Capítulo 26

Al volver, los dos estamos envueltos en nubes, flotando en nuestros pensamientos. Fue la primera vez que él se había abierto a mí, y sinceramente, deseo que no se esté arrepintiendo de ello. No me esperé jamás una historia como la que Owen me contó. ¿Por qué nunca me había hablado de ello, en detalle?

Tal vez, le duele mucho su pasado. Y con razones, muchas razones, evita dialogar sobre ello; vivió momentos súper duros: su padre abandonándolo por obsesión, marchándose al mundo humano, dejando que su esposa muera de angustia y a sus dos hijos, Owen y su hermano, solos; creando otra vida, con otra mujer, teniendo un hijo con el que sí estuvo y no abandonó.

Tan solo pensarlo es doloroso, no me imagino vivirlo.

Owen es muy fuerte.

Vaya. Me siento muy apenada por todo aquello. Uno, cuando se imagina a los ángeles, los piensa como pequeños felices y dulces niños de cabellos dorados, algo gordinflones y con pequeñas alitas blancas. Bueno, eso si no has leído ningún libro sobre ellos.

Pero ahora, me doy cuenta de que no es así. ¿El mundo de los ángeles tendrá problemas parecidos al humano? ¡Eso es tan triste! Me gustaría viajar en el tiempo e ir a abrazar al mini-Owen, darle el amor que no recibió; no cambiaría la situación dolorosa, pero amortiguaría el golpe.

A Owen no le debe gustar estar allí, seguramente por eso no quiso ser arcángel... Y ahora lo han llamado para ir.

Y se iría por unos días, dejándome sola.

Yo no dependo de él, eso está claro. Pero le necesito, le amo demasiado. Él ha sido un misterio desde que entró a mi vida, pero se ha convertido en parte importante de ella. Owen sabe cómo moverse, cómo estar alerta. Y yo... yo ni siquiera sé quién me busca, o qué pasa. ¡Tampoco pude descubrir quién ha robado mi poesía hace un mes atrás! ¿Cómo podría luchar con un caído o lo que sea, y salvarme? Defenderme sí, pero de ahí a salir ilesa o viva, hay un largo estrecho.

¿Quién dijo que tener a un ángel de novio era fácil? Eh, bueno. Nadie nunca dijo eso. Todos sabemos lo complicado que es.

Sus alas, tan poderosas, aguantan nuestro peso; sus brazos están protectoramente aferrados a mí cuerpo, y lo míos en el de él. El viento ya no importa, tampoco la altura, los celos, los secretos o el miedo. Nada. Sólo es importante nuestro amor, que nos une y fortalece. Y mientras podamos tenerlo con nosotros, podremos hacer todo.

Mi boca arde, besos están marcados en ella. Besos pasionales. Besos finales... porque, no quiero ser negativa, pero tampoco tengo idea de cuándo volverá Owen del informe. ¿Días? Eso no es ser justamente específico. ¿Serán semanas? ¿Le darán buenas noticias? Porque, a ser verdad, Owen ya no cumple como antes su trabajo de ángel vengativo.

Oh, mierda. ¿Y si le ordenan irse? ¿Y si no vuelve?

Pero volverá. Sé que lo hará. Su mirada lo dice, sus labios lo han prometido. Volverá a por mí. Y yo esperaré esos días que deba. No es una despedida, es un «hasta luego».

—Emma —dice él—, mi corazón de cristal, no sería capaz de dejarte, nunca. Jamás lo haría. De ningún modo me podría perdonar aquello.

Sus palabras fueron suaves caricias que alimentaron mi ritmo cardíaco, haciendo que galopara a tal punto de que se sintiera en mi pecho animoso, energético. Valiente y decidido a ser escuchado.

¿¡Por qué tan exhibicionista!?

«Porque me amas —contesta él a mi mente, para luego agregar— Y yo a ti».

Llegamos a casa, mis padres están dormidos, al igual que Matt. Rápidamente nos dirigimos a mi cuarto y cierro silenciosa la puerta, arrojando la ropa de abrigo en la silla de mi escritorio, para luego saltar, literalmente, a los brazos de Owen y besarlo. ¡Oh! Besarlo como jamás lo había hecho, con el más ferviente deseo puesto en cada una de mis células. El aire no avanza hacia mis pulmones pero no le hago caso, en lugar de eso, deslizo suavemente mi lengua, tocando su labio inferior. Él profundiza el beso con la misma ansiedad que yo. ¿Cuándo nos volveríamos a besar de aquél modo?

