche en su cabeza, en búsqueda de algo que hubiera hecho que resultara inmundo. Había ignorado a la gente por estar con ella la mayoría del tiempo, saludando un poco y platicando de vez en cuando. Después simplemente fue a cerrar el trato de alianza.
-No se dé que me estás hablando. -Damian quería poder entenderla.
-No es nada, simplemente me duele la cabeza.
Anya era incapaz de decirlo, porque ni ella misma era consciente de porque estaba tan enojada. Solo había salido del salón rápidamente, con el pecho presionando con fuerza, dificultando su respiración. Aunque muy en el fondo sabía que el pasado de Damian la atormentaba, algo con lo que no podía hacer nada al respecto. Por lo que no tenia porque estar así, a menos que ese pasado lo hubiera alcanzado en la fiesta de nuevo y él no se hubiera negado.
Damian tomó sus palabras como una aseveración, por lo que se acercó, en un gesto dulce para acariciar su cabeza, pero Anya apartó su mano. Acto que Damian resintió.
-No me toques. -Ella levantó la cara para dedicarle una mirada dura.
-Realmente esto no es por un simple malestar ¿no? -Él sonrió sin muchas ganas, con un gran pesar.
Podía verlo en la expresión en su cara, que había algo más, algo mucho más grande. Y Damian consideró que quizá Anya por fin se había dado cuenta que el estar con ella era un error, que por fin podía ver la clase de monstro que era. Varias de las personas en la fiesta lo habían evitado, debido a sus últimos movimientos de conquista, temiendo ser los siguientes. Solo unos más, aquellos que buscaban algún trato comercial o eran indiferentes a su manera de hacer las cosas. Quizá algunos de ellos le habían dicho todo lo que él había hecho, cosas que Anya desconocía al vivir en un pueblo tan pequeño. Damian tenia las manos cubiertas de sangre y el torturar a la gente había sido su pasatiempo favorito.
-¿Acaso tú...? -No pudo terminar las palabras, se sentía cada vez más vulnerable.
Damian esperó pacientemente sus palabras, aunque el silencio se alzaba más fuertemente entre ellos. Él aflojó la mano y eso fue un escape para Anya, que intentó alejarse. No podía seguir diciendo palabras sin sentido. Pero Damian volvió a tirar de ella, de verdad necesitaba escucharlo de ella, su corazón se contraía fuertemente en su pecho.
¿Acaso su pasado lo había alcanzado?
-Dímelo -Damian insistió.
-¿Cual número soy?
Damian esperaba cualquier tipo de respuesta, pero eso lo tomó por sorpresa, por lo que la observó extrañado, mientras ella huía de su mirada.
-¿De que estas hablando, Anya? Necesito que seas clara. -Cada vez perdía más la paciencia, odiaba que no fuera directa.
Anya miró al suelo, mordiendo su labio inferior en un intento de reprimir el mar de emociones que brotaron cuando vio a Damian con Camille, con todos sus pensamientos negativos, agregándose al hecho de su vida en aquel pueblo donde fue despreciada. Había pensado que su lugar era con Damian pero... ¿Por cuánto tiempo seria así? Y cuando eso terminara ¿qué es lo que haría? Podría irse a algún lugar lejano, para olvidarse de todo lo que él le hacía sentir. Pero esa no era lo que le preocupaba en realidad, sino el perderlo.
Levantó la mirada, encarándolo totalmente, con el ceño fruncido, mordiendo el interior de su mejilla para evitar mostrar lo que sucedía en su interior. Abrió los labios y una lágrima traicionera bajó por su mejilla.
-¿Realmente soy importante para ti? -Su voz sonó tan fuera de si misma, que no pudo reconocerse. -¿O si una más? -No era para nada lo que quería decir, se suponía que no demostraría sus sentimientos, pero su voz sonó rota en la última palabra.
Damian sintió su enojo y confusión tambalearse en su interior al verla tan vulnerable.
-¿Qué?
-¡¿Qué si soy una más del montón de la lista interminables de mujeres que han pasado por tu vida?! -Se forzó a si misma a seguir hablando. -Yo he intentado, lo he intentado, pero no dejo de preguntarme cuanto tú terminarás por dejarme.
