9
El combate entre Erza y Natsu fue mucho más duro que solía serlo. El joven dragon slayer no dio tregua en ningún momento a la pelirroja que sintió como estuvo unas cuantas veces entre la espada y la pared. Pero logró derrotar a su amigo.
Lo hicieron en un lugar apartado y bien lejos de la ciudad para que el gremio no pagase los platos rotos. Solo fueron ellos dos. Ambos estaban cansados, manchados y sudados. Ella sintió que le había venido de maravilla para liberar todo lo que tenía dentro. Sin duda, pelear era la mejor manera de aliviar el estrés.
—Casi...te gano...—dijo este fingiendo enfado.
—Voy a tener que volver a entrenar duramente, de lo contrario, me ganarás—respondió con una sonrisa.
—No es justo—se cruzó de brazos cruzados.
—Venga, te haré carne en mi casa para compensarte—dijo acariciando su cabeza con ternura.
—Eso no quita que no haya podido derrotarte.
Ella le esbozó una sonrisa y se puso en pie.
Como bien había dicho, después de darse una ducha, acudió a su casa para ser recibido con mucha carne. Le dio la bienvenida, casi como una esposa. Llevaba puesto un delantal y un libro de cocina abierto por una página encima de la mesa y cerca de los fogones.
—Vaya, todo tiene buena pinta—ella sacó pecho con orgullo.
—Por supuesto, soy una gran cocinera
—Sale humo negro—Natsu señaló un lateral y ella enseguida se puso a gritar.
Logró salvar la comida y tras una dura batalla, ahí estaban, comiendo tranquilamente y con una gran sonrisa. Estaba muy rica y Natsu se terminó todo lo que ella había preparado.
—Natsu, tienes suerte
—¿Por qué?
—Eres muy despreocupado en muchas cosas y no tienes esas obligaciones.
Él no entendió nada de lo que se refería.
—A veces pienso en el tiempo. Transcurre tan deprisa que asusta, es como cuando vas en un coche y no puedes parar. Como si no existiera el freno—miró su plato—ya no somos niños, ni tan jóvenes como para andar haciendo el idiota. ¿No crees?—al mirarle, abrió los ojos, este se tapaba la boca como si aguantase el vomito.
—Has dicho coche y ya me mareo—ella casi se cae de no ser porque estaba sentada.
—¿Cómo de idiota puedes ser?
—¡Te reto de nuevo!—dijo al escuchar ese insulto. Al levantarse, se escuchó un ruido.
Natsu se había tirado un pedo.
—¿Cómo puedes...?—se cubrió la nariz ya que olía fatal.
—Uff, siento como si me hubiera quitado un peso de encima—dijo tan pancho.
Ella enseguida abrió las ventanas y pudo respirar un poco. El olor tardo un poco en irse.
—Eso mataría a Acnologia—comentó apoyada en el borde de la ventana—que alivio.
Natsu estaba sentado comiendo un trozo de tarta.
—¿Por qué eres tan idiota?—dijo enfadada.
Pero le vio dormido con el plato en la mano.
—Debería golpearlo hasta volverlo listo—pensó mientras apretaba el puño.
Pero al verlo dormido y con esa cara de buena persona no lo hizo. Lo cargó como a un niño pequeño para depositarlo en la cama de invitados. Al verle dormir sintió envidia, realmente era muy despreocupado.
—Sigues siendo un niño—le cubrió con una pequeña manta y en silencio se fue hasta el sofá para leer un poco.
Aunque no lo dijera, siempre pensó que él y Lucy tenían algo, se pasaban tantas horas juntos que era lógico que acabasen saliendo. Pero la maga dijo que tan solo eran muy buenos amigos y que nunca habría nada.
Con el pasar de los minutos, se fue quedando dormida hasta que cayo rendida.
Despertó a las dos horas y no halló al mago. En su lugar, había una nota agradeciendo la comida y la siesta. Aunque la letra era horrible y apenas era legible.
—¿Quién te ha enseñado a escribir?—entonces recordó que fue ella de niña y se puso roja de verguenza.
Pero también, una pequeña sonrisa se dibujó en su cara.
—Ya no somos niños.
Continuara...
Lamento que sea tan corto pero entre el estado anímico por el que estoy pasando, el virus tan presente y la universidad...no puedo escribir tanto como deseo.
Aún así agradezco el constante apoyo que reciben mis obras y espero que todo les vaya bien.
Un saludo.
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