Owen me encierra contra la pared, colocando cada brazo a mis costados. Sin dejarme escapatoria. Enredo mis manos en su cabello ya revuelto, me levanta y yo aprieto sus caderas con mis piernas. Él suelta un gemido. Escuchar aquello me hace sentir poder sobre él, le puedo hacer sentir vulnerable, como si yo fuese su kriptonita. Es mío y yo de él.

Entre beso y beso, caricia y caricia, chocamos con los muebles hasta terminar en la cama, cayéndonos en ella, yo arriba de Owen, soltando una pequeña risita pero sin despegarnos el uno del otro. Sus labios se vuelven más dulces, menos salvajes, pero con un anhelo increíble puesto en ellos.

Y yo quiero más de él. Mucho más.

Y él también.

Y tratando de no romper el beso, me saco la remera, quedando en brasier. De repente, mi mente comienza a funcionar por encima de esa ola de hormonas, haciéndome sentir intimidada por él observándome y tonta por reaccionar impulsivamente, pero la acallo.

Owen murmura algo, pero no le hago hincapié, en cambio, me pego más a él. Pero esta vez, Owen no reacciona de la misma forma e intensidad. Sino que él me sonríe y murmura en mis labios -No, Honey. No está bien así. No ahora. Tampoco de esta manera.

Y ahora la vergüenza. Genial, Emma.

—Lo siento —consigo decir.

—No tienes que lamentarlo, Honey. Sólo que ahora se me hará más dificultoso controlarme —y su vista baja sin disimulación alguna hacia mi pecho. ¡Oh, Dios!—. Emma, puedo ser un ángel... pero eso no quiere decir que no sea un hombre también.

¡Agh! ¡Necesito mi playera! Mi cara arde en rubor, ¡y me siento tan expuesta! Intento buscar alguna camisa, pero antes de siquiera moverme Owen se quita su playera y me la entrega.

Oh. Santos bebés ángeles en el Cielo.

Su estómago está definido perfectamente de una forma natural increíble, cada músculo se relaja y se contrae al inclinarse hacia mí, y de su cuerpo larga un poderoso calor adormecedor. Toco su piel, sorprendentemente suave y él tirita. Paso mi mano por su brazo, sus hombros, su pecho, su estómago.

¿Cómo es que alguien así puede ser mi novio? ¿Cómo? Me resulta un poco imposible de creer. Es mío. Owen es verdaderamente mío.

Él se acuesta cómodo en la cama, cerrando los ojos. Aprovecho a que no me observa para mirar más. ¡Mieeeeer...! Owen escucha mi mente.

—Es justo, Honey —dice—. Ya que yo te he visto a ti. Y mucho.

Sonríe para sí mimo, sabiendo que eso me hace sonrojar más. El hoyuelo aparece y abre un ojo esperando una respuesta. Caigo en que yo aún lo estoy observando y corro la vista bruscamente, alejándola de su sexy cuerpo.

—Owen —le digo—, es una mala apuesta para ti. Yo salgo ganando.

—Te equivocas —remata—. El haberte visto entre mis brazos ha sido el mejor regalo que pudiste regalarme jamás. Pero... yo me debo ir, Emma. No quiero dejarte pero...

—No me dejes —digo bajo, sé que no depende de él eso.

—No quiero irme de tu lado. Quiero esto siempre. Pero debo...

«¡No digas debo irme!». Pienso. —Quédate esta noche. Conmigo. Hasta que me duerma... por favor, Owen. Por favor.

Sin pensarlo demasiado, Owen me toma despacio, depositándome contra él en un tierno abrazo. Comienza a cantarme una melodía que hace que mis parpados se cierren a pesar de que luche contra aquello.

Y poco a poco me duermo, con Owen a mi lado toda la noche, vigilando mis sueños.




¡Holaaaa! Se ha puesto más interesante, *ejem, ejem*. ¿Les ha gustado el capítulo? Es más cortito que los anteriores, pero creo que se ha convertido en uno de los que más me gustan.

Quiero hacer una pregunta: ¿A quién prefieren, a Owen o Steven?

¿Qué opinan sobre la historia de Owen?

¡Tantas cosas! ¡Cuéntenme! Soy puro oídos.

¡Ya he subido el Book-Trailer! Esta a comienzo de la historia, en el prefacio y ahora lo publicaré en un comentario abajito ^^ ¡Gracias por acompañarme! ¡Casi llegamos a las 10.000 visitas! Aún no me lo creooooooooooo! Y todo es gracias a ustedes. De veras, son mi motor.

¡Les mando muchos besotes! Me quedé hasta tarde escribiendo e iré amanecida al colegio D: Debo dormir algo!!! :S jaja ¡LOS QUIEROOOOOO!❤


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