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Los tres salieron a la calle tras tomar el café. Una fresca brisa de aire levantó los cabellos rojizos de la joven mezclándose con el rojo de unas flores que había cerca de la entrada. Fue un momento donde la belleza humana y de la naturaleza se combinaron formando una sola.

El sol al principio molestó a Erza, era como si hubiera permanecido recluida durante meses en el interior de la casa cuando solo había sido una noche.

—Erza, ¿estás bien?—preguntó Lucy mirándola preocupada.

—Si, es solo que se esta muy bien aquí fuera—contestó ella con una sonrisa—. ¿A donde vamos?.

—Natsu y yo hemos visto una misión en un pueblo no muy lejos de aquí. Como es costumbre, unos monstruos han bajado de la montaña más cercana y sembrado el miedo—dijo.

—Hay cosas que no cambian.

La alegría de Natsu era doble, por un lado iba a pelear contra bestias y por otro, no iban a necesitar coger el tren. Erza caminaba feliz y en silencio, poco tenía que ver con la del día anterior, esa joven triste y porque no decirlo, sin vida.

Ahora caminaban por un sendero tras salir de la ciudad, Natsu se paraba a ver alguna cosa que le llamaba la atención. Lucy le gritaba y regañaba diciendo que no llegarían a ese paso. Y Erza, por su lado solo andaba en silencio, disfrutando de la brisa, del paisaje y le gustaba ver como aquellos dos montaban una escena. Parecían un dúo cómico pero la diferencia era que no estaba planificado.

—Me gusta admirar el paisaje—bufó el joven.

—Necesitamos el dinero Natsu

—No, tú lo necesitas

—¿Y de quién es la culpa?

—Tuya, por no saber ahorrar—dijo mirando a otro lado antes de dar un bostezo.

—¡Siempre te cargas media ciudad, tienes demasiado poder!—gritó la maga celestial.

—Gracias—este esbozó una sonrisa orgullosa.

—¡No es para estar orgulloso!—le dio con la mano en la cabeza.

—Ustedes dos, paren de una vez—ordenó ella.

Ambos gritaron Aye al mismo tiempo imitando a Happy.

Pero notaron algo raro, a diferencia de otras veces cuando ella lo decía, esta vez el tono fue mucho más suave. Lo había dicho sin nada de ira, casi como un ruego.  Al mirarla, veían a una Erza mucho más...''normal'', como una persona diferente.

—Lo sentimos—dijeron.

—Esta bien que los amigos peleen de vez en cuando, pero son amigos, recuerden eso—ellos se pidieron perdón el uno al otro y siguieron a un buen ritmo.

Aún quedaban un par de horas para llegar cuando Lucy recordó algo.

—Juvia debe estar buscando a Gray—dijo.

—Si, aunque él esta en otra ciudad visitando unas tiendas de unos clientes para unas misiones sencillas—dijo Erza.

—Ah, al menos no recibirá la visita de Juvia, ya que ella no sabe donde esta—comentó la rubia.

Entonces escucharon una sonrisa desde atrás.

—¿Natsu?, ¿qué ocurre?—preguntaron extrañadas.

—Yo le dije a Juvia donde encontrar a Gray ja, ja, ja—reía de manera cruel.

Ambas pensaron en lo que sucedería. En su cabeza, veían a Gray llorando y corriendo, escapando de la mujer.

—La verdad, es que tiene algo de gracia—Erza soltó una pequeña risita infantil.

—Si, estoy con Erza—Lucy sentía algo de pena por su amigo pero resultaba gracioso.

Lejos de allí, el joven mago que siempre tenía problemas para estar vestido, estaba ayudando a una joven a cargar unas pesadas bolsas en el maletero.

—Gracias por su ayuda—dijo esta.

Era una mujer bajita, con gafas, pelo castaño con unas trenzas y llevaba un vestido de flores.

—No ha sido nada—contestó este alzando su pulgar.

—Kyaa—al ver que gritaba, agacho la mirada y vio que estaba en calzoncillos.

—Oh, lo siento, es una larga historia—se apresuró a ponerse la ropa y ella sonrojada negó con la cabeza.

—Es usted muy atractivo—halagó ella juntando sus manos.

Un aura negra y siniestra rodeó el lugar.

—Gray-sama...Gray-sama...—el mago, acostumbrado al frío, sintió como su cuerpo se helaba por completo.

—Ju-Juvia—dijo al verla cerca de ellos.

—Juvia...ha venido aquí por Gray-sama y Juvia ve a Gray-sama con otra—sus ojos rojos daban tanto miedo como Acnologia, puede que más.

—¿Es tu novia?—preguntó la chica—su novio ha sido muy amable.

No pudo decir nada más porque un tornado de agua la arrojó muy lejos de allí.

—Una rival en el amor menos—dijo sacudiéndose las manos como si se limpiase.

Luego, como era costumbre, abrazó fuertemente al joven que solo quería morir.

Regresando con el grupo formado por los tres magos, no les quedaba mucho para llegar cuando comenzó a llover fuerte.

—¿Crees que Juvia tenga algo que ver?—preguntó él mientras corrían a refugiarse.

—No me extrañaría—respondió Lucy tapándose con la mochila para no mojarse el pelo.

Vieron un agujero cerca de ellos. Al entrar, vieron que por suerte estaba vacía así que descansarían allí hasta que parase. Natsu usando su poder, pudieron secarse la ropa y estar calientes ya que hacía incluso un poco de frío.

El lugar era más amplio de lo que parecía ahora que estaba iluminado. Lucy prendió un pequeño candelabro que era muy usado por montañeros. Erza tapó la entrada con un telar para evitar se vistos y de paso, que entrase menos aire.

—Aquí están los sacos de dormir—dijo poniéndolos no muy lejos de ellos.

—La verdad es que me duelen un poco los pies—dijo sacándose las botas de hierro.

—Hemos caminado mucho, y el camino lleno de piedras cansa mucho más—Lucy le pasó una bolsa de hielo.

—Gracias.

—¿Y tú como estás Natsu?—preguntó Lucy.

Al no recibir respuesta, ambas se dieron la vuelta y vieron que estaba durmiendo.

—Aún es de día pero ya se echa la siesta. En cuanto preparemos la comida seguro que se despierta—dijo sonriente.

—Esta agotado de tanto comer—dijo Erza.

—Oye, ahora que estamos a solas...¿por qué rompieron Jerall y tú?—aquella pregunta le dolió un poco—. Lo siento, solo tengo...curiosidad.

—Pues...aún no lo sé...él me dijo un día de pronto que quería cortar la relación. No entendí muy bien porque, supuse que era por un gremio oscuro o alguna misión suicida de las suyas pero...simplemente dijo que era lo mejor—contó.

Lucy estaba sin palabras, no sabía que decir salvo una cosa.

—Lo siento.

—No tienes que disculparte, en cambio, me viene mejor desahogarme así que...sino te importa, ¿podría hablarte de nuestra relación?, tal vez tú veas algo que a mi se me escapa—preguntó.

—Por supuesto, puedes contar conmigo—dijo firme y alegre.

—Gracias Lucy.

Ella le guió un ojo, eran amigas después de todo.

Continuara...

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