Capítulo 40
—Owen, ¿quién soy yo realmente?
Me quedo rígido. Esperaba el momento en el que hiciera esa pregunta, pensé que estaba preparado pero me doy cuenta que no. Que no lo estoy, que le temo a que ella lo sepa y que eso pueda dañarla. No es fácil digerir noticias como esas... De hecho, no lo fue la última vez, antes de que perdiera su memoria, antes de que se la arrebataran y la apartaran de mí porque «arruinaría el plan de años» y «estropearía todo».
Recuerdo que, cuándo le conté lo que ella era aquella vez, primero comenzó a reír locamente, y luego entró en desesperación, después vino la frustración, el enojo, la incertidumbre y los gritos de «¿por qué me dices esto? ¡No juegues conmigo, Liv! ¡Dime que es mentira!», etcétera, etcétera, y por último las lágrimas.
No la culpo, creo que yo, en su lugar, estaría igual.
Y no quiero verla así.
Jodida mierda, me mataría si ella sufre de esa manera otra vez.
Por eso no estoy listo para ello; y que de algún modo, creo que ella tampoco lo está para saberlo.
Me maldigo mentalmente por ese pensamiento. Eso es lo que pensaron Josha y mi hermano en ese momento, no yo. ¿Por qué ahora me pasa?
Ella debe saberlo.
Ella tiene que saberlo.
Veo la desesperación de Emma en sus ojos. Me odiaré por contarle, como también si se lo oculto. Ella ha tenido demasiado los últimos días. Demasiado que ahora sabe, demasiado que está procesando... Y contestarle esa pregunta hará que su cerebro esté por explotar; bueno... no literalmente. Pero le hará daño otra vez. Y no quiero verle la mirada sin ese brillo que la caracteriza, no quiero a mi Honey sin esa energía suya.
Tuvo suficiente.
Puedo sentir su mente, está hecha un torbellino de pensamientos; algunos positivos y muchos otros muy negativos. E incluso peores de lo que yo estoy a punto de contarle.
«¿Y si me dice que soy una alienígena? ¿Qué pasa si me dice que soy su hermana? ¡Oh, Dios! ¡¿Habré besado a mi hermano?! No, no puede ser... ¡¿Por qué simplemente no me lo dice?! ¡Explotaré en cualquier momento!».
—Explotarás si te lo digo. Y por cierto, no soy tu hermano, Honey.
—Dime Owen. Por favor. Sabes cómo me siento, escuchas mi mente, puedes ver cómo estoy. ¡Dímelo de una jodida vez y terminemos con este augurio! —sus ojos brillan con nerviosismo. Necesito abrazarla, decirle qué todo irá bien y besarle esos labios carnosos y suaves que tanto anhelo. Protegerla, amarla y hacerla mía. Quiero cumplir sus deseos, quiero prometerle que no será nada grave, que no cambiará nada en ella con lo que debo decirle.
Pero no puedo hacer promesas que sé que no serán.
No puedo besarla en un momento como éste. Ni decirle que todo irá bien. Puedo prometer protegerla, puedo intentar hacer lo mejor por ella.
Pero soltarle la verdad será una bomba de tiempo.
¿Y ocultarle la verdad? No lo haría, eso sería peor. Es algo inevitable, algo que por más retraso que tenga, pasará; si no se entera por las buenas, lo hará por las malas. Y eso último es a lo que no quiero llegar.
Emma tiene la vista clavada en mí, sus pensamientos van tan acelerados que me cuesta seguirla. Hace un pequeño puchero con los labios y frunce un poco el ceño. —Oh, Emma, no me mires así...
—Dime, Owen. ¿Quién soy?
—Temo que pueda herirte...
—¡Sin preámbulos! Ya me está hiriendo el hecho de no saber, ¿qué tanto me hará...?
No puedo más con mi genio, así que la tomo de la cadera con una mano y levanto el mentón con la otra. Si pudiese hacer algo para cambiar su realidad...
—Dime qué no modificará quién eres, Emma. Quién eres internamente. Que no modificará que sientas en tu corazón...
—Sabes que puedo soportarlo...
—Tú corazón es equivalente al cristal, Emma. Tú eres como el cristal. Frágil, sensible, transparente... No quiero que te rompas.