Sus palabras fueron una cachetada directa para el rey de Priwidor al ver el rostro contraído femenino por el cúmulo de emociones. La claridad se abrió ante él, por supuesto. En el pasado aquellos rumores que corrían de forma clandestina por Ostania, sobre su relación con mujeres de buenas familia nunca habían sido de su interés y lo había ignorado. No podía perder el tiempo en eso, además que no había razón de prestarle atención, considerando que el tema de una relación no podía serle menos irrelevante. Pero cuando Anya llegó a su vida, jamás consideró esos rumores. Lo había olvidado por completo, porque jamás fue relevante.
Por supuesto que Anya los terminaría escuchando en algún momento, sea por Becky o en el baile. Ahora entendía su comportamiento extraño. Todo había sido culpa suya.
Acortó el espacio entre ellos y la envolvió entre sus brazos. Anya intentó alejarse, pero él la abrazó más fuerte, su corazón agitado por la cercanía, algo que ella siempre ocasionaba. Finalmente ella se calmó y él se alejó lo suficiente para mirarla, tomó su mano entre las suyas y la colocó encima de su camisa.
-Esto -Anya podía sentir los latidos fuertes y rápidos del corazón masculino debajo de su mano, subió la mirada encontrándose con aquellos ojos ámbar derritiéndose. -Esto te pertenece. -Se inclinó ligeramente hacía ella, colocando su frente contra la femenina. -Yo te pertenezco - Los ojos ámbar eran tan suaves y ardientes al mismo tiempo, envolviéndola. - Jamás hubo nadie más, solo has sido tú, tú eres todo lo que necesito.
Anya sintió su propio corazón hincharse y latir como un susurro en su pecho, al ser atrapada por las intensas palabras del rey de Priwidor. Dolía tanto al recibir el calor atrapante de la mirada masculina, siendo un arrullo para su corazón.
-Solo quédate conmigo.
Anya se estiró, rodeando el cuello masculino, atrayéndolo hacia ella y lo besó, con cierta posesión como tanto había deseado hacer. Damian rodeó su cintura, atrayéndola hacía él, deleitándose del sabor de los labios rosados, sintiendo su textura y como ellos lo demandaban. Ella se inclinó más hacía él, Damian retrocedió lentamente. Anya abrió los labios, lo cual él tomo como una invitación para entrar. Su lengua buscó desesperada la contraria, emprendiendo una danza apasionada.
Cuando sus piernas chocaron con la cama, Damian podía sentir como su corazón estaba a punto de salirse de su lugar o podría sufrir un ataque en cualquier momento. El aroma y el sabor femenino lo envolvían en un sueño delirante, los besos más demandantes. Él mordió su labio inferior y un sonido brotó de la boca femenina. Algo que prendió el interior de Damian aún más, que estaba a punto de explotar.
Intentó alejarse, recuperar la compostura, la vista nublada, pero Anya no le permitió alejarse.
-No, yo te necesito.
Damian pudo escuchar los latidos de su propio corazón en sus orejas, a punto de salirse de su lugar, sus manos sudando a través de los guantes. Y aquello que había estado contenido en todo ese tiempo, explotó, fluyendo con desesperación. Desmond la tomó entre sus brazos, tirando de ella y la besó con el vendaval de emociones internas causando estragos.
Anya se dejó envolver por la intensidad del rey de Priwidor y sintiendo el cuerpo cada vez más caliente, las manos masculinas acariciándola encima de la ropa. Por lo que lo se levantó, empujándolo ligeramente. Algo que pudo ver en la mirada de Desmond que fue malinterpretada.
-Solo quiero quitarme el vestido.
Él asintió, intentado ayudarle a desabrochar los botones de enfrente de la prenda, esa simple acción le permitió a Anya el ver lo nervioso que estaba al verlo temblar ligeramente. Sonrió encantada de ver esa faceta del rey de Priwidor. Por lo que ella le ayudó, aflojando el vestido y dejándolo caer al suelo. aunque lo complicado más que nada era el corsé, que, después de maldecirlo internamente y un Damian confundido por la manera en que esa prenda presionaba tan fuertemente su cintura, lograron quitarla.
