Capítulo 38
Ahí estamos, los dos. Corriendo lejos del desván y dejando todo atrás. Nuestras probabilidades de escapar de Josha y Steven son casi nulas, tortuosas, impensadas, de seguro que nos atrapan; esos y pensamientos parecidos hacen que quiera dejar de forzar mi cansado cuerpo, pero no puedo abandonarme, ni a él. Necesitamos correr.
Steven está muy ocupado escuchando a Josha cuándo ve mi intención y tarda en reaccionar para ir tras nosotros; Owen es el primero en bajar del desván, abre los brazos para cogerme cuándo me lanzo hacia él. En otro momento ese esfuerzo no representaría nada para Owen, pero sé que está herido, y eso hace que se tambalee un poco mientras me coloca en el suelo. Antes de mirar atrás, me toma de la mano para seguir andando, yo tiro cosas en el camino para ponerles obstáculos.
Quiero ir hacia las escaleras, bajar los pisos que sean necesarios (ahora me doy cuenta qué no sé cuántos son, con suerte tal vez solo dos), pero él niega. ¿Cómo puede negar cuándo tenemos que salir? Escucho movimiento detrás de nosotros y, simultáneamente, las alas de Owen aparecen casi rozando mi nariz, yo pego un respingo del susto pero él me toma de la cintura; como si yo fuese de peso pluma comienza a caminar hacia la ventana conmigo, cargándome como un bebé. Y al llegar hace lo que temía que hiciera: abre las alas y emprende vuelo.
No nos vamos tan lejos, pero volamos bastante por encima de la superficie, pasando por arriba de muchas construcciones edificadas. Hace frío, y yo que llevo solo mi pijama puesto puedo sentirlo muy bien, así que me aprieto lo más fuerte posible contra él, que me sostiene entre sus brazos. De vez en cuando, algunas de sus plumas rozan mis piernas provocándome cosquilleos. Yo estoy demasiado shockeada por toda la información adquirida recientemente, así que sólo me limito a permanecer en silencio y Owen parece aceptarlo.
No sé cuánto tiempo pasa, seguro no mucho —unos minutos supongo— pero ambos nos encontramos descendiendo hasta quedarnos parados en el techo de un edificio —no muy alto como los demás, pero también lo suficientemente para hacerme papilla de Emma—. Yo tiemblo al sentir el piso luego d0e estar en el aire, al saber a qué altura nos encontramos, al saber que de seguro nos buscan. Y que estoy con Owen.
Nuestros pies chocan y él todavía me tiene entre sus brazos, yo lo abrazo con todas mis fuerzas y él se estremece, estrechándome más aún; con mi tacto siento sus alas y las acaricio suavemente, es raro tenerlo en esa forma, pero al mismo tiempo maravilloso. Y estamos juntos. No hay aire que nos separe; haciendo un poco de puntitas de pie, coloco mi mejilla en su hombro derecho y él comienza a darme pequeños besitos en la frente, en el pelo...
—Honey —susurra con sus labios sobre mi frente—. Mírame, Honey.
Yo no estoy lista para verle. Digo, quiero pero... ¿Qué habrá pasado en éste tiempo con él? ¿Veré sus mismos ojos? ¿Qué responderá a mis preguntas? Muevo mis labios para contestar pero su boca atrapa la mía antes de que pueda decir algo.
Pienso en el golpe que recibió en esa zona, ¿no le dolerá besarme? Sin embargo, no deja que termine el pensamiento, haciendo un «shh».
Sus labios son gentiles contra los míos, se mueven despacio, dulces, con anhelo. Los movimientos con las manos también son lentos, acaricia mi pómulo con ternura, mientras que con la otra me mantiene de la cintura para apegarme a él. Yo trazo su mandíbula hasta llegar al cuello y juntar mis brazos detrás de él.
«Mírame, Emma» dice en mi mente, separándose de mí para cobrar aliento. Pero pronto ese espacio formado entre nosotros es sellado otra vez, por mí. Profundizo el beso y él gruñe en mi boca. —Tenemos —comienza—, tenemos que hablar. —Esas palabras no me gustan, siempre significan problemas, así que me aparto yo ésta vez, sin dejar de tener la vista gacha.
—Lo sé —le digo.
—¿No me mirarás?
Intento forzar una sonrisa, poner una excusa, pero él me da un pequeño besito en los labios.
—Emma... Soy el mismo, solo qué ahora sabes más de mí... supongo.
Cobro fuerzas y lo veo; y ahí está él. Owen con sus ojos azules bebé. Owen con su sonrisa y su pequeño hoyuelo. Owen con el pelo un poco más crecido que antes y algo cansado. Su labio se encuentra un tanto hinchado, primero culpo al golpe que le dio Josha pero... ¿podré haber sido yo? De todas formas, ahí está él. Acá, en frente de mí, sonriéndome. —¡Hasta que me miras! Joder, no es que fuera un extraño extraterrestre come Emmas...
Ese comentario provoca una pequeña risa en mí, haciéndome sonreír al fin, olvidando un poco el mal rato pasado —pero solo un instante—. Es irónico... Un ángel criticando la rareza que puede tener en nuestro mundo un alienígena. ¡Qué detalle! —Eres un ángel, Owen. No tienes derecho a discutir qué es raro y qué no... Además, los extraterrestres de Lux son sexys. Daemon lo es.
Él frunce el ceño y me aparta unos centímetros para verme mejor. Ladea un poco la cabeza haciendo un puchero. Parece un perrito mojado. —¿Daemon? ¿Quién?
