Capítulo 37
—¡Apártate, niña!
Pamb, pamb, pamb.
El ruido de la madera crujiendo y la puerta siendo golpeada incesantemente no es nada agradable para los oídos, menos cuando una tiene la cabeza hecha pomada y un Caído llamado Josha, que parece casi de mi edad pero sin embargo es el padre de tu jodido novio, que también es un Ángel además, dice que te quitó la memoria y recuerdos por un tiempo, y como frutilla del postre: que eres la clave de un gran problema del cuál no estás enterada.
Y por esas razones, terminas encerrada con dos extraños maniáticos en un desván de un orfanato abandonado.
¡Todo es tan hermoso! Ugh.
Pamb, pamb, pamb.
Noto la tensión de Josha, con la rabia que tiene Owen podría simplemente matarlo, si eso fuese posible. Y Owen, ¡oh! No quiero que salga lastimado. Quiero irme ni bien aparezca, juntos, sanos y salvos.
Pero sé que, después de todo, no será así, y que Owen querrá desquitarse.
—¡Abre la puerta o la partiré de todos modos! ¡Anda, sé que estás ahí y ella también! ¡Honey!
—¡Estoy aquí! —le contesto, intentando calmar los ruidos y su furia creciente—. Tranqui...
Pero no puedo terminar la frase porque justo la puerta se abre salvaje, acompañada de una gran claridad y un Owen con ojos feroces. Su mirada se dirige directamente a su padre, y luego hacia mí, que estoy detrás de él, como si me estuviese refugiando; algo en sus ojos azules cambia, y yo sacudo la cabeza, intento correr hacia Owen, avanzar, pero el inoportuno de Josha me detiene en el acto.
—No, niña. Mejor quédate detrás. Ya sabes, no es un saludo de películas.
Y con eso, Owen se aproxima feroz hacia su padre, éste último retrocede unos pasos, haciéndome retroceder a mí también.
—Owen, podemos hablar, no es tarde —dice apresurado Josha.
—Te equivocas, desde el momento que te fuiste fue tarde. Para mamá fue tarde, para mí. Te fuiste, dejaste de existir para nosotros.
Dos cuerpos muy parecidos colisionan, veo como Owen lucha contra su padre como si fuera la vida en ello. Golpes, violencia, dolor, enojo, odio. Un montón de sentimientos, reproches, acciones salidas de una gran pena pasan adelante mío. Cada golpe retumba en la sala, cada alarido. Josha no se queda atrás con la pelea y le proporciona un gran puñetazo en la cara a Owen, partiendo su labio, haciendo que sangre.
—¡Owen! ¡Josha! ¡Paren! —grito, pero parecen no escucharme. Están absortos en su juego.
Owen le da fuerte golpe en la cara a Josha, más sangre, más pena. Ambos caen al suelo, el hijo arriba del padre; raro decirlo así porque en lugar de cumplir las edades que esos roles demandan, ambos parecen ser casi de la misma edad, como hermanos, dos adolescentes peleándose. Pero no, ésto es peor.
Mucho peor.
—¡Paren ya! —repito e intento ponerme en el medio, separarlos, correrlos, ¡algo! Pero antes de alcanzarlos, alguien más me alcanza a mí.
Jodida mierda.
Y ahí están los ojos verdes pastizal de Steven. —No —habla—. Ellos no te escuchan, Emma. Y puedes salir herida, ven conmigo fuera de aquí. No es necesario que veas ésto.
—¡No! ¡Debes ayudarlos! ¡Se van a matar!
—Los frenaré cuándo tú salgas.
Los vuelvo a mirar, no sin antes observar a Steven que está decidido, obstinado a sacarme de aquí, sus labios parecen casi una línea recta y sus cejas están fruncidas, está alterado por mi falta de respuesta. Veo como Owen le da golpes en la espalda, Josha grita de dolor y parece tomar algo invisible en el aire que pronto se convierten en las alas de Owen. ¡¿Qué mierda?!
Owen se estremece y Josha empieza a tirar de ellas hasta que Owen lo suelta, e incluso entonces. Plumas de sus hermosas alas blancas caen y yo me vuelvo loca: —¡Steven, le está sacando las alas, maldita sea!
Steven me agarra del brazo y empieza a jalar de mí, lejos de la habitación. Lucho contra él con todas mis fuerzas, para zafarme, para que me suelte y así poder ayudar a Owen. ¡Le arrancará las alas y se convertirá en un ángel caído! ¿¡Lo permitirá!?