-Lo siento
Él simplemente sonrió, quitándose esos infames guantes que lo alejaban de la sensación real de su piel. Posteriormente se deshizo del saco y el chaleco que solía llevar, sentía la adrenalina corriendo por sus venas y la misma vergüenza al sentirse tan...inseguro. Sus dedos demoraban más tiempo del necesario en quitar los botones de la camisa, realmente tanta ropa era tan inconveniente. Las manos femeninas se abrieron paso entre las suyas y lo ayudaron con los botones. Damian simplemente la observó, hasta que él ultimo botón se liberó.
Sin querer desperdiciar más tiempo, sus labios buscaron los femeninos, regresando ambos a la cama. Pronto ella cayó en la cama y Damian la observó ahí, recostada, mientras se deshacía de aquellos infames guantes. Se acercó, recostándose encima suyo, utilizando sus codos para evitar aplastarla. La besó dulcemente, disminuyendo la velocidad de sus besos, pero quería hacerlo de esa manera. Transmitir todo lo que ella lo hacía sentir. Sus labios recorrieron lentamente su mandíbula y su cuello, en ligeros besos, casi como un susurro.
-Eres tan perfecta... tan encantadora y dulce. -Damian susurraba palabras entre cada beso, en su garganta.
Cada beso y caricia, era una descarga de placer en el cuerpo de Anya, que era difícil de contener, culminando en su entrepierna. Solo podía cerrar los ojos y disfrutar de las descargas que la consumían.
Damian presionó fuertemente sus manos a través de la camisa suelta, hasta que comenzaron a descender, encontrándose con la piel desnuda de sus piernas. Un fuerte golpe en su entrepierna lo sacudió. Se alejó de su piel y la observó con las mejillas sonrojadas, sus ojos entrecerrados y como los tirantes de su ropa caía por sus brazos, estaba a punto de quemarse. Sus labios descendieron un poco más, hasta que alcanzó el borde de su ropa. Lo tomó entre sus dientes y tiró de ella.
Dejó entrever los pechos desnudos y los pezones rosados erectos. Damian pensó que era la imagen más erótica y hermosa que había visto en su vida. No sabía como podía estar ahí sin que su corazón se hubiera detenido. Se acercó, observando a Anya, con sus ojos grandes siguiendo sus movimientos. Con su dedo índice tocó con dos botones, sintiéndola estremecer ante el acto, lo cual fue realmente satisfactorio. Jugó con ellos, utilizando sus dedos un poco más, viéndola moverse, hasta que sacó su lengua y recorrió uno de los pezones con ella. Lo humedeció más, sin dejar de tocar el otro y pronto se lo llevó a la boca, succionando. Anya levantó la espalda por el golpe de sensaciones que la sacudieron.
Damian recorrió su aureola con la lengua y chupó nuevamente, cada uno de los pechos. Gemidos salían de la boca de Anya sin parar, se sentía tan bien, realmente bien. Y eso era lo que Damian estaba buscando, que disfrutara.
Desmond se sobresaltó cuando sintió la mano femenina sujetar su entrepierna por encima del pantalón y se estremeció ligeramente. Soltó el pezón que había estado estimulando y la observó, con los ojos entreabiertos. Ella se levantó en esa oportunidad, atrayéndolo para besarlo con el corazón en la boca, con gran ímpetu, presionando su cuerpo contra el suyo. Él aventuró su mano nuevamente hacia sus piernas, subiendo más y alcanzando su entrada, sintiéndolo enseguida, lo húmeda que estaba.
Lo cual agitó fuertemente su interior y más aún cuando volvió a sentir la mano en su entrepierna.
-Anya...
Anya lo había sentido desde el primer momento en que él se colocó encima de ella y en cada gesto, el abultamiento por encima de sus pantalones, aquella prenda que él no se había quitado. Las manos femeninas acariciaron su pecho desnudo, aquel que estaba tan bien formado, podía sentirlo estremecerse en cada caricia, mientras buscaba de nuevo sus labios.
-Yo quiero sentirte...
Esas palabras rompieron cualquier especie de autocontrol que Damian había antepuesto con la intención de ser delicado. Se alejó lo suficiente para deshacerse de sus pantalones y volvió a besarla lentamente. Anya aventuró su mano hasta que pudo tocarlo con su mano, el miembro erecto y duro que palpitaba en su mano. Lo escuchó quejarse por lo bajo, lo cual despertó más su ansiedad por sentirlo.
