Capítulo 3: Buscando inspiración
Narra Camus: Desde que comencé a escribir... nadie a excepción de Milo... sabe que entré a una competencia de escritores en Roma. Y viendo ya las fechas me queda solo una semana más antes de que entregue mi libro. ¡Ahh que frustración, que nervios! Pero tengo que dar lo mejor de mí sí quiero ganar y ser conocido por muchos años con este escrito que tengo en mi laptop.
Milo: -En la puerta nerviosamente- Tok Tok Tok Tok Tok –toca la puerta para llamarle-.
Camus: Voy... ¿quién es? –pregunta antes de abrir la puerta-.
Narra Camus: Fue una sorpresa al ver a Milo en la puerta... todo lastimado y ensangrentado, casi muerto. Sentía que mi corazón se rompía en mil pedazos, él cayó sobre mí ya casi sin aliento, no podía hablar así que no podía saber que, fue lo que le pasó... lo único que pudo decirme fue "Camus... ayuda-me" fue en ese preciso momento en el que se desmayó.
Entré en pánico, era lógico puesto que no quería que el chico que me gusta muriera en mis brazos... como pude lo acosté en mí cama, le quité la armadura, luego la ropa "cosa que me avergonzó ya que tuve que dejarlo en ropa interior para también curar las heridas de sus piernas" cuando lo curé por completo noté que llevaba puesta ropa de mujer... otra vez. Decidí cambiarme allí mismo ya que Milo estaba inconsciente pero lo que yo no me esperaba era que despertara en ese instante.
Milo: -Semi-consciente- ¡estoy muerto o acaso estoy viendo a mí ángel guardián? –dijo cuando vio borrosamente a Camus en su ropa íntima femenina-.
Camus: ¡Milo! –sorprendido, avergonzado y enfadado-.
Narra Camus: Claro, tal vez Milo estaba viéndome, pero después me di cuenta de que estaba Semi-consciente, así que posiblemente no recuerde verme... y espero que no recuerde eso cuando esté consciente totalmente.
Camus: No Milo, Soy yo... Camus de Acuario –respondí mientras comencé a acercarme a el para tomar su temperatura, que de hecho era alta, en efecto tenía fiebre-. No te preocupes, pronto te recuperarás –añadí olvidando totalmente que aún seguía en ropa interior-.
Milo: Entonces eso explica por qué me parecía tan familiar ese hermoso ángel que tenía en frente –me dijo con una pequeña sonrisa tierna-.
Camus: -sonrojado por el lindo piropo que le dijo el Escorpiano de la octava casa del santuario-.
Milo: -Se queda nuevamente dormido, Camus le da un beso en la frente y nota que el griego estando totalmente dormido esbozó una cálida y linda sonrisa-.
Al día siguiente...
Narradora: Cuando Camus se levantó de su cama... se cepilló los dientes, se dirigió a la cocina para hacer el desayuno y después de comer siguió escribiendo su libro.
Capítulo 8:
Después de la Guerra Santa
Cuando la Guerra Santa contra el Rey Hades terminó, pasaron 3 mases sin ser resucitados por la Diosa Athena... volvimos a la vida, me sentí de vuelta en casa... pero las insistencias de dicho chico para ser su novio no paraban, y a decir verdad "él si me gusta, pero soy muy tímido para hablar de mis sentimientos... y más si se trata de amor"
-Hola Saga. ¿Por casualidad de la vida has visto a Milo por aquí? –pregunte disimuladamente mis sentimientos hacia el Santo de Escorpio-.
-No... pero pregúntale al Maestro Dokho, él si debe de saber dónde está –respondió mientras se rascaba el cuello, que es típico de él cuando no sabe de algo o de alguien-.
-Está bien, muchas gracias Saga –le agradecí mientras me alejaba de la Casa de Géminis y me dirigía a la Casa de Libra-.
Cuando llegué a la Casa de Libra, noté que también Athena resucitó al Maestro Shion... cosa que me alegró mucho, puesto que él fue quien nos crio desde que éramos unos bebés casi recién nacidos o recién nacidos... yo me dirigía hacia ellos cuando me di cuenta de que el Patriarca comenzó a besar al Viejo Maestro, decidí darles su privacidad, así que me dirigí directamente a la Casa de Escorpio para buscar a Milo.
Ya que necesitaba ayuda con unas cosas en la Casa de Acuario ya que... Cof Cof –tosió- ya que ayudando a Aldebarán pues, torpe y vergonzosamente me tropecé con un baúl... me caí y me lesioné el hombro, así que Aldebarán apenado por eso ofreció llevarme al Hospital, estando allá me hicieron unas placas y la doctora al verla me dijo que esa lesión me quedaría de por vida pero que en 3 semanas se me curaría. Añadió diciendo que, si hacía algún movimiento brusco con mucha fuerza, la lesión volvería.
A la mañana siguiente...
-Hay mi hombro –me quejé por el dolor insoportable que no me dejó dormir bien en la noche- bueno, será mejor que me tome las pastillas que me mandó la doctora...una para el dolor y otra que son vitaminas de calcio, para que mi lesión sane un poco más rápido –dije con las dos pastillas en mi maño derecha y con un vaso de agua para pasarlas-.
-¡Camus! –me gritaba una voz muy familiar, seguramente era la de Milo-.
-¡Ya salgo¡ -contesté a gritos desde la cocina-.
Cuando abrí la puerta en efecto tenía razón, el Santo de Oro de Escorpión era quién me llamaba, ¿para qué? No sé.
-Hola Milo ¿Cómo estás?... ¿por qué me llamabas? –pregunté mientras me sobaba suavemente el hombro, ya que mi doctora me lo recomendó hacer una vez al día-.
-Bueno, me enteré que te lastimaste el hombro, así que regresé de la Isla Milo lo más rápido que pude para ver ¿cómo estabas –me dijo preocupado por mí-.
-No tenías que preocuparte por mí, pero te agradezco de todas formas –le contesté ruborizado y tartamudeando mucho-.
-¿Pero si tengo entendido que necesitas mi ayuda? –me dijo mientras esbozaba una sonrisa traviesa mientras buscaba la forma de entrar a mi casa para ayudarme a cargar las cajas repletas de cosas de mi infancia y mi adolescencia-.
Cuando vi los movimientos de Milo para entrar y ayudar, lo dejé pasar ya que se ofreció... puesto que yo estaba incapacitado para hacer semejante cosa y agravar mi lesión torpe y estúpidamente.
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