—No tengo corazón de cristal, Owen. Y si lo tuviera, el cristal también puede dañar. Ahora...
Niego con la cabeza. —No es fácil.
—¡No lo es para ti! ¿Te imaginas para mí? ¿No saber quién soy?
—Lo sabes. Eres Emma, la chica que se vuelve loca con los libros, que ama cantar, nadar; que tiene una familia que la ama y al novio más sexy del mundo...
—¡Owen!
Sonrío. Ella ríe un poco. —Lo sé, sí, soy yo.
Frunzo un poco el ceño. Es cierto. Está torturándola. Cuando una casa se incendia, ¿qué es mejor? Apagar el fuego de a poco y dejar que muchas cosas se quemen, o extinguir todo de una. Claramente lo segundo.
—Necesito que te sientes, Emma. Es mucho para decir. Y será mucho qué procesar. —Ella hace lo que le digo; se sienta cuidadosamente en la cama. En mí cama. Dónde ayer dormimos juntos; dónde hoy casi pasa algo por un descuido. ¡Y por todos los cielos! ¡Hubiese deseado que pasase!
Me fijo en sus pensamientos y ella está pensando en lo mismo, un ligero rubor recorre sus mejillas. ¡Esta chica me está matando! ¿Dónde está el Owen que una vez fui? ¿Desde cuándo me hace feliz un simple gesto como un tierno rubor? ¿Desde cuándo digo «tierno»?
Desde que la conocí.
Aclaro mi garganta, entrometerme en su mente no es correcto, aunque en verdad poco me importa, hacerla enojar con eso me encanta, es una gran ventaja. Pero no poder estar pensando en cosas tan... sosas cuándo tengo el deber de decirle lo que probablemente sea la noticia más complicada que puedan darle... —No sé cómo empezar.
La expresión de Emma cambia a frustración. ¡Aplausos para mí, señores y señoras!
—Empieza por el comienzo, Owen. ¡Pero por el amor de Dios, comienza ya!
—No eres humana, Honey. O la mayor parte de ti no lo es.
Emma queda en blanco. Puedo sentir la confusión explotar dentro de su ser. Pero necesita espacio, necesita tiempo. Necesita encontrarse a sí misma...
—¿Qué? —susurra con la voz rota. Yo me arrodillo a su lado y coloco su frente sobre la mía. Ella cierra los ojos y comienza a llorar silenciosamente. —Dime más —implora—. Cuéntame todo, Owen —me cuesta entender lo que dice, ya que está intentando controlarse para no mostrar el dolor. Quiere verse fuerte.
Quiere sentirse fuerte.
Y ella no se imagina lo fuerte que es.
—Vale, te contaré. Pero Emma, no te contraigas. Si debes llorar, llora; si quieres gritar, entonces grita, grítame. Nunca te guardes los sentimientos. ¿Lo prometes?
—Yo...
—Emma...
—Lo prometo.
Dichas esas palabras, la beso en los labios; están salados por las lágrimas.
—El amor entre ciertas... especies está prohibido. De hecho, es imposible que se amen. Y era imposible que...
—¿Soy una nefilim? ¿A eso va todo? —me interrumpe.
Ruedo mis ojos, suspiro y niego con la cabeza. —No lo eres.
—¿Entonces...?
—No sé lo que eres, Honey. Eso es lo que pasa. Nadie lo sabe. Pero sí sé una historia.
—Yo... Creo que estoy mareada... —Oh, mierda. ¡Pero eso no puede ser! En el arreglo con Emmanuel su mente quedaba liberada de cualquier bloqueo, salvo que... —Creo que es por el hambre. —¡Estúpido! ¡Me he olvidado de eso!
Salgo disparado del cuarto y entro a la cocina en búsqueda de las bolsas con comida. Inmediatamente me pongo a hacer un buen desayuno. ¿Cómo me pude haber olvidado de qué comiera algo?
Ella camina detrás de mí, pregunta si puede ayudarme, pero me niego y le pido que se siente. Siento sus ojos clavados en mí.
Sí, me está comiendo con la mirada aunque... Su mente está en otro lado...