Su miembro acarició lentamente la entrada femenina, lentamente, estimulando un poco más. Colocó la punta en la entrada y la empujó suavemente, poco a poco. Anya resistió el impulso de quejarse cuando su interior comenzó a expandirse, sintiéndose cada vez más llena y la presión sacudiéndola.
Era demasiado, demasiado, hasta que finalmente Damian se quedó quieto.
Quería que ella se acostumbrara a la sensación, era eso y a la presión que su miembro recibía y lo caliente que estaba. Había entrado fácil gracias a la humedad, pero esa sensación, era totalmente delirante. Se acercó y la besó, justo cuando comenzó a moverse lentamente en su interior, saliendo y entrando tan delicadamente, esperando.
Pero la presión y lo ardiente envolviendo su pene era demasiado para resistirse, comenzó a moverse, penetrándola una y otra vez. Los gemidos empezaron a salir de los labios femeninos y eso fue suficiente para motivarlo a incrementar las penetraciones.
-Damian...Damian.
Y el escuchar su nombre en ese momento lo enloqueció. Sus caderas se movieron rápidamente y los gemidos ensordecedores resonaban cerca de su oreja, excitándolo aún más. Estaba tan caliente y estrecha, que su interior parecía succionarlo. Maldijo mentalmente, entregándose al deleite del placer que lo consumía.
Anya sentía que explotaría en cualquier momento, estaba totalmente llena y su interior gritaba de las descargas abrumadoras de placer que cada penetración enviaba a cada una de sus terminaciones nerviosas. Él estaba moviéndose más fuerte y brusco, tanto que cada penetración la dejaba sin aire, se sujetó fuertemente a su espalda, clavando las uñas en la piel en búsqueda de algo a lo cual aferrarse.
Iba a romperse, estallar en la más absoluta y deliciosa ola de placer, los gemidos saliendo sin permiso de sus labios, dejando reseca su garganta. Sus piernas temblando en cada movimiento, era tan delicioso, el placer embriagador que la consumía.
Damian dio una ultima estocada, llegando tan profundo como pudo y sintiendo el orgasmo llenar todo su cuerpo.
Anya abrió los ojos, totalmente y el aire escapó de sus pulmones cuando lo sintió, aquello llenar todo su cuerpo y llevarla al punto de la locura. Las contracciones en su interior y sus piernas perdiendo la fuerza. Se quedó quieta, entregándose a aquella nueva sensación, hasta que Damian se levantó de ella y se recostó a su lado. La abrazó, atrayéndola hacia él y besando su frente una y otra vez, como si fuera lo más preciado que tenía y así era. Acarició su cabello y pudo ver como los parpados femeninos se cerraban.
-Quiero siempre estar contigo.
-Estaré a tu lado tanto como me lo permitas.
-Jamás querré que sea diferente. -Anya sentía los ojos pesados y el cuerpo entumido, de pronto un cansancio abrumador la rodeó.
Damian simplemente sonrió para si mismo, sintiendo su propio corazón hincharse ante esas palabras. Tal vez no estaba siendo consciente de lo que podían significar sus palabras. Pero él haría lo que fuera necesario, no permitiría que la apartaran de su lado.
-Entonces será por siempre.
Anya simplemente asintió, con una sonrisa débil en los labios, hasta que se dejó arrastrar por esas últimas palabras, refugiándose en la calidez del pecho masculino. Escuchando el corazón latiendo tan rápido como el suyo lo hacía. Estar de esa forma, rodeada por el brazo de Damian, debía ser la sensación más cálida que había sentido en su vida.
-Te quiero tanto...-Damian susurró en su oreja, mientras acariciaba su cabello suelto.
Pero Anya ya se había dormido siendo arrullada por el corazón que le pertenecía.
¡Hola!
Sé que me he demorado más de la cuenta en traer un capítulo, pero he tenido que priorizar en unas comisiones que tenía pendientes, además de otros asuntos. Adicional que el capitulo me ha quedado mucho más largo de lo esperado(el mas largo hasta ahora), pero no queria apresurarme o cortarlo en la parte más interesante.
Espero que les haya gustado y más porque al fin ha sucedido algo que todos esperabamos, de igual forma aprovecho para informar que la historia esta llegando a su fin, solo quedan 3 capítulos. Estaré subiendo capitulos el jueves, sabado y domingo, así que esta historia termina esta semana ¿estan preparados para lo que se viene?
¡Qué esten bien!
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