—¡Suéltame, idiota! —mi voz sueña temible, o al menos es lo que yo creo. Eso solamente atrae la atención de Owen, que deja de forzar por un momento para mirarme y soltar un quejido que de seguro atravesó la corteza terrestre.
Dejo de forcejear y ahí estoy, siendo llevada fuera del cuarto por Steven, desanimada.
Entonces lo veo.
Una pluma blanca, manchada de sangre.
¡¿Josha está loco?!
—¡Detente! —mis ojos ya contienen lágrimas, debo tener la cara colorada. No pienso dejar a Owen así, retorciéndose de dolor.
No sé que pasa, tampoco planeo demasiado averiguarlo, pero me suelto de Steven, y en ese mismo segundo tomo a Josha del cuello y lo levanto con una fuerza que no tengo idea de dónde sale, ni por qué, ni cómo. Comienza a dolerme el cuerpo, la cabeza, la espalda. Pero yo sigo con el Caído tomado del cogote. Ahora mismo y allí quiero estrangularlo hasta dejarle sin oxígeno, hacerle pagar.
—¡Le estabas arrancando las alas! —le espeto con ira.
Josha no me mira con cara de miedo, sino que con una gran sonrisa. Orgullosa sonrisa... Esperen, ¿por qué estaría orgulloso? Sí, sonríe, incluso con la sangre en la cara parece guapo. Se le nota cansado, tiene la ropa enmarañada y su pelo totalmente revuelto.
Está pirado, loco, enfermo pienso.
—¡Eres un demente!
—No, soy un maestro de las mentes. Mira a Owen.
Parpadeo confundida. —¿Qué?
—Que mires a Owen, Emma.
Entonces volteo a verlo, soltando a Josha y arrojándolo al suelo. Owen se encuentra tirado en la madera cerca del colchón, parece dormido, seguro está noqueado y bastante cubierto de sangre, con el pelo hecho un asco, pero con las alas intactas, sin rastros de plumas por ninguna parte. Steven se encuentra a mi lado, mirándome extrañado, asustado. ¡Cómo si yo fuese a hacerle daño!
Vuelvo a girarme hacia Josha para preguntarle qué rayos pasaba ahí, pero algo llama mi atención, mis manos están brillando. Sí, literalmente: brillan.
—¡Sabía que lo harías! —exclama emocionado Josha.
—Padre, su luz se verá a kilómetros de aquí. Vendrán a por ella.
—Lo sé, pero valió la pena. Es quién creíamos.
Yo sigo sin comprender nada y observo cómo el brillo de mis manos se desvanece en cuestión de segundos, como si nada hubiese pasado allí. Ellos hablan, pero yo ya no los escucho.
En un momento, y no sé cuándo, Owen se despierta, al principio parece estar desconectado de la situación; cuándo finalmente ve a su padre y a Steven, frunce el ceño y luego hace un gesto de dolor, llevándose una mano a la cara. Me preocupo por él, no quiero que pelee otra vez con un imbécil como lo es Josha, ¡aun no entiendo qué pasó entre ellos!
Es ahí cuando me mira con ojos como platos y luego se despereza, levantándose del suelo para venir hacia dónde yo estoy, no sin antes sacarse la camisa para limpiarse la sangre, eso hace que mis hormonas adolescentes salten y consiga tener por un instante la mente repleta del torso desnudo de Owen, sacudo la cabeza para eliminar todos esos pensamientos y lo veo curvar una de sus comisuras, claro que escucha lo que pienso.
Al alcanzar mi posición yo me aferro a él con mucha intensidad, tanto que lo hace temblar, no sé si por la situación o por el mal estado en el cuál se encuentra. Pero hay algo que sé realmente: tenemos que irnos pronto, y lejos, mientras Steven y Josha se encuentren hablando, no tenemos las posibilidades de nuestro lado, pero podemos intentarlo.
Así que antes de decir nada, lo tomo de la mano y lo llevo hacia la puerta para escapar juntos.
Estoy con él.
Cansada, adolorida, y él casi sin poder caminar, pero estamos unidos.
Estoy con Owen, y eso lo cambia todo.
¡Holaaaaaaaa! Aquí otra pequeña actualización llena de misterio. ¡No lo iba a cortar aquí, lo juro, pero me pareció conveniente, para unir todo lo que viene!
¿Podrán escapar como Emma quiere? ¿¡Qué rayos le sucedió a Emma ahí!? ¿Y Josha está loco?
¿QUÉ FUE TODA ESA LOCURA?
Ni yo misma lo sé... Creo que es el helado... Sí, definitivamente el helado.
¿Les gusta hacia dónde va la historia?
¡Los amo!
-Brisa.
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