«¿Una historia? ¿No soy humana? ¿No sabe qué soy? ¡No entiendo qué quiere decir! ¿Cómo no puedo ser humana si yo vi a mamá embarazada en fotografías? Digo, salvo que mis padres no sean humanos... ¿Eso nos convierte a mí y a Mat en... algo? ¡Y no entiendo cómo puede preocuparme la comida en un momento cómo este! Owen parece tan... tranquilo. ¿Será verdaderamente malo lo que debe decirme? Vaya, ese olor a tostados me está matando...»
Me río. Su mente es extraña y nunca me cansaré de decirlo... Pero ¿yo tranquilo? ¿En serio?
Volteo a verla y sirvo su tostada en el plato. No hago una para mí, no la necesito... No ahora. Mi cuerpo en esta forma necesita comer, pero no es lo mismo que un humano. Y definitivamente estoy con mi estómago demasiado revolucionado como para picar algo.
Emma come algo avergonzada y yo no aparto la vista de ella. Le hace sentir nerviosa que la miren comer. ¡Ja!
Pero no puedo hacerle una broma, ni algún comentario que le moleste.
—¿Qué pasa con la historia? —pregunta aun mordisqueando el tostado—. ¿Tiene que ver con el lío en el que estuvo metido tu hermano?
—De hecho, sí.
Espero a que ella de una señal para seguir avanzando. Emma termina su comida, espera unos segundos mirando a la nada, y finalmente enfoca hacia mí su mirada de miel solo para decirme: —Cuéntame
La tomo de la mano. —Bien, pero déjame contarte todo... Es algo complicado.
—Vale, prometo no interrumpirte.
Hago una mueca de media sonrisa y ella ve hacia mi hoyuelo. Lo sé, es jodidamente irresistible para Emma, y la hace sonrojar. Un punto débil.
¡Basta de irte por los mambos, Owen!
—Los ángeles tenemos prohibido conocer a los demonios. Lo mismo para ellos de nosotros. Nos odiamos por naturaleza. Tenemos prohibido vernos... Según mi gente —sé que hago una mueca al decir eso; mi gente, eso lo diría mi hermano, no yo, yo jamás me sentí parte de ellos—, los demonios son los causantes del mal, y los ángeles caídos se convierten en una especie de demonio porque caen en él, suelen caer del cielo por un pecado. Pero ellos, los ángeles que caen, nunca serán demonios por completo. La verdadera especie es algo... diferente a la de nosotros. Se dice que los humanos no pueden verlos, pero sí sentirlos, notar su presencia y ser cautivados por ellos. Son bellos por fuera, lujuriosos; pero por dentro son maldad pura. Tienen la capacidad de manejar algo así como la «magia», pueden controlar cosas, cambiar otras... Son poderosos, pero ellos siempre quieren más. La desventaja de su especie es que son minoría a comparación de los ángeles; hemos tenido guerras que los ha dejado desbastados y llenos de odio.
Emma pestañea.
—Se decía que los ángeles éramos puramente ¿buenos? Bueno, resulta que nadie nunca es bueno del todo... Y al parecer, tampoco los demonios son tan malos... O al menos él no lo era, supongo.
—¿Él? —pregunta ella inconscientemente.
—Tu padre, Emma. Eres hija de un ángel y un demonio.
—¿Quieres decir que mis padres...?
Acá viene lo complicado.
—¿Eliana y Daniel? Tus padres en cierto modo no son tus padres...
—¡Pero mi madre estaba embarazada de mí! ¡Es imposible que no lo sean! ¡Vi fotos de eso!
Hago lo peor que se me puede ocurrir: reírme.
—¿Tienes de novio a un ángel y dices que algo es imposible?
Ella también ríe, pero con cierto deje en su voz. Me aclaro la garganta y sigo con mi relato.
—Tu madre estuvo embarazada de ti.
Ella ladea un poco la cabeza. —No lo entiendo. Dices que mis padres no son mis padres pero... ¿Mi mamá que no es mi mamá estuvo embarazada de mí?
—Tus padres biológicos, por así decirlo, se enamoraron. Se veían a escondidas cuando podían, traicionaban las normas, a sus propios principios y a sus respectivas comunidades. Lo pudieron ocultar por mucho tiempo, pero un día Aeraki quedó embarazada de ti. Y ya no pudieron ocultarlo porque algunos de los ángeles pueden ver la energía y así saber que lo que se formaba dentro de ella no era un ángel, poseía algo oscuro... Antes de que pudieran atraparla a ella y a él, una de esas veces que se encontraban, ellos contactaron de alguna forma con mi hermano y obtuvieron su ayuda.