—Daemon Black, es de una de mis sagas preferidas.
—¿Un alien... es más sexy que yo?
—Eh...
—¡Primero me comparas con Patc h! ¿Y luego con él? —su puchero se hace más grande—. ¿Qué sigue? ¿Un panadero? ¿O un hombre lobo?
Agradezco internamente el cambio de tema a Owen para aliviar la situación. Sus ojos son radiantes y tiene una media sonrisa pegada a la cara; de siento unas lágrimas a punto de salir, pero ésta vez no por dolor. No, claro qué no. Levanto una comisura de mi boca formando una media sonrisa.
—Te amo, Owen —mi voz tiembla pero no le hago caso—Yo...
Él pone un dedo en mis labios, silenciándome.
—Nunca extrañé tanto a alguien en mi jodida existencia, Honey. Temía qué te pasara algo... Ven, tenemos que buscar un lugar privado.
Sus alas desaparecen de mi visión. Con eso me toma de la mano y bajamos por unas escaleras qué daban a la terraza del edificio. Solamente bajamos un piso y nos detenemos en una de las puertas. ¿Coincidencia haber bajado allí? Con Owen no lo creo, él saca una llave y abre una de las habitaciones.
Me resulta raro, pero debido a que confío en él y qué ya no tengo dónde ir, y tampoco sé qué pasa, entro.
Él pasa luego y cierra la puerta.
Lo que se veía como una pequeña habitación desde fuera, se parece más una casa, es lujosa, grande y espaciosa. Debe ser una de las más caras del edificio. Tiene una mesa familiar grande, incluso una cocina propia, un living con última tecnología, puedo ver un gran balcón que está tapado con gruesas y elegantes cortinas, y el baño que tiene la puerta abierta es más bonito que mi propio cuarto... ¿Aquí vive él? Vaya, veo que la pasa muy mal...
—En realidad mi estadía es móvil —explica—. Nunca estoy en el mismo lugar por mucho tiempo, pero eso no importa ahora... —su mirada brilla cuándo me mira—. Ven aquí.
Yo me quedo en mi lugar por un momento, pero luego corro hacia sus brazos. Él me vuelve a agarrar, sosteniéndome contra su pecho, yo respiro su aroma... Le extrañaba tantísimo. Owen traza con el dedo mi nariz, mis labios, mi quijada... Sus labios se encuentran con los míos otra vez en un diminuto y tierno beso. "Te extrañé, Honey; no sabes cuánto" habla en mi mente, yo suspiro al escucharlo.
—Pensé que no te vería, Owen...
—Yo no dejé de pensar en ti en ningún momento.
—No vuelvas a dejarme... —tomo una de sus mejillas y veo sus ojos azules líquidos. Hermosos.
Entonces comienza a caminar conmigo encima y me lleva hasta su habitación. Yo me tenso al ver la cama matrimonial entrando allí; pero luego, al verle se me pasa. Pienso en lo que fueron mis últimas horas; ese desván, lo que aprendí, lo que vi. ¡Las cosas qué debo preguntarle! Dios... ¿por dónde empezar? Él sonríe al saber qué pienso y sacude la cabeza.
—Necesitas descansar un poco, Emma... Has tenido demasiada información nueva que procesar... y muchas emociones las últimas horas. Hablar ahora sería equivalente a ser masoquista.
—¿Y si quiero ser masoquista ahora? Quiero hablar contigo...
—Honey, podremos hablar cuándo despiertes, pero ahora debes descansar. Me quedaré aquí contigo y lo estaré cuándo despiertes.
Me coloca suave en el sedoso colchón, me tapa con las sábanas y besa mi frente; tengo miedo de que se vaya otra vez, no quiero perder el tiempo que pueda tener con él. Pero es cierto, me siento cansada, como si mi cuerpo pesara plomo, y decido hacerle caso.
—¿Lo prometes?
—Con todo mi amor.
Cierro los ojos formando una sonrisa. —Ven conmigo, Owen.
Lo siento titubear. Escucho ropa caer al suelo y abro los ojos, ¿él se meterá desnu...? Falsa alarma, era su remera. Owen comienza a reírse sin parar y yo quiero que me trague la tierra. ¿Desde cuándo mi mente me traiciona tanto?
—Me bañaré antes de entrar, mi ropa está asquerosa y necesito un buen baño. Además quiero aclarar algunas ideas...
Pronuncio un «vale» con mis labios y vuelvo a cerrar los ojos; escucho los pasos de Owen al salir del cuarto, luego abre una puerta más a lo lejos y al instante se oye el sonido relajante del agua corriendo. Vuelvo a suspirar, mi mente está envuelta en Owen, pero también llena de dudas que aún no logro saldar.
La cama tiene su aroma también, así que aspiro, respiro mientras escucho las gotas caer desde el baño. Así, hasta quedarme dormida acurrucada allí.
Luego de un pestañeo, Owen llega a la habitación y su colonia masculina perfuma aún más el ambiente. Las sábanas se corren un poco, entra frío y yo tiemblo, pero sólo unos segundos porque siento unos brazos moldearse alrededor de mí, un aliento cálido que roza la parte trasera de mi cuello y un cuerpo que se amolda perfectamente al mío. —Aquí estoy, Honey. Y estaré cuándo despiertes.
¿Cómo están? ¿Les gustó el cap?
OWEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEN. ¡Owen ha vuelto! *-*
Y pues... Les mando muchos abrazos de Owen y muchos más míos.
¡Los quiero!
-Brisa.
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