»Ellos fueron enviados de forma encubierta a la Tierra con una misión: debían encontrar la forma de que su bebé sobreviviera, ya que sabían que significaba algo, un cambio; algo más justo ya que no merecía morir antes de nacer.
Los ojos de Emma brillan, húmedos y preparados para desagotarse. Aprieto su mano con fuerza. Siento que algo ella debe presentir. Tal vez incluso, le llegan recuerdos de aquella vez que le conté lo mismo frente al lago mientras llovía.
—Hunter, tu padre, había buscado una posible solución: encontrarían a una pareja humana que estuviera en búsqueda de algún hijo; con su magia, haría que el bebé del vientre de Aeraki pasara al de la mujer humana. Allí crecería como un humano, ya que también heredaría esas características por el agregado de la formación, y eso ayudaría a ocultar los poderes hasta un determinado momento. Pondrían un ángel custodio durante todo el crecimiento y así se asegurarían de su supervivencia. Eligieron a tu madre sabiendo que te darían todo el amor necesario...
—¿Y por qué no se quedaron conmigo?
—Porque luego de saber que tú estabas bien, mientras ellos buscaban algún lugar seguro, fueron capturados Emma. Los mataron.
Un sollozo se escapa de su garganta, luego otro y otro. Grita, golpea la mesa, llora. Su semblante se vuelve rojo, pero no de rubor, sino que de cólera, ira, impotencia. Y le entiendo. Me hace acordar a cómo me siento con lo de mi madre; es injusto. Es cruel. Pero ella ni siquiera pudo conocerlos, no pudo nunca obtener el amor de ellos, ni saber que existían hasta ahora.
En cambio, yo recibí su amor, la conocí, hablé con ella.
Tomo a Emma de la silla y la llevo hacia la cama nuevamente. Ella sigue llorando, pareciendo casi ajena a mis movimientos. Con suavidad la meto entre las sábanas con ropa y todo limpiando sus lágrimas.
—Yo... No los conocí como mi hermano lo hizo... Pero te amaban, Emma.
—¡Es una mierda!
—Lo sé, Honey.
—Yo no debería existir.
Pongo mis manos a los lados de su cara y la obligo a mirarme.
—Nunca jamás digas algo así. Nunca. ¿Me oíste? Tú existes por algo, y yo no creía en esas cosas hasta que te vi; tienes la bondad y la capacidad de reflexionar de los ángeles, los poderes que poseen los demonios y los sentimientos de los humanos; eres diferente a todo lo que conocemos. Eres única. Y tus padres estarían orgullosos de ti.
—No puedo creerlo... ¿Hija de demonio? ¿De un ángel?
—Y nacida de una humana. Tienes cosas de cada uno. Y esas tres naturalezas comenzarán a pelearse en ti. Si no aprendes a controlarlas, el resultado puede ser catastrófico. Ahora mismo se puede sentir tu energía en conflicto, los Conservadores no tardarían en rastrearte, ni tampoco algún Caído que quiera regresar a nuestro mundo, como Oracles...
—No quiero escuchar más, Owen. —Ella intenta fingir ser fuerte, pero noto que ella se ha roto nuevamente; está tan frágil... Llevo mis labios hacia ella pero antes de tocarla, ella mueve la cara, apartándola así de mis manos, y a la vez, Emma de mí. —No me malentiendas, pero necesito estar... sola por un momento.
Emma se gira sobre sí misma y se esconde dentro de las sábanas. En su mente está deseando desaparecer, preguntándose el porqué de su situación y queriendo que yo me vaya del cuarto porque se siente débil si le veo llorar.
Y a pesar de que no debe ser así, debo darle su tiempo. Odio admitirlo, porque quiero estar con ella cuánto pueda, y sí, puedo sonar egoísta. Pero también tengo que razonar. No es momento para actuar por impulsos.
—Vale, pero avísame sí me necesitas. Estaré tras la puerta.
Ella no contesta, suelta un pequeño quejido y lo tomo como un asentimiento. Salgo a regañadientes del cuarto y me siento en una silla mirando hacia la nada. Emma está quebrada en llanto, y yo no puedo hacer nada... Da tanta impotencia...
Me recuerda mucho a cuándo le conté por primera vez; pero allí las cosas estaban más fáciles. Sin planes... O, tal vez, ¿yo destruyendo los planes?
Y ahora estoy dentro de ellos.
Esperar a que den una señal para poder empezar con el próximo movimiento no me gusta. Realmente no me gusta tener aliados. Mucho menos ellos.
Comienzo a caminar por la casa, entrando y saliendo del baño, abriendo puertas. Mirando por la ventana. Ya deben estar por llegar.
Escucho a alguien tocar la puerta y la abro antes de darme cuenta.
Pero no es quién esperaba. No.
Es Julie.
¿Qué hace aquí ella...?
Me quedo quieto en el portal mirándola, pues no me queda otra. ¿Cómo sabe que vivo aquí? ¿A qué vino ella? Está vestida con su típica ropa ajustada y corta que casi no deja nada a la imaginación, un estilo con el que cualquier humano se haría un festín visual; lleva la melena despeinada, dándole un aspecto felino y tiene ese rojo en aquellos labios que una vez intentaron besarme en una época de confusión para ella... Pero no fue así. Sacudo mi cabeza e intento aclarar las ideas. Yo era un idiota. Y ella me potenciaba.
—¿No dirás nada? ¿«Hola»? ¿Acaso la... cosa te robó la posibilidad de hablar español? You speak english? Hello?
—Hola, Julie —fuerzo una sonrisa.
—¡Al fin! —Abre sus brazos y me encierra en uno de sus apretujones asfixiantes. Me invade su olor a perfume de rosas y llegan hacia mí un montón de recuerdos con ella.
Éramos buenos amigos; aunque hemos estado peleados un tiempo. Ella... ella estaba loca. Me corrijo: lo está ahora también. Estaba embelesada por un Caído, según me contó. Julie quiso caer a la Tierra para estar junto a él. Me pidió que le arrancara las alas.
Y nunca lo encontró.
—¿Qué haces aquí?
—Oh, me encontré con él, Owen. ¿Cómo puedes hacer equipo con tu padre? ¡Tú lo odias!
—¿Josha?
Ella asiente.
Sabe mi historia con él, con mi padre. En un primer momento fuimos grandes amigos. E inclusive ella me había planteado la idea de salir juntos, ella que era una recién desterrada y yo un incomprendido.
Pero le dije que no.
Nunca creí que alguien me gustaría. Hasta que Emma llegó. Desde ese momento, Julie ya no me habla como antes, creo que herí parte de su ego.
—Vengo a ayudarlos con la «cosa» esa que tiene nombre de caniche.
De hecho, Julie la odia...
—Ya lo hemos hablado, no es una «cosa», es Emma. Y es mi novia. ¿Entiendes? —Le comento con algo de tensión en la voz. No hace falta que ayudes...
Probablemente ella fue una amiga, pero me he dado cuenta que Emma y ella no son muy... ¿compatibles? Joder, se llevan terrible y ni siquiera se conocen. Tengo el ceño fruncido por la confusión... Julie sonríe con esa típica falsa expresión inocente en su rostro; una mueca problemática y cargada de seducción enmascarada. Es imposible no decir que ella es algo mona, aunque no es mi tipo y no tengo intención de descubrir si lo es tampoco.
Y ella, también tiene otra idea.
—¡Claro! Sí que lo entiendo, es la jodida «algo» que te metió en tantos problemas; también es la misión de tu padre y la protegida de Emmanuel. ¡Ah! Y a tu medio-hermano... ¿cómo se llamaba? ¿Steven? A él le gusta ella. Él es mono, se parece más a tu padre, no está con esa cara de perro mojado todo el día cómo tú...
Voy a contestarle, pero en lugar de mi voz, escucho una aguda y acusadora.
—Ya, en serio. ¿Tienes un trauma con los perros? —Emma entra en escena con los ojos entrecerrados, mitad por el sueño, mitad por el enojo. Me mira con desaprobación y a ella con asco. Yo me quedo pasmado, mirándola. Juro que nunca vi a alguien tan bella...
Y tan furiosa.
Lo que faltaba. Qué suerte la mía.
—Hola, mielcita.
—Hola, jodida.
Ellas entran en una guerra de miradas. Julie la mira de arriba hacia abajo; Emma simplemente le mantiene fija la vista, enfrentándola. No puedo dejar que comiencen a pelear, y menos ahora.... Así que simplemente la tomo del codo ganando un refunfuño y una pequeña exclamación de ella; no le hago caso y la atraigo más hacia mí.
—¡Suéltame! —dice. Tiene los ojos hinchados, la cara roja. Está cansada.
—Tenemos que hablar con ella. Ahora, Julie, ¿qué pasa? ¿Por qué has venido?
Emma emana ira, Julie permanece como triunfadora...
Una voz en mi interior grita: «¡problemas! Alerta roja, alerta roja...»
—En realidad, debemos irnos. Ahora. —Ronronea Jul.
—¿«Irnos»? —me pregunta Emma, alzando las cejas.
Julie camina contorneándose hacia la puerta del departamento y abre la puerta con la energía de una persona que abre un telón de un teatro al principio de una función. Ahí está él. Sus ojos verdes me miran fijamente. A mí y a Emma. Ella se tensa a mi lado, y de alguna forma, se prepara para luchar. Puedo sentir su miedo...
—Sí, irnos —repite Josha monótono y con gesto grave—. Julietta dijo que nos ayudaría a escapar. Ella hará de distracción. Dijo que tenía sus contactos y que luego se marcharía. Ha hablado con Emmanuel, él la ha reclutado...
Steven aparece detrás de él. A diferencia de mí o de mi hermano, él no tiene arrogancia al hablar, o caminar; en eso salió a su madre humana. Pero sus acciones son como las de mi padre... Y le envidio. Solamente yo sé cuánto. Como también que él no me quiere.
—¿Por qué quieres ayudar? —le espeto. Ella y mi padre no son buena combinación.
—¡Te debo un favor!
—Tú no... Vale, pero no te metas en problemas. No es contigo esto.
—¿Y dejarte solo, Owencito? Olvídalo.
Emma choca sus dientes y gruñe por lo bajo, susurrando una maldición. Julie resopla aburrida y le sonríe ampliamente.
Creo que Steven no puede sacar la mirada de ella... Al menos por unos segundos, antes de que nuevamente se posara en mi Honey.
Le odio tanto...
Recuerdo sus palabras: «si no te hubieses cruzado en el camino de Emma, yo estaría con ella, como todos pensaban que sería», «tú no eres bueno para ella».
Imbécil hijo de...
De mi padre.
—Josha, debes decirme dónde es que vamos —le hablo de mala gana a mi padre.
—Luego, ahora no. Pero debemos marcharnos.
El corazón de la chica con mirada de miel se acelera como nunca lo hizo. Me mira aterrada; y no sé cómo ella puede seguir en pié... Tomo su mano fuertemente y suspiro, diciendo las palabras que jamás pensé qué diría.
—Somos un equipo. Josha, Steven, tú, yo y aparentemente Julie. —Pongo los ojos en blanco y me acerco a su oído—. Iremos a algún lugar a escondernos y a que Josha te enseñe a controlar tus poderes.
Emma pone sus ojos como platos, solo para soltar un suspiro y decir a mi mente: «Vaya equipo el que tenemos. ¿Cuándo es la masacre?»
¡Holaaaaaaa! Acá les dejo el nuevo capítulo. Es algo confuso (creo, ya que cuenta con mucha información); disculpen si tiene algún detalle... De hecho, he tenido muy poco tiempo para escribir... Estuve haciéndome estudios de la vista, de la columna... etc, etc, etc.... Pero he podido actualizar! :) ¡Los extrañaba!
De todas formas, espero que les haya gustado éste capítulo desde el punto de vista de Owen. ¡Yupi! *0* NO. ME. LO. CREO. ¡YA CASI LLEGAMOS AL FINAL!
¿Qué piensan de Jodi... Eh, Julie? ¿Y de Josha?
¿Les gusta Owen así?
Pronto, espero, el último capítulo... :S
¡Los amo! :)
-Bri.
¡Hemos llegado a las 60.000 visitas! WOOOOOOW.
Quiero agradecer a sarah_n000 por el hermoso edit. ¡LO HE AMADO NI BIEN LO VI! Y sigo amándolo ahora. Este capítulo es para vos, Honey. Te lo re agradezco